Logo Studenta

Capítulo 39 - Higiene - cinthia brunel

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

39
Higiene
O BJ ET JVOS
Describir los factores que influyen en las prácticas de higiene personal. 
Analizar el papel que tiene el pensamiento crítico a la hora de proporcionar 
cuidados higiénicos.
Realizar una valoración completa de las necesidades higiénicas 
integrales de un paciente.
Analizar las condiciones que sitúan al paciente en riesgo de sufrir 
un deterioro de la integridad cutánea.
Analizar los factores que influyen en el estado de las uñas y los pies. 
Explicar la importancia del cuidado de los pies para el paciente diabético. 
Analizar las condiciones que sitúan al paciente en riesgo de sufrir 
deterioro de las membranas mucosas.
Enumerar los problemas comunes que afectan el pelo o el cuero 
cabelludo y sus intervenciones relacionadas.
Describir cómo puede diferir el cuidado higiénico del paciente anciano 
respecto al del paciente más joven.
Analizar los diferentes enfoques empleados para mantener la comodidad 
del paciente durante el cuidado higiénico.
Realizar satisfactoriamente los procedimientos de higiene para el cuidado 
de la piel, el periné, los pies y las uñas, la boca, los ojos, los oídos 
y la nariz.
Adaptar el cuidado higiénico al paciente con discapacidad cognitiva.
PALABRAS CLAVE
A cn é
A lo p e c ia
B añ o en c a m a c o m p le to 
B añ o en c a m a p arc ia l 
C aries
C aries d e n ta l 
C e ru m en
C u id a d o p e rin e a l
C u tíc u la
E d e n tu lis m o
E ffle u rag e
E n u cleac ió n
E p id erm is
E s to m a tit is
G in g iv itis
G lo s itis
H a lito s is
M u c o s itis
P ed icu lo s is cap itis
X e ro s to m ia
La higiene personal es im portante para la com odidad, la segu­ridad y el bienestar del paciente. El cuidado higiénico incluye actividades de aseo y limpieza que ayudan a m antener un as­
pecto acicalado y limpio del cuerpo del individuo. Las actividades 
de higiene personal, como darse una ducha o un baño, lavarse los 
dientes con cepillo o hilo dental, lavarse y asearse el pelo, así como 
cuidarse las uñas, promueven la com odidad y la relajación del pa­
ciente y fom entan una autoim agen positiva, ayudan a m antener 
la piel sana y prevenir infecciones y enferm edades. M ientras las 
personas sanas son capaces de satisfacer sus propias necesidades 
higiénicas, las personas enferm as o con im pedim entos físicos o 
emocionales pueden requerir algún tipo de ayuda con su higiene 
personal. Existen varios factores personales y socioculturales que 
influyen en las prácticas higiénicas.
Tanto en un entorno sanitario como en el domiciliario, la enfermera 
debe determinar la capacidad del paciente para llevar a cabo su auto- 
cuidado y proporcionarle cuidados higiénicos según sus necesidades 
y preferencias. Además, en el contexto domiciliario, se debe ayudar 
al paciente y a la familia a adaptar sus técnicas y enfoques higiénicos. 
Como el cuidado higiénico implica un contacto estrecho con el pacien­
te, es necesario emplear actividades de comunicación para promover 
una relación terapéutica en el cuidado e intentar emplear el tiempo que 
se pasa con el paciente en educarle y aconsejarle. D urante el cuidado 
higiénico, se pueden integrar otras actividades de enferm ería que
incluyen la valoración del paciente e intervenciones, como ejercicios de 
am plitud de movimiento articular (AMA), aplicación o inspección 
de apósitos y cuidado de los puntos de inserción de las vías intraveno­
sas (i.v). Mientras se proporciona higiene, es necesario preservar toda 
la independencia posible del paciente, asegurar su intimidad, mostrarle 
respeto y promover su comodidad física.
BASE DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Un cuidado higiénico adecuado requiere com prensión de la ana­
tom ía y la fisiología de la piel, las uñas, la cavidad bucal, los ojos, 
los oídos y la nariz. Las células de la piel y la mucosa intercambian 
oxígeno, nutrientes y líquidos con los vasos sanguíneos subyacentes. 
Las células requieren de una nutrición, hidratación y circulación ade­
cuadas para resistir lesiones y enfermedades. Unas buenas técnicas 
higiénicas favorecen la estructura norm al y el buen funcionamiento 
de los tejidos corporales.
Se deben aplicar los conocimientos en fisiopatología para p ro ­
porcionar buenos cuidados higiénicos preventivos. Es necesario 
aprender a reconocer los estados patológicos que provocan cambios 
en la piel, la cavidad bucal y los órganos sensoriales. Por ejemplo, la 
diabetes mellitus provoca cambios vasculares crónicos que dificultan 
la cicatrización de la piel y las mucosas. En los estadios iniciales del 
síndrom e de inm unodeficiencia adquirida (SIDA) son com unes
2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 761
http://booksmedicos.org
762 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
T A B L A 3 9 -1 Función de la piel e implicaciones para el cuidado
FUNCION/DESCRIPCION IMPLICACIONES PARA EL CUIDADO
Protección
La epidermis es la capa relativamente 
impermeable que evita la entrada de 
microorganismos. Aunque hay microorganismos 
que viven en la superficie de la piel y en los 
folículos pilosos, la relativa sequedad de la 
superficie de la piel inhibe la proliferación 
bacteriana. El sebo elimina las bacterias de los 
folículos pilosos. El pH ácido de la piel también 
contribuye a ralentizar el crecimiento bacteriano.
Sensación
La piel contiene órganos sensoriales del tacto, 
dolor, calor, frío y presión.
Regulación de la tem p e ra tu ra
La radiación, la evaporación, la conducción 
térmica y la convección controlan la temperatura 
corporal.
Excreción y secreción
El sudor fomenta la pérdida de calor por 
evaporación. El sebo lubrica la piel y el pelo.
El debilitamiento de la epidermis se produce mediante raspados o exfoliaciones de su superficie (p. ej., uso de 
cuchillas, retirada de esparadrapos, técnicas inapropiadas para girarse o colocarse). Una sequedad excesiva 
provoca grietas y roturas en la piel y la mucosa, lo que permite la entrada de bacterias. Los emolientes ablandan 
la piel y evitan la pérdida de la humedad, remojar la piel mejora la retención de la humedad e hidratar la 
mucosa evita la sequedad. Sin embargo, la continua exposición de la piel a la humedad provoca maceraciones 
o reblandecimientos, lo que provoca lesiones en la piel y fomenta la formación de úlceras y la proliferación 
de bacterias. Mantener seca la ropa del paciente y la ropa de cama. El uso inadecuado de jabón, detergentes, 
cosméticos, desodorantes y depilatorios causa irritación química. Los jabones alcalinos neutralizan el efecto 
protector del ácido de la piel. Al limpiar la piel se eliminan el exceso de sebo, sudor, células muertas y suciedad, 
factores que fomentan el crecimiento bacteriano.
Minimizar la fricción para evitar la pérdida del estrato córneo, lo que podría provocar úlceras por presión. Alisar 
la ropa de cama elimina fuentes de irritación mecánica. Quitarse los anillos de los dedos para evitar lesionar 
accidentalmente la piel del paciente. Asegurarse de que el agua del baño no está excesivamente caliente o fría.
Los factores que interfieren en la pérdida de calor alteran la regulación de la temperatura. La ropa de cama o los 
camisones húmedos interfieren en la convección y la conducción térmica. Un exceso de mantas o cobertores 
evitan la pérdida de calor por radiación y conducción térmica. Los cobertores fomentan la conservación del calor.
El sudor y el sebo albergan microorganismos. El baño elimina el exceso de secreciones corporales, aunque, si se 
realiza en exceso, puede causar sequedad cutánea.
las infecciones fungicas de la cavidad bucal. A consecuencia de un 
accidente cerebrovascular, la parálisis del nervio trigém ino (par 
craneal V) elim ina el reflejo de parpadeo, que da origen al ries­
go de sequedad corneal. En presencia de dolencias como éstas, la 
enferm era debe adaptar las prácticas higiénicas para adelantarse a 
las necesidades del paciente y m inim izar cualquier efecto dañino. 
Mientras se proporciona higiene, se puede aplicar este conocimiento 
para reconoceranom alías y llevar a cabo las acciones apropiadas 
destinadas a im pedir una lesión adicional de los tejidos sensibles.
Piel
La piel cumple las funciones de protección, secreción, excreción, regu­
lación de la temperatura corporal y sensibilidad (tabla 39-1). La piel 
cuenta con 2 capas principales: epidermis y dermis. Justo debajo de la 
piel se encuentra el tejido subcutáneo (también conocido como hipo­
dermis), que comparte algunas de las funciones protectoras de la piel.
La ep iderm is (capa externa) está com puesta po r varias capas 
delgadas de células epiteliales que protegen el tejido subyacente 
de la pérdida de agua y de las lesiones y evitan la entrada de m i­
croorganismos causantes de enfermedades. La capa más interna de 
la epidermis genera nuevas células para sustituir a las muertas que 
continuam ente se desprenden de la superficie externa de la piel. 
Las bacterias residen com únm ente en la epidermis exterior. Estas 
bacterias residentes constituyen la flora norm al (v. cap. 28), que no 
causan enfermedades sino que, por el contrario, inhiben la m ulti­
plicación de microorganismos causantes de éstas.
La dermis es la capa de piel más gruesa y contiene haces de colá­
geno y fibras elásticas para proporcionar soporte a la epidermis. Las 
capas dérmicas albergan fibras nerviosas, vasos sanguíneos, glándu­
las sudoríparas, glándulas sebáceas y folículos pilosos. Las glándulas 
sebáceas secretan sebo, un líquido oleoso y oloroso, en el interior 
de los folículos pilosos. El sebo lubrica la piel y el pelo, y ralentiza la 
pérdida de agua de la piel cuando la hum edad es reducida. Además, 
el sebo cumple una función bactericida.
Las capas de tejido subcutáneo contienen vasos sanguíneos, ner­
vios, linfa y tejido conectivo laxo con adipocitos. El tejido adiposo 
funciona como aislamiento térmico para el cuerpo. El tejido celular 
subcutáneo proporciona también soporte a las capas superiores de 
la piel capacitándolas para resistir la fuerza y la presión sin sufrir 
lesiones, y además sujeta la piel de form a flexible a las estructuras 
subyacentes, como pueden ser los músculos. La mucosa bucal pre­
senta m uy poco tejido subcutáneo subyacente.
La piel suele reflejar los cambios en el estado físico m ediante 
alteraciones en el color, el grosor, la textura, la turgencia, la tem ­
peratura y la hidratación (v. cap. 30). M ientras la piel perm anezca 
intacta y sana, su función fisiológica seguirá siendo óptim a. Las 
prácticas higiénicas suelen influir en el estado de la piel y pueden 
tener tan to efectos positivos com o negativos sobre ella. Por ejem ­
plo, los baños dem asiado frecuentes y el uso de agua m uy caliente 
suelen generar una piel seca y escamosa, así como la pérdida del 
sebo protector.
Pies, manos y uñas
Los pies, las manos y las uñas suelen requerir una atención especial 
para evitar infecciones, m al olor y lesiones. El estado de las manos 
y los pies del paciente influye en su capacidad para llevar a cabo su 
higiene personal. Si el paciente no puede soportar peso, caminar por 
sí m ism o o m anipular objetos con las manos, puede correr el riesgo 
de perder su capacidad de autocuidado.
En la m ano existe una am plia gam a de destrezas debido a la 
am plitud del movimiento existente entre el pulgar y el resto de los 
dedos. Cualquier alteración que interfiera en el movim iento de la 
m ano (por ejemplo, el dolor superficial o profundo, la inflamación 
de las articulaciones) puede deteriorar la capacidad de autocuida­
do del paciente. El dolor de pies a m enudo cambia la m archa del 
paciente, causando un sobreesfuerzo en diferentes articulaciones y 
grupos musculares. Las molestias al estar de pie o andar lim itan las 
habilidades de autocuidado.
http://booksmedicos.org
© 
El
se
vi
er
. 
Fo
to
co
pi
ar
 
sin
 
au
to
riz
ac
ió
n 
es 
un 
de
lit
o.
CAPITULO 39 Higiene 763
Las uñas crecen desde la raíz del lecho ungueal, localizado en un 
surco escondido dentro del pliegue de piel llamado cutícula. La parte 
visible de la uña constituye el cuerpo de ésta. Presenta un área blanca en 
forma de media luna que recibe el nombre de lúnula. Debajo de la uña 
hay una capa de epitelio llamado lecho ungueal. Una uña normal y sana 
tiene un aspecto transparente, suave y convexo, con un lecho ungueal 
rosado y una punta blanca translúcida. Algunas enfermedades provocan 
cambios en la forma, el grosor y la curvatura de la uña (v. cap. 30).
Cavidad bucal
La cavidad oral o bucal está form ada por los labios que rodean la 
abertura de la boca, las mejillas que recorren las paredes laterales de 
la cavidad, la lengua y sus músculos, y el paladar duro y el blando. La 
mucosa bucal, que es una continuación de la piel, está normalmente 
húm eda y es de color rosa pálido. El suelo de la boca y la superficie 
situada bajo la lengua tienen abundantes vasos sanguíneos. Una 
mucosa bucal norm al es brillante y rosada, blanda, húmeda, suave 
y sin lesiones. Cualquier tipo de ulceración o traum atism o puede 
ocasionar un sangrado significativo. Diversas glándulas secretan 
saliva dentro y fuera de la cavidad bucal. La saliva lim pia la boca, 
disuelve los com ponentes químicos de la com ida para fom entar el 
sabor, humedece la com ida para facilitar la formación del bolo ali­
menticio y contiene enzimas que inician la digestión de los alimentos 
ricos en almidón. La secreción salivar de la boca puede deteriorarse 
p o r el efecto de m edicam entos, la exposición a radiación, la des­
hidratación y por respirar por la boca. Una fuerte estimulación del 
sistema nervioso simpático inhibe casi por completo la secreción de 
saliva, lo que provoca xerostom ia o sequedad bucal.
Los dientes se encuentran encajados en la mandíbula y el maxilar, 
que a su vez están cubiertos por las encías. Los dientes están diseña­
dos para cortar, arrancar y tritu rar el alimento ingerido para que se 
pueda mezclar con la saliva y tragar. Un diente norm al está formado 
por la corona, el cuello y la raíz. La corona, cubierta por el esmalte, 
se extiende por encima de las encías, las cuales rodean los dientes 
como un collar. Una parte m uy concreta del diente, denom inada 
cuello, conecta la corona y la raíz. La raíz está encajada en el hueso. 
La m em brana periodontal está situada por debajo de los márgenes 
de la encía, rodea al diente y lo sujeta fuertem ente en su sitio. El 
diente sano es blanco, liso, reluciente y está adecuadamente alineado.
Pueden surgir dificultades a la hora de masticar cuando los tejidos 
gingivales se inflam an o infectan o cuando los dientes se caen o 
aflojan. Una higiene bucal periódica es necesaria para prevenir la 
gingivitis (inflamación de las encías) y la caries dental (deterioro del 
diente producido por la interacción de la com ida con las bacterias).
Pelo
El crecimiento, la distribución y el patrón del pelo pueden ser in ­
dicadores del estado de salud general de una persona. Los cambios 
hormonales, el estrés emocional y físico, el envejecimiento, la infección 
y ciertas enfermedades pueden afectar las características del pelo. El ta­
llo del pelo, en sí mismo, es inerte y no se ve directamente afectado por 
factores fisiológicos. Sin embargo, los cambios en su color o estado es­
tán causados por déficits hormonales y nutricionales del folículo piloso.
Ojos, oídos y nariz
Cuando se proporcionan cuidados higiénicos, los ojos, los oídos 
y la nariz requieren una cuidadosa atención. El capítulo 30 describe 
la estructura y la función de estos órganos. La limpieza de los tejidos 
sensoriales sensibles se debe realizar de form a que se prevenga la 
lesión y el malestar del paciente, como evitar que le entre jabón en los 
ojos. Además, la enfermera puede aprovechar el tiempo que dedique 
a la higiene del paciente para preguntarle por posibles cambios en 
su visión, audición u olfato.
BASE DEL CONOCIMIENTO DE ENFERMERÍA
Existen múltiples factores que influyen en las preferencias personales 
en lo que se refiere a la higiene y a la capacidad de llevara cabo prác­
ticas higiénicas con regularidad. Puesto que cada individuo realiza 
sus cuidados higiénicos a su manera, se debe personalizar el cuidado 
del paciente conforme a lo que la enfermera vaya conociendo sobre 
sus prácticas de higiene personales y sus preferencias. Un cuidado 
higiénico individualizado exige habilidades de comunicación tera­
péutica para fom entar la relación enferm era-paciente. Asimismo, 
se debe aprovechar el tiem po de cuidado higiénico para evaluar 
las prácticas saludables del paciente, su estado em ocional y sus ne­
cesidades en m ateria de educación de cuidados higiénicos. Como 
enfermera, se debe saber que los cambios en el desarrollo influyen en 
la necesidad y preferencia por un tipo concreto de cuidado higiénico.
Factores que influyen en la higiene
P rá ctic a s so c ia le s . Los grupos sociales influyen en las prefe­
rencias y las prácticas higiénicas, incluyendo el tipo de productos de 
higiene empleados y la naturaleza y frecuencia del cuidado personal. 
Los padres y los cuidadores llevan a cabo los cuidados higiénicos 
de bebés y niños. D urante la infancia, la higiene está influenciada 
por las costum bres familiares. Esto puede incluir, po r ejemplo, la 
frecuencia del baño, la hora del día en que se realiza y el tipo de 
higiene bucal practicada, ya sea con cepillo o hilo dental. Cuando 
los niños entran en la adolescencia, la higiene personal puede estar 
influida por la conducta de su grupo de com pañeros y los medios 
de com unicación. Las jóvenes, po r ejemplo, pueden com enzar a 
interesarse más por su aspecto personal y a maquillarse. D urante 
los años adultos, el contacto con grupos de amigos y de trabajo 
conform a las expectativas que las personas tienen de su aspecto 
personal. Las prácticas higiénicas de los ancianos pueden cambiar a 
causa de las condiciones de vida y los recursos disponibles.
P re fe re n c ia s p e rs o n a le s . Cada paciente tiene deseos y pre­
ferencias individuales sobre cuándo llevar a cabo sus cuidados h i­
giénicos y de aseo personal. Algunos pacientes prefieren ducharse, 
m ientras que otros prefieren darse un baño. Los pacientes selec­
cionan diferentes productos de higiene y cuidado personal según 
sus preferencias individuales, por lo que conocer estas preferencias 
fomenta un cuidado más personalizado. Cuando esté indicado por 
alguna enfermedad o alteración, se puede ayudar al paciente a llevar 
a cabo nuevas prácticas higiénicas. Por ejemplo, se puede enseñar 
al paciente con diabetes cóm o llevar a cabo una óptim a higiene 
de los pies. El cuidado seguro y efectivo centrado en el paciente 
pone de relieve las preferencias individuales, perm ite a los pacien­
tes tom ar decisiones cuando sea posible y fomenta la implicación 
y la independencia del paciente (Cronenwett y cois., 2007).
Im a g e n c o rp o ra l. La im agen corporal de una persona es la 
concepción subjetiva de su cuerpo, lo que incluye su aspecto físico, 
estructura o función (v. cap. 33). La imagen corporal afecta al modo 
en que se m antiene la higiene. Si un paciente está perfectam ente 
limpio y arreglado, se deben considerar los detalles cuando se pres­
tan cuidados, además de consultar con el paciente antes de tom ar 
decisiones sobre el modo en que se deben llevar a cabo los cuidados 
higiénicos. Los pacientes con aspecto desaliñado o no interesados en 
la higiene pueden requerir educación relativa a la im portancia de la 
higiene o una mayor valoración en lo que concierne a su capacidad 
para participar en la higiene diaria.
Una intervención quirúrgica, una enfermedad o un cambio en el 
estado funcional suele incidir en la imagen corporal del paciente. Las 
molestias, el dolor, el estrés emocional o la fatiga disminuyen la capaci­
dad o el deseo de cuidar de su higiene. Por este motivo es recomendable 
realizar un esfuerzo adicional para promocionar la higiene y el aseo.
http://booksmedicos.org
764 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
E stad o so c io e c o n ó m ico . Los recursos económicos de una per­
sona influyen en el tipo y el grado de prácticas higiénicas empleadas. 
Así, se debe determinar si el estado económico del paciente influye en 
su capacidad para m antener una higiene regular. Quizás el paciente 
no pueda perm itirse com prar los elem entos básicos necesarios, 
como desodorante, cham pú y pasta de dientes; o necesite modificar 
el entorno domiciliario añadiendo dispositivos de seguridad como 
superficies no deslizantes o barras de apoyo en el baño para realizar 
su cuidado higiénico con seguridad. Cuando los pacientes se en ­
frentan al problema añadido de la falta de recursos socioeconómicos, 
se hace difícil la participación y la adopción de un papel responsable 
en actividades de prom oción de la salud, como la higiene básica.
C reen c ias y m o tiv a c ió n d e sa lu d . El conocimiento de la im ­
portancia de la higiene y sus implicaciones en el bienestar influyen 
en las prácticas higiénicas. Sin embargo, el conocimiento por sí solo 
no es suficiente. El paciente también tiene que estar motivado para 
m antener el autocuidado. La enfermera debe aportarle información 
que haga hincapié en cuestiones de salud del paciente que sean re­
levantes para que adopte el com portam iento higiénico deseado. Las 
percepciones del paciente sobre los beneficios del cuidado higiénico y 
de la susceptibilidad a padecer un problema grave motivan al paciente 
a cambiar de com portam iento (Pender, Murdaugh y Parsons, 2011). 
Por ejemplo, la enfermera debe asegurarse de que los pacientes perci­
ban que corren el riesgo de padecer una enfermedad dental, que una 
enfermedad dental es algo grave y que lavarse los dientes con cepi­
llo e hilo dental es algo eficaz para reducir el riesgo de padecerla. 
Cuando un paciente reconoce que hay un riesgo y que se puede 
llevar a cabo una acción razonable sin consecuencias negativas, será 
más receptivo al consejo y a los esfuerzos educativos de la enfermera.
V a r ia b le s c u ltu ra le s . Las creencias culturales y los valores 
personales de un paciente pueden influir en su cuidado higiéni­
co (cuadro 39-1). Las personas procedentes de distintos orígenes 
culturales siguen diferentes prácticas de autocuidado (v. cap. 9). El 
m antenim iento de la limpieza puede no tener tan ta im portancia 
para algunos grupos étnicos como la tiene para otros (Galanti, 2008). 
En Norteam érica es com ún ducharse o bañarse a diario y utilizar 
desodorante para evitar olores corporales. No obstante, las personas 
de otras culturas no son sensibles a los olores corporales, prefieren 
bañarse con m enor frecuencia y no utilizan desodorante. Algunas 
personas sin techo creen que una capa de suciedad les protege de 
las enfermedades (Galanti, 2008). La enfermera no debe transm itir 
sentimientos de desaprobación cuando está cuidando de pacientes 
cuyas prácticas higiénicas son distintas de las suyas y deberá evitar 
forzar cambios en prácticas higiénicas, a no ser que éstas afecten 
directam ente a la salud del paciente. En estas situaciones, se debe 
ir con tacto, inform ando y perm itiendo que el paciente tom e sus 
decisiones. Las creencias religiosas asociadas con la cultura a veces 
influyen en las prácticas higiénicas, po r lo que es recom endable 
que al paciente se le faciliten sus prácticas religiosas siem pre que 
sea posible. Por ejemplo, los pacientes m usulm anes se quitan los 
zapatos con frecuencia y adoptan diferentes posturas a la hora del 
rezo. Esto aum enta el riesgo de patologías del pie, com o callos en 
los dedos y en los laterales de los tobillos. Cuando se esté cuidando 
de pacientes m usulm anes con diabetes mellitus, se deben apoyar 
las prácticas religiosas, así como insistir en que el paciente controle 
posibles callos o ampollas surgidas tras el rezo.
F ase d e l d e s a r ro llo . El proceso norm al de envejecimiento 
influye en el estado de los te jidos y las estructuras corporales y, 
por consiguiente, en la form a en que se llevana cabo las medidas 
higiénicas y el tipo de medidas que se necesitan. Se deben aplicar 
los conocimientos sobre cambios del desarrollo m ientras se valora 
al paciente y se program a, im plementa y valora el cuidado higiénico.
m C U A D R O 3 9 - 1 A S P E C T O S C U L T U R A L E S 
D E L C U ID A D O
P r á c t ic a s h ig ié n ic a s
i i
Los pacientes merecen una planificación de la higiene congruente con su cultura.
La cultura influye en las prácticas higiénicas de muchos pacientes, por lo que el
cuidado se convierte en una fuente potencial de conflicto y estrés en el entorno
de cuidados. El cuidado centrado en el paciente exige que esté basado en el
respeto al bagaje cultural individual del paciente (Cronenwett y cois., 2007).
Im p licaciones para la práctica
• Mantener la intimidad, especialmente la de las mujeres de culturas que valoran 
el recato femenino (p. ej., la musulmana, la hispana, la nigeriana) (Galanti, 2008).
• Evitar exponer a la vista la parte inferior del torso y los brazos de mujeres de 
Oriente Medio y del Oriente Asiático.
• Dejar que los familiares participen en los cuidados, si lo desean, adaptando 
el horario de las actividades higiénicas.
• Procurar cuidadores del mismo sexo en caso de que lo pidan o sea necesario.
• Tener en cuenta que algunas culturas prohíben o limitan el contacto físico. 
Para algunos pacientes de culturas árabes o hispanas el contacto físico entre 
un hombre y una mujer sin parentesco está prohibido (Maier-Lorentz, 2008).
• Tener en cuenta que las personas de diversas culturas tienen diferentes 
preferencias respecto al espacio personal. Los hispanos, los árabes y las 
personas de Oriente Medio se suelen sentir cómodos con una distancia 
personal menor que las personas de descendencia europea y norteamericana 
(Maier-Lorentz, 2008).
• No cortar el pelo ni afeitar a un paciente sin haberlo hablado antes con él 
mismo o un familiar (Galanti, 2008).
• Tener en cuenta que las prácticas a la hora de ir al servicio varían depen­
diendo de la cultura (p. ej., los asiáticos suelen preferir hacerlo en cuclillas) 
(Galanti, 2008).
• Tener en cuenta que las personas de cultura japonesa suelen preferir lavarse 
mientras están sentados antes de entrar en la bañera. Se meten en la bañera 
después de limpiarse ya que el baño representa la limpieza espiritual. Los 
japoneses prefieren que el baño sea más profundo (sumergiéndose hasta el 
cuello) y más caliente que el típico baño occidental (McGraw y Drennan, 2009).
Piel. La piel del recién nacido es relativamente inm adura al nacer. 
La epiderm is y la derm is están unidas m uy débilm ente entre sí y 
la piel es m uy delgada. La fricción sobre las capas cutáneas puede 
causar magulladuras. Se debe manipular cuidadosamente al neonato 
duran te el baño. C ualquier grieta de la piel puede orig inar una 
infección fácilmente.
Las capas de piel del niño en la prim era infancia están más unidas, 
y ofrecen, por tanto, una mayor resistencia a infecciones e irritacio­
nes. A pesar de ello, debido a que el niño es más activo y no tiene 
hábitos higiénicos, sus padres y cuidadores deben prestar m ayor 
atención para llevar a cabo una higiene m inuciosa y com enzar a 
enseñarle hábitos higiénicos.
D urante la adolescencia aum enta el desarrollo y la m aduración 
de la piel. En el sexo femenino, la secreción de estrógenos hace que 
la piel presente una tex tu ra más suave, lisa y gruesa, con mayor 
vascularización. En los chicos, las horm onas masculinas provocan 
un aum ento del grosor de la piel y cierto oscurecimiento del color. 
Las glándulas sebáceas se vuelven más activas, predisponiendo a 
los adolescentes al acné (inflamación activa de las glándulas sebá­
ceas acompañada de granos). Las glándulas sudoríparas se vuelven 
com pletamente funcionales durante la pubertad. Los adolescentes 
suelen empezar a emplear desodorantes. También se hace necesario 
aum entar la frecuencia del baño y el lavado del pelo para reducir el 
olor corporal y eliminar el sebo del pelo.
http://booksmedicos.org
© 
El
se
vi
er
. 
Fo
to
co
pi
ar
 
sin
 
au
to
riz
ac
ió
n 
es 
un 
de
lit
o.
CAPITULO 39 Higiene 765
El estado de la piel del adulto depende de sus hábitos higiénicos 
y de la exposición a agentes ambientales irritantes. Normalmente la 
piel es elástica, bien hidratada, firme y lisa. Cuando el adulto se baña 
con frecuencia o está expuesto a un am biente con baja hum edad, la 
piel se vuelve m uy seca y escamosa. Con la edad, se ralentiza el ritmo 
de regeneración de células epidérmicas y la piel se vuelve más fina y 
pierde elasticidad. La piel se deshidrata, lo que hace que esté sujeta 
a contusiones y heridas. La piel se va volviendo cada vez más seca y 
agrietada conform e las glándulas de la piel van produciendo menos 
sustancias lubricantes (Meiner, 2011). Estos cambios indican que hay 
que tener más precaución al girar a los ancianos o cambiarles de po ­
sición. Bañarse diariamente, además de hacerlo con agua demasiado 
caliente o jabón áspero, puede provocar una excesiva sequedad en la 
piel (American Academy of Dermatology, 2009).
Pies y uñas. Con el envejecimiento y la exposición prolongada 
el paciente es más propenso a desarrollar problem as crónicos en 
los pies, como resultado de un escaso cuidado, del uso de calzado 
inadecuado o de una enfermedad sistémica. Los ancianos no siem­
pre tienen la mism a fuerza, flexibilidad, agudeza visual o destreza 
m anual para cuidarse los pies y las uñas. Las uñas largas o rugosas 
causan avulsiones traumáticas de la uña que pueden arrancar la placa 
del lecho ungueal (Berridge, 2009).
A menudo, los ancianos tienen los pies secos debido a la reduc­
ción de la secreción de las glándulas sebáceas y la deshidratación de 
las células epidérmicas. Los problem as de los pies más frecuentes 
en ancianos incluyen norm alm ente juanetes, callos y callosidades, 
dedos en martillo e infecciones fungicas (Wright, 2009). Uno de los 
problemas más com unes de los ancianos es el dolor de pies (M ei­
ner, 2011). El dolor de pies puede estar causado por deformidades 
congénitas, debilidad estructural, lesiones y enfermedades como la 
diabetes y la artritis reumatoide.
Boca. Entre los 6 y los 8 meses comienzan a aparecer los dientes 
del lactante. Los prim eros dientes perm anentes (secundarios) salen 
hacia los 6 años de edad (H ockenberry y Wilson, 2011). Desde la 
adolescencia, en la que todos los dientes perm anentes están en su 
lugar, hasta la m itad de la edad adulta, los dientes y las encías es­
tán sanos si la persona sigue buenos patrones alim entarios y se 
proporcionan unos buenos cuidados dentales. Evitar los hidratos de 
carbono fermentables y los dulces pegajosos es básico para mantener 
los dientes sin caries. Asimismo, el cepillado y el uso regular de la 
seda dental ayuda a prevenir la caries y las patologías periodontales.
Cuando la persona envejece hay m uchos factores que pueden 
hacer que el cuidado bucal resulte deficiente: los cambios de la boca 
relacionados con la edad, las enfermedades crónicas como la d ia­
betes, las minusvalías físicas que afectan la fuerza de las manos o la 
capacidad para agarrar, la falta de atención a la higiene bucal y los 
m edicam entos prescritos que tienen efectos adversos bucales. Las 
encías pierden la elasticidad vascular y tisular, lo que provoca que 
las dentaduras postizas no se ajusten apropiadamente. Si el ancia­
no presenta edentu lism o (carencia de dientes) y lleva dentaduras 
postizas completas o parciales, es recom endable llevar a cabo una 
evaluación del paladar y las encías subyacentes.
Pelo. A lo largo de la vida, los cambios de crecimiento, distribu­
ción y estado del vello influyen en la higiene que requiere la persona. 
Cuando los niños alcanzan la adolescencia, el afeitado se convierte 
en parte habitual del arreglo personal. Las niñas, cuando alcanzan 
la pubertad, pueden comenzar a rasurarse o depilarse las piernas y 
las axilas. Con el envejecimiento, cuando el vellose vuelve más fino 
y seco, el lavado se suele realizar con m enor frecuencia.
Ojos, oídos y nariz. El capítulo 49 tra ta sobre los cam bios en 
la audición, la visión y el olfato a consecuencia del crecimiento y 
el desarrollo. Las alteraciones en las funciones sensoriales suelen
requerir modificaciones en el cuidado higiénico. La enfermera debe 
utilizar sus conocimientos sobre los cambios en el desarrollo cuando 
esté preparando el cuidado higiénico.
C o n d ic ió n fís ica. Los pacientes con ciertos tipos de limitaciones 
físicas o minusvalías carecen de la energía física y la destreza necesa­
rias para llevar a cabo sus cuidados higiénicos. Un paciente con un 
brazo escayolado o con una vía intravenosa necesitará ayuda para 
llevar a cabo su higiene. El debilitamiento de la capacidad para agarrar 
como consecuencia de la artritis, un accidente cerebrovascular o tras­
tornos musculares puede causar que un paciente no pueda utilizar 
el cepillo de dientes, la toalla o el peine. Los déficits sensoriales no 
sólo alteran la capacidad del paciente a la hora de llevar a cabo su 
higiene, sino que también aum entan el riesgo de padecer lesiones. 
La seguridad es una prioridad para un paciente con déficit sensorial. 
Por ejemplo, la incapacidad para sentir que el agua está demasiado 
caliente puede provocar una lesión por quemaduras durante el baño.
Las enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, los 
trastornos neurológicos y ciertas alteraciones psiquiátricas pueden 
extenuar o incapacitar a un paciente. Los pacientes que se cansan 
con facilidad necesitan un cuidado higiénico integral; po r ello, se 
deben incluir períodos de descanso durante los cuidados para que 
los pacientes que están cansados puedan tener la oportunidad de 
participar en la tarea. El dolor que a m enudo acom paña a enfer­
medades y lesiones limita la capacidad del paciente para tolerar las 
actividades de higiene y de aseo personal o realizar el autocuidado. 
El dolor frecuentemente limita la AMA, lo que reduce la movilidad 
de los brazos o las manos o la capacidad para moverse en el entorno, 
afectando la capacidad para realizar los autocuidados de higiene. 
Los pacientes que estén sedados o mareados por los analgésicos no 
poseerán la capacidad necesaria para participar en los cuidados de 
higiene de forma segura.
Los factores com o una lesión física, debilidad, cirugía, dolor, 
inactividad prolongada, los efectos de la medicación y llevar una 
vía intravenosa u o tro dispositivo conectado al cuerpo lim itan la 
movilidad del paciente y, por tanto, reducen su capacidad para llevar 
a cabo su higiene de forma segura. Para un cuidado individualizado 
se debe considerar la capacidad del paciente para realizar sus cuida­
dos higiénicos, cuánta ayuda necesita y la necesidad de dispositivos 
de ayuda y de seguridad para facilitar un cuidado higiénico seguro.
Las discapacidades cognitivas agudas y crónicas como el accidente 
cardiovascular, el daño cerebral, la psicosis y la dem encia pueden 
conllevar la incapacidad del paciente para realizar su autocuidado de 
forma autónoma. Cuando las personas con discapacidades cognitivas 
no están concienciadas de sus necesidades higiénicas y de aseo, 
m uestran miedo y agitación durante el cuidado higiénico, lo que da 
lugar a un com portam iento agresivo (Hoeffer y cois., 2006). Para un 
cuidado efectivo y seguro del paciente se deben tener en cuenta sus 
discapacidades cognitivas durante el cuidado higiénico y perm itir 
las modificaciones pertinentes.
PENSAM IENTO CRÍTICO
La enferm era sintetiza el conocim iento, la experiencia previa con 
sus pacientes, las actitudes de pensam iento crítico y los estándares 
para juzgar la forma más eficaz de proporcionar una higiene satis­
factoria. Para realizar juicios clínicos se debe anticipar la información 
necesaria para analizar los datos y tom ar decisiones respecto al 
cuidado. El estado del paciente cambia constantemente y requiere de 
un pensamiento crítico continuado. D urante la valoración enfermera 
se consideran todos los elementos de pensamiento crítico para com­
prender las necesidades del paciente y em itir los diagnósticos de 
enfermería apropiados (fig. 39-1). Es necesario aplicar los elementos
http://booksmedicos.org
766 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
C o n o c im ie n to
• Anatomía y fisiología de la 
piel, la cavidad oral y los 
órganos de los sentidos
• Principios de confort y 
bienestar
• Principios de comunicación 
para transmitir cuidados
• Factores de riesgo que originan 
problemas de higiene
• Conocimiento sobre las 
diferencias culturales en 
la higiene
E x p e r ie n c ia
• Experiencia previa en el 
cuidado de pacientes que 
necesitan ayuda con la 
higiene
• Prácticas personales 
de higiene
VALORACIÓN
• Observar la condición física del paciente y la 
integridad de la piel, la cavidad oral y los 
órganos de los sentidos
• Explorar cualquier factor del desarrollo que 
incida en las necesidades de higiene del paciente
• Observar la capacidad de autocuidados del 
paciente y sus prácticas de higiene
• Determinar las preferencias culturales, los valores 
y las creencias en relación a la higiene del paciente
de pensam iento crítico durante el proceso de enfermería para satis­
facer las necesidades higiénicas del paciente.
La enferm era debe in tegrar sus conocim ientos de enferm ería 
con conocim ientos de o tras disciplinas. Por ejemplo, el pacien­
te con diabetes mellitus tiene necesidades especiales en el cuidado de 
las uñas y los pies. Los conocimientos sobre la fisiopatología de la 
diabetes y sus efectos potenciales sobre la circulación periférica y el 
estado sensorial aportan el conocimiento científico necesario para 
aplicar un cuidado de los pies efectivo y seguro. Además, se deben 
integrar los conocimientos sobre influencias culturales y del desa­
rrollo m ientras se identifican y cubren las necesidades higiénicas 
del paciente.
Es necesario ser consciente del impacto de las actitudes derivadas 
del pensam iento crítico m ientras se planifican e im plem entan los 
cuidados. Por ejemplo, se debe pensar de forma creativa para ayudar 
a los pacientes a adaptarse a las prácticas higiénicas existentes o 
desarrollar nuevas prácticas de higiene cuando las capacidades de 
autocuidado se vean mermadas por una enfermedad o por pérdidas
funcionales. Se debe intentar no juzgar a la persona y m ostrar con­
fianza durante el cuidado. Debido a las variaciones en el estado físico 
y las prácticas higiénicas de los pacientes, se necesitará enfocar el 
cuidado desde una actitud flexible. Por ejemplo, cuando la enfermera 
esté cuidando de un paciente que esté exhausto, debe m oderar el 
ritm o de las actividades y program ar descansos durante el cuidado 
higiénico para que no se canse.
La experiencia previa con otros pacientes puede resultar útil a la 
hora de aplicar cuidados higiénicos. La enferm era debe reflexionar 
sobre las ocasiones en que ayudó a sus familiares o a personas cerca­
nas con su higiene. Normalmente una de las prim eras experiencias 
clínicas conlleva proporcionar cuidados higiénicos o asistir en ellos. 
Por último, a la hora de planear cómo cubrir las necesidades de un 
paciente, es necesario basarse en estándares profesionales como 
los de cuidados para la piel y los pies de la American Diabetes As­
sociation (ADA) y de grupos de enfermeras especialistas como puede 
ser el W ound Ostomy Continency Nurses (W OCN). Conform e la 
experiencia y los conocimientos de la enfermera van aum entando, 
tam bién irá aum entando su pericia y com odidad a la hora de cubrir 
las necesidades de sus pacientes de forma individualizada.
PROCESO DE ENFERMERÍA
Es necesario aplicar el proceso de enfermería y utilizar un enfoque 
de pensam iento crítico cuando se cuida de un paciente. El proce­
so de enfermería aporta una visión clínica de la tom a de decisiones 
cuando se tiene que desarrollar e im plem entar un plan de cuidados 
individualizado.■ l/ALORACIÓN
D urante el proceso de valoración se debe evaluar a cada paciente y
analizar de form a crítica su desarrollo para asegurar que se tom an 
decisiones clínicas centradas en el paciente con el fin de realizar 
un cuidado seguro. Para la valoración del estado higiénico de un 
paciente y sus capacidades de autocuidado es necesario completar 
una h istoria de enferm ería y llevar a cabo una valoración física. 
No es necesario que se realicen ru tinariam ente valoraciones físi­
cas en todas las partes del cuerpo antes del cuidado higiénico. Sin 
embargo, habrá que realizar un breve historial para determ inar las 
zonas p rioritarias que ayudará a planificar un cuidado higiénico 
personalizado. La valoración de la capacidad de un paciente para 
realizar sus autocuidados ayuda a tom ar decisiones sobre el tipo y 
la cantidad de cuidados higiénicos que necesitará y cuánto se debe 
anim ar al paciente a que participe en dichos cuidados.
A tra v é s d e lo s o jo s d e l p a c ie n te . Es necesario ser com ­
pletam ente consciente del pun to de vista del paciente para llevar 
a cabo cuidados higiénicos seguros y de calidad. Puesto que los 
pacientes tienen diferentes expectativas, se tendrá que evitar con­
vertir los cuidados higiénicos en una simple rutina. De esta manera, 
es necesario com pletar una h istoria de enferm ería que explicite 
las preferencias personales además de las costum bres y creencias 
religiosas y culturales del paciente.
La enfermera debe explorar el punto de vista del paciente en lo 
concerniente al cuidado higiénico. Se puede hacer preguntando sobre 
sus preferencias y prácticas de higiene y aseo, sobre los productos de 
aseo que desea y sus preferencias en cuanto a frecuencia, hora del 
día y grado de ayuda que necesita. Es recom endable que tam bién 
se hagan preguntas del tipo: «Para que esté más cóm odo y se sienta 
como en su hogar, ¿cómo es m ejor que le bañe y arregle?» Se debe 
averiguar el grado de concienciación del paciente sobre problemas 
relacionados con la higiene y su capacidad para realizar estas tareas
FIG . 3 9 -1 M odelo de pensam iento c rítico para la valoración 
de la higiene del paciente. ADA, American Diabetes Association; 
NPUAP, National Pressure Ulcer Advisory Panel; WOCN, Wound 
Ostomy Continence Nurses.
http://booksmedicos.org
© 
El
se
vi
er
. 
Fo
to
co
pi
ar
 
sin
 
au
to
riz
ac
ió
n 
es 
un 
de
lit
o.
CAPITULO 39 Higiene 767
C U A D R O 3 9 - 2 P R E G U N T A S DE V A L O R A C IÓ N 
E N F E R M E R A
Prácticas cu lturales o religiosas
• ¿Interfiere alguna de sus prácticas culturales o religiosas en el cuidado de 
su higiene personal?
• ¿Cómo podría integrarlas en sus cuidados?
Tolerancia a las activ id ad es hig iénicas
• ¿Las actividades para realizar la higiene le provocan algún síntoma, como 
falta de aire, dolor o fatiga?
• ¿Qué podría hacer para minimizar estos síntomas?
• ¿Qué aspectos del cuidado higiénico le hacen sentir incómodo o fatigado?
Ayuda con la h ig iene
• ¿Utiliza algún dispositivo que le ayude durante el baño como barras de 
sujeción en la bañera o la ducha?
• ¿Prefiere que alguien de su mismo sexo le ayude con la higiene?
• ¿Qué partes de la higiene personal puede hacer por sí mismo? ¿Con cuáles 
necesita asistencia?
C uid ado de la piel
• ¿Qué tipo de baño prefiere?
• ¿Con qué frecuencia y a qué hora del día se suele bañar?
• ¿Qué tipo de jabón y loción utiliza?
• ¿Ha notado algún cambio o irritación en la piel?
• ¿Sabe si tiene alguna alergia o reacciones al jabón, los cosméticos o a 
productos del cuidado de la piel?
C uid ado oral
• ¿Le duele la boca o los dientes, o ha notado alguna llaga bucal?
• ¿Lleva dentadura postiza o prótesis parciales?
C uid ado de pies y uñas
• ¿Cómo se suele cuidar los pies y las uñas? ¿Pone los pies en remojo?
• ¿Se lima o recorta usted solo las uñas de las manos y los pies?
C uid ado de l pe lo y del cuero cabelludo
• ¿Ha experimentado recientemente picores en el cuero cabelludo o ha notado 
descamación o caspa?
• ¿Ha notado algún cambio en la textura o en el volumen de su pelo?
(cuadro 39-2). Cuando la enferm era averigua las expectativas del 
paciente y las lleva a la práctica se fomenta una relación terapéutica. 
El cuidado higiénico verdaderamente individualizado evidencia el 
respeto de la enfermera por las necesidades del paciente. Tal y como 
se va sabiendo lo que el paciente espera, se puede ir incorporando la 
inform ación al plan de cuidados.
V a lo rac ió n d e la c ap ac id ad d e a u to cu id a d o . Se debe evaluar 
el estado físico del paciente, ya que está relacionado con su grado de 
autonom ía o necesidad de ayuda para realizar la higiene habitual 
de forma segura y efectiva. Para ello, la valoración enfermera debe in­
cluir mediciones de la fuerza muscular, la flexibilidad, el equilibrio, la 
coordinación, la agudeza visual y la capacidad para detectar estímu­
los térmicos y táctiles. Se debe valorar el estado mental del paciente, 
incluyendo las funciones de orientación y cognitivas (v. cap. 30). 
P uede que los pac ien tes con a lterac iones cognitivas n o sean 
conscientes de la necesidad del cuidado higiénico o que estén menos 
capacitados para seguir instrucciones o colaborar en el cuidado. Se 
debe observar al paciente durante los cuidados de higiene, fijándo­
se en posibles quejas o manifestaciones físicas que puedan indicar que 
tiene intolerancia a la actividad. Se debe evaluar el ritm o respiratorio
FIG. 39-2 La enfermera observa al paciente cepillándose los dientes. 
Durante dicha observación, la enfermera puede determinar el grado 
de ayuda que puede necesitar el paciente.
y el esfuerzo, el color de la piel y el pulso y hacer preguntas para 
valorar posibles mareos, debilidad o cansancio. Para determ inar el 
grado de asistencia que necesita un paciente, debe ser observado 
d u ran te las actividades de cuidado, com o puede ser du ran te el 
cepillado de dientes o peinándose (fig. 39-2). Los pacientes que 
requieren más ayuda son los que tienen una movilidad reducida de 
las extremidades superiores, problemas de visión, cansancio o aque­
llos que son incapaces de manipular objetos pequeños. Por ejemplo, 
hay pruebas recientes que dem uestran que los ancianos que tienen 
una escasa funcionalidad en las m anos tienen más placa dental si 
se cuidan los dientes ellos mismos (Padilha y cois., 2007). También se 
debe tener en cuenta la presencia de m aterial m édico com o vías 
intravenosas o catéteres urinarios. C uando los pacientes tienen 
limitaciones en el autocuidado, la familia suele participar también 
en las tareas, por lo que se debe determ inar cómo puede ayudar la 
fam ilia al paciente, con qué frecuencia y cóm o se sienten siendo 
cuidadores del paciente. Asimismo, es necesario valorar tam bién el 
entorno domiciliario y su influencia en las prácticas higiénicas del 
paciente. ¿Hay barreras en el domicilio que afecten la capacidad de 
autocuidado del paciente? Unos cuantos ejemplos serían: grifos 
demasiado duros que cuesta abrirlos y cerrarlos, bañeras demasiado 
altas o un cuarto de baño demasiado pequeño para colocar una silla 
de ruedas frente al lavabo.
V a lo ra c ió n d e la p ie l. M ientras inspecciona la piel (v. cap. 30), 
la enferm era examina cuidadosam ente el color, la textura, el gro­
sor, la turgencia, la tem peratura y la hidratación. La piel sana debe 
estar lisa, caliente y provista de una buena turgencia. La enfermera 
presta especial atención a la presencia y condición de cualquier 
lesión. También a la sequedad de la piel que se manifiesta por des­
camaciones, enrojecim iento, costras y grietas. Si se observan m a­
nifestaciones frecuentes de problem as cutáneos hay que tener en 
cuenta que éstos influyen en cóm o la enferm era adm in istra los 
cuidados higiénicos (tabla 39-2).
Se debe determ inar el grado de limpieza observando el aspecto 
de la piel y detectando olores corporales que puedan indicar un 
aseo inadecuadoo una sudoración excesiva causada por fiebre o 
dolor. También hay que tener especial cuidado al valorar superficies 
cutáneas menos expuestas y más difíciles de alcanzar, como debajo 
de las mamas, bajo el escroto, alrededor del periné en mujeres o en 
las ingles por si hay enrojecimiento, hum edad excesiva o algún tipo 
de m ancha o resto. Se deben separar los pliegues de la piel para llevar 
a cabo la observación y la palpación.
http://booksmedicos.org
768 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
T A B L A 3 9 -2 Problemas cutáneos frecuentes
CARACTERÍSTICAS IMPLICACIONES INTERVENCIONES
Piel seca
Descamaciones o asperezas en zonas 
expuestas como manos, brazos, piernas 
o cara
La piel se infecta si hay lesiones en 
la capa epidérmica.
Acné
Erupción cutánea inflamatoria y 
papulopustular, acompañada normalmente 
de descomposición bacteriana del sebo; 
aparece en la cara, el cuello, los hombros y 
la espalda
Erupciones cutáneas
Erupciones cutáneas provocadas por una 
sobreexposición a los rayos solares, por 
la humedad o por una reacción alérgica 
(pueden ser lisas o sobrelevadas, 
localizadas o sistémicas, pruriginosas o no) 
D erm a titis de contacto 
Inflamación de la piel caracterizada por una 
aparición brusca con eritema, prurito, dolor 
y aparición de lesiones escamosas con 
exudado (suele darse en la cara, el cuello, 
las manos, los antebrazos y los genitales) 
A brasión
Raspado o frotado de la epidermis que 
provoca sangrado local y posterior 
secreción de fluidos serosos
La materia infectada dentro de la pústula 
se extiende si la zona se presiona o abre. 
Pueden quedar cicatrices permanentes.
Se pueden producir inflamaciones e 
infecciones si se rasca constantemente 
la piel. Las erupciones también causan 
malestar.
Realizar el baño con menor frecuencia y aclara bien el cuerpo de restos 
de jabón debido a que los residuos que quedan en la piel pueden causar 
irritaciones o grietas.
Aumentar la humedad del aire utilizando humidificadores.
Aumentar la ingesta de líquidos en casos de sequedad cutánea.
Utilizar una crema hidratante para favorecer la cura de heridas. (La crema 
crea una barrera protectora y ayuda a mantener la humedad de la piel.)
Utilizar cremas para limpiar la piel seca o si el paciente es alérgico al 
jabón y los detergentes.
Lavar el pelo y la piel a diario minuciosamente con agua caliente y jabón 
para retirar el sebo. Utilizar cosméticos con moderación debido a que las 
cremas y los cosméticos grasos se acumulan en los poros y tienden a 
empeorar la situación. Realizar restricciones dietéticas en caso de que sea 
necesario. (Eliminar de la dieta los alimentos que agraven el problema.)
Utilizar antibióticos tópicos con prescripción médica en casos de acné 
severo.
Lavar la zona a conciencia y aplicar un spray o loción antiséptica para 
evitar el picor y ayudar en el proceso de cicatrización. Remojar la zona 
con agua caliente o fría para aliviar la inflamación en caso de que esté 
indicado.
A veces es difícil eliminar la dermatitis Evitar los agentes causales (p. ej., cremas desmaquillantes y jabones), 
porque la persona está normalmente en 
contacto continuo con la sustancia que 
provoca la reacción cutánea. La sustancia 
suele ser difícil de identificar.
Suelen darse infecciones con facilidad 
debido a la pérdida de la capa dérmica 
protectora.
Tener cuidado de no arañar al paciente con las uñas o las joyas.
Lavar las abrasiones con jabón suave y agua; secar suave y concienzudamente. 
Evitar que las gasas o vendas retengan humedad, debido a que aumenta el 
riesgo de infecciones.
La enferm era debe prestar especial atención a las características 
de los problem as cutáneos más influenciados por las m edidas de 
higiene. Por ejemplo, ¿está la piel seca porque se baña demasiado 
o po r el uso de agua caliente o porque el jabón es m uy irritante? 
¿El paciente tiene una erupción causada por una reacción alérgica 
a algún producto para la piel? A lgunas condiciones ponen a los 
pacientes en riesgo de sufrir lesiones en la piel (cuadro 39-3). En 
caso de que haya un riesgo m uy elevado, es necesario prestar es­
pecial atención cuando se evalúe a los pacientes con sensibilidad 
reducida, insuficiencia vascular, alteraciones en la alimentación o 
la hidratación, secreciones corporales, incontinencia, alteraciones 
cognitivas, dispositivos externos y movilidad reducida. Puede que 
algunos pacientes desconozcan que tienen un problem a cutáneo 
debido a que no son capaces de sentir dolor, presión o llegar a verse 
la piel en algunas zonas (como la espalda o los pies). Se debe exa­
m inar con cuidado la piel en contacto con dispositivos ortopédicos 
(rodilleras, tablillas, escayolas) y bajo otros elementos como medias 
antiem bolismo y esparadrapos. Es necesario evaluar el estado y la 
limpieza de la zona anal y perineal durante el cuidado higiénico y 
tam bién cuando el paciente necesite ayuda para ir al baño. Cuando 
se produce un contacto prolongado con la orina o con las heces
como en casos de diarrea o incontinencia, la piel se suele romper. 
La enfermera debe m ostrar sensibilidad hacia estas zonas porque la 
mayoría de las personas las consideran privadas.
Cuando se cuida de pacientes de piel oscura, se deben tener en 
mente las técnicas de valoración y las características especiales de la 
piel con un alto grado de pigm entación (v. cap. 30). Se debe evaluar 
cuidadosamente la piel de los pacientes de piel oscura con riesgo de 
úlceras por presión (v. cap. 48).
V a lo rac ió n d e p ies y uñas. Una gran variedad problemas fre­
cuentes en los pies y las uñas pueden estar provocados por una higiene 
inadecuada y se pueden detectar durante el cuidado higiénico. Estos 
problemas están provocados por un cuidado incorrecto de los pies y las 
manos (p. ej., morderse las uñas o cortarse las uñas inadecuadamente, 
estar expuesto a productos químicos abrasivos o llevar calzado inade­
cuado). Se debe preguntar al paciente para saber qué tipo de calzado 
le beneficia y sus prácticas habituales de cuidado de los pies y las uñas.
La enfermera debe examinar todas las superficies cutáneas del pie, 
incluidas las áreas situadas entre los dedos y la planta. Los talones, 
las plantas y los laterales de los pies tienen tendencia a la irritación 
a consecuencia del uso de zapatos m al ajustados. La inspección de 
los pies para detectar lesiones conlleva determ inar si hay áreas
http://booksmedicos.org
© 
El
se
vi
er
. 
Fo
to
co
pi
ar
 
sin
 
au
to
riz
ac
ió
n 
es 
un 
de
lit
o.
CAPITULO 39 Higiene 769
C U A D R O 3 9 - 3 FA C TO R ES D E R IE S G O 
DE D E T E R IO R O DE LA PIEL
Inm ovilizac ión
Cuando una persona no se puede mover libremente, las partes del cuerpo afec­
tadas están expuestas a presión, lo que reduce la circulación hacia los tejidos. 
Averiguar qué pacientes necesitan ayuda para girarse y cambiar de postura.
S ensib ilidad reducida
Los pacientes con parálisis, insuficiencia circulatoria o daños en los nervios 
locales no son capaces de sentir los daños en la piel. Durante el baño, valorar 
el estado funcional de los nervios sensoriales comprobando la sensibilidad al 
dolor, al tacto y la temperatura.
Trastornos en la nutrición y la h idratación
En pacientes con una ingesta calórica y proteica limitada la piel se vuelve más 
fina, menos elástica y pierde tejido subcutáneo, causando una mala cicatrización 
de las heridas.
Secreciones y exu dad os sobre la piel
La humedad en la superficie de la piel es un medio de proliferación bacteriana, 
produce irritaciones, ablanda las células epidérmicas y causa la maceración 
de la piel. La presencia de sudoración, orina, materia fecal acuosa y exudado de 
heridas sobre la piel causa el deterioro de ésta e infecciones.
Insuficiencia vascular
La irrigación arterial inadecuada y los trastornos del retorno venoso reducen 
la circulación hacia las extremidades. Un flujo sanguíneo inadecuado produce 
isquemia y colapso. También hay riesgo de infeccionesdebido a la mala dis­
tribución de nutrientes, oxígeno y leucocitos hacia las zonas lesionadas.
D ispositivos externos
Un dispositivo externo aplicado en la piel o alrededor de ella ejerce presión o 
fricción. Valorar todas las superficies expuestas a escayolas, sujeciones de tela, 
vendajes y gasas, sondas y aparatos ortopédicos.
Trastornos cogn itivos
Los pacientes con un nivel reducido de conciencia debido a un trastorno en 
sus procesos mentales pueden desconocer o no ser capaces de verbalizar sus 
necesidades en el cuidado de la piel. Puede que no se den cuenta de los efectos 
de la presión o el contacto prolongado con secreciones o exudados. Vigilar cons­
tantemente signos que alerten de la rotura de la piel para proporcionar cuidados 
higiénicos de prevención.
de sequedad, inflamación o agrietamiento. Los trastornos crónicos 
del pie son comunes en los ancianos, quienes suelen experimentar 
sequedad debido al descenso de secreción de las glándulas sebáceas, 
a la deshidratación o el m al estado del calzado.
A veces las personas no son conscientes de que tienen proble­
mas en los pies o las uñas hasta que se presentan molestias o dolor. 
Se debe valorar a los pacientes con enfermedades que afectan a la 
circulación periférica y la sensibilidad con el fin de evaluar si tienen 
una circulación y una sensibilidad adecuada en los pies. Una ulcera­
ción en los pies es el precursor más com ún de las amputaciones de 
las extremidades inferiores entre los pacientes con diabetes (Frykberg 
y cois., 2006). Las ulceras en los pies pueden evitarse con una ins­
pección diaria y cuidados preventivos de los pies. Se deben palpar 
los pulsos en el dorso de los pies y en la parte posterior de la tibia y 
valorar la sensación del paciente al contacto suave, el pinchazo de 
un alfiler y la tem peratura (v. cap. 30).
La enfermera debe valorar la marcha del paciente. Las patologías 
del pie que son dolorosas o la disminución de la sensibilidad pueden
p roducir cojera o una m archa poco natural. La enferm era debe 
preguntar si el paciente tiene molestias en los pies y determ inar los 
factores que agravan el dolor. Los problemas de los pies pueden estar 
causados por alteraciones óseas o musculares y por el uso de calzado 
que no se ajusta adecuadamente al pie.
Es necesario inspeccionar el estado de las uñas de las m anos y 
de los pies, intentando detectar lesiones, sequedad, inflamación o 
grietas, que m uchas veces están asociadas con una gran variedad 
de problem as frecuentes de las uñas (tabla 39-3). La cutícula que 
rodea la uña puede crecer lentam ente sobre la uña e inflamarse si 
no se cuidan las uñas de form a correcta y periódica. Es necesario 
preguntar a las mujeres si se aplican esmalte de uñas y quitaesmalte 
frecuentemente, ya que los elementos químicos que com ponen estos 
productos pueden causar sequedad excesiva. Algunas enferm eda­
des pueden causar cambios en la form a y la curvatura de las uñas 
(v. cap. 30). Las lesiones inflamatorias y los hongos en los lechos un ­
gueales pueden provocar engrosamiento y rugosidad en las uñas, lo 
que puede hacer que se separen del lecho ungueal.
V a lo ra c ió n d e la c av id ad b u c a l. El estado de la cavidad bucal 
refleja la salud de la persona e indica las necesidades de higiene oral. 
Se deben inspeccionar todas las zonas de la boca para com probar 
el color, la hidratación, la textura y si hay lesiones (v. cap. 30). Los 
pacientes suelen desarrollar problem as bucales frecuentes como 
consecuencia de no seguir las prácticas higiénicas bucales regu­
larm ente, com o consecuencia de una enferm edad (por ejemplo, 
cáncer de boca) o debido a los efectos secundarios de la radiación 
o la quim ioterapia. Entre estos problem as se pueden incluir: re­
tracción del tejido gingival, encías inflamadas (gingivitis), lengua 
saburral, glositis (lengua inflamada), cambio de la coloración dental 
(particularmente en los márgenes gingivales), caries dental, pérdida 
de piezas dentales y halitosis (mal aliento). El dolor o la inflamación 
local son síntom as comunes cuando hay alguna patología oral. La 
enfermera debe ponerse guantes limpios para palpar las zonas sensi­
bles o las lesiones. Se debe observar que la zona esté limpia y detectar 
signos de halitosis. Si se identifica cualquier trastorno oral, se debe 
informar al médico del paciente. La identificación temprana de malas 
prácticas higiénicas y de trastornos orales comunes reduce el riesgo 
de enfermedades de las encías y de caries dental.
V a lo ra c ió n d e l p e lo y su c u id a d o . Antes de poner en prác­
tica el cuidado capilar, la enferm era valora el estado del pelo y el 
cuero cabelludo, lo que ayuda a determ inar la frecuencia y el tipo 
de cuidado que es necesario. Normalmente el pelo está limpio, bri­
llante y desenredado, y el cuero cabelludo no presenta lesiones. La 
tabla 39-4 resume los problemas capilares y del cuero cabelludo con 
sus consecuencias e intervenciones.
La enfermera debe observar la capacidad del paciente para cuidar de 
su pelo. El aspecto de la persona y la sensación de bienestar están relacio­
nados muchas veces con el aspecto y el tacto del pelo. Las enfermedades, 
las discapacidades y los trastornos como la artritis, el cansancio y la 
presencia de barreras físicas (como una escayola o una vía intravenosa) 
alteran la capacidad del paciente para cuidar diariamente de su pelo.
En el ámbito de la atención prim aria y en el domicilio es particu­
larmente im portante inspeccionar el pelo para detectar la presencia 
de piojos para poder instaurar el cuidado higiénico apropiado. Si se 
sospecha la existencia de pediculosis capitis (piojos de la cabeza) la 
enfermera se protege de contagiarse lavándose las manos y empleando 
guantes y depresores linguales para inspeccionar el pelo del paciente.
La pérdida de pelo (alopecia) puede ser consecuencia del efecto 
de los quim ioterápicos, los cam bios horm onales o las prácticas 
inapropiadas en el cuidado capilar. La alopecia suele aparecer como 
pelos frágiles y quebradizos en la raya del pelo y que va progresando 
a calvas. Si la enfermera la detecta, debe asegurarse de preguntarle
http://booksmedicos.org
770 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
T A B L A 3 9 -3 Problemas comunes de los pies y las uñas
CARACTERÍSTICAS IMPLICACIONES INTERVENCIONES
Durezas
Parte endurecida de la epidermis que consiste 
en una masa de células rugosas y queratosas. 
Las durezas suelen ser planas, indoloras y se 
encuentran en las superficies de los pies o las 
palmas de las manos.
La fricción local o la presión provocan 
la formación de durezas, lo que 
provoca molestias al llevar calzado 
ajustado.
C allos
La fricción y la presión del calzado mal ajustado o Los callos comprimen la dermis 
demasiado suelto provocan queratosis. Suele darse 
principalmente entre los dedos de los pies, entre 
las protuberancias óseas. Los callos suelen tener 
forma de cono, redondeados y sobresalen de la 
piel. Los callos blandos se deben a la acción de la 
maceración.
Es recomendable el uso de calzado de suela blanda con plantillas.
Aconsejar al paciente que se ponga guantes cuando vaya a usar 
herramientas u objetos que creen fricción sobre las superficies 
palmares.
Aconsejar a los pacientes, especialmente a aquellos que tengan 
durezas, que acudan a un podólogo en lugar de autotratarse.
Se hace necesaria la extirpación quirúrgica dependiendo de la intensidad
subyacente, haciéndola más fina del dolor y el tamaño del callo. Evitar usar parches ovales para callos,
y sensible. El calzado apretado ya que aumentan la presión sobre los dedos y reducen la circulación,
intensifica el dolor. El tejido llega a Poner los pies a remojo en agua caliente ablanda los callos antes
unirse al hueso si crece demasiado. de frotarlos suavemente con una lima o piedra pómez (consultar al
El paciente modifica la forma de andar médico a este respecto). Resulta útil utilizar calzado ancho y blando,
debido al dolor. especialmentelos que dejan más espacio para los dedos.
Verrugas p lantares
Lesión que aparece en la planta del pie causada 
por el virus del papiloma.
Pie de a tle ta (tinea pedis)
El pie de atleta es una infección fúngica del pie; 
la piel se agrieta y se vuelve escamosa entre los 
dedos y las plantas de los pies. Aparecen 
pequeñas ampollas llenas de líquido.
Uñas encarnadas
La uña del pie o de la mano crece hacia el interior 
del tejido blando que rodea la uña. Los uñeros 
suelen ser el resultado de cortarse las uñas de 
manera inadecuada.
O lor
El mal olor de los pies es el resultado de una 
sudoración excesiva, lo que fomenta la 
proliferación de microorganismos.
Algunas verrugas son contagiosas. 
Son dolorosas y hacen difícil
El pie de atleta se extiende a otras 
partes del cuerpo, especialmente 
las manos. Es contagioso y recidiva 
frecuentemente.
Algunos tratamientos prescritos por el médico suelen incluir 
aplicaciones de ácido salicílico, electrodesecación (cauterización 
eléctrica) o congelación con dióxido de carbono sólido.
Asegurarse de que los pies estén bien ventilados. Ayuda a evitar 
la infección secar los pies bien después del baño y aplicar talco. 
Llevar calcetines o medias limpias reduce la incidencia. El médico 
prescribe aplicaciones de griseofulvina, miconazol o tolnaftato.
Los uñeros provocan dolor local cuando El tratamiento consiste en remojar el dedo en agua caliente y una 
se aplica presión. solución antiséptica y la eliminación de la parte de la uña que ha
crecido hacia dentro. Instruir al paciente respecto a las técnicas 
adecuadas en el cortado de uñas y derivarlo a un podólogo.
Esta situación provoca malestar debido Los lavados frecuentes, el uso de desodorantes y talco para pies y 
al exceso de sudor. llevar calzado limpio evitan o reducen el problema.
al paciente sobre sus prácticas concretas de cuidado del pelo, es­
pecialmente el uso de productos químicos y la aplicación de calor.
V a lo ra c ió n d e o jo s , o íd o s y n ariz . La enfermera debe valorar 
el estado y la función de los ojos, los oídos y la nariz (v. cap. 30). En 
general, unos ojos sanos no presentan inflamación ni exudan. La 
presencia de enrojecimiento indica conjuntivitis alérgica o infecciosa, 
que puede ser altam ente contagiosa. La secreción legañosa asociada 
a la conjuntivitis pasa fácilm ente de un ojo a otro. Se debe llevar 
guantes lim pios para exam inar los ojos y para realizar la higiene 
con las m anos de form a apropiada, tan to antes como después del 
examen. O tro aspecto im portante del examen ocular es determinar 
si el paciente lleva lentes de contacto. Esto resulta especialmente 
significativo para pacientes que llegan inconscientes o desorientados 
al hospital u otras instituciones. Para saber si el paciente lleva lentes 
de contacto, la enferm era se sitúa por el lateral del ojo y observa 
las córneas en busca de lentes duras o blandas. Hay que observar 
también la esclerótica, ya que la lente puede haberse desprendido de 
la córnea. Las lentes de contacto no detectadas pueden causar graves 
lesiones corneales cuando se dejan colocadas demasiado tiempo.
La valoración de las estructuras del oído externo implica la ins­
pección del pabellón auditivo y el canal auditivo externo (v. cap. 30). Se 
debe comprobar la presencia de cerum en (cera de los oídos) acum u­
lado o exudado en el canal auditivo e inflamación local. Es necesario
preguntar a los pacientes si tiene zonas sensibles al palparlas, o si sien­
ten dolor, y pregúntales cómo se suelen limpiar los oídos y las orejas.
La enfermera inspecciona las fosas nasales para verificar si hay signos 
de inflamación, secreción, lesiones, edema o deformidad (v. cap. 30). 
Normalmente, la mucosa nasal es sonrosada y está limpia y presenta 
secreción escasa o nula. Una secreción acuosa y transparente puede 
estar provocada por alergias. Si el paciente lleva en la nariz algún tipo 
de tubo (p. ej., sonda nasogástrica), la enfermera debe inspeccionar las 
superficies de las fosas nasales que están en contacto con los tubos para 
comprobar si hay erosiones, dolorimiento local, inflamación o sangrado.
U s o d e d is p o s itiv o s d e a y u d a s e n s o r ia le s . Si el paciente 
lleva gafas, lentes de contacto, ojos artificiales o audífonos, se debe 
valorar su conocimiento y sus métodos de cuidado y pedirle que des­
criba cómo los cuida diariamente. Cuando sea posible, se debe obser­
var al paciente durante el cuidado y com parar la inform ación que se 
haya recogido con las técnicas apropiadas para el cuidado de dichos 
dispositivos. Cualquier diferencia entre la práctica del paciente y la 
práctica estándar es una oportunidad para educar al paciente.
V a lo rac ió n d e las prác ticas d e cu id a d o h ig ién ico . La valora­
ción de las prácticas higiénicas revela las preferencias del paciente so­
bre el modo de realizar su arreglo personal. Por ejemplo, un paciente 
puede elegir arreglarse el pelo siguiendo cierto estilo o cortarse 
las uñas de un m odo determinado. Cuando un paciente tiene una
http://booksmedicos.org
CAPITULO 39 Higiene 771
P ro b le m as d e l p e lo y e l c u e ro c a b e llu d o
CARACTERÍSTICAS IMPLICACIONES INTERVENCIONES
Caspa
La descamación del cuero cabelludo va 
acompañada de picores. En los casos graves, 
hay caspa incluso en las cejas.
G arrapatas
Pequeños parásitos, de color marrón grisáceo, 
que penetran en la piel y chupan sangre.
La caspa hace que la persona se avergüence. 
Si entra en los ojos, suele provocar 
conjuntivitis.
Las garrapatas transmiten diversas 
enfermedades a los humanos. Las más 
frecuentes son la fiebre moteada de las 
Montañas Rocosas, la tularemia y la 
enfermedad de Lyme.
Lavar periódicamente con champú medicinal. En los casos graves, 
pedir consejo al médico.
Utilizando unas pinzas redondeadas, coger la garrapata lo más cerca 
posible de la cabeza y tirar hacia arriba aplicando presión firme y 
constante. Mantenerla agarrada hasta que salga la garrapata, lo 
que suele llevar entre 3 y 4 minutos. Guardar la garrapata en una 
bolsa de plástico y ponerla en un frigorífico en caso de que sea 
necesario identificar el tipo de garrapata.
Pediculosis (piojos)
Pediculosis capitis (piojos de la cabeza)
El parásito reside en el cuero cabelludo, pegado Los piojos de la cabeza son difíciles de
a los pelos. Los huevos tienen aspecto de eliminar y, si no se tratan, se expanden por
partículas ovales, similares a la caspa. Se el mobiliario y se contagian a otras personas,
suelen observar picaduras o pústulas tras las No transmiten enfermedades, no pueden
orejas y en la raya del pelo. volar ni saltar y los animales los transportan.
Pediculosis corporis (piojos del cuerpo)
Los parásitos suelen agarrarse a la ropa; por lo 
que no son fáciles de ver. Los piojos corporales 
chupan sangre y ponen sus huevos en la ropa y 
los muebles.
Pediculosis pubis (ladillas)
Los parásitos se encuentran en el vello púbico. 
Las ladillas son entre blanquecinas y grisáceas 
con patas rojizas.
Caída de pe lo (alopecia)
La alopecia se da en todas las razas. Se 
encuentran zonas calvas en la periferia de la raya 
del pelo. El pelo se vuelve frágil y quebradizo.
El paciente sufre continuos picores. Rascar 
la piel provoca infecciones. En las zonas en 
que los piojos succionan sangre, aparecen 
puntos hemorrágicos en la piel.
Las ladillas se extienden por la ropa de la 
cama y de vestir, el mobiliario y se contagian 
a otras personas por transmisión sexual.
El aspecto del paciente se ve afectado por 
las zonas en las que no crece el pelo y de 
crecimiento irregular.
Con los guantes puestos, comprobar todo el cuero cabelludo utilizando 
un depresor lingual o un peine especial para piojos. Utilizar champú
. medicinal antipiojos. Desaconsejar el uso de productos que 
contengan lindano, ya que este principio es tóxico y se sabe que 
causa reacciones adversas (CDC, 2008). La eliminación manual es 
la mejor opción cuando no resulta efectivo el tratamiento.Pasar la 
aspiradora por las zonas de la casa que puedan estar contaminadas.
Bañar o duchar al paciente minuciosamente. Tras secar la piel, aplicar la 
loción pediculicida recomendada. Se debe repetir el baño o la ducha 
una vez transcurridas entre 12 y 24 horas. Guardar en una bolsa la 
ropa de vestir y de cama infestada hasta que se vaya a lavar en agua 
caliente. Aspirar a conciencia por las habitaciones y asegurarse de 
tirar la bolsa de la aspiradora inmediatamente después.
Afeitar el vello de la zona afectada. Lavar de la misma manera que 
con los piojos del cuerpo. Si se han transmitido por vía sexual, 
hay que avisar al compañero sexual.
Evitar las prácticas de cuidado que puedan dañar el pelo. El uso 
de rulos, peinetas, trenzas muy tensas y planchas para el pelo 
contribuyen a la caída del pelo.
incapacidad física, pueden ser necesarias precauciones especiales 
para realizar el arreglo sin que se produzcan lesiones. Por ejemplo, 
se debe enseñar al paciente a limarse las uñas en lugar de cortárselas 
si tiene pérdida de sensibilidad. Observar al paciente mientras rea­
liza las p rácticas de higiene ayuda a detectar posibles zonas en 
que necesita asesoramiento o asistencia m ientras se proporciona al
2 paciente el máximo nivel de independencia.
-o V a lo ra c ió n d e in flu e n c ia s c u ltu ra le s . El bagaje cultural del 
§ paciente constituye un factor que influye en sus necesidades higié- 
q nicas. La cultura desem peña un papel im portante no sólo en las 
§ prácticas y preferencias higiénicas, sino también en la sensibilidad 
•£ relacionada con el espacio personal (v. cuadro 39-1 y cap. 9). La 
f enferm era debe preguntar al paciente qué es lo que le haría sentirse 
c más cóm odo durante el baño. Quizá el paciente preferiría que ésta 
>3 le proporcionase tan sólo un baño parcial y que un familiar corn­
il pletara el lavado de las partes más íntimas. El paciente puede también
2 aplazar parte de la higiene. Si, a juicio de la enferm era, la higiene 
^ es im portante para prevenir la aparición o el em peoram iento de 
problemas, como una lesión cutánea, se debe dedicar tiempo a corn­
al prender las preocupaciones del paciente y después ofrecerle una 
© explicación que le haga aceptar su intervención.
P a c ie n te s c o n r ie s g o d e p re s e n ta r p ro b le m a s h ig ié n i­
cos. Algunos pacientes presentan riesgos que hacen necesario un 
cuidado higiénico más riguroso y mayor atención a éste (tabla 39-5). 
Estos riesgos están provocados por los efectos secundarios de los 
medicamentos, la falta de conocimiento, la incapacidad para llevar 
a cabo la higiene o una patología física que potencialmente lesione 
la piel, la boca, los pies y las uñas o el pelo. La enfermera hace una 
previsión de si el paciente está predispuesto a dichos riesgos y con­
tinúa con la realización de una valoración completa. Por ejemplo, si 
un paciente se somete a quimioterapia hay un riesgo de que la medi­
cación produzca úlceras en la boca, que son dolorosas y constituyen 
un riesgo de infecciones y m alnutrición debido a que el paciente 
será reacio a comer o beber. Un paciente que tom e antibióticos de 
amplio espectro puede desarrollar una infección oportunista cuando 
la flora norm al de la boca se destruye. Estos ejemplos dem uestran la 
necesidad de la enfermera de identificar a los pacientes en riesgo y de 
ser muy cuidadosa y precisa durante el examen bucal, comprobando 
todas las superficies de la lengua y la mucosa. Si un paciente tiene 
diaforesis, la enfermera debe prestar especial atención a ciertas áreas 
corporales, como las mamas femeninas, las ingles y el área perineal, 
para com probar si la hum edad puede quedar retenida e irritar la
http://booksmedicos.org
772 UNIDAD 7 Bases fisiológicas de la práctica de enfermería
T A B L A 3 9 -5 Factores de riesgo de los problemas de higiene
RIESGOS IMPLICACIONES PARA LA HIGIENE
Problem as orales
Pacientes que no pueden utilizar las extremidades 
superiores debido a parálisis, debilidad o restricciones 
(p. ej., escayolas y vendajes)
Deshidratación, incapacidad para ingerir líquidos o comida 
por la boca (obstrucción nasofaríngea)
Presencia de tubos de oxígeno o sondas nasogástricas;
respiradores bucales 
Medicamentos quimioterapéuticos
Pastillas para chupar, pastillas para la tos, antiácidos 
y vitaminas masticables sin receta 
Radioterapia en cabeza y cuello
Cirugía oral, lesiones bucales, presencia de una cánula 
de Guedel
Inmunosupresión; alteraciones en la coagulación de la sangre 
Diabetes mellitus
Intubación endotraqueal con ventilación mecánica
Diálisis
Problem as cutáneos
Inmovilización
Sensibilidad reducida debido a un ictus, lesiones 
en la médula espinal, diabetes, lesión local de los nervios
Ingesta pobre en proteínas o calorías e hidratación reducida 
(p. ej., fiebre, quemaduras, trastornos gastrointestinales, 
dentaduras postizas mal ajustadas)
Secreciones o exudados excesivos sobre la piel debido a la 
sudoración, la orina, la materia fecal líquida y el exudado 
de heridas
Presencia de dispositivos externos (p. ej., escayolas, 
sujeciones, vendajes, gasas)
Insuficiencia vascular
Problem as en los pies
El paciente no es capaz de reclinarse o tiene reducida su 
agudeza visual 
Problem as con el cuidado de los ojos
Disminución de la destreza y coordinación de las manos
El paciente carece de la fuerza o destreza necesaria en las extremidades superiores para lavarse 
los dientes (Lewis y cois., 2011).
La deshidratación provoca la sequedad y fragilidad excesiva de la mucosa; se aumenta la acumulación 
de secreciones sobre la lengua y las encías.
Los tubos provocan sequedad en la mucosa y los labios.
Estos medicamentos destruyen las células de multiplicación rápida, incluyendo las células normales 
de la cavidad oral. Se desarrollan úlceras e inflamaciones.
Estos medicamentos suelen contener grandes cantidades de azúcar. Su uso continuado aumenta la 
cantidad de azúcar y la acidez de la boca, lo que provoca caries dental.
La radioterapia reduce el flujo salival y el pH de la saliva, lo que produce estomatitis y caries dental 
(Lewis y cois., 2011).
Causan lesiones en la cavidad oral, acompañadas de hinchazón, úlceras, inflamaciones y sangrado.
Predisponen a la inflamación y el sangrado de las encías.
Los pacientes presentan tendencia a la sequedad de boca, gingivitis, enfermedades periodontales 
y pérdida de las piezas dentales.
Existe el riesgo de padecer neumonía asociada a la ventilación mecánica. El uso de clorhexidina 
reduce este riesgo con un coste bajo y de manera eficaz, especialmente en pacientes que han sido 
sometidos a cirugía cardíaca (Berry y cois., 2007).
Los problemas orales que suelen darse en estos pacientes incluyen halitosis, xerostomia (boca seca), 
gingivitis, estomatitis, caries dental, pérdida de dientes y problemas maxilares. Las causas se deben 
a la reducción en la producción de saliva, uremia y falta de adherencia a los cuidados (Gonyea, 2009).
Las partes del cuerpo de la persona dependiente están expuestas a la presión que ejercen las superficies 
subyacentes. La incapacidad para girarse o cambiar de postura aumenta el riesgo de úlceras por presión.
El paciente no recibe la transmisión normal de los impulsos nerviosos cuando se aplica sobre la piel 
demasiado frío o calor, presión, fricción o irritantes químicos.
La ingesta deficiente de proteínas y calorías predispone a alteraciones en la síntesis de los tejidos. La 
piel se vuelve más fina, menos elástica y más suave con pérdida de tejido subcutáneo. No suelen 
cicatrizar bien las heridas. Una hidratación reducida altera la turgencia de la piel.
La humedad es un medio para la proliferación de bacterias y provoca irritación local de la piel, 
reblandecimiento de las células epidérmicas y maceración de la piel.
El dispositivo externo ejerce presión o fricción contra la superficie de la piel.
El riego sanguíneo arterial a los tejidos es inadecuado, o el retorno venoso está alterado,

Más contenidos de este tema