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Componentes celulares del sistema inmune innato Para realizar su función defensiva, el sistema inmune innato se ayuda de un conjunto de células especializadas: los granulocitos, incluyen a los neutrófilos, principales defensores frente a patógenos fagocitables, bacterias y hongos, y a los eosinófilos y basófilos, que nos protegen de parásitos no fagocitables y helmintos. Los monocitos, macrófagos y células dendríticas destruyen microorganismos y los procesan presentándoselos al sistema adaptativo. Las células naturales killer son las encargadas de eliminar células infectadas por virus o tumorales. Entre los componentes celulares de la respuesta innata se encuentran neutrófilos, monocitos, macrófagos, células dendríticas, linfocitos T, células B, linfocitos innatos y células NK. Los monocitos son una población de leucocitos con gran heterogeneidad, en seres humanos se pueden clasificar de acuerdo con su estado de diferenciación, tamaño y marcadores de activación. En este último caso, la expresión diferencial de CD14 y CD16 permite, en humanos, clasificar a los monocitos en: clásicos (CD14++CD16-), intermedios (CD14++CD16+) o no clásicos (CD14+/-CD16++).11 Los macrófagos son un componente esencial de la respuesta inmune innata ya que pueden derivarse de los monocitos infiltrantes convocados durante la respuesta inflamatoria o ser macrófagos residentes de tejido, las cuales se establecen en los tejidos durante la vida embrionaria y pueden superespecializarse de acuerdo con el tejido en el que se encuentren. Tal es el caso de las células de Kupffer en hígado y las células de la microglía (perivasculares y yuxtavasculares), astrocitos en el sistema nervioso central y los macrófagos alveolares. Monocitos, macrófagos, células dendríticas, y células B son células presentadoras de antígenos (APC). La presentación efectiva de antígeno involucra tres señales, la primera implica la activación del receptor de células T (TCR) por péptidos asociados al MHC; la segunda acontece a través de moléculas coestimuladoras como CD80 y CD86; y la tercera se produce a través de mediadores derivados de las APC como la IL-27. Una APC que provee solo señales de tipo 1 y 2 promueve la proliferación de células T, pero no lleva a la activación de funciones efectoras de estas. Las células dendríticas (DC) son las presentadoras de antígenos más eficientes y se distribuyen en tejidos linfoides y no linfoides. Las DC inmaduras incluyen a las células de Langerhans, las de la zona marginal del bazo y las DC de tejidos no linfoides intersticiales, que de manera continua censan la presencia de antígenos exógenos (respuesta) y de antígenos propios (tolerancia). Cuando las DCs detectan un patógeno a través de sus PRRs, se induce su maduración lo que favorece la presentación de péptidos en el contexto del MHC a linfocitos. En la sangre humana se encuentran dos tipos: las pre-DC1 (monocitos mieloides) y las pre-DC2 (los precursores plasmocitoides). Los neutrófilos constituyen la población leucocitaria dominante en la circulación, y en la infección aguda representan el tipo de fagocitos más abundantes. Por ello, la neutropenia favorece las infecciones recurrentes que incluso pueden comprometer la vida. Los neutrófilos se originan en un progenitor mieloide en la médula ósea, que se diferencia de mielocito y metamielocito cuando ya son neutrófilos (maduros o en banda) son liberados a la circulación. Una vez que un patógeno atraviesa las barreras epiteliales, los neutrófilos se reclutan rápidamente al sitio de infección. El sistema de complemento incluye más de 30 proteínas solubles y se activa a través de tres diferentes vías. La vía clásica se inicia por la activación del complejo C1 o a través del reconocimiento de complejos antígeno-anticuerpo con IgM o de dos complejos (adyacentes) con IgG, ya sea IgG1, IgG2 o IgG3. La vía de las lectinas depende del reconocimiento de residuos de manosa (expresados en la superficie de bacterias o virus) mediante la MBL y la ficolina. De allí que esta vía sea independiente de anticuerpos y su principal función sea favorecer la opsonofagocitosis. La vía alterna (que en realidad es más temprana en la filogenia) se inicia cuando un componente del complemento, C3, se activa de forma espontánea y se une a la superficie de un patógeno.
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