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EL DIOS CREADOR-2 - Hilton Mendoza

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TRABAJO: El Dios Creador (Resumen)
CURSO: Creación VS Evolución
ALUMNO: HILTON ELOY MENDOZA MACÍAS
MAESTRA: MIGUEL MURILLO
AÑO: 2022
“Yo, Hilton Eloy Mendoza Macías, declaro haber realizado el presente trabajo de acuerdo a las normas del Seminario Bautista Macedonia”
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LA ESENCIA DEL CREADOR
Dios no es un dato verificable como las cosas de este mundo, pero su existencia es algo que puede ser pensado y aceptado de forma racional. La manera de ver e interpretar el mundo que tenían algunos pensadores griegos de la antigüedad, como realidad sin principio ni fin, contrastaba con la visión creacionista de otros muchos pueblos coetáneos. Esto significa que las cosmovisiones teísta y ateísta han caminado paralelas desde la noche de los tiempos hasta llegar a los inicios del mundo moderno. La ciencia, tal como se la conoce hoy, empezó en el siglo XVII apelando a la existencia de un arquitecto universal que, como si se tratara de un magnífico relojero, habría construido el mundo dándole cuerda con exquisita sabiduría. El hombre de ciencia escudriñaba la naturaleza con la misma convicción que el teólogo estudiaba la Biblia. La ciencia se alió con el materialismo naturalista creando una nueva manera de ver el mundo.
¿ES POSIBLE PROBAR A DIOS
Muchos pensadores se han planteado a lo largo de la historia la posibilidad de demostrar la existencia del Creador, incluso algunos estaban convencidos de haberlo conseguido. Sin embargo, ha llovido mucho desde aquella época y, según se ha señalado, el valor probatorio de tales argumentos se tornó cada vez más relativo. La historia de la filosofía resume todas las reflexiones clásicas que procuraban demostrar a Dios y las presenta en cuatro razonamientos, que constituyen los argumentos cosmológico, teleológico, ontológico y moral:
A). El argumento cosmológico afirma que, de la misma manera en que todo cambio o movimiento de cualquier objeto tiene siempre una causa que lo provoca, Dios es también la causa primera u original de este cosmos cambiante y en movimiento al que pertenecemos. El universo no puede ser causado como algunos pretenden, sino que muestra evidencias de haber tenido una causa inteligente. Si al principio no había absolutamente nada, ni Dios, ni tiempo, ni espacio, ¿cómo pudo llegar a existir el cosmos? Así pues, la primera premisa que afirma que cualquier cosa que empiece a existir debe tener una causa original, sigue siendo verdadera. También es cierta la segunda premisa, que dice que el universo comenzó a existir, tal como lo corrobora hoy la ciencia.
B). El argumento teleológico parte del orden y el diseño inteligente que evidencia el universo, la vida y el espíritu humano, para preguntarse por la finalidad y orientación de todo ello hacia una meta última. La antigua idea acerca de la eternidad del mundo material, que sostenían algunos filósofos griegos materialistas y hasta los científicos decimonónicos, ha sido sustituida en el seno del pensamiento científico contemporáneo por otra idea que actualiza uno de los principales pilares de la revelación bíblica, la creación de todo lo que existe a partir de la nada. Alguien debió calcular muy bien los números y diseñar con refinada precisión las constantes físicas para que todo pudiera llegar a ser lo que es.
C). El argumento ontológico se distingue de los dos anteriores en que no se pregunta acerca de cómo son o cómo se mueven las cosas de este mundo, sino que se plantea directamente la existencia misma de Dios, un ser inmejorable y absolutamente necesario. A Dios se le acepta sin pruebas, solamente a través de la fe y la experiencia personal, pero las múltiples evidencias indirectas que nos proporciona este mundo contribuyen cada vez en mayor medida a fortalecer dicha fe. Si el creyente no piensa se arriesga al fanatismo, uno de los peores males que hoy azotan al mundo.
D). Por último, el argumento moral se basa en ese sentimiento innato que existe en el ser humano, mediante el cual reconoce que es mejor hacer el bien y actuar correctamente que lo contrario, es decir, promover el mal y la injusticia. Nadie puede aceptar el mensaje de Cristo como palabra revelada por Dios si no actúa en él el Espíritu Santo. El problema no es que Dios no quiera o no pueda darnos un testimonio así, sino que no serviría de nada hacerlo. La mayor hazaña divina no consistió en crear el universo a partir de la nada, así como todas las maravillas que forman parte de la naturaleza viva, sino en hacer al hombre libre por completo. Tal es el Dios cuya existencia nos interesa en especial porque es un Dios personal que ha creado personas. Sin embargo, esto no debe desanimar al hombre en su deseo de conocer a Dios.
EL ROSTRO DEL CREADOR.
Lo primero que conviene decir es que no es del todo exacto hablar de Dios como de (un ser), pues él empapa toda la realidad existente y está por encima del resto de los seres creados. Mucho mejor sería decir que es (el ser mismo) por excelencia. Tal es el significado de la declaración: (Yo soy el que soy). Cuando se habla de Dios como de la esencia universal, la forma de todas las formas o la misteriosa fuerza que anima el universo, se le descalifica como Dios que trasciende a la naturaleza y se le concibe como lo hace el panteísmo. El Creador se revela en Jesucristo como un Dios en tres personas. La trinidad de Padre, Hijo y Espíritu es el principal misterio de la esencia divina que propone Jesucristo. El Padre se revela al mundo a través del Hijo, pero la esencia del único Dios la revelan ambos por medio de su comunión con un tercero, el Espíritu Santo. Esta es la triple configuración bíblica del Creador. Si el Creador ha decidido libremente amar a sus criaturas, si su esencia es el amor, entonces en la revelación de dicho amor deben manifestarse también todos los atributos divinos que el hombre pueda conocer. El rostro de Dios se perfila al sumar las características que proporciona la revelación bíblica junto a las del mundo natural. Se revela así un Creador trinitario, misterioso y misericordioso, que se torna cercano al mostrar su pasión por todo lo humano.
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EL CREADOR Y EL MAL
Dios es amor, ¿qué sentido tiene el mal? Este ha sido siempre el interrogante que ha conseguido abortar la fe incipiente de tantas criaturas. ¿Por qué a la gente inocente le pasan cosas malas? ¿Cuál es la razón del sufrimiento de los niños y de quienes no tienen culpa alguna? ¿Dónde está la divinidad en el terremoto, el accidente, el deslizamiento de tierras, la inundación o el tsunami?
El enigma del mal, que es un argumento contra la existencia de Dios en boca del incrédulo, supone también una dura prueba para la fe del creyente. No creo que exista una explicación teórica absolutamente satisfactoria ante el misterio del mal. No podemos comprender todos los detalles acerca de por qué existe el sufrimiento humano. No obstante, esto no significa que sea imposible acercarse al enigma del mal de manera prudente y lúcida.
EL DILEMA DE EPICURO.
Es lamentable que con semejante razonamiento tampoco se resuelve el problema existencial del mal, que continúa siendo una terrible realidad en la vida diaria de todos los seres humanos. Es verdad que buena parte de los males de este mundo son responsabilidad directa del hombre. Si Dios es amor y la bondad absoluta, no puede querer de ninguna manera el mal. No es posible abarcar al Dios infinito por medio de palabras finitas, ni hablar de la totalidad mediante conceptos parciales. Dios permite la existencia del mal en el mundo presente, de tal manera que el ser humano pueda desempeñar su papel con libertad, responsabilidad y mérito. Se dice generalmente que si existe el mal no puede existir Dios, pero también cabe otra salida. La Biblia afirma que al final de los tiempos Dios volverá a crear cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales morará definitivamente la justicia. Esta nueva creación sí será un mundo perfecto y eterno que no estará fundamentado en la finitud de la materia y en el sometimiento a las leyes físicas del cosmos presente.El mal será erradicado para siempre y todo sufrimiento desaparecerá.
LA BIBLIA ANTE EL ENIGMA DEL MAL.
La revelación bíblica no es un tratado de teodicea que intente justificar filosóficamente a Dios frente a la realidad del mal existente en el mundo. El dolor, la muerte y el sufrimiento se encuentran en casi todas sus páginas. El primer libro del Antiguo Testamento, en su relato de la caída, muestra el mal como algo ajeno a Dios, que aparece como encerrado en el misterio de la criatura humana. Jesús, el inocente, sufre la muerte más vejatoria de su tiempo por amor al hombre. Pero Dios no puede ir contra sí mismo. El mal ya existe, está ahí inexplicablemente, pero el Creador pone todo su coraje al lado del ser humano. Y en el centro mismo de esa tragedia de la cruz, de esa situación paradójica que podría llamarse la impotencia de Dios, aparece su potencia definitiva, el milagro de la resurrección. Dios soporta que maten a su Hijo, de la misma manera que tiene que soportar el mal presente del mundo, si quiere la existencia del hombre, esa realidad libre y finita. Sin embargo, a pesar del mal inevitable, el Creador quiso diseñar el universo y al ser humano por amor, pues sabía que la última palabra era suya. Después de las palabras del Maestro, los creyentes sabemos que los pobres, los que lloran, los perseguidos, los misericordiosos, es decir, aquellos que sufren el mal y reconocen sus errores acogiéndose a los pies de Cristo, son ya bienaventurados. Dios quiere y puede vencer el mal porque es omnipotente y misericordioso.
JOB Y CRISTO: DOS ACTITUDES FRENTE AL MAL.
Al comparar la historia de Job con la de Cristo es posible abordar el enigma del mal de manera fiable. Por el contrario, miles de años después, Jesús supo perfectamente por qué tenía que sufrir. Jesús siempre supo que su dolor no iba a ser en vano y que su futura resurrección sería el inicio de la victoria definitiva sobre la muerte. Dios no se oculta ni se protege del mal, sino que lo enfrenta cara a cara. El Dios humanado en Jesucristo no trata de explicar el origen del mal o su razón de ser, sino que acepta coexistir con el sufrimiento, haciéndolo parte de su realidad divina. La pasión de Cristo demuestra la compasión de Dios y su solidaridad con el hombre. Si Dios no existe, o si Jesucristo no resucitó, el mal cae como un meteorito helado de millones de toneladas sobre la humanidad, aplastando cualquier posible esperanza.
¿ES CULPABLE DIOS DEL MAL FÍSICO?
La mayor parte del mal y el sufrimiento que hoy existe en el mundo es consecuencia de aquella caída. Semejante ruptura voluntaria de la humanidad con Dios arrastró también al resto de la creación a una situación del maldad, crueldad, sufrimiento y horror. Muchos investigadores actuales dudan acerca de que la vida sobre la Tierra sea tan antigua como requiere el darwinismo. No obstante, queda la esperanza de que, en el futuro, con la venida del Señor Jesucristo, llegarán «tiempos de refrigerio», aquellos «tiempos de la restauración de todas las cosas» en los que el mal, el dolor y el sufrimiento serán erradicados para siempre. Sin embargo, Dios no ha abandonado al hombre. Frente a la realidad del mal, el dolor y el sufrimiento presente, muchas personas creyentes han sabido sacar fuerzas de flaqueza, resignarse y continuar descubriendo las oportunidades buenas que todavía les ofrece la vida.
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EVIDENCIA DE LA COSMOLOGIA
Sin ellas el mundo sería un desorden caótico. Desde el evolucionismo se procura responder a tales cuestiones por medio de teorías especulativas que intentan explicar cómo es posible que surja el orden a partir del caos solo mediante procesos naturales. Igual que el fuego muestra cambios de energía y materia, perpetuándose al devorar material combustible, también los seres vivos subsisten disipando nutrientes. Hoy por hoy, el asunto del orden a partir del caos sigue sin tener respuesta desde el ámbito de lo puramente natural, que es el que proponen las teorías de la evolución. Y esto no significa que fueron diseñados por las solas leyes de la naturaleza, el azar o la necesidad, sino que fueron planeados por una mente inteligente que sabía muy bien lo que hacía. Es como si lo descubierto por la ciencia acerca del mundo perteneciera a una suerte de sinfonía maestra, de melodía musical armónica, que puede ser perfectamente escuchada y entendida por los oídos humanos.
EL CREADOR ES INCAUSADO.
El Creador es la Causa Primera que actuó al principio y que continúa haciéndolo todavía por medio de causas segundas. Dios dotó a todas sus criaturas con propiedades especiales que siguen actuando en ellas. La fuerza de atracción entre los átomos, los complejos mecanismos bioquímicos que operan en la célula viva, las precisas órbitas planetarias que se mantienen equilibradas gracias a la gravedad, la expansión creciente de las galaxias, así como todo lo que se mueve en el universo, absolutamente todo, requiere el concurso del Creador para mantenerse y cambiar. El hecho de que Dios sea el origen de todo ser implica necesariamente que debe ser también autosuficiente. La coincidencia es el modo que el Creador utiliza para permanecer anónimo. Pero el ser humano no puede ser sustituido por alguna otra especie biológica de este mundo para cooperar con el Creador. Por lo tanto, las Escrituras enseñan que, en los planes del Creador del universo, aparece Jesucristo como el núcleo central y armónico hacia el que converge toda la creación. De ahí que todo aquel que desee conocer al Dios de la Biblia tenga que descubrir primero a Jesucristo.
LA IDEA DE ETERNIDAD.
La teoría cosmológica del Big Bang no solo permite creer en un Creador que hizo estallar el supe átomo primigenio, formando así el cosmos, sino que también coincide con el relato bíblico de la creación en asegurar que el tiempo tuvo un principio y que Dios debió efectuar numerosas operaciones de causa y efecto incluso antes del origen del tiempo. En este caso, la misma posición de Dios es insegura. Dios ve el pasado y el futuro como si fueran presentes. Su eternidad hace que todos los tiempos le sean simultáneamente actuales. En un mundo así, el tiempo solamente posee una dimensión, es unidimensional. Cuando Jesucristo, después de resucitado, atravesó las paredes de la estancia donde se hallaban sus discípulos asustados y comió delante de ellos, estaba usando probablemente estas cualidades propias de un mundo con más dimensiones que el nuestro. La física no puede demostrar la existencia de Dios, debido a las exigencias de su propio método, como tampoco puede llevar a nadie al ateísmo. El tiempo de Dios es muy diferente al nuestro. Esquema que relaciona el tiempo unidimensional, propio de nuestro mundo actual, con el tiempo bidimensional, en el que Dios puede actuar. Dios está fuera de nuestro tiempo y de sus cuatro dimensiones espaciotemporales, por lo que puede actuar de forma libre e independiente.
EL ESPÍRITU CREÓ LA MATERIA.
La física clásica entendía la materia como si esta fuera un medio continuo que en ocasiones podía ser sólido, elástico o incluso viscoso, pero siempre ininterrumpido. La materia dejó de verse como algo continuo para entenderse de forma granular, y así la palabra griega átomo, que significaba indivisible, sugería que el mundo estaba formado por pequeños bloques materiales que no podían ser destruidos. Hoy se considera que las partículas de lo material no existen por sí mismas sino solo a través de los efectos que provocan y a tales efectos se les denomina campos. En realidad, los campos generados por las cuatro fuerzas fundamentales del universo no son otra cosa que pura información. El universo rebosa intención desde la partícula más elemental a la más remota galaxia. Y en las fronteras invisibles de la materia, allí donde se hace borrosa la realidad, se intuyen los caminos del espíritu. También la Biblia dice que Dios es Espíritu y, por lo tanto, opuesto a la caducidad de todo lo terreno. El Creador está vivo porque es Espíritu. Por eso, el verdadero adorador de Dios ha de rendirle culto en espíritu y verdad.QUIEN TODO LO PUEDE.
La cosmología actual permite pensar que el universo manifiesta el infinito poder del Creador. Nuestra física está fundamentada sobre esas cuatro dimensiones del cosmos que conocemos y, por lo tanto, está limitada para decir algo positivo acerca de la metafísica de Dios o de otro mundo con más dimensiones que el nuestro. La creación y evolución del cosmos no es más que el intento divino por empequeñecerse hasta tener el tamaño necesario para llamar a la puerta de cada criatura humana. Las evidencias que denotan intención previa, diseño y dirección en las leyes del cosmos y en el desarrollo de la vida vuelven a colocar al hombre en la cumbre de esa misteriosa finalidad. En la Biblia, la omnipotencia divina no es nunca un poder tiránico o absolutamente determinante, como el de ciertas divinidades mitológicas griegas o de otras culturas antiguas, sino algo positivo que está en relación con la acción creadora. Así pues, la omnipotencia de Dios es el poder de su ilimitado amor divino. Dios, en su omnipotencia, decide depender del que apenas si tiene poder para algo.
EN LIBERTAD ABSOLUTA.
La materia que constituye el universo posee una misteriosa propiedad que tiene perplejos a los especialistas en física cuántica y revela que las partículas subatómicas gozan de libertad. El comportamiento humano sería así predecible ya que obedecería a leyes determinadas, mientras que el libre albedrío constituiría tan solo un sueño o una quimera del hombre. En general, es posible afirmar que la ciencia clásica fue marcadamente determinista, ya que entendía la materia, el cosmos y la propia vida como piezas de un gran reloj sometido a leyes De la misma manera, el comportamiento humano no puede ser explicado solo por argumentos físicos y químicos. Sin libertad no hay responsabilidad, y sin esta el individuo se distingue muy poco de un bruto. Dios crea mediante la palabra sin ningún tipo de coacción externa. El acto creador es el primero de la historia de la salvación, la cual estará presidida en lo adelante por el designio gratuito y libre del Creador.
¿ES INMUTABLE EL CREADOR?
La materia no es inerte ni inmutable, ni siquiera los llamados (gases inertes) lo son. Hasta en la partícula material más pequeña se descubre la fuerza omnipotente del Dios Creador. El dinamismo que hoy descubre la física en las entrañas de la materia actualiza los antiguos argumentos de Aristóteles y Tomás de Aquino a favor de Dios como causa primera de todo movimiento. De forma tradicional, la teología ha venido afirmando que tal impronta de mutabilidad exige la existencia de una realidad que sea enteramente inmutable por su propia naturaleza. Al afirmar que el Creador es inmutable no se quiere decir que no puede cambiar o que no sea libre para hacerlo. Del hecho de ser un Dios libre y personal se desprende que puede desear depender de aquellos seres que ha creado por amor. Dios decidió amar responsablemente al ser humano y al hacerlo se empequeñeció, como vimos, hasta tener el adecuado tamaño para llamar a la puerta de cada hombre. Es decir, el inmutable decidió descender y hacerse mutable por amor al hombre.
DIOS TIENE PERSONALIDAD.
En todas las edades los hombres han percibido el misterio y la grandeza del universo como un signo inequívoco de la majestad divina. Un Creador que lo ha hecho todo con exquisita perfección y además ha puesto en el hombre la capacidad intelectual para conocer el mundo y reconocer a Dios. Si Dios no es una realidad personal, inteligente y libre, entonces el mundo es naturaleza en vez de creación. Dios ama a sus criaturas, por eso las crea y se comporta con ellas como un padre que desea comunicarse. No es nada serio preguntarse por Dios desde la ciencia física y pretender responderse desde esa misma especialidad. La física solo puede dar respuesta físicas, nunca teológicas o metafísicas. La cosmovisión científica actual es coherente con la existencia de un Dios personal que gobierna su creación. En la actualidad se ha manifestado, por ejemplo, que los más de cien mil millones de estrellas que observamos en el universo son necesarias para que exista vida en la Tierra y para que el hombre sea capaz de pensar. Si esto es así, el Creador no reparó en gastos para crear la humanidad. Un Dios que toma decisiones que nos afectan, que personifica el universo y lo hace inteligible para los humanos.
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EVIDENCIAS DE LA FÍSICA Y LA ASTRONOMÍA
Por su parte, la astronomía, influida por los planteamientos de la teoría biológica de la evolución, viene buscando desde hace ya bastantes años una respuesta a la posibilidad de inteligencia o, como mínimo, de vida fuera del entorno terrestre. Si la vida no es el producto de la evolución ciega, sino del diseño de una mente inteligente, entonces lo lógico sería que existiera solo donde dicha mente la hubiera creado. Los expertos justifican esta ausencia de señales diciendo que, incluso aunque existiera vida extraterrestre, la misma estaría tan alejada de la Tierra que sería imposible el contacto mutuo o la comunicación. Nuestro planeta goza de una posición altamente privilegiada en el universo, no solo por estar en la zona habitable del sistema solar sino también por su propia constitución geológica interna y externa, así como por su precisa masa, órbita, gravedad, atmósfera, gases, presión, agua y miles de detalles más, como para ser el candidato perfecto del cosmos, capaz de proporcionar soporte adecuado a la vida inteligente.
EL MÁS SABIO ENTRE LOS SABIOS.
Solo un Creador sabio pudo lograr un universo tan vasto empleando básicamente tres minúsculas partículas subatómicas. El Creador conoce en su omnisciencia todo lo que ocurrió en el pasado, aquello que está pasando en el tiempo presente y lo que acontecerá en el futuro. Es fácil imaginar el intelecto creador de Dios porque también el ser humano posee una inteligencia que es capaz de producir y elaborar objetos materiales o ideas abstractas. Es tan metafórico referirse al intelecto divino como decir que el Creador es la «roca» de nuestra salvación o la «luz» que alumbra nuestros pasos. El Creador contempla ante sus propios ojos aquello que está oculto al intelecto humano. El Creador no se conforma con la apariencia externa, sino que ve todo lo que hay en el corazón del ser humano. Tal como reveló Cristo, el Creador es un Padre misericordioso y amante de sus criaturas.
ESTAR A LA VEZ EN TODAS PARTES. 
No hay lugar del espacio donde la perfección de Dios no esté presente. Al contrario, Dios llena el espacio de manera plena. Los organismos vivos y los objetos materiales ocupan lugares concretos en el espacio y están rodeados por este. Sin embargo, el Creador trasciende todo el espacio sin quedar sujeto a las limitaciones espaciotemporales. Dios no está presente de la misma manera en todas sus criaturas. En nuestro mundo material, cada ser ocupa un determinado espacio y dos seres distintos nunca pueden ocupar el mismo lugar. Dios está muy cerca de cada una de sus criaturas. De la misma manera, Dios está más cerca de cada ser humano de lo que podamos imaginar. Algunas religiones creen que Dios es único y rechazan su pluralidad, mientras que otras reconocen la pluralidad divina pero no aceptan su singularidad. Las Escrituras insisten en que el Espíritu de Dios, que llena la tierra entera y del que nadie puede escapar, sigue estando presente incluso junto a quien se aparta conscientemente de él. Aun cuando la criatura humana crea que Dios está ausente porque no podemos verle, o que no existe el cielo trascendente, el Creador sigue estando muy cerca de cada uno de nosotros.
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EVIDENCIAS DE LA BIOLOGIA
La materia viva que constituye la célula ha ido abriendo poco a poco sus puertas para revelarse como un maravilloso mundo sincronizado, perfecto, exquisitamente organizado y mucho más complejo de lo que nunca se hubiera podido imaginar. La energía procedente del alimento que penetra en cada célula es empleada para fabricar las propias estructuras celulares, para seguir viviendo y formar también copias de sí mismas. Enlos primeros momentos después de la fecundación de un óvulo, cualquier célula del embrión de un mamífero posee la maravillosa facultad de desarrollar un adulto completo. El análisis de la célula ha revelado un mundo molecular que no puede ser explicado adecuadamente mediante la teoría de la evolución, que curiosamente pretendía explicar no ya la célula sino todo el organismo completo del que ella forma parte.
EL CREADOR AMA LA SOFISTICACIÓN.
Resulta que las mil cuatrocientas proteínas fabricadas por esos mil cuatrocientos genes no pululan a su antojo por el citoplasma celular, sino que están comunicadas entre sí mediante miles y miles de relaciones químicas que constituyen auténticas máquinas proteicas. Estas mil cuatrocientas proteínas estudiadas forman doscientas treinta y dos máquinas diferentes. Las graduales sustituciones de letras en el ADN provocadas por las mutaciones, que habrían ido alterando lentamente la secuencia de los aminoácidos en las proteínas, según se nos enseñaba en la universidad desde el darwinismo más ortodoxo, parecen ahora mucho menos relevantes que nunca para poder generar algún tipo de novedad evolutiva.
¿EXISTE LA PERFECCIÓN?
Se ha descubierto que su función principal es regular a otros genes, activarlos o desactivarlos, y que están dispuestos en el cromosoma en fila y en el mismo orden que las partes del cuerpo sobre las que actúa cada uno. El orden de dichos genes es siempre el mismo en todas las especies, a la izquierda los que especifican la cabeza, después los del tronco y a la derecha los del abdomen. Estos genes no crean estructuras, solo seleccionan aquellas que tiene disponible cada especie animal. El increíble conservadurismo de los genes implicados en el desarrollo embrionario de los animales dejó pasmados a los científicos Los animales primitivos debían tener genes primitivos. Cientos de millones de años de mutaciones y selección natural. Las alteraciones en dichos genes producen cambios importantes en los animales que en vez de mejorarlos les perjudican notablemente. Hasta aquí no hay nada de qué sorprenderse, ya que cada especie animal puede tener sus genes diferentes que al mutar pueden originar enfermedades en los ojos.
PROVIDENCIA Y PLAN DIVINO.
La palabra inglesa splicing significa (unir) o (empalmar) y se refiere a un extraño mecanismo que tiene lugar cuando la información contenida en los genes se convierte en proteínas. Como es sabido, las entidades que contienen la información de los seres vivos son los genes. Sin embargo, no toda esta cadena está formada por genes. Los genes son como son y están separados entre sí para que la vida pueda vencer todas las posibles adversidades que le surjan en el futuro. Los intrones son pedazos de ADN que no contienen información para fabricar proteínas y que interrumpen a los verdaderos genes o exones que sí la tienen. Antes de que la célula pueda leer correctamente la información de los genes debe deshacerse de los intrones gracias al proceso del splicing. El splicing permite mezclar los genes que ya existen desde el principio y obtener nuevas combinaciones que podrían dar lugar a modificaciones en las proteínas formadas. La única evolución por mezcla de genes en la que nos permite pensar el splicing es la ya mencionada micro evolución o variación dentro del ámbito de la especie, pero no la macro evolución que postuló el señor Darwin.
AMOR POR LA DIVERSIDAD.
Es como si a Dios no le gustase la homogeneidad o la fabricación en serie. Dios ama la diversidad porque ama también la libertad y la espontaneidad de sus criaturas. En esa voluntad divina entra también el modo cotidiano de vivir, la sobriedad capaz de mostrar al mundo el amor, el respeto por la belleza natural, la grandeza y el propósito de la creación de Dios. La Palabra de Dios ofrece una visión esperanzada para este mundo y recomienda a todo cristiano que no adopte las ambigüedades o contradicciones propias de la sociedad en la que vive. Pero si hay un Dios, y este Dios es el Dios justo, entonces no podemos conformarnos ni podremos jamás acostumbrarnos a la injusticia, sino que nos opondremos a ella y la combatiremos con todas nuestras fuerzas. La fe del cristiano encuentra el consuelo de Dios en todo sufrimiento, pero la esperanza mira hacia el futuro de una nueva creación en la que ya no habrá llanto, ni luto, ni tampoco dolor. Quien cree en Dios tiene esperanza para esta tierra y no desespera, sino que más allá del horizonte del terror apocalíptico, ve el mundo nuevo de Dios y actúa en consecuencia.
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EVIDENCIAS DE LA NEUROBIOLOGIA Y LA PALEONTOLOGIA
Los estudios científicos del cerebro humano y del funcionamiento del sistema nervioso en general han corroborado su elevada complejidad, así como la imposibilidad de reducir la conciencia a meros mecanismos de física y química. La ciencia no ha podido conseguir explicar la mente en términos del cerebro, y los investigadores no se explican por qué. Hoy sabemos que sin cerebro no hay conciencia, pero la conciencia no puede reducirse al cerebro.
NEURONAS QUE CREEN EN DIOS.
Newberg, se ha hecho recientemente famoso en todo el mundo por sus estudios que intentan relacionar el cerebro con la experiencia religiosa. No obstante, lo que no pueden decir estos estudios es si las experiencias religiosas o la espiritualidad en general son creadas por el propio cerebro, o, por el contrario, se trata de una realidad exterior a la mente humana que es percibida por este bajo determinadas circunstancias. Al parecer, las experiencias espirituales en las diferentes culturas y religiones son tan parecidas y uniformes que conducen a la conclusión de que existe una esencia común, que probablemente sea una manifestación de estructuras y procesos concretos en el cerebro humano. Si acaso es capaz de relacionar determinadas conductas con cierta actividad del cerebro. Por eso cuando se afirma, como hacen ciertos neurobiólogos, que dicho órgano encefálico es la única fuente de nuestras experiencias, o que las neuronas han creado a Dios, se practica un reduccionismo equivocado que nada tiene que ver con el verdadero espíritu de la ciencia. En realidad, es una nueva disciplina que habla de los últimos descubrimientos en los circuitos neuronales del cerebro, pero que nos dice muy poco acerca de Dios.
¿EXISTE EL GEN DE DIOS?
Recientemente, algunos biólogos evolucionistas han manifestado que la creencia religiosa es la expresión de un instinto humano universal y que en el mapa del genoma habría unos genes para creer en Dios o para ser religioso. Esto conduciría a la conclusión de que la creencia en Dios, por ser algo natural en el ser humano, sería por lo tanto correcta. Si las personas creen en Dios como consecuencia de poseer un gen determinado, entonces la realidad de Dios y del mundo espiritual no sería más que una construcción ilusoria del ser humano. La genética acabaría así con la teología, pues el gen de Dios sería en realidad el gen del ateísmo asesino que mataría definitivamente la idea de un Creador. No existe un único gen de la fe, o gen de Dios, como tampoco hay un gen de la libertad o de la homosexualidad. La genética no acabará jamás con la teología, y mucho menos con la Palabra de Dios, como tampoco la materia anulará nunca al espíritu.
¿PRIMATE SALVAJE O PERSONA CONSCIENTE?
Durante mucho tiempo los paleontólogos evolucionistas, especializados en el estudio de los fósiles humanos y de los primates, han venido creyendo que tales ancestros del hombre eran los australopitecos, llamados así por haberse encontrado en el continente africano que está situado en el hemisferio austral. Los especialistas en el estudio de los primates saben que, en la Tierra, si se cuentan los fósiles y los que todavía están vivos, han existido más de seis mil especies distintas de monos. Esto significa que existe un amplio elenco de simios fósiles entre los que elegir si se desea construir el hipotético árbol de la evolución humana. La mayoría de los antropólogos evolucionistas creen hoy que cada una de las especies fósiles halladas no evidenciacambio o transformación para convertirse en otras especies distintas, sino todo lo contrario, una constancia en su aspecto y una estabilidad durante toda su existencia.
1. Australopitecos: pretendidos homínidos.
Los machos eran más grandes que las hembras, o sea que presentaban dimorfismo sexual, como suele ocurrir habitualmente en algunos monos actuales. En los organismos vivos estudiados se correlacionó el tamaño de los canales semicirculares con la masa del cuerpo, y se comprobó que los seres humanos modernos poseen dichos canales anteriores y posteriores más grandes que los monos actuales, mientras que el canal lateral es más pequeño. El resultado de tales investigaciones ha revelado que el oído interno de todos los australopitecos, así como el del Homo ha bilis, era muy similar al de los grandes monos actuales, es decir, no apto para una locomoción bípeda. Todos los Australopitecos y el Homo ha bilis serían en realidad simios fósiles comparables a los monos actuales, mientras que el Homo erectus tendría que ser considerado como una auténtica raza humana. Sin embargo, los australopitecos son tan homínidos como pueden serlo los grandes monos que viven en la actualidad.
2. Homo ha bilis: un australopiteco más.
Desde el principio este taxón, o grupo sistemático de clasificación, ha sido muy problemático y todavía hoy continúa generando divergencias profundas en el seno de la paleontología evolucionista. Más tarde se encontraron trozos de otro cráneo al que se llamó OH 24, que como puede apreciarse seguía siendo bastante fragmentario. La historia se complicó todavía más con el descubrimiento de otros cráneos de diversos tamaños, el KNMER- 1470, el KNMER-1813 y el OH 62. Estos fósiles fueron también clasificados como pertenecientes al Homo ha bilis, lo que contribuyó a crear un gran cajón de sastre sumamente heterogéneo y confuso, donde se incluían restos que no encajaban en ningún otro lugar. No cabe duda de que semejante reducción pone en entredicho los métodos empleados por el evolucionismo para datar fósiles. Hay por lo menos cuatro inconvenientes fundamentales que impiden considerar al Homo ha bilis como una especie válida.
3. Homo erectus: empieza la saga humana.
Desde que el médico holandés Eugene Dubois encontrara en 1892 su famoso Pitecántropos erectus en Trinil, se han venido descubriendo numerosos fósiles atribuidos al Homo erectus en Asia, Europa y África. La razón principal por la que se le considera más primitivo que el Homo sapiens es su capacidad craneal y el prominente arco superciliar. El evolucionismo le considera más primitivo que el Homo sapiens. Hay un gran vacío fósil, así como una notable distancia intelectual, entre él y cualquier otro australopiteco u Homo ha bilis. No hay señales de transición gradual entre el Homo ha bilis y el Homo erectus ya que ambas especies aparecen en los estratos casi a la vez. Tampoco se conoce transición alguna entre el Homo erectus y cualquier otra especie de su mismo género. Sin embargo, el de los fósiles pertenecientes al género Homo, como el H.
4. Homo sapiens: diversidad de razas.
El nombre que el ser humano ha dado a su propia especie, Homo sapiens, denota la inteligencia que caracteriza o debiera caracterizar el comportamiento del hombre. Tendremos ocasión de abundar en ello en el siguiente apartado, de momento pasaremos revista a los principales fósiles pertenecientes al género Homo y a las notables similitudes que presentan con el ser humano moderno. Lo primero que se observa en este nuevo árbol evolutivo es que ni el Homo erectus, ni el hombre de Neandertal, ni el de Heidelberg, están en el linaje que conduciría al Homo sapiens, sino que se extinguieron sin dejar descendientes. Esto demuestra cómo han evolucionado los propios árboles genealógicos y cómo cada nuevo cráneo que se descubre supone también una revisión de lo que se creía anteriormente.
5. La conciencia humana: una diferencia fundamental.
La expresión más característica de todos estos actos típicamente humanos es lo que llamamos conciencia. Algunas personas no se sintonizan casi nunca con la propia conciencia por miedo a que la misma les recrimine su actitud. Para evitar cualquier tipo de responsabilidad moral, a veces, prefieren salir fuera del mundo interior y cerrar los oídos a la voz de la conciencia. Cada persona, al escuchar su propia conciencia moral, puede oír la voz de Dios que le habla y le dice lo que es justo y recto. Por eso cuando el ser humano lee la Biblia y medita en ella, su conciencia se sintoniza con esta voz divina y puede descubrir la voluntad del Creador para su vida. Y así, al aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, su Palabra empieza a educar a la conciencia humana que está sometida a la influencia negativa del pecado, iniciándose el desarrollo hacia la madurez espiritual.
SE NOS CONCEDIÓ TRASCENDENCIA
El ser humano es incapaz de agotar la perfección de Dios ya que trasciende todos los modelos o representaciones que podamos hacernos de él. No solo supera lo más alto que hay en el ser humano, sino que está también en lo más hondo de su intimidad. Por eso se hizo necesario el sacrificio de Cristo, para ofrecer al ser humano la posibilidad de volver a ser dependiente de Dios.

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