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La madre tierra y las hieroganías cósmicas

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Mitos, Sueños y Misterios – Capítulo VIII: La madre tierra y las hieroganías cósmicas (Mircea Eliade)
Lo primero a establecerse vendría a ser la imagen primordial de la Tierra-Madre (Terra Mater, Tellus Mater o Mater Genetrix), tan conocida a través de las culturas mediterráneas como la que da nacimiento a todos los seres (así como a través de los Iroqueses, Navajos, Zuñíes, etc…). Este mito – como muchos otros – se centra en la gestación y el parto: Los hombres desarrollándose en el interior de una madre telúrica antes de emerger al mundo – Una fémina capaz de generar tal cual la creación lo hizo posible por medio de una hembra, siguiendo al arquetipo occidental.
Ontogénesis y filogénesis se ven estrechamente ligados en este mito – tanto la condición del embrión como la del recién nacido son comparadas con la existencia mítica del ser humano en el seno de la tierra –; por lo que cada niño repite, durante su etapa de existencia prenatal, la “situación” de la humanidad primordial. En el caso particular de los Zuñíes, su mito de la creación incluye a un Creador solitario trayendo a la vida a dos gemelos cósmicos (la Madre Tierra y el Padre Suelo), de cuya unión nacieron todas las otras criaturas. Criaturas que fueron retenidas por su madre al ser “imperfectas”, hasta que finalmente uno (el Maestro) se alzó entre ellos, atravesó todos los niveles de su encierro y suplicó al Sol que libere a sus hermanos, petición que le fue concedida a través de un segundo intento creacionista (este orientado a la obtención de seres inteligentes).
Contrario a lo que pueda asumirse, esta clase de creencia no es exclusiva de un entorno “tribal”: A través de toda Europa, se percibe cierto oscuro sentimiento de solidaridad con la tierra; pues cada país, región, ciudad y pueblo cuenta con cierto peñasco o fuente que “trae” a los niños. A pesar de los intentos por adherirlo a nociones patrióticas o similares, la realidad consiste en la latente experiencia mística de autonomía, de conexión íntima e inexorable con la tierra que te dio la vida.
El análisis proporcionado por Granet facilita la captación del proceso de formación de la imagen de la Madre-Tierra: Partiendo desde sus orígenes como el aspecto neutro de un lugar santo – y este como principio de toda solidaridad – hasta las practicas funerarias de siglos después. Debe señalarse a su vez que, antes de su representación como madre, la tierra era percibida más bien como un ente cósmico suprasexual: Si la tierra es una madre viva y fecunda, entonces su entera producción vendría a ser tanto orgánica como animada. Los laberintos y cuevas eran alegoría a un regreso místico a la madre, ya fuese persiguiendo una Iniciación o para arreglar ritos funerarios. En cuanto a la hieroganía cósmica; es un mito que, aunque bien esparcido, no es universal: El universo creado por un Ser Supremo celestial, lo que no garantiza excepción del dilema de la androgeneidad.

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