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Postmadurez

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Postmadurez 
El recién nacido postmaduro o postérmino es todo aquel neonato cuyo embarazo ha 
durado 42 semanas o más (294 días o más). Estos niños pueden presentar un peso 
adecuado, bajo o elevado para su edad gestacional y, asimismo, pueden presentar 
síntomas de dismadurez. La frecuencia varía entre un 3 y un 12%. En la actualidad esta 
frecuencia tiende a disminuir debido al mayor desarrollo de las técnicas para el cálculo 
de la edad gestacional y el control del bienestar fetal que justifica que se induzcan los 
partos antes de llegar las 42 semanas. 
Etiología 
Mientras no se comprendan claramente los mecanismos que inician el parto normal, 
parece poco probable que la etiología de la gestación prolongada resulte evidente. La 
causa es, generalmente, desconocida. 
Raramente se encuentran en el feto alteraciones del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal, 
como anencefalia o agenesia suprarrenal bilateral. 
Riesgos perinatales 
Cuando la gestación se prolonga pueden existir diversos problemas, como los 
secundarios a disminución del líquido amniótico (oligohidramnios); macrosomía fetal, 
que puede complicar el desarrollo del parto (parto prolongado, traumatismo obstétrico, 
distocias, partos instrumentales); riesgo de pérdida de bienestar fetal (alteraciones de la 
frecuencia cardiaca fetal) y líquido meconial, con riesgo de síndrome de aspiración de 
meconio; signos de dismadurez, con pérdida de peso intrauterino por la insuficiencia 
placentaria y, como consecuencia, RN de bajo peso; problemas de adaptación al 
nacimiento con test de Apgar bajo; aumento de la mortalidad perinatal, puesto que el 
riesgo de muerte intrauterina o intraparto se incrementa a partir de las 42 semanas (la 
paridad tiene un efecto protector sobre la mortalidad fetal en el embarazo prolongado). 
Clínica 
Las características clínicas más frecuentes del RN postmaduro son: 
 aspecto inusual de alerta con ojos abiertos y mirada viva; 
 cráneo bien calcificado y que al tacto aparece más duro de lo habitual; 
 cabello largo y grueso; 
 uñas largas, tanto de las manos como de los pies. 
Puede presentar en mayor o menor grado síntomas de dismadurez, que se caracterizan 
por cambios cutáneos y pérdida del tejido celular subcutáneo y de la masa muscular. 
Clifford (1954) clasificó estos eventos en tres etapas clínicas: 
 Etapa I. Se caracteriza por piel arrugada, que se desprende fácilmente, pero que 
no está teñida por meconio. El cuerpo es largo y delgado. 
 Etapa II. Además de los cambios antes mencionados, hay un mayor grado de 
disfunción placentaria que ocasiona pérdida de bienestar fetal y emisión de 
meconio, con tinción de la piel, cordón umbilical y membranas placentarias. 
Ocasionalmente hay depresión neonatal. 
 Etapa III. Indica disfunción placentaria avanzada y el feto y la placenta 
presentan una tinción amarillenta, producto de la exposición prolongada al 
meconio durante varios días antes del nacimiento. Si estos datos son muy 
intensos, incluso aparece síndrome de aspiración de líquido amniótico o de 
meconio, en ocasiones con hipertensión pulmonar persistente o hemorragia 
pulmonar. Es frecuente la depresión neonatal, con posible encefalopatía 
posterior. La mortalidad es elevada y los supervivientes pueden manifestar 
secuelas neurológicas. 
En el estudio realizado en Noruega por Geeta et al con una cohorte de 1.167.506 niños 
de todas las edades gestacionales, los postérmino tienen mayor mortalidad neonatal e 
infantil que los a término, y al final de la infancia (6 a 13 años de edad), los varones 
nacidos postérmino presentan un riesgo mayor de muerte. El embarazo prolongado, con 
el incremento de parto instrumentalizado (cesárea) es un factor de riesgo para presentar 
epilepsia en la infancia. 
Exámenes complementarios 
Prenatalmente tienen utilidad los exámenes encaminados a la valoración de la edad 
gestacional y del funcionalismo placentario (ecografía, test no estresante, test de 
oxitocina). En el líquido amniótico se constata un descenso de la actividad de la 
tromboplastina. En el periodo neonatal precoz debe realizarse analítica de sangre y 
orina, ya que sus alteraciones son, en cierto modo, definitorias de la postmadurez. Estos 
RN presentan con mayor frecuencia: hipoglucemia, hipocalcemia, hiponatremia, 
acidosis, poliglobulia e hiperbilirrubinemia. Se recomienda realizar radiografía de tórax 
para descartar el frecuente síndrome de aspiración de meconio. 
Diagnóstico diferencial 
Se efectúa fundamentalmente con el RN de bajo peso por disfunción placentaria (CIR 
extrínseco). 
Tratamiento 
En la sala de partos se estará preparado para asistir a un RN deprimido o con distrés 
respiratorio por posible aspiración meconial. El postmaduro es siempre un RN de riesgo 
elevado. Es aconsejable su observación cuidadosa e incluso su ingreso, con los cuidados 
habituales. La alimentación se efectuará como en un RN normal, insistiendo en su inicio 
precoz, en las primeras 2 horas de vida, para prevenir la hipoglucemia y vigilando 
especialmente la hidratación. Si es necesario se realizará rehidratación precoz con 
solución glucosalina (glucosa al 10% y las necesidades de ClNa), especialmente 
indicada en aquellos postmaduros con disfunción placentaria, debido a la frecuente 
asociación con hiponatremia. Se corregirán la hipoxemia y la acidosis. Si existe 
sospecha de infección se tomarán muestras para bacteriología y se iniciará la 
administración de la asociación antibiótica habitual. La encefalopatía hipóxico-
isquémica y la aspiración de meconio asociadas a hipertensión pulmonar serán tratadas 
adecuadamente. La hiperbilirrubinemia puede ser prevenida mediante una correcta 
hidratación y el tratamiento precoz de una posible poliglobulia, en ocasiones relativa o 
hipovolémica por hemoconcentración. 
Profilaxis 
Para prevenir la postmadurez en toda gestación el obstetra debe evaluar lo mejor posible 
la duración del embarazo (ecografías en el primero y segundo trimestres), signos de 
insuficiencia placentaria en la ecografía y aparición de signos de pérdida del bienestar 
fetal. Cuando se alcance con seguridad la semana 42 o bien si aparecen signos de 
pérdida del bienestar fetal, el obstetra puede inducir el parto con prostaglandina E2 o 
practicar una cesárea. Algunos autores, basándose en los riesgos del embarazo 
prolongado, abogan por una inducción a las 41 semanas de gestación. La valoración por 
ultrasonografía de la longitud cervical en el embarazo prolongado puede predecir la 
aparición espontánea del trabajo de parto. 
 
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