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Acercamiento estilístico a la poesía de José Carlos Becerra
Raúl Martín Hernández Juárez 
Métodos de Investigación I. Sección 01. 7mo semestre 
José Carlos Becerra nace en Villahermosa, Tabasco en 1936 y muere en mayo de 1970 en un accidente automovilístico en la ciudad de Bríndisi. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación Guggenheim. Publicó en vida los siguientes libros: Oscura palabra (1965), Oscura palabra en el volumen de Poesía joven en México (1967), recopilado por Alejandro Aura, Leopoldo Ayala, José Carlos Becerra, y Raúl Garduño, para la editorial Siglo XXI; Relación de los hechos (1967) con editorial Era. En 1969 se publica una segunda edición de Oscura palabra en Poesía joven en México con la adición den los poemas “La venta” y “Poemas para un libro en formación”; culmina con Fotografía junto a un tulipán en 1970. De manera póstuma, en 1973, José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid se dan a la tarea de realizar una recopilación de toda su obra poética en un libro titulado El otoño recorre las islas, el cual cuenta con prólogo de Octavio Paz. 
La muerte prematura de Becerra no mermó los estudios acerca de su obra, en uno de ellos, “José Carlos Becerra: entre dos vertientes de la poesía mexicana”, de Gustavo Jiménez Aguirre, se realiza un análisis intertextual de ciertos poemas de Becerra en relación con los de otras generaciones literarias cercanas a su época de producción. Si bien este estudio, con base en un análisis de Enrique Krauze, sitúa a José Carlos en la generación del 68 debido a que “el deseo de trascender los valores poéticos absolutos de medio siglo (la soledad, la muerte, la tristeza) va apareciendo desde sus primeros libros” (Jiménez, G. p. 130), también existe, para Jiménez Aguirre, la posibilidad de encontrar “rasgos generacionales y poéticos de Becerra que abrevan en las aguas reposadas de medio siglo” (Op. Cit. p. 129). Para lo cual realiza un bosquejo de los rasgos distintivos de ambas generaciones y los contrasta con la poesía de Becerra aseverando que “Oscura palabra convence por el dominio de los recursos heredados del medio siglo, [pero] Relación de los hechos enfrenta a Becerra con la ruptura de aquella tradición” (Op. ict. p. 138), con lo cual se puede interpretar que Carlos Becerra fue un poeta que supo mediar la tradición de la que bebió e insertarse en ella, pero también buscó renovar su poesía. Ante dicha oscilación entre temáticas y formas tan variadas de poesía, Gustavo Jiménez Aguirre concluye que “después de 25 años de la muerte de Becerra, las islas de El otoño. . . aún emergen entre dos vertientes de la poesía mexicana” 
Además de dicho estudio, encontramos el de Alberto Julián Pérez titulado “La poesía neo-vanguardista de José Carlos Becerra” en el que se busca la inserción de la obra de Becerra en una corriente artística: el neo-vanguardismo. Para tal fin se da a la tarea de recapitular los principales exponentes de las vanguardias literarias en español: César Vallejo, con Trilce (1922), Pablo Neruda con los dos primeros volúmenes de Residencia en la tierra, publicados en 1933 y 1935 respectivamente; y Poeta en Nueva York (1940) de Federico García Lorca. Se mencionan algunas de las características que imperaron en dicho momento, y las cuales, José Carlos Becerra retoma en su poética. Entre las caracterizaciones que se hace de las vanguardias se menciona que: 
“Los vanguardistas impusieron el uso casi exclusivo del verso libre, reemplazaron los complejos efectos sonoros de la métrica por una noción intuitiva del ritmo del verso y redujeron el complejo cultivo de figuras poéticas al uso de unas pocas especialmente las comparaciones, la metáfora, y, en algunos casos, la alegoría”
Un aporte importante de Alberto Julián Pérez es la equiparación que realiza entre el que considera su obra más valiosa en vida, Relación de los hechos, y Residencia en la tierra, de Neruda, ya que considera a ambos como oscuros, un tanto inteligibles, textos que exigen al lector un mayor esfuerzo para su comprensión y generan imágenes poéticas poco frecuentes, mucho más relacionadas con el mundo onírico y un tanto alejadas de la realidad y la problemática social que aquejaban a Latinoamérica en esas fechas.
De esta manera, se propone un acercamiento desde el punto de vista estilístico a la obra que legó Becerra, con el propósito de detectar ciertos tópicos temáticos en su obra, y comprobar lo que en párrafos anteriores se nos ha mencionado: una tendencia al neo-vanguardismo mediante el uso de formas y temas que oscurecen, las más de las veces, su poesía. Para los efectos de nuestro trabajo, es necesario realizar 
* La Escuela Española: surge en la época de la Posguerra civil española y tiene más conocimiento de la lingüística de Saussure que la Escuela Alemana, lo que los llevó a establecer un equilibrio entre los presupuestos idealistas y los lingüísticos. Entre sus representantes destacan Amado Alonso y Dámaso Alonso. Este último hace una valiosa observación para la corriente, debido a que:
“Observa que en la lengua cotidiana, el significante tiene una importancia secundaria, porque lo verdaderamente importante es el significado […] mientras que en la lengua literaria los significantes adquieren una importancia fundamental, pues contribuyen a crear la belleza de la obra”
Es justamente Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos. (1993) de Dámaso Alonso la que se tomará como punto de partida metodológico para realizar el acercamiento a la obra de José Carlos Becerra. En esta obra, Dámaso hace una diferenciación entre la noción de significado y significante de la lingüística de Saussure y la que él mismo empleará en la obra; dicho apunte menciona que “Toda la teoría de Saussure se basa en su afirmación de que el signo lingüístico es arbitrario: si en español el significante (o imagen acústica) ‘árbol’ designa el significado (o concepto) ‘árbol’, no es porque entre imagen acústica y concepto haya ninguna ligazón, sino por un mero asentimiento social”
Esta idea que se opone a la que él tiene, ya que para él la noción de significado tiene un espectro más amplio de entendimiento puesto que puede estar conformado por más de un significante, este último considerado como “todo lo que en el habla modifica leve o grandemente nuestra intuición del significado” y en cuya categoría se pueden insertar fenómenos como la entonación, velocidad, intensidad, o cualquier figura retórica que busque una función estética, y a las cuales llamará significantes parciales, puesto que suelen operar juntos en el discurso en función de un significado mayor. La última distinción que Dámaso hace en este sentido es la de la arbitrariedad del signo, ya que esto puede funcionar en la postura de Saussure, pero “para nosotros, en poesía, hay siempre una vinculación motivada entre significante y significado” ya que cualquier significante que sea seleccionado, no lo será sólo por el significado a que remita, sino por lo que transmita en tanto tenga valores metafóricos, rítmicos, tonales, entre otros.
Comenzaremos el análisis tomando en cuenta uno de los valores que Dámaso Alonso considera pertinentes para su labor de interpretación: la relevancia temática, ya que él afirma que:
Uno de los procedimientos más repetidos en la estructuración poética consiste en desarrollar a lo largo de una breve composición una imagen, muchas veces tomada del mundo de la naturaleza, y al final hacer brevemente una comparación con el estado psicológico de la persona que habla”.
 Así el poeta buscará una recurrencia en las imágenes que crea a través de su poesía, ya sea de forma consciente o inconsciente, y con ello buscará transmitir una situación particular. Este postulado se cumple de manera casi total en la poesía de José Carlos Becerra; para tal efecto se tomarán versos de tres poemas: “El otoño recorre las islas”, “Relación de los hechos” y “Batman”. En estos poemas encontramos que el concepto “noche” aparece en repetidas ocasiones, y no de manera casual. En el primero de los mencionados poemashace su aparición el sustantivo noche en el segundo párrafo, primero por medio de una derivación verbal y posteriormente en su calidad de sustantivo: 
“A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no merecías, 	 a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,								 mientras el tiempo transcurre entre un momento de mi corazón	 y un momento de la noche” 
Con lo cual se crea un ambiente de melancolía, de pérdida, de una falta de resignación ante lo amado que el poeta ha perdido y que no podrá volver a tener. Adicional, en el último verso del párrafo se nos sitúa a los lectores en un espacio-tiempo que remite a la oscuridad y soledad de la noche como referente de la naturaleza que ya mencionaba Dámaso Alonso. 
El segundo poema en cuestión tiene presente el sustantivo noche desde el primer verso, enunciando que “Esta vez volvíamos de noche/ los horarios del mar me habían guardado sus pájaros y sus/ anuncios de vidrio” creando un efecto análogo al del poema anterior, es decir, también, al momento de leerlo, nos situamos de manera inmediata en un contexto nocturno, pero esta vez nos recrea la situación de regreso de un viaje, cuya ambigüedad radica en si se refiere a un aspecto físico o espiritual. 
Y el tercer poema, “Batman”, presenta el sustantivo en cuestión en el inicio del segundo párrafo: “La noche enrojeciendo, la situación previa y el pacto/ previo enrojeciendo” (Becerra, J. 2008. p.22), pero en este caso toma su significación gracias a los versos anteriores, en los que el poeta, como nos percatamos en el título, hace referencia a la figura del héroe de la cultura popular, y a su acto socialmente asimilado de estar “aguardando siempre la misma señal” de ese modo se entiende que el sustantivo noche funciona en relación a ese verso, puesto que la acción de esperar se lleva a cabo en ese momento particular. 
Como podemos ver, existe una recurrencia en la selección que hace el poeta Carlos Becerra del sustantivo noche, así como el orden de aparición del mismo en sus poemas, ya que en ninguno de los tres casos citados tarda más de diez versos en introducirlo, con lo cual podemos ver que se cumple el aspecto de la imagen recurrente en estos ejemplos. 
En el mismo sentido de la recurrencia de tópicos, pero en una oposición de sentido podemos encontrar el sustantivo “amanecer” que no de manera fortuita aparece en la culminación de dos de los poemas en cuestión; en “Batman” Becerra enuncia que durante la noche se ha estado realizando un: 
Monólogo alrededor de una silla donde está un simulacro 				 en forma de traje doblado,						 mientras el amanecer se deja llevar por su propia marea 	 ascendente, y por el ruido de las barredoras mecá- nicas y de los primeros camiones urbanos que aparecen por las calles desiertas 
 Con la inserción de este sustantivo se crea un efecto de contraste ante la realidad lúgubre con que se suele asociar la noche, y también nos deja muy clara la temporalidad en que transcurrió la acción del poema –una sola noche−. 
Por el lado del poema de “Relación de los hechos” el mismo sustantivo aparece en el último párrafo, mencionando que: 
“Esta vez volvíamos, 							 el amanecer te daba en la cara como la expresión más viva de ti misma, tus cabellos llevaban la brisa, el puerto era una flor cortada en nuestras manos.”
Aquí es necesario centrarnos un poco en el aspecto formal, puesto que se da un fenómeno de anáfora del primer verso del primer párrafo con el primer verso del último párrafo para resaltar la idea de un retorno. De igual manera, consideramos que se resuelve en cierta medida la ambigüedad de si era un retorno físico o espiritual, basándonos en que, a pesar que se da una enumeración de sustantivos que remiten a un campo semántico como la playa, nunca se establece en el discurso alguna marca que nos indique un retorno espacial; es más una idealización que se da en una suerte de ensueño por parte de la voz poética a quien el amanecer atrapa en el proceso de contemplación de la amada. Y en relación al sentimiento de nostalgia que se genera en “Batman”, en este caso es inexistente, ya que se potencializa la belleza de la amada a través de la equiparación que se le da con el amanecer, lo que nos crea un ambiente de confort y pasividad. 
Con base en el reconocimiento de estos registros en la muestra poética que hemos abordado de José Carlos Becerra, podemos encontrar una recurrencia temática en su discurso, e incluso en la forma en que los presenta, ya que en dos de los textos seleccionados se da el mismo efecto de cambio noche-día, teniendo como parte de su estilo dicha selección de términos y la utilización que de ellos hace. 
Para adentrarnos en el aspecto formal de la poesía de José Carlos Becerra hemos de utilizar el estudio que Amado Alonso realiza acerca de Pablo Neruda, Poesía y estilo de Pablo Neruda (1968), poeta al que se ha visto relacionado Becerra. Tomando en cuenta el postulado de Amado Alonso sobre Neruda donde afirma que “está atacado del prurito de quebrantar toda la ley formal. Las leyes formales que podamos descubrir en su poesía son inconscientes, involuntarias y no generales; esto es, tendencias, pero no reglas” (Alonso, A. p. 86), esto también podemos aplicarlo a la poesía de Becerra, ya que no existe en él un rigor métrico al que se ciña; no hay, dentro de la muestra que nos compete analizar, una tendencia a seguir los cánones de versificación que habían imperado hasta antes de la época de las 2 Entendida como “la repetición de expresiones al principio de varas frases o de varios versos consecutivos” (Beristáin, H. p. 50) Vanguardias, debido a que si bien puede utilizar versos tan cortos como el hexasílabo, “viva de ti misma” (Becerra, J. 1985. p.89), las más de las veces suele combinar versos más largos que el alejandrino, hasta de veintiún sílabas, “a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver” (Becerra, J. 1973. s/n), y ya que en esta estructuración de versos no existe una tendencia clara a hacerlo en algún orden particular, podemos confirmar su inserción en una poética vanguardista, y aunque se aleja temporalmente de esa corriente, presenta rasgos claros de versolibrista. 
Es en este mismo texto de amado Alonso, pero en el apartado dedicado a la complejidad sintáctica de Neruda donde realiza una explicación de ciertos fenómenos de la lengua que él detecta, tal es el caso del uso del gerundio en varios de sus poemas, al cual, a pesar que lo considera una “falta” en el uso cotidiano, contextualiza y entiende en el sentido utilitario y estético que adquiere en la creación poética, pues “el gerundio significa la acción o el suceso ocurriendo o el estado de su concreta duración temporal. Estos gerundios [los de Neruda] entrañan una demora contemplativa” 
Ahora bien, sentadas las bases acerca de este concepto, veamos la utilización que tienen en la poesía de José Carlos Becerra, en el ya mencionado poema “Batman” es con esta estructura sintáctica con que empieza el poema, e incluso se puede percibir una elipsis del verbo estar en la conjugación de la segunda persona del singularindicativo, pues bien se podría leer: “[estás] recomenzando siempre el mismo discurso” (Becerra, J. 2008. p.22); situando al personaje del poema en una situación concreta que más adelante se desarrollará en una eterna espera, al estar “aguardando siempre la misma señal” (Op. Cit. p.22), que nos reforzará la idea del sentimiento de melancolía que habíamos abordado en el aspecto de las imágenes recurrentes. El poema sigue en desarrollo y llega a un clímax en el verso veinticinco debido a la repetición contigua del gerundio “llamando”, en el que enuncia el poeta:
Llamando, llamando, llamando. Llamando desde el radio portátil oculto en cualquier 			 parte. 											 Llamando al sueño con métodos ciertamente sofocantes, con artificios inútilmente reales […] con argumentos despellejados por el acontecimiento que no se produce.
Este recurso estilístico tiene la función de centrar la atención del lector en la acción de llamar, puesto que aquí se juega con la idea socialmente aceptada de que el personaje es el que debe ser llamado, pues podemos, a primera instancia, pensar que ahora es el que está llamando a ese otro, pero lo que ahora él clama es la llegada del sueño, acción que nos confirma la temporalidad en que se desarrolla el texto. 
Al final del poema también es significativa la no presencia de gerundio, puesto que está presente en casi la totalidad del cuerpo del texto, dándonos una sensación del paso del tiempo, situándonos en los hechos concretos que le suceden al personaje. El cambio que mencionamos, en negritas, se da en el último párrafo, pues recuerda los:
 Paseos alrededor de una silla donde está un extraño 		 traje doblado, 										 monólogo alrededor de una silla donde está un simulacro 			 en forma de traje doblado, mientras el amanecer se deja llevar por su propia marea ascendente, y por el ruido de las barredoras mecá- 	 nicas y de los primeros camiones urbanos que aparecen por las calles desiertas.
Así podemos ver que, al no haber existencia del gerundio, después de que lo había usado con tanta frecuencia en versos anteriores, nos indica que se le está dando término al poema al pasar a una conjugación en presente, reforzado por los aspectos estilísticos mencionados en párrafos previos.
 Como hemos podido comprobar, cada análisis estilístico busca centrar su atención en diferentes elementos, así comprobamos que en José Carlos Becerra existe el llamado elemento recurrente que detecta Dámaso Alonso; así como una desviación de la norma gramatical coloquial como la que Amado Alonso comprueba en Neruda; y, de manera adicional, pudimos establecer una relación de oposición entre la estructura inicial y final en su textos, lo cual nos permite comprobar que se puede considerar a Becerra como un poeta que ha abrevado de la tradición vanguardista y la ha desarrollado en su producción literaria.

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