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sanguíneo de la víctima de SCID. En casos exitosos, las célu- las se instalan en la médula ósea, proliferan y estimulan la for- mación de células inmunitarias sanas. El SIDA es una devastadora enfermedad de deficiencia inmunitaria La enfermedad de deficiencia inmunitaria más común y ex- tendida es el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o SIDA. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que en 2005 más de tres millones de personas murieron de SIDA y que casi cinco millones más se infectaron, con lo que la po- blación total infectada ascendió a 40 millones. El SIDA es causado por los virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Estos virus socavan el sistema inmunitario infectando y destruyen- do las células T auxiliares, las cuales estimulan las respuestas inmunitarias, tanto la humoral como la mediada por células. El SIDA no mata al enfermo directamente, sino que lo vuelve cada vez más susceptible a otras enfermedades, a medida que se reducen sus poblaciones de células T auxiliares. Aunque ape- nas se le reconoció en 1981, estudios genéticos indican que el virus del SIDA casi con seguridad surgió de virus que han in- fectado a chimpancés en África durante miles de años. Los investigadores creen que este virus ancestral sufrió mutacio- nes y adquirió la capacidad de infectar a los seres humanos a mediados de la década de 1940 o principios de la de 1950. El virus de inmunodeficiencia humana infecta y destruye a las células T auxiliares ¿Cómo hace el virus VIH para causar estragos en el sistema inmunitario humano? Como la mayoría de los virus, entra en una célula huésped (en este caso una célula T auxiliar) y “se- cuestra” la maquinaria metabólica de la célula, forzándola a elaborar más partículas de VIH que luego emergen y toman su envoltura externa de la membrana de la célula T (FIGURA 36-15). En el periodo inicial de la infección, conforme el siste- ma inmunitario lucha contra el virus, la víctima presenta fie- bre, erupciones cutáneas, dolores musculares, jaquecas y ganglios linfáticos inflamados. Después de varios meses, la ta- sa de duplicación viral se reduce. Suficientes células T auxilia- res recuerdan que los individuos infectados son capaces de resistir las enfermedades y, en general, se sienten bastante bien. En algunos casos, esta condición persiste durante varios años. Sin embargo, si no se imparte tratamiento, los niveles de células T auxiliares tarde o temprano disminuyen, lo que de- bilita severamente la respuesta inmunitaria y, para entonces, la persona manifiesta el SIDA. Conforme los niveles de VIH se disparan considerablemente, exterminan más células T au- xiliares, y la persona se vuelve presa fácil para otras infeccio- nes. La expectativa de vida para las víctimas de SIDA que no reciben tratamiento es de uno o dos años. El virus de inmunodeficiencia humana se transmite por los líquidos corporales El VIH no puede sobrevivir mucho tiempo fuera del cuerpo y sólo puede transmitirse por contacto directo entre la piel o membranas mucosas rotas y líquidos corporales cargados de virus, como sangre, semen, secreciones vaginales y leche ma- terna. La infección de VIH se puede propagar por actividad sexual, o cuando usuarios de drogas intravenosas comparten la misma aguja, o por trasfusiones de sangre (lo cual es muy poco frecuente, al menos en los países industrializados, donde se adoptó la práctica de hacer una prueba de anticuerpos de VIH a toda la sangre donada). Una mujer infectada con VIH puede transmitir el virus a su hijo durante el embarazo, el par- to o al amamantarlo. Hay tratamientos parcialmente efectivos para el SIDA, pero no hay cura Nuevos medicamentos pueden desactivar el VIH y detener el progreso del SIDA. La expectativa promedio de vida para in- dividuos portadores del VIH que reciben la mejor atención médica es de 24 años, un periodo mucho más prolongado que la esperanza de vida antes de que se desarrollaran tales medi- camentos. Son particularmente efectivas las combinaciones de fármacos que atacan en diferentes etapas de la duplicación del virus, y en la actualidad existe un tratamiento completo para el SIDA concentrado en píldoras que se toman una vez al día. Por desgracia, el VIH puede mutar en formas resisten- tes a los medicamentos; y, en algunos pacientes, los fármacos tienen graves efectos colaterales. Es obvio que la mejor solución sería crear una vacuna pa- ra el SIDA. Pero esto presenta grandes dificultades porque el VIH desactiva la respuesta humana de la que depende una vacuna. Además, el VIH tiene una tasa de mutación increíble, quizá unas mil veces más rápida que la de los virus de la gri- pe. Individuos infectados podrían albergar diferentes cepas de VIH en la sangre y el semen por las mutaciones que ocu- rren dentro de sus cuerpos después de que fueron infectados. A pesar de que se han invertido miles de millones de dólares en investigaciones y en pruebas con animales y seres huma- nos, aún no se cuenta con una vacuna eficaz contra el VIH. El cáncer puede evadir o abatir la respuesta inmunitaria Cáncer es una de las palabras más temidas del idioma, y con razón. Esta enfermedad es la segunda causa de muerte en Es- tados Unidos, sólo después de las enfermedades cardiacas. Un 40 por ciento de los estadounidenses contraerán cáncer tarde o temprano. Pese a décadas de intensa investigación, aún no existe una cura satisfactoria para esta enfermedad. ¿Por qué no podemos curar ni prevenir el cáncer? A diferencia de otras enfermedades, el cáncer no es una in- vasión directa del cuerpo por parte de un organismo extraño. Si bien algunos tipos de cáncer son iniciados por virus, en esencia, el cáncer es una falla en los mecanismos que contro- lan el crecimiento de las propias células del cuerpo; es una en- fermedad en la que el cuerpo se destruye a sí mismo. Los mecanismos utilizados en la regulación de la división celular y las mutaciones genéticas que causan cáncer se explican en el capítulo 11. FIGURA 36-14 David, el “niño de la burbuja” David nació con un defecto genético que impedía la formación de células inmunitarias, por lo que tuvo que vivir su corta vida en un ambiente a prueba de gérmenes.
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