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Riñones 313 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. proporcionan elasticidad y resistencia a la presión hidrostática. La membrana también contiene laminina, fibronectina y proteo- glucanos con grupos heparán sulfato cargados negativamente, que forman una barrera electrostática para las proteínas filtra- das desde el plasma. Los podocitos y las células mesangiales poseen receptores para una serie de sustancias vasoactivas como angiotensina II, la vasopresina, la bradicinina, el ATP, la endotelina, las prosta- glandinas, la dopamina, los péptidos natriuréticos y los nucleó- tidos de adenina. Las fenestraciones en la capa endotelial y los espacios inter- pediculares de los podocitos forman un cedazo que filtra agua y pequeñas moléculas. La filtración de moléculas de mayor tamaño se ve limitada por su tamaño, forma y carga eléctrica. Por ejemplo, a pH 7,4 la mayor parte de las proteínas plasmáti- cas se encuentran cargadas negativamente, y también lo está la barrera de filtración; se obstaculiza así la filtración incluso de las proteínas más pequeñas como la mioglobina (masa molecular, 17 kDa) y se evita casi completamente la filtración de la albú- mina, de mayor tamaño (69 kDa). La filtración glomerular está dirigida por la presión hidros- tática en los capilares glomerulares, que es de ∼50 mmHg. La presión hidrostática está contrarrestada por la presión oncótica del plasma y la presión retrógrada (∼10 mmHg) del filtrado en la cápsula glomerular. Los cambios en la filtración glome- rular alteran la cantidad total de agua y solutos filtrados, pero no la composición del filtrado. Una disminución de la tensión arterial en la arteriola aferente del glomérulo es detectada por el grupo de células conocido como aparato yuxtaglomerular. Esto estimula la secreción de renina y activa el sistema renina- angiotensina. Filtrado glomerular: formación de la orina El volumen, composición y osmolaridad del filtrado glomerular cambian a medida que fluye a través de los túbulos renales. Aproximadamente el 80% del filtrado se reabsorbe en el túbulo proximal. El sodio se reabsorbe mediante varios mecanismos: por medio de canales iónicos específicos, en intercambio por el ion hidrógeno y en cotransporte con la glucosa, aminoácidos, fos- fato y otros aniones. El movimiento del sodio causa reabsorción de agua. La entrada de sodio en las células de los túbulos proxi- males es pasiva. Esto es posible debido a que la Na+/K+-ATPasa mantiene baja la concentración de sodio en el citoplasma de las células tubulares. El líquido que abandona el túbulo proximal es isotónico. La diferente permeabilidad de los brazos ascendente y descendente del asa de Henle mantiene la hiperosmolaridad de la médula. Esto es esencial para la reabsorción eficaz de agua (fig. 23-11). El líquido tubular que abandona el asa de Henle es diluido (hipo- tónico). Se reabsorbe más sodio en el túbulo distal y en el túbulo colector por intercambio con potasio o ion hidrógeno. Este pro- ceso está controlado por la hormona aldosterona (fig. 23-12). La reabsorción de agua en el túbulo colector está controlada por la vasopresina (v. más adelante). Na+/K+-ATPasa en el riñón La actividad de la Na+/K+-ATPasa en el riñón es algunos miles de veces más alta que en otros tejidos. En el riñón, su principal función es la reabsorción de sodio a través de la catalización de la salida de sodio al líquido intersticial. Existe una relación estrecha entre la cantidad de Na+/K+-ATPasa y la capacidad de reabsorción de sodio de diferentes segmentos de la nefrona. En las células tubulares renales, como en todas las células epitelia- les que reabsorben sodio, la Na+/K+-ATPasa se encuentra en la membrana basolateral. En los seres humanos, el riñón reabsorbe aproximadamente 18 moles de sodio/día y utiliza ∼6 moles de ATP para este proceso. De esta forma, la Na+/K+-ATPasa es un transductor de energía que convierte la energía metabólica en gradientes iónicos. Regulación de la actividad de la Na+/K+-ATPasa La Na+/K+-ATPasa está sujeta a regulación tanto a corto plazo como a largo plazo por una serie de hormonas, incluyendo la aldosterona (v. después). La regulación a corto plazo incluye tanto efectos directos sobre las propiedades cinéticas de la enzima como su traslocación entre la membrana plasmática y los almacenes intracelulares. Los mecanismos reguladores a largo plazo afectan a la síntesis o la degradación de la enzima. Las hormonas peptídicas como la vasopresina y la PTH que actúan a través de receptores acoplados a proteínas G también pueden afectar a la actividad de la Na+/K+-ATPasa. Las proteí- nas G activan a la adenil ciclasa, que genera AMPc. El AMPc activa la proteína cinasa A (PKA). La PTH, la angiotensina II, la noradrenalina y la dopamina también desencadenan la activa- ción de la fosfolipasa C mediada por proteínas G, lo cual activa la proteína cinasa C (PKC). Tanto la PKA como la PKC afectan a Fig. 23.10 Barrera del filtrado glomerular. Consta de las células endoteliales, la membrana basal y los podocitos. Las células de la mácula densa son una parte del aparato yuxtaglomerular: detectan la concentración de cloruro en el túbulo distal, y ajustan en conse- cuencia el diámetro de las arteriolas aferentes, regulando de este modo el flujo de sangre por el glomérulo. 314 Homeostasis del agua y los electrolitos la Na+/K+-ATPasa por fosforilación de la serina de su subunidad a (v. fig. 23-5). Orina Los riñones excretan de 0,5 l a más de 10 l de orina/día; el volu- men promedio diario es de 1-2 l. El volumen mínimo necesario para eliminar los productos del metabolismo (principalmente nitrógeno excretado como urea) es de unos 0,5 l/24 h. La osmolaridad del filtrado glomerular es de cerca de 300 mmol/l y la osmolaridad de la orina varía de ∼80-1.200 mmol/l. De esta forma, la concentración máxima de orina es aproximadamente 4 veces mayor y para excretar el exceso de agua se puede diluir por debajo de la osmolaridad del plasma. Sólo pequeñas cantidades de aminoácidos (0,7 g/24 h) y prácticamente ninguna glucosa se hallan presentes normal- mente en la orina. Cada sustancia reabsorbida en los túbulos renales tiene su propio transporte máximo renal (Tmax). El Tmax puede verse sobrepasado cuando la cantidad de sustancia filtrada es demasiado elevada para ser procesada o cuando las Fig. 23.11 Intercambio y multiplicación de contracorriente en los túbulos renales. El mecanismo de contracorriente es esencial para la formación de orina y para la reabsorción de agua en el túbulo distal. En la rama ascendente del asa de Henle, los iones sodio y cloruro son bombeados al líquido intersticial. A continuación difunden libremente a la luz de la rama descendente, creando un asa funcional, que perpetúa el aumento en osmolaridad del filtrado que alcanza la rama ascendente. Este mecanismo recibe la denominación de multiplicación de contraco- rriente. Como consecuencia, la osmolaridad de la corteza renal es similar a la del plasma (300 mmol/l), mientras que en la médula podría alcanzar 1.300 mmol/l. La elevada osmolaridad de la médula más tarde facilita la reabsorción de agua en los túbulos colectores. Este fenómeno se conoce como intercambio de contracorriente. La cantidad de agua reabsorbida es controlada por la vasopresina. Riñones 315 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. osmolaridad del filtrado glomerular es de cerca de 300 mmol/l y la osmolaridad de la orina varía de ∼80-1.200 mmol/l. De esta forma, la concentración máxima de orina es aproximadamente 4 veces mayor y para excretar el exceso de agua se puede diluir por debajo de la osmolaridad del plasma. Sólo pequeñas cantidades de aminoácidos (0,7 g/24 h) y prácticamente ninguna glucosa se hallan presentes normal- mente en la orina. Cada sustancia reabsorbida en los túbulos renales tiene su propio transporte máximo renal(Tmax). El Tmax puede verse sobrepasado cuando la cantidad de sustancia filtrada es demasiado elevada para ser procesada o cuando las Una mujer de 37 años de edad con una historia de 12 años de diabetes tipo 1 acude a una visita de control a una consulta de diabetes. Su control glucémico es malo y la hemoglobina glucosilada (HbA1c) es del 8%. La tensión arterial está ligera- mente elevada, con unos valores de 145/88 mmHg. Una deter- minación cuantitativa de albúmina en la orina revela una concentración de proteínas de 5 mg/mmol de creatinina, lo que indica microalbuminuria. Los valores de referencia son: ■ HbA1c: inferior al 7%. ■ Microalbúmina en orina: inferior a 3,5 mg/mmol de creatinina. Comentario. Esta paciente tiene una afección leve de la fun- ción renal y una tensión arterial elevada como resultado del daño renal debido a la diabetes. La presencia de microalbu- minuria predice una futura nefropatía diabética declarada. La tensión arterial debe mantenerse en valores <130/80 mmHg preferiblemente con un fármaco inhibidor de la ECA. LA DIABETES SUELE DAR LUGAR A AFECCIÓN DE LA FUNCIÓN RENAL células tubulares no funcionan apropiadamente. Así, puede aparecer aminoaciduria como consecuencia de un trastorno de la función tubular o por acumulación de aminoácidos como la fenilalanina, la leucina, la isoleucina y la valina en el plasma. El análisis de la orina puede proporcionar una gran cantidad de información importante desde el punto de vista clínico El análisis de orina realizado en los laboratorios clínicos incluye la determinación de proteínas, glucosa, cuerpos cetó- nicos, bilirrubina y urobilinógeno e indicios de sangre. La determinación de la osmolaridad urinaria valora la capacidad concentradora del riñón. La orina también se analiza para comprobar la presencia de leucocitos y de diversos cristales y depósitos (fig. 23-13). Las investigaciones especializadas incluyen el análisis de aminoácidos, hormonas y otros meta- bolitos en orina. Normalmente sólo se detectan trazas de proteínas en la orina. Éstas aumentan cuando los glomérulos están lesiona- dos; la presencia de cantidades significativas de proteína en orina es un signo importante de nefropatía. Incluso una canti- dad mínima de albúmina en orina (microalbuminuria) predice el desarrollo de nefropatía diabética (v. cap. 21). Las proteínas de mayor tamaño aparecen en la orina cuando el daño es más extenso: las cadenas ligeras de inmunoglobulina (proteína de Bence-Jones) se hallan presentes en la orina en el mieloma múltiple (v. cap. 4). En la anemia hemolítica, la orina puede contener hemoglobina libre y urobilinógeno. La presencia de mioglobina es un marcador de lesión muscular (rabdomiólisis). La determinación de glucosa y cuerpos cetónicos en la orina es importante en la valoración del control glucémico en los pacientes diabéticos (v. cap. 21). Las determinaciones de urobi- linógeno y bilirrubina en la orina ayudan a valorar la función hepática (v. cap. 29). Fig. 23.12 Reabsorción de sodio en los túbulos renales. Más del 80% del sodio filtrado es reabsorbido activamente en el túbulo proximal. Los iones sodio y cloruro son reabsorbidos además en la rama ascen- dente del asa de Henle. En el túbulo distal opera un mecanismo dife- rente, donde la reabsorción de sodio es estimulada por la aldosterona y se acopla con la secreción de iones hidrógeno y potasio. La aldosterona causa retención de sodio y un aumento de la secreción de potasio. Fig. 23.13 Análisis de orina. Este análisis se efectúa por medio de pruebas secas listas para su empleo; son tiras recubiertas de reac- tivos inmovilizados en un soporte plástico. Al sumergir la tira en la muestra de orina se inicia una reacción que proporciona un pro- ducto coloreado. La lectura se efectúa frente a una escala de color estandarizada. 316 Homeostasis del agua y los electrolitos VALORACIÓN DE LA FUNCIÓN RENAL La tasa de filtrado glomerular es la característica más importante que describe la función del riñón El aclaramiento renal es el volumen de plasma (en ml) que el riñón depura de una sustancia dada cada minuto. La tasa de fil- trado glomerular (TFG) es la característica más importante que describe la función renal. Podría determinarse la TFG midiendo el aclaramiento de una sustancia, como el polisacárido inulina, que ni se secreta ni se reabsorbe en los túbulos renales. La cantidad de inulina filtrada a partir del plasma (es decir, su concentración plasmática, Pin, multiplicada por la TFG) es igual a la cantidad recuperada en orina (es decir, su concentración urinaria, Uin, multiplicada por la velocidad de la formación de orina, V). Pin × GFR = Uin × V A partir de esto, calculamos la TFG: GFR = Uin × V/Pin La TFG promedio es de 120 ml/min en los hombres y de 100 ml/min en las mujeres. El aclaramiento renal de inulina es igual a la TFG. La urea y la creatinina séricas son pruebas de primera línea en el diagnóstico de la enfermedad renal Administrar inulina por vía intravenosa cada vez que se desea valorar la TFG no resulta práctico. En la práctica clínica, en su lugar se emplea el aclaramiento de creatinina. La creatinina deriva de la fosfocreatina del músculo esquelético. Su aclara- miento es similar al de la inulina. Aunque se reabsorbe algo de creatinina en los túbulos renales, se ve compensado por una secreción tubular equivalente. Para calcular el aclaramiento de creatinina se requieren una muestra de sangre y una mues- tra de orina recogida durante 24 h. Primero se determinan las concentraciones de creatinina en el suero y en la orina. La tasa de excreción urinaria se calcula dividiendo el volumen de orina entre el tiempo de recogida (v. anteriormente). Después se cal- cula el aclaramiento de creatinina de acuerdo con la fórmula: Aclaramiento de creatinina = U[creatinina] × V/P[creatinina] donde U[creatinina] = concentración de creatinina en orina; V = tasa de formación de orina (ml/min); la tasa de formación de la orina se calcula dividiendo el volumen de orina de 24 h por el tiempo de reco- gida (en este caso, 24 x 60 = 1440 min). La concentración sérica de creatinina es de 20-80 mmol/l (0,28-0,90 mg/dl). El aumento en la concentración sérica de creatinina refleja la disminución de la TFG: la concentración de creatinina en suero se duplica cuando la TFG disminuye el 50%. Otra prueba empleada para valorar la función renal es la deter- minación de la urea en suero. Sin embargo, y dado que la urea es un producto final del catabolismo proteico, su concentración en plasma depende también de factores como la ingesta dietética de proteínas (cap. 22) y de la velocidad de catabolismo hístico. En la práctica clínica, la urea y la creatinina séricas son prue- bas de primera línea en el diagnóstico de la insuficiencia renal (fig. 23-14). La insuficiencia renal da lugar a una disminución del volumen de orina y del aclaramiento de creatinina, y a un aumento de la urea y la creatinina séricas. Recientes refinamien- tos en las pruebas de laboratorio incluyen la estandarización de las determinaciones de creatinina mediante métodos empleados en laboratorios clínicos que se pueden comparar con el método de referencia, que es la espectrometría de masas con dilución de isótopos. Fig. 23.14 Las concentraciones séricas de urea y creatinina son marcadores importantes de la función renal. El panel superior muestra la conversión de la fosfocreatinina del músculo en creatinina. La pérdida del 50% de las nefronas da lugar, aproximadamente, a una concentración doble de la creatinina sérica. El aclaramiento de creatinina cambia con la edad, la superficie corporal, el sexo y el grupo étnico. Además, la relación entre la TFG y la concentración de creatinina puede ser diferente entre las poblaciones sanas y los pacientes con enfermedad renal. Actualmente, los valores de la TFG se están afinando mediante fórmulas de cálculo que incluyen las concentraciones séricas decreatinina junto con factores como la edad, el sexo y el peso. Actualmente no existen indicios de que esta TFG estimada (TFGe) identifique el riesgo de disminución de la función renal mejor que las determinaciones séricas. Sin embargo, podría ser útil para establecer los estadios de la función renal cuando ya ha sido diagnosticada. Los valores de la creatinina en suero tienen que interpretarse en el contexto de la historia clínica, la exploración del paciente y los resultados de otras pruebas de laboratorio. TFG ESTIMADA (TFGE) Sistema renina-angiotensina 317 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. La concentración de cistatina C es otro marcador de la TFG La cistatina C es una proteína de 122 aminoácidos y 13 kDa que pertenece a la familia de los inhibidores de la cisteína proteinasa. Es producto de un gen de control estructural que se expresa en todas las células nucleadas, y es producida a un ritmo constante. Debido a su pequeño tamaño y a su punto isoeléctrico básico, la cistatina C se filtra libremente a través del glomérulo. No se secreta por los túbulos y aunque se reabsorbe posteriormente, es catabolizada y, por tanto, no regresa al plasma. Su concen- tración se altera con la edad. Otros factores independientes de la TFG, como los fenómenos inflamatorios, pueden afectar a la concentración de cistatina C. POTASIO La monitorización de la concentración de potasio en las personas con trastornos de los líquidos y de los electrolitos es sumamente importante La determinación de la concentración de potasio en suero tiene una gran relevancia clínica (fig. 23-15). La concentración sérica de potasio normal es de 3,5-5 mmol/l. Dado que su concen- tración intracelular es mucho mayor que la concentración en el plasma, un desplazamiento relativamente menor de potasio entre el LEC y el LIC puede dar lugar a grandes cambios en su concentración sérica. Tanto los valores elevados de potasio como los bajos (hiperpotasemia e hipopotasemia, respectivamente) pueden suponer un peligro para la vida. Una concentración de potasio por debajo de 2,5 mmol/l o por encima de 6,0 mmol/l es peligrosa. La monitorización de la concentración de potasio en las personas con trastornos de los líquidos y de los electrolitos tiene una importancia fundamental. La causa más frecuente de hiperpotasemia grave es la insuficiencia renal: en este cuadro, el potasio no puede ser excretado de forma adecuada en la orina. Por otro lado, el potasio sérico bajo suele deberse a pérdidas excesivas, ya sea en la orina o a través del tracto gastrointestinal. Los riñones explican más del 90% de la pérdida corporal de pota- sio. Los cambios de la concentración sérica de potasio también se asocian con trastornos del equilibrio ácido-base (v. cap. 24). SISTEMA RENINA-ANGIOTENSINA El sistema renina-angiotensina controla la tensión arterial y el tono vascular La renina es producida principalmente en el aparato yuxtaglome- rular del riñón; se almacena en gránulos secretores y es liberada en respuesta a una disminución de la presión de perfusión renal. La renina es una proteasa que emplea el angiotensinógeno como su sustrato. El angiotensinógeno es una glucoproteína de más de 400 aminoácidos, se sintetiza en el hígado y sus diferentes formas tienen una estructura y un peso molecular variables. La renina escinde la angiotensina I a partir del angiotensinógeno. La angiotensina I es un péptido de 10 aminoácidos. Se convierte en un sustrato para la peptidil-dipeptidasa A (enzima converti- dora de la angiotensina; ECA). La ECA elimina dos aminoácidos de la angiotensina I, produciendo angiotensina II. Esta reacción también puede ser catalizada por enzimas como la quimasa y la catepsina. Otra forma de la angiotensina, la angiotensina 1-9, está formada por la isoforma de la ECA (ECA2) y posteriormente es degradada a angiotensina 1-7. Esta última también se puede formar a partir de la angiotensina II por las endopeptidasas. En la figura 23-16 se ilustra el sistema renina-angiotensina. Los receptores de angiotensina son importantes en la patogenia de la enfermedad cardiovascular La angiotensina II contrae el músculo liso vascular, aumentando de esta forma la tensión arterial y reduciendo el flujo sanguíneo renal y la tasa de filtrado glomerular. También favorece la libera- ción de aldosterona y la proliferación del músculo liso vascular a través de la activación de los receptores AT1 que señalizan mediante proteínas G y fosfolipasa C (fig. 23-17). Generalmente, la activación del receptor AT1 tiene efectos que favorecen la enfer- medad cardiovascular: estimulación de fenómenos inflamatorios, depósito de matriz extracelular y generación de especies de oxí- geno reactivas (ROS). También es protrombótica. Estas acciones son contrarrestadas por la estimulación del receptor AT2, que da lugar a vasodilatación mediante la estimulación de la producción de NO, favorece la pérdida de sodio e inhibe la proliferación de células musculares lisas vasculares. Las acciones de la angioten- sina (1-7) que actúa a través del denominado receptor Mas (puede unirse además a AT1 y AT2) también parece ser cardioprotector. Fig. 23.15 Equilibrio de potasio. La concentración plasmática de potasio se mantiene en límites reducidos. Tanto las concentraciones bajas de potasio (hipopotasemia) como las altas (hiperpotasemia) pueden ser peligrosas, ya que el potasio afecta a la contractilidad del músculo cardíaco. El panel superior muestra las principales fuentes de pérdida de potasio. 318 Homeostasis del agua y los electrolitos Los fármacos que inhiben la ECA se emplean con frecuencia actualmente para el tratamiento de la hipertensión y la insufi- ciencia cardíaca (v. fig. 23-17 y cuadro en p. 66). En el riñón se forman cantidades importantes de angioten- sina II. Las células yuxtaglomerulares contienen ECA, angio- tensina I y angiotensina II. La angiotensina II se sintetiza además en las células glomerulares y tubulares y se segrega al interior del líquido tubular y del espacio intersticial. Los receptores de la angiotensina II están presentes en las células vasculares renales y tubulares: por tanto, la angiotensina II producida localmente influye probablemente en la reabsorción tubular y el tono vascular renal a través de una acción auto- crina y paracrina. Aldosterona La aldosterona regula la homeostasis del sodio y el potasio La aldosterona es una hormona mineralocorticosteroide fun- damental en el ser humano que se produce en la corteza Fig. 23.16 Sistema renina-angiotensina. La renina convierte el angiotensinógeno en angiotensina I. La angiotensina I se convierte después en angiotensina II por la acción de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA). También da lugar a otros péptidos de la angiotensina. Las accio- nes celulares de las angiotensinas están mediadas por los receptores de la angiotensina de tipo 1 (AT1), de tipo 2 (AT2) y Mas que se unen con la angiotensina (1-7). El sistema renina-angiotensina es una diana para dos clases principales de fármacos hipotensores: los bloqueadores de la ECA (p. ej., ramipril, enalapril) y antagonistas del receptor AT1 (p. ej., losartán). Los bloqueadores de la ECA se emplean además de forma general en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. VSMC: células vasculares lisas musculares; SNC: sistema nervioso central. *Receptor de AT1 bloqueado, como por ejemplo, losartán. **Receptor de AT2 bloqueado por saralasina. ROS: especies de oxígeno reactivas. Sistema renina-angiotensina 319 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. supra rrenal. Regula el volumen extracelular y el tono vascular y controla el transporte de sodio y de potasio. Se une al receptor mineralcorticoide del citosol en las células epiteliales, principal- mente en el tubo colector renal. El receptor se mueve hacia el núcleo y se fija a dominios específicosen genes diana, alterando la expresión génica. La aldosterona regula la Na+/K+-ATPasa tanto a corto como a largo plazo y también regula transportadores como el inter- cambiador de Na+/H+ de tipo 3 en el túbulo proximal, el cotrans- portador de Na+/Cl− en el túbulo distal y el canal de sodio epitelial en el tubo colector. El resultado global es un incremento de la reabsorción de sodio y un aumento de la secreción de pota- sio y de ion hidrógeno. El hiperaldosteronismo es un hallazgo frecuente en la hipertensión El hiperaldosteronismo primario es resultado de una actividad suprarrenal anormal y es infrecuente. Puede ser la consecuen- cia de un tumor suprarrenal único, un adenoma (síndrome de Conn). El hiperaldosteronismo secundario es más frecuente y se En lugar de determinar las formas activas de péptidos natriuréti- cos en plasma, es más conveniente determinar los propéptidos presentes en plasma en cantidades equimolares con las especies activas. De esta forma, proBNP (1-76) alcanza valores más ele- vados en la insuficiencia cardíaca que el BNP 32. De forma simi- lar, el proANP (1-98) tiene una vida media más prolongada en el plasma que el ANP 1-28 biológicamente activo y por tanto, está presente en la circulación a concentraciones más altas. EMPLEO DIAGNÓSTICO DE LOS PROPÉPTIDOS DEL PÉPTIDO NATRIURÉTICO CEREBRAL (BNP) Fig. 23.17 Mecanismo celular de la vasoconstricción inducida por la angiotensina II. El receptor de la angiotensina (AT1) está acoplado a las proteínas G. La unión de la angiotensina II lleva a la formación mediada por la fosfolipasa C de inositol 1,4,5-trifosfato (IP3) y de 1,2-diacilglicerol. Esto moviliza Ca 2+ del retículo sarco- plásmico (SR) y causa la entrada en la célula del Ca2+ extracelular a través de canales de calcio activados. Un aumento en el Ca2+ citosólico inicia la respuesta contráctil de las células musculares lisas vasculares. El Ca2+ se une posteriormente a la calmodulina (Cal). El complejo Ca2+-calmodulina activa la cinasa de las cadenas ligeras de la miosina. La cinasa fosforila las cadenas ligeras de la miosina y produce tensión muscular. Este efecto termina por la desfosforila- ción de la miosina (v, también cap. 20). Los antagonistas del recep- tor de AT1, como losartán, inhiben los efectos vasoconstrictores de la angiotensina II y se emplean en el tratamiento de la hipertensión. AT1R: receptor AT1 de la angiotensina; DAG: 1,2,diacetilglice- rol; VSMC: célula muscular lisa vascular, MLCK: miosina cinasa de cadena ligera; Cal: calmodulina. Un hombre de 25 años de edad es ingresado en el hospital inconsciente después de un accidente de motocicleta. Muestra indicios de shock, con hipotensión y taquicardia, una fractura de cráneo y múltiples lesiones en las extremidades. A pesar del tratamiento con coloides intravenosos y sangre, presenta una oliguria persistente (diuresis, 5-10 ml/h; la oliguria se define <20 ml/h). La oliguria debida a necrosis tubular aguda se puede diferenciar de la uremia prerrenal mediante la determi- nación de la osmolaridad de la orina (>500 mOsm/kg en la uremia prerrenal y <350 en la insuficiencia renal aguda) y la concentración urinaria de sodio (<20 mmol/l en la azotemia prerrenal y >40 mmol/l en la insuficiencia renal aguda). El ter- cer día, su concentración de creatinina en suero asciende hasta 300 mmol/l (3,9 mg/dl) y su concentración de urea hasta 22 mmol/l (132 mg/dl). Los valores de referencia son: ■ Creatinina: 20-80 mmol/l (0,23-0,90 mg/dl). ■ Urea: 2,5-6,5 mmol/l (16,2-39 mg/dl). Comentario. Este hombre joven ha desarrollado una insu- ficiencia renal aguda debido a necrosis tubular aguda como consecuencia de un shock hipovolémico. Posteriormente se le somete a hemofiltración de emergencia. La función renal empieza a recuperarse después de 2 semanas con un aumento inicial del volumen de orina, la denominada «fase de diuresis». ■ Urea mg/dl = mmol/l × 6,02. ■ Creatinina mg/dl = mmol/l × 0,0113. LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA DA LUGAR A UNA CAÍDA BRUSCA DE LA PRODUCCIÓN DE ORINA Y A VALORES SÉRICOS ELEVADOS DE UREA Y CREATININA 320 Homeostasis del agua y los electrolitos debe a un aumento de la secreción de renina. Los feocromocito- mas son tumores secretores de catecolaminas que causan hiper- tensión en ∼0,1% de los pacientes hipertensos. Es importante diagnosticar correctamente el feocromocitoma porque se puede extirpar quirúrgicamente (v. cap. 43 y cuadro en p. 588). Péptidos natriuréticos Los péptidos natriuréticos son marcadores importantes de insuficiencia cardíaca Una familia de péptidos conocidos como péptidos natriuréticos interviene en la regulación del volumen de líquido. Los dos péptidos principales son el péptido natriurético atrial (ANP) y el péptido natriurético cerebral (BNP). El ANP se sintetiza prin- cipalmente en la aurícula cardíaca como un propéptido de 126 aminoácidos (pro-ANP). Después se escinde en un propéptido más pequeño de 98 aminoácidos y el ANP, de 28 aminoácidos biológicamente activo. El BNP se sintetiza en los ventrículos car- díacos como un propéptido de 108 aminoácidos y se escinde en un propéptido de 76 aminoácidos y el BNP de 32 aminoácidos biológicamente activo. El BNP 32 y otro péptido, el CNP (de 23 aminoácidos de largo), se aislaron a partir de cerebro porcino y de ahí el nombre. Todos los péptidos natriuréticos poseen una estructura de tipo anillo debido a la presencia de un puente disulfuro. Los péptidos natriuréticos favorecen la excreción de sodio y disminuyen la tensión arterial. El ANP y el BNP se segregan como respuesta al estiramiento auricular y a la sobrecarga de volumen ventricular. Se unen a receptores acoplados a proteínas G: los receptores de tipo A están localizados principalmente en las células endoteliales y los receptores de tipo B, en el cerebro. Existe reactividad cruzada entre diferentes receptores natriuréti- cos con respecto a estos péptidos. De forma importante, los valo- res de ANP y BNP están aumentados en la insuficiencia cardíaca y por tanto, sus determinaciones se emplean como marcadores bioquímicos precoces de este cuadro. Estas determinaciones son especialmente útiles para descartar la insuficiencia cardíaca en pacientes que presentan síntomas inespecíficos como dificultad para respirar. Vasopresina y acuaporinas La reabsorción de agua en los tubos colectores del riñón está controlada por la hormona vasopresina de la hipófisis posterior, que controla la actividad de los canales de agua de la mem- brana, las acuaporinas. La vasopresina determina el volumen y la concentración finales de la orina La vasopresina (también llamada hormona antidiurética, ADH) controla la reabsorción de agua en los tubos colectores del riñón (fig. 23-18). La vasopresina se sintetiza en los núcleos supraóp- tico y paraventricular del hipotálamo y se transporta a lo largo de los axones hasta la hipófisis posterior, donde se almacena antes de ser procesada y liberada posteriormente. Se une a un receptor localizado en las membranas de las células tubulares en los tubos colectores. El receptor se acopla a proteínas G y activa la proteína cinasa A (PKA). La PKA fosforila la acuaporina 2 (AQP2), lo que estimula su traslocación a la membrana celu- lar, aumentando la reabsorción de agua en el tubo colector. La secreción de vasopresina debe inhibirse para permitir la dilución de la orina. El fallo en la supresión máxima de la AVP da lugar a incapacidad para diluir la orina por debajo de la osmolaridad del plasma. Otras hormonas afectan a la secreción de vasopresina. Los glucocorticoides la estimulan de forma primaria a través de sus efectos hemodinámicos, que disminuyen la tensión Fig. 23.18 La vasopresina regula la reabsorción de agua en el tubo colector. La vasopresina controla la acuaporina 2 (AQP2). La vasopresina se fija a su receptor (VR) y a través de las proteínas G esti- mula la producción de AMP cíclico (AMPc), que a su vez activa la pro- teína cinasa A (PKA).La PKA fosforila la AQP2 citoplasmática e induce su traslocación a la membrana celular, aumentando su capacidad para transportar agua. La vasopresina también regula la expresión del gen de la AQP2. Un hombre de 65 años de edad con infarto de miocardio ante- rior previo presenta un incremento de la fatiga, dificultad para respirar y edema en los tobillos. La exploración física muestra taquicardia leve e incremento de la presión venosa yugular. Un ecocardiograma revela que la función del ventrículo izquierdo durante la sístole es deficiente. Las determinaciones en suero del paciente revelan: sodio, 140 mmol/l; potasio, 3,5 mmol/l; proteínas, 34 (intervalo de referencia, 35-45 g/dl); creatinina, 80 mmol/l (0,90 mg/dl), y urea, 7,5 mmol/l (45 mg/dl). Comentario. Este hombre presenta síntomas y signos de insufi- ciencia cardíaca. La función alterada del corazón da lugar a una disminución del flujo sanguíneo a través del riñón, activación del sistema renina-angiotensina y estimulación de la secreción de aldosterona. La aldosterona causa un incremento de la reabsor- ción renal de sodio y retención de agua, aumentando de esta forma el volumen del líquido extracelular y el edema. SISTEMA RENINA- ANGIOTENSINA-ALDOSTERONA E INSUFICIENCIA CARDÍACA Sistema renina-angiotensina 321 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. arterial. En este sentido, la AVP también es estimulada por la nicotina. Las acuaporinas son proteínas canal de membrana que transportan agua En la figura 23-19 se ilustra el canal de agua de la acuaporina. La acuaporina 1 (AQP1) se expresa en las membranas basal y basolateral del túbulo proximal y en el asa de Henle descendente y no está bajo el control de la vasopresina. También está pre- sente en los eritrocitos, las células tubulares proximales renales y en el endotelio capilar. La AQP2 y la AQP3 están presentes en el tubo colector y son reguladas por la vasopresina. Los defectos de la secreción de vasopresina y las mutaciones de los genes que codifican las acuaporinas causan cuadros clínicos La deficiencia de vasopresina provoca una afección conocida como diabetes insípida, en la que se pierden grandes cantidades de orina diluida. Por otro lado, un traumatismo o una cirugía importantes pueden causar una secreción excesiva de vaso- presina. Se conoce como síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética (SIADH) y lleva a retención de agua. Las mutaciones del gen del receptor de la vasopresina y también en el gen de la AQP2 dan lugar a diferentes tipos de la denominada diabetes insípida nefrogénica, una enfermedad asociada con la eliminación de grandes cantidades de orina y con deshidratación. En la figura 23-20 se resume el control renal del agua. Los diuréticos son fármacos que estimulan la excreción de agua y sodio. Los diuréticos tiazídicos, por ejemplo la bendroflua- zida, disminuyen la reabsorción del sodio en los túbulos dis- tales bloqueando el cotransporte de sodio y de cloruro. Otros diuréticos, como la furosemida, inhiben la reabsorción de sodio en la rama ascendente del asa de Henle. La espironolactona, diurético ahorrador de potasio, es un inhibidor competitivo de la aldosterona: inhibe el intercambio sodio-potasio en los túbu- los distales y disminuye también la excreción de potasio. También puede inducirse una diuresis osmótica administrando glucoalcohol manitol. El efecto neto del tratamiento con diuré- ticos es el aumento del volumen de orina y la pérdida de sodio y agua. Los diuréticos son importantes en el tratamiento del edema asociado con problemas circulatorios como la insuficien- cia cardíaca, en la que el deterioro de la función cardíaca puede llevar a intensa disnea causada por edema pulmonar. También son esenciales en el tratamiento de la hipertensión. LOS DIURÉTICOS SE UTILIZAN PARA EL TRATAMIENTO DEL EDEMA, LA INSUFICIENCIA CARDÍACA Y LA HIPERTENSIÓN Fig. 23.19 Canal de agua de la acuaporina. La acuaporina-1 es un canal de agua constituido por múltiples subunidades con un glucano unido a una de las subunidades (A). Cada uno de los dos monómeros tiene dos estructuras repetidas en tándem. Cada una de ellas consta de 3 regiones que se extienden sobre la membrana (B) y asas conecto- ras incluidas en la bicapa membranaria. Fig. 23.20 Control renal del agua. La permeabilidad de las paredes tubu- lares al agua difiere a lo largo de la nefrona. Aproximadamente el 80% del agua filtrada es reabsorbida en el túbulo proximal, por reabsorción isosmó- tica. La rama ascendente del asa de Henle es impermeable al agua. En el túbulo colector la vasopresina controla la reabsorción de agua a través de los canales de agua a través de los canales de agua de acuaporina. 322 Homeostasis del agua y los electrolitos INTEGRACIÓN DE LA HOMEOSTASIS DEL AGUA Y EL SODIO La aldosterona y la vasopresina juntas controlan el manejo del sodio y el agua Normalmente, a pesar de las variaciones en la ingestión de agua, la osmolaridad plasmática se mantiene dentro de unos límites estric- tos (280-295 mmol/kg). La vasopresina contribuye al control de la osmolaridad plasmática mediante la regulación del metabolismo del agua. Responde tanto a señales osmóticas como de volumen. Por un lado, su secreción y la sed son estimuladas por señales procedentes de los osmorreceptores que responden a incrementos muy pequeños (aproximadamente del 1%) de la osmolaridad del plasma. Por otro lado, la liberación de vasopresina es estimulada por una disminución (superior al 10%) del volumen circulante. El exceso de agua aumenta el volumen del plasma, el flujo sanguíneo renal y la TFG Cuando hay un exceso de agua, la producción de renina se inhibe. La concentración baja de aldosterona permite la pérdida urina- ria de sodio. El exceso de agua «diluye» el plasma, por lo que la osmolaridad plasmática disminuye. El descenso de la osmolaridad, detectado por los osmorreceptores hipotalámicos, inhibe la sed y la secreción de vasopresina. La supresión de la vasopresina da lugar a la pérdida urinaria de agua. De esta forma, la respuesta global al exceso de agua es el aumento de la excreción de sodio y agua. La deficiencia de agua (deshidratación) disminuye el volumen plasmático, el flujo sanguíneo renal y la TFG Cuando existe deshidratación, la disminución del flujo sanguí- neo renal estimula el sistema renina-angiotensina-aldosterona. Fig. 23.21 Relaciones entre el metabolismo del agua y del sodio. El metabolismo del agua y del sodio se hallan estrechamente interrela- cionados. Un aumento en la osmolaridad del LEC estimula la secreción de vasopresina y da lugar a un incremento de la reabsorción renal de agua. Esto «diluye» el LEC y la osmolaidad disminuye. Esta respuesta se ve reforzada por la estimulación de la sed. Una disminución del volumen plasmático también estimula la retención de agua por la estimulación de los receptores sensibles a la presión (barorreceptores) en el aparato yuxtaglomerular del riñón. *La osmolaridad disminuye si el grado de retención de agua es relativamente mayor que el de la retención de sodio. Un hombre de 80 años de edad es ingresado en el hospital después de un accidente cerebrovascular agudo que le ha hecho permanecer tumbado en el suelo de su casa durante un período prolongado. Presenta una mala turgencia hística, boca seca, taquicardia e hipotensión. Las determinaciones séricas revelan: sodio, 150 mmol/l; potasio, 5,2 mmol/l; bicar- bonato, 35 mmol/l; creatinina, 110 mmol/l (1,13 mg/dl), y urea, 19 mmol/l (90,3 mg/dl). Los intervalos de referencia son: ■ Sodio: 135-145 mmol/l. ■ Potasio: 3,5-5,0 mmol/l. ■ Bicarbonato: 20-25 mmol/l. ■ Creatinina: 20-80 mmol/l (0,28-0,90 mg/dl). ■ Urea: 2,5-6,5 mmol/l (16,2-39 mg/dl). Comentario. El paciente muestra deshidratación, indicada por los valores elevados de sodio y urea. Se le trata con líquidos intravenosos, predominantemente bajo la forma del 5% de dextrosa para reemplazarla deficiencia hídrica. UNA INGESTA DE LÍQUIDOS ESCASA LLEVA A DESHIDRATACIÓN La hipertensión es un aumento inadecuado de la tensión arterial. El nivel deseable de la tensión sistólica es inferior a 140 mmHg y de la tensión diastólica, de 90 mmHg (los valores óptimos son todavía más bajos, inferiores a 120/80 mmHg). Según la Organización Mundial de la Salud, hasta el 20% de la población de los países desarrollados pueden sufrir esta afección. La hiper- tensión arterial se ha clasificado como hipertensión arterial «esen- cial» (primaria) o «secundaria». Aún no se ha identificado una causa de la hipertensión esencial, aunque se sabe que está rela- cionada con múltiples factores genéticos y ambientales, como componentes nerviosos, endocrinos y metabólicos. Una dieta rica en sodio es un factor conocido de aparición de hipertensión. La hipertensión se asocia con el aumento del riesgo de acci- dente cerebrovascular y de infarto de miocardio. Es además la causa de 1 de cada 8 muertes en todo el mundo. En el trata- miento actual de la hipertensión se emplean una serie de fárma- cos. Entre éstos figuran los diuréticos, como la bendrofluazida, los fármacos bloqueantes de los adrenorreceptores, los inhibido- res de la enzima convertidora de la angiotensina y los antagonis- tas de los receptores de angiotensina AT1 (v. cuadros de p. 323 y p. 66; el feocromocitoma se describe en la p. 588). LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL ES UNA ENFERMEDAD FRECUENTE 323 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. Lecturas recomendadas La aldosterona inhibe la excreción urinaria de sodio. Además, debido a la pérdida de agua, la osmolaridad plasmática aumenta. Esto estimula la secreción de vasopresina, con la consiguiente disminución del volumen de orina. De esta forma, la respuesta a la deficiencia de agua es la retención de sodio y agua (fig. 23-21). La concentración sérica de sodio es un marcador de los trastornos de los líquidos y los electrolitos Las alteraciones del agua y los electrolitos se deben a un desequili- brio entre la ingesta de líquidos y electrolitos y sus pérdidas y del movimiento del agua y los electrolitos entre los compartimentos cor- porales. Una disminución de la concentración de sodio (hiponatre- mia) suele indicar que el líquido extracelular está «diluido» (existe un exceso de agua), mientras que un incremento de la concentración de sodio significa que el líquido extracelular está «concentrado» (se ha perdido agua). La hiponatremia también puede ser consecuencia de la pérdida de sodio, aunque esto es infrecuente. La valoración del estado hidroelectrolítico es una parte importante de la práctica clínica La valoración del equilibrio hidroelectrolítico es una parte importante de la exploración clínica. Además de la explora- ción física y de la historia médica, se requieren las siguientes determinaciones: ■ Concentraciones séricas de electrolitos: el perfil solicitado habitualmente por el médico incluye las concentraciones de sodio, potasio, cloruro y bicarbonato. ■ Urea (BUN) y creatinina séricas. ■ Volumen de orina, osmolaridad y concentración de sodio. ■ Osmolaridad sérica. Los pacientes que presentan alteraciones del equilibrio del agua y los electrolitos o que están en peligro de presentarlas necesitan un registro diario de la ingesta y la pérdida de líquidos (un grá- fico de líquidos). Resumen ■ Tanto la deficiencia de agua corporal (deshidratación) como su exceso (hidratación excesiva) causan problemas clínicos potencialmente graves. Por tanto, la valoración del equilibrio hidroelectrolítico es una parte importante de la exploración clínica. ■ El equilibrio hídrico corporal se halla estrechamente ligado al equilibrio de los iones disueltos (electrolitos), de los que los más importantes son el sodio y el potasio. ■ El movimiento de agua entre el LEC y el LIC está controlado por gradientes osmóticos. ■ El movimiento de agua entre la luz de un vaso sanguíneo y el líquido intersticial está controlado por las presiones osmótica e hidrostática. ■ Los principales reguladores del equilibrio hidroelectrolítico son la vasopresina (agua) y la aldosterona (sodio y potasio). ■ El sistema renina-angiotensina-aldosterona es el principal regulador de la tensión arterial y del tono vascular. ■ Las determinaciones de los péptidos natriuréticos ayudan a diagnosticar la insuficiencia cardíaca. ■ Las concentraciones séricas de urea y creatinina son las pruebas fundamentales de la valoración de la función renal. Lecturas recomendadas Androgue HJ, Madias NE. Mechanisms of disease: sodium and potassium in the pathogenesis of hypertension. N Engl J Med 2007;356:1966–1978. Bekheirnia R, Schrier RW. Pathophysiology of water and sodium retention: edematous states with normal kidney function. Curr Opin Pharmacol 2006;6:202–207. Chobanian A, Bakris GL, Black HR et al. The Seventh Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure. JAMA 2003;289:2560–2572. Li J, Gobe G. Protein kinase C activation and its role in kidney disease. Nephrology 2006;11:428–434. Moro C, Berlan M. Cardiovascular and metabolic effects of natriuretic peptides. Fund Clin Pharmacol 2006;20:41–49. Schrier RW. Body water homeostasis: clinical disorders of urinary dilution and concentration. J Am Soc Nephrol 2006;17:1820–1832. 1. Comentar el papel de la Na+/K+-ATPasa en el mantenimiento de los gradientes iónicos a través de la membrana celular. 2. Explicar la función del sistema renina-angiotensina en el mantenimiento de la tensión arterial. 3. Describir los movimientos de agua entre el LEC y el LIC que tienen lugar cuando hay privación de agua. 4. ¿Por qué aparece edema cuando hay una baja concentración de albúmina en plasma? APRENDIZAJE ACTIVO © 2011. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos Regulación de la concentración de iones hidrógeno (equilibrio ácido-base) M. H. Dominiczak y M. Szczepanska-Konkel 24. El metabolismo genera dióxido de carbono en los tejidos y esta molécula se disuelve en H2O, formando ácido carbónico, que a su vez se disocia liberando iones hidrógeno (protones). Además, el metabolismo también genera ácidos fuertes como el ácido sulfúrico, y ácidos orgánicos como el ácido úrico, el ácido láctico y otros; todos ellos representan una fuente de protones en el líquido extracelular. A pesar de ello, la concen- tración en sangre del ion hidrógeno (o su logaritmo negativo, el pH) es sorprendentemente constante: permanece entre 36 y 46 nmol/l (pH, 7,36-7,46). Los cambios en el pH afectan pro- fundamente a la ionización de las moléculas proteicas (cap. 2) y, en consecuencia, a la actividad de numerosas enzimas. Cabe destacar que cambios en el pH, junto con la presión parcial de dióxido de carbono (pCO2), alteran la forma de la curva de satu- ración de la hemoglobina y afectan a la oxigenación hística (v. cap. 5). Una disminución en el pH incrementa el tono simpático y puede conducir a la aparición de arritmias cardíacas. Los pulmones, los eritrocitos y los riñones contribuyen a mantener el equilibrio ácido-base Para mantener el equilibrio ácido-base son necesarios los pulmo- nes, los eritrocitos y los riñones (fig. 24-1). Los pulmones con- trolan el intercambio de dióxido de carbono y de oxígeno entre la sangre y la atmósfera exterior; los eritrocitos transportan gases entre los pulmones y los tejidos, y los riñones controlan la concentración de bicarbonato en el plasma, y la síntesis y la excreción del ion hidrógeno. Clínicamente, es importante una buena comprensión del equilibrio ácido-base en numerosas subespecialidades de la medicina y la cirugía, y muy especialmente en la medicina de cuidados intensivos. SISTEMAS TAMPÓN DEL ORGANISMO Tanto la producción metabólica de CO2 como el metabolismo de aminoácidos sulfurados y de compuestos fosforados generan can- tidades sustanciales de ácidosorgánicos e inorgánicos. El meta- bolismo también genera ácido láctico y cetoácidos (acetoacetato Tras leer este capítulo, el lector debe ser capaz de: ■ Explicar la naturaleza del tampón bicarbonato. ■ Describir el intercambio de gases que tiene lugar en los pulmones. ■ Describir los componentes respiratorio y metabólico del equilibrio ácido-base. ■ Definir y clasificar la acidosis y la alcalosis. ■ Comentar las diferentes afecciones clínicas asociadas con los trastornos del equilibrio ácido-base. ObjetivOs de aprendizaje Fig. 24-1 Equilibrio ácido-base. Los pulmones, los riñones y los eri- trocitos contribuyen a mantener el equilibrio ácido-base. Los pulmones controlan el intercambio gaseoso con el aire atmosférico. El dióxido de carbono que se genera en los tejidos se transporta en el plasma como bicarbonato; la hemoglobina (Hb) del eritrocito contribuye también al transporte del CO2. La hemoglobina amortigua el ion hidrógeno derivado del ácido carbónico. Los riñones reabsorben el bicarbonato filtrado en los túbulos proximales y generan nuevo bicarbonato en los túbulos distales, donde hay una secreción neta del ion hidrógeno. 326 Regulación de la concentración de iones hidrógeno (equilibrio ácido-base)326 e hidroxibutirato). La acumulación de ácido láctico es el sello distintivo de hipoxia y el exceso de cetoácidos es un signo clínico importante en la diabetes (v. cap. 21). Los ácidos derivados de fuentes distintas al CO2 se conocen como ácidos no volátiles; por definición, no se pueden eliminar a través de los pulmones y deben ser excretados a través del riñón. La producción neta de ácidos no volátiles es de ∼50 mmol/24 h. La sangre y los tejidos contienen sistemas tampón que reducen al mínimo los cambios en la concentración del ion hidrógeno El principal amortiguador que neutraliza los iones hidrógeno liberados de las células es el bicarbonato. La hemoglobina desem- peña también un cometido importante en la amortiguación del hidrógeno generado a partir de la reacción de la anhidrasa carbónica (v. más adelante). El ion hidrógeno es neutralizado por tampones intracelulares, principalmente proteínas y fosfatos (v. tabla 24-1 y cap. 2). Tampón bicarbonato El tampón bicarbonato es singular porque permanece en equi- librio con el aire atmosférico, creando un sistema abierto con una capacidad muchas veces superior a la de cualquiera de los sistemas de amortiguación «cerrados». El dióxido de car- bono producido en el metabolismo se difunde a través de las membranas celulares y se disuelve en el plasma. El coefi- ciente de solubilidad del CO2 en el plasma es de 0,23 si la pCO2 se mide en kPa (o de 0,03 si la pCO2 se mide en mmHg; 1 kPa = 7,5 mmHg o 1 mmHg = 0,133 kPa). Así, a una pCO2 normal de 5,3 kPa (40 mmHg) la concentración de CO2 disuelto (dCO2) es: dCO2 (mmol/l) = 5,3 kPa × 0,23 = 1,2 mmol/l El CO2 se equilibra con el H2CO3 en el plasma mediante una reac- ción lenta, no enzimática. Normalmente, la concentración plas- mática de H2CO3 es muy baja, de alrededor de 0,0017 mmol/l. Sin embargo, dado el equilibrio entre el H2CO3 y el CO2 disuelto (teóricamente todo el CO2 disuelto finalmente acabaría convir- tiéndose en H2CO3), este componente del tampón bicarbonato es igual a la suma del H2CO3 y del CO2 disuelto (en la práctica casi equivale al CO2 disuelto). La ecuación fundamental que describe el comportamiento del tampón bicarbonato es la ecuación de Henderson-Hasselbalch (v. cap. 2). Dicha ecuación expresa la relación entre el pH y los componentes del tampón bicarbonato: pH = pK + log[bicarbonato]/pCO2 × 0,23 Esto demuestra que el pH plasmático está determinado por el cociente entre las concentraciones del bicarbonato en plasma (el componente «básico» del tampón) y el CO2 disuelto (el com- ponente «ácido»). Normalmente, a una concentración plasmá- tica equivalente a una pCO2 de 5,3 kPa (dCO2 concentración 1,2 mmol/l), la concentración de bicarbonato plasmático es de ∼24 mmol/l. El pK del tampón de bicarbonato es de 6,1. Introduzcamos las concentraciones de los componentes del tam- pón en la siguiente ecuación: pH = 6,1 + log(24/1,2) = 7,40 Así, el pH 7,40 (concentración del ion hidrógeno 40 nmol/l) es el pH del líquido extracelular correspondiente a una con- centración de bicarbonato normal y a una presión parcial de CO2 normal. El tampón bicarbonato minimiza los cambios en la concen- tración del ion hidrógeno cuando se añade a la sangre ácido o álcali. Cuando se añade un ácido (H+), éste reacciona con el Tanto los pulmones como los riñones participan en el mante- nimiento del pH sanguíneo. Se les ha denominado los com- ponentes respiratorio y metabólico del equilibrio ácido-base, respectivamente. Ambos se encuentran estrechamente inte- rrelacionados. Cuando el principal trastorno es respiratorio y ocasiona la acumulación de CO2, tiene lugar un aumento compensador en la reabsorción de bicarbonato por el riñón. Por el contrario, una disminución en la pCO2 reduce la reab- sorción de bicarbonato. Cuando el problema es metabólico, una disminución en la concentración de bicarbonato (y la dis- minución resultante en el pH) estimulan el centro respiratorio para aumentar la frecuencia de la ventilación. El CO2 se eli- mina y disminuye la pCO2 plasmática. Por ello hiperventilan los pacientes con acidosis metabólica. Por otra parte, un aumento en la concentración plasmática de bicarbonato (que causa un aumento en el pH) causa una disminución de la fre- cuencia de ventilación y la retención de CO2. Los cambios compensatorios siempre ayudan al retorno del pH a la normalidad. LOs COMpOnentes respiratOriO Y MetabÓLiCO aCtÚan COnjUntaMente para Mantener estabLe La COnCentraCiÓn de iOnes HidrÓGenO (prOtOnes) Tampones en el cuerpo humano Tampón Ácido Base conjugada Principal acción tampón Hemoglobina HHb Hb– Eritrocitos Proteínas HProt Prot– Intracelular Tampón fosfato H2PO4 – HPO4 2– Intracelular Bicarbonato CO2 → H2CO3 HCO3 – Extracelular Tabla 24-1 Principales tampones en el cuerpo humano. Véase el capítulo 2 para los principios de la acción tampón. Sistemas tampón del organismo 327 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. bicarbonato; al disociarse, este ácido carbónico libera CO2. La pCO2 sanguínea aumenta ligeramente y después el CO2 se elimina por los pulmones. El exceso de iones hidrógeno ha sido neutralizado. H+ + HCO3 − ⇌ H2CO3 ⇌ CO2 + H2O Cuando se añade álcali (OH–), éste reacciona con el ácido carbó- nico y genera agua. La concentración de bicarbonato en plasma aumenta ligeramente. OH− + H2CO3 ⇌ H2O + HCO3 − Como consecuencia de una reducción de la concentración de H2CO3, la reacción CO2 + H2O ⇌ H2CO3 procede hacia la derecha, suplementando el H2CO3 utilizado. El exceso de OH– se ha neutralizado. La disminución de CO2 se compensa posteriormente con la reducción de la velocidad de la respiración. Lo que se acaba de describir ilustra que el denominador en la ecuación de Henderson-Hasselbalch (la pCO2) está controlado por los pulmones. Esto se denomina «componente respiratorio del equilibrio ácido-base». Por otra parte, la concentración plas- mática de bicarbonato está controlada por los riñones y los eri- trocitos, y se denomina «componente metabólico del equilibrio ácido-base». Los eritrocitos y las células tubulares renales contienen una elevada actividad de una enzima que contiene cinc, la anhidrasa carbónica (AC), que convierte el CO2 disuelto en ácido carbó- nico. El ácido carbónico se disocia generando los iones hidró- geno y bicarbonato: CO2 + H2O ⇌ H2CO3 ⇌ H + + HCO3 − Así es como las células tubulares renales y los eritrocitos produ- cen bicarbonato. Los riñones regulan la reabsorción y la síntesis de bicarbonato, y los eritrocitos ajustan su concentración como respuesta a los cambios en la pCO2. Tamponamiento intracelular Los tampones intracelulares son principalmente proteínas y fosfatos Los ioneshidrógeno penetran en las células en intercambio con el potasio (ello puede dar lugar a un aumento en la concentra- ción del potasio en plasma). Por el contrario, la reducción de los iones hidrógeno plasmáticos o un exceso de bicarbonato sería tamponado por los iones hidrógeno derivados de las células. Los iones hidrógeno entrarían en el plasma a cambio del potasio, reduciendo la concentración plasmática de potasio. Así, la acidemia (bajo pH plasmático) puede asociarse con hiperpotasemia y alcalemia (pH en sangre elevado) con hipopo- tasemia (fig. 24-2). Clasificación de las alteraciones ácido-base El concepto de los componentes respiratorio (CO2) y metabó- lico (bicarbonato) del equilibrio ácido-base es la base para la clasificación de los trastornos clínicos del equilibrio ácido-base (fig. 24-3). Éstos se dividen en acidosis y en alcalosis. La acidosis es un proceso que lleva a la acumulación de iones hidrógeno en el cuerpo. La alcalosis ocasiona una disminución de iones hidrógeno en el organismo (acidemia y alcalemia son térmi- nos que simplemente describen el estado del pH en la sangre; así, la acidosis y la alcalosis dan lugar a acidemia y alcalemia, respectivamente). Según la causa primaria, la acidosis o la alcalosis pueden sub- dividirse, a su vez, en respiratoria o metabólica. Así, hay cuatro trastornos principales del equilibrio ácido-base: acidosis respira- toria, acidosis metabólica, alcalosis respiratoria y alcalosis meta- Fig. 24-2 Tampones intracelulares: proteínas, fosfatos e intercam- bio de potasio. Los amortiguadores intracelulares son principalmente proteínas y fosfatos. El ion hidrógeno del plasma penetra en las células en intercambio por potasio. Por consiguiente, una acumulación del ion hidrógeno en el plasma (acidemia) y la posterior entrada de grandes cantidades de ion hidrógeno en las células incrementa la concentra- ción de potasio en el plasma. Por el contrario, una deficiencia del ion hidrógeno en el plasma (alcalemia) puede llevar a una baja concen- tración de potasio en plasma. Prot: proteína. 328 Regulación de la concentración de iones hidrógeno (equilibrio ácido-base) bólica (fig. 24-4). Sin embargo también existen los trastornos mixtos, que se tratan más adelante en este capítulo. PULMONES: EL RECAMBIO GASEOSO Los pulmones proporcionan el oxígeno necesario para el metabolismo hístico y eliminan el CO2 producido por el metabolismo Cada día pasan, aproximadamente, 10.000 l de aire a través de los pulmones de una persona cualquiera. Los pulmones se encuen- tran en la cavidad torácica rodeados por el saco pleural, una del- gada «bolsa» de tejido que tapiza la caja torácica por una parte y se pega a la superficie externa de los pulmones por la otra. Cuando se expande la caja torácica durante la inspiración, la presión negativa creada en el saco pleural en expansión hincha los pulmones. Un hombre de 25 años de edad ingresa en el hospital con una crisis asmática. El flujo espiratorio máximo es el 75% del óptimo. Los valores de gases en sangre son una pO2 de 9,3 kPa (70 mmHg) y una pCO2 de 4,0 kPa (30 mmHg), con un pH de 7,50 (concentración de iones hidrógeno de 42 nmol/l). Se le trata con salbutamol nebulizado, un estimulante b2-adrenér- gico (v. cap. 41) que es un broncodilatador. Se logra que el paciente se recupere satisfactoriamente. Comentario. Los gases en sangre de este hombre muestran un ligero grado de alcalosis respiratoria causada por hiperven- tilación y «expulsión» del CO2. La alcalosis respiratoria causa una reducción de las concentraciones séricas de calcio ionizado que conducen a irritabilidad neuromuscular. La alteración respi- ratoria que ocasiona retención de CO2 y acidosis respiratoria es característica del asma aguda. En la tabla 24-2 se exponen los intervalos de referencia. La aLCaLOsis respiratOria esta CaUsada pOr HiperventiLaCiÓn La denominada «determinación de gases en sangre» es un dato de laboratorio de la mayor importancia. En la insuficiencia respi- ratoria, los resultados de estas pruebas también son esenciales para aplicar el tratamiento con oxígeno y respiración asistida. Las determinaciones se efectúan en una muestra de sangre arterial, tomada por lo general de la arteria radial en el ante- brazo. El término corriente de «gases en sangre» significa las determinaciones de la pO2, la pCO2 y el pH (o concentración del ion hidrógeno) a partir de las cuales se calcula la concen- tración del bicarbonato empleando la ecuación de Henderson- Hasselbalch. También se computan otros índices: la cantidad total de amortiguadores en la sangre (denominado base de amortiguación) y la diferencia entre la cantidad deseada (nor- mal) de amortiguadores en la sangre y la cantidad real (exceso de base). En la tabla 24-2 se muestran los valores de referencia del pH, de la pCO2 y del O2. MediCiÓn de LOs Gases sanGUÍneOs Fig. 24-3 Componentes del tampón bicarbonato. El pH de la sangre es proporcional al cociente entre el bicarbonato en plasma y la presión parcial del dióxido de carbono en la sangre (pCO2). El dió- xido de carbono y el bicarbonato son los componentes del tampón bicarbonato. La pCO2 recibe la denominación de «componente respi- ratorio del equilibrio ácido-base» y el bicarbonato es el «componente metabólico». Fig. 24-4 Trastornos ácido-base. Un aumento primario en la pCO2 o una disminución en la concentración plasmática de bicarbonato origina acidosis. Una disminución en la pCO2 o un aumento en el bicarbonato en plasma lleva a alcalosis. Si el cambio primario es en la pCO2, el tras- torno recibe la denominación de respiratorio, y si el cambio primario es en el bicarbonato en plasma, recibe la denominación de metabólico. Pulmones: el recambio gaseoso 329 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. Las vías aéreas están constituidas por una red de tubos que reducen progresivamente su diámetro. Están formadas por la tráquea, los bronquios principales y secundarios, hasta los bro- quiolos de menor tamaño (fig. 24-5). Al final de los bronquíolos están los alvéolos pulmonares, que son unas estructuras tapi- zadas por epitelio y recubiertas por una película de surfactante, cuyo principal componente es la dipalmitoilfosfatidilcolina (v. cap. 27). El surfactante reduce la tensión superficial de los alvéolos. El intercambio de gas tiene lugar en los alvéolos. La tasa respiratoria (frecuencia y volumen) está controlada por el centro respiratorio localizado en el tronco encefálico. Tanto la pO2 como la pCO2 afectan a la tasa ventilatoria: el cen- tro respiratorio tiene quimiorreceptores sensibles a la pCO2 y al pH. Bajo circunstancias normales no es la pO2 la que estimula la ventilación, sino un incremento en la pCO2 o una disminución del pH. Sin embargo, cuando la pO2 cae y se desarrolla hipoxia, en este momento empieza el control de la ventilación a través de una serie de receptores localizados en los cuerpos carotídeos en el arco aórtico. Cuando la pO2 arterial se reduce a menos de 8 kPa (60 mmHg), este «estímulo hipóxico» se convierte en el principal controlador de la tasa ventilatoria. Las personas que padecen hipo- xia debido a enfermedad pulmonar crónica dependen del estímulo hipóxico para mantener su tasa ventilatoria (v. esquema clínico). La ventilación y la perfusión pulmonar determinan el intercambio gaseoso La irrigación sanguínea a los alvéolos pulmonares la propor- cionan las arterias pulmonares que llevan sangre desoxigenada desde la periferia a través del ventrículo derecho. Después de la oxigenación en los pulmones, la sangre fluye a través de las venas pulmonares hasta la aurícula izquierda. En los capilares alveolares de los pulmones, la sangre acepta oxígeno que se difunde a través de la pared alveolar procedente del aire ins- pirado; al mismo tiempo el CO2 se difunde desde la sangre a los alvéolos (v. fig. 24-5) y es eliminado con el aire espirado. La tasa de difusión delos gases hacia la sangre y desde ella está determinada por la diferencia en las presiones parciales entre el aire alveolar y la sangre arterial. La tabla 24-3 muestra las presio- nes parciales de oxígeno (pO2) y de dióxido de carbono (pCO2) en los pulmones. En comparación con el aire atmosférico, la pCO2 en el aire alveolar es ligeramente mayor y la pO2, ligeramente menor Una mujer de 56 años ingresa en un servicio general con disnea progresiva. Ha sido fumadora de 20 cigarrillos diarios durante los últimos 25 años y refiere crisis frecuentes de «bronquitis invernal». Las determinaciones de gases en sangre revelan una pO2 de 6 kPa (45 mmHg), una pCO2 de 8,4 kPa (53 mmHg) y un pH de 7,35 (concentración de iones hidrógeno, 51 nmol/l); la concentración de bicarbonato es de 35 mmol/l (v. tabla 24-2 para los intervalos de referencia). Comentario. Esta paciente padece una exacerbación de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y acidosis respiratoria. La pCO2 es alta y su ventilación probablemente depende del estímulo hipóxico. También se observa un aumento del bicar- bonato como consecuencia de la compensación metabólica de la acidosis respiratoria. Se debe ser cuidadoso al tratar a estos pacientes con altas concentraciones de oxígeno, porque una pO2 alta puede eliminar el estímulo hipóxico y causar depresión respiratoria. Es necesario monitorizar la pO2 y la pCO2 arteriales durante la oxigenoterapia. Esta paciente se ha tratado satisfacto- riamente con oxígeno a una concentración del 28%. en Las enFerMedades pULMOnares CrÓniCas se presenta aCidOsis respiratOria Intervalos de referencia para los resultados de los gases sanguíneos Arterial Venoso [H+] 36-43 mmol/l 35-45 mmol/l pH 7,37-7,44 7,35-7,45 pCO2 4,6-6,0 kPa 4,8-6,7 kPa pO2 10,5-13,5 kPa 4,0-6,7 kPa Bicarbonato 19-24 mmol/l Tabla 24-2 Valores de referencia para los gases sanguíneos. Los principales valores son el pH, la pCO2 y la pO2; la concentración de bicarbonato se calcula a partir de los valores de pH y de la pCO2; un pH por debajo de 7,0 o por encima de 7,7 es potencialmente mortal. Fig. 24-5 Pulmones y regulación de la frecuencia respiratoria por la pCO2 y la pO2. La ventilación y la perfusión pulmonares son los principales factores que controlan el intercambio gaseoso. La pCO2 regula la frecuencia ventilatoria por medio de los quimiorreceptores centrales en el tronco encefálico. Cuando disminuye la pO2, este con- trol cambia a los receptores periféricos sensibles a la pO2 situados en los cuerpos carotídeos del cayado aórtico. 330 Regulación de la concentración de iones hidrógeno (equilibrio ácido-base) (esto se debe a la presión del vapor de agua). El dióxido de carbono es mucho más soluble en el agua que el oxígeno, y se equilibra con la sangre mucho más rápidamente. Por consiguiente, cuando hay problemas, lo primero que se observa es una disminución en la pO2 de la sangre (hipoxia). Después aumenta la pCO2 (hipercap- nia), lo que, generalmente, indica una enfermedad más grave. El otro factor principal determinante del intercambio de gases es la tasa del flujo de sangre a través de los pulmones (la tasa de perfu- sión). Normalmente, la tasa de ventilación alveolar es de ∼4 l/min y la perfusión, de 5 l/min (el cociente ventilación/perfusión [Va/Q] es de 0,8). En estados patológicos, algunas partes del pulmón pueden estar bien perfundidas pero mal ventiladas. Este fenómeno sucede cuando se colapsan algunos alvéolos y son incapaces de intercam- biar gases. Como consecuencia, la pO2 en la sangre disminuye, porque no hay difusión de oxígeno desde el aire alveolar. La pre- sencia de una sangre pobre en oxígeno en la circulación arterial se conoce como trastorno de «derivación». Por otra parte, cuando la ventilación es adecuada pero la perfusión es mala no puede haber intercambio de gases; en estos casos, una parte de los pulmones se comporta como si no tuviera alvéolos en absoluto, y forma lo que se llama el «espacio muerto fisiológico» (tabla 24-4). A continua- ción se citan ejemplos de enfermedades relacionadas con una mala ventilación, una mala perfusión o una combinación de ambas: ■ Las deformidades de la caja torácica alteran la ventilación al limitar el movimiento de los pulmones. ■ Un traumatismo torácico puede reducir la ventilación como consecuencia de colapso pulmonar; los alvéolos pueden encontrarse destruidos en el enfisema pulmonar; una síntesis inadecuada de surfactante lleva al colapso de los alvéolos y al síndrome de dificultad respiratoria. ■ El árbol bronquial puede hallarse mecánicamente obstruido por objetos inhalados o estrechado por un tumor en crecimiento: esto altera la ventilación. ■ En el asma hay constricción de los bronquios. ■ La eficiencia ventilatoria puede reducirse por una alteración de la elasticidad del pulmón o por una disfunción de los músculos ventilatorios importantes (diafragma y músculos intercostales de la pared torácica). ■ La difusión de los gases se ve alterada cuando hay líquido en los alvéolos (edema pulmonar). ■ El movimiento pulmonar puede resultar afectado por defectos en el control neural. ■ La perfusión pulmonar resulta afectada por problemas circulatorios como el shock y la insuficiencia cardíaca. Control eritrocitario del dióxido Ya se ha mencionado que el organismo produce CO2 con una frecuencia de 200-800 ml/min. El CO2 se disuelve en agua y pro- duce ácido carbónico, que a su vez se disocia en iones hidrógeno y bicarbonato. Así, el CO2 genera grandes cantidades de iones hidrógeno: CO2 + H2O ⇌ H2CO3 ⇌ H + + HCO3 − Los eritrocitos transportan CO2 a los pulmones Ya sabemos que en el plasma la reacción anterior no es enzimá- tica y que tiene lugar lentamente, generando sólo mínimas can- tidades de ácido carbónico que permanecen en equilibrio con una gran cantidad de CO2 disuelto. La misma reacción en los eritrocitos está catalizada por la anhidrasa carbónica, que «fija» CO2 como bicarbonato. El ion hidrógeno generado es amorti- guado por la hemoglobina. El bicarbonato producido por la anhidrasa carbónica de los eritrocitos pasa al plasma intercambiándose con el ion cloruro («intercambio del cloruro») (fig. 24-6). Una porción tan ele- vada como el 70% de la cantidad de CO2 producida en los teji- dos se convierte en bicarbonato; aproximadamente el 20% se transporta «fijado» a la hemoglobina como grupos carbamino (v. cap. 5), mientras que sólo el 10% permanece disuelto en el plasma. En los pulmones, la mayor pO2 facilita la disociación del CO2 de la hemoglobina. Este efecto se conoce como efecto Haldane. La hemoglobina libera su ion hidrógeno, que reacciona con el bicarbonato formando ácido carbónico que libera CO2. Los valores en sangre de la pCO2 y la pO2 se ven afectados por la perfusión y ventilación de los pulmones pO2 alveolar pCO2 alveolar pO2 arterial pCO2 arterial Comentario Mala ventilación, adecuada perfusión Reducción Incremento Reducción Normal Shunt fisiológico Ventilación adecuada, mala perfusion Incremento Reducción Reducción* Reducción* Espacio muerto fisiológico Tabla 24-4 Presiones parciales sanguíneas de oxígeno y de dióxido de carbono dependiendo de la perfusión pulmonar y de la ventilación. *Dependiendo del grado de shunt. Presiones parciales de oxígeno y de dióxido de carbono en el aire, en los alvéolos y en la sangre Aire seco Alvéolos Arterias sistémicas Tejido pO2 21,2 kPa 13,7 kPa 12 kPa 5,3 kPa pCO2 <0,13 kPa 5,3 kPa 5,3 kPa 6 kPa Vapor de agua 6,3 kPa Tabla 24-3 Presiones parciales de oxígeno y de dióxido de carbono en el aire atmosférico, los alvéolos pulmonares y la sangre. Los gradientes de presión parcial determinan la difusión de gases a través de la barrera alveolar/sangre (1 kPa = 7,5 mmHg). Control renal del bicarbonato 331 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. Un hombre de 35 años refiere disnea después de ascender dos tramos de escaleras. Su radiografía detórax es normal, al igual que la exploración cardíaca y el electrocardiograma; los gases en sangre también son normales. Está tomando un antiinfla- matorio no esteroideo (AINE) debido a una artralgia. El hemo- grama revela un valor de hemoglobina de 10 g/dl (intervalo de referencia para los hombres, 13-18 g/dl) y un bajo volumen corpuscular medio, de 72 dl (intervalo de referencia, 80-96 dl). La concentración de ferritina es baja, 10 mg/l (intervalo de refe- rencia, 14-200 mg/l). Comentario. Este hombre tiene una anemia ferropénica crónica. La anemia puede manifestarse con síntomas genera- les, como astenia o disnea. El paciente tiene una úlcera gás- trica causada por el AINE, con pérdida de sangre por el tracto gastrointestinal. La aneMia OCasiOna CansanCiO Y disnea CONTROL RENAL DEL BICARBONATO Los riñones desempeñan un cometido esencial en el control de la concentración plasmática de bicarbonato y en la eliminación del ion hidrógeno del organismo. Al igual los eritrocitos, las células de los túbulos (proximal y distal) renales contienen anhidrasa carbónica. Los túbulos proximales reabsorben bicarbonato El bicarbonato se reabsorbe en el túbulo proximal, de modo que éste se encuentra prácticamente ausente en la orina. Las super- ficies de las células tubulares renales que miran a la luz tubular son impermeables al bicarbonato. El bicarbonato filtrado se combina con el ion hidrógeno segregado por las células y forma ácido carbónico que se convierte en CO2 por la anhidrasa car- bónica localizada en la membrana luminal. El CO2 se difunde al interior de las células, donde la anhidrasa carbónica intracelular lo convierte de nuevo en ácido carbónico y se vuelve a disociar en iones hidrógeno y bicarbonato. El bicarbonato es devuelto al plasma y el ion hidrógeno es segregado a la luz del túbulo, para atrapar una mayor cantidad de bicarbonato filtrado. Obsérvese que en este proceso se emplea el ion hidrógeno exclusivamente para ayudar a la reabsorción del bicarbonato y no tiene lugar una excreción neta del ion hidrógeno (fig. 24-7). Los túbulos distales generan nuevo bicarbonato y excretan hidrógeno En el túbulo distal tiene lugar la generación de bicarbonato. El mecanismo es idéntico al de la reabsorción de bicarbonato, pero esta vez hay tanto una pérdida neta de iones hidrógeno del orga- nismo como una ganancia neta de bicarbonato. El CO2 difunde libremente a las células. En el túbulo distal, la anhidrasa carbó- nica lo convierte en ácido carbónico, que se disocia en ion hidró- geno y bicarbonato. El bicarbonato es transportado al plasma y el ion hidrógeno es segregado a la luz tubular. Sin embargo, normalmente no hay bicarbonato en la luz del túbulo distal (todo ha sido reabsorbido antes) y el ion hidrógeno es atrapado (amortiguado) por los iones fosfato presentes en el filtrado y por el amoníaco sintetizado por los túbulos proximales. Después se excreta en la orina (fig. 24-8). El amoníaco se produce durante la transformación de la glutamina en ácido glutámico en una reacción catalizada por la glutaminasa. El amoníaco se difunde a través de la mem- brana luminal y el ion hidrógeno es atrapado en el interior del túbulo como ion amonio (NH4 +), para el que la membrana es impermeable. Los defectos en el control renal del bicarbonato y de los iones hidrógeno ocasionan un grupo de enfermedades relativamente infrecuentes conocidas como acidosis tubulares renales (ATR). La ATR distal se debe a una alteración de la excreción de iones Fig. 24-6 Función del eritrocito en el transporte de CO2. La anhi- drasa carbónica eritrocitaria convierte la mayor parte del CO2 produ- cido en los tejidos en bicarbonato para su transporte a los pulmones; aproximadamente el 20% de la cantidad total se transporta unida a la hemoglobina como grupos carbamino y el resto, como gas disuelto en plasma. 332 Regulación de la concentración de iones hidrógeno (equilibrio ácido-base) hidrógeno en el túbulo distal y la ATR proximal, a la alteración de la reabsorción de bicarbonato. La ATR proximal suele acom- pañarse de otros defectos en los mecanismos de transporte pro- ximal (se conoce como síndrome de Fanconi). ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO ÁCIDO-BASE Los pulmones y los riñones trabajan coordinadamente para minimizar los cambios en el pH plasmático, compensándose mutuamente cuando existen problemas Los trastornos en el equilibrio ácido-base pueden estar cau- sados por problemas primarios que afectan al componente respiratorio o a la concentración de bicarbonato (componente metabólico). La ecuación de Henderson-Hasselbalch mues- tra que la acidosis se acompaña de un aumento en el cociente entre el bicarbonato plasmático y la pCO2 y alcalosis por una disminución. Acidosis Clínicamente, la acidosis es mucho más común que la alcalosis (tabla 24-5) y puede ser tanto respiratoria como metabólica. La acidosis respiratoria se presenta más a menudo en la enfermedad pulmonar y es consecuencia de una reducción de la ventilación La causa más habitual es la enfermedad obstructiva crónica de las vías aéreas (EOCA). La crisis asmática aguda puede ocasio- nar acidosis respiratoria debido a la constricción bronquial. La Fig. 24-7 Reabsorción de bicarbonato en el riñón. La reabsorción de bicarbonato tiene lugar en el túbulo proximal. No existe excreción neta del ion hidrógeno. Fig. 24-8 Excreción del ion hidrógeno por el riñón. La excreción del ion hidrógeno tiene lugar en los túbulos distales del riñón. El ion hidrógeno reacciona con amoníaco formando el ion amonio que es excretado. El ion hidrógeno es amortiguado también por el fosfato. La excreción diaria de ion hidrógeno es de aproximadamente 50 mmol. AC: anhidrasa carbónica. Durante la reanimación de un hombre de 60 años de edad por parada cardiorrespiratoria, el análisis de gases en sangre muestra un pH de 7,0 (concentración de iones hidrógeno, 100 nmol/l) y una pCO2 de 7,5 kPa (52 mmHg). La concen- tración de bicarbonato es de 11 mmol/l. La pO2 es de 12,1 kPa (91 mmHg) durante el tratamiento con oxígeno al 48%. Comentario. Este paciente tiene un trastorno mixto: acidosis respiratoria causada por falta de ventilación y acidosis metabó- lica causada por la hipoxia que se había producido antes de ins- taurar el tratamiento con oxígeno. La acidosis probablemente es consecuencia de la acumulación de ácido láctico: la concen- tración de lactato es de 7 mmol/l (intervalo de referencia, 0,7- 1,8 mmol/l [6-16 mg/dl]). Los términos acidosis y alcalosis no sólo describen los cambios en el pH de la sangre; también guardan relación con los procesos que dan lugar a estos cambios. Por consiguiente, en algunos casos pueden ocurrir dos procesos independientes: por ejemplo, un paciente puede ser ingresado en el hospital por cetoacidosis diabética y enfisema coexistente causante de acidosis respiratoria. El resultado final podría ser un cambio más grande en el pH de lo que habría resultado de un trastorno simple (tabla 24-5). Cualquier combinación de trastor- nos es posible; para identificar este tipo de diagnóstico, se suele requerir la destreza de un médico experimentado. Las aLteraCiOnes respiratOrias Y MetabÓLiCas deL eQUiLibriO ÁCidO-base pUeden sUCeder siMULtÁneaMente Alteraciones del equilibrio ácido-base 333 © E LS EV IE R . F ot oc op ia r si n a u to ri za ci ón e s u n d el it o. acidosis respiratoria puede acompañar a la hipoxia (fallo respira- torio). En tal caso, a la reducción de pO2 le sigue paralelamente un incremento en la pCO2. La acidosis metabólica es el resultado de una producción excesiva, de un metabolismo ineficiente o de una excreción alterada de ácidos no volátiles Un ejemplo clásico de acidosis metabólica es la cetoacidosis diabética, cuando los cetoácidos, acetoacético y b-hidroxibu- tírico se acumulan en el plasma (v. cap. 21). También puede haber acidosis durante el ejercicio físico extremo, cuando hay una acumulación de lactato generada por el
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