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120 ATLAS DE ANATOMÍA PATOLÓGICA FIGURA 5-70 Neumonía bacteriana, vista microscópica A la izquierda, los alvéolos están repletos de un exudado neutrófilo que corresponde a áreas de consolidación en el examen macroscópico. Obsérvese la diferencia con las áreas de pulmón ventilado presentes a la derecha. Este patrón microscópico también se corresponde con la distribución radiográfica parcheada de la bronconeumonía. Las áreas consolidadas pueden presentar una distribución lobulillar (de ahí el término neumonía lobulillar). De forma clásica, la bronconeumonía es una neumonía que se adquiere en el hospital y la sufren pacientes que ya presentan otras enfermedades. Las bacterias que habitualmente la causan incluyen Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Haemophilus influenzae, Escherichia coli y Pseudomonas aeruginosa. FIGURA 5-71 Neumonía bacteriana, vista microscópica Estos exudados alveolares se componen principalmente de neutrófilos. Las paredes alveolares que los rodean tienen capilares congestivos (dilatados y repletos de hematíes). Estos procesos exudativos son característicos de las infecciones bacterianas y dan lugar a la tos productiva con esputo amarillo purulento de las neumonías bacterianas. La estructura alveolar está conservada, razón por la cual incluso las neumonías extensas a menudo se resuelven con muy poca destrucción o mínima lesión residual del parénquima pulmonar. Sin embargo, en los pacientes con compromiso de la función pulmonar por neumopatía obstructiva o restrictiva subyacente, o con cardiopatía, incluso una neumonía limitada puede ser letal. FIGURA 5-72 Neumonía bacteriana, vista microscópica Los organismos bacterianos muy virulentos o las neumonías con inflamación muy pronunciada pueden asociarse a destrucción del parénquima pulmonar y hemorragia. Aquí puede apreciarse cómo las paredes alveolares ya no son visibles debido al inicio de la formación de un absceso, con sábanas de neutrófilos y también hemorragia. Muchas bronconeumonías surgen a continuación de una neumonía vírica, sobre todo en los ancianos durante los meses fríos, en los que son más frecuentes las infecciones por agentes víricos como el de la influenza.