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Resumen de DDHH

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HERMIDA
Busca aportar al tema de lo ético-político en el ejercicio profesional, dimensión que abarca los niveles técnicos o instrumentales. 
Aborda los desafíos que enfrentamos los trabajadores sociales teniendo en cuenta el proceso de vulneración de derechos que atravesamos en esta coyuntura que plantea desafíos, pero también propuestas. Así llega a la conclusión de que reconceptualizar la noción de derechos desde TS en la actual coyuntura política, económica y social implicaría apostar a una noción popular y no liberal de los derechos.
Hermida se centra en la noción popular y no liberal de derechos. Propone un proyecto emancipador, latinoamericano y feminista. Los objetivos serán tres. 
· Reflexionar conceptualmente en torno a la noción de derecho
· Hacer un acercamiento analítico a los desafíos que tienen las prácticas profesionales de Trabajo Social en contextos de vulneración de derechos. 
· Ofrecer pistas para la elaboración de propuestas profesionales que reivindiquen el compromiso del Trabajo Social con los Derechos Humanos.
No es posible hablar de derechos, sin evocar la cuestión del Estado, de las demandas, de las instituciones, de la democracia, del capitalismo moderno colonial patriarcal y de las formas de subjetización que produce la gubernamentalidad neoliberal. 
Hay al menos dos maneras de entender la cuestión de los derechos, una liberal y otra popular; según la autora al repensar la dimensión ético político de nuestra profesión, debemos escoger a la segunda, que nos permitirá avanzar en la construcción de la justicia social, pensando la noción de derechos, más en términos políticos que jurídicos, más en términos colectivos que individuales, más en términos de experiencias que de prestaciones. 
Desarrollo: 
1. El enfoque de derechos en Trabajo Social.
El Trabajo Social argentino resignificó la expresión de derechos, nuestra profesión fue parte de esas resignificaciones. 
El cambio del Día del Trabajador Social Argentino promovida por las organizaciones profesionales que hoy nos convocan, al 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, se inscribe como una conquista de esta manera de entender la profesión. Nuestra Ley Federal de Trabajo Social, 27.072/ 2014, da cuenta de la relación entre Trabajo Social y derechos.
Hermida habla de una democracia en crisis, inserta en un proceso neoliberal, parte del capitalismo moderno colonial patriarcal heteronormado; carácter de proyecto civilizatorio.
En el gobierno kirchnerista la democracia transmutó según Rinesi del carácter objetual (democracia) a otro procesual (democratización), donde se conquistaron libertades sobre todo positivas. El Estado en el kirchnerismo apostó a una ciudadanía en términos populares, de libertades positivas. Luego se dio la asunción de Cambiemos que apeló a la democracia, pero apelando a una idea de democracia como régimen de garantías para los individuos, donde se respeten y amplíen las libertades negativas (que el Estado intervenga lo menos posible, que dé lo menos posible, que no haya retenciones, que no haya discriminación positiva). 
Rinesi dice que “en la Argentina, incluso los más tremendos golpes de Estado contra los gobiernos populares se hicieron en nombre de la democracia.” (2015). En la manera de presentar la democracia que ofrece el actual gobierno, la noción de derechos se combate con medidas de desmantelamiento de programas, políticas e instituciones, y también sufre un borramiento del discurso político por parte de la gestión actual, y de las narrativas provenientes de lo estatal. 
2. Cruces entre la noción de Estado y de Derechos 
Los conceptos son performativos, crean, ponen en el mundo algo que antes de su enunciación no existía, o al menos, transforman esas materialidades. Y también son campos de batalla. 
El único que puede violar o vulnerar un derecho es el Estado. García Linera dice que el Estado es una instancia y un proceso multidimensional, el Estado es el gobierno, pero también es parte de mí. 
Hay múltiples frentes de lucha, y en todxs estamos nosotrxs, lxs trabajadorxs sociales. Tomemos los monopolios. En el de coerción estamos. Somos parte del aparato que “hace cumplir la ley”. Tomemos el monopolio de la legitimidad. Aquí nuestra investidura profesional también juega un rol. Cuando hablamos, cuando firmamos un informe y ponemos nuestro sello, estamos construyendo legitimidad.
Lo que más me interesa remarcar hoy es otra dimensión de construcción de legitimidad que tiene que ver con la necesidad de redoblar nuestra función política como sujeto colectivo. Tenemos que avanzar en construirnos como una voz autorizada para hablar sobre la cuestión social ante la opinión pública, debemos configurarnos en actores políticos de peso para disputar sentidos. Lograr a la par que los medios masivos de comunicación, que envenenan a nuestra sociedad, no puedan no llamarnos, deban callarse al menos por unos minutos, y asumir que somos expertos de lo social y tenemos mucho para decir. 
Tenemos que profundizar la escucha de las voces del pueblo, de las organizaciones sociales y políticas, que vienen haciendo, equivocándose, y acertando. 
Los trabajadores sociales somos miles, en lugares centrales y con poder. Como expone Foucault, el poder no se tiene, sino que se ejerce. Tejamos redes. Construyamos consensos, habilitemos y potenciemos a nuestras organizaciones colectivas. Y que ellas también sean nuestro respaldo para cada decisión y disputa profesional. 
Las lógicas fanáticas del poder estatal, pueden ser confrontadas por otras lógicas. Nuestra historia de resistencia y gestión lo demuestra. Estoy hablando de una mirada estratégica que vaya tomando a su cargo la tarea de reinvención del Estado, que reconceptualice, recupere, reinvente, resista, proponga. Se trata de tener herramientas profesionales, teóricas. Nuestras herramientas primeras son las ideas, que nos transformen en mejores profesionales para los desafíos de hoy. Herramientas teóricas que funcionen como lentes y que no distorsionen la realidad. Porque nuestra tarea es muy difícil, y la teoría nos permite encontrar esas tensiones inherentes a lo social que es político.
3. Cruces en la relación entre lo social y los derechos. 
Venimos a hacer de lo social lo político. No a “hacer política” en términos partidarios. Sino a decir: queremos una nueva cartografía. Estamos en un contexto en que el gobierno insiste en que determinados derechos, no eran en realidad derechos, eran privilegios. 
Intervenir en lo social en un contexto de vulneración de derechos implica seguir sosteniendo que los derechos reconocidos no tienen vuelta atrás. Y que hay muchos derechos emergentes que deben ser reconocidos y respetados. Rinesi (2015) advierte que se evocan los derechos cuando no se cumplen. Por eso hoy más que nunca tenemos que hablar de nuestros derechos y denunciar el desmantelamiento de los dispositivos que permiten custodiarlos. Es tiempo de habitar nuestras instituciones públicas, porque son nuestras y son la esperanza de varios y la única posibilidad de muchos. Quizás exista aun la tentación de abandonar los denominados aparatos ideológicos del Estado, pero hay tres malas noticias sobre eso. 
La primera es que lo que suele suceder cuando abandonamos las instituciones es que sustraemos la presencia del Estado de los territorios, porque los trabajadores sociales somos el enlace entre las instituciones y los sujetos. Y donde no hay Estado, lo que queda como regulador del lazo social es el Mercado. 
En segundo lugar, es un mito la idea del abandono del Estado, porque el Estado está en nosotros. 
En tercer lugar, porque tenemos una opción mejor, ocuparse de su reinvención, hacernos cargo de su aporía constitutiva y poner en juego nuestra experiencia profesional para limitar sus sesgos patriarcales eurocéntricos, racistas, disciplinadores, y para promover su potencia emancipadora. 
Como colectivo profesional construyendo y promoviendo discursos sólidos fundamentados con teoría y con investigación, que no discipline, que emancipe. Cambiaron las leyes y no lascabezas. Y así los derechos no pudieron efectivizarse. Entonces tenemos este reto de asumir nuestras instituciones, conducir nuestras instituciones, por prepotencia de trabajo, con claridad conceptual y experiencia técnica, y con confianza. 
4. La colonialidad y los derechos como aporías 
Hay una tensión inherente a la idea de derechos. Me refiero a la contradicción inherente a la vida común. La contradicción y la disputa de intereses es constitutiva de todo orden social; en las sociedades modernas esa contradicción es la cuestión social. Ya sea entendida como contradicción capital trabajo a partir de los aportes de Iamamoto y Rozas Pagaza, o en sus inscripciones nuestroamericanas y Argentinas (Carballeda, Hermida y Meschini), reparar en esta dimensión constitutiva de conflicto y desigualdad, hace ver que el tema de los derechos no puede ser entendido desde una lógica individual, liberal.
Desde una mirada descolonial, esta contradicción surge tres siglos antes de la revolución industrial. En la conquista y colonización y la invención de Europa y su Otro, América, se configuró una matriz de poder colonial a partir de la acumulación dada por un orden político y social erigido sobre la raza; matriz que sigue vigente hoy. Nosotros trabajamos dentro de la herida colonial. Cada uno de los derechos vulnerados, y cada una de nuestras intervenciones, están marcados por la colonialidad del poder, por la interseccionalidad entre clase, raza y género, por los patrones adultocéntricos, racistas y misóginos, haciéndonos pensar que toda evocación al acceso a derechos no es más que un discurso vacío o imposible. 
La autora viendo el lado oscuro de la modernidad que es su colonialidad, pero también viendo su legado emancipatorio; propone analizar la idea de Estado y derecho desde una mirada descolonizadora. 
Cita las preguntas de Segato: “¿Tenemos alguna forma de habitar de forma descolonial aun dentro de la matriz de ese Estado e inducirlo actuar de una forma conveniente a la recomposición de las comunidades?” Y la respuesta caracteriza el devenir de nuestras sociedades nuestroamericanas como un entremundos, un cruce entre lo que ella denomina el mundo aldea y el mundo moderno colonial. Cómo y en qué sentido se dan estos cruces es algo que debemos analizar desde nuestro quehacer profesional. Se trata de analizar, en cada escenario de intervención, qué de la Modernidad y qué de la comunidad, del mundo aldea, estoy poniendo en juego. Por comunidad me refiero a los cuerpos y territorios que hace cinco siglos resisten, al Otro de la Modernidad; como el heterogéneo discurso de los feminismos del sur, no blancos, no burgueses. Son las voces disonantes de colectivos diversos de mujeres, de la disidencia sexual, inscriptas en la herida colonial por su condición de género, racial, de clase, por su orientación sexual, de edad, entre otras marcaciones sociales subalternizantes. Hablar de derechos hoy desde una lógica popular, implica para hacerlo desde una lógica feminista, porque el registro feminista en Argentina ha sido de importancia para generar organización popular, visibilización de situaciones de opresión e injusticia, movilización y resistencia al modelo neoliberal, elaboración de estrategias políticas, sociales y culturales, y conquistas concretas; y también porque estamos en un proceso que podemos denominar como de “guerra contra las mujeres”. 
Hoy la mujer con conciencia de género es devenida feminazi. Sujeto que porta todos los peligros sociales para el tipo de democracia liberal que caracterizamos al inicio. Y por tanto enemigo del sistema, perseguible, eliminable. Si los sectores concentrados de poder, nos han señalado, es porque tenemos más poder del que creemos, y porque nuestro lugar en el sostenimiento del régimen neoliberal es fundamental. Así, el interés del capital colonial patriarcal es seguir configurando una serie de estrategias para que el cuerpo de las mujeres siga siendo territorio de conquista, colonización y sometimiento. 
Una mirada feminista y situada de los derechos pone en jaque las instituciones coloniales que siguen oprimiendo a las grandes mayorías; porque implica hacer lugar a la sororidad, y a otras formas de hacer política. El Estado criollo fue y es un Estado androcéntrico. Un Estado feminista sería un Estado otro. Que nuestro Trabajo Social feminizado, devenga entonces Trabajo Social feminista. Un enfoque de derechos con perspectiva crítica, situada e interseccional, nos invita a que cualquier prestación que viabilicemos desde nuestra práctica profesional atienda a una perspectiva de género popular. Para que lo que hacemos tenga un carácter liberador para las mujeres y para la sociedad; porque sin liberación de las mujeres y la disidencia sexual no hay justicia social posible. 
Conclusiones 
Reconceptualizar la noción de derechos desde Trabajo Social en la actual coyuntura política económica y social implicaría apostar a una noción popular y no liberal de los derechos. Posición que se materializaría en la intervención en las posiciones que siguen: 
-Sostener que la titularidad de los derechos es del pueblo y no de la ciudadanía como conjunto de individuos aislados. Sólo la acción colectiva podrá revertir la colonización; esto es válido para niveles micro y macro. Nuestra tarea es la visibilización, la denuncia y la organización popular. 
-Sostener que la garantía de los derechos es responsabilidad del Estado: acá nuestra tarea es la defensa de nuestras instituciones públicas como dispositivos privilegiados para la materialización de los derechos. 
-Sostener que la libertad a la que debemos propender es la libertad positiva, la que permite el pleno ejercicio de los derechos y la riqueza de la diversidad. Acá nuestra tarea es disputar sentidos en torno a la libertad, para combatir las lógicas meritocráticas y de la autoayuda, y defender la presencia del Estado. 
-Sostener que los derechos se consagran por diversos caminos. En nuestra historia tenemos derechos que se han conquistado de abajo para arriba pero también de arriba para abajo. Ej. de arriba para abajo: el derecho a una jubilación para las amas de casa. Ej. de abajo para arriba: la ley de salud mental que fue el resultado de un largo proceso de organización y presión por desmanicomializar. Acá nuestra tarea es la construcción de legitimidad de los derechos. 
-Sostener que los derechos deben tener la capacidad de traducirse en procesos que reconozcan la interseccionalidad que atraviesa a los sujetos que son sus titulares, sujetos diversos, que necesitan políticas sensibles a esta diversidad. Acá nuestra tarea es propender a una mirada interseccional que revise prestaciones y políticas vigentes para favorecer un verdadero acceso a derechos. 
-Sostener que lo político es fundante de los derechos. Porque es político el consenso de una sociedad respecto de qué instrumentos normativos y qué inversión presupuestaria se destinará a tales fines. Acá nuestra tarea es combatir la neutralidad y el tecnicismo, para promover acuerdos con otros sujetos colectivos y posiciones políticas.
-Sostener que, si enunciamos el carácter de derecho de una prestación determinada, cuando el acceso a la misma peligra, podamos codificar como derecho esas demandas que están siendo invisibilizadas. Derechos que no forman parte de la agenda pública porque sus sujetos están subalternizados. En ese ejercicio somos conectores invaluables porque estamos en la frontera de lo instituido y lo instituyente. Acá nuestra tarea es visibilizar demandas desatendidas, para legitimar su rango de derecho. 
-Sostener la asistencia como derecho. El problema del Trabajo Social en todo caso es la confusión teórica, epistemológica y política que tenemos sobre el concepto de asistencia. La autora expone que la asistencia es un derecho, que tiene un carácter de justicia restitutiva; y que por tanto tiene que ser universal y garantizada. Acá nuestra tarea es dejar de reproducir el discurso neoliberal que da entidad a categorías antipopulares y eurocéntricas como el problemade nuestra profesión. Y promover el derecho universal a la asistencia. 
Reconceptualizar la noción de derecho para hacer el Trabajo Social en la actual coyuntura neoliberal es un deber ético-político; debemos reconceptualizar en términos de construir un diagnóstico del contexto económico, político y social y de deconstruir nuestras prácticas en ese contexto. 
SILVANA MARTINEZ 
Define el trabajo social como dinámico y expone que hay varias formas de definirla. 
Define la cuestión social
No se puede pensar en problemáticas sociales sin pensar en política.
La importancia del rol del Estado en el papel de garantizar el cumplimiento de DDHH. El trabajador social es un agente del Estado
Propone dos maneras de entender la cuestión de los derechos, citando a M E. Hermida
· Una liberal, en relación al enfoque de derechos en el marco de la ONU, vinculada a una mirada universalista, ligada a normas y protocolos de actuación gubernamental,
· Y otra popular, vinculada a las luchas populares y a las conquistas históricas producto de las mismas
El Trabajo Social argentino
Se ubica en esta segunda clave de lectura y da cuenta de que las luchas y disputas de sentido en relación a la profesión y lo DDHH no se dieron por fuera de las luchas populares, no sólo en el marco de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, agrego yo, sino también en las luchas que llevamos a diario para enfrentar las desbastadoras consecuencias del neoliberalismo.
No podemos desconocer que existen legislaciones que refuerzan el orden patriarcal, adultocéntrico y capitalista
Cita a Jame Adams, TS PREMIO NOBEL DE LA PAZ “Para poder entender nuestra obra, hay que entender la naturaleza del Trabajo Social: la profesión no nación par aplicar la ley sino para interrogarla, para cambiarla, para hacerla más humana, al servicio de los más golpeados por los propios sistemas y las nuestras leyes”
TS y DDHH (imbricación)
· Se observa en:
· La definición
· En los principios éticos
· En los stándares mínimos de formación a nivel internacional
· EN ARGENTNA toma su propia significación, su propio sentido
· Utiliza la metáfora de destapar la “olla”
Los ts somos trabajadores de la palabra, y tenemos mucho que aportar
· El discurso profesional, la sola proclamación, no alcanzan.
· En el propio campo profesional, no todos entendemos los mismo por DDHH o por enfoque basado en derechos
· Intevenimos en el campo de la materialidad y en el capo simbólico
Los conceptos y categorías son campos de batallas, de disputas de sentido
· No podemos quedar por fuera de la batalla cultural que se está librando en términos de proyectos civilizatorios.
· Muchas aberraciones se han llevado a cabo en nombre de los Derechos Humanos (Ej Videla)
· También muchos colegas, por ejemplo, priorizan derechos individuales por sobre los colectivos
TRABAJO SOCIAL Y ENFOQUE DE DERECHOS
· Definición Global de Trabajo Social (Melbourne, Australia, 2014- FITS, AIETS) y la Declaración Global de Principios Éticos del Trabajo Social (Seúl, Corea del Sur, 2016, FITS y AIETS
· En Argentina, en Trabajo Social, los Derechos Humanos impulsan un cambio de paradigma y el horizonte de sentido que orienta el ejercicio profesional
· Como resultado de una lucha de más de 60 años y de una disputa histórica al interior de la profesión, este cambio de paradigma se institucionaliza en Argentina en el campo simbólico, por un lado, con la modificación de la fecha de conmemoración del Día de les Trabajadores Sociales / 2 de julio al 10 de diciembre, año 2012), y por otro lado, en el campo jurídico con la sanción de la Ley Federal de Trabajo Social N1 27.072 (2014) promovida por la FAAPSS
· EL TRABAJO SOCIAL ES UNA PROFESION BASADA EN LA PRÁCTICA Y UNA DISCIPLINA ACADÉMICA QUE PROMUEVE EL CAMBIO Y EL DESARROLLO SOCIAL, LA COHESIÓN SOCIAL, EL FORTALECIIENTO Y LA LIBERACIÓN DE LAS PERSONAS. 
· LOS PRINCIOS DE LA JUSTICIA SOCIAL, LOS DERECHOS HUMANOS, LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA Y EL RESPETO A LA DIVERSIDAD SON FUNDAMENTALES PARA EL TRABAJO SOCIAL. RESPALDADAS POR LAS TEORÍAS DEL TRABAJO SICAL, LAS CIENCIAS SSOCIALES, LAS HUMANIDADES Y LOS COOCIMIENTOS INDIGENISTAS, EL TRABAJO SOCIAL INVOLUCRA A LAS PERSONAS Y LAS ESTRUCTURAS PARA HACER FRENTE A DESAFIOS DE LA VIDA Y AUMENTAR EL BIENESTAR (Martínez-Aguëro, 2017) 
Principios- EJES
· a- El respeto por el valor intrínseco y la dignidad de los seres humanos, no hacer daño, el respeto a la diversidad y a la defensa de los DDHH y la justicia social.
· b-La defensa y el apoyo a los DDHH y a la justicia social son la motivación y la justificación para el Trabajo social. 
· c-La profesión de Trabajo Social reconoce que los DDHH individuales tienen que coexistir con la responsabilidad colectiva.
Principios que conllevan valores vinculados a la defensa irrestricta y reivindicación de los DDHH, tanto en nuestras intervenciones sociales como en la formación profesional
1-Reconocimiento de la Dignidad Inherente al Ser Humano
2-Promoción de los Derechos Humanos
3-Promoción de la Justicia Social
-Rechazar la discriminación y opresión institucional
-Respetar la diversidad
-Promover el acceso a recursos de forma equitativa
-Desafiar políticas y prácticas injustas
-Construir solidaridad
4-Promoción del derecho a la autodeterminación
5-Promoción del derecho a la participación
· Develar, problematizar, y resignificar desde un pensar-hacer situado.
· Dejar de reproducir conocimientos de manera imitativa, inauténtica, 
· Un posicionamiento profesional crítico ético político teórico metodológico epistemológico no meramente discursivo
· Sectores de derecha que se apropian del discurso de los DDHH
El cambio de fecha en la celebración del día del trabajador social como acto refundacional del Trabajo Social en Argentina .
No se trata de un aggiornamiento, se trata de un acto simbólico trascendental y de gran importancia para la construcción de procesos identitarios
LEY
Jerarquización de la profesión
· OBLIGATORIEDAD DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA
· PROTEGER EL INTERÉS DE LOS CIUDADANOS
· PROTEGER A LOS PROFESIONALES 
De qué hablamos cuando decimos trabajo social emancipador
· Trabajo Social y la perspectiva de descolonialidad
Entonces, podemos decir que un Trabajo social con enfoque de Derechos en cave emancipatoria es un TS indisciplinado, que CUESTIONA el orden social patriarcal-capitalista-moderno y se ubica en un pensar-hacer-sentir situado indoamericano, es decir desde el bloque social de los oprimidos, con una historia no lineal, sino dialéctica, resistencias y luchas, pero también sueños y esperanzas.
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Silvana Martinez problematiza la relación entre los Derechos Humanos y el Enfoque de Derechos en clave emancipatoria, feminista y descolonial.
Aborda la necesidad y urgencia política de trabajar los conceptos y categorías que utilizamos los Trabajadores Sociales; y la mutua imbricación entre el Trabajo Social y los Derechos Humanos.
Como sostienen muchos autores, el Trabajo Social y los Derechos Humanos tienen entre sí una estrecha relación. los Derechos Humanos se han constituido en el eje de un cambio de paradigma y el horizonte que orienta el ejercicio profesional de los/as Trabajadores/as Sociales en nuestro país. Este cambio de paradigma se institucionaliza en dos acontecimientos.
El primero se refiere al cambio de fecha de conmemoración del Día del Trabajador/a Social en Argentina. En el año 2012, se sustituye el 2 de julio, vinculado al Día de la Visitación, por el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.
El segundo acontecimiento es la sanción en el año 2014 de la Ley Federal de Trabajo
Social N° 27.072. 
Destapar las ollas
La autora expone que le gusta la idea de atribuir a los conceptos y categorías teóricas la metáfora de las “ollas” (tomando los aportes de las feministas comunitarias). Estas ollas pueden ser llenadas de muchas cosas, muchos elementos, las hay de diferentes elementos, pero todas estas ollas son fabricadas por seres humanos en un contexto socio-histórico determinado, para distintas utilidades (uso personal, familiar,para la venta o para regalar). Existen ollas de distintos tamaños, colores y para distintos fines. Ollas artesanales y de producción en serie. Ollas llenas y ollas vacías.
Esta metáfora le permite desnaturalizar, problematizar, contextualizar y resignificar las categorías que utilizamos en el Trabajo Social, ya que muchas de ellas devienen de producciones eurocéntricas-modernas-coloniales, que al “universalizarse” no sólo encubren este origen, sino que encubren la colonialidad inscripta en la producción de conocimientos y perpetúan la colonización de la subjetividad de quienes usan esas “ollas” de manera acrítica y hasta dogmática. La autora considera necesario “destapar las ollas” para ver que hay adentro de ellas. Es decir, producir conocimientos interpelando las “ollas” que usamos, con qué significaciones y texturas las llenamos y qué finalidad le daremos. 
Estoy convencida de que tenemos que animarnos a confeccionar nuestras propias “ollas”, a partir del acto creador de estar-siendo como indoamericanos/as que somos. Dejar de reproducir conocimientos de manera imitativa, inauténtica, autopoiética, a-histórica. Es una responsabilidad ética y un acto político en tiempos de barbarie neoliberal y profundización del coloniaje mental que estamos viviendo o, mejor dicho, que estamos padeciendo.
Es necesario tener en cuenta la multidimensionalidad de los Derechos Humanos (histórica, social, cultural, ética, jurídica y política), los contextos de surgimiento, las condiciones o no de materialidad y las claves de lectura e interpretación de los mismos.
Alfredo Juan Manuel Carballeda. Trabajador Social.
“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles” Organización de las Naciones Unidas
Algunas cuestiones conceptuales
El enfoque de derechos puede ser abordado desde diferentes puntos de vista. Desde una mirada orientada hacia la intervención en lo social, otorga posibilidades tal vez más amplias para comprender y explicar los problemas sociales, aportando a su vez líneas de análisis que logran sostener las prácticas, especialmente desde la idea de interrelación que se presenta en el sentido de su definición. 
De este modo, es viable pensar que un enfoque de derechos apoyado en los Derechos Humanos, tiene capacidad de dar contención a los Derechos Sociales e incluso enriquecerlos, especialmente desde la posibilidad de conferirle movilidad e interacción a éstos y -desde allí- más y mejores perspectivas de aplicación. 
Así, por ejemplo, el diseño de Políticas Públicas concebidas como parte de obligaciones estatales para el cumplimiento efectivo de los DDHH, le facilita a éstas una lógica que implica una dirección diferente y más amplia a la Intervención del Trabajo Social. Como consecuencia de estas cuestiones, la intervención tiene posibilidades de hacerse más compleja y abarcadora de diferentes expresiones de los problemas sociales, atravesando diferentes sectores como salud, educación, vivienda, acción social, etc., generando de esta manera una posibilidad de visión transversal y singular de todos estos temas y posibilitando más alternativas para su comprensión en términos de construcción de líneas, formas de intervención social. 
El Enfoque de Derechos
Desde el enfoque de Derechos se considera que el marco conceptual, que da sentido y orientación tanto a las Políticas Sociales como a la Intervención, se apoya en las posibilidades de respaldo y garantía que brindan los Derechos Humanos en tanto derechos legitimados por la comunidad internacional. Y desde allí tienen la potencialidad de ofrecer un conjunto coherente de principios y pautas que pueden ser aplicables en las Políticas Sociales y en la Intervención del Trabajo Social. 
Los principios que dan forma a los Derechos Humanos han fijado con mayor precisión tanto las obligaciones negativas del Estado como así también una serie de obligaciones positivas. En este aspecto, es posible pensar que los Derechos Sociales tienen cierta limitación en función de que enuncian atribuciones dentro de la esfera del sujeto, pero no se amplían en función de aquello que el Estado -como garantía de éstos- debe o no hacer, y se presentan como atribuciones sectoriales. Esto significa, en otras palabras, que el enfoque de derechos ha definido con mayor precisión no sólo aquello que el Estado no debe hacer a fin de evitar violaciones, sino también aquello que debe hacer en relación a intentar facilitar y construir una realización plena de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
El Enfoque de Derechos se ratifica desde una perspectiva abarcativa e integral, proponiendo un sistema completo y estructurado por principios, reglas y estándares de Derechos Humanos que intenta operar en términos de otorgar efectividad a las medidas comprometidas por los Estados y que además fija estándares específicos que son aplicables a los sistemas internos de cada uno de los países de la región. Así, son de destacar las posibilidades de abordaje transversal de las Problemáticas Sociales Complejas que otorga esta perspectiva. Así también, algunas aproximaciones a la definición del enfoque de derechos nos permiten comprenderla como un conjunto de estándares y categorías que emergen de diferentes interpretaciones realizadas a partir de tratados internacionales de Derechos Humanos, a través de los órganos de aplicación, y desde de la interpretación realizada de los tratados internacionales de Derechos Humanos.
Estos estándares específicos se pueden enumerar desde diferentes puntos, como el contenido de los derechos, su universalidad, su situación de progresividad y no regresividad, el impacto en términos de igualdad y no discriminación, cómo logran o no generar la Producción de información y formulación de políticas, la relación entre los derechos y la participación de los sectores afectados en el diseño de las políticas públicas, como así también el acceso a la justicia y mecanismos de reclamos. Para la CEPAL, por ejemplo, el Enfoque de Derechos tiene características que fundamentalmente implican una serie de nuevos mecanismos de intervención estatal de diverso tipo y que abarcan lo jurídico, lo ético y los contenidos de diseño de las Políticas Públicas.
El Enfoque de Derechos y la noción de Responsabilidad
El enfoque de derechos puede ser pensado también como una forma de anudar, articular, imbricar las nociones de ley y responsabilidad. De esta manera es posible pensar la función de los derechos en relación a la integración de la sociedad. Los efectos del neoliberalismo, la aparición de los derechos subjetivos y especialmente los del consumidor, generan una visión de derechos sin otro, sin sociedad, que deviene inevitablemente en una subjetividad que puede constituirse en sólo demandante y con importantes dificultades para visibilizar a la sociedad como un todo integrado. En definitiva, aquello que surge de una construcción de sociedad con sujetos sin deberes. 
El enfoque de derechos permitiría incorporar la noción de responsabilidad asentada en la necesidad de un todo social que se fortalece y se integra a partir de visibilizar que los Derechos Humanos y Sociales mejoran la sociedad más allá de quienes se beneficien directamente con ellos, donde el Derecho implica una responsabilidad de integración, no de obligación ligada a lo punitivo.
En procesos de intervención social es posible visibilizar esas cuestiones desde algunos dispositivos que apoyan la reconstrucción de los lazos sociales en términos de reciprocidad, integración, identidad y pertenencia. Es allí donde el otro se hace necesario para la construcción de identidad. De allí que en la relación con éste se construye una forma de responsabilidad que integra y sostiene lo social desdeel lazo. 
Pilar Arcidiácono
¿De qué estamos hablando cuando hablamos del “enfoque de Derechos” como guía para las políticas de inclusión social? 
El “enfoque de Derecho” constituye un marco conceptual para el proceso de desarrollo humano que está basado normativamente en principios y estándares internacionales de Derechos Humanos (DDHH) y operacionalmente dirigido a respetarlos, protegerlos y satisfacerlos. Un enfoque de este tipo, pretende integrar estos principios en la legislación, programas, planes y procesos de desarrollo de cada uno de los países (CEPAL; 2006:15).
Esto significa que se encuentra definido con mayor precisión no sólo aquello que el Estado no debe hacer a fin de evitar violaciones de derechos, sino también aquello que sí debe, a fin de lograr la plena realización de los derechos civiles y políticos (DCP) y también los derechos económicos, sociales y culturales (DESC).
¿Que es el enfoque de derechos? 
Es un marco conceptual para el proceso de desarrollo humano. Basado en principios y estándares internacionales el cual pretende integrar planes y procesos de desarrollo de cada uno de los países.
DESC (derechos económicos sociales y culturales) 
Parten de una situación de desigualdad y plantean tratos diferentes a personas diferentes para poder avanzar hacía un proceso de igual. Es ahí donde aparece la inclusión social la cual son recursos económicos, sociales políticos y culturales que fortalecen las redes sociales, de los excluidos.
 También tratan de construir las condiciones para una ciudadanía basada en el respeto y profundizar los derechos humanos.
 Poner a los sujetos con posibilidad de pensar el diseño y la implementación de las políticas públicas.
 El rol de los receptores/destinatarios de las políticas 
- Son aquellos que generan obligaciones al estado. 
- Receptores cómo sujetos de derecho (acceso a la justicia).
 - Participación en las políticas públicas
 - Identifican necesidades y prioridades sociales.
 - Los principales destinatarios de estás políticas públicas son los sectores vulnerables los cuales tienen la dificultad para poder concretar su participación en las políticas públicas. 
- Ausencia de oferta estatal
 - Falta de información por parte del estado (para generar sus derechos
 El rol de las organizaciones de sociedad civil (OSC) en política públicas.
Implica por un lado la voluntad para poder llevar a cabo políticas y por otro lado la carencia para poder implementarla eficazmente. 
¿Que son las políticas públicas? 
- Son un conjunto de respuestas que toma el estado frente a cuestiones que afecta a los sectores de una sociedad, es por ello que aparece la agenda estatal la cual son organizaciones sociales y políticas que hacen visible los problemas para así tomar partido de los mismos.
 - Supone tomar partido ya sea por acción y omisión.
 Mal implementación/actual enfoque de derechos.
- Sistema global capitalista con una racionalidad contraria al enfoque de derecho. 
- Brecha normativa de los instrumentos internacionales. 
- Dificultades en la interacción entre los tres poderes de estado.
 - Ausencia de voluntad política 
- Vaciamiento del contenido del enfoque de derecho (ser políticamente correcto). 
Real implementación del enfoque de derechos
 - Necesidad de cambios sustantivos en la esfera económica.
- Fortalecimiento de las instituciones democracia. 
- Políticas públicas de desarrollo. 
- Creación de estructuras formales y adaptación nuevo sentido de estructuras existentes.
 - Capacitación del enfoque derecho a funcionarios y los diferentes niveles de estado. 
- Rol activo del poder judicial para dar un goce efectivo de los derechos. 
- El sistema democrático aparece como el mejor medio para permitir que la vida de cada uno dependa fundamentalmente de cada uno y no de un sistema arbitrario. 
- Aparecen nuevos mecanismos de intervención estatal el primero la dimensión ética la cual
deja plasmado los derechos humanos, el segundo la dimensión procesal: mecanismos que facilitan el diálogo entre los diferentes actores para trasladarlos a los instrumentos (normativas/políticas públicas). Y por último la dimensión de contenido de protección social: la cual son acciones concretas.
Bixio, Beatriz y De Mauro, Sofía
Los dueños de la lengua
 ¿De quién es la lengua que hablamos?, ¿quién tiene el poder de control sobre ella?, ¿por qué la lengua debe ser controlada?, ¿cuáles son esos poderes que tienen las lenguas que generan este temor y su deseo de apropiación? Por diferentes motivos, la lengua siempre fue controlada por algún poder, sea el poder religioso, que busca inmovilizarla y conservarla tan pura como la palabra que comunica con la divinidad; sea por el poder político, que la ordena, la legisla y la confunde con la escritura por razones de producción y administración de los Estados, dando lugar a un producto más o menos homogéneo, lo que llamamos “español”, por ejemplo, con reglas de constitución únicas, invariables, claramente definidas, que reproducen las normas de la escritura de la lengua de los grupos cultos de la sociedad, y dejan fuera de esta “lengua” todo aquello que no se condice con ese producto. En síntesis, el Estado, con el auxilio de educadores y lingüistas, establece relaciones de jerarquización al interior de una misma lengua, que reproduce otras jerarquías propias del Estado (sociales, culturales y políticas).
Las instituciones de control se multiplican, agudizan sus estrategias y trabajan en coalición con el poder global, el poder económico y el poder mediático. Un complejo dispositivo orientado a la coerción lingüística. En efecto, a la tradicionalmente morosa fuerza de intervención sobre la lengua de la Real Academia Española, se le han sumado, en los últimos años, otros satélites con esta misma misión: el Instituto Cervantes y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que dan una guerra cada vez más enconada y menos simulada por la posesión del poder de legislar sobre nuestra habla. Para completar, la institución académica, que durante siglos intervino en el campo lingüístico con publicaciones ocasionales, hoy recibe financiamiento de importantes empresas españolas multinacionales que garantizan la investigación y edición de numerosos instrumentos que regulan cada vez con mayor detalle nuestra lengua indicando lo admitido (el “español culto”, como ellos dicen) y lo no admitido (la “e” como tercer género), lo marginal (argentinismos, mexicanismos, vulgarismos, regionalismos, peruanismos) y lo central (aquello que no lleva calificativo, que se supone que es de todas y todos, pero que en realidad es de algunas pocas personas: españoles peninsulares o hablantes de hablas estándares de los diferentes países latinoamericanos).
 Ellos, los dueños de nuestra lengua, han emprendido la tarea de edificar un nuevo español, al que llaman “español global”; verdadera construcción que diseña una lengua, la planifica y da lugar a un producto hecho de materiales finamente seleccionados y refuncionalizados; tarea que descarta lo vulgar y que da cuenta de una posesión, apropiación de aquello que era de todes.
Se ha expropiado una lengua que no le pertenece a nadie, ni siquiera puede considerarse ya que sea patrimonio de una comunidad de hablantes. Pero en Argentina tenemos, también, una larga tradición de “beligerancia de los idiomas” (González, 2008), nunca hemos aceptado sumisamente las pretensiones de regulación idiomática que proceden de otras geografías y, desde los mismos orígenes de la formación del Estado, hemos renegado de cualquier intento de involucramiento en nuestra lengua, incluso, nos hemos opuesto a descalificaciones diversas sobre ella (Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Domingo F. Sarmiento, Lucien Abeille, Ricardo Rojas, Tobías Garzón, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, entre otros). La beligerancia de las lenguas es un eslabón más en la historia de nuestro país. La organización del Encuentro Derechos lingüísticos como derechos humanosde la Facultad de Filosofía y Humanidades puede ser considerado como parte de esta cadena.
Los espectros de la fragmentación
 La lengua, como sabemos, no es un producto estanco, quieto, inmóvil, abarcable de una vez para siempre. Nuestras lenguas tienen historias (en plural) y no deberíamos pensarlas desligadas del pasado que ciertas perspectivas y políticas lingüísticas pretenden ocultar. Lengua e historia, lengua y memoria, lengua y política: con la organización del Encuentro hemos propuesto una ligazón entre esos términos, para pensarnos conflictivamente, como política de la disidencia.
¿Existe, entonces, la lengua? ¿De qué lengua hablamos cuando decimos que hablamos castellano, por ejemplo? Derrida (1997) insiste en la imposibilidad del monolingüismo. Hablamos una lengua, pero (al mismo tiempo), nunca hablamos una sola lengua. Y resulta necesario, para responder estas preguntas, una reflexión política. Si toda cultura se alza por la imposición unilateral de alguna política sobre la lengua, ¿es posible pensar la lengua sin reflexionar sobre las historias que acarrean sus imposiciones? ¿Podemos pensar la lengua sin siquiera mencionar el mecanismo de su (desigual) distribución como bien preciado, cual “tesoro”, como decía Saussure? Derrida dictamina: sí, no tengo más que una lengua, pero esa lengua no es la mía.
El fantasma de Babel, que recorre constantemente las academias, las aulas y la sociedad, reclama el paraíso perdido bajo la amenaza constante de la culpa y del miedo a la fragmentación. “Esa palabra no existe, no está aceptada por la Real Academia” es una frase muy común en cualquier conversación. ¿Qué ha pasado para que le hayamos otorgado a la Real Academia Española el poder de creadora ‒dadora de existencia‒ y reguladora de nuestra lengua? Una vez más: ¿a quién le pertenece nuestra lengua? La diferencia, la diversidad, la condición babélica no es solo la que divide las lenguas particulares, los idiomas. Esa condición babélica está en el modo de ser de una lengua: se trata de la “irrupción de la multiplicidad de la lengua en la lengua, en cualquier lengua. Por eso cualquier lengua es múltiple” (Larrosa y Skliar, 2001, p. 28). Ahre, atr, chomaso, chome, chonguear, flashear, limado, machirulo, manija, manyín, milanga, mocazo, naranjita, pendorcho, pururú, secamente, torta, trava, tumbero, tutuca, vueltera, yuta. Claramente, estas entradas no están en el Diccionario de la Real Academia. Se trata de palabras o expresiones casi de uso cotidiano por un sector de la población, principalmente de Córdoba; son solo algunas de las recogidas en el Diccionario sin coronita que lanzó su convocatoria en el marco del Encuentro desde la Editorial de la FFyH, la Sofía Cartonera. Uno de los objetivos principales de este diccionario es poner en tensión el binomio lengua/norma y, a su vez, no renunciar a la creatividad cotidiana del lenguaje.
Hacer cosas con palabras
 Nuestro Encuentro comenzó el día anterior al (in)memorable discurso inaugural del Congreso Internacional de la Lengua Española que tuvo como protagonistas a Felipe VI, Mauricio Macri y la policía de Córdoba. Ese martes abrimos nuestro espacio con un homenaje a Osvaldo Bayer, el presidente honorario de nuestro Encuentro (a cargo de María Teresa Andruetto, Flavia Dezzutto y Diego Tatián). Y a la tarde, inauguramos el ciclo “Desbordar la lengua”, y la pregunta no cesaba: ¿habitar la lengua no es acaso rebasar los límites? ¿De qué límites hablamos? ¿Qué fronteras se imponen cuando hablamos de una lengua? ¿Qué implicancias tiene la unidad en la diversidad de la que habla la Real Academia Española? Desde ese primer gesto inaugural en nuestro espacio, desbordar se erigió espontáneamente en nuestro verbo-bandera
Primer movimiento:
 las malas lenguas Acompañó los tres días de nuestro Encuentro este ciclo que reunió actividades artísticas de diferentes expresiones en torno a la pregunta por los lenguajes. Salió de la ciudad universitaria y transitó diferentes espacios (Documenta Escénicas, Instituto de Cultura Aborigen, Bastón del Moro, Museo de Antropología, Sindicato de Luz y Fuerza, Séptimo Arte, Macedonio, Teatro La Calle, Casa Caracol, La Balza, La Cúpula Museo Ambato de La Falda). Claro asalto a las calles de nuestra ciudad en las que se ofreció teatro, poesía, artes visuales, música; en las que otras lenguas y otros modos del decir buscaron posicionar otras representaciones sobre sujetos y lenguas.
Segundo movimiento: 
la imposibilidad de una lengua ¿Qué lengua hablamos en América Latina? Esa misma pregunta, pero en plural, estuvo resonando y traspasando las paredes de las aulas de Ciudad Universitaria en las ponencias libres que abarcaron los cuatro días, mañana y tarde. Se presentaron más de ciento cincuenta exposiciones en cuarenta mesas temáticas y múltiples conferencias sobre variación lingüística en nuestro país.
Cuáles son nuestras lenguas, por qué algunas (muchas) dejaron de hablarse o fueron silenciadas o, más bien, violentadas hasta su ocultamiento estratégico; quiénes son hoy en día aquellas personas, sujetos de derecho, que luchan por el reconocimiento de sus lenguas; cuáles son las políticas públicas orientadas a trabajar con estos problemas fueron algunos de los interrogantes para cuyo despliegue fueron convocados colectivos con representantes de las comunidades charrúa, huarpe, wichi, mapuche, kamiare, qom, entre otras que estuvieron presentes en el Encuentro y entre quienes estuvimos pensándonos y reflexionando acerca de las herramientas y estrategias en orden a la vitalidad de las lenguas. 
La celebración del Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba, por su parte, nos instó a pensar en las condiciones de acceso desigual de una lengua por sobre otras y de una variedad de lengua por sobre otras.
Tercer movimiento: 
las políticas lingüísticas Un eje articulador y transversal a todo el Encuentro fue el de las políticas lingüísticas de la Real Academia Española y los usos políticos de los congresos internacionales de la lengua española y de los numerosos instrumentos lingüísticos que produce.
En estos espacios se insistió en la persistencia de la Real Academia por subvalorar la relevancia demográfica, comunicativa e identitaria de las cientos de lenguas que se hablan en el territorio americano, desnudando esta política que niega el conflicto y la discriminación a que están sometidas comunidades de hablantes de otras lenguas (lenguas de inmigración, lenguas de señas, lenguas originarias), en franca continuidad con la ideología lingüística imperial que acompañó la formación de los Estados nacionales y que constituyó la base del exterminio y la marginación de comunidades y la ocupación de sus territorios.
Último movimiento: 
los derechos lingüísticos La Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos surge en el contexto de dos movimientos en apariencia opuestos: la globalización y la creciente afirmación de una diversidad cultural, étnica y lingüística (Hamel, 1995). Es interesante pensar, siguiendo a Hamel, que la afirmación de la diversidad cultural, antes percibida como una suerte de resistencia al proceso de expansión de los países centrales o como un “atrincheramiento de las minorías en sus zonas de refugio”, es ahora reconocida como reclamos que comenzaron a formularse, desde hace más de quince años, en términos de derechos. El 2019 fue declarado por la ONU el año internacional de las lenguas indígenas; el mismo año del Congreso de la Real Academia en nuestra ciudad. Hamel dice que en el 96% de los Estados a nivel mundial coexisten diferentes grupos lingüísticos con sus consecuentes y casi inevitables relaciones de dominación junto a los procesos de desplazamientos y resistencias de las lenguas y, por supuesto, de sus hablantes. En este, sentido, son fenómenos universales. Es por eso que se impuso el concepto de “derecho lingüístico”, que se sitúa a la par de los derechos humanos fundamentales y que se basa en la dignidad de las personas y la igualdad formal de todas las lenguas. Como venimos diciendo,los derechos que se refieren a las distintas lenguas también son pasibles de ser trasladados al interior de una lengua. ¿Tenemos los mismos derechos quienes hablamos la lengua de la Real Academia Española y quienes no? ¿Qué posibilidades de acceso a otros derechos y a otros bienes culturales, simbólicos y materiales hay cuando no se posee esa lengua, la lengua del otro? Son preguntas que nos formulamos, preguntas que se expanden, preguntas que dieron sentido a nuestro Encuentro y que ameritan estas batallas

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