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Fisiología gástrica: ácido clorhídrico y proteasas - 45 - corta duración generan un aumento de la cantidad de RNA mensajero de los pepsinógenos para la pos- terior reposición de los gránulos de almacenaje. Los estímulos de secreción más persistentes generan un aumento de la síntesis de manera paulatina hasta alcanzar velocidades similares para la síntesis y la se- creción de pepsinógenos. Ante el cese del estímulo secretor, las células entran en un ciclo restaurativo que permite reponer los gránulos de depósito. La secreción de pepsinógenos por las células princi- pales es independiente de la secreción de ácido por las células parietales y requiere de la participación de al menos dos vías de señalización intracelular como las dependientes del mediador AMPc, de cam- bios en la concentración intracelular de calcio y de la activación de PKC. El estímulo secretor de mayor po- tencia conocido es la estimulación colinérgica vagal, sea esta inducida de manera directa por estímulos eléctricos o de manera indirecta por distensión gás- trica, hiperventilación y otras condiciones. La utiliza- ción de antagonistas colinérgicos como la atropina o la pirenzepina inhiben la secreción de pepsinógenos por un mecanismo dependiente de los receptores muscarínicos M1 y M2. Se han reportado efectos tanto estimuladores como inhibidores de la secreción relacionados con la pre- sencia de histamina pero los resultados obtenidos de modelos in vivo o in vitro difieren, dificultando determinar el efecto real. Agonistas adrenérgicos, como el isoproterenol, son capaces de inducir la secreción de pepsinógenos en glándulas gástricas aisladas. Tanto la gastrina como la pentagastrina es- timulan la secreción de pepsinógeno en modelos in vivo pero la estimulación directa de células principa- les en cultivo no ha sido demostrada. El octapeptido colecistoquinina (CCK-8) y sus péptidos relacionados son capaces de inducir la secreción en glándulas gás- tricas aisladas. El péptido vasoactivo intestinal (VIP) también ha sido reportado como capaz de estimular la secreción de pepsinógenos por mecanismos simi- lares a los inducidos por la secretina. La bombesina estimula la secreción por acción directa sobre las glándulas o mediante la modulación de la secreción de gastrina. Por el contrario, tanto el glucagón como la somatostatina son capaces de inhibir la secreción de pepsinógenos mediante la activación de proteí- nas G inhibitorias que inhiben la actividad de la Ade- nilato ciclasa (5). 2. Helicobacter pylori H. pylori coloniza el estómago de aproximadamente la mitad de la población mundial convirtiéndolo en uno de los patógenos con más éxito evolutivo. Ac- tualmente la infección por H. pylori es responsable de una parte no menor de la morbilidad y morta- lidad asociada con infecciones del tracto digestivo. Patologías como la úlcera péptica, el linfoma MALT y el adenocarcinoma gástrico han sido relacionadas con la presencia de H. pylori y elevado a este último al estatus de carcinógeno de tipo I. H. pylori es una bacteria Gram negativa pertenecien- te al grupo de las Epsilon proteobacterias según la filogenia basada en el gen ribosomal 16s propuesta por Carl Woese. Posee forma de bacilos espiralados con cuatro a siete flagelos polares. Se han descrito adicionalmente formas del tipo cocácea tanto a nivel ambiental como en laboratorio, asociadas esencial- mente con una condición de deprivación de nutrien- tes, por lo que se postula que las formas cocáceas serían morfologías ambientales latentes en espera de un hospedero. Su crecimiento en cultivo es lento, a 37ºC, requiere de microaerofilia en un medio rico, en general suplementado con sangre. Recientemen- te el genoma de H. pylori fue secuenciado demos- trando que la bacteria posee un genoma de reduci- do tamaño, con un mínimo de genes metabólicos y escasos mecanismos de adaptación (6). La adquisición de la infección por H. pylori está re- lacionada con el nivel socioeconómico y las condi- ciones de vida del hospedero. Específicamente, el hacinamiento, la calidad del agua disponible para el consumo, la falta de servicios higiénicos, la perte- nencia a regiones con mayores niveles de ruralidad, ingresos familiares bajos y bajos niveles educaciona- les han sido correlacionados históricamente con un aumento en la infección por H. pylori. La presencia de dichos factores da cuenta de prevalencias en la
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