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Absorción intestinal del agua y los electrolitos - 64 - ml/min, respectivamente. Por lo tanto, durante el día existe en el tubo digestivo un flujo permanente de agua que es necesario para mantener el ambien- te hidrofílico requerido para el buen funcionamiento de los procesos digestivos. Cualquiera sea la osmo- laridad del contenido gástrico, el líquido que recibe el intestino es prácticamente siempre isotónico con el plasma. La perfusión intestinal con soluciones hi- per- o hipotónicas de Na+ o de K+, muestran que las concentraciones intraluminales de estos electrolitos tienden a equilibrarse rápidamente con sus concen- traciones plasmáticas y que las cantidades de agua transportadas a través del epitelio son proporciona- les a las concentraciones iniciales de estos iones en el lumen. La regulación de la osmolaridad intralumi- nal se realiza principalmente a nivel duodenal gra- cias a que el epitelio de este segmento intestinal es más permeable (tiene una conductancia iónica alta y una diferencia de potencial baja), lo que favorece los movimientos de agua, sodio y potasio a través de la vía paracelular. En el período postprandial, los nutrientes liberados en el lumen por los procesos de digestión (glucosa, fructosa, aminoácidos) aumen- tan la osmolaridad intraluminal, lo cual favorece la secreción de agua; sin embargo, estos mismos nu- trientes también estimulan la reabsorción de agua mediante la activación de mecanismos de transpor- te activo como SGLT-1 o transportadores de aminoá- cidos. En los segmentos distales del tubo digestivo, la absorción continua de los nutrientes disminuye la carga osmótica del contenido intraluminal, hacien- do menos necesarios los movimientos de agua a tra- vés del epitelio. Por otra parte, la presencia de los alimentos en el lumen duodenal también estimula la secreción de hormonas digestivas que pueden dis- minuir la reabsorción de agua (secretina, gastrina, CCK) o estimular su secreción (VIP), contribuyendo a regular el flujo de líquido en el lumen. Mecanismos de absorción de sodio La cantidad de sodio aportada por la dieta es cer- cana a los 150 mEq/día; a esta cantidad hay que agregar alrededor de 600 mEq/día provenientes de las secreciones digestivas. La concentración intralu- minal de sodio varía desde 145 meq en el duodeno, 125 mEq en el íleon a 40 mEq en el colon, con una concentración cercana a 5 mEq en las deposiciones. En el período postprandial el sodio presente en el lumen puede entrar al enterocito por difusión pasi- va gracias a la gradiente de concentración favorable que existe entre ambos compartimentos (baja con- centración intracelular de sodio) y por el hecho que el interior de la célula también es más electronegati- vo que la parte extracelular luminal. Además existen varios mecanismos de transporte de este catión que involucran a proteínas transportadoras específicas presentes en el ribete estriado de los enterocitos. a) Cotransporte de Na+ acoplado con moléculas orgánicas Son mecanismos de transporte activo secundario que utilizan la gradiente de Na+ como fuerza elec- tromotriz; se trata de transportes electrogénicos ya que una sola carga positiva atraviesa la membrana apical desde el lumen hacia el interior del enteroci- to. A continuación el Na+ es secretado hacia el com- partimiento sistémico por la Na+/K+-ATPasa. Dicha absorción transcelular de Na+ es acompañada por la absorción paracelular de Cl-, de manera que se res- peta el principio de electroneutralidad (globalmente se trata de una absorción de NaCl). El transporte de sodio acoplado con moléculas orgánicas existe a ni- vel duodeno-yeyunal y es particularmente activo en el período postprandial, permitiendo la absorción de los monosacáridos (glucosa y galactosa) y aminoáci- dos liberados por los procesos digestivos (Figura 2a). El cotransportador glucosa-Na+ (SGLT-1) funciona de la siguiente manera (Figura 3): en su estado inicial el cotransportador está orientado hacia el lumen y tiene baja afinidad por la glucosa. Al comienzo del período postprandial, existe una alta concentración
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