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CAPITULO 1 La barrera más extensa que separa al organismo del medio ambiente externo es el epitelio intestinal, la monocapa de enterocitos que recubre el lumen del intestino delgado. Esta no es una barrera pasiva sino una defensa activa frente a las bacterias, virus, pa- rásitos y moléculas provenientes del exterior, inclu- yendo los alimentos. Las enzimas y las sales biliares secretadas al lumen del intestino, digieren los nu- trientes presentes en los alimentos y los enterocitos se encargan de su digestión terminal así como de transportar en forma eficiente los compuestos re- sultantes, ya sea mediante procesos selectivos y re- gulados o por difusión pasiva. Los enterocitos tienen también la capacidad de transportar moléculas en sentido inverso, es decir, desde la circulación sanguí- nea y linfática y a través de la lámina propia hacia el lumen intestinal; este tránsito opera principalmente para el agua, los electrolitos, y también son trans- portadas, aunque en cantidades mucho menores, moléculas de mayor tamaño como la seroalbúmi- na y las inmunoglobulinas. Estos intercambios son posibles porque el conjunto de células constituido por los enterocitos, en conjunto con el tejido conec- tivo subyacente, integran una unidad funcional: la mucosa intestinal. En la mucosa intestinal, la lámina propia proporciona no sólo un soporte físico para el epitelio, sino que aporta mecanismos defensivos que constituyen el mayor sistema inmunitario del organismo. Los capilares sanguíneos transportan rápida y eficientemente los nutrientes hidrosolu- bles absorbidos a través del hígado, mientras que los capilares linfáticos movilizan los triglicéridos y otros compuestos liposolubles presentes en forma particulada mediante los quilomicrones, que se in- corporan en último término a la circulación venosa pero sin pasar por el hígado. El funcionamiento de la mucosa intestinal es modulado por una densa inervación autónoma que representa, por su peso, el segundo órgano del sistema nervioso y, adicio- nalmente, por un conjunto de células que sintetizan péptidos hormonales con funciones endocrinas, pa- racrinas y autocrinas como parte de lo que ha sido denominado el sistema enteroendocrino. El objetivo de este capítulo es describir la mucosa del intestino delgado, que, aunque aparentemente es simple, es el sustrato anatómico de una funciona- lidad extraordinariamente compleja. La pared del intestino delgado En forma esquemática la pared del intestino delga- do está formada, desde el interior hacia el exterior, por la mucosa intestinal con su monocapa de células epiteliales prismáticas y la lámina propia de tejido conectivo laxo que le proporciona soporte, nutrición y defensa. Inmediatamente por fuera de la muco- sa hay una delgada capa de fibras musculares lisas, la muscularis mucosae, que marca el límite entre la mucosa y las demás estructuras de la pared del intestino. Por fuera de la muscularis la submucosa está formada por tejido conectivo más denso por el que transitan vasos sanguíneos arteriales que pro- porcionan la irrigación sanguínea a la mucosa, y por venas y vasos linfáticos que transportan al resto del organismo los nutrientes absorbidos; en la submu- cosa hay además numerosos nervios y ganglios del Óscar Brunser Estructura del intestino delgado otro xx LIBRO Cap.1(FINAL)
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