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1 Fisiología gastrointestinal y nutrición (131)

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CAPITULO 1
La barrera más extensa que separa al organismo del 
medio ambiente externo es el epitelio intestinal, la 
monocapa de enterocitos que recubre el lumen del 
intestino delgado. Esta no es una barrera pasiva sino 
una defensa activa frente a las bacterias, virus, pa-
rásitos y moléculas provenientes del exterior, inclu-
yendo los alimentos. Las enzimas y las sales biliares 
secretadas al lumen del intestino, digieren los nu-
trientes presentes en los alimentos y los enterocitos 
se encargan de su digestión terminal así como de 
transportar en forma eficiente los compuestos re-
sultantes, ya sea mediante procesos selectivos y re-
gulados o por difusión pasiva. Los enterocitos tienen 
también la capacidad de transportar moléculas en 
sentido inverso, es decir, desde la circulación sanguí-
nea y linfática y a través de la lámina propia hacia el 
lumen intestinal; este tránsito opera principalmente 
para el agua, los electrolitos, y también son trans-
portadas, aunque en cantidades mucho menores, 
moléculas de mayor tamaño como la seroalbúmi-
na y las inmunoglobulinas. Estos intercambios son 
posibles porque el conjunto de células constituido 
por los enterocitos, en conjunto con el tejido conec-
tivo subyacente, integran una unidad funcional: la 
mucosa intestinal. En la mucosa intestinal, la lámina 
propia proporciona no sólo un soporte físico para 
el epitelio, sino que aporta mecanismos defensivos 
que constituyen el mayor sistema inmunitario del 
organismo. Los capilares sanguíneos transportan 
rápida y eficientemente los nutrientes hidrosolu-
bles absorbidos a través del hígado, mientras que 
los capilares linfáticos movilizan los triglicéridos y 
otros compuestos liposolubles presentes en forma 
particulada mediante los quilomicrones, que se in-
corporan en último término a la circulación venosa 
pero sin pasar por el hígado. El funcionamiento de 
la mucosa intestinal es modulado por una densa 
inervación autónoma que representa, por su peso, 
el segundo órgano del sistema nervioso y, adicio-
nalmente, por un conjunto de células que sintetizan 
péptidos hormonales con funciones endocrinas, pa-
racrinas y autocrinas como parte de lo que ha sido 
denominado el sistema enteroendocrino.
El objetivo de este capítulo es describir la mucosa 
del intestino delgado, que, aunque aparentemente 
es simple, es el sustrato anatómico de una funciona-
lidad extraordinariamente compleja.
La pared del intestino delgado
En forma esquemática la pared del intestino delga-
do está formada, desde el interior hacia el exterior, 
por la mucosa intestinal con su monocapa de células 
epiteliales prismáticas y la lámina propia de tejido 
conectivo laxo que le proporciona soporte, nutrición 
y defensa. Inmediatamente por fuera de la muco-
sa hay una delgada capa de fibras musculares lisas, 
la muscularis mucosae, que marca el límite entre 
la mucosa y las demás estructuras de la pared del 
intestino. Por fuera de la muscularis la submucosa 
está formada por tejido conectivo más denso por el 
que transitan vasos sanguíneos arteriales que pro-
porcionan la irrigación sanguínea a la mucosa, y por 
venas y vasos linfáticos que transportan al resto del 
organismo los nutrientes absorbidos; en la submu-
cosa hay además numerosos nervios y ganglios del 
Óscar Brunser 
Estructura del 
intestino delgado
	otro
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	LIBRO Cap.1(FINAL)

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