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“Sobre la educación. La necesidad de la literatura y la vigencia de la filosofía” 
Emilio Lledó 
 
Luis Gabriel Mateo Mejía1 
 
Resumen: En esta obra se presenta una crítica constructiva a la pedagogía actual. Para 
ello, se retoman algunos textos literarios que son clásicos para la reflexión actual. Se hace 
presente una teoría crítica sobre la educación, vista desde un proceso formativo, 
humanizante y utópico. Es claro que pensar en la educación como fenómeno social e 
individual, es repensar en la aplicación de la filosofía. 
Palabas Calve: Critica, pedagogía, utopía, humanismo, valores, derechos, literatura, 
 
Abstract: In this work, Emilo Lledó introduce a philophopical critic for the current 
pedagogy. In order to achive with its goal, some clasic studies in philosofhy are reviewed. 
It´s present a critic theory about education, seen from a training process, humanizing and 
utopian. It´s clear that think of education as a social and individual phenomenon, it´s re-
thinking on the applicability of the philosophy. 
Key Words: Critic, pedagogy, utopia, humanism, principles, rights, literature. 
 
Emilio Llédó es un filósofo español que cuanta en su haber con varias obras destacadas, 
como es el caso de las más recientes: ‘Elogio de la felicidad’, Imágenes y Palabras, y 
‘Fidelidad a Grecia’. En esta ocasión, se presenta el texto: ‘Sobre la educación’, en donde 
se retoma los ideales de la paideia griega, desde una correlación con el kantianismo 
moderno. Es decir, perfilando lo que se puede ser, lo que se puede hacer y en lo que se 
puede esperar. El texto, que consta de un prólogo y veinte capítulos, plantea una 
antropología filosófica de corte kantiano y a su vez, subraya los ideales de la cultura 
antigua. Dentro de estos ideales, la utopía conforma uno de los aspectos que debe implicar 
 
1 Licenciado en Filosofía. Ingeniero en Desarrollo de Software y Maestro en Tecnologías del Aprendizaje. 
Docente en línea en el IFFIM. 
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la pedagogía actual, aspecto que encierra y engloba, a manera de una analogía amplia y 
global, los principales conceptos que configuran la democracia moderna, como son: la 
justicia, la belleza, la verdad y el bien. Lo cual, equiparando y de forma proporcional, se 
interpreta como la base del estudio científico de los sofistas antiguos, quienes veían en el 
agua, el fuego, la tierra y el viento, la base biológica de la naturaleza y de la realidad. 
Siguiendo entonces los ideales filantrópicos, las enseñanzas de la edad, retoman mediante 
ocho puntos, los aspectos originarios del término educación, que es una guía para la 
juventud. Hoy en día, los jóvenes, inmersos en un ambiente global, inclinados a la 
mutación continua y poco asiduos a la formación de una identidad intelectual propia, la 
requieren más que nunca. Se sabe que somos seres de palabra, por ello hemos construido 
este mundo con la complejidad de todas las realidades que se presentan. 
Por otra parte, se entiende, desde lo ideales culturales de la antigüedad, que tenemos un ser. 
Por demás está decir, también debemos construirlo. Por ello, el autor se enfoca en el 
horizonte de aquello que agobia, hunde y destruye, el verdadero sentido creativo de la 
educación. Para nuestro autor, es obvio que hemos caído en una sociedad de demanda bajo 
consumo, en la cual, se construye una formación académica utilitarista, pero poco funcional 
para la creación de un ser más significativo en relación con el entorno, el medio ambiente y 
los demás. Falta entonces insistir en que la justicia y el derecho, deben de estar vinculados 
al proceso pedagógico, para generar personas que sean capaces de pensar por sí mismas. 
Bajo esta perspectiva, es posible construir el destino común y social que demanda la vida 
humana. 
Al respecto de la relación entre la educación y la igualdad, se hace una clara opción por 
fundamentar el carácter igualitario del derecho a ser educados. Se insiste una vez más, con 
una marcada referencia a la construcción de la polis griega, en el desarrollo de la virtud de 
la comunicación como acto creador. Es la palabra y la red semántica la que permite 
dialogar entre iguales y forja así lo utópico de la civilización. Se aprecia sin lugar a dudas, 
la fuerte crítica a nuestros tiempos postmodernos, en donde la igualdad como derecho y 
garantía para ser educados, se aleja de la construcción de un ser que sea tanto de utilidad 
como de bien para los otros. Dicho alejamiento, debido a la manipulación de la tecnología y 
la virtualización, hace que las nuevas generaciones desenfoquen el verdadero aprendizaje 
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significativo, trastornando sus momentos de aprendizaje, por simples momentos de 
entretenimiento. El criterio pedagógico de igualdad es, en suma, una clave sustancial en la 
construcción del estado democrático. 
Al hablar de la carga de los exámenes, se retoma nuevamente la necesidad de revisar la 
pedagogía de fondo en las instituciones de toda índole. Es conocido que se dan muchos 
casos de tergiversación del sentido de la examinación. Quizá en la antigüedad, esta 
herramienta didáctica contribuyó a lograr un aprendizaje significativo, pero en la 
actualidad, es fácil observar como muchas universidades y padres de familia han caído en 
un ambiente libresco o de simple aprobación de asignaturas. Aprobación que contribuye a 
la consecución de simples tramites educativos, pero que se aleja del verdadero sentido de la 
experiencia del aprendizaje. Para corroborar lo anterior, Lledó retoma algunas notas 
históricas sobre el modelo universitario, en donde expone la condición educativa, mediada 
por el ordenador y vinculada a una cobertura masiva. Retoma a Kant, quien fue un 
pensador moderno e ilustrado, y quien solía hacer hincapié a sus alumnos, sobre la 
necesidad de hacer conciencia de los procesos formativos y educativos en un ambiente 
social u hostil. 
En pleno siglo veinte se sigue percibiendo dicha hostilidad, puesto que la educación 
universitaria se ha enfocado en gran medida en la producción de la mano de obra calificada, 
más que a la verdadera formación de los valores universales. Para enriquecer la reflexión, 
Lledó recurre a la vigencia de la literatura, que se hace presente en todo momento para este 
autor, pues retoma constantemente la reflexión asidua y concienzuda de grandes pensadores 
en materia de filosofía de la educación. Como es el caso de Aristóteles, Platón, Kant, y 
Machado. 
Al día de hoy contenemos en nuestra cultura, movimientos de discordia, competencia y 
guerra, por ello, una verdadera pedagogía ilustrada, deberá estar situada más allá del 
ambiente de las academias. Es decir, se necesita una pedagogía para la universalidad de los 
ideales, es decir, para la utopía reformada en un nuevo tiempo ilustrado. Se insiste en el 
requerimiento de la integración moral y espiritual del ser humano. 
Los estudios de la antigüedad griega, nos hacen notar la fuerte vinculación que se tiene 
entre libertad y educación. Ambos elementos se implican a partir de una perspectiva de la 
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propia naturaleza humana. Se observan dos aspectos a resaltar, el primero es la analogía de 
los elementos vitales que proporcionan la existencia, como es el sentir, el amar, y el pensar, 
con respecto a la educación y la convivencia social. Segundo, el lenguaje como sistema y 
no solo componente de la misma condición humana. En este sentido, la educación como 
sistema, deberá desarrollarse en un grado de complejidad que tiene concordancia con las 
garantías individuales. 
El lenguaje como componente, sigue reflejando y caracterizando la racionalidad que 
tenemos los seres humanos, como seres distintos a los otros seres que hay en la naturaleza. 
De aquí que la formación intelectual, desarrollada a través de la complejidad del lenguaje, 
que enfrentar ante la teorización y en general, su evaluación práctica y utilitaria de las 
distintas disciplinascientíficas. Sin embargo, la misma pedagogía nos remonta a una 
realidad que nos ha sobrepasado en formas de virtualización, tecnificación y subjetivación 
del sujeto, llevando los ideales de la educación, hacia un terreno movedizo y engañoso. 
Lledó se pregunta si en verdad nos liberan los procesos educativos, más aún, se pregunta 
sobre aquello que nos da libertad, pues al parecer, la sociedad no vive en un desarrollo 
pleno y libre, sino por el contrario, contamos con muchos procesos de producción y 
masificación que nos mantienen anclados en desigualdad e injusticia. Para dejar a un lado 
dicha esclavitud, se requiere posicionar nuevamente el papel de la gestión del pensamiento 
crítico y no solo sistemático. Dicho pensar, deberá en consecuencia, autentico con la 
condición humana, pero también con la humanización y la libertad de conciencia. 
No puede dejarse al olvido el hecho de que el fenómeno educativo es parte constitutiva de 
la misma dignidad del ser humano, por lo que su bien y su elección, deben de proyectar al 
sujeto como elemento válido y validado en la construcción social. 
En todo el texto, se observa una severa crítica al interior de la vivencia subjetiva que se 
tiene en España, puesto que resaltan demasiados procesos de demagogia, prejuicio, 
fanatismo y esclavitud ideológica, en aras de formar una educación de nivel profesional. Es 
así como la educación de la mirada, se enfoca en la historia y el mejor de los mundos 
posibles. Dicho enfoque nos hace reflexionar sobre la forma de estar ahí, en el momento 
presente y real del tiempo determinado. 
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Desgraciadamente, muchas veces pensamos en qué es lo que sentimos y no en qué es lo que 
se nos presenta. El uso excesivo de la imaginación y la visualización de imágenes irreales, 
nos han llevado a perder el horizonte apropiado de la educación. Nuevamente se propone 
recurrir a los ideales ilustrados, en los que se busca continuamente un proyecto de 
verdadera humanización. 
Es así como se habla del ánfora y del ordenador, haciendo una clara alusión a la falta de 
identificación de la mismidad y la humanidad. Pues la primera, cargada con una excesiva 
dependencia al uso del ordenador, -o dispositivos electrónicos-, se aleja de una convivencia 
social apropiada. En el caso de la segunda, se desvalorizan las estructuras sociales más 
justas y verdaderamente democráticas. No cabe duda que la vida, como invento humano, 
requiere de un equilibrio en la transformación y producción del entorno, así como una 
adecuada apreciación de la intimidad y contemplación que enriquece la experiencia 
humana. 
La necesidad de la literatura se hace entonces sustancial. De entrada, porque configura los 
sentimientos y las emociones, en función de una moraleja que comprende un uso sagaz de 
la inteligencia y la sabiduría. En un segundo aspecto, porque retoma lo más profundo del 
uso del lenguaje, que nos lleva desde una forma sencilla y segura, a las profundidades de la 
razón, del pensamiento y del conocimiento. Sin embargo, el mismo autor advierte en el 
reconocimiento de los autores verdaderamente clásicos, para no caer en una cultura libresca 
o publicitaria, en donde se tiende a manipular el sentimiento y deja a un lado la formación 
del verdadero valor humano. 
Si los textos de la literatura clásica son fuente de inspiración para retomar el verdadero 
valor del ser humano, como es su dignidad y su libertad, es porque la filosofía tiene una 
vigencia perenne. Hoy en día, el carácter criticable que tienen todas las cosas, ha puesto en 
duda la vigencia y utilidad de la filosofía, pero cabría preguntarnos si en efecto es un saber 
inútil. Si analizamos la perspectiva del filósofo, su apreciación de la realidad y de la 
naturaleza, nos hace ver que la sociedad, altamente tecnológica, contiene muchos elementos 
autodestructivos e inhumanizantes, razón por la cual, la experiencia del pasado como 
lenguaje se hace imprescindible. 
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De hecho, algunas corrientes filosóficas han contribuido a la deshumanización, pero no es 
el caso de la filosofía como ciencia que integra todas las interrogantes de la condición 
humana. Por ello, el saber qué debo hacer, qué debo conocer y qué he de esperar, siguen 
siendo el hilo conductor de un proceso que nace en la misma secularización de la historia, 
pero que deviene en un momento metahistórico. Un momento donde el sujeto puede 
alcanzar el desarrollo de sus potencialidades humanas. 
En consecuencia, el oficio del filósofo no es solamente pensar sistemáticamente, sino 
señalar puntualmente la desviación del pensamiento humano en favor de ideologías que 
permiten la cosificación de la existencia humana. El oficio del filósofo, siguiendo las 
cuestiones kantianas, contribuye a retomar una visión global, general e integrada, de las 
distintas dimensiones que configuran el vivir de los seres humanos. De igual manera, la 
experiencia del lenguaje y su historicidad misma, dan acceso a la comprensión de la vida 
subjetiva y moral de todos los sujetos, demarcando en su justo lugar, el uso de las ciencias 
y las tecnologías, pero sin perder el elemento más valioso de la plenitud humana, su 
realidad, construida a la par de su persona. 
La historia ficticia que puede representar el mito platónico de la caverna, podría ser una 
coincidencia o parecido con la realidad educativa que se vive en un mundo global. 
Pareciera que seguimos siendo prisioneros de una caverna que nos contiene y no nos deja 
salir. En caso de salir, estaríamos condenados al regresar, pues las personas que nos rodean 
siguen sin tener la capacidad de comprender el sentido y significado profundo que se 
encuentra más allá de las apariencias. En otras palabras, el mito como la historia, siguen 
siendo planteamientos de problemas que acontecen en nuestro diario vivir. 
La educación no ha remediado de forma sustancial y sustentable las necesidades de trabajo 
o mejor calidad de vida de las personas, sino que en muchas ocasiones ha sido una solución 
mediática o parcial, ante algunas dificultades para obtener mayores recursos económicos o 
laborales, dejando a un lado, la vivencia de la formación profunda de la conciencia. 
En el caso del análisis sobre la identidad, se nos presenta un problema similar. Debido a 
que la paideia, entendida como cultura y no solamente como educación, continúa añorando 
la formación de los ideales de bien, de verdad, de justicia y de belleza. Lo vemos de forma 
clara en la idea de éxito y riqueza que nos venden algunos comerciales televisivos. 
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Especialmente aquellos comerciales que proponen el ingreso a universidades que 
promueven cierto prestigio e imagen, pero sin duda, no pueden negar la complejidad del 
mercado laboral que se encuentra en el entorno internacional. 
Tampoco podría quedar a un lado, la presencia de Juan de Mairena, como ejemplo de la 
formación civil y democrática. En cinco apartados distintos, el autor enfatiza en la poesía y 
sentido anacrónico de Mairena. Este insigne maestro apócrifo, viene a recordarnos la 
existencia de una escuela popular de sabiduría superior que puede ser capaz de formar la 
civilidad, la ética y la democracia en una utopía realista. 
Se hace presente la aportación creativa de Antonio Machado, para llevarnos de la mano de 
la retórica, a la antropología que configura la filosofía del hombre. Hombre como varón y 
mujer. Hombre como ser formado, que es tejido entre la condición de una biología 
deficiente y al mismo tiempo, capaz de dignidad, libertad e igualdad. Este humanismo, 
operante como resultado de una época que ha sentido los más temibles momentos de la 
guerra, descubre la esperanza en el discípulo anónimo para lograr su propio proyecto de 
autoaprendizaje. Por muy doloroso que este resulte dicho trayecto, no puede quedar de lado 
la conciencia de sí y la interpretación de la misma. A pesar de todo, el fundamento más 
sólido de la democraciaes la educación de las clases sociales. 
Con esta conciencia de sí y una búsqueda expansiva de la misma, se presenta la misión de 
la universidad en el pensamiento de Ortega, experimentada entre las reformas educativas 
alemanas y españolas. Para Lledó, es bien sabido que la universidad es un proceso que 
viene de tiempo atrás, proceso en el cual, se inmiscuye a la sociedad entera. Sin embargo, 
como toda institución social, no ha podido escapar de las ideologías, de la burocracia y de 
las tensiones laborales, lo que la sitúa dentro del rango de lo sociológico y lo político. 
Mismo Ortega representa un ejemplo de la caracterización hacia la misión de la 
universidad, es decir, hacia la formulación de sus objetivos educacionales. En dicha 
reflexión orteguista se observa el análisis a las políticas vigentes del siglo pasado, 
dimensiones que buscaban la integración de la sociedad y no solo la formación para el 
mercado laboral. De manera coincidente con la actualidad, la sociedad y la universidad han 
entablado un diálogo en conjunto, a favor del rechazo hacia el autoritarismo profesional y 
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la promoción hacia la liberación social que comúnmente impiden los lastres de la 
ignorancia y el fanatismo. 
Por desgracia, tanto el anquilosamiento como la fosilización y la burocracia exhaustiva, son 
aspectos que han perdurado en los distintos sistemas educativos de España. De hecho, este 
ejemplo se universaliza, bajo las reservas respectivas del criterio y el buen juicio, a muchos 
otros espacios universitarios de Europa y de América latina. 
Se cae en la cuenta, nuevamente, que la sociedad y su entramado, no puede tener éxito sino 
contamos con una visión de la pedagogía que contenga el desarrollo educativo a niveles, 
tanto superior como básico. De ahí la insistencia en las nuevas reformas educativas que 
promueven la formación docente de manera permanente, pero también mantienen ideales 
universales que formulan la utopía de una cultura enriquecida y emancipada. La 
universidad, sigue siendo lo más cercano que tenemos al reflejo del universo, pero al 
mismo tiempo, sigue cargando con el enorme peso de la responsabilidad de la construcción 
del andamiaje social. 
Al hablar de una universidad democrática, se revisan los principales problemas que 
enfrenta la educación, para formar una sociedad desigual, compleja y atiborrada de enormes 
prejuicios culturales. No sin cierto aire de anacronismo y rebeldía, Lledó expresa las 
pérdidas más que las ganancias en el terreno de la consolidación democrática. La irrupción 
de la conciencia universitaria como colectividad social, ha contribuido al estado de derecho, 
pero quedan lejanos los ideales de bienestar social como frutos del desarrollo profesional. 
La universidad en su definición primigenia, no escapa a los intereses de grupos o 
particulares, lo que orienta a estas organizaciones a establecer diversos medios, vías y fines 
para sus allegados. 
Como consecuencia del trabajo y la organización universitaria, la sociedad se enfrenta ante 
preguntas que más parecen dudas existenciales. Por ejemplo, el para qué de la educación. 
No es una respuesta tan sencilla como parece, tampoco es fácil describir el par qué de la 
misma o el cómo educar. La complejidad de los conocimientos y de la vida universitaria, 
hacen que estas cuestiones permanezcan en un eterno estado de debate. Las instituciones 
universitarias se enfrentan continuamente ante una presión social. En dicha presión, se 
externan distintos indoles de problemas civiles, como es el caso de la autonomía 
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universitaria, su heteronomía, su misión, sus objetivos y sus capacidades, su vigencia, y un 
muy largo etcétera. 
El autor encuentra, aún en la educación permanente, una complejidad que quizá nos ha 
rebasado sin saberlo completamente. Este problema presenta otra perspectiva de la 
educación que deberíamos comprender. Se piensa que la educación universitaria nos 
propondrá una posibilidad de insertarnos en el mercado laboral, el cual, en ciertas 
circunstancias de la economía global, atiende más a estructuras técnicas que a cuestiones de 
valores humanos. La educación permanente también es educación abierta, pensada en 
formar a un sujeto más universal y no solamente capacitado para el mercado. Es decir, en la 
enseñanza permanente y abierta, también se encuentra la veta del aprendizaje para el 
discernimiento y asimilación de la existencia misma. Situación que complejiza a las 
instituciones universitarias y a los mecanismos del Estado para generar una educación 
como sistema funcional. 
Para Lledó, las humanidades como proyecto deberán estar situadas en una posición más allá 
de cualquier ideología. Razón por la cual, se externa en varias ocasiones la teoría critica 
que vincula la paideia griega, con la necesidad de una sociedad que aprecie totalmente su 
desarrollo cultural y no solo económico. El dominio de las ciencias de la naturaleza, se ha 
alejado de la delgada línea de equilibrio que se encuentra entre las humanidades y las 
ciencias exactas. Brecha que deberá ser acotada, igual que la brecha tecnológica que 
enfrentan muchos sistemas educativos. 
Definitivamente, el humanismo no es un tema fácil de delinear. Pero este autor insistirá en 
seguir luchando por el cometido. De lo contrario, la educación se aleja como en muchas 
ocasiones lo es la educación a distancia, que dista de contar con un verdadero sentido de 
formación humana, cuando solo se aprecia el desarrollo de la tecnología y se aleja el 
desarrollo de los valores. 
Es muy difícil que un Estado cualquiera, democrático y soberano, se escape de enfrentar la 
dura urdimbre que tiene el proyecto educativo de nuestra civilización actual. El autor 
insistirá en que sus apreciaciones son notas para una teorización, lo que ciertamente abre 
una línea muy amplia de análisis, ya que se retoma la misma base de la antropología para 
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definir las propiedades de la condición humana. Elementos clave para pensar en una 
propuesta pedagógica. 
Un balance de la importancia de la obra es vital, ya que ésta contiene una extensión 
considerable. Si bien la educación es permanente, también se muestra que la educación 
requiere una continua orientación, primero por su carácter dinámico y segundo, por su 
importancia radical para formar a la sociedad misma. El tipo de humanismo que produce la 
educación, es un espejo en el que continuamente se reflexiona y se requiere atención 
permanente. Quizá el correlato kantiano, con la importancia de contar con una conciencia 
bien formada, pueda seguir ayudando a repensar cuál es el significado de la educación para 
cada individuo. Correlación que hace el mismo Lledó, manteniendo una postura abierta y 
de diálogo ante uno de los problemas más importantes de nuestra época. 
 
Bibliografía: 
EMILIO, Lledó. Sobre la educación. La necesidad de la literatura y la vigencia de la 
filosofía. Penguin random house. Grupo editorial. Barcelona. 2019. Pp. 188.

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