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anterior del fémur, donde se continúa con la línea intertrocantérea. Un reborde intermedio prominente, la línea pectínea, se extiende desde la parte central de la línea áspera hasta la base del trocánter menor. Inferiormente, la línea áspera se divide en líneas supracondíleas medial y lateral, que conducen a los cóndilos medial y lateral del fémur (v. fig. 7-7 B). Los cóndilos medial y lateral forman casi todo el extremo distal del fémur. Cuando el hueso se encuentra en posición anatómica, los cóndilos están al mismo nivel horizontal, de forma que si un fémur aislado se coloca en posición vertical con los cóndilos apoyados sobre el suelo o una superficie, el cuerpo del hueso adoptará la misma posición oblicua que tiene en el cuerpo de la persona viva (en un ángulo de unos 9° en los hombres y algo mayor en las mujeres). Los cóndilos femorales se articulan con los meniscos (láminas semilunares de cartílago) y los cóndilos de la tibia, para formar la articulación de la rodilla (v. fig. 7- 4). Durante la flexión y la extensión, los meniscos y los cóndilos de la tibia se deslizan como una unidad a través de las caras inferior y posterior de los cóndilos femorales. La convexidad de la cara articular de los cóndilos aumenta a medida que desciende la cara anterior, cubriendo el extremo inferior, y luego asciende posteriormente. Los cóndilos están separados posterior e inferiormente por una fosa intercondílea, pero se fusionan anteriormente, formando una depresión superficial longitudinal, la cara patelar (v. fig. 7-7), que se articula con la patela. La cara lateral del cóndilo lateral tiene una proyección central llamada epicóndilo lateral. La cara medial del cóndilo medial presenta un epicóndilo medial, mayor y más prominente, por encima del cual se forma otra elevación, el tubérculo del aductor, relacionado con la inserción de un tendón. Los epicóndilos proporcionan inserción proximal a los ligamentos colaterales tibial y fibular de la articulación de la rodilla. ANATOMÍA DE SUPERFICIE DE LA CINTURA PÉLVICA Y EL FÉMUR Los puntos de referencia óseos son útiles durante la exploración física y la cirugía, puesto que pueden utilizarse para evaluar el desarrollo normal, detectar y evaluar fracturas y luxaciones, y localizar estructuras como los nervios y los vasos sanguíneos. Cuando colocamos las manos sobre las caderas, descansan sobre las crestas ilíacas (fig. 7-8 A). El tercio anterior de las crestas se palpa fácilmente porque estas son subcutáneas (fig. 7-8 C y D). Los dos tercios posteriores son más difíciles de palpar, porque suelen estar cubiertos por tejido adiposo. La cresta ilíaca termina anteriormente en la espina ilíaca anterior superior, de forma redondeada, que puede palparse fácilmente siguiendo la cresta ilíaca anteroinferiormente. La EIAS suele verse en las personas delgadas; en las que presentan obesidad, estas espinas están cubiertas de tejido adiposo y su localización puede resultar difícil; sin embargo, se palpan más fácilmente cuando la persona está sentada y los músculos que se insertan en ellas están relajados. 1231 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org booksmedicos.org Push Button0:
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