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11 René Guénon y el hermetismo Autor Francisco García Bazán

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I/o, Revista de ciencias de las Religiones ISSN: 1135-4712
Vol. 7(2002): 7-17
René Guénon y el hermetismo
FRANCISCO GARCÍA BAZÁN
Universidad Argentina iP. Kennedy-CONICET
RESUMEN: En el corriente 2001 se han cumplido los cincuenta años del fallecimiento de René
Guénon. el pensador y metafisico francoegipcio, estudioso de lo sagrado e intérprete del
simbolismo tradicional, muerto en El Cairo el 7 de enero de 1951. La obra de R. Guénon tiene
actualmente una imponente presencia en los medios cultos y en lectores ávidos por intemarse en
las profundidades espirituales subyacentes a las manifestaciones de la «ciencia sagrada».
Traducido a la totalidad de las lenguas modernas occidentales y del Oriente y en español desde
hace largo tiempo, constituye uno de los fenómenos en relación con la rehabilitación de la
enseñanza esotérica y sus complejidades, más interesante de nuestros días y en este sentido la
actividad universitaria le dedica investigaciones, congresos, tesis y publicaciones monográficas y
periódicas en tas últimas décadas. leniendo conocimiento de los estudios colectivos que durante
el año se le están dedicando en Italia, Inglaterra, Francia y la Argentina, entre otros homenajes
ya realizados o programados, el presente artículo tiene la finalidad de sumarse a ellos dentro del
ámbito de los estudios universitarios,
thSUMMARY: In the year 2001 it ~vasthe 50 anniversary of the decease of Réné Guénon, the
franeoegyptian philosopher, seholar of sacred and interpreter oftraditional symboíism. The work
of R. Guénon has now a very important presence in cultivated media; also readers that want to
penetrate in spiritual depths underlying manifestations of’sacred science” are interested in. 1-lis
work has been transíated to alí modern languages (of East and Wést), and to Spanish long far
ago. It constitutes the most interesting phcnomenon in relation to the rehabilitation ofesoterie
scholarship and its complexities. By now, the academic world dedicates to it research,
congresses, thesis and monographic and periodical publications. Having knowledge of ihe
collective works that during this year are dedicated to it in Italy, England, France and Argentina,
the present contribution want to associate with them.
Introducción
A lo largo de su producción escrita R. Guénon se ha referido a Hermes y al hermetismo,
apenas una veintena de veces, pero, desde luego, que con reflexiones sustanciales
sobre la temática.
En cuatro oportunidades sus análisis han ocupado una cierta cantidad de
páginas, aunque estas consideraciones extensas pueden reducirse sólo a tres por loque
enseguida se dirá.
Las apreciaciones amplias sobre el hermetismo y Hermes son las siguientes:
—En ,lper~us Sur ¡‘inhation, volumen editado en 1946 y que reúne artículos
publicados entre 1932 y 1938, capítulo 41, bajo el epígrafe: «Algunas consideraciones
sobre el hermetismo»; y en la miscelánea Formes traditionnelles el cycles cosmiques,
Paris, 1970, obra póstuma recopilada por Roger Maridort, bajo los tres títulos de: La
7
rancisc o Ciare a Bazán keiié (ji uénon ~ cl 1 lermel isnio
tradición hermética, pp. 119-127, Hermes, pp. 128-137 y La tumba de Hernies,
pp.I3 8-148.
De los tres últimos tratamientos referidos podemos, sin embargo, rebajar el
primero: La tradición hermética, ya que está constituido por una nota crítica al libro de
lulius Evola publicado por la Editorial Laterzade Bari en 1931, LatradizioneErmetica
ací suol Simbolí aullo siío Doto-inca e aullo vito ‘Ars Regio “, largo comentario
bibliográfico en cl que R. Guénon repite literalmente lo escrito en el capítulo 41 de
.4peryus sur l’iniíiaíion, al que se ha aludido anteriormente, agregando incidentalmente
breves observaciones sobre los puntos en los que no está de acuerdo con el escritor
italiano y esto redactado con el estilo expeditivo que es propio del autor en francés en
éste y ejemplos similares.
Las opiniones que Guénon dedica a los temas herméticos son sintéticas,
aunque no por eso desestima la posibilidad de un mayor desarrollo a través de la
investigación histórica acompañada de la interpretación tradicional, una tarea, además,
que lleva a cabo con deliberadojuicio critico. Dice al respecto expresamente, en cuanto
al modo como la tradición hermética egipcia haya podido incorporarse al esoterismo
islámico y al esoterismo cristiano medieval: «No queremos entrar aquí en
consideraciones históricas muy complejas» —--A per<us sur ¡‘initiation 261—262——. Del
mismo esoterismo cristiano medieval escribe con anterioridad en Auwriíé spirituelle el
poavoir ten iporel (Paris, 1929), al estar reliriéndose al simbolismo de la «Tierra santa»,
que considera este simbolismo suficientemente ilustrado con la explicación algo
detenida que le ha dedicado, ya que se trata de un dominio en relación con el esoterismo
católico y su nexo con el hermetismo. Un asunto en el que por el momento no tiene
determinado entrar, pero del mayor interés, como se señalará un poco más adelante (p.
08). Por lo tanto con estas afirmaciones sueltas y el respectivo procedimiento, no sólo
deja (iuénon abierto el acceso de la ciencia histórica al fenómeno hermético, sino que
asimismo, es posible observar, que los puntos de vista que expone respecto del origen y
del sentido particular y universal del hermetismo son, teniendo en cuenta los limites
dentro de los cuales se mueve su enseñanza, útiles y sobre todo orientadores para la
investigación científica.
En/bque doctrinal
Si se traza un cuadro teniendo en cuenta el contenido de las exposiciones
doctrinales más extensas que Guénon ha dedicado a nuestro tema, las que se pueden
alargar y ratificar por las indicaciones breves que se encuentran en otros de sus libros,
se comprueba que Guénon desarrolla los siguientes aspectos relacionadoscon el hecho
hermético:
1— El término «hermetismo» se refiere a una tradición de origen egipcio,
posteriormente revestida de una forma helenizada en la época alejandrina. Se trata de
una tradición esotérica egipcia, de una forma tradicional relacionada con Hermes, el
nombre que los griegos asignaban al dios Thoth egipcio. Lo señalado indica que esta
doctrina es esencialmente sacerdotal, pues Thoth es la representación del sacerdocio
egipcio como conservador y transmisor de la tradición o su principio de inspiración
«sobrehumano», porque a partir de éste el sacerdocio «poseia su autoridad y en nombre
1/it. Resisto de (ienoiwc de tas Religiones
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8
:ral,cisco Ciarcia Bazán René Guénon y el Ilernielismo
de él formulaba y comunicaba el conocimiento iniciático» —-Áper~us... 260——.
El carácter de figura representativa de Thoth o Hermes ya lo venia expresando
R. Guénon desde la primera de sus obras, la Introducción general al estudio de las
doctrinas hindúes (París, 1921), pues aquí se dice que Thoth o Hermes para el Egipto
no designa a un hombre, sino preferiblemente a una colectividad, como sucede con Fo-
hipan la China, Vyasa para la India o Zaratustra/Zoroastro para el iranismo —que es
según ntíestro autor, una rama desviada de la tradición primordial>— Iniroduction
Générale ó lEíudc des doctrines hindoues, Paris, 1964, 155. En La crisis de/inundo
moderno se ratifica el aserto, aunque con una superior precisión que acerca más a la
producción de la década de los 30’, como se verá más adelante, puesto que lo que se
atribuye al divino personaje: «Representa la obra de la casta sacerdotal» (trad. esp. p.
23, nl).
2—— Debe quedar claro, sin embargo, subraya Guénon, que la doctrina
hermética pertenece propiamente al dominio de la iniciación real, es decir no sacerdotal,
sino guerrera. Pero esto no entra en contradicción con lo afirmado anteriormente sobre
la asimilación de la figura de Thoth con el sacerdocio, porque explica Onénon: «En
toda tradición regular y compíeta, es el sacerdocio, el que en virtud de su función
esencial de enseñanza, confiere igualmente las dos iniciaciones, directa e indirecta, y el
que asegura de este modo la legitimidad efectiva de la misma iniciación real,
relacionándola con suprincipio superior, de la misma manera como el poder temporal
no puede derivar su legitimidad sino a partir de una consagración recibida dc la
autoridad espiritual» (p. 260).
Este punto había sido anticipado por Guénon indirectamente y al pasar en una
nota de Autorité spirituelle el ponvoir temporel. como se dijo más arriba, al sostener:
«Este dominio es el del esoterismo católicomedieval considerado más particularmente
en sus relaciones con el hennetismo; sin los conocimientos de este orden, los poderes
del Papa y del Emperador, tales como han sido definidos, no podrían tener una
realización de ambos plenamente efectiva, y son precisamente estos conocimientos los
que parecen más enteramente perdidos para los modernos» (p. 108, n. 3).
3—Por consiguiente, de acuerdo con esta modalidad el esoterismo egipcio se
ha transmitido al mundo cristiano medieval y al islámico. El mundo cristiano medieval,
además, ha enriquecido su tradición hermética gracias a las transmisiones islámicas. Lo
afirmado se comprueba testimonialníente, por una parte, por el empleo mismo de las
palabras que se han conservado. Así, el vocablo «alquimia», es la transliteración del
término árabe el-/<emiú (sic), derivado del vocablo egipcio más original Kéni o «Tierra
negra» (Áper<’us 135 y nn.); pero porotro lado. Iatesisseconfirmaasimismoporuna
especie particular del «hermetismo cristiano» de la que se encuentran vestigios, como lo
ha sido la iniciación Rosacruciana, inspirada por los Rosacruces o caballeros de la
Rosacruz. ‘Venia este último de gran interés y sobre el que en torno a 1925, ya había
escrito nuestro autor en el Esoterismo de Dante que en el siglo XIII y en los primeros
años del XIV había una tradición secreta en Francia e Italia, que después se
denominaría «tradición rosacruciana». La denominación Eraternitas Rosae-Cructs
aparece por primera vez en 1374 o, según Michel Maier, en 1413 y el símbolo de la
Rosa-Cruz fue anterior a la leyenda de Christian Rosen-Kreuz, supuesto fundador, cuya
vida y nombre son simbólicos y cuya leyenda es más tardía, del siglo XVI. Esta
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Francisco García Bazán René Guénon y el Hermetismo
doctrina esotérica que precede a su denominación como rosacrucíanismo propiamente
dicho: «Presentaba caracteres que permiten incorporarla a lo que suele denominarse
“hermetismo”». La historia de esta tradición hermética está vinculada con el desarrollo
de las Ordenes de Caballería y en esta época se cobijaba en organizaciones iniciáticas
tales como la Fede Santa, los Fieles de Amor y la Massenie del Santo Grial, acerca de
la cual, comenta Guénon, escribe l-lenri Martin en su Historia de Francia:
«En el Titurel, la leyenda del Grial alcanza su última y más espléndida
transfiguración, bajo la influencia de ideas que Wolfram [vonEschenbach, el templario
suabo autor del Parsjfal] conoció aparentemente en Francia, en particular entre los
templarios del mediodía francés. Un héroe llamado Titurel funda un templo para
depositar el santo Vessel (2) (Vaissel-Vaso), y el profeta Merlín es quien dirige esta
operación misteriosa, iniciadopor José de Arimatea mismo en los secretos del plano del
templo de Salomón. La caballería del Grial se convierte así en la Massenie, es decir, en
una francmasonería ascética cuyos miembrosse denominan templistas. Puede captarse
aquí la intención de vincular a un centro común, figurado por ese Temple ideal, la
Orden de los templarios con las numerosas cofradías de constructores que renovaban
entonces la arquitectura de la Edad Media. Se percibe(n) así con nitidez ciertos rasgos
de lo que podría ser la historia subterránea de esos tiempos, mucho más complejos de lo
que suelen ser considerados. Lo curioso, y que no admite dudas, es que la
francmasonería moderna se remonta peldaño a peldaño hasta la Massenie del Santo
Grial». Estos últimos renglones de 1-1. Martin transcritos por Guénon, le reclaman el
siguiente comentario crítico, que deja de nuevo abierta la cuestión histórica: «Quizá
sería imprudente adoptar de una manera demasiado exclusiva la opinión expresada en el
último párrafo, porque los vínculos de la masonería moderna con las organizaciones
anteriores son también ellos, extremadamente complejos» (pp. 54-57). Pero al año
siguiente y en dos oportunidades posteriores, sin mayores explicaciones, reitera la
postura previa: “Observemos asimismo que existió, hacia el siglo XIV, o incluso antes,
una Massenie del Santo Grial, por medio de la cual las cofradías de constructores
estaban vinculados a sus inspiradores hermetistas, y en la que Henrí Martin (Histoire de
France, t. III, p. 398) ha visto con razón uno de los origenes reales de la masonería”
(Études sur la Franc-Ma~onnerie el le Compagnonnage, II, 74, n. 3 -París, 1978-).
4—Es necesario, por lo tanto, insiste Guénon, poner convenientemente de
relieve, que el sustantivo «hermetismo» se refiere a una doctrina tradicional incompleta,
conocimiento de orden cosmológico, y no metafisico, pero que como enseñanza
tradicional implica tanto la correspondencia macrocósmica como microcósmica. Se
trata de acuerdo con los vestigios y monumentos existentes de una (<readaptación» de la
integralidad de la tradición egipcia, de una aplicación de la doctrina principial al
conocimiento del «mundo intermediario»,el dominio de manifestación sutil constituido
por las «prolongaciones extracorporales de la individualidad humana, o bien, sus
posibilidades mismas». Es decir, nos encontramos en el ámbito del principio inmediato
de la manifestación corporal o anima mundi, contenidos y experiencias que desarrollan
los «pequeños misterios».
Expuestas las nociones descritas, R. Guénon puede avanzar con otros tres
conceptos que dependen o se subordinan a las anteriores ideas:
a.- Facilitar la resolución lógica de una cuestión que podría investigarse
I/o, Perista de Ciencias de las Religiones
V«l. 7(200=):717
lo
Francisco García Bazán René Guénon y el Hermetismo
temporalmente, pero cuyo planteamiento podría parecercontradictorio ¿Cómo ha sido
posible que una doctrina cosmológica, siendo intrínsecamente incompleta, haya podido
incorporarse en tradiciones completas? Simplemente, porque si bien el hermetismo se
identifica con una «iniciación real», propia de shatriyas o guerreros y no de
brahmanes, que son los que practican la metafísica pura, el origen legitimo de la
iniciación proviene de éstos, y aunque la revuelta de los anteriores puede alejarlos e
incluso encerrarlos en su esfera, esto no los priva de la posibilidad de recuperar su
subordinación a los primeros en un orden tradicional regularmente constituido una vez
que se les presenten condiciones favorables.
Deben evitarse, asimismo, para completar la terna de ideas, dos posibles
errores de interpretación:
b.- Hermetismo no es sinónimo de magia, porque aunque ésta se interprete
liberada del significado negativo que ordinariamente se le suele dar, sin embargo: « La
magia en sentido propio, no es en efecto, como lo hemos ampliamente explicado, sino
una de las aplicaciones ínfimas entre todas las aplicaciones del conocimiento
tradicional...La palabra “magia” ejerce sobre algunos, en nuestra época, una extraña
fascinación, y, según lo hemos ya advertido, el predominio concedido a semejante
punto de vista, aunque sólo fuese en la intención, está todavía ligado a la alteración de
las ciencias tradicionales desvinculadas de su principio metafísico» (p. 263).
El punto tercero y final.
e.- La alquimia es de naturaleza puramente interior. Es psíquica tomada
externamente, pero «espiritual» cuando se la transpone en su sentido superior. La
alquimia así entendida, nada tiene que ver con las operaciones materiales de una
«química» de cualquier tipo que sea. Los «sopladores» y «quemadores de carbón» a los
que aluden los antiguos hermetistas y que se aducen como los precursores de la
química, nada tienen que ver con ésta y se equivocan no sólo los detractores de la
alquimia, sino sobre todo quienes tratan de restaurarla sin tener clarasestas ideas. Ha
habido y siguen apareciendo pseudo alquimistas que hacen hincapié sobre la alquimia
material. Esta ha sido tenida en poca consideración por los alquimistas auténticos, los
que siempre han honrado a la alquimia interior o espiritual, a menudo designada como
kiniyó es-saódah, o sea, «alquimia de la felicidad», al punto de que un tratado de El-
Chazálí lleva este nombre. Las transmutaciones metálicas, prosigue Guénon, deben
reducirse a su justa importancia. La realidad respecto de la alquimia, seríajustamente
una representación al revés: el que ha llegado a ciertos grados de transformación
interior, por la razón analógica, micro-macrocosmos, podría: «Producir exteriormente
efectos correspondientes. Es en consecuencia perfectamente admisible que el que ha
llegado a un cierto grado en la práctica de la alquimia “interior”, sea capaz por eso
mismo de realizar transmutaciones metálicas u otras cosas del mismo orden, pero esto
como consecuencia totalmente accidental, y sin recurrir a ninguno de los
procedimientos de la pseudo alquimia material, sino únicamente por una especie de
proyección exterior de las energías que lleva en sí mismo. Incluso en este aspecto se
debe hacer una distinción esencial: es posible que no se trate en este caso, sino de una
actividad de orden psíquico, es decir, de la concreción de influencias sutiles que
pertenecen al dominio de la individualidad humana, y entonces se sigue tratando de la
alquimia material, si se quiere, pero que opera por medios diferentes de las de la pseudo
11 ‘lío. Revisla de Ciencias de las Religiones
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l:ranciseo (iarcia flazán René (iuénon y el l-Icrn,et smc,
alquimia, que se relacionan exclusivamente con el dominio corporal; o bien, para un ser
que ha alcanzado un grado de realización más elevado, puede tratarse de una acción
externa de verdaderas influencias espirituales, como la que se produce en los
“milagros” de las religiones... Entre ambos casos hay una diferencia comparable a la
que separa a la “teúrgia” de la magia..., puesto que esta diferencia es, en resumen, la
misma del orden espiritual y del orden psíquico; porque si los efectos aparentes son a
veces los mismos de una y otra parte, las causas que los producen no son por ello
menos total y profundamente diferentes. Agregaremos, además, que los que poseen
realmente tales poderes se abstienen cuidadosamente de hacerostentación de ellos para
admirar a la multitud y que incluso ningún uso hacen de ellos, al menos fuera de ciertas
circunstancias particulares en las que su ejercicio se encuentra justificado por otras
consideraciones». Toma nuestro autor al respecto para confirmar lo dicho, dos pruebas
extraidas de la tradición islámica. El ejemplo de Seyidná Ah, quien poseía un dominio
de la alquimia en todos sus aspectos, incluido el de la producción de efectos externos,
pero que siempre se rehusó a hacerlo. Se cuenta asimismo que Seyidi Abul-Hassan Esh-
Shádili, mientras residía en Alejandría y ha pedido del Sultán dc Egipto, transmutó en
oro una gran cantidad de metales inferiores, pero lo realizó sin que mediara ninguna
actividad psíquica u operación de alquimia material, sino sólo por efecto de su
influencia espiritual o barakah.
En resumen, y postura esencial guenoniana en este punto. Toda iniciación o
realización digna de este nombre es de orden esencialmente interior, aunque pueda
tener repercusiones de otro orden. Esto es así, porque el hombre lleva en sí la
correspondencia de todo lo que existe, porque según el esoterismo islámico: «El hombre
es el símbolo de la existencia Universal» (EI-insúno ramzul-wu¡úd~, de manera que si
logra llegar hasta el centro de su propio ser, obtiene el conocimiento total; ya que: «El
que conoce su Sí-mismo conoce a su Señor» (es el hodith: Manaría naivahulóqad
aro/ii Rah/,ahu), conociéndolo todo en la unidad suprema del Principio.
2. En/hque hisiorico doarinal
Cuanto se ha expuesto pertenece a las consideraciones de Aper~us sur
I’inil¡olíon acompañadas de rápidas comprobaciones paralelas que se encuentran en
obras anteriores y posteriores. Las observaciones que facilita, empero, Guénon, en
Formas tradicionales i’ ciclos cosmicos, y que completan la parte IV del libro, son de
naturaleza, sise quiere menos teórica y más metidas en el desplazamiento temporal de
los fenómenos históricos,
Ya se ha aclarado que el primer capítulo perteneciente a este trío de capítulos,
simplemente ratifica el contenido correspondiente aAperQus surlinitiation, que se ha
tratado de desarrollar, El segundo, sin embargo, dedicado a Hermes, confirma puntos ya
expuestos, aunque precisándolos o ampliándolos sobre base filológica o bien
comparativa de acuerdo con la ciencia universal de los significados simbólicos. Hermes
no sólo es representación de la sabiduría sacerdotal. sino que se presenta asimismo
como hermeneuétes, el intérprete, mensajero o enviado de los dioses, cumpliendo una
función intermediaria entre lo espiritual y lo corporal. Una función, además, que
relacionada con la realización sutil, simboliza eí caduceo (kerv/<eion), la insignia de los
12lío. Ile ¡sic, cíe (ienc;cts cíe Ir,» Rehg io,,es
VoL 7 2t)t)2): 7’ [7
l:flncisco Garcia Bazán Ren~ Guénon y el -lernietismo
heraldos, mensajeros o legados de paz, propia de Mercurio o Hermes, función y
figuración simbólica, que revela su carácter universal, tornándolo homologable en el
mismo nivel, a las prácticas hindúes del Hatha-Yoga, al l3udha, no al personaje
histórico, Gautama Buda, sino en tanto la raíz bodh tiene que ver con Ja Sabiduría;
idéntico al escandinavo 0dm o Wotan y al Votan de las tradiciones de América Central,
que posee los atributos de Hermes, ya que en su figuración de Quetzalcohuatl, el
«pájaro-serpiente», ilustra los paralelos con las alas y las serpientes entrecruzadas del
caduceo. Sólo una inconsciente y pertinaz ceguedad, aunque común en nuestra época,
para la lectura de los símbolos podría negar esto, en lo que se comprueba, además:
«Una marca de la unidad profunda de todas las doctrinas tradicionales», por más que
los capaces de leer los símbolos sean sólo una «ínfima minoría» (pág. 1 33).
Además, resulta de sumo de interés señalar que en la tradición islámica
Seyidna Idris se identifica al mismo tiempo con Hermes y Henoc. Se señalaría de este
modo una continuidad tradicional que superarla al sacerdocio egipcio, puesto que
Henoc es de época anteriory que los libros de Henoc se podrían integrar con los «libros
herméticos». A Seyidna Idris le corresponde dirigir las ciencias propiamente
intermediarias, como se ha visto que lo es la alquimia y también lo es la astrología, en
tanto que Seyidna AYssa ——el Cristo——, orienta las ciencias espirituales. Pero en cuanto
a la presidencia de las esferas planetarias, se cambian, sin embargo, los papeles, porque
Seyidna A’fssa preside la esfera de Mercurio, mientras que Seyidna Idris preside la del
Sol. «Esto—puntual za Guénon——ofrece un problema muy complejo, que —reitera una
vez más—— no podríamos tener la pretensión de tratarlo aquí por entero» (p. 134),
aunque se insinúa que no se trata de una confusión, porque, en primer lugar, no es éste
un caso aislado, ya que algo similar ocurre en la angelología hebrea con Miguel y
Rafael que intercambian sus papeles. Miguel, en efecto, es en general el ángel del Sol,
mientras que Rafael lo es de Mercurio, pero en oportunidades invierten estas
propiedades, porque Rafael como el «sanador de Dios», según su etimología, es como
el Cristo «curador universal» y Miguel como el Metraton solar, también se asimila
esotérícamente al Cristo. En los «libros herméticos», por su parte, Asclepio
(Esculapio) es hijo de Hermes, pero el bastón, que es su atributo, tiene relaciones con
el caduceo. Esto permite advertir que una misma ciencia, como la medicina, puede tener
aspectos que se refieren a órdenes diferentes, uno espiritual o teúrgico, y otro
«hermético» o «spagyrico», o sea, depurativo del cuerpo, lo que permite una salida
hacia la cuestión previa.
Pero hay asimismo una estrecha relaciónentre Seyidna Idris (Henoc) y
Seyidna Dhúl-Kifl (Elías), ambos elevados al cielo sin muerte corporal. La tradición
islámica los emplaza en la esfera solar. Según la tradición rosacruziana Elias Artista,
que preside la la «gran obra» hermética, igualmente reside en la «ciudadela solar».
Todos estos elementos reunidos y vinculados con otras tradiciones vienen a ratificar la
naturaleza cosmológica del hermetismo y su función restauradora del «estado
primordial humano» en relación asimismo con la Rosa-Cruz y la «Jerusalén celeste»
que ha de descender sobre la tierra al final del ciclo.
Se trata lo señalado de contenidos que tienen que ver con una orientación
eminentemente cosmológica, pero que retomada desde otra perspectiva, la de «La
tumba de Hermes» en relación con el llamado «misterio de la Gran Pirámide», le
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Iranciseo Garcia Bazán Rcnd (]Uénon y el [-lermel<mo
permite a Guénon plantear otras interesantes incógnitas en nexo con la tradición
hermética y la manera como pueden ilustrarse sus ideas a través de las enseñanzas
islámicas, aunque siempre con la advertencia de que: «Bien comprendido, de ningún
modo pensamos que estas cuestiones pertenezcan al género de las que sean susceptibles
de ser resueltas en la actualidad» (p. 145).
Primeramente ¿Qué significado tiene la «gran pirámide»? ¿Es un simple
monumento funerario?, puede haberlo sido, responde Guénon, pero no originalmente.
Como tumba de Hermes asignada a Seyidna Idris, el l-lenoc antediluvinao que nunca
murió, es la representación simbólica de la sabiduría sacerdotal y no porque haya
conservado escrituras o inscripcionesjeroglíficas en su interior, sino porque la misma
estructura y medidas proporcionales de la obra piramidal orientan hacia esa enseñanza.
Pero este monumento destinado a asegurar la conservación de los conocimientos
tradicionales, recuerda otras informaciones. Las dos columnas —o estelas— del
mismo lenoc o bien de su antecesor Set en las que estaban inscritas lo esencial de
todas las ciencias, porque se dice que la segunda Pirámide es la tumba del Maestro de
Seyidna Idris, o sea, Seyidna Shit, es decir. Agatodemon, el maestro de Hermes. Pero si
hay libros de Henoc y escrituras de Set, el tercero de los hijos de Adán como sabemos,
ambos han sido precedidos por los numerosos libros de Adán, al que debe corresponder
la tercera Pirámide, cerrándose, de este modo, el ternario de los grandes profetas
anteriores al diluvio.
Pero es posible seguir beneficiándose con los conocimientos que se
desprenden y pueden deducirse de las noticias árabes.
Hermes es llamado en árabe EI—mulballeilí bil—hikam, o sea, «triple por la
sabiduría», epíteto que es equivalente a flimegistos. Una triplicidad de sabiduría que la
enseñanza islámica desarrolla bajo la forma de tres Hermes distintos: «Hermes de los
Hennes» (Hermes EI-Horchnesah). considerado anterior al diluvio, es decir, Seyidna
Idris. Y otros dos posteriores al diluvio: el «Hermes babilonio» (EI-Búbelí) y el
<díermes egipcio» (EI-Magr¡), Se confirmaría de este modo que las tradiciones caldea y
egipcia provienen de una misma fuente principal, antediluviana, aunque alejada de la
tradición primordial, y que podría ser la atíantidica.
Concluye coherentemente Guénon: «Cualesquieras sean los pensamientos que
estas consideraciones sugieran, las que ciertamente están tan alejadas de los puntos de
vista de los egiptólogos como de los modernos investigadores del ‘secreto de la
Firámid&, puede sostenerse que ésla representa verdaderamente la luniba de Hermes,
porque los misterios de su sabiduría y de su ciencia se encuentran allí de tal manera
ocultos que es realmente muy dif’ícil de descuhrirlos» (p. 147).
3. A manera de balance de lo que (iiuénon pienso sobre Hermes y el Hermetismo
Se estima que una manera intelectualmente sincera de honrar a Guénon en los
cincuenta años de su muerte es tomar el rumbo metodológico que al menos en este
tema, ha asumido el estudioso iranio Seyyed l-lossein Nasr en el capítulo IX de su obra
¡ida pensamíenlo en el Islam, titulado «Hermes y los escritos herméticos en el mundo
islámico», cuya traducción españolase publicó en Barcelona en 1985, escapando de los
‘1/u. Reviso: cl:’ ( ‘¡(neja» cíe 1<,. Re/i,«tone»
Ve]. 7 (2Q{]2): 7-Ii
14
Francisco García ¡lazAn Rcné Guénon ye> Jlcrn,ctisnu,
Ii nites de una ilusoria ortodoxia doctrinal guenoniana, que es estéril en cuanto al
avance del conoci¡niento, que da la imagen de una tarea intelectual estereotipada y
estéril y que perjudica al mismo pensador francés, confinándolo en el círculo de las
figuras marginales de la cultura contemporánea. Pero no es precisamente R. Guénon el
que invita aquese haga semejante uso repetitivo y parasitario de sus escritos, sino que,
por ci contrario, son sus contenidos el mejor estimulo para que los estudiosos de temas
afines, traten de profundizar y superar los materiales de información y exégesis que él
mismo entregó al ámbito del saber para estimular su comprensión y rescate.
En primer lugar, sin embargo, para realizar esta tarea, es necesario desterrar
cuando se tropieza con ellas, las imprecisiones e inexactitudes materiales que se le han
escapado al mismo Guénon en susescritos, bien sea porque no están de acuerdo con la
investigación científica filológica e histórica que él mismo ha tratado de emplear o,
s¡mplemente. porque el medio de inquietudes, llaménioslas espirituales, con el que
trataba de contrastar sus aseveraciones o las informaciones que manejaba sobre el
tema, eran limitadas y debilitaban sus esfuerzos de búsqueda.
Podemos dar algunos ejemplos en relación con Hermes y el contenido del
hermetismo:
—No es correcto afirmar que los nombres Hiram y Hermes conserven una
cierta semejanza sobre la base de sus consonantes comunes HRM (Formas
tradicionales, p. 129, n. 1), aunque tengan un origen lingúistico diferente, simplemente
porque estas palabras carecen originalmente de tales consonantes comunes. En efecto,
el personaje enviado por el rey de Tiro al pedido de Salomón para intervenir en la
construcción del templo es, Xtpap, padre, de idéntico nombre al de su hijo, el rey. Pero
este onomástico se escribe con las consonantes Khi, voy my, según la Septuaginta
(Crónicas II, 2, lOss. A. Rahlfs, 1,81 3ss.) o con het, res y mcm según la Biblia hebrea,
(por eso la Biblia de Jerusalén traduce Juram-Abí, o sea, «Juram padre»), y Epln1;
encierra las consonantes yo, mv y sigma, correspondiendo la h muda en francés y
castellano, al espíritu áspero que precede a la épsilon. Esta sencilla comprobación
familiar para cualquiera que lea el griego o el hebreo en sus textos originales, ha
desorientado tanto a Guénon como a los que se dicen sus epígonos por evidentes
lagunas de formacion.
-—Es asimismo abusivo fusionar las figuras sacras del Hermes griego y el
Thoth egipcio. Porque el Hermes griego según su misma etimología es: «Dios del
montón de piedras», o sea, de las tumbas. Es así su protector y, por eso, conduce a lo<
muertos al Hades, ampara a los viajeros y cuando se hace necesario, como se lee en la
IIlado y la Odisea, es mensajero de los dioses guiando a Priamo hasta el campo griego
ante Aquiles, ordenando a Calipso dejar irse a Ulises o llevando a este mismo la planta
mágica ,noli’, que loprotegerá de los encantos de Circe. Intérpretey transpone, en este
sentido, de la palabra divina en relación con los humanos, por eso Platón en el (‘rútilo
lo vincula con herméneus, «intérprete», el que usando la palabra, el lógos. como
Instrumento propio, no sólo interpreta correctamente, sino que asimismo engaña con
ella y es hábil comerciante. Como lo sostuviera hace medio siglo el P. Festugiére,
porque Thoth estaba vinculado al lenguaje, a la escritura y era escriba de los dioses y
educador, se vio en la época helenística la posibilidad que no llevaba a confusiones de
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r~,cisco García Bazán René (iuénon y cl Iiermctismo
designarlo con el nombre griegode Hermes, igual que Imhotep, Dios de la salud y la
medicina tomó el nombre de Asclepio. etcétera. Por eso en la lógica del lenguaje
religioso no hay motivos para combinaciones arbitrarias ni caprichosas.
A partir de mediados del siglo IV a. de n. e., al menos, poseemos una prueba
empirica de que el caduceo era un emblema del Hermes griego. Efectivamente, en el
Museo de Munich se conserva un voto en tierra cocida que incluye a Hermes, Afrodita
y Eros. Este Hermes con barba, tiene en su mano derecha un caduceo. El kerykeion no
se víncula originariamente al Dios Hermes, sino al término kéryx-keiykós, o sea, a
«mensajero», al mensajero oficial en las guerras y en las relaciones diplomáticas y para
convocar a las asambleas. De este modo en micénico ya se empleaba la Ñnción y la
palabra correspondiente como káryx. Desde luego que esta insignia nada tiene que ver
con el Dios Tboth que posee otros atributos y emblemas, y cuyas manifestaciones
preferidas son ei ibis y el babuino.
—Tampoco es atinado insistir en el carácter eminentemente espiritual de la
alquimia, separándolo de su etapa empírica. En este aspectoen relación con la tradición
hermética tan correctos son, para decirlo en terminología occidental, el alquimista
islámico de la segunda mitad del siglo VIII Geber, o sea, Jábir ibn Hayyán ibr ‘Abd
Alláh, AbCt Músá al-KúfT, al que varias veces registra al-Nadirn en la enciclopedia Al-
Fihrisl de fines del siglo X, como Rau, es decir, Abó Balo’ al Rázi, el que, agrega al-
Nadím, «fue llamado Muhammad ibn Zakariyá, eí que sostuvo que el estudio de la
filosofia carecia de validez, y que tampoco un hombre instruido podria llamarse
filósofo, hasta que el arte de la alquimia hubiera sido hecho válido para él. Después
podria ser independiente de todos los demás, de los que por su conocimiento o situación
podria dependen>. Pero este modo de poner de relieve la inseparabilidad entre los
contenidos materiales e inmateriales en relación con la alquimia y la filosofia, es
también la manera como trata el mismo tema Zósimo de Panópolis en sus Apuntes
auténticos sobre los aparatosy los hornos, el famoso alquimistahermético gnóstico de
cuyas enseñanzas dependen tanto los sabios islámicos citados como muchos otros.
Por otra parte, aunque Guénon no parece haber leído en su totalidad las
noticias sobre los sabianos en general y los sabianos en panicular de Harrán que
facilitan susmejores fuentes, es decir, el mencionado Fihrist de al’Nadim, y el Libro de
las religiones y de las sectas, el Kitñb al-Milal wa-l-nihal de Sharastáni, lo que dice
sobre los tres Hermes en sus dos niveles, el trascendente y el cosmológico, y la tumba
de Hermes, son datos preciosos de orientación, que asimismo ha tenido en cuenta
Ilossein Nasr, siguiendo a M. Plessner, para confirmar que estos sabianos seguidoresde
Agatodemon-Hermes= Shit-Ahnúh, que combinan las enseñanzas herméticas y
neoplatónicas tardías con doctrinas gnósticas en general y algunos rasgos astrológicos
caldaicos, han construido una nueva combinación hermético-gnóstica. culturalmente
diversa, pero similaren su fondo a las imágenes del hermetismo que se comprueban en
el filósofo teúrgo Jámblico de Calcis y en el alquimista egipcio Zósirno al que se hizo
referencia.
Más todavía el enunciado que R. Guénon trasmite como un hadith: «El que
conoce a su Sí-Mismo conoce a su Señor», se asemeja mucho a la forma islamizada de
un principio hermético gnóstico que el Poimandres, el primer tratado del Corpus
llermeticum ha tomado de una interpretación gnostizante de Platón, Alcibíades 1 33C.
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Francisco García Bazán René C,u¿non y el 1 lernietismo
Diceeí pasaje hermético aludido: «¿Por qué, el que se ha conocido así mismo, vuelve
hacia si mismo, como lo sostiene la divina sentencia?...- Porque el Padre del universo
del que proviene el hombre está constitutido de luz y de vida». Agrega, en
consecuencia, otro tratado hermético también incluido entre los fuertemente influidos
por eí gnosticismo: «Por lo tanto, el que ha alcanzado por la misericordia la
regeneración según Dios, abandonando la sensibilidad se conoce así mismo constituido
a partir de éstos y se regocija» (CH. XIII). Y afirma, para no abundar con otros datos,
el Testimonio de la Verdad 44,30-45,10, uno de los manuscritos gnósticos de la
biblioteca de Nag Hammadi traducido del copto por el autor de esta nota (A. Piñero, J.
MontserratTorrents, F. García Bazán, Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi III
[Madrid, 2000]: «Este, por lo tanto, es el testimonio verdadero: cuando el hombre se
conoce a sí mismo y al Dios que está sobre la Verdad, entonces se salvará y será
coronado con la corona inmarcesible».
Qué se sugiere, por lo tanto, en homenaje a R. Guénon. Que se lodebe leer y
meditar inagotablemente. Sise quiere, se lodebe leer incansablemente, como la Biblia.
Pero como los libros de Guénon no son libros sagrados, sino sobre lo sagrado y sus
vicisitudes en el tiempo, y como, por lo tanto, no existe un magisterio que vele por su
interpretación tradicional corporativa, no queda otra salida que leerlos con honestidad
intelectual y deseos de enriquecerse espiritualmente, si es posiblet
* Se han seguido las graCias de transliteración de vocablos usadas por R. Guénon. Para
mayores referencias sobre R. Guénon véase E. García Bazán y otros, René Guénon ola
tradición viviente, Buenos Aires, 1985 y René Guénon y el ocaso de la metafisica,
Barcelona, 1990. Sobre el tema hermético, cf F. García Bazán, El hermetismo, Madrid,
Ediciones del Orto (en prensa).
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