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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/345953970 Algebras de Lie bajo un prisma topológico Article · January 2014 CITATIONS 0 READS 369 2 authors: Aniceto Murillo University of Malaga 83 PUBLICATIONS 574 CITATIONS SEE PROFILE Urtzi Buijs University of Malaga 45 PUBLICATIONS 343 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Aniceto Murillo on 16 November 2020. 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Y eso ocurre con los autores de esta entrega de nuestra sección. Así que me limitaré a comentar que el lector disfrutará en las líneas que siguen de un estilo de hacer matemáticas que ha creado escuela. Con un tono cercano, y con frecuentes pinceladas de humor, los autores nos hacen un recorrido del papel que han jugado el álgebra de Lie en ambientes afines a la Topología Algebraica. Y sin esfuerzo nos llevarán hasta el nacimiento de una nueva Homotopía Racional, donde las álgebras de Lie adecuadamente graduadas nos permiten considerar ahora espacios que no son conexos. Álgebras de Lie bajo un prisma topológico por Urtzi Buijs y Aniceto Murillo Figura 1: Uno de los autores foto- grafiado por el otro con Sophus Lie en Nordfjordeid, su pueblo natal. . . ¡Ah! Lie es el que aparece a la de- recha. El apellido de Sophus Lie (1842–1899), matemático noruego nacido en una pequeña aldea a orillas de un bello fiordo donde se hunden espectaculares montañas, ha dado tér- mino a uno de los conceptos más importantes en la geometría moderna, los grupos de Lie. Íntima e indisolublemente ligado a este con- cepto se sitúa otro, el de las álgebras de Lie, que igualmente ocupa un puesto de honor por su aplicación y versatilidad, no sólo en el es- tudio de estructuras algebraicas formales, sino en ramas tan dispares como la física teórica, la geometría diferencial, la topología algebrai- ca. . . No hay recoveco matemático donde es- tas estructuras algebraicas estén ausentes. En estas páginas queremos ofrecer al lector la perspectiva de estas estructuras vistas 784 Mirando hacia el futuro por los ojos de un topólogo y el campo amplio de aplicaciones que se derivan de esta consideración. Comencemos por los orígenes. Los grupos de Lie fueron inicialmente etiquetados por su inventor como grupos de transformaciones continuas en el tratado de tres volúmenes Theorie der Transformationsgruppen [8], una formidable obra de más de dos mil páginas publicada entre 1888 y 1893. La idea parte de la visión geométrica original de las acciones de grupos y que ahora recordamos: cada vez que un mate- mático X se mira al espejo rápidamente traduce este hecho en la existencia de una biyección, homeomorfismo o isomorfismo (dependiendo si el matemático en cuestión se ve a sí mismo como conjunto, espacio topológico o dotado de vaya usted a saber qué otra estructura extra) f : X ∼=−→ X tal que la composición de f consigo mismo es la identidad, f ◦ f = idX . La aplicación f es precisamente «tomar la imagen especu- lar». Si consideramos el grupo de dos elementos Z2 = {0, 1} y denotamos f0 = idX , f1 = f , lo anterior se traduce en la propiedad siguiente: fa ◦ fb = fa+b para cualesquiera a, b ∈ Z2. Si el matemático X tuviera la particular forma de triángulo equilátero y, en lugar de una imagen especular, la aplicación f : X → X consistiera en la rotación de 120 grados, podríamos razonar de igual forma tomando en primer lugar el grupo cíclico de tres elementos Z3 = {0, 1,2}, denotando después f0 = idX , f1 = f , f2 = f ◦ f , y observando finalmente que fa ◦ fb = fa+b para cualesquiera a, b ∈ Z3. La generalización de estos ejemplos es inmediata: si la composición de un determi- nado conjunto de biyecciones, homeomorfismos, isomorfismos («simetrías» al fin y al cabo) de un conjunto, espacio, X satisface las relaciones adecuadas para ser ad- mitido en el club de los grupos, podemos denotar a cada elemento de este conjunto por el elemento del grupo (G, ·) al que representa, {fg : X ∼=−→ X, g ∈ G}, y de forma que se satisface la ecuación fundamental fg ◦ fh = fg·h para cualesquiera g, h ∈ G. Decimos entonces que el grupo G actúa en X o que G está representado por el conjunto de «isometrías» {fg}g∈G. La idea original de Lie fue estudiar las propiedades particulares de estas acciones cuando tanto el espacio X como el grupo G sean variedades diferenciables (curvas, superficies. . . ) y que cada una de las «isometrías» sea una aplicación diferenciable. Sirva la rotación de la Tierra como muestra de la multitud de ilustrativos ejemplos que pueden encontrarse en la naturaleza. Imaginemos por una parte a la Tierra, de forma prosaica y nada romántica, como la esfera S2 girando alrededor de un eje. Por otra parte, cada ángulo de rotación α lo identificamos al punto de la circunferencia S1 al que determina. Tenemos así lafamilia de rotaciones {fα : S2 −→ S2, α ∈ S1} La Gaceta ? Secciones 785 parametrizada por los puntos de la circunferencia, que trivialmente satisface la ecua- ción fundamental fα ◦ fβ = fα+β para cualesquiera ángulos α, β ∈ G = S1. Si nos abstraemos del conjunto de isometrías y nos quedamos simplemente con el grupo G, independientemente de donde pueda ser representado, obtenemos la defi- nición actual de grupo de Lie: una variedad diferenciable G donde la multiplicación de un elemento por el inverso de otro G×G −→ G (a, b) 7−→ a · b−1 es una aplicación diferenciable. Existen multitud de ejemplos de grupos de Lie en una densa literatura plagada de profundos resultados, pero no divaguemos. Al igual que en los espacios euclídeos (que, por cierto, tienen obviamente estructura de grupo de Lie) o en cualquier otra variedad diferenciable, el lector puede utilizar las herra- mientas clásicas del cálculo diferencial en estos grupos, que básicamente consisten en trasladar, en la medida de lo posible, propiedades continuas de la variedad en cuestión en propiedades lineales del espacio vectorial tangente a la variedad en un punto determinado. El teorema de la función inversa es un ejemplo paradigmático de este hecho: un difemorfismo local alrededor de un punto de la variedad se traduce en un isomorfismo del espacio tangente en ese punto. Pues bien, el exigir simplemente que la operación de un grupo de Lie G sea diferenciable resulta en la existencia de una operación adicional, denotada por [ , ], en TeG, el espacio tangente a G en el elemento neutro. Esta operación, definida en términos geométricos aunque no entraremos en ellos, resulta ser antisimétrica, [v, w] = −[w, v], v, w ∈ TeG, y satisface además una, extraña en principio, relación de asociatividad,[ u, [v, w] ] + [ w, [u, v] ] + [ v, [w, u] ] = 0, u, v, w ∈ TeG. De esta forma, entender el comportamiento diferencial del grupo de Lie G se traduce en entender el comportamiento de esta nueva particular estructura en el espacio vectorial TeG. Esto es lo que hicieron Cartan [2] y Killing [5], aislando esta estructura y estudiándola de forma autónoma para que así naciera el concepto de álgebra de Lie, término acuñado por Weyl, y que ahora definimos con todo detalle a costa de ser pesados. Un álgebra de Lie es un espacio vectorial L junto con una operación bilineal llamada corchete de Lie, [ , ] : L× L −→ L, satisfaciendo: [a, b] = −[b, a], a, b ∈ L (antisimetría)1; 1Si el cuerpo donde está definido L es de característica 2 habría que sustituir esta propiedad por exigir que [a, a] = 0 para cualquier a ∈ L. 786 Mirando hacia el futuro [ a, [b, c] ] + [ c, [a, b] ] + [ b, [c, a] ] = 0, a, b, c ∈ L (identidad de Jacobi). Existen miríadas de álgebras de Lie en los rincones más insospechados de la mate- mática y la física teórica. Para no pecar de incompletitud, citemos como ejemplo paradigmático y omnipresente de álgebra de Lie el formado por las matrices cuadra- das de un orden dado o, equivalentemente, endomorfismos de un espacio vectorial, con el corchete de Lie definido por el «conmutador», esto es [A,B] = AB −BA. El estudio, clasificación y comportamiento de estas estructuras algebraicas sigue y seguirá siendo en el futuro fuente de profundos resultados en muy diversos contextos pero, a pesar de estar tentados de hablar de todos ellos, debemos centrarnos en el tema que nos ocupa y explicar cómo las álgebras de Lie también aparecen de forma natural en la topología algebraica. Debemos no obstante advertir, en primer lugar, que la mayoría de objetos algebraicos que aparecen de forma natural en la geometría (diferencial) y la topología (algebraica) lo hacen provistos de una graduación y un operador diferencial o borde. Por ejemplo, consideremos el álgebra de las formas diferenciales A(M) en una variedadM dotada con el producto y la derivada exterior. En realidad A(M) consta de una familia de espacios vectoriales {Ap(M), p ≥ 0}. Para que no se nos escape ningún elemento de esta familia tomamos su suma directa y escribimos A(M) = ⊕p≥0Ap(M). Asimismo, el producto exterior de una p-forma Ψ ∈ Ap(M) y una q-forma Φ ∈ Aq(M) es una (p+ q)-forma Ψ ∧ Φ ∈ Ap+q(M) que además satisface Ψ∧Φ = (−1)pqΦ∧Ψ. Esto es, el producto exterior es conmutativo en el sentido graduado. Por último, la derivada exterior es una aplicación lineal d : A(M)→ A(M) que lleva p-formas a (p+ 1)-formas, dAp(M) ⊂ Ap+1(M), p ≥ 0, y se comporta como derivación respecto del producto exterior, d(Ψ ∧ Φ) = (dΨ) ∧ Φ + (−1)pΨ ∧ (dΦ). El aficionado a la topología encontrará en las llamadas cocadenas singulares con el producto cup y el operador borde un ejemplo análogo de álgebra graduada diferencial. Pues bien, también las álgebras de Lie alcanzan su plena potencia en este ámbito topológico cuando se las considera provistas de una graduación con su correspon- diente diferencial. Comoquiera que esto es clave para la buena comprensión de lo que sigue, merece la pena que definamos esta ampliación del concepto de álgebra de Lie con todo detalle. Un álgebra de Lie graduada diferencial, que denotaremos de aquí en adelante como LGD, es un espacio vectorial graduado L = ⊕p∈ZLp dotado de: 1. Una aplicación bilineal, el corchete de Lie, [ , ] : L× L −→ L, que satisface [Lp, Lq] ⊂ Lp+q y verifica la antisimetría y la identidad de Jacobi en sentido graduado, esto es: [a, b] = −(−1)pq[b, a], a ∈ Lp, b ∈ Lq. (−1)pr [ a, [b, c] ] +(−1)rq [ c, [a, b] ] +(−1)qp [ b, [c, a] ] = 0, a ∈ Lp, b ∈ Lq, c ∈ Lr. 2. Una aplicación lineal, la diferencial, ∂ : L −→ L, La Gaceta ? Secciones 787 que satisface ∂Lp ⊂ Lp−1, ∂ ◦ ∂ = 0, y se comporta como una derivación respecto del corchete de Lie, a saber, ∂[a, b] = [∂a, b] + (−1)p[a, ∂b], a ∈ Lp, b ∈ L. A tal LGD la denotaremos simplemente por L. Igualmente, definimos de manera natural el concepto de morfismo de LGD. Dadas (L, ∂) y (L′, ∂′) dos LGD, un morfismo de LGD entre ellas no es más que una aplicación lineal, ϕ : L −→ L′, que respeta las graduaciones, esto es, ϕ(Lp) ⊂ L′p y es compatible con la diferencial y el corchete de Lie, a saber, ϕ([a, b]) = [ϕ(a), ϕ(b)], a, b ∈ L, ∂ ( ϕ(a) ) = ϕ(∂a), a ∈ L. El lector curioso observará que, en efecto, la definición de LGD es una simple generalización del correspondiente concepto «no graduado». Nótese que un álgebra de Lie corriente y moliente L puede considerarse como la LGD L′ = ⊕p∈ZL′p donde L′p = 0 si p 6= 0 y L′0 = L. Habrá también lectores que por otra parte reconozcan en las LGD un caso particular de las llamadas álgebras de Lie graduadas en un grupo abeliano G. Estos lectores observarán que nuestras LGD resultan de tomar G = Z, el grupo de los enteros. Asimismo, las llamadas superálgebras de Lie, tan habituales en la física teórica, resultan de tomar G = Z2, el grupo de dos elementos. Figura 2: Daniel Quillen. Continuemos. ¿Cómo y cuándo las LGD irrum- pen en la topología algebraica? Pues fue allá, a fina- les de los movidos 60, cuando Daniel Quillen (1940– 2011), extraordinario matemático estadounidense y medallista Fields, sentaba las bases de lo que ahora se conoce como teoría de homotopía racional. En el artículo fundacional de esta teoría [9], Quillen «reali- zó» de forma natural todas las LGD positivamente graduadas, es decir, aquellas L tales que en grados no positivos se reducen al cero más absoluto, esto es, Lp = 0 si p ≤ 0. Además, es esencial, y lo supondre- mos de aquí en adelante, que el cuerpo base sobre el que están definidas es Q, los racionales. A estas LGD las denotaremos por LGD+. Recordemos que, para un topólogo, realizar una determinada estructura al- gebraica consiste en construir un espacio topológico que refleje fielmente en términos topológicos las propiedades algebraicas de la estructura dada. Pues bien, Quillen asoció a cada LGD+ L un espacio topológico, al que denota- remos por 〈L〉, que resulta ser arcoconexo, simplemente conexo y racional. Vayamos por partes y recordemos en primer lugar que un espacio es arcoconexo si dos puntos cualesquiera puedenunirse por una curva. Por otra parte, un espacio es simplemente 788 Mirando hacia el futuro conexo si cualquier curva cerrada puede deformarse de forma continua a la curva constante en un punto. En la figura 3, por ejemplo, el espacio X es arcoconexo y simplemente conexo. Sin embargo, el espacio Y que resulta de quitarle a X un trozo de su interior sigue siendo arcoconexo, pero ya no es simplemente conexo pues la curva que aparece no puede deformarse de forma continua a la curva constante. Por último, y sólo para el topológo aficionado, aclaremos que un espacio es racional si sus grupos de homotopía son espacios vectoriales racionales. ¡Que no cunda el pánico!, no utilizaremos este concepto más allá de esta somera definición para ilustración del lector. Figura 3: X es arcocone- xo y simplemente conexo; Y es arcoconexo, pero no simplemente conexo. Esta asociación no tendría mayor enjundia si Qui- llen no hubiese también construido, como hizo, el pro- ceso inverso. A saber, le asoció a cada espacio arcoco- nexo, simplemente conexo y racional X, una LGD+ a la que denotaremos LX , y de forma que las correspon- dencias L −→ 〈L〉 LX ←− X son inversas una de otra «salvo homotopía». Es decir, y precisamente este hecho constituye el más profundo resultado de este artículo de Quilen, un determinado espacio (o mejor dicho, el tipo de homotopía de un espacio) arcoconexo, simplemente conexo y racional X queda totalmente determinado por la LGD+ LX . A estas alturas, el lector con inquietudes en otras ramas estará pensando, con razón, que no sólo en la topología aparecen las LGD. En efecto, en palabras de Pierre Deligne, eminente matemático belga, premio Abel y también medallista Fields, las álgebras de Lie graduadas diferenciales son ubicuas y surgen de forma natural en cualquier teoría de deformación de estructuras algebraicas. Expliquemos brevemente este concepto con cierto detalle situándonos, para ser más claros, en un ejemplo concreto. Tomemos un álgebra asociativa A (¡nada de graduaciones!). Es decir, A es un espacio vectorial dotado de una multiplicación bilineal y asociativa, A×A −→ A (a, b) 7−→ a · b. Para «deformar» esta multiplicación necesitamos otra álgebra más grande donde A pueda estirarse y desperezarse a sus anchas. Consideremos a estos efectos las series de potencias con coeficientes en A, que, como saben, consisten en polinomios de infinitos términos: A [ [t] ] = { ∞∑ i=0 ait i, ai ∈ A } . La Gaceta ? Secciones 789 Por definición, una deformación de A en A [ [t] ] es una nueva multiplicación bilineal y asociativa ∗ : A [ [t] ] ×A [ [t] ] −→ A [ [t] ] de forma que, en el término constante, este producto se reduce a la multiplicación original de A. Es decir,( ∞∑ i=0 ait i ) ∗ ( ∞∑ i=0 bit i ) = a0 · b0 + c1t+ c2t2 + · · ·+ citi + · · · , ci ∈ A. Esta construcción, que en principio sólo parece una interesante abstracción algebrai- ca, no carece en absoluto de importancia. Recordemos como ejemplo, y con cierto detalle, el celebrado teorema de cuantización-deformación de variedades de Poisson de Maxim Kontsevich [6], otro extraordinario matemático, ruso-francés, y también poseedor de la medalla Fields. Una variedad diferenciable M se dice de Poisson si el conjunto de las funciones diferenciables en M , al que denotaremos por A = {f : M −→ R diferenciable }, además de la estructura natural de álgebra, definida punto a punto por la suma y el producto usual en R, admite una estructura de álgebra de Lie (¡nada de graduaciones aquí tampoco!), { , } : A×A −→ A, que además satisface {fg, h} = f{g, h}+ g{f, h} para cualesquiera f, g, h ∈ A. Figura 4: Maxim Kontsevich. Existen muchas variedades de este tipo cuya estructura de Poisson proviene directamente de propiedades geométricas, cuando no físicas. Por ejemplo, todas las llamadas variedades simplécti- cas, en particular los espacios de fases de la me- cánica clásica, son variedades de Poisson. Pues bien, Kontsevich ha demostrado, y en esto con- siste su celebrado resultado, que toda estructura de Poisson en una variedadM viene determinada por una deformación del álgebra de funciones di- ferenciables A como a continuación describimos. Dada una deformación cualquiera ∗ de A en A [ [t] ] , elijamos cualesquiera f, g ∈ A y conside- remos a estos elementos como series de potencias en A [ [t] ] con sólo términos constantes. Podemos entonces escribir f ∗ g = fg + C1(f, g)t+ C2(f, g)t2 + · · ·+ Ci(f, g)ti + · · · 790 Mirando hacia el futuro donde, para cada i ≥ 0, Ci puede ser considerado como una aplicación bilineal de A × A → A. Animamos entonces al lector a que pruebe, sin más que hacer los correspondientes cálculos, que la asociatividad y bilinealidad de ∗ se traduce en que C1 : A×A −→ A es una estructura de Poisson en A. Kontsevich prueba pues que toda estructura de Poisson en una variedadM se corresponde con el corchete de Poisson C1 determinado por una cierta deformación de A. Vale, sí, pero. . . ¿dónde radica la importancia de este resultado? Pues hay que situarse en las lindes entre la geometría diferencial y la física teórica. A grandes rasgos, los llamados «observables» de la mecánica clásica no son más que funciones diferenciables definidas sobre el espacio de fases de un determinado sistema, que co- mo hemos dicho es una variedad de Poisson. En otros términos, los observables son simplemente elementos del álgebra A, que además es conmutativa. En las antípodas de la mecánica clásica se encuentra la mecánica cuántica donde, formalmente, los observables vienen dados por ciertos operadores nada, pero nada conmutativos, de- finidos en un determinado espacio de Hilbert. La «no conmutatividad» de, digamos, dos observables P y Q viene medida como siempre por el conmutador PQ − QP de tales operadores. Ciertamente parece un cambio radical en la naturaleza de los observables que hace pensar que lo cuántico y lo clásico nada tienen que ver. Sin embargo, el físico teórico inglés Paul Dirac (1902–1984) fue el primero que notó [3] que definiendo un nuevo producto no conmutativo ∗ en las funciones diferenciables, el conmutador de observables del mundo cuántico puede ser determinado mediante el producto ∗ y la estructura de Poisson en el álgebra clásica de funciones diferencia- bles A. Es decir, la mecánica cuántica y la clásica están sorprendente e íntimamente relacionadas. Más tarde fue conjeturado por los geómetras y/o físico-matemáticos Moshé Flato, André Lichnerowicz y Daniel Sternheimer2 [4] que este producto ∗ se obtiene precisamente por la deformación del producto usual en A que lleva aso- ciado el corchete de Poisson de la variedad en cuestión como antes explicábamos. Kontsevich, con su teorema, cierra el problema. Después de todo lo anterior parece claro que estudiar las posibles deformaciones de un álgebra asociativa A en A [ [t] ] es de sumo interés. Pero claro, como matemáti- cos que somos, por profesión o afición, dejamos volar la imaginación y podemos pre- guntarnos por deformaciones de cualquier estructura algebraica (no necesariamente un álgebra) en un espacio vectorial A. Y tampoco tienen que ser deformaciones en A [ [t] ] . Basta tener un anillo local R, ya saben, aquellos que tienen un único ideal maximal M, de forma que el cociente R/M sea precisamente el cuerpo base K de A. En estas condiciones, una deformación de A en A⊗R es una nueva operación ∗ : (A⊗R)× (A⊗R) −→ A⊗R 2Por cierto, Flato, hasta su deceso en 1992, y, posteriormente, Sternheimer fueron los directores de tesis de los hermanos mellizos Bogdanov, famosos por el escándalo que lleva su nombre y que en su momento puso en cuestión el sistema de recensión para aceptar artículos de física teórica en revistas especializadas. La Gaceta ? Secciones 791 que satisface las mismas propiedades que A, y de forma que al «cocientar» por M nos devuelve precisamente la multiplicación original A×A→ A. Obsérvese que A⊗R/M ∼= A⊗K ∼= A. En nuestro ejemplo inicial, R = K [ [t] ] y M = K+ [ [t] ] , esto es, las series de potencias con coeficientesen K sin término constante. Figura 5: Pierre Deligne. Al conjunto de las deformaciones de una estructura A en R se la denota por Def(A;R), y nuevamente huelga remar- car la importancia que el estudio de ta- les deformaciones tiene en multitud de situaciones. A estas alturas pensará el lector que los autores de estas líneas han perdido algo el norte y divagan, con entusiasmo, eso sí, pero alejándose del tema que aquí les trae. No, no, bueno, no es al menos nuestra intención. Sólo pretendemos in- troducir al lector en la ubicuidad antes mencionada de las LGD anunciada por Deligne mediante el siguiente «principio»: Las deformaciones de una estructura A en R son gobernadas por un álgebra de Lie graduada diferencial L que naturalmente dependerá de A y de R. Explícitamen- te, el conjunto Def(A;R) está en correspondencia biyectiva con los elementos de Maurer-Cartan de L módulo la relación gauge entre los mismos. Vayamos por partes. Dada L una LGD, un elemento de Maurer-Cartan es un elemento a ∈ L−1 de grado −1 cuya diferencial satisface la llamada ecuación de Maurer-Cartan, ∂a = −12 [a, a]. Al conjunto de elementos de Maurer-Cartan de L se le denota por MC(L). Existe además una relación de equivalencia, la relación gauge, en los elementos de Maurer- Cartan de L. Esta relación viene determinada por una formidable ecuación que aquí recogemos pero a la que el lector no familiarizado no deberá prestar atención alguna. Dos elementos a, b ∈ MC(L) son (gauge) equivalentes si existe un elemento x ∈ L de grado 0 tal que b = eadx(a)− (eadx − id adx ) (∂x). Si al conjunto cociente de elementos de Maurer-Cartan módulo la relación gauge lo denotamos por MC(L)/∼G , el principio de Deligne es ahora claro: existe un álgebra graduada diferencial L (que depende de A y de R) tal que Def(A;R) ∼= MC(L)/∼G . 792 Mirando hacia el futuro Pues bien, como topólogos que somos, nos encantaría, en el más puro «estilo Quillen», realizar, dotar de topología a estas LGD para obtener propiedades intrín- secas de las deformaciones mediante el estudio de los invariantes topológicos de la ansiada «realización». Así, de paso, obtendríamos una inesperada correspondencia entre la teoría de deformación y la teoría de homotopía racional. No obstante, y desgraciadamente, no podemos aplicar los profundos resultados de Quillen que an- tes citábamos pues las LGD que aquí aparecen distan mucho de estar positivamente graduadas (nótese la gran cantidad de elementos de Maurer-Cartan, todos de grado −1, que pululan en ellas). Habremos pues de empezar de cero, y eso hacemos en [1], para construir este puente entre teorías tan dispares y dotar de sentido topológico a cada especimen algebraico de una LGD cualquiera, eso sí, definida sobre Q, que nos salga al paso. Para comenzar, ¿qué sentido topológico puede tener un elemento de Maurer- Cartan? Un detalle que no carece de importancia consiste en el hecho de que las LGD+ de Quillen siempre contienen un único elemento de Maurer-Cartan. En efec- to, L−1 = 0, y trivialmente ∂(0) = 0 = − 12 [0, 0]. Pues bien, dado que las LGD+ de Quillen se corresponden con espacios racionales arcoconexos (y simplemente conexos), no es ningún disparate preguntarse si las LGD sin restricciones en su graduación, y en particular las que aparecen en teoría de deformación, podrán ser «realizadas» como espacios topológicos no arco-conexos. Siguiendo con esta hipóte- sis de partida, los elementos de Maurer-Cartan serían puntos que habitarían en las diferentes componentes arcoconexas, por lo que deberíamos ser capaces de explicar (también topológicamente, claro) la relación de equivalencia de gauge (sí, sí, aquella de la fórmula incomprensible) como el simple hecho de que dos puntos puedan ser unidos por un camino. Figura 6: Ruth Lawrence y Denis Sullivan. Como todos saben, dos puntos x, y ∈ X de un espacio topológico dado están en la misma componen- te arcoconexa si pueden ser unidos por una curva continua. Esto es, si existe una aplicación continua α : I −→ X, donde I denota el intervalo cerra- do [0, 1], de forma que α(0) = x, α(1) = y. Si queremos por tanto aventurar cuándo dos elementos de Maurer-Cartan z0, z1 ∈ MC(L) de una LGD dada van a representar puntos de la misma componente arcoconexa, habremos de interpretar algebraicamente el intervalo I y la curva continua α que una los elementos z0 y z1. Como traducción algebraica del intervalo I tomamos la que aparece en un exce- lente trabajo de Ruth Lawrence y Denis Sullivan [7] donde definen una LGD muy especial L a la que, por motivos geométricos y sin constancia de lo que pudiera ser La Gaceta ? Secciones 793 su realización topológica, llaman precisamente modelo de I. Explícitamente, L = L(a, b, x) es la LGD libre generada por los elementos a, b de grado −1 y x de grado 0. Esto es, L está formada por todos los corchetes de Lie que se puedan formar a partir de los elementos a, b, x sin estar sometidos a ninguna otra relación salvo, claro está, la antisimetría y la identidad de Jacobi. La diferencial en L queda definida como sigue: a y b son elementos de Maurer-Cartan, ∂a = −12 [a, a], ∂b = − 1 2 [b, b], y, por último, ∂(x) = [x, b] + ∞∑ i=0 Bi i! ad i x(b− a), donde adx(b − a) = [x, b − a] y, para cada i ≥ 0, Bi denota al i-ésimo número de Bernoulli. Recordemos al lector que estos números, tan ubicuos como las LGD, pueden ser definidos, entre otras muchas formas, recursivamente como sigue: B0 = 1, B1 = −1/2, Bi = − i−1∑ k=0 ( i k ) Bk i− k + 1 . Originalmente fueron definidos, de forma independiente, por el matemático suizo Jacob Bernoulli (1654–1705) y el matemático japonés Seki Takakazu (1642–1708) y, como decimos, aparecen de la forma más insospechada en multitud de situaciones (ésta que nos ocupa es una de ellas). Figura 7: Jacob Bernoulli y Seki Takakazu. Sigamos. Imitando entonces la definición de arcoconexidad, dire- mos que dos elementos de Maurer- Cartan z0, z1 ∈ MC(L) están en la misma componente o, mejor di- cho, son homótopos, y denotaremos z0 ∼L z1, si existe un morfismo de LGD que hace el papel de la cur- va α, ϕ : L→ L tal que ϕ(a) = z0 y ϕ(b) = z1. En estas condiciones podemos demostrar, no sin que tal tarea nos cueste la defunción de un buen número de neu- ronas, que, en efecto, nuestras previsiones se cumplen, y esta relación de homotopía definida en términos topológicos tan clásicos entre los elementos de Maurer-Cartan de una LGD coincide con la relación gauge definida con anterioridad. En particular, los conjuntos cocientes obtenidos a partir de ambas relaciones coinciden: MC(L)/∼L = MC(L)/∼G . 794 Mirando hacia el futuro Para evitar un exceso de notación, a este conjunto cociente lo denotaremos de aquí en adelante simplemente por M̃C(L). Por último, necesitamos obtener, a partir de L y de un elemento de Maurer- Cartan z ∈ MC(L), una nueva LGD que hará el papel de componente arcoconexa que contiene a z. Para ello, definimos a partir de ∂, la diferencial original de L, una nueva diferencial ∂z obtenida como sigue: ∂za = ∂a+ adz a = ∂a+ [z, a]. Finalmente, construimos la nueva LGD que desempeñará ese papel buscado, a la que llamamos localizada en z y denotamos Lz, que consiste básicamente en eliminar de L, con la diferencial ∂z, todos los elementos de grado negativo. Explícitamente, Lzp = { 0 si p < 0, Lp si p > 0, y de L0 nos quedamos tan sólo con los ciclos de ∂z, esto es, Lz0 está formado por aquellos elementos x ∈ L0 tales que ∂zx = 0. Muy bien. Acabamos de poner sobre la mesa todas nuestras hipótesis de trabajo. Ahora se ha de trabajar duro para poder contrastarlas y así lo hemos hecho. Con métodos distintos a los de Quillen asociamos en primer lugar a cada LGD L, esta vez no necesariamente concentrada en grados positivos, un espacio topológico que esta vez no será tampoco arcoconexo, al que denotaremos por 〈L〉 y al que llamaremos realización topológica de L. Posteriormente describimos con todo detalle este espacio topológico identificando cada una de sus componentes conexas y comprobando que nuestrashipótesis de trabajo eran las correctas. En efecto, demostramos que 〈L〉 tiene tantas componentes conexas como elementos de Maurer-Cartan módulo ho- motopía, esto es, tantas como elementos de M̃C(L). Además, dado un tal elemento z ∈ M̃C(L), la correspondiente componente arcoconexa de 〈L〉 es precisamente (del tipo de homotopía de) la realización topológica 〈Lz〉 en el sentido de Quillen. Nótese que Lz no tiene términos negativos y tiene todo el derecho del mundo a ser realizada topológicamente según el método clásico de Quillen del que hablamos hace rato. En resumidas cuentas, el resultado que acabamos de probar afirma que nuestro proceso de realización topológica 〈− 〉 : LGD −→ Espacios topológicos lleva cualquier LGD L al espacio topológico 〈L〉 = · ∪ z∈M̃C(L)〈L z〉. Aquí, · ∪ denota la unión disjunta de los espacios topológicos que le siguen y que constituyen, por tanto, las componentes arcoconexas. Llegados a este punto creemos finalizada la tarea que nos ocupaba y que, como indica el título, no era otra que estudiar las álgebras de Lie graduadas diferenciales La Gaceta ? Secciones 795 bajo una perspectiva topológica. Ahora el lector puede construir la realización topo- lógica de su LGD favorita sin restricción alguna y traducir propiedades intrínsecas de la LGD en cuestión en invariantes topológicos de su realización. Finalicemos con un ejemplo ilustrativo que además deja la puerta abierta a in- teresantes problemas. Consideremos un espacio vectorial V de dimensión finita n. Dotémosle del corchete de Lie más sencillo que existe, el nulo. Esto es, [u, v] = 0 para cualesquiera u, v ∈ V . Este corchete hace de V un álgebra de Lie (no graduada) llamada habitualmente álgebra de Lie abeliana. Nuestro objetivo es estudiar las de- formaciones de esta álgebra de Lie tan simple en V [ [t] ] . Cabe entonces preguntarse: ¿Cuál es el espacio topológico que resulta de realizar la LGD responsable de tales deformaciones en el sentido de Deligne? La respuesta, a grandes rasgos, se obtiene siguiendo lo dicho en estas líneas: en primer lugar se identifica L, la LDG responsable de estas deformaciones y que de- pende únicamente de V , y por tanto de n. Después, mediante un proceso puramente artesanal, se lleva a cabo la realización topológica de esta LDG para obtener que 〈L〉 es un espacio topológico que tiene una cantidad numerable de idénticas com- ponentes arcoconexas. Cada una de ellas es (del tipo de homotopía racional de) el espacio obtenido uniendo por un punto n2 circunferencias S1 y n espacios proyectivos complejos de dimensión infinita CP∞. Rápidamente, a la vista del número de componentes arcoconexas de la realización 〈L〉, deducimos inmediatamente que hay una cantidad numerable de deformaciones distintas de la estructura de algebra de Lie abeliana V . Sin embargo, el número de componentes arcoconexas de un espacio es el invariante topológico más sencillo que tiene. Nos preguntamos entonces: De forma general, dadas las deformaciones de una estructura A en R, ¿es posible traducir algebraicamente, en términos de Def(A;R), otros invariantes topológicos mas complejos (grupos de homotopía, de homología. . . ) de la realización de la LDG responsable de tales deformaciones? Apasionante problema para el que, de momento, no tenemos respuesta. Referencias [1] U. Buijs y A. Murillo, Algebraic models of non connected spaces and homo- topy theory of L∞ algebras, Adv. Math. 236 (2013), 60–91. [2] E. Cartan, Oeuvres complètes. Partie I. Groups de Lie, Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), Paris, 1984. [3] P. Dirac, Lectures on Quantum Mechanics, Belfer Graduate School of Sciences Monographs Series, 2, Academic Press, New York, 1964. [4] M. Flato, A. Lichnerowicz y D. Sternheimer, Crochet de Moyal-Vey et quantification, C. R. Acad. Sci. Paris Sér. A-B 283 (1976), no. 1, Aii, A19–A24. [5] W. Killing, Die Zusammensetzung der stetigen endlichen Transformations- gruppen, Math. Ann. 31 (1888), 252–290; Math. Ann. 33 (1888), 1–48; Math. Ann. 34 (1889), 57–122; Math. Ann. 36 (1890), 161–189. 796 Mirando hacia el futuro [6] M. Kontsevich, Deformation quantization of Poisson manifolds, Lett. Math. Phys. 66 (2003), 157–216. [7] R. Lawrence y D. Sullivan, A free diferential Lie algebra for the interval, 2006, http://arxiv.org/abs/math/0610949v2. [8] S. Lie, Theorie der Transformationsgruppen, Leipzig, 1888, 1890 y 1893. Copia digitalizada online de libre disposición en https://archive.org/. [9] D. Quillen, Rational homotopy theory, Ann. of Math. (2) 90 (1969), 205–295. Urtzi Buijs, Departamento de Álgebra, Geometría y Topología, Universidad de Málaga, Ap. 59, 29080 Málaga Correo electrónico: ubuijs@uma.es Aniceto Murillo, Departamento de Álgebra, Geometría y Topología, Universidad de Málaga, Ap. 59, 29080 Málaga Correo electrónico: aniceto@uma.es Página web: http://agt.cie.uma.es/~aniceto/ View publication stats http://arxiv.org/abs/math/0610949v2 https://archive.org/ https://www.researchgate.net/publication/345953970
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