Logo Studenta

Conducta socia y cuestiones sociales

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

! 
~ 
\ 
• Conducta SOCia y cuestiones 
sociales 
CONTENIDO DEL CAPÍTULO 
MOTIVACIÓN SOCIAL 
Necesidades de estimulación 
Necesidades de comparación social 
Diferencias individuales 
RECUADRO 15-1: Arquitectura y necesidades 
sociales 
PERCEPCIÓN Y PRESENTACIÓN SOCIAL 
El proceso de atribución 
La conducta del observador 
La conducta del observado 
Consecuencias de las atribuciones 
RECUADRO 15-2: Manejo de impresiones 
AYUDA 
La contribución de quien ayuda 
La contribución de las condiciones sociales 
La contribución de la víctima 
Explicación de la ayuda humana 
ACATAMIENTO 
Conformidad 
Influencia de la minoría 
Obediencia 
RECUADRO 15-3: Obediencia: el caso de las 
sectas religiosas 
ACTITUDES Y ESTEREOTIPOS 
Actitudes 
Estereotipos y prejuicios 
Consistencia interna de las actitudes 
Formación de actitudes 
Dinámica de las actitudes 
Cambio de actitudes 
HOSTILIDADES RACIALES 
Evidencia del racismo 
Racismo: formación y dinámica 
Eliminación del racismo 
SOCIEDAD Y DIFERENCIAS SEXUALES 
Papeles sexuales 
La ventaja masculina 
Género y conducta 
Género y poder social 
Influencias sociales sobre la conducta del 
papel sexual 
El futuro de los papeles sexuales 
UN EPiLOGO 
RESUMEN 
GUiA DE ESTUDIO 
11i ¡¡,1...,·¡_.,_;1.,1.,1•,.. 1 ¡~ J·li..:J·i ¡•;,:ojl,l,.IJ.Lii.:lJJI.¡ 
¿FALSO O VERDADERO? 
1 Las primeras impresiones persisten. Ha-
biendo decidido que Néstor es listo, es proba-
ble que Incluso las acciones torpes se vean 
como si fueran inteligentes. ¿Falso o verdadero? 
2 Hay seguridad en los números. En una 
emergencia, uno está mejor si hay muchas 
personas presentes. ¿Falso o verdadero? 
3 Cuando los seres humanos tienen que ele-
gir entre obedecer la conciencia o una autori-
dad, la mayoría acata los principios morales. 
¿Falso o verdadero? 
4 Con sólo poner dos miembros de dos ra-
zas en contacto cercano como sucede en forma 
natural en una escuela integrada, se reducen 
los prejuicios de manera sustancial. ¿Falso o 
verdadero? 
5 En promedio, las mujeres tienden a ser 
más emocionales que los hombres. ¿Falso o 
verdadero? 
~.~-~. 
¡Es posible imaginar una vida sin otros in-
dividuos? ¿Puede pensarse en la total 
soledad en el mundo? Para la mayoría 
de las personas, la idea es aterradora 
Los seres humanos son animales sociales, criatu-
ras que se agrupan, dependiendo los unos de los 
otros en una serie de formas durante la vida, em-
pezando con el nacimiento. Los individuos en ca-
da región del mundo integran sociedades que 
ejercen presión en casi todo lo que les concierne. 
Este capítulo se centra en las dimensiones so-
ciales distintivas de la vivencia humana, algo que 
se ha tocado en casi cada uno de los capítulos 
de este texto; se comenzará explorando temas de 
psicología social. Los psicólogos sociales. en su 
búsqueda de información acerca de los procesos 
y principios sociales, estudian cómo interactúan 
entre sí y se influyen de modo recíproco los ani-
males, en especial las personas. Para iniciar se 
echa una mirada de cerca a un incidente que su-
giere que los individuos se encuentran mezclados 
en una red de criterios y reglas sociales o normas. 
LAS NORMAS DEL TREN SUBTERRÁNEO 
DE LA CIUDAD DE NUEVA YORK 
"Hace poco analizamos la experiencia del 
tren subterráneo que es tan característica de 
la vida de Nueva York, 'explicó el psicólogo 
Stanley Milgram en una entrevista (Travis, 
1974, pp. 71-71).' Es una situación regulada de 
manera notable e intentamos sondear las nor-
mas que la hacen manejable." 
Al comienzo de la investigación, Milgram le 
pidió a estudiantes de licenciatura que se 
aproximaran a alguien en el tren subterráneo 
y le solicitaran que les cediera su asiento. 
Los alumnos sólo se rieron; los estudiantes 
de posgrado de Milgram también se negaron. 
Sin embargo, tarde o temprano, "un alma va· 
liante, Ira Goodman, realizó la tarea heroica, 
acompanado por [un] observador. Se le indicó 
a Goodman que hiciera la petición en forma 
cortés, sin justificación inicial, a veinte pasa-
jeros." Se acercó a catorce; casi la mitad le 
cedieron su lugar. Cuando se le preguntó por 
qué no había continuado, Goodman explicó, 
"simplemente no podía seguir; fue una de las 
cosas más dificiles que he hecho en mi vida". 
Milgram suponía que la conducta de Good-
man quizás estaría diciendo algo importante 
con respecto al comportamiento social en ge· 
neral, de modo que persuadió a sus alumnos 
de posgrado que repitieran la acción, y él se 
incluyó. Milgram escribe: 
CONDUCTA SOCIAL Y CUESTION~t; OIU<.;IALio:> 
Para ser sincero, a pesar de la experiencia ini-
cial de Goodman, creí que seria sencillo. Me 
acerqué a un usuario que se encontraba senta-
do y estuve a punto de emitir la frase mágica,· 
no obstante, las palabras parecían atoradas en 
mi garganta y, sencillamente, no salían. Quedé 
ahí, estático después me retiré, sin cumplir la 
misión. Mi estudiante observador me presionó 
a que lo intentara una vez más, pero estaba 
abrumado por una inhibición paralizante. Me di-
je a mí mismo: "¿qué clase de pobre cobarde 
eres? Le pediste a tu clase que lo hiciera. ¿Có-
mo puedes regresar a ellos sin haber realizado 
tu propia tarea?" 
Al final, luego de varios intentos fallidos, me 
dirigí al pasajero y le musité la solicitud, "dis~ 
culpe señor ¿podría cederme su asiento?" Me 
envolvió un momento de pánico crudo; pero el 
hombre se paró y me dejó su lugar. Aun faltaba 
un segundo golpe; tomar el asiento del sujeto, 
me sentí agobiado por fa obligación de compor-
tarme de modo que pudiera justificar mí peti-
ción. Mi cabeza se hundió entre mis rodillas y 
percibí que palidecía; no estaba simulando. En 
realidad sentía como sí fuera a perecer. 
En casi todos los encuentros sociales, como en 
los trenes subterráneos, las personas poseen ex-
~.u. • ..... ~. 
-··-~"!\ ... .;:. 
I,..C 1 
pectativas compartidas acerca de lo qu~ debe ha-
cerse y decirse e m el uso con respecto a lo que 
hay que pensar y sentir. las reglas son aceptadas 
de manera tan generalizada por los miembros de 
una cultura, que dejarse guiar por ellas parece 
natural. Usamos ropa en pübl ico y eliminamos 
desechos corporales en privado; si alguien pre-
gunta "lcómo estás?", no se hace un catálogo de 
dolores y males. El trabajo de los antropólogos 
demuestra que estos patrones no son universales. 
(Véase la Fig. 15-1.) A lo largo del capítulo se ob-
FIGURA 15-1 
Las normas difieren mucho de una cultura a otra, a 
pesar de que las personas tienden a considerar sus 
criterios como los "naturales". a) Las mujeres be-
duinas que viven cerca del desierto de Sinaí cubren 
sus cuerpos y caras para proteger su castidad y el 
honor de los hombres. El concepto es que las mu-
jeres representan tanta tentación sexual y se con· 
trolan tan poco que ponen en peligro el orden so-
cial. Las coberturas corporales tienen el supuesto 
objetivo de restringir la sexualidad desatada. Des-
pués de que algunos paises del Oriente Medio 
abandonaron la tradición del velo, muchas mujeres 
indicaron sentirse incómodas, vulnerables e inclu-
so desnudas cuando caminan por una calle pública 
la primera vez que se lo quitaron (Fernea y Fernea, 
1979). b) ¿Puede imaginarse a los beduinos vesti-
dos como los nativos de Nigeria del norte, otra cáli· 
da región desértica? Claro que los que viven en Ni· 
geria del norte consideran que su código de vesti-
do es el natural. [a) Alon ReiningertContact y b) Na-
ciones Unidas.] 
t 
, , , , , .,..,_, '-' ,...,. _,, ''-'' 1 ,., .,_,., ,-._:,¡l_,t_,•¡_l,..'l.:l JJ.I 
serva que las normas canalizan en forma conti-
nua la conducta humana. 
La investigación en el tren subterráneo realiza-
da por Milgram indica que la gente encuentra di-
fícil romper las reglas. Esto es cierto aun si el 
convencionalismo es trivial o incluso cuando obe-
decerlo es costoso. Si uno estuviera desnudo, se-
ría imposible correr en el exterior, aun para huir 
de un incendio. A pesar de que las normas pro-
penden a ser duraderas, pueden cambiar. Hace 
varias generaciones. el sexo antesdel matrimo-
nio, el divorcio y el trabajo para la realización no 
eran acciones aceptables, como lo son ahora. 
El primer tema aquí es la motivación social, el 
estudio del porqué los humanos necesitan a las 
personas. 
MOTIVACIÓN SOCIAL 
En capítulos anteriores se habló con respecto a lo 
que los niños requieren de los padres. ¿Qué bus-
can los adultos en otros iguales? Han sido identi-
ficadas dos grandes categorías: estimulación y 
comparación sociales. 
Necesidades de estimulación 
Gran parte de la motivación social quizás surge 
de las necesidades de regular la estimulación sen-
sorial (Reykowski, 1982a). Algunas clases de so-
cialización (compartir, cuidar e incluso luchar) 
mantienen la vida vigorosa. Otros tipos de socia-
lización poseen una meta opuesta, reducir la esti-
mulación excesiva o desagradable. Por ejemplo, 
si uno se siente tenso, preocupado o culpable, los 
demás proporcionan simpatía, orientación y con-
fianza, las cuales facilitan la carga y tal vez nos 
permiten estar saludables en términos físicos y 
mentales (véase la pág. 416). 
El estudio de laboratorio respalda la idea de 
que los seres humanos a menudo quieren estar 
con otros cuando se perciben amenazados. En un 
experimento clásico Stanley Schachter (1959), hi-
zo que alumnas universitarias fueran a su labora-
torio para un estudio de "choques eléctricos in-
tensos, pero no peligrosos". Durante casi diez mi-
nutos un hombre austero, vestido con bata de la-
boratorio, recitó de manera solemne las causas 
por las que el experimento era significativo. En 
una demora (que se suponía era para preparar el 
equipo para la investigación), las participantes 
llenaron un cuestionario que las interrogaba acer-
ca de si preferían esperar solas o acompañadas. 
~18 
Bajo estas condiciones de generación de ansie-
dad, más del 60% de las mujeres decidieron 
aguardar juntas. Un segundo grupo de sujetos fe-
meninos tuvo una experiencia muy similar, pero 
estaba convencido de que los choques serían 
"más un cosquilleo o comezón que cualquier co-
sa desagradable". En este caso, menos del 40% 
de las participantes prefirieron esperar acompa-
ñadas. El mismo patrón de hallazgos se ha pre-
sentado con diferentes poblaciones en diversos 
ambientes. Quizás los individuos que están ten-
sos debido a amenazas físicas utilizan a los de-
más para reducir la estimulación desagradable 
Necesidades de comparación social 
El contacto con las personas satisface una necesi-
dad menos obvia, la comparación social (Bers y 
Rodin, 1984; Fazio, 1979; Festinger, 1954. y Salo-
vey y Rodin, 1984). Conforme interactúan los indi-
viduos, empezando cuando son niños pequeños, 
recopilan información con respecto a si los otros 
están o no de acuerdo con sus evaluaciones, per-
cepciones, creencias, emociones y cosas pareci-
das, y el modo en que se comparan con los de-
más. ¿Por qué buscan estos cotejos las personas? 
Se piensa que todos Jos individuos son inseguros 
y dudan. Si otras personas están de acuerdo o 
reaccionan como uno lo hace o si uno responde 
mejor que ellas, entonces uno se siente más con-
fiado. En el estudio de Schachter, las sujetos an-
siosas que estaban dispuestas a afiliarse tal veL. 
querían ver si otros individuos manifestaban te-
mores análogos. 
Dllerencias individuales 
los individuos difieren en lo que pretenden de 
otros (McAdams y cols., 1984); por ejemplo, refe-
rente a la amistad. parece ser que las mujeres y 
los hombres con grandes requerimientos de poder 
(querer sentirse fuertes y tener impacto) propen-
den a ser activos, asertivos en sus deseos y en 
control de los intercambios con los amigos. Por 
lo general, si estas personas motivadas por el po-
der son varones, es probable que interactúen en 
grupos. Por el contrario, los seres humanos que 
tienen demasiada necesidad de intimidad (inter-
cambios cercanos, cálidos y para compartir) pre-
fieren relaciones de uno a uno y escuchan mucho 
y muestran bastante preocupación hacia el esta-
do de sus amigos. (•). 
"''"'' 1 -' -' "'1 h· <.)I,..'I,..'¡).I·J_ r ,,..,.,.,_._, 1 · '"'' ',_.._, '-'.., ... ~,.,,_,_.._ 
RECUADRO 15-1 
ARQUITECTURA Y NECESIDADES SOCIALES 
Las necesidades sociales dependen, hasta cierto 
punto, del ambiente físico. Los Psicólogos ambien-
tales afirman que los entornos afectan la motiva-
ción social a través de varios mecanismos. El color 
de la pintura de las paredes y la disposición del 
mobiliario pueden hacer que el mismo ámbito sea 
propicio para interacciones o las impida (Stokols, 
1982). La privacidad es otra consideración clave; en 
ciertos ambientes está forzado a relacionarse más 
de lo que uno desea. En consecuencia, se siente 
que otros se entrometen y se siente, sobrecargado 
y tenso (Aitman y cols., 1981, y Stokols, 1982). 
Otros entornos desalientan el contacto y hacen 
que uno se perciba solitario. 
El psicólogo social Andrew Baum y sus colabora-
dores 1980 y 1981) observaron la forma en que los 
diseños de dormitorios influyen en los requerimien-
tos sociales de estudiantes universitarios. En una 
investigación los experimentadores asignaron de 
modo aleatorio a los alumnos en habitaciones en 
FIGURA 15·2 
Planos de pasillos en dos tipos de dormitorios, los 
cuales Influyeron en las necesidades sociales de 
los habitantes, como se describe en el texto. (Basa-
do en Baum y Vallns, 1979.) 
una de dos clases de dormitorios (véase la Fig. 
15-2). Ambos dormitorios tenían recámaras dobles 
y proporcionaban 50 metros de espacio para cada 
gente. Los residentes del pasillo entraban a sus 
cuartos desde largos pasillos que funcionaban pa-
ra otros 33 estudiantes y compartían el mismo ba-
ño y estancia. El diseño de departamento dividió el 
espacio en pF.!queñas unidades de tres recámaras, 
agrupadas en torno a una pequeña estancia y un 
baño, que funcionaba sólo para cinco estudiantes. 
La arquitectura determinó las necesidades y con-
ducta social. Los habitantes del corredor reporta-
ron mayor hacimiento, más contacto social inde-
seado y anhelos más intensos de evitar a las per-
sonas. Actuaban en forma congruente, pasando 
menos tiempo en el dormitorio que los residentes 
del departamento. En un estudio posterior, Baum y 
sus colaboradores demostraron que al modificar el 
diseño del pasillo largo (dividiendo el corredor a la 
mitad, insertando estancias) se mejoraba el estado 
de ánimo de los alumnos. 
PERCEPCIÓN Y PRESENTACIÓN SOCIAL 
Ya que nuestro bienestar depende tanto de los 
demás, los humanos poseemos la tendencia a ob-
servar personas. Conforme se mira a los otros. se 
intenta comprender los por qués de la conducta 
humana. En esta sección se enfocan las atribucio-
nes sociales, conjeturas acerca de las causas de 
las acciones humanas (Heider, 1q76) 
El proceso de atribución 
Amanda se niega a ir al doctor, a pesar de que se 
encuentra enferma; Olivia ha dejado de ver a Jor-
ge. [Se buscará en forma automática los motivos 
de su comportamiento? Existen pruebas de que 
los individuos tratan, de manera espontánea, de 
analizar a los demás, aunque no siempre se per-
caten de que lo hacen (Weiner. 1985; Winter y 
Uleman, 1984, y Winter y cols., 1985). Es postble, 
sobre todo, que se hagan atribuciones con respec-
to a las acciones intensas, importantes o inespe-
radas de los otros, en especial, si se depende de 
loS sujetos en observación o cuando se anticipa 
un compromiso continuo con ellos (Erber y Fiske, 
1984; Hastie. 1983; McCall, 1982. y Weiner, 1985). 
El proceso de atribución es flexible y variable 
(Showers y Cantor, 1985); a veces la información 
está ahí y se requiere poco trabajo. En ocasiones 
el observador debe evaluar muchas clave~ y unir-
las al estilo de un detect1ve para determinar por 
qué alguien htzo algo (Baron, 1981, Lappin, 1981, 
y Welb, 1981). Para explicar la negat1va de Aman-
da para visitar al médico. es probable que sea in-
dispensable saber acerca de su filosofía autosufi-
ciente, sobre el desastre médico de su hermano, 
~u orgullo y su pobreza. Es frecuente que hayan 
múltiplescausas para una r:onducta particular 
(leddo y cob., 1984). Con respecto a\ razona-
miento (véase la pág. 22ú), se utilizan muchos 
ataJos y reglas para hacer inferencias causale~. de 
modo que por lo general las atnbuciones son m-
completas y a menudo equivocadas (Harvey y 
cols, 1981, y Mackie, 1974). Pocas personas se 
detienen y consideran alternativas poco relaCio-
nada-, con creencias y percepciones del momento 
(Lord y cols., 1984)_ A pesar de que e<> probable 
que al principio se e<>tf> eqUivocado, el proceso 
de atrtbuc1ón es continuo y dmárnico. En la vida. 
las explicaciones siguen r:ambiando, haciéndose 
más prer:isas a medida que se prosigue la obser-
vación (Lau, 1984) ¿Cuáles son alguno~ de los 
principios que determinan las atribuciones? 
La conducta del o~servador 
En el transcurso de la v1da, Jos individuos adquie-
ren redes de conocimiento (expectativas, esque-
mas o estereotipos) que influyen sus atnbuciones, 
así como sus sentimientos. memorias y pensa-
mientos (Crocker y co!s., 1984; Hamilton, 1981, 
Pettigrew, 1981, y Srull y cols., 1985). Las expecta-
tivas deciden cuáles de las atribuciones ~on acep-
tables_ Supóngase que se asume que las mujeres 
no son confiables por sus "hormonas devastado-
ras". Si se escucha que Olivia y Jorge se han se-
parado, a causa de la inestabilidad de ella, es po-
sible que se crea. Se tendrían dificultades si fuera 
a Jorge a quien se le adjudica ser demasiado 
emocional. Las personas poseen nociones genera-
les referentes a casi todo lo que limite sus juicios 
sociales. En un hJbil experimento con niños de 11 
y 12 años de edad que presentaban las idea.s de 
un distinguido científico social corno propias, se 
consideró que los infantes funcionaban sólo co-
mo estudiantes inteligentes de secundaria 
(Milgram, 1984) 
La investigación sugiere que las primeras im-
presiones pueden ser influencias potentes sobre 
las expectativas y las atribuciones (Kelley y Mi-
chela, 1980). Habiéndose formado una noción ini-
cial, es común que la gente no tome en cuenta 
información posterior o la haga encajar en las 
creencia::, anteriores. Por ejemplo, si Sf ha dec 1di-
do que Alma es floja, es posible que se crea que 
sus_ problemas académicos presentes surgen d(' su 
flo¡era, a pf'sar df' que existen raíces má\ plausi, 
bies 
Las expectativas de los demás tamb1Pn rnan- 1-
f¡eo.;tan un poderoo.;o 1mpa< toen las atribuc 1orH•> 
por ejemplo, lo que los otros alumnm piensan. · 
del liderazgo de Hortemia puede sobreponer~+: a 
\as consideraciones que uno t"1Pne acPrca de ~-u~ 
accionPs y los prop1os estereotipos con rP 5 rwcto 
di liderazgo femenil (Hrown y Ge1s, 19fl4} [)f' nJn-
nera similar, si X, Y y Z comideran que S<illl '-".,ti'! 
sano a nivel mental, f's probable que se Pncur-'n-
tren justifi{ a e iones plausibles v acPptabiPs por la 
soCiedad de su comportamiento Pxtral'ío ( r own \ 
Harvey, 198-1, y Yarkin y (Ois. 1981) 
Conformf' la> personas anal1zan ID> motivos dt· 
la. conducta. presentan prejuicios consistentes ,¡;-
gunos de éstos derivan dí-' dct1tudes v valore<, 
(Feather, 1985) Por ejemplo, SI suele votarse po1 
candidatos conservadore~. es rná., posible qur_' '(' 
atribuva el de-,empleo juvenil a la falta de rnoti 
vación y a la incompetencia, que al aparato gu 
bernamental deficiente o a la recpsión econOm1( '~ 
(explicaciones estereotipadas como libcraiP~) 1 n 
nuestra cultura, es característico qui-' los ohc,en il 
dores tomen r:omo objPtivo la~ cualidades per~u 
nales de los actores, en lugar de la situación o 
los demás individuos, como la causa prin< ipc1l d·· 
la-, acciones (Jellison y Crt:>en. 1981, y J C t\-'\illt·· 
1984). En el caso de un conocido que no lo Sc'lltj 
da a uno, es posible que se con~idere e'>ff' ¡-no1 ~·­
der como desinterés o pretensión, en vez de rln-t 
\izar \as c'1rcunstanc1as ("estar preoc:upado' 'no 
haberlo visto a uno"). Esta tendencia a subrav,1r 
las disposiciones es tan real que se llama em;r 
fundamental de atribución o prejuicio (Harve\ 
Weary, 1984, y Kelley, 1979). (Véase la Fig 
11-3) 
Los prejuicios autoadjudicados son muy co~~ 
nes (Harvey y Weary, 1984)_ Si hacemos algo dP 
sagradable, es probable que uno se ju~tifiquP 
considerando la influenCia de la situación o de 
otras personas. Por ejemplo si uno llega tarde ei 
motivo es el automóvil. el tránsito o alguna Ul-'1· 
de último minuto. Lo.s individuos generalizan el 
mismo tipo de excusas para quienes creen que 
son parecidos a ellos (Thornton, 1984). Fn cam 
bio, uno es muy rápido para acreditarle a lc1s CLi·1 
lidades personales cualquier cosa positiva (Wea-
ry, 1980): "está aprendiendo. ¡Magnífico! Se dt'bt-· 
a mi buena enseñanza". De igual modo, uno pro-
pende a atribuirse más de lo correcto cuando se 
l...,.t.i¡ ~ l.i,JL' 1 ,i.¡ ·SOCIAL y (_,'i.;¡=o.)' 1,..,., i ~=-=- ..,., ... l..,.¡ J-i¡_¡=., 
FIGURA 15-3 
El prejuicio de atribución fundamental tiende a 
mantener el estado de cosas (Quattrone, 1982). La 
mayoría de las personas consideran que la gente 
poderosa es más competente, logra más y es más 
inteligente que los individuos menos poderosos 
(Eagly y Steffen, 1984). Es probable que se atribu· 
yan las posiciones desiguales de propietario, su· 
pervisor y trabajadores en la fotogratia a las habili· 
dades variables en 1 ugar de a sus antecedentes y 
circunstancias. Por tanto, los poderosos poseen 
una doble ventaja: su poder y las percepciones de 
los demás de su mérito. (Cornell Capa/Magnum). 
trabaja en un proyecto conjunto (Thompson y 
Kelley, 1981) 
Ciertos prejuicios autoadjudicados observados 
en e/ laboratorio quizás se deban menos a "sal-
var el propio pellejo" que a la información dispo-
nible. los autoobservadores, conociendo su histo-
ria y el apuro presente, pueden evaluar sus pro-
pios actos en un contexto que está ausente cuan-
do analizan la conducta de los demás (Eisen, 
1979). Asimismo, lo que parece ser un prejuicio 
autoadjudicado tal vez surja de un deseo de pre-
sentarse a uno mismo de manera favorable para 
evitar la vergüenza o con el fin de obtener apro-
bación (Harvey y Weary. 1984, y Mehlman y Sny-
der, 1985), tema que se abordará más adelante. 
No obstante que muchos individuos buscan 
causas que aumenten su autoestima, algunos in-
terpretan los éxitos, fracasos y otros eventos con 
,,,,,, 
carga psicológica de formas que les hacen sentir-
se incapaces, un prejuicio autodevaluador Por 
ejemplo, es muy posible que las mujeres acredi-
ten a la suerte o al trabajo duro, sus logros en la 
escuela, mientras que asumen totaf responsabili-
dad por los fracasos (véase la pág. 365). Observa-
mos que la misma estrategia se presenta en algu-
nas personas deprimidas {véase la pág. 570); asL 
es probable que las víctimas de la violación que 
se deprimen, culpen del ataque a deficiencias in-
ternas y estables de carácter y no a las circuns-
tancias o a la casualidad. (Janoff.Bulman, 1979). 
La conducta del observado 
las atribuciones sociales también dependen de la 
conducta del observado 
• Información pública contra información priva-
da. Al tratar de determinar por qué la gente ac-
túa como lo hace, los individuos toman en cuen-
ta, tanto la información privada (informes refe-
rentes a los sentimientos y pensamientos) cómo 
la pública {observaciones del comportamiento). 
Sin embargo, uno se basa bastante en las fuentes 
privadas al juzgar a otros y a uno mismo (Ander-
sen y Ross, 1984, y Andersen, 1984). Por ejemplo, 
mis sentimientos amorosos hacia Raúl, hablan 
más acerca de mi lealtad que un largo argumen-
to. Cuando las personas se apoyan en los datos 
interiores para hacer atribuciones, sus impresio-
nes concuerdan con los conceptos del blanco y 
las ideas de amigos cercanos. 
• Cau.sas distintivas. Conforme se desarrollan 
las atribuciones, se pone mucha atención en las 
acciones cuyas causas son, en apariencia, distin-
tas (Jones y Da vis, 1965). Así, si Leo sale con una 
mujer inteligente que es fría y sin chiste, se con-
cluye que él valora la inteligencia. Pero, si leo se 
cita con unamujer brillante, cálida y bella, no 
existe un motivo preciso para su conducta; por tan-
to, la poi itica de citas de leo ofrecería pocas po-
sibilidades para mferir con respecto a sus valores. 
• Consistencia. Cuando los individuos son con-
sistentes a lo largo del tiempo y en diferentes si-
tuaciones, el observador busca las causas de su 
comportamiento en cualidades personales. Por 
ejemplo, si durante años Guillermina ha hecho un 
berrinche en cualquier circunstancia, es probable 
que se piense que su respuesta está motivada por 
algún rasgo interno como ser 1nfantil o tener po-
co control. Si los estallidos son poco frecuentes, 
es posible que se IPs atribuyera a los sucesos o a 
estados pasa¡eros: "está de mal humor"; "sus 
alergias la están molestando" 
• Consenso. El consen~o se refiere a la informa-
ción concerniente a la manera en que los demás 
reaccionan en la misma situación. Un acto de 
alto consenso es común en la circunstancia; un 
acto de poco consenso es poco frecuente. Si la 
aceptación es baja, se tiende a atribuir al actor. 
Cuando el consenso es alto, es probable que se 
adjudique a otros o a la situación {Kelley y Mi-
RECUADRO 15·2 
MANEJO DE IMPRESIONES 
"El mundo entero es un escenario y todos los hom-
bres y mujeres, tan sólo actores" observó Shakes-
peare. A menudo, las personas controlan las imá-
genes que proyectan al "manejar" gestos, expresio· 
nes y tonos de voz {Edinger y Patterson, ~983). En 
ciertos momentos uno se percata de Jo que hace; 
en otras ocasiones sólo se subraya una faceta de 
la compleja personalidad. Los psicólogos llaman 
manejo de Impresiones a este fenómeno (Jones y 
Plttman, 1982; Shlenker, 1980, y Snynder y cols., 
1983). De acuerdo con sus metas, los Individuos eli-
gen de entre las siguientes tácticas: 
chela, 1980). Si se es uno de los pocos estudian-
tes que llevan pantalones de mezclilla en un gru-
po, es posible que las personas lo atribuyan a al. 
go personal, quizás /a informalidad. Si casi todo 
el mundo usa pantalones de mezclilla, la gente 
supondrá que se debe a alguna circunstancia, co-
mo !a presión social, lo que induce a hacerlo 
Consecuencias de las atribuciones 
Además de ser una interesante faceta de la V1da 
mental, las atribuciones manifiestan importantes 
atectos sobre la conducta (FOrsterling, 1985; Har-
vey y Weary, 1984, y Ke/ley y Michela, 1980); por 
ejemplo, si se le atribuye a la estupidez persondl 
el reprobar una prueba, es probable que uno SP 
sienta mal y que no haga nada. Si se adjudica PI 
fracaso a una falta de esfuerzo o algo más qup 
uno domina, es posible que se trabaje más y sP 
responda mejor (Wilson y Linville, 1985). l.as ntri 
buciones de los individuos con respecto a !o~ de-
más poseen conse¡;:uencias igual de poderosas 
(Kelley y Michela, 1980). Así, los cónyuges de un 
matrimonio en problemas, propenden a hacer 
atribuciones acerca de su angustia ("no nos lleva-
mos bien porque ella siempre se comporta negati· 
va e irracional") y es probable que no hagan atri-
buciones que fortalezcan la relación ("no nos lle-
vamos bien porque ella tuvo un día muy difícil 
en el em?leo") {Ho!tzworth-Munroe y )acobson, 
1985). El recuadro 15-2 analiza la tendencia hu-
mana para crear impresiones, una propensión que 
hace muy difícil la tarea de atribución. (•) 
1 El congraciarse está disef\ado para ganarse el 
afecto convenciendo al otro de que uno es atracti-
vo como persona. El congraciador quizás se com· 
porte de modo que confirme la buena opinión de 
otro o que exprese el acuerdo con los intereses, ac-
titudes o valores de alguien. 
2 La intimidación crea la imagen de ser peligroso, 
con el objetivo de adquirir poder al generar miedo. 
Los padres, los maestros y los delincuentes se ba· 
san en esta técnica hasta cierto grado. 
3 Al usar la autopromocidn los indMduos se re-
presentan de manera competente o hábil para obte· 
ner respeto. Admitir pequerlas fallas puede aumen-
1! 
11 
1 
!!. 
~~; 
¡ •. 
1 
r. 
{, 
...... .,;¡ J' ,.)1.,;1,..¡)•11- ' ,.,,J,:'-''' ... ,.,,_ .......... ·,,;.,~,~ .. , 
~ RECUADRO 15-2 (continuación) 
Íar la credibilidad. Una variante, el autosaboteo 
implica el establecimiento de excusas adelantadas 
para protegerse contra los fracasos futuros (De· 
Gree y Snyder, 1985; Rhodewalt y cols., 1982; Smith 
y cols., 1982, y C.A. Snyder y cols., 1985). Un atleta 
tal vez deje de practicar un poco antes de un en-
cuentro importante para poder culpar una mala ac-
tuación a la falta de trabajo. Para amortiguar los 
resultados negativos, los pesimistas defensivos es-
tablecen expectativas bajas y aceleran sus esfuer-
zos (Showers y Cantor, 1985) 
4 La ejemplificación requiere mostrar una imagen 
de integridad y moralidad para lograr el respeto y 
elicitar culpa: seguiré laborando durante mi tiempo 
AYUDA 
Los animales muy sociales como las personas a 
menudo se ayudan entre sí. Por desgracia, los se-
res humanos no siempre vienen al auxilio de los 
demás, un hecho que llamó la atención de la co-
munidad psicológica en 1964 con ef asesinato de 
Kitty Cenovese. Una residente de Queens, Nueva 
York, Cenovese fue atacada y apuñalada de 
muerte a la vista de 33 individuos que no hicie-
ron cosa alguna por ayudarla; una gente esperó 
quince minutos antes de llamar a la policía. Este 
incidente y otros similares hicieron surgir con-
ciencia con respecto a las complejidades de la 
ayuda, motivando investigación pionera sobre fa 
pregunta "~:en qué circunstancias se auxilian las 
personas entre sí?" En el capítulo 10 se dijo que 
las tácticas de crianza de niños y la herencia ge-
neran discrepancias individuales de la disposición 
a ayudar que aparecen temprano y que permane-
cen estables durante largos periodos (Radke-Ya-
rrow y Zahn-Waxler, 1984, y Rushton, 1984). En 
esta sección se enfocan fas contribuciones de 
quien auxilia, las condiciones sociales y la víctima. 
La contribución de quien ayuda 
Cuando se presenta una ocasión para ayudar, lo 
que la gente piensa y 1 a forma en que se siente 
determinará lo que haga. En el laboratorio y en 
la vida, los adultos y nifíos felices suelen efectuar 
actos amables (lsen y cols., 1982); por ejemplo, 
donan dinero para caridades y ayudan a las per-
sonas que tienen dificultades para cargar libros. 
Los psicólogos no saben por qué la felicidad y la 
tendencia a auxiliar están vinculadas (Manucia y 
'··~ 
de comida puesto que sé que quieres que termine 
este trabajo." Los mártires y lideres que usan la 
ejemplificación a menudo hablan acerca de su sU-
frimiento. 
5 La súplica implica anunciar las debilidades y la 
dependencia. "Soy muy torpe"; ''tengo un problema 
en la espalda"; "nunca fui bueno para escribir a má-
quina." Quizás el suplícante busca que se fe com-
padezca o trata de escaparse de alguna tarea Inde-
seable. A pesar de que cada quien depende mucho 
de una táctica favorita o dos, es probable que uno 
utilice todas las estrategias e incluso que se em-
pleen varias al mismo tiempo. 
cols., 1984). Una posibilidad es que un buen esta-
do de ánimo establece un círculo de pensamien-
tos positivos; quizás los individuos ayudan en 
parte para perpetuar la cadena agradable. 
Los efectos de la infelicidad son más comple-
jos. Si están sumidos en sus propios problemas, 
las personas tristes no son muy útiles. Pero la 
gente infeliz sí auxilia cuando esto mejora su es-
tado de ánimo (Cunningham y cols., 1979; Manu-
cia y cols., 1984, y Reykowski, 1982b). Si uno se 
percibe culpable o deprimido, ayudar puede 
aumentar la sensación de valía. 
El efecto buenas noticias-malas noticias es un 
ejemplo muy interesante de la contribución de 
los sentimientos y pensamientos a la conducta 
auxiliar. En un estudio inicial, Harvey Hornstein 
(1982) y sus asociados expusieron a los participan-
tes en la investigación a una de dos historias en 
las noticias conforme esperaban que comenzara 
el experimento. El primer relato describía la do-
nación de un riñón para salvar la vida de un des-
conocido. El segundo detallaba el asesinato estilo 
ejecuciónde una persona anciana. A pesar de 
que los voluntarios parecían no percatarse del 
impacto de la emisión, los individuos que se ente-
raron del acto humanitario eran mucho más opti· 
mistas acerca de la raza humana que los otros. 
Además, en estudios posteriores, los adultos eran 
más cooperativos y caritativos en el laboratorio 
después de oír informes referentes a la amabili-
dad. Se piensa que las historias crueles perturban 
el vínculo social y enajenan a las personas, ha-
ciendo que se inclinen hacia el egoísmo, la des-
confianza y la conducta antisocial. 
¿Quiénes poseen más probabilidades de ayu-
dar, hombres o mujeres? la evidencia es conflicti-
11- , 1" o-~1""'·' '"''""' o.~' 1 1•, 1-1•, i"..!ll'o-~'o-~LI_,'I,;¡ JJ•i 
va (Senneker y Hendrick, 1983; Shotland y Hei-
nold, 1985, y Ti ce y Baumeister, 1985). Para cada 
sexo, existen situaciones que estimulan y que in-
hiben el impulso a socorrer; por ejemplo. cuando 
hay peligro implicado, las mujeres son menos al-
truistas que los varones. 
La contribución de las condiciones sociales 
El trabajo de investigación psicológico gira en 
torno a las diversas condiciones sociales que 
afectan el comportamiento humano de ayudar. 
Cuando se entrevistó a los vecinos de Kitty Geno-
vese para indagar por qué nadie llamó a la poli-
cía de inmediato, se presentaron muchas explica-
ciones. Una respuesta era "estaba seguro que al-
guien más ya lo había hecho", la cual atrajo la 
atención de dos psicológos, Bibb Latané y John 
Darley (1970). Latané y Darley decidieron evaluar 
la hipótesis "la percepción del número de testi-
gos adicionales en una emergencia influye en la 
disposición de las personas a auxiliar." Modela-
ron la situación experimental con base en el ase-
sinato de Genovese; estudiantes universitarios 
asistieron de manera individual a un laboratorio 
de psicología para participar en un experimento 
Un ayudante le indicaba a los sujetos que habla-
rían por medio de un intercomunicador con uno, 
dos o cinco de los voluntarios (en realidad voces 
grabadas) con respecto a problemas personales 
asociados con la vida universitaria urbana. Duran-
te el desarrollo de esta conversación arreglada, 
un "participante" aparentaría sufrir un fuerte ata-
que epiléptico y pediría ayuda. Algunos indivi-
duos creyeron que eran los únicos testigos, mien-
tras que otros supusieron que había uno o cuatro 
espectadores más. El experimento midió la rapi-
dez con que se informaba de la emergencia. 
Cuando los alumnos pensaban que estaban solos 
con la víctima, actuaron con relativa velocidad; 
cuando creyeron que había otras personas pre-
sentes, reaccionaron con lentitud. 
Se ha acumumulado mucha evidencia para la 
idea de que los testigos únicos a una emergencia 
manifiestan más propensión a auxiliar que los es-
pectadores en grupo (Latané y Cols., Latané y "'i-
da, 1981, y Shotland y Heinold, 1985). Es posible 
que sean varias fuerzas las responsables de este 
efecto confiable. Si los otros ayudan, la gente 
concluye que no se requiere tanto auxilio como 
parecía serlo al principio; otra influencia inhibí-
dora plausible es el temor de hacer el ridículo 
frente a un público. El efecto de difusión de la 
responsabilidad es una tercera causa. Si se está 
~.~.~ 
solo y no se actúa se debe soportar la culpa Por 
sí mismo. Si se está con otras personas, la respon-
sabilidad se comparte y es más fácil de tolerar 
La claridad de la circunstancia también deter-
mina la ayuda. Cuando un dilema es vago y am-
biguo es menos posible que los individuos inter-
vengan que si es claro y específico (Scwartz y 
Gottlieb, 1980, y Shotland y Heinold, 1985) (véase 
la Fig. 15-4). Confusión acerca de lo que en reai
1
• 
dad sucede inhibe el auxilio al elicitar miedos dP 
cometer errores y hacer el ridículo. -
Sentirse desconocido (anónimo) aumenta la 
agresión en el laboratorio Y en la vida. Ser cono-
cido por otras personas incrementa la probabili-
dad de ayudar (Schwartz y Gottlieb, 1980). Los 
FIGURA 15-f 
Los transeúntes ayudan a un anciano después de 
una caída en la acera. Es más probable que las 
personas auxilien, como en este caso, cuando las 
emergencias son bien definidas y los individuos no 
atraen la desgracia sobre sf mismos. (EIIis 
Herwing/Stock, Boston.) 
• • .,.,,., .J .... .,.,J·IJ. ••"~'-·w "' '-• ... ""'·""'" '•'-'"' 
pueblerinos, que tienden a estar bien informados 
entre sí, por lo general responden a las peticiones 
de auxilio provenientes de dPsconocidos bajo di-
versas situaciones (House y Wolf, 1978, y Takoo-
shian, 1976). Cuando otros individuos saben nues-
tra identidad personal, el buen comportamiento 
se debe, al menos en parte, a la vergüenza en-
gendrada por comportarse mal. Incluso si no hay 
otras personas presentes, el concentrarse en la 
propia identidad de antemano, lo inclina a uno a 
ayudar. Se supone que el autoenfoque aumenta 
el sentido de responsabilidad (Duval y cols., 
1979) 
El buen samaritano que llega al rescate en una 
c'1rcunstanc·1a pel'1grosa es un tipo peculiar de 
gente por lo común un hombre. Estudios de en-
trevista realiLados por Ted Huston y sus asocia-
dos (1981), descubrieron que estos bienhechores se 
enojan con facilidad ante frustaciones menores, 
se encuentran muy comprometidos en la filosofía 
de respeto a la ley, dispuestos a afrontar riegos, y 
familiarizados y cómodos con la violencia. 
La contribución de la víctima 
La indentidad del que sufre es otra influencia so-
bre el auxilio es más probables que se ayude a 
una mujer que a un hombre (Austin, 1979). Asi-
mismo es posible que reciban auxilio las víctimas 
que dependen o que le agradan al que ayuda 
(Berkowitz, 1978; Clark, 1981 y Hornstein. 1982). 
los que auxilian también toman en cuenta la pe-
tición del necesitado (Winer, 1980b). El requeri-
miento debe parecer auténtico, algo originado 
por sucesos fuera del control de la víctima. Por 
ejemplo es más posible que se reaccione ante 
una gente enferma que frente a alguien que ha 
estado bebiendo. Cuando se subrayan las necesi-
dades humanas (esperanzas, temores. conflictos y 
puntos fuertes) es menos probable que otros infli-
jan daño (Bandura y cols., 1975) y más posible 
que ayuden. 
Explicación de la ayuda humana 
Hay dos importantes ideas acerca del por qué las 
personas auxilian a otros. la perspectiva de soli-
daridad supone que 1 as emergencias producen ac-
tivación fisiológica porque uno se coloca en la 
posición del individuo en dificultades y que se 
experimenta lo que esa gente siente. Al solidari-
zarse, se está preocupado e inquieto por el pro-
blema de otro (Batson y Cake, 1981; Hornstein, 
1982; Karylowski, 1982, y Weisenfeld y cols., 
........ 
1984). Cuanto más empatiza uno, según esta hipó-
tesis. es más probable que uno ayude. En ciertas 
urgencids, la solidaridad quizás sea la principal 
consideración y los que auxilian se apresuran a 
intervenir y hacer lo que pueden. En estas cir-
cunstancias. son evidentes la inquietud por el 
otro y la falta de conciencia de uno mismo. 
La perspectiva de solución de problemas se re-
fiere a las situaciones en que las personas se reti-
ran de lo que sucede y piensan sobre la circuns-
tancia de manera egocéntrica (Piliavin y cols., 
1981). Al sentirse en conflicto, los que se ayudan 
sopesan costos contra beneficios, no siempre de 
modo consciente. Por el lado positivo, los valores 
sociales (normas) determinan que los individuos 
deben auxiliar Clintock y Avermaet, 1982). Ade-
más, uno quiere reducir la estimulación generada 
por la angustia de alguien más (Piliavin y cols., 
1982). Tal vez existan ganancias utilitarias (mayor 
autoestima, favores) como añadido (Reykowski. 
1982b). Los costos, esfuerzos, peligro, vergüenza, 
se comparan contra las recompensas. 
ACATAMIENTO 
Como animales sociales, a menudo las personas 
integran grupos; igual que los pasajeros del tren 
subterráneo {véase la pág. 646), cada conjunto 
se suscribe a su propia serie de criterios o nor-
mas. Los estilos de comunicación con padres y 
amigos quiz3ssiguen dos códigos diferentes por 
completo. Vestirse de manera formal está definí· 
do por las reglas de un cabaret y prohibidas por 
las de una organización estudiantil. Esta sección 
se concentra sobre la forma en que las normas se 
llevan a la práctica. En algunos casos, la presión 
la aplican los miembros del grupo; en otras si-
tuaciones el líder del conjunto es el encargado. 
Conformidad 
Se define la conformidad como el cambio en con-
ducta o creencias, producto de la presión real o 
imaginaria del grupo. Los psicológos distinguen 
entre el comportamiento de conformidad (acata-
miento) y las creencias de sumisión (aceptación). 
En cualquier circunstancia, surgirá uno de cuatro 
posible patrones: acatamiento y aceptación, con-
formidad sin admisión aceptación sin acatamien-
to y no admisión y no conformidad. Supóngase 
que Eduardo se siente presionado a emborrachar-
se los viernes por la noche porque todos sus ami-
gos lo hacen. Nuestro análisis sugiere que Eduar-
do tiene cuatro opciones. {1) Puede unirse con 
gusto (acatamiento, aceptación). (2) Puede confor-
marse, al tiempo que siente que beber es de co-
bardes (acatamiento, no admisión). (3) Puede deci-
dir no beber, pero en el interior si quiere hacerlo, 
tal vez para agradar a su no-via (no conformarse 
aceptación). (4) Por último puede decidir que la 
bebida cuece su cerebro y destruye su hígado y 
permanecer independiente (no acatamiento, no 
admisión). Nota: Algunas personas se perciben in-
cómodas si de alguna manera sobresalen. Es posi-
ble que conozca a una gente que dude si debe 
ponerse un traje azul oscuro cuando sus amigos 
usan negros. Otros indi-viduos equiparan la con-
formidad con "venderse" o ser "gobernados por 
la multitud". Si el acatamiento es valioso u obje-
table depende de las consecuencias; sin duda, 
acatar normas crueles y limitantes es destructivo. 
Los linchamientos en masa son un ejemplo trági-
co; el no sujetarse también puede ser autoderrotis-
ta, como manejar en sentido contrario en una ca-
rretera o maltratar a un niño. 
Incidencia de acatamiento 
Se analiza el trabajo de Solomon Asch (1952) en 
cierto detalle por que se han hecho muchas in-
vestigaciones subsecuentes utilizando el modelo 
experimental de Asch. Se verá cómo estudió Asch 
la conformidad en público sin evaluar la acepta-
ción, como es el caso de la mayor parte de los 
demás trabajos (Muscovici, 1980). 
Trátese de imaginar que es un participante de 
una de las primeras investigaciones de Asch. 
Cuando llega al laboratorio, el experimentador di-
ce que el estudio se refiere a la percepción vi-
sual. Está sentado a la mesa con otros siete "es-
tudiantes" que en realidad son cbmplices del in-
vestigador. A medida que comienza la investiga-
ción, el experimentador coloca dos grandes tarje-
tas sobre una mesa en la parte delantera de la 
habitación. Una muestra una sola línea vertical; 
la otra tres rayas verticales de diferentes longitu-
des (como en ta Fig. 15-15a}. La tarea consiste en 
elegir la línea de la tarjeta a mano derecha que 
iguale la raya en la de la izquierda. Debe decir 
cuál fue la elección cuando llegue el turno de 
uno. Al estar de acuerdo con el primero y segun-
do par, el trabajo parece aburrido y rutinario. En-
tonces, en el tercer conjunto de tarjetas, el sujeto 
inicial emite una respuesta equivocada. Uno mira 
las líneas de nuevo, preguntándose si la persona 
esU loca. El siguiente aliado expresa la misma 
coatestación errónea. Sintiéndose asombrado, 
uno observa otra vez. Cuando el tercer cómplice 
se muestra de acuerdo con los demás, uno se in-
tegra. Tal vez uno se quita los anteojos o se inc!
1
, 
na la silla hacia atrás o se acerca para tener una 
perspectiva distinta. Uno se siente ajeno y aislado 
cuando el resto de los cómplices dicen la misma 
respuesta equivocada. Cuando llega el turno de 
uno, ¿qué expresa uno? Uno supone que sus per, 
cepciones son erróneas y acata (acatamiento, 
aceptación). Quizás uno llegue a reevaluar el esti, 
mulo y a verlo de modo diferente (Al len y Wilder 
1980) Es posible que uno concuerde con la multi-' 
tud mientras que, en privado, crea que todos los 
demás están equivocados (conformidad, no admi-
FIGURA 15-5 
a) Al estudiar la conformidad, Salomen Asch le pre-
guntó a los participantes en la investigación que 
di)eran cuál de las lineas a la derecha igualaba la 
que estaba a la izquierda. b) El sujeto real (centro) 
aparenta asombro cuando los confederados del ex-
perimentador dan las respuestas equivocadas. e) A 
pesar de la confusión, el joven no acata el veredic-
to unánime, pero incorrecto explicando "tengo que 
decir lo que veo." (William Vandivert/Scientific 
American.) 
• ._ _____ ___¡ 
b 
e 
''"' 1 -d~i ... 'U<.:TA SOCIAL' Y CUES, ¡()¡~J=.S SOCtALES 
sión). las minorías a menudo ceden ante la mayo-
ría en público, pero continúan adhiriéndose a su 
posición original (Maass y Clark, 1984). Tal vez 
uno exprese con precisión lo que percibe mien-
tras que, en el int~rior se cree que uno está erra-
do (no acatamiento, aceptación). O quizás uno 
continúe creyendo y manifestando las propias 
sensaciones (no conformidad, no admisdn). (Véan-
se las Fig. 15-15b y c.) 
Asch midió el acatamiento contando cuántas 
veces las personas daban respuestas incorrectas 
en situaciones en las que era casi seguro que sa-
bían la solución exacta de una cuarta a una ter-
cera parte de los sujetos no se conformaba del 
todo mientras que cerca del 15% siguió a lama-
yoría en la mayor parte de los ensayos. Un parti-
cipante característico adoptaba los juicios del 
grupo una tercera fracción del tiempo. la idea de 
que entre 1 S% y 20% de las personas acatan con 
bastante consistencia ha surgido de otras clases 
de investigación (Vaughan, 1964). 
Cuando acatan las personas 
Como regla general, el mundo no está dividido 
de manera liara en conformistas y no conformis-
tas, Más bien, la gente tiene probabilidades de 
sujetarse bajo ciertas circunstancias. 
Conformidad normativa las personas propenden 
a ceder a los grupos con poderes y atributos es-
peciales (Asch, 1951; Carron y Chelladurai, 1981; 
Festinger, 1950, y French y cols., 1960): (1) habili-
dad de vigilancia, la habilidad para descubrir si 
uno obedece o no: (2) capacidad coercitiva; el 
poder para imponer castigos por no sujetarse; (3) 
cohesividad, una sensación de pertenecer y de 
cercanía, como en una familia o conjunto de 
iguales con una larga historia de interacciones 
personales, y (4) una gran mayoría opositora. En 
todos estos casos, no acatar presenta costos ele-
vados: desaprobación, rechazo y castigo. Al mis-
mo tiempo, obedecer proporciona aprobación, 
respeto, honores, promociones y cosas parecidas. 
El acatamiento para ganarse el apoyo del grupo o 
evitar su rechazo se llama conformidad normati-
va. El prestigio de una gente en un conjunto es 
otra fuerte influencia sobre el acatamiento nor-
mativo. Si las personas se sienten muy seguras, 
expresan lo que piensan. los que sólo están acep-
tados de modo marginal también son francos, tal 
vez porque tienen poco que perder. los indivi-
duos con una posición moderada, con mucho que 
ganar o perder, son las que manifiestan posibili-
dades de obedecer {Dittes y Kelley, 1956). 
657 
Conformidad informacional Asimismo si la gen-
te acata o no depende de su competencia y de la 
naturaleza de la actividad. 
1 Competencia relativa. Cuando las personas se 
perciben menos capaces quE' otros miembros del 
grupo, adoptan los juicios grupales con mayor fa-
cilidad {Wiesenthal y cols., 1976). 
2 Ambigüedad y dificultad de fa tarea. Cuando 
un trabajo es muy difícil o confuso, con frecuen-
cia los individuos hacen lo que los demás. En los 
estudios originales de Asch, los sujetos tenían 
problemas para explicar los que sucedía; debía 
suponer que alguien {ellos o los ayudantes) pre-
sentaba percepciones defectuosas y quizás deci-
dieron que era más probable que una gente' estu-
viera equivocada que siete (Ross y cols., 1976). El 
acatamiento motivado por el deseode mejorar la 
precisión de la información que se posee, mani-
festada en estas condiciones, se denomina con~ 
formidad informacionaf. 
Influencia de la minoría 
En la vida real, los miembros de minorías a menu-
do afectan la opinión de la mayoría. En el labora-
torio, el impacto de la minoría es fuerte si el gru-
po es pequeño (seis elementos o menos); cuando 
el representante de la minoría tiene un seguidor y 
es activo, seguro y consistente (Mugny, 1982; 
Muscovici, 1980 y Nemeth, 1979), y si al princi~ 
pio, el no conformista sostenía la creencia de la 
mayoría antes de separarse (Tanford y Penrod, 
1984). En los casos en que la mayoría es influyen-
te, es posible Que las personas continúen obede-
ciendo la posición de la mayoría mientras que, en 
privado aceptan la opinión de la minoría (Maass 
y Clark, 1984 y Mugny, 1982). Incluso cuando las 
minorías no cambian su posición es posible que 
tengan otros efectos benéficos como la estimula-
ción a un análisis más profundo de un tema (C. 
Cowan y cols., 1984). 
Obediencia 
Al obedecer, las personas abandonan el juicio 
personal y coope~an con las autoridades. Como 
en el caso de la conformidad, existe sumisión 
frente a presiones externas ejercidas por otro. 
Además, tanto en la obediencia como en la con~ 
formidad, operan las mismas consecuencias refor-
zadoras o primitivas. Los individuos obedecen pa-
ra obtener recompensas como la aprobac • ..Jn, el 
prestigio, promociones o dinero o con el fin de 
~-·· 'oJ ""'- .... _ ,,., 
evitar castigos como la desaprobación, multas, 
gol pi zas o prisión. 
Las soc'1edades que valoran la sumisión prnpen-
den a implantarla desde temprano. Se espera que 
los niños reciben órdenes de padres, parientes, 
maestros y vecinos_ En cada grupo hay reglas. To-
da esta práctit::a en la obediencia quizás produce 
una tendencia general a estar de acuerdo, sin po-
ner en duda. al poder del que se trate. 
Cuando las normas son justas y sensatas y todo 
el mundo las sigue. la vida es segura. ordenada y 
sin problemas. Pero la sumisión ciega puede ser 
un hábito peligroso. Entre miles de ejemplos trá-
gicos. viene a la mente la Alemania nazi, en don-
de los ciudadanos y los soldados obedientes ma-
sacraron millones de individuos. {Ver también el 
recuadro 15-3.) A diario se presentan conflictos 
mucho más sutiles entre obediencia y conciencia 
Un atleta tal vez tenga que aceptar o no los prin-
cipios personales o las instrucciones del entrena-
dor "para jugar rudo y sucio y ganar a toda cos-
ta". los integrantes de una corporación quizás 
deban elegir entre la honestidad y el empleo 
Cuando las órdenes de una autoridad entran en 
antagonismo con la moral y los valores humanita-
rios, ¿qué hacen las personas comunes? y ¿por 
qué? 
FIGURA 15-6 
a) El imponente generador de choques que se utili-
zó en el estudio de Stanley Milgram acerca de la 
obediencia. b) Al que aprende se le sujeta en posi-
ción. (Stanley Milgram, 1965. Tomado de la pelfcula 
Obedíence, distribuida por New York Universíty 
Film Division y la Pennsylvania State University, 
PCR.) 
~\\.1.\\i,~t,""""'· -----
,.~-••• ,._. ..... '1,-\'1> ~~~l'l -~~~ 
Ofl~-. 
1 
(a) 
1' •i. ~ 
Obediencia en el laboratorio: 
la investigación cl•sica de Stanley Milgram 
A principio de la década de 1960 Stanley Mil-
gram (1974) inició la investigación acerca de pre-
guntas referentes a la obediencia. Sus sujetos 
eran hombres, y de vez en cuando, mujeres de di-
ferentes edades y ~ntecedentes sociales y educa-
tivos. Como participante en uno de los primeros 
estudios de Milgram, el individuo se presentaría 
para la sesión en la University of Yale, junto con 
un contador de edad madura (en el centro de la 
Fig. 15--6b). Parece ser otro sujeto, pero en reali-
dad es un colaborador del investigador. la autoridad 
a cargo es un estricto maestro de biología, ve~ti­
do con una bata blanca de laboratorio (a la dere-
cha en la Fig. 15--6b). Luego que al participante sP 
le paga $4.50, lo mismo que al otro individuo, co-
mienza una breve orientación. Se supone que el 
estudio se refiere a los efectos del castigo sobre 
el aprendizaje y la memoria. Una persona le en· 
señará a la otra una lista de palabras por pares y 
sancionará las respuestas incorrectas por medio 
de choques eléctricos. 
El contador y el sujeto juegan un volado para 
determinar quién será el maestro y quién el que 
aprenda. El volado está arreglado para que el 
participante asuma el papel de instructor. ~1 que 
aprende acompaña al experimentador a otro 
cuarto donde localizará la memorización. El ins-
tructor los sigue y ve como atan al hombre a una 
silla "para evitar movimientos excesivos" y ob<>er-
va que le colocan electrodos en su muñeca (Fig 
15-6b). Tanto al contador como al participante se 
%' 
(b) 
... ,_., ~ ,_.,,. '..,.¡ l·1 -.>l_.i(,'jJ.IL ·'1 ~ ... I.IJ-".:t' 1 .... • 1 ·-'-' ._, ... ,_., ,,. ,_,_._, 
les dice que los choques pueden ser "muy dolo-
rosos". pero no causan "daño permanente al teji-
do" 1:::1 contador afirma que está enfermo del co-
razón. 
En el laboratorio se le dan instrucciones al su-
jeto mientras que se sienta frente a un complejo 
generador de choques {Fig. 15-6a). Cada vez que 
el que aprende se equivoque el instructor admi-
nistrará la contestación correcta en un intercomu-
nicador y aplicará un choque, empezando con 15 
voltios. Después de cada error, debe incrementar-
se la intensidad del· choque un paso, recorriendo 
30 pasos hasta llegar a 450 voltios. La señal "peli-
gro: choque severo" marca la palanca de 375 vol-
tios; otras palancas están identificadas con "fuer-
te", "muy fuerte" "intenso" e "intensidad ex-
trema.'' 
En el transcurso del estudio, el contador pro-
porciona muchas respuestas equivocadas, de mo-
do que cada vez se suministran choques más 
fuertes. De hecho, sólo parece que el que apren-
de recibe el choque. El instructor y otros sujetos 
escuchan la~ mismas vocalizaciones. golpes y pa-
tadas grabadas. A los 75 voltios, quejidos y mur-
muraciones; a 150 voltios, peticiones de libertad; 
a 180 voltios, gritos de que el dolor es insoporta-
ble; patadas y negación a continuar a 300 voltios, 
y silencio despué:-. de los 315 voltios. 
Al igual que la mayoría de los participantes, el 
instructor quiere detenarse; pero cada ocasión 
que protesta el experimentador ordena que prosi-
ga ¿Continuaría? Cuarenta psiquiatras subestima-
ron por mucho la cantidad de gente que obede-
cería órdenes en esta situación. En la investiga-
ción que se acaba de describir, cada sujeto per-
sistió luego de 20 choques, y casi el 65% obede-
cieron hasta el final. ¿Se aplican los resultados 
del experimento a la vida real? Muchos psicólo-
gos creen que la información obter~ida por Mil-
gram es aplicabl€ en circunstancias en donde los 
individuos se enfrentan a una figura de autoridad 
que presiona con fueua. 
Motivos para la obediencia 
¿Por qué obedecieron las personas al experimen-
tador de Milgram? No ofrecía importantes recom-
pensas y no es probable que buscara castigar. 
Quizá la gente fue sumisa debido al prestigio de 
la University of Ya/e. Para descartar esta posibili-
dad. Milgram realizó el experimento en un dete-
riorado centro comercial cercano. El alto nivel de 
obediencia observado sugirió que la fama de Y ale 
tuvo muy poco que ver con los resultados. El sa-
dismo fue una segunda hipótesis descartada por 
Milgram; lo hizo permitiendo que los sujetos mis-
mos seleccionaran los niveles de choque. Cuando 
se les dejó a su criterio. las personas administrati-
ron choques de nivel relativamente bajo y se de-
tuvieron cuando las víctimas expresaban incomo-
didad por primera vez. 
La explicación preferida por Milgram fue que 
los individuos suponen, con base en el adiestra-
miento dado en la niñez que las autoridades legi-
timas deben obedecerse. Durante la investigación 
las personas se sienten con un deber hacia la "or-
ganización" y la "ciencia". Quieren ser amables; 
tienen promesas que deben cumplir; desean ayu-
dar y les desagradan las "escenas". Enpocas pa-
labras, están dominadas por una perspectiva más 
administrativa que moral. Conforme hacen ~us 
trabajos, el lenguaje protege contra las implica-
ciones plenas. Los individuos se dicen ellos mis-
mos que el "experimentador es el responsable de 
sus acciones." justifican lo que hacen en térmi-
nos de metas que suenan bien: "lealtad", "disci-
plina", "autosacrificio." (Hitler hablaba con res-
pecto a "purificar la raza".) 
En el experimento de Milgram, las personas se 
deslizan con lentitud hacia causar niveles de su-
puesto peligro. Nunca se comprometieyon a da-
ñar a alguien, una condición que parece liberar 
su sentido de deber (Sabini y Silver, 1982). Los se-
res humanos se sienten menos responsables de 
las acciones que no quisieron o para las que no 
tuvieron la intención. El modo de proceder de¡ 
estudio de Milgram es, a menudo, una caracterís-
tica de la obediencia destructiva en la vida. 
Influencia sobre la obediencia 
Al igual que la conformidad, la obediencia de-
pende de ciertas condiciones (Milgram, 1974, y 
Kelham y Mann, 1974). 
Cercanía a fa autoridad. Si está cerca de la 
autoridad, la gente se percibe más intimidada y 
obedece más. 
2 Cercanía a fa víctimq. Si el que aprende está 
en una habitación lejana, los participantes prome-
dian muchos más choques que cuando deben res-
tringir a nivel físico al que aprende 
3 Difusión de la responsabilidad. Si se asigna 
con facilidad la responsabilidad a alguien más, 
las personas propenden a ceder de manera leal, 
hasta el final. 
4 Un modelo desobediente. Cuando alguien de-
safía las órdenes, sólo un pequeño porcentaje de 
individuos (en un estudio, el10%) persiste. 
.... ~.·~,..,~, ... ,o rl 1-J·I·i"..:lol'.,;!..,'o-4,.J1U'JJ·I 
TABLA 15·1 
Actitudes autoritarias 
Componente del 
autoritarismo 
Adherencia rígida a los 
valores de clase media 
Necesidad exagerada 
de someterse a otros 
Entrega al castigo seve-
ro por desviarse de los 
valores convencionales 
Fuente: Cherry y Bayne, 1977. 
Actitud ejemplificada 
"Cada ser humano de-
cente debe tener un 
sentimiento de amor, 
gratitud y admiración ha-
cia sus padres." 
"La obediencia y el res-
peto hacia los progeni-
tores, los maestros, la 
policía, etc., son los va-
lores más importantes 
que los padres pueden 
ensenar." 
"El uso de la pena de 
muerte es muy benéfico 
para la sociedad.'. 
S Actitudes autoritarias. Las personas que obe-
decen por completo tienden a poseer un grán nú-
mero de actitudes autoritarias. (Véase la tabla 
15·1.) 
Consideraciones éticas 
Sin duda, los estudios de Milgram alteraron a los 
participantes. A tres de ellos les dieron ataques y 
la mayoría presentaba signos múltiples de ansie-
dad: sudoración, tartamudeo, temblores, queji-
dos, mordedura de los labios y cosas parecidas. 
RECUADRO 15·3 
OBEDIENCIA: EL CASO DE LAS SECTAS 
RELIGIOSAS 
La conducta de los miembros de sectas religiosas 
es una demostración preocupante de la capacidad 
humana de obedecer sin objetar. El ejemplo más 
trágico en tiempos recientes proviene de Jones-
town en Guyana, donde más de 900 personas mu-
rieron en un suicidio colectivo en una comunidad 
aislada, en 1978. A pesar de que la Información es 
Incompleta, parece ser que la decisión de morir fue 
tomada por un solo líder, el reverendo Jim Jones. 
La mayoría de los seguidores de Jones bebieron 
con gusto agua mezClada con cianuro en !a tina 
que_ se muestra en la figura 15-7. La extraordinaria 
obediencia que lograba Jones se ejemplifica en la 
carta del miembro del culto Rosa Keaton, que tam-
bién se presenta en la figura. 
-
¿Fue poco ético Milgram? Los psicólogos que 
piensan que la investigación fue moral dan tres 
argumentos. Uno, los estudios aportaron informa-
ción esencial que no podría haberse obtenido de 
otro modo. Las preocupaciones éticas fueron ma-
nejadas con cuidado; por ejemplo, al final de las 
sesiones, se explicaba la investigación y se le ase-
guraba que su conducta era normal y que gran 
número de sujetos reaccionan de igual forma. In-
cluso un psiquiatra entrevistaba a los que tenían 
probabilidad de padecer por participar en el ex-
perimento. Tercero, a pesar de los sufrimientos 
de los individuos, el estudio tuvo un efecto bené-
fico, lo más notable fue elevar la conciencia 
acerca de la tendencia de los humanos para so-
meterse a las órdenes de un líder. Con esta nueva 
conciencia, es posible que las personas fueran 
más humanitarias en el futuro. En palabras que 
un participante (Milgram, 197 4, p. 59): ''lo que 
más me impactó fue que yo pudiera poseer la ca-
pacidad para obedecer y acatar una idea central, 
es decir, el valor de un experimento de memoria, 
aun luego de que se hizo claro que continuar su-
miso a este principio era a expensas de la viola-
ción de otro valor, esto es, no lastimar a alguien 
que está indefenso y que no te daña. Como dijo 
mi esposa, 'te puedes llamar Eichmann.' Espero 
manejar de manera más efectiva los futuros con-
flictos de valor con los que me enfrente." 
Los estudios de Milgram (y la publicidad que 
recibieron) transmitieron este crucial mensaje a 
mucha gente.{.). 
¿Qué es lo que atrae a los seguidores a una sec-
ta? No hay un solo factor responsable (Lotland, 
1981). Los análisis del culto de Jonestown sugieren 
que los líderes quizás utilicen tácticas complejas 
para asegurar la. sumisión incondicional (Nugent, 
1979, y Singer, 1979). Es característico que los líde-
res de la secta inicien con el reclutamiento de per-
sonas que son muy receptivas a los principios del 
culto. Jones buscó seguidores oprimidos, impoten-
tes y enajenados, en especial, negros muy pobres. 
Puesto que la adhesión a una secta parece estar 
asociada con la dependencia de vfnculos significa-
tivos, muchos cultos obtienen adeptos de las filas 
de jóvenes con problemas referentes a la búsque-
da de un sentido de identidad en una religión y ex-
periencias mfstlcas (Damre/1, 1978, y Richardson, 
1978). 
,., . .,., -~ ... ,J,,..,, .1·1 ~UCJI'AL r t.,.,1...11::.>' • ' ... 1 i 1=-> .,, .... , .... IJ·d-1=-> 
~ RECUADRO 15·3 (continuación) 
Los 1 ideres de las sectas tienden a hacer buen 
uso de sus personalidades carismáticas; al parecer 
Jones era hipnotizador. La identificación con el 
grupo ofrece a los integrantes seguridad y una sen-
sación de camaradería y significación. Jones daba 
a los miembros lo que se suponía era una sociedad 
selecta, justa y dedicada a la oportunidad y al privi-
legio igualitarios. 
La dinámica del conjunto es crucial para mol-
dear la obediencia. El aislamiento de quienes no 
pertenecen al culto (1ami\ia y amlgos antiguos) for-
talece el poder de los Integrantes de la secta. A los 
miembros se les expone a presión intensa de sus 
iguales para lograr lealtad y conformidad, se exalta 
y se exige la total sumisión, son ilegales la duda y 
la critica. Largas y repetitivas pláticas acerca de la 
gloria de la causa, operando como hipnosis, tal vez 
sensibiHz.an a los seguidores al mensaje del culto. 
El líder de la secta exige, a menudo poco a poco, 
grandes sacrificios personales para cimentar el 
compromiso, la estrategia del pie en la puerta (véa-
.............__----~-
~ ..... __ ___ 
1,1,! 
se la pág. 574). Tarde o temprano, los seguidores 
de Jones tenían que entregar su ingreso, posesio-
nes, privacidad y el control sobre sus decisiones vi-
tales. En Jonestown trabajaban como esclavos ba-
jo condiciones de gran privación y casi muertos de 
hambre. Además, muchos cultos desalientan las 
deserciones en forma agresiva, por medio de pre-
sión e intimidación. Conforme los adeptos de la 
secta. intentan comprender y justificar sus accio-
nes, es probable que se convenzan ellos mismos 
que el sufrimiento y la autonegaclón se justifican 
en nombre de la causa. Los miembros del culto de 
Jonestown que lo desafiaban eran humillados; 
cuando esto no funcionaba, se enfrentaban a tortu-
ra física y psicológica y a amenazas de muerte.· 
En resumen, en Jonestown y en muchas otras 
sectas, las presiones por conformarse y obedecer 
se combinancon las técnicas de persuasión e inti-
midación para crear acatamiento a las exigencias 
de un líder magnético en una población receptiva 
en grado extremo. 
Yíarw.< p<>l ¡,,,/"¡ /,.i "iilla!'J/1,,,,"$ <'1~•11<"1"/'"/'·' qw h" ¡•W!~''"""'"'''' a 
¡,,,/,o.< IIP<.•/l,>.< </<Hm<'< ""*'' I'Utl~bl<'; "' f<f<l be//r1 f,,ry,/,a «><'«1/o;Ja 
J',, mw/,,,.,¡,o; a wi,•J y r1 /" ~\I,,J¡, ¡><"•!"';; ,/ >W¡o>l ::1:-\,Ju qu< a!IJ""'l 
11" /ro¡,/,, ,'/(~ ./,,/,, ,.,,_,,, ~~alttw/,·.<, ./,>1•"'•' ~ l<mr¡~•" la"'''"''· '"'" 
''" ll<H<"i<>IJ<Ili 10)1 ,,,¡/;<H)Ul <'11 ,//u,/, 10)<111'"' "'"l·"·l<'l]lo· )/,, 1"1'~' o•llo• «'«)· 
: ''''"'"'" ., .... ,.¡ ,/,• /" '''"''" ,_'\,; ,,.,,. "'1•' ,1 .. 1" ·'b"'''" ~ '"'"'/"¡ !" 
<IU/o>llo{,,J :J\nl«' illllo• ,/, _<d ,,),..,fur¡l< ~ l<".<¡o·luo'.<ll .'1-L.<ill '~'9 
(,,,,1,/,, "1< w1i 11 /,. ""'-'") l_,¡ia "1«'</,, .f,. /u "l"•'llc ~ ./,. /uff .. .-1. ;.,.¡,, ,/,.),, 
o'>ilo>I)Co'< /¡, ""1-'"j,.,.,,/,, '1'"' /a ¡<¡<ull,· L/ ¡•flo·dl ,,;/,, o'> "'""' ,/,,¡,¡1);< 
FIGURA 15·7 
El suicidio colectivo de 1978 en Jonestown, Guyana 
y una carta de un miembro del culto, Rosa Keaton, 
demuestran el extraordinario poder de la tenden-
cia a obedecer. (Bettmann Newsphotos/UPI.) 
JJ~·, J,I..,J.ii,.¡I_.I.,..¡I,_¡'J~·I·I 1-h J-~'j(,;(_,l¡_l,)t.JiJJ.l 
ACTITUDES Y ESTEREOTIPOS 
Antes de continuar la lectura, respóndanse las si-
guientes preguntas. 
• ,>Están mal orientados los esfuerzos guberna-
mentales para controlar la inflación? 
• ¿Es una buena política la legalización del 
aborto? 
• lEs bueno para las personas vivir juntas antes 
de casarse? 
Sus contestaciones a estas interrogantes contiene 
sus actitudes. ¿Qué es una actitud? 
Actitudes 
Las actitudes tienen varías características defini-
torias (Himmelfarb y Eagley, 1974). Se refieren a 
objetos, grupos. sucesos y símbolos de significado 
social. Nótese que las respuestas a las preguntas 
anteriores tienen implicaciones para las relacio-
nes humanas. Las opiniones con respecto a los ra-
diadores y volantes de automóviles no muestran 
efectos sociales y no podrían considerarse actitu-
des 
Al igual que las emociones, las actitudes poseen 
elementos más importantes: cogniciones o creen-
cias, sentimientos (vinculados con evaluaciones) y 
tendencias a comportarse de ciertas maneras 
(Breckler, 1984). Como ejemplo, tómese la opi-
nión hacia la cohabitación, vivir juntos antes del 
matrimonio. El componente de creencia de la ac-
titud es el elemento intelectual. Uno puede pen-
sar que cohabitar permite a las personas que se 
conozcan o que contribuye a la elección de un 
cónyuge adecuado. Por otra parte, uno puede es-
tar convencido que vivir juntos viola los princi-
pios morales o que produce más problemas de 
los que soluciona. Los sentimientos de evaluación 
son evidentes, por lo general: "la cohabitación es 
una cosa buena y quiero hacerlo." "Es malo. No 
deseo participar en ello." Las tendencias conduc-
tuafes se refieren a las acciones, por ejemplo, 
buscar una pareja para vivir o interrumpir el lazo 
con alguien que quiere vivir con uno. 
Las actitudes son aprendidas, !as personas no 
llegan al mundo con ellas, y al mismo tiempo son 
bastante persistentes, se quedan con uno durante 
largos periodos 
Estereotipos y prejuicios 
¿Qué es un estereotipo? Cuando el componente 
de pe'lsamiento de la actitud es bastante simple 
662 
y rígido y se relaciona con individuos o grupos 
sociales, se le llama estereotipo (Ashmore, 1981) 
A pesar de que la palabra "estereotipo'' tiene 
asociaciones desagradables, los estereotipos no 
siempre son dañinos. En la vida diaria, los seres 
humanos generalizan de manera continua a part" 
de sus experiencias porque no pueden tratar a ca-
da persona como un individuo (McCauley y cols., 
1980). Los estereotipos ordenan y condensan la 
información con el fin de actuar de modo inteli-
gente y rápido. Para sobrevivir, es necesario ser 
bueno al juzgar en quiénes puede confiarse y a 
quiénes debe temerse. Por ejemplo, uno o dos en· 
cuentros con artistas del engaño en juegos de po-
ker, quizás conduzca a estereotipar jugadores PX-
pertos de cartas como peligosos en potencia y 
comportarse con cautela hacia ellos. La mayor 
parte del tiempo, es probable que las persona~ 
estén conscientes del hecho de que los estereoti-
pos no son válidos para cada miembro de lapo-
blación y ni siquiera para la mitad de un grupo 
(McCauley y cols., 1980). Los estereotipo~ son 
destructivos en forma principal si se olvida que 
están basados en una pequeña muestra y que con 
frecuencia son injustos si se aplican por rutina a 
todos los individuos de una población. 
Los prejuicios están vinculados tanto con las 
actitudes como con los estereotipos. Un prejuicio 
es una opinión que consiste en sentimientos nega-
tivos (o positivos) acerca de una gente o núch"'o 
de individuos, una creencia que exagera las ca-
racterísticas grupales. A menudo, los prejuicios 
están ligados con la discriminación, comporta-
miento prejuiciado (o a favor) de una persona o 
conjunto de ellas, con base en la pertenencia al 
grupo y no en méritos individuales. 
Consistencia interna de las actitudes 
Se di¡o que las actitudes de todas clases están 
asociadas con conductas. creencias y sentimiPn-
tos. A veces existe consistencia er.tre los tres 
componentes. Por ejemplo, es posible que una 
gente odie fumar, piense que no es saludable V 
nunca lo haga; sin embargo, los elementos pue-
den ser discordantes. A pesar de que un fumat)or 
fume y le guste hacerlo, él o ella quizás conside-
re que la actividad es dañina. 
Los psicólogos se han interesado sobre todo en 
las condiciones de la consistencia de componen-
tes (Bem, 1982; Wicklund, 1982 y Zanna y (·ol.s., 
1980]. Algunos creen que las discrepancias de lo~ 
elementos son, en lo esencial. metodológicas. Ar· 
gumentan que si los investigadores hicieran las 
........... , •-L•UL' 1 A· SOCIAL '1 (,'i.,IJ=..>Iii..J'I~I=.!I .!II.,..·I_,IJ•IU=..:» 
mediciones apropiadas, tanto de creencias como 
de comportamiento, tomando en cuenta el grado de 
compleJidad, verían armonías entre los dos (Aj-
zen, 1982). En el ejemplo anterior, las ideas del 
fumador referentes a fumar no son tan simples 
como se implica. Fumar y gustar hacerlo son co-
herente~ con la opinión: "uno ha de morir algún 
dia. Que sea del tabaco. como pudiera wr de 
otra cosa. Me gusta mucho fumar." 
Otros psicólogos razonan que el componente 
de creencia de una actitud es tan importante co-
mo una sene de influencias sobre lo que hacen 
las personas (Abelson, 1982, y Zanna y Fazio, 
1982); por tanto, las opiniones por ellas mismas 
no son suficientes para predecir la conducta. Uno 
debe considerar vivencias pasadas, percepciones 
de las normas, cogniciones, contextos y metas. 
Así, fuertes presiones de compañeros para expre-
sar la sexualidad, tal vez sean más poderosas que 
las creencia~ del adolescente en la santidad de la 
virginidad 
Formación de actitudes 
¿Cómo adquieren los individum las actitudes? El 
elemento de pensamiento de una opinión a me-
nudo se basa en las experiencias e inferencia$ (ge-
neralizaciones). Por ejemplo, en las noticias se es-
cucha que el gobierno está tirando desperdicios 
tóxicos y adueñándose de áreas silvestres y ~e 
concluye que la administración está arruinando 
el ambiente. O '>e observa que el padre y el tío 
de uno le meten mano a los coches y se decide 
que los hombres tienen inclinaciones mecánicas 
en palabra.;; del finado Cordon Allport (1958, p. 
9), "dado un minúsculo grupo de datos, [los seres 
humanos] se apresuran a hacer generalizaciones 
como si se tratara de un conjunto enorme." 
Las personas obtienen algunas actitudes por 
medio de principios conductuales de aprendizaje 
(véase el Cap. 3), sin percatarse de que aprende 
algo. Una forma de influencia es el aprendizaje 
por observación, sólo viendo e imitando a otros 
fs posible que las recompensos y los castigos 
(condicionamiento operanre) también intervengan. 
La aprobación y apoyo de padres y otras figuras 
importantesson motivadores potentes para la 
adopción de sus opiniones. Su crítica y rechazo 
pueden debilitar las actitudes; incluso si un asun-
to es de poca trascendencia. el consenso o repu-
dio de desconocidos totales puede influir sobre 
qué actitudes expresa una gente (lnsko, 1965) 
Cuando una opinión específica se asocia en re-
petidas ocasiones con alguna emoción, las perso-
t.l:~: 
nas propenden a vincularlos con base en el con-
dicionamiento respondiente o clásico. En el caso 
de un padre que se opone de manera violenta al 
aborto. éste será apareado con ira y tensión cada 
vez que se presente el tema. 1 arde o temprano, 
es probable que los hijos asocien el aborto con 
sensaciones negativas. 
Se describió el principio de exposición cuando 
se habló de la atracción y el agrado (en el Cap 
11). La investigación de Robert Zajonc (1968 y 
1980) y otros (Grush, 1980, y Rhe1ngold, 1985) de-
muestra que cuanto más contacto tengan las per-
sonas con un objeto o gente, más afecto sentirán 
hacia esa cosa o individuo. La sola exposición es 
una influencia muy poderosa hacia las actitudes 
cuando no hay Información. Por ejemplo, uno no 
sabe mucho acerca de un candidato para la rró-
xima elección. En los periódicos y en la televisión 
se encuentra uno el nombre del afectado o dia-
rio. fl principio de exposición sugiere que, cuon-
do llega el día de la elección. es posible que se 
favorezca a dicho contendiente y que se vote ba-
sándose en esa preferencia, sin percatarse que, en 
realidad, la familiaridad afecta la opinión. 
Dinámica de las actitudes 
Una vez formados, las actitudes, los estereotipos 
y los prejuicios ejercen influencia potentes. El 
análisis que aquí se hace se concentra en los es-
tereotipos. pero también es válido para las actitu-
des y los prejuicios. 
Estereotipos intra y extra grupos 
Henri Tajfel (1981 y 1982), que pasó gran parte de 
su vida estudiando la dinámica de los estereoti-
pos sociales, comenzó con un sencillo experimen-
to de observación de puntos. Niños veían en gru-
pos, puntos que atravesaban una pantalla y cal-
culaban, de modo individual, la cantidad que ha-
bía pasado. Después de hacer una serie de cálcu-
los, se apartó a cada niño y se le dijo que estaba 
"sobrecalculando" o "subestimando." En ese mo-
mento, a los sujetos se les daba la oportunidad 
para donar dinero a otros dos niños. Los benefac-
tores sólo tenían un fragmento de información 
con respecto a los recipientes potenciales: uno 
era un sobre calculador y el otro un subestima-
dar. Al regalar el dinero, los infantes favorecían a 
la persona que compartía su categoría de conteo 
de puntos. 
Claro que a nadie le importa mucho las clasifi-
caciones de c0r:teo de datos. Lo que preocupa 
,, 1, ,,¡,..j_.IJ'""'""JI,..¡i J-1 i..J•¡·J•.:¡.JI ... l)J_l.,l(;¡'j¡j.l 
son las lecciones generales del estudio de Tajfel, 
las cuales han sido confirmadas (Brewer. 1979; 
Howard y Rothbart, 1980, y Linville y Jones, 
1980). Desde una edad temprana, los individuos 
categorizan de manera continua a las personas a 
su alrededor (incluyéndose a ellos mismos) con-
forme a núcleos sociales. Se distingue entre el 
conjunto al que uno pertenece (intra grupos: "no-
sotros") y los otros (extra grupos: "ellos"). Para 
mantener la autoestima suele asignarse cualida-
des positivas a los intra grupos y peculiaridades 
negativas a los extra grupos. Al mismo tiempo, 
tendemos a exagerar la similitud entre los miem-
bros del clan del cual se forma parte y las dife-
rencias de los extra grupos. Al acentuar la analo-
gía de individuos semejantes (asimilación) y la di-
vergencia de los que son distintos (contraste} es 
un aspecto común del pensamiento social (Cialdi-
ni y cols ., 1981 ). 
Los estereotipos de los grupos "nosotros" per-
manecen bastante complejos (Linville y jones, 
1980, y Wilder, 1978). Se considera que el propio 
grupo se compone de diferentes individuos y no 
se supone que las acciones de cualquier miembro 
influyen sobre todo el grupo. Por ejemplo, si uno 
es blanco, es poco probable que se cambie de 
opinión con respecto a los caucásicos cada vez 
que se escucha sobre un asesinato en masa co-
metido por blancos. Por otro lado. las personas 
propenden a mantener sencillos los estereotipos 
de extra grupos y tiene más posibilidades de ge-
neralizar hacia todo el extra grupo a partir de la 
conducta de un solo sujeto (Quattrone y Jones, 
1980). Siendo blanco, al oír de la brutalidad de 
un adolescente negro, quizás uno cambie su idea 
acerca de los jóvenes negros en general. 
Debido a las propensiones para estereotipar, 
los individuos tienden a favorecer a los integran-
tes de su propio grupo y a rechazar los de otros. 
Esto es cierto, sobre todo, si en el pasado ha ha-
bido hostilidad entre los dos bandos (Sherif, 
1982). Asimismo, es probable si las normas socia-
les del grupo al que se pertenece apoyan prejui-
cios negativos hacia el extra grupo. 
La naturaleza autoperpetuante de los estereotipos 
Los estereotipos propenden a autoperpetuarse, en 
parte a causa de que el comportamiento de la 
gente que estereotipa provoca que el blanco ac-
túe de modo que confirma el estereotipo. La in-
vestigación de Mark Snyder (1977, y Skrypnek y 
Snyder, 1982), sus colaboradores y otros respal-
dan esta idea perturbadora. En un estudio, hom-
bres veían fotografías de una mujer con la que 
-
esperaban hablar por teléfono. Los varones con-
fiaban que las damas bonitas fueran sociales, aptas y 
seguras de sí mismas y las mujeres feas que fueran 
poco sociales. ineptas, serias y torpes. Las cintas de 
las conversaciones telefónicas mostraron que los 
hombres que hablaban con la supuesta atractiva lo 
hacian con calor, mostrándose amistosos y ani-
mados; se comportaron fríos, reservados y poco 
interesantes con mujeres que se asumía no eran 
atractivas. De hecho, la belleza de las damas va-
riaba y no tenía que ver con las expectativas de 
los hombres. A pesar de que las mujeres descono-
cían las percepciones de los varones, la conducta 
al teléfono parecía estar moldeada por los este-
reotipos de los hombres. Cuando se les trataba 
con frialdad, las mujeres respondían de manera 
fría y distante. Si se les hablaba con calor, 
respondían en forma amistosa y cálida. Muchos 
otros estudios apoyan el mismo principio (Word y 
cols., 1974): cuando a los individuos se les trata 
según los estereotipos las personas tienden a res-
ponder de manera que confirme los estereotipos. 
Los estereotipos pueden considerarse como es-
quemas (redes de conocimiento); como tal, alte-
ran percepciones y recuerdos {véase la pág. 199), 
con consecuencias sustanciales para la perpetua-
ción de los estereotipos; otro mecanismo que los 
mantiene intactos (Hamilton y cols., 1985). (Véase 
la fig. 15-8.) 
Cuando grandes segmentos de la población 
sostienen el mismo estereotipo, los miembros de 
un grupo estigmatizado quizás se suscriban a él 
y, como resultado, adquieran las características 
del estereotipo (Jones y cols., 1984). En una de-
mostración clásica, Amerigo Farina y sus colabo-
radores (1966), le pidieron a pacientes mentales 
que jugaran con otra gente; la mitad de los suje-
tos pensaba que su condición psiquiátrica era sa-
bida por sus compañeros de juego, y el resto 
creía que su identidad era desconocida. En reali-
dad, los camaradas de juegos ignoraban todo con 
respecto a la adaptación mental del paciente. Fl 
considerar que su identidad era conocida originó 
que los participantes encontraran el juego bastan· 
te difícil, que respondieran de manera deficiente. 
que se sintieran poco apreciados y que fueran 
vistos por observadores objetivos con relativa 
tensión y mal adaptados. Los pacientes que 
creían que se ignoraba su identidad reaccionaron 
mucho mejor. De igual modo, las mujeres a quie-
nes se les hace creer que interactuarán con un 
hombre con ciertos estereotipos referentes a las 
damas, se presenta. en lo físico y en lo verbal, 
conforme a los estereotipos en algunas situado-
UUJWUCTA SOCJAL y CUESliUJi~l> i>OCIALES

Continuar navegando

Otros materiales