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Smith - “un estudio comparativo de las descolonizaciones francesa y británica”
Descolonización europea después de la 2GM diferencias entre la experiencia británica y la francesa. No se
abrieron opciones políticas definidas para la política imperial de UK y Francia, el campo de lo posible
históricamente condicionado impidió la adopción de ciertas medidas. Las penurias materiales que siguieron a
la guerra se combinaron con el ascenso de USA y URSS, y con la creciente madurez de las elites
nacionalistas en África y Asia para forzar un decido atrincheramiento de Europa en Ultramar.
Análisis comparativo entre la habilidad de los británicos u franceses para retirarse de los imperios sugiere 4
aspectos donde UK resulta favorecido:
1) El legado del pasado por lo que respecta a las ideas y procedimientos en cuestiones imperiales servían
para orientar a los líderes europeos y organizar respuestas a las presiones en favor de la descolonización.
2) El sistema multipartidario francés, con su débil consenso gobernante, no era equivalente al sistema
bipartidista británico.
3) La opinión nacional y la “conciencia colectiva” de la elite política local Francesa, era muy diferente de la
británica.
4) El carácter de las elites nacionalistas con las que tenían que vérselas los europeos. Las situaciones de
Indochina y Argelia planteaban a Francia graves problemas a los que UK tenía la suerte de escapar (por lo
menos hasta Suez).
Por lo que respecta a la ideología e instituciones coloniales, la experiencia británica preparó muy bien a
Londres para liquidar su imperio después de 1945. Primera fase de la descolonización británica el período
que va desde el informe Dirham de 1839 referido a Canadá, hasta el Estatuto de Westminster de 1931 UK
creó el sistema de dominios e institucionalizó un procedimiento para la gradual pérdida de control sobre sus
posesiones. Durante un tiempo se dudó del carácter definitivo del Commonwealth (gobierno que aspira al
bien común). El paulatino progreso desde el Gobierno representativo al responsable y de éste al estatuto de
Commonwealth terminaría en el establecimiento de estados totalmente soberanos.
La Declaración Balfour de 1926 soberanía de los dominios en todos los aspectos. El Estatuto de
Westminster en 1931 sirvió para confirmar esta Declaración.
La Comunidad Británica de Naciones no sería una organización federal.
La ley de gobierno de la India (1935) puede considerarse como el primer paso importante en el proceso de
descolonización que comenzó formalmente después de 1945. En Londres esta ley era decisiva en muchos
aspectos: reconciliaba a la mayoría de la opinión popular y de la elite con la eventual Independencia de esta
“joya patrimonial” del Imperio, considerada, junto con las mismas Islas Británicas como “el otro pilar gemelo”
del rango internacional de UK.
Una inspección más detenida revela que los británicos estaban siguiendo el sabio consejo de Burke de
“reformar para conservar”. Con más frecuencia Londres hizo concesiones para destruir la oposición al
Gobierno británico que para preparar su cesión de dominio.
Los británicos establecieron como tradición satisfacer el descontento colonial con reformas que asociaban a
los pueblos sometidos más estrechamente con su propio gobernante. La evolución previa del sistema de
dominio si ejerció una importante influencia en el estilo de la política británica respecto de la India. Y la
decisión final de conceder la Independencia a los indios y permitirles retirarse del Commonwealth si lo
deseaban, constituye un importante precedente para la política británica hacia el resto de las colonias.
Los franceses deben ser criticados por su constante rechazo a considerar inclusive la eventual separación
como una opción política viable. No había la menor intención de conceder a las nacionalistas coloniales
ventajas políticas que hubieran podido conducir a la Independencia.
En materia legislativa, la Unión estaba totalmente subordinada a la Asamblea Nacional. Tampoco podían los
nacionalistas extranjeros convertir a la Unión en plataforma para desalojar a Francia de sus posesiones
ultramarinas, pues sus instituciones fundamentales (la Presidencia, el Consejo Superior y la Asamblea)
estaban a salvo bajo control metropolitano. En esencia, lo que la Unión aseguraba era que los pueblos del
Imperio nunca serían ni franceses ni libres.
Razones por las que fracasaron los franceses:
● Confiaban en su política de asimilación, por la cual las colonias eventualmente se habrían unido con
Francia.
● Adoptaban políticas anexionistas/proteccionistas.
● La diferencia más fundamental entre las tradiciones imperiales entre UK y Francia consisten en los
procedimientos de larga data a los que Londres recurría para habérselas con el descontento colonial:
gobiernos cada vez más representativos que tendían hacia a una eventual independencia. Las prácticas
inconstitucionales explican mejor las ventajas que UK tenía sobre Francia por lo que respecta al legado de
las tradiciones coloniales en el manejo de los problemas del Imperio después de 1945.
Que USA emergiera después de 1945 como la potencia dominante del mundo, ayudó a que los británicos
aceptaran su declinación en las cuestiones internacionales más fácilmente que los franceses.
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El aspecto más destacado de la diferencia entre las relaciones de Washington con París y con Londres surge
de los vínculos que ligaban a Roosevelt con Churchill y de Gaulle. Mientras Roosevelt quería a Churchill,
odiaba a de Gaulle. Sólo a fines de octubre del 1944, USA reconoció el Gobierno provisional de de Gaulle.
De Gaulle quiso que su país (Francia) no se convirtiera en satélite de UK y USA, quería que Francia fuera
una potencia. Esta experiencia de la guerra imprimiría una marca sobre las actitudes francesas hacia USA
cada vez que se planteaban cuestiones coloniales pues creían que Washington quería expulsar a los
franceses para quedarse con la región africana.
El poderío norteamericano, su aislamiento geográfico, su inmadurez en cuestiones exteriores producían esa
mezcla de rectitud e irresponsabilidad que los británicos encontraban tan abrumadora.
La diferencia principal entre las habilidades respectivas de británicos y franceses para descolonizar va desde
las consideraciones internacionales a un análisis de las instituciones políticas propias de cada país. En UK
existía una “oposición leal”, un estable sistema bipartidista y un Ejecutivo fuerte. En Francia “oposición
desleal” tanto de derecha como de izquierda, un sistema multipartidista y Ejecutivo débil; de ahí que los
franceses no fueran tan capaces como los británicos de procesar un problema de la magnitud de la
descolonización.
La disciplina de los partidos, la fortaleza institucional de la conducción del gobierno y la forma en que los
conflictos partidarios tendían a aumentar la solidaridad partidaria significaban que desde mediados de 1940
hasta mediados de los 60, la política imperial británica se caracterizo por su coherencia, consistencia y
fortaleza.
En contraste con esto, en Francia, los políticos socialistas, los observadores académicos u los militares de
derecha coincidían en un punto: todos le daban la responsabilidad por las terribles experiencias de la
descolonización a los múltiples defectos estructurales del sistema gubernamental de la Cuarta República.-
Tanto en la Tercera República como en la Cuarta, las causas reales de la debilidad política de Francia,
deben encontrarse en su división política que, si bien no era algo tan grave como para impedir que
gobernara una coalición de centro, imposibilitaba la unidad indispensable para un gobierno efectivo.-
Ineptitud alimentándose de ineptitud hasta que la insolvencia de la autoridad gubernamental alcanzaba tales
proporciones que, ante la primera amenaza sería de insubordinación militar, todo el régimen se derrumbaba.
El estilo de la descolonización europea tiene que ver no tanto con las estructuras y consideraciones políticas
de Londres y París como con el carácter del nacionalismo en el imperio de Ultramar.Por cuidadosa que sea la comparación que se haga entre las políticas de París y Londres, un enfoque de
este tipo centra excesivamente el estudio de la descolonización en las capitales imperiales, descuidando el
papel decisivo desempeñado por los pueblos de Asia y África en su propia liberación. Porque puede hacer la
historia de la descolonización no desde el punto de vista europeo, sino centrándose en los desarrollos
asiáticos y africanos.
Para hacer una apreciación justa del problema colonial que enfrentaba París y Londres, nuestra atención
debe volverse desde esas capitales hacia Hanoi y Delhi, El Cairo y Argel, Accra y Abidjan.
La política francesa era la misma en todo el imperio: las reformas políticas se concedían sólo en la medida
que se consideraba que servirían para preservar el gobierno francés. De Gaulle era el principal arquitecto de
este plan y se lo dijo a los vietnamitas en su declaración de 1945 y sus sucesores en el poder lo reafirmaron
en sus negociaciones con Ho Chu Minh en Fontainebleau. La segunda Asamblea Constituyente adoptó la
misma posición con los argelinos y la primera legislatura de la Cuarta República lo confirmó al redactar el
estatuto de Argelia.
Posteriormente, los franceses demostraron cuán seria era su decisión. En 1946 bombardearon el puerto de
Haiphong, matando a varios miles de vietnamitas, para expulsar al Vietminh de la ciudad. En 1947
respondieron a un raid nacionalista sobre una base militar de Madagascar con una represión que causo la
muerte de 80 mil malgaches. Poco después los franceses iniciaron al sur de Sahara una represión contra la
Asociación Democrática Africana.
Si la política era la misma, los resultados no lo eran. El mismo mes del ataque francés de Haiphong, el
Vietninh respondió con un intento de golpe de Hanoi.
Pero en África negra la política tuvo éxito. ¿Por qué esta política tuvo tanto éxito en África cuando fracasó por
completo en otras partes?
Luego de la 2GM, el nacionalismo africano de los territorios franceses encontró su más avanzada expresión
en Senegal y Costa de Marfil. Costa de Marfil fue la que rápidamente emergería como el territorio clave de la
política francesa al Sur del Sahara. Allí la principal organización política era el Partido Democrático de la
Costa de Marfil demostró su influencia al aprobarse la legislación que puso fin a las odiadas regulaciones
sobre trabajo forzado que habían regido en el África francesa durante las Tercera República. Este logro fue el
comienzo de un mito sobre Houphuet, la primera tradición verdaderamente nacional de Costa de Marfil.
El aspecto económico del problema era común para el mundo de posguerra: escasez e inflación, pero en
Costa de Marfil era más grave por la aguda declinación por los precios del café y el cacao.
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En la primera Asamblea Constituyente francesa los diputados africanos habían reconocido a los partidos
socialista y comunista como sus aliados en el esfuerzo por conseguir reformas liberales en el gobierno
colonial. Las reformas se modificaron. Las presiones combinadas del grupo de colonos, la admonición de de
Gaulle de actuar con firmeza y la necesidad de llegar a alguna posición inequívoca en las negociaciones con
el Vietminh se conjugaron para producir un texto en el que la Segunda Asamblea Constituyente definió a la
Unión Francesa en términos menos liberales de los que se habían propuesto antes.
Como respuesta unos 800 delegados del África francesa se reunieron en Bamako para coordinar sus
esfuerzos y obtener reformas liberales. Para sabotear el congreso, el Partido Socialista convenció a sus
afiliados africanos que boicotearan la reunión.
Años después esto resultó importante cuando se planteo el problema de lograr Independencia como una
federación y los unionistas del RDA se encontraron separados de sus aliados y la federación se rompió en
Estados soberanos.
El boicot de los partidos franceses, invitados como observadores a la conferencia, hizo que los africanos
respondieran favorablemente al único partido metropolitano presente: el POF. Por consiguiente, no podía
sorprender que el recién creado RDA se alineara con los comunistas en la primera legislatura de la Cuarta
República.
Cuando en mayo del año siguiente, los comunistas fueron excluidos del gobierno francés, para cuando se
desencadenaron las huelgas ferroviarias en África occidental en 1947, París comenzó a prever la necesidad
de enfrentar al África occidental con la misma firmeza que había mostrado Indochina, Argelia y Madagascar.
En 1948 se designó gobernador general del AOF al diputado socialista Paul Bechard y se nombró a Orselli
gobernador general de la Costa de Marfil. Al comienzo, los dos adoptaron una politica algo conciliadora, pero
cuando no obtuvieron resultados positivos, Orselli remplazado por Pechoux y la administración actuó con
firmeza para que el territorio quedara libre del RDA. Esta represión se ejerció con más dureza en Costa de
Marfil. Se encarceló en masa a los funcionarios del PDCI, se elevaron los impuestos de las aldeas, se
prohibió a los peregrinos viajar a la Meca, si eran miembros del partido. Los administrados reorganizaron los
distritos electorales y manipularon los resultados de las elecciones para favorecer a sus candidatos. La
represión no quedó sin respuesta. Entre 1949 y 1950, el partido respondió a esas medidas con la misma
moneda. Huelgas de hambre, manifestaciones masivas, actos de desobediencia civil y luchas callejeras
cobraron la vida de cantidad de africanos mientras cientos eran heridos y miles arrestados.
Estos acontecimientos llevaron a que la política alcance sus objetivos. La fuerza tuvo éxito. Aquí se
encuentra el éxito señero de la descolonización francesa, el modelo de la política reformista dentro del orden
diseñado para garantizar la permanente presencia francesa en los territorios de ultramar.
El PDCI podía parecer una fuerza poderosa respecto de otras formaciones políticas del África francesa, pero
simplemente no podía tolerar las presiones que le infligía la administración francesa.
Si bien es cierto que la SAA asociaba a los jefes tribales con los aldeanos y que Houphouet tenía
credenciales importantes como plantador como en su calidad de descendiente de una familia sobresaliente,
esto no bastaba para constituir una fuerza suficiente para oponerse a los franceses. La debilidad fundamental
del partido provenía de la estructura tribal del país.
En una palabra: por ser el principal plantador de Costa de Marfil, Houphouet Boigny comprendió lo obvio: el
futuro de su clase, y por tanto de su pueblo, estaba con Francia. ¿Movilizar al campesinado? ¿Conducir una
guerra de guerrillas? Nada parecía menos probable. Tal como este católico, este jefe tradicional, este
portavoz principal de la burguesía africana dijo a sus compatriotas al inaugurar una feria en 1953; “si Uds. no
desean vegetar en chuzas de bambú, concentren sus esfuerzos en cultivar buen cacao y buen
café.Alcanzarán altos precios y se volverán ricos”
A comienzos de 1950, para promover las exportaciones de esos productos, Costa de Marfil necesitaba la
cooperación de Francia. En 1954, por un acuerdo con Francia, se contribuyó al café marfileño, una cuota de
garantía y un precio mínimo en los mercados metropolitanos. La ascendente clase media de plantadores
africanos, junto con sus colegas terratenientes de clase alta, dependían de la estabilidad de esos contratos
para su subsistencia.
Houphouet Boigny y sus intereses enfrentaron además otro desafío: la amenaza de ser incorporados a una
África Occidental federal. Desde 1904, Francia acostumbraba financiar a la federación con los impuestos
indirectos.
Para lograr separarse del AOF, Costa de Marfil necesitaba el apoyo de Francia, en toda la federación
predominaba la concepción unionista.
Sin embargo la Cuarta República cayó antes que las asambleas territoriales hubieran asumido sus nuevas
prerrogativas. Ahora el esquema francés para el África se expresaba en la idea de de Gaulle de la
“Comunidad Francesa”. Según la constitución de la Quinta República, Áfricatenía dos opciones: la
“federación”, subordinada a Francia, o la independencia. La política de la Quita República era esencialmente
la misma que la 4ta en lo que respecta las federaciones africanas. Aquellas no podían esperar ayuda de
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París pues Francia no quería apoyar una evolución gradual hacia una estructura federal del AOF que
redujera el control metropolitano.
Una comparación de Costa de Marfil con otras colonias sugiera que la variable central se debe analizar para
comprender la respuesta de éstas a la política metropolitana es la posición de poder que detentaba
localmente la elite nacionalista predominante. Opuesto que toda guerra de liberación nacional incuba un
conflicto civil, de hecho, la elite nacionalista está luchando en dos frentes: contra el poder imperial y contra
los demás grupos locales que se esfuerzan en reemplazarla. Las elites dominantes evitan una confrontación
armada con la autoridad imperial.
Las elites comprenden que los primeros reverses militares que, según es de esperar, pueden sufrir, pueden
desatar las fuerzas centrífugas de las divisiones étnicas y de clase que tan profundamente marcan a la
mayoría de las sociedad coloniales. Puesto que en el contexto colonial, la guerra será prolongada y
descentralizada la elite nacionalista que domine el comienzo puede verse desplazada por líderes
nacionalistas rivales.
La guerra civil acecha en el corazón de cada movimiento de liberación nacional. Poco después de la firma del
trato angloirlandés de 1921, estallaron graves conflictos en Irlanda, que se prolongaron dos años hasta que el
gobierno provisional pudo controlarlos. Durante las décadas posteriores, esta situación de enfrentamiento
siguió marcando la vida irlandesa. De nuevo: en medio de la misma lucha contra el esfuerzo holandés para
recuperar sus Indias Orientales, los comunistas intentaron un golpe contra el gobierno Hatta-Surkano (la
rebelión Madrun de 1948) que el ejército indonesio nunca olvidó. En Túnez, Bourguiba descubrió que su
aceptación de la “autonomía interna” como preludio para una eventual independencia era rechazada por
Salah ben Youssef, secretario general del partido Destour, quién tenía gran apoyo en el país así como de los
argelinos y los egipcios.
Por mucha renuencia que mostrara cualquier país nacionalista para entrar en guerra contra la autoridad
imperial, esas confrontaciones existieron. Los grupos dominantes con menores probabilidades de plantear un
desafío prolongado al orden colonial son los que admiten la fragilidad de su control local y su eventual interés
en una conexión europea. Un caso en que surge esto es en Costa de Marfil. Allí, los factores locales – la
amenaza de que el territorio fuera incorporado al AOF se combinaban las consideraciones internacionales –
el tratamiento preferencial que la producción local de café y cacao recibía en los mercados franceses para
dictar una política de prudencia respecto de París.
¿Qué tipos de elites nacionalistas serían capaces de desencadenar conflictos violentos con un régimen
imperial? Tres situaciones tienden a producir tales líderes: donde nunca se creó una elite dependiente del
poder externo: donde una vez creada esa elite, se la destruyó: donde esa elite fue desplazada por el
surgimiento de una formación política rival.
Es el caso de Argelia, simplemente nunca se creó una elite musulmana cuya oposición dependiera del favor
de Francia. Los colonos se apropiaron del papel de una elite nativa. En consecuencia no surgió una
importante clase musulmana afrancesada, y a medida que avanzaba el siglo XX, se volvió más probable que
las terribles quejas del campesinado musulmán se dirigieran contra los franceses sin pasar por la mediación
de una burguesía nativa.
En 1954 estalló la revolución, los franceses buscaron algún grupo con autoridad con el cuál pudieran
negociar un arreglo en mejores términos que los que exigía el frente de liberación nacional. No encontraron
ninguno, en parte, porque la historia de las elecciones fraudulentas servía para tildar de títere a cualquier
argelino que trabajara con los franceses, pero más todavía, porque la clase que hubiera podido considerar
que sus intereses futuros dependían de Francia y que hubiese podido temer un levantamiento radical
campesino no era bastante amplia.
En el caso de Indochina, se había destruido a la elite nacionalista que hubiera podido tener interés en
cooperar con los franceses después de 1945.
Otros desarrollos contribuyeron a que fuera difícil encontrar un contrapeso local para los comunistas después
de 1945.
Por mucho que se pueda admirar al movimiento de liberación vietnamita liderado por los comunistas, no
hacen justicia a sus logros considerar inevitable su victoria.
Es instructiva una comparación de Indochina con Indonesia, las principales diferencias entre las dos son más
políticas que económicas o sociales, si uno se interesa por evaluar las posibilidades que en Indonesia
estallara una revolución liderada por los comunistas. En 1930, si algo tenía esa colonia, era un porcentaje de
campesinos desposeídos muy superior al de Indochina, mientras las plantaciones holandesas y la clase
comerciante china realmente ahogaban el crecimiento de una clase media indígena. Los comunistas habían
llegado a Indonesia antes que a cualquier otro país de Asia y África, y adquirieron un lugar propio en la
política local.
Si hacemos una comparación con Indochina, en ella el comunismo choco contra obstáculos políticos.
Primero: el partido comunista indonesio (PKI) tuvo poco sentido de la oportunidad cuando encabezo
levantamientos. Mientras en Indochina los nacionalistas no comunistas fueron destruyéndose al levantarse
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contra los franceses antes de la 2 GM, la revuelta del PKI en 1926/7 hizo retroceder al partido durante más
de una década, mientras se fortalecían las otras organizaciones nacionalistas, menos dispuestas a usar la
fuerza.
Durante la guerra, el PKI se incorporo al frente unido con otras fuerzas nacionalistas para luchar tanto contra
los holandeses como contra los japoneses. Derrotado Japón, los nacionalistas indonesios no comunistas
gozaron de una autonomía desde el punto de vista organizativo y militar, que no conocieron los indochinos.
Después de un esfuerzo para volver a ocupar las islas, los holandeses cedieron a la presión de las Naciones
Unidas y especialmente de los norteamericanos y, en 1949, concedieron la independencia de la región. En
Indonesia, el comunismo no fue derrotado por las predisposiciones de la estructura del país, que más bien
favorecían su desarrollo, sino por una serie de desarrollos políticos fortuitos.
Hay un tercer tipo de situaciones donde cabía esperar que una elite nacionalista se opusiera al orden colonial
basándose en su posición de poder local. Es el caso de una burguesía manufacturera nacional, cuyo
surgimiento desplaza a la elite previamente dominante en nombre de tarifas protectoras para sus jóvenes
industrias y en beneficio de una producción agrícola mas nacional para alimentar al proletariado urbano y
aumentar la demanda rural de bienes manufacturados, India es un ejemplo de esta situación. Allí la alianza
del campesinado con la creciente burguesía urbana realizada por Gandhi después de 1920 por intermedio
del partido del Congreso nacional, creo la fuerza que eventualmente convencería a los británicos. Esta
burguesía manufacturera tenía sus raíces en la década de 1850, en las tejedurias de Bombai y en la industria
del yute de Calcuta. El movimiento de ese Swadeshi comenzó en 1905 debido a la decisión británica de
dividir Bengala e implico un boicot a los productores británicos a favor de los locales, demostrando así a esta
burguesía en términos tangibles la utilidad del nacionalismo. Pero el periodo de mayor expansión de este
grupo comenzó después de la 1 GM cuando Gran Bretaña acepto la primera tarifa protectora para India,
puesto que los japoneses se estaban aprovechando cada vez más de los bajos impuestos aduaneros al
subcontinente.
Gandhi difundía el credo nacionalista entre el campesinadoindio. Su mayor éxito fue el programa de 1920
de “plena no cooperación” con la constitución de 1919, pero gano aún más apoyo a comienzos de 1930 con
su famosa campaña mundial de desobediencia civil Brindó el vínculo ideológico donde pudieron unir sus
fuerzas el campesinado y la elite manufacturera.
El caso de la India nos presenta una elite nacionalista que seguramente vaciló antes de lanzarse a una
revolución, pero que mostraba indicios de hacerlo si los británicos se negaran a concederle la Independencia.
Argelia e Indochina no tenían ningún auténtico paralelo en la experiencia británica.
Para Francia, Argelia significaba el hogar de más de 2% de la población nacional, el emplazamiento de
recursos petroleros de urgente necesidad y su capital estaba solo a 500 millas al Sudoeste de Marsella.
Dicen que es comparable con lo que Kenia fue para los británicos, pero no es así. Kenia era tan poco
importante que los británicos pudieron hacer acuerdos para vender las granjas europeas a africanos por su
valor total, creando así, una elite exportadora en la que podían basar sus relaciones posindependentistas.
Por el contrario, en Argelia la presencia de colonos, incomparablemente poderosa, impedía a los franceses
copiar el ejemplo de la República de Sudáfrica y separarse de su territorio norafricano. Argelia era mucho
más pobre que Sudáfrica. Por estas razones (que tienen que ver con Argelia y no con Francia) la retirada fue
difícil. Aunque los franceses hubieran tenido la experiencia y las instituciones británicas, no es seguro que
habrían podido responder a la crisis más hábilmente.
La comparación entre Indochina y Malasia es más ambigua. Pero en Malasia, la fortaleza importante de los
no comunistas después de 1945, se combinaba con la buena voluntad británica para trabajar con ellos en la
constitución de una fuerza nacionalista capaz de golpear a os insurgentes. Los británicos comenzaron con
más ventajas que los franceses y trabajaron en ellos con mayor destreza.
El fracaso más célebre de los británicos fue la toma del canal de Suez, por Nasser, en 1956.

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