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Teórico N° 7 - Políticas y Planificación de la comunicación: acceso y participación
Diego Rossi 26/04/06
El texto con el que vamos a
trabajar hoy tiene cinco años, hay
ciertas cosas que han ido cambiando, no
muchas. Por ejemplo, hace un mes se
produjo una modificación en la ley (art.
45, que amplía los tipos jurídicos de
personas que pueden tener una licencia).
Aunque estas modificaciones en la
normativa aún no se han traducido en el
mapa de medios existente en el país.
En algún momento surgió la
necesidad en la cátedra de tener un texto
vinculado con el acceso y la
participación como indicadores de la
democratización de las comunicaciones.
Empezaría preguntándoles quién
creen ustedes que decide sobre la
programación de los medios masivos de
comunicación, personas de carne y
hueso. El gerente de programación que
decide qué programa va a tal horario,
para competir con tal otro, para un
determinado publico, el diseño de la
estrategia de cada pantalla.
Obviamente, analiza los riesgos
que hay, tiene determinados gastos,
tiene determinados parámetros que les
hace pensar qué es lo que deben hacer
para obtener ciertos resultados que le
permiten estar al frente de la
programación.
Vamos a partir de una pregunta
muy sencilla, no para contestarla en el
momento sino a lo largo de la clase. La
planteo en forma sencilla porque
también, cabe pensar hasta qué punto es
pertinente este tipo de análisis
sociopolítico, en vez de otros menos
rigurosos, que en muchas ocasiones
caen en tecnologismos o cuestiones
técnicas "de medición". Es decir, donde
prima lo tecnológico y se hacen
naturalizaciones sobre las formas que
adoptan los sistemas de comunicación
masiva.
La lógica del mercado
competitivo de la Argentina hoy es la
que nos hace pensar en ciertas formas
"naturales", de analizar las estrategias
de los sectores que intervienen en los
medios masivos.
Si ustedes se fijan los desarrollos
argumentativos que se están planteando
hoy en día, con el naturalismo que uno
habla de las nuevas tecnologías creo que
no debemos dejar de ver matrices que
vienen de un tiempo atrás y que vienen
siendo muy operativas.
En ese sentido, también, me
parece interesante pensar sobre las
nuevas utopías que dicen que las nuevas
tecnologías nos permiten
democratizarnos, y poder ser
productores o difusores de un mayor
flujo de la información. Lo cual puede
ser contrastable empíricamente, pero
por el otro lado no hay demasiado
análisis en términos de construcciones
políticas y sociales sobre las que se
organizan este desarrollo.
Muchas veces criticamos a los
políticos o a los analistas políticos que
se manejan con encuestas de dudosas
rigurosidad: vemos que se realizan
sondeos sobre ciertos segmentos de
población, qué tipos de preguntan se
realizan, existen una cantidad de
elementos que determinan la
rigurosidad de métodos que mide la
opinión pública que puede ser dar
resultados poco consistentes o
subjetivos a partir de un método
endeble, resultados que pueden cambiar
de un momento a otro.
Lo que no queda claro, aunque a
veces sí es muy criticado desde los
ámbitos como el nuestro, pero no entre
la gente, es sobre la legitimidad de la
toma de decisiones en la programación
de los medios masivos en base al rating.
Que dicho de sea de paso, creo que tiene
menos rigurosidad que el contenido de
las encuestas por parte del mercado.
1
Es cierto, hay que creer en algo,
de hecho la construcción del concepto y
las instituciones de la democracia que
veíamos en algunos textos de la unidad I
nos sirven para referenciarnos en un
marco político determinado, así como
también, nos acostumbramos a convivir
con lo mediático en el cual existen
ciertas lógicas que -como consumidores
o ciudadanos no las conocemos
demasiado- pero sabemos que existen.
De Roncagliolo tomamos la
reducción de la noción de ciudadano a
consumidor. Pareciera que como
receptores también asumimos este papel
de consumidor, entonces, también en las
producciones en vigencia aparece una
muy fuerte apelación hacia nuestra
capacidad de elección. Algunos
productores de contenidos y defensores
del paradigma neoliberal tratan de que
esa capacidad de elección entre ofertas
aparezca como una capacidad de
decisión autónoma de las restricciones
de su producción.
Por otra parte, los estudios de los
análisis políticos que se practican a
través de las columnas de opinión o en
los medios masivos en general han
variado entre los años '60-'70 y la
actualidad. De la lectura de
movimientos sociales o de cuestiones
socialmente problematizadas se pasó al
análisis de movimientos tácticos o
entretelones de estrategias personales de
algunos actores políticos con nombre y
apellido.
Esto, trasladado al análisis de la
televisión de hoy, tiende a evaluar la
tabla de posiciones en la pelea por el
rating y los pases de las figuras de un
canal a otro. En ese sentido creo que
hay una escasa densidad del análisis. En
los medios masivos, más allá de lo
paródico como género desde la "Noticia
Rebelde" para adelante, se habla muy
poco de políticas de comunicación. En
líneas generales entre políticas y medios
entiendo que hay un paralelismo, y
podríamos decir que está vinculando
cierto sistema político con una
estructura de medios imperante dentro
de las ideas paradigmáticas de una
época.
Creo yo que acceso y
participación nos pueden servir como
dos indicadores de la democratización
de las comunicaciones en la medida que
nos permite analizar desde la dinámica
de un sistema de medios, también qué
características de ordenamiento
comparte ese sistema de medios con
otros sistemas de participación,
co-gestión o involucramiento de la
sociedad en esferas no mediáticas.
Es decir, recuperar la densidad
de la lectura política: no es simplemente
una cuestión de técnica institucional, de
decir, bueno a los británicos o
argentinos se nos ocurrió un armado de
un sistema de medios porque nos gustas
o nos va bien así, ese armado consta de
una serie de características y derechos
de los ciudadanos, tiene que ver con una
serie de fuerzas que devienen de una
práctica política cotidiana.
Vamos a pasar al punto más
concreto de la clase, dentro del marco
de las Políticas Nacionales de
Comunicación. Estamos retomando
definiciones de la UNESCO de 1977,
entendiendo que se integra a la
definición de PNC en ese momento el
concepto de participación en un intento
de dar sentido valorativo a las Políticas
Nacional de Comunicación: esto es el
pasaje de una PNC "formalista" a una
PNC "contenidista".
Acceso tiene que ver mucho con
el Pacto de San José de Costa Rica que
establece que "todo individuo tiene
derecho a producir, recibir, y
difundir...". Entonces, este primer nivel
de acceso está relacionado con la
capacidad de recibir información. La
construcción de la democracia moderna
se basa en este debate con un
preconcepto: que todos tenemos la
necesidad de estar informados, de
2
conocer lo que sucede en la arena
pública.
Si no ¿de qué vamos a debatir y
decidir si no sabemos de qué se está
hablando?. Es decir, estamos retomando
la valorización de que la disponibilidad
de información pública es
necesariamente constitutiva de un
ordenamiento político. Esto es
clarísimo: necesito conocer que es lo
que esta sucediendo. Y hoy en la
Argentina aún no esta garantizado en
todo el país el primer nivel de acceso.
Quizás en los países europeos
pudo haberse logrado en los años '60.
Pero hoy canal 7 no llega a todo el país.
Esta bien, habrá emisoras comerciales
en los principales centros poblados,
donde se encuentran los centros
urbanos. En argentina, más del 95 % de
la población tienen acceso a un canal, es
decir, yo pongo una antena y alguna
señal de TV abiertas recibiré. Eso no
significa que en todos los lugares del
territorio argentino compren un aparato
de TV, ponga la antena y agarre un
canal de televisión abierta. Es algo que
todavía en la Argentina el primer nivel
de acceso no esta garantizado.
Agregaría algunos otros
problemitas a este primer nivel de
acceso para que no quede sólo como
una cuestión tecnológica a resolver, hay
otro inconveniente,por ejemplo, el
lingüístico. Si yo tengo países con
regiones de diversidad lingüísticas
donde sólo se garantiza el acceso al
castellano, cuando tengo por ejemplo un
30 % de habitantes que hablan otras
lenguas (guaraníes, coyas u otras etnias
aborígenes rurales, por ejemplo), estoy
garantizando cierto acceso dentro de
parámetros bastante excluyentes.
En realidad, si uno retoma
paradigmas del imperialismo en esta
visión de la conquista moderna de
Latinoamérica, en realidad lo que estoy
haciendo es forzando a la asunción de
paradigmas de la modernidad o del
mundo occidental o de determinados
sesgo cultural y lingüístico a un sector
que quisiera preservar sus formad de
comunicación y digo, bueno acá tenés el
adelanto tecnológico, la radio o la TV
llega a toda la población.
Esto que parece bastante obvio
fue debatido y desarrollado en la década
del '60 o '70 cuando existían gobiernos
de facto (aunque este tema espinoso no
se ha resuelto tampoco en gobiernos
democráticos). No sé si alguno de
ustedes estudió textos sobre
comunicación alternativa.
Alguna vez leí que el presidente
boliviano Banzer, para luchar contra las
radios mineras entre los integrantes o
simpatizantes de movimientos sociales
repartía radios con el dial fijo en una
emisora: Radio Nacional Bolivia. Es
decir, garantizo el acceso pero hasta
donde me conviene o bajo las
condiciones que me convienen.
Esto también sucedió cuando el
gobierno militar brasileño estaba
generando, con el desarrollo de la red O
Globo en el interior del Brasil, una
política vinculada al ejercicio de cierta
soberanía y la garantía de cierta llegada
mínima a toda la población, pero con un
mensaje único.
Entonces, ¿cómo se puede
garantizar el primer nivel de acceso en
radiodifusión? generando emisoras
repetidoras que es la forma más clásica.
(Repetidoras para amplificar la potencia
de la emisora de cabecera, pero no son
productoras de contenido).
Atención que la subida al satélite, no se
si ustedes habrán visto algún folleto de
propaganda de señales de TV por cable,
dicen por ejemplo "llegamos a 50
millones de hogares".
Esto no es verdad. Porque para
ello necesitan que alguien "baje" esa
señal, es decir, esta arriba, en el satélite
no significa que todo el mundo pueda
bajar esa señal. Ustedes saben que hay
dos formas de subir señales al satélite.
Una codificada y la otra, sin codificar.
3
Si la señal está codificada, debe
ser decodificada por un distribuidor de
señales, es decir, un operador de
televisión satelital o por cable con lo
cual ya hay un sistema de pago. No se
olviden de que lo importante es que la
señal sea bajada por el receptor, no
solamente ser subida al satélite por un
canal o productora. Por eso cuando ATC
(Canal 7) dijo en 1982 que se había
garantizado el acceso, eso virtualmente
fue así porque había generado una señal
satelital de TV.
Otra cosa: tengan en cuenta que
en los paradigmas del Estado de
Bienestar los servicios de radiodifusión
sostenían que eran de difusión gratuita.
Pero a partir de la televisión por cable o
satelital empieza a darse cada vez más
el formato de "pagar para ver", se
empiezan a desarrollar nuevos servicios
que no van al publico masivo sino que a
los que tienen dinero. Antes había una
libre concurrencia en el mercado y
luego, entendemos que todos somos
vendidos como audiencia o un número
de rating a los anunciantes, es decir que
directamente no pagamos para ver TV
abierta.
Aparece, entonces, el desafío de
garantizar un libre acceso, pero también
aparece como muy necesario empezar a
pensar en lo segundo: la diversidad.
Segundo nivel de acceso: recibir
más de una señal de un mismo servicio.
Podríamos decir que la Argentina ha
sido el país con mayor densidad de
población con cable de la década del
'90. En muchos hogares si uno no tiene
cable no se puede ver nada, el dilema no
es cuantos canales de cable se tienen: en
el interior hay uno o a lo sumo dos
canales de TV hasta en ciudades
grandes como Córdoba, Mar del Plata o
Mendoza.
Uno podría generar la hipótesis
que en argentina hubo mucho desarrollo
de la televisión por cable producto de la
necesidad de consumo de la televisión
dado que había y sigue habiendo una
sub-explotación del espectro
radioeléctrico. Es decir, porque había
poca televisión por aire.
¿Cuántos canales de televisión
abierta hay en la Argentina? ¿Quién dijo
cinco? Bueno vos sos seguramente de
Capital, tenemos la visión de la Ciudad
de Buenos Aires, pero son cincuenta.
Hay cincuenta canales de TV abierta, lo
que pasa es que después los que
producen el 90% de los contenidos son
cuatro o cinco productoras asociadas a
los canales de Capital, en un sistema
históricamente arraigado de producción
de contenidos centrado en Buenos
Aires.
Esto genera concentración y
dependencia, y para colmo, los que
vivimos en el Área Metropolitana de
Buenos Aires asumimos que está todo
bien y por lo tanto no hay visión crítica
desde el mayor centro de generación de
doctrina y toma de decisiones. Se
genera esta dependencia cultural de la
gente respecto del consumo audiovisual,
y también del teatro, el cine como parte
de lo audiovisual.
Este sistema de producción no
comienza con el teleteatro sino que se
remonta hasta el radioteatro en la
década del '30. Por eso digo, está bien
que hagamos un análisis crítico sobre la
relación del Estado, de los medios y la
sociedad pero no lo hagamos
sincrónico, démosle volumen temporal
porque tiene que ver con las estructuras
de producción y distribución que se
fueron generando.
Claramente, el problema que
tenemos es de diseño de país con un
centro en el área metropolitana de
Buenos Aires con 14 millones de
habitantes, con dos ciudades como
Córdoba y Rosario con un millón y
medio de habitantes y el resto. En
realidad es un país muy centralizado.
Cuando uno dice "Capital e interior" ya
tiene una posición complicada,
etnocentrista si se quiere, y sobre ese
4
diseño de país se monta una estructura
de medios desequilibrado.
Antes de seguir, tengamos en
cuenta que en la Argentina hay un
Estado subsidiario. Por ejemplo, radio
Nacional cumplía sobre todo cuando
funcionó más descentralizadamente con
40 radios de fronteras, generó una
cobertura y un vínculo con la
comunidad, que no tenía teléfono
entonces, utilizaban la radio para
comunicarse por medio de mensajes,
van a garantizar el acceso a nivel radio.
Hay una búsqueda de garantizar
el nivel de acceso a través de la radio
pero con respecto a la televisión se
complejiza, porque la televisión implica
mayores costos. A diferencia de los
estados europeos o por ejemplo el caso
cubano que antes de la Revolución tenía
cuatro emisoras en la Habana y ninguna
en el interior de la isla. Luego, con los
mismos recursos, el gobierno socialista
rediseñó un canal central y otro canal
formado con cinco productoras
regionales que transmitían en red.
Es decir que con un mismo
recurso tecnológico se pudo armar otro
diseño comunicacional. Pensemos esto
en la Argentina con los mismos recursos
instalados hoy, claro hay un pequeñito
problemita: la propiedad de estos
recursos de producción y emisión es en
un altísimo porcentaje privada y
concentrada.
Luego la diversidad, después
podemos discutir si los mensajes
estaban dirigidos para cierta población.
Pero si no tenemos garantizado el
primer nivel de acceso, no podemos
avanzar en un segundo nivel.
En el caso europeo el Estado
garantiza el acceso, desde los años '60
los gobiernos se quejan de lo costoso
que es garantizar el acceso pero lo
hacen con emisiones para todos sus
países, primero garantizan el acceso y
luego, la diversidad a través del segundo
y tercer canal públicos.
Pero volviendo a Argentina,
claramente no aparece la necesidad de
que el Estado garantice el acceso ya sea
por sí mismo, o mucho más difícil que
sea garantizado por ambos, es decir, por
el Estado y el sector privado. Parece
difícil que el Estado garantice la
diversidad, cosa que sí se supone que
hará el sector privado y sí va a dar la
competencia. De todas formas el
discurso de los privados licenciatarios
de medios es que haymuy poco lugar
para competir.
Hay lugar para tres o cuatro
competidores, dicen, que no hay más
lugar para todos, porque el mercado no
da. Si ustedes toman el discurso de los
empresarios de medios, o de Bárbaro
(interventor del COMFER) que dice que
se extienden las licencias de los medios
porque deben recuperar su modelo de
negocios dañado por la crisis, es decir
que el Estado reguló para que los
privados resuelvan su tasa de ganancia.
Esto no es un sistema complementario,
en todo caso es un sistema
"suplementario".
Segundo nivel de acceso:
podemos hablar de diversidad.
Diversidad no es lo sinónimo de
cantidad pero es un debate más
complicado, que se ha hecho desde la
noción de servicio público. Por
supuesto, que seis canales tienen más
posibilidades de diversificar la
programación que dos o tres.
Es decir, de acuerdo, si no existe
ningún nivel tipo de pautas, restricción,
normativas o planificación, el sistema
de medios privado comercial genera por
lo menos ciertos límites a una
diversidad ideal. La programación
orientada al consumidor busca un perfil
joven, profesional o para los chicos, en
el caso de un programa infantil. No va a
buscar un segmento de trabajadores, de
pobres o marginados. Por ahí sí una
iglesia determinada busque a sus
creyentes.
5
En general, el tipo de
segmentación que aparece es ABC1, C
2. Siempre buscando la crema del
negocio en términos socioeconómicos.
Entonces, hay claramente una serie de
segmentaciones que no son tenidas en
cuenta por el sistema de medios
comerciales, por lo menos para generar
ganancias. Esta diversidad no solo tiene
que ver con cantidad sino también con
búsqueda de balances, equilibrios y
fundamentalmente debemos ver a qué
definimos como necesidades de
comunicación de grupos sociales
determinados. Todo lo que dije hasta
acá es de retroacción.
Ahora vamos a discutir un
poquito, yo lo que digo es que mandar
una carta al correo de lectores no es
participar, que llamar a la radio no es
participar, que concursar en un
programa de preguntas y respuestas no
es participar. Lo que argumento es que
en la medida en que seamos
interpelados, convocados a meternos
dentro de determinado espacio, no tengo
un rol activo, sino que formo parte del
formato de otro, que me ilumina, es
decir, tengo "30 segundos de Fama",
porque Tinelli piensa que es bueno esos
"30 segundos de Fama". ¿Para quién es
bueno? Para Tinelli y para el
concursante también. Tal vez consiga
trabajo o un rebusque.
Qué quiero decir con esto. Estas
intervenciones del público en el medio
son decisiones del empresario, no es un
derecho adquirido como ciudadano o
receptor. Por supuesto, es que es más
agradable que un medio tenga su correo
de lectores, y que publique todo lo que
le mandan. Pero lo hacen hasta cierto
punto.
Yo quisiera saber cual es el
criterio que usa Mirtha para seleccionar
a la gente con la cual se sienta a
almorzar, yo no le puedo demandar a
Mirtha un criterio, Mirtha si quiere me
dice o no me dice nada, tampoco tiene
la obligación de invitar a alguien gratis
o cobrándole, o de invitar a alguien
conocido o desconocido. No la tiene
porque nadie le exige que lo tenga. O de
preguntar incisivamente, y que descubra
la verdadera cara del entrevistado.
En esta materia respetamos las
corrientes de análisis de la recepción
crítica, compartimos la base y de ahí en
más tenemos en cuenta una cantidad de
características que forman parte de la
matriz bastante complicada que juega
entre la estructura de medios y las
personas en su rol de receptores. Pero
entendemos que participar no es
solamente ser interpelado desde una
programación. Así que como ustedes
verán, a través de las prácticas
comunicacionales actuales, estamos
bastantes limitados en este sentido.
Sigo entonces, me queda
participación. Estamos pensando
participación como una acción activa y
orgánica de personas o representantes
de distintos sectores políticos, culturales
o sociales en espacios autónomos de
comunicación social.
La verdad que es un lío
organizar esto de la participación, hay
que dar muchas explicaciones. Ahora
esto lo puede dar solamente el Estado.
¿Qué difícil, no?
La visión que tenemos es que sí,
por supuesto, el Estado debería
garantizar instancias y parámetros para
la participación, lo cual no significa que
suceda. Y en este problema de la
participación interviene un factor básico
que es la crisis de representación.
La crisis de representación no es
un problema argentino, muy
probablemente esto sucede en todas las
esferas políticas contemporáneas. Los
ciudadanos en ese rol son representados,
estén o no de acuerdo, o tal vez no le
interesa demasiado, tienen sus
representantes pero descreen de su
legitimidad.
En los prácticos hacíamos la
prueba de que levanten la mano quiénes
de ustedes piensan que están
6
participando de alguna organización
religiosa, política, social o cultural. En
la década del '70 parecía vergonzante no
participar en la dinámica de la vida
política, social. Hoy por hoy está más
asumido en la mayoría esto de no
participar. No sentimos compulsión
"por".
En realidad, pensamos qué
complicado que es, ¿no? Mirá todas las
cosas que tengo para hacer que para
colmo me exigen participar en algo.
Entonces pensamos que "alguien" u
"otro" se tiene que hacer cargo de los
problemas públicos. Discúlpeme que
hable así pero es para bajarlo un poco a
la realidad de todos los días.
Uno prepara un piloto sobre un
programa universitario, pero si uno no
cuenta con los anunciantes para
sustentar el programa no sale al aire. El
anunciante determina lo que se ve. O
sea, que para resolver una cuestión de
participación debemos discutir el
problema del financiamiento, que
determina las producciones de acuerdo a
cómo vendamos al mercado
determinadas audiencias. Hablamos
muchísimo de invertir en educación,
salud, etc, pero no invertimos en
audiovisual sino que el que lo hace es el
anunciante.
Ahora, cuando vamos a
participación, ¿qué podemos ver en la
televisión abierta?. Que no hay grupos
sociales o corporaciones no
comerciales, o sectores que logren tener
espacios autónomos de difusión masiva.
En general, la cuestión se reduce a
televisión Estatal vs. televisión privada.
No tenemos internalizado un concepto
de radiodifusión pública.
Los sindicatos, los partidos
políticos, los movimientos sociales, no
hay muchos grupos con visibilidad y
una doctrina expresada en producción y
difusión audiovisual. Para pensar en
alternativas, sostenemos la veta de lo
público no gubernamental. En realidad a
la hora de pensar hay muchas formas
asociativas que pueden dar cuenta en
muchos países. Todo esto tiene que ver
con el proyecto político y de
comunicación de instituciones hoy muy
denostadas en Argentina. Entonces, a la
hora de pensar en proyectos de
radiodifusión siempre va a surgir que el
acceso publicitario puede ser un
condicionante.
Retomando participación en la
producción. Esto es "señores de radio
Nacional: yo quiero tener como
ciudadano un espacio en la radio".
"Mire -me contestan- hay millones de
ciudadanos, por qué a vos sí, y tu
compañera no". "Porque en realidad yo
hago un programa de interés general y
tengo los anunciantes" respondo. "¿Tu
compañera también tiene derecho?".
Se acuerdan de Lita de Lazzari,
ella tenía un programa en ATC de la
época menemista, tenía un programa de
la "Liga de Amas de Casa de la
Argentina". ¿Esto es participación
activa y orgánica?. Estoy diciendo un
ejemplo tramposo porque realmente no
sé si la Liga de Amas de Casa era
representativa, lo que todos sabemos es
que Lita de Lazzari estaba ahí porque
era amigota de los que estaban en el
poder. Esto impugna reglas claras de
participación.
Recuerdo un fallo de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación:
APDH contra Radio Nacional Bahía
Blanca. Qué le demandaron a Radio
Nacional: "¿por qué me levantaron el
programa?". Y el Estado dijo "¿por qué
no te lo puedo levantar?". El Estado es
el encargado de dar los espacios en sus
emisoras de acuerdo a su criterio.
La APDH lo que reclamaba era
su espacio por ser una organización
social y la justiciase lo negó. Porque en
el derecho administrativo no hay una
figura que contemple que los grupos
sociales relevantes- después veremos
qué se considera como relevante- tengan
participación. No existe derecho de
antena en la Argentina.
7
Claro que para que todos
tengamos alguna posibilidad de emitir
mensajes y de difundirlos en un medio
de comunicación tiene que existir un
algún tipo de reglas que favorezcan
ciertos equilibrios sociales,
especialmente para que los que
disponen de menos recursos. Entonces,
tendría que existir un tipo de figura que
garantice esta forma de participación,
además de lo que vemos más fácilmente
que sucede en el INCAA con un cine
independiente, lo que llamamos cine de
autor, los reconocidos por el Instituto.
No aparece tan claro cómo el
Estado subsidia a comunidades sin
recursos a efectos de generar
producción audiovisual en TV o radio.
Porque requiere de recursos para "los
fierros", para las cámaras, etc. Miren
ahora que estamos en época de
elecciones el Estado garantiza un
minuto para los políticos, fíjense la
deferencia de estética entre los partidos
desconocidos cuyos candidatos están
sentados con un escritorio delante, o
ponen un placa de dudosa estética.
Mientras que los grandes partidos
cuentan con spot publicitarios mucho
mejor producidos.
Otra restricción para la
participación: ustedes saben que para
obtener una licencia hay que presentarse
a concurso y el que presenta una mejor
propuesta se supone que es el que gana.
En la práctica, el Estado nacional
convierte las licencias por 15 años, en
muchos años más debido a las prorrogas
que se van otorgando. Además, no
existe un control en las licencias, una
licencia que se otorgó en concesión a
una persona o empresa puede
subconcesionarse: hoy en día yo ya no
sé en manos de quién esta la FM Del
Plata. La FM de la AM 1630, se han ido
cambiando o tercerizando los
verdaderos operadores de esa licencia.
Bueno vamos rápido a
participación en la programación, el
tema de decisiones en la grilla. Acá esto
es muy difícil pensarlo sino es en el
sentido público. No podríamos
cuestionar, dentro de las reglas del
mercado, cómo debe decidir su
programación Telefé, canal 13 o
América. Pero quisiera saber quién
decide en canal 7. El jefe de
programación, pero ¿quién lo controla?
Supuestamente todos lo mantenemos
pagando los impuestos. Claro que
juntarnos todos a decidir la
programación del canal es más que
complejo y un tanto problemático.
No aparece la cuestión de por o
menos armar un consejo consultivo. Lo
ideal sería que la ley ya lo previera. Es
decir, que en el Comfer tendría que
haber una lógica de que un grupo de
personas decidan sobre la grilla de
programación: no tenemos la práctica
social que genere la presión para que
eso se cumpla. Ustedes me van a decir
que esto se decide políticamente. Pero
debería existir un organismo colegiado.
Hoy por hoy la toma de decisiones
sobre las políticas de comunicación
depende de personas nombradas
directamente por el Presidente.
La última concepción de
participación: intervenir en la toma de
decisiones sobre el conjunto de las
políticas de comunicación. Aparece
como más abstracto. Las
representaciones sectoriales tiene muy
poca visibilidad. De hecho muchos
discuten el papel de las asambleas y que
lo que se decidía allí poco importó en
términos de reformas institucionales,
pero por lo menos es un lugar público
de debate político sobre la cuestión.
El Estado debería proponer el
debate, impulsado por una cantidad de
fuerzas políticas y sociales que pugnan
por la agenda de cuestiones sobre esta
área sensible.
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