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Teórico N° 7 - Políticas y Planificación de la comunicación: acceso y participación Diego Rossi 26/04/06 El texto con el que vamos a trabajar hoy tiene cinco años, hay ciertas cosas que han ido cambiando, no muchas. Por ejemplo, hace un mes se produjo una modificación en la ley (art. 45, que amplía los tipos jurídicos de personas que pueden tener una licencia). Aunque estas modificaciones en la normativa aún no se han traducido en el mapa de medios existente en el país. En algún momento surgió la necesidad en la cátedra de tener un texto vinculado con el acceso y la participación como indicadores de la democratización de las comunicaciones. Empezaría preguntándoles quién creen ustedes que decide sobre la programación de los medios masivos de comunicación, personas de carne y hueso. El gerente de programación que decide qué programa va a tal horario, para competir con tal otro, para un determinado publico, el diseño de la estrategia de cada pantalla. Obviamente, analiza los riesgos que hay, tiene determinados gastos, tiene determinados parámetros que les hace pensar qué es lo que deben hacer para obtener ciertos resultados que le permiten estar al frente de la programación. Vamos a partir de una pregunta muy sencilla, no para contestarla en el momento sino a lo largo de la clase. La planteo en forma sencilla porque también, cabe pensar hasta qué punto es pertinente este tipo de análisis sociopolítico, en vez de otros menos rigurosos, que en muchas ocasiones caen en tecnologismos o cuestiones técnicas "de medición". Es decir, donde prima lo tecnológico y se hacen naturalizaciones sobre las formas que adoptan los sistemas de comunicación masiva. La lógica del mercado competitivo de la Argentina hoy es la que nos hace pensar en ciertas formas "naturales", de analizar las estrategias de los sectores que intervienen en los medios masivos. Si ustedes se fijan los desarrollos argumentativos que se están planteando hoy en día, con el naturalismo que uno habla de las nuevas tecnologías creo que no debemos dejar de ver matrices que vienen de un tiempo atrás y que vienen siendo muy operativas. En ese sentido, también, me parece interesante pensar sobre las nuevas utopías que dicen que las nuevas tecnologías nos permiten democratizarnos, y poder ser productores o difusores de un mayor flujo de la información. Lo cual puede ser contrastable empíricamente, pero por el otro lado no hay demasiado análisis en términos de construcciones políticas y sociales sobre las que se organizan este desarrollo. Muchas veces criticamos a los políticos o a los analistas políticos que se manejan con encuestas de dudosas rigurosidad: vemos que se realizan sondeos sobre ciertos segmentos de población, qué tipos de preguntan se realizan, existen una cantidad de elementos que determinan la rigurosidad de métodos que mide la opinión pública que puede ser dar resultados poco consistentes o subjetivos a partir de un método endeble, resultados que pueden cambiar de un momento a otro. Lo que no queda claro, aunque a veces sí es muy criticado desde los ámbitos como el nuestro, pero no entre la gente, es sobre la legitimidad de la toma de decisiones en la programación de los medios masivos en base al rating. Que dicho de sea de paso, creo que tiene menos rigurosidad que el contenido de las encuestas por parte del mercado. 1 Es cierto, hay que creer en algo, de hecho la construcción del concepto y las instituciones de la democracia que veíamos en algunos textos de la unidad I nos sirven para referenciarnos en un marco político determinado, así como también, nos acostumbramos a convivir con lo mediático en el cual existen ciertas lógicas que -como consumidores o ciudadanos no las conocemos demasiado- pero sabemos que existen. De Roncagliolo tomamos la reducción de la noción de ciudadano a consumidor. Pareciera que como receptores también asumimos este papel de consumidor, entonces, también en las producciones en vigencia aparece una muy fuerte apelación hacia nuestra capacidad de elección. Algunos productores de contenidos y defensores del paradigma neoliberal tratan de que esa capacidad de elección entre ofertas aparezca como una capacidad de decisión autónoma de las restricciones de su producción. Por otra parte, los estudios de los análisis políticos que se practican a través de las columnas de opinión o en los medios masivos en general han variado entre los años '60-'70 y la actualidad. De la lectura de movimientos sociales o de cuestiones socialmente problematizadas se pasó al análisis de movimientos tácticos o entretelones de estrategias personales de algunos actores políticos con nombre y apellido. Esto, trasladado al análisis de la televisión de hoy, tiende a evaluar la tabla de posiciones en la pelea por el rating y los pases de las figuras de un canal a otro. En ese sentido creo que hay una escasa densidad del análisis. En los medios masivos, más allá de lo paródico como género desde la "Noticia Rebelde" para adelante, se habla muy poco de políticas de comunicación. En líneas generales entre políticas y medios entiendo que hay un paralelismo, y podríamos decir que está vinculando cierto sistema político con una estructura de medios imperante dentro de las ideas paradigmáticas de una época. Creo yo que acceso y participación nos pueden servir como dos indicadores de la democratización de las comunicaciones en la medida que nos permite analizar desde la dinámica de un sistema de medios, también qué características de ordenamiento comparte ese sistema de medios con otros sistemas de participación, co-gestión o involucramiento de la sociedad en esferas no mediáticas. Es decir, recuperar la densidad de la lectura política: no es simplemente una cuestión de técnica institucional, de decir, bueno a los británicos o argentinos se nos ocurrió un armado de un sistema de medios porque nos gustas o nos va bien así, ese armado consta de una serie de características y derechos de los ciudadanos, tiene que ver con una serie de fuerzas que devienen de una práctica política cotidiana. Vamos a pasar al punto más concreto de la clase, dentro del marco de las Políticas Nacionales de Comunicación. Estamos retomando definiciones de la UNESCO de 1977, entendiendo que se integra a la definición de PNC en ese momento el concepto de participación en un intento de dar sentido valorativo a las Políticas Nacional de Comunicación: esto es el pasaje de una PNC "formalista" a una PNC "contenidista". Acceso tiene que ver mucho con el Pacto de San José de Costa Rica que establece que "todo individuo tiene derecho a producir, recibir, y difundir...". Entonces, este primer nivel de acceso está relacionado con la capacidad de recibir información. La construcción de la democracia moderna se basa en este debate con un preconcepto: que todos tenemos la necesidad de estar informados, de 2 conocer lo que sucede en la arena pública. Si no ¿de qué vamos a debatir y decidir si no sabemos de qué se está hablando?. Es decir, estamos retomando la valorización de que la disponibilidad de información pública es necesariamente constitutiva de un ordenamiento político. Esto es clarísimo: necesito conocer que es lo que esta sucediendo. Y hoy en la Argentina aún no esta garantizado en todo el país el primer nivel de acceso. Quizás en los países europeos pudo haberse logrado en los años '60. Pero hoy canal 7 no llega a todo el país. Esta bien, habrá emisoras comerciales en los principales centros poblados, donde se encuentran los centros urbanos. En argentina, más del 95 % de la población tienen acceso a un canal, es decir, yo pongo una antena y alguna señal de TV abiertas recibiré. Eso no significa que en todos los lugares del territorio argentino compren un aparato de TV, ponga la antena y agarre un canal de televisión abierta. Es algo que todavía en la Argentina el primer nivel de acceso no esta garantizado. Agregaría algunos otros problemitas a este primer nivel de acceso para que no quede sólo como una cuestión tecnológica a resolver, hay otro inconveniente,por ejemplo, el lingüístico. Si yo tengo países con regiones de diversidad lingüísticas donde sólo se garantiza el acceso al castellano, cuando tengo por ejemplo un 30 % de habitantes que hablan otras lenguas (guaraníes, coyas u otras etnias aborígenes rurales, por ejemplo), estoy garantizando cierto acceso dentro de parámetros bastante excluyentes. En realidad, si uno retoma paradigmas del imperialismo en esta visión de la conquista moderna de Latinoamérica, en realidad lo que estoy haciendo es forzando a la asunción de paradigmas de la modernidad o del mundo occidental o de determinados sesgo cultural y lingüístico a un sector que quisiera preservar sus formad de comunicación y digo, bueno acá tenés el adelanto tecnológico, la radio o la TV llega a toda la población. Esto que parece bastante obvio fue debatido y desarrollado en la década del '60 o '70 cuando existían gobiernos de facto (aunque este tema espinoso no se ha resuelto tampoco en gobiernos democráticos). No sé si alguno de ustedes estudió textos sobre comunicación alternativa. Alguna vez leí que el presidente boliviano Banzer, para luchar contra las radios mineras entre los integrantes o simpatizantes de movimientos sociales repartía radios con el dial fijo en una emisora: Radio Nacional Bolivia. Es decir, garantizo el acceso pero hasta donde me conviene o bajo las condiciones que me convienen. Esto también sucedió cuando el gobierno militar brasileño estaba generando, con el desarrollo de la red O Globo en el interior del Brasil, una política vinculada al ejercicio de cierta soberanía y la garantía de cierta llegada mínima a toda la población, pero con un mensaje único. Entonces, ¿cómo se puede garantizar el primer nivel de acceso en radiodifusión? generando emisoras repetidoras que es la forma más clásica. (Repetidoras para amplificar la potencia de la emisora de cabecera, pero no son productoras de contenido). Atención que la subida al satélite, no se si ustedes habrán visto algún folleto de propaganda de señales de TV por cable, dicen por ejemplo "llegamos a 50 millones de hogares". Esto no es verdad. Porque para ello necesitan que alguien "baje" esa señal, es decir, esta arriba, en el satélite no significa que todo el mundo pueda bajar esa señal. Ustedes saben que hay dos formas de subir señales al satélite. Una codificada y la otra, sin codificar. 3 Si la señal está codificada, debe ser decodificada por un distribuidor de señales, es decir, un operador de televisión satelital o por cable con lo cual ya hay un sistema de pago. No se olviden de que lo importante es que la señal sea bajada por el receptor, no solamente ser subida al satélite por un canal o productora. Por eso cuando ATC (Canal 7) dijo en 1982 que se había garantizado el acceso, eso virtualmente fue así porque había generado una señal satelital de TV. Otra cosa: tengan en cuenta que en los paradigmas del Estado de Bienestar los servicios de radiodifusión sostenían que eran de difusión gratuita. Pero a partir de la televisión por cable o satelital empieza a darse cada vez más el formato de "pagar para ver", se empiezan a desarrollar nuevos servicios que no van al publico masivo sino que a los que tienen dinero. Antes había una libre concurrencia en el mercado y luego, entendemos que todos somos vendidos como audiencia o un número de rating a los anunciantes, es decir que directamente no pagamos para ver TV abierta. Aparece, entonces, el desafío de garantizar un libre acceso, pero también aparece como muy necesario empezar a pensar en lo segundo: la diversidad. Segundo nivel de acceso: recibir más de una señal de un mismo servicio. Podríamos decir que la Argentina ha sido el país con mayor densidad de población con cable de la década del '90. En muchos hogares si uno no tiene cable no se puede ver nada, el dilema no es cuantos canales de cable se tienen: en el interior hay uno o a lo sumo dos canales de TV hasta en ciudades grandes como Córdoba, Mar del Plata o Mendoza. Uno podría generar la hipótesis que en argentina hubo mucho desarrollo de la televisión por cable producto de la necesidad de consumo de la televisión dado que había y sigue habiendo una sub-explotación del espectro radioeléctrico. Es decir, porque había poca televisión por aire. ¿Cuántos canales de televisión abierta hay en la Argentina? ¿Quién dijo cinco? Bueno vos sos seguramente de Capital, tenemos la visión de la Ciudad de Buenos Aires, pero son cincuenta. Hay cincuenta canales de TV abierta, lo que pasa es que después los que producen el 90% de los contenidos son cuatro o cinco productoras asociadas a los canales de Capital, en un sistema históricamente arraigado de producción de contenidos centrado en Buenos Aires. Esto genera concentración y dependencia, y para colmo, los que vivimos en el Área Metropolitana de Buenos Aires asumimos que está todo bien y por lo tanto no hay visión crítica desde el mayor centro de generación de doctrina y toma de decisiones. Se genera esta dependencia cultural de la gente respecto del consumo audiovisual, y también del teatro, el cine como parte de lo audiovisual. Este sistema de producción no comienza con el teleteatro sino que se remonta hasta el radioteatro en la década del '30. Por eso digo, está bien que hagamos un análisis crítico sobre la relación del Estado, de los medios y la sociedad pero no lo hagamos sincrónico, démosle volumen temporal porque tiene que ver con las estructuras de producción y distribución que se fueron generando. Claramente, el problema que tenemos es de diseño de país con un centro en el área metropolitana de Buenos Aires con 14 millones de habitantes, con dos ciudades como Córdoba y Rosario con un millón y medio de habitantes y el resto. En realidad es un país muy centralizado. Cuando uno dice "Capital e interior" ya tiene una posición complicada, etnocentrista si se quiere, y sobre ese 4 diseño de país se monta una estructura de medios desequilibrado. Antes de seguir, tengamos en cuenta que en la Argentina hay un Estado subsidiario. Por ejemplo, radio Nacional cumplía sobre todo cuando funcionó más descentralizadamente con 40 radios de fronteras, generó una cobertura y un vínculo con la comunidad, que no tenía teléfono entonces, utilizaban la radio para comunicarse por medio de mensajes, van a garantizar el acceso a nivel radio. Hay una búsqueda de garantizar el nivel de acceso a través de la radio pero con respecto a la televisión se complejiza, porque la televisión implica mayores costos. A diferencia de los estados europeos o por ejemplo el caso cubano que antes de la Revolución tenía cuatro emisoras en la Habana y ninguna en el interior de la isla. Luego, con los mismos recursos, el gobierno socialista rediseñó un canal central y otro canal formado con cinco productoras regionales que transmitían en red. Es decir que con un mismo recurso tecnológico se pudo armar otro diseño comunicacional. Pensemos esto en la Argentina con los mismos recursos instalados hoy, claro hay un pequeñito problemita: la propiedad de estos recursos de producción y emisión es en un altísimo porcentaje privada y concentrada. Luego la diversidad, después podemos discutir si los mensajes estaban dirigidos para cierta población. Pero si no tenemos garantizado el primer nivel de acceso, no podemos avanzar en un segundo nivel. En el caso europeo el Estado garantiza el acceso, desde los años '60 los gobiernos se quejan de lo costoso que es garantizar el acceso pero lo hacen con emisiones para todos sus países, primero garantizan el acceso y luego, la diversidad a través del segundo y tercer canal públicos. Pero volviendo a Argentina, claramente no aparece la necesidad de que el Estado garantice el acceso ya sea por sí mismo, o mucho más difícil que sea garantizado por ambos, es decir, por el Estado y el sector privado. Parece difícil que el Estado garantice la diversidad, cosa que sí se supone que hará el sector privado y sí va a dar la competencia. De todas formas el discurso de los privados licenciatarios de medios es que haymuy poco lugar para competir. Hay lugar para tres o cuatro competidores, dicen, que no hay más lugar para todos, porque el mercado no da. Si ustedes toman el discurso de los empresarios de medios, o de Bárbaro (interventor del COMFER) que dice que se extienden las licencias de los medios porque deben recuperar su modelo de negocios dañado por la crisis, es decir que el Estado reguló para que los privados resuelvan su tasa de ganancia. Esto no es un sistema complementario, en todo caso es un sistema "suplementario". Segundo nivel de acceso: podemos hablar de diversidad. Diversidad no es lo sinónimo de cantidad pero es un debate más complicado, que se ha hecho desde la noción de servicio público. Por supuesto, que seis canales tienen más posibilidades de diversificar la programación que dos o tres. Es decir, de acuerdo, si no existe ningún nivel tipo de pautas, restricción, normativas o planificación, el sistema de medios privado comercial genera por lo menos ciertos límites a una diversidad ideal. La programación orientada al consumidor busca un perfil joven, profesional o para los chicos, en el caso de un programa infantil. No va a buscar un segmento de trabajadores, de pobres o marginados. Por ahí sí una iglesia determinada busque a sus creyentes. 5 En general, el tipo de segmentación que aparece es ABC1, C 2. Siempre buscando la crema del negocio en términos socioeconómicos. Entonces, hay claramente una serie de segmentaciones que no son tenidas en cuenta por el sistema de medios comerciales, por lo menos para generar ganancias. Esta diversidad no solo tiene que ver con cantidad sino también con búsqueda de balances, equilibrios y fundamentalmente debemos ver a qué definimos como necesidades de comunicación de grupos sociales determinados. Todo lo que dije hasta acá es de retroacción. Ahora vamos a discutir un poquito, yo lo que digo es que mandar una carta al correo de lectores no es participar, que llamar a la radio no es participar, que concursar en un programa de preguntas y respuestas no es participar. Lo que argumento es que en la medida en que seamos interpelados, convocados a meternos dentro de determinado espacio, no tengo un rol activo, sino que formo parte del formato de otro, que me ilumina, es decir, tengo "30 segundos de Fama", porque Tinelli piensa que es bueno esos "30 segundos de Fama". ¿Para quién es bueno? Para Tinelli y para el concursante también. Tal vez consiga trabajo o un rebusque. Qué quiero decir con esto. Estas intervenciones del público en el medio son decisiones del empresario, no es un derecho adquirido como ciudadano o receptor. Por supuesto, es que es más agradable que un medio tenga su correo de lectores, y que publique todo lo que le mandan. Pero lo hacen hasta cierto punto. Yo quisiera saber cual es el criterio que usa Mirtha para seleccionar a la gente con la cual se sienta a almorzar, yo no le puedo demandar a Mirtha un criterio, Mirtha si quiere me dice o no me dice nada, tampoco tiene la obligación de invitar a alguien gratis o cobrándole, o de invitar a alguien conocido o desconocido. No la tiene porque nadie le exige que lo tenga. O de preguntar incisivamente, y que descubra la verdadera cara del entrevistado. En esta materia respetamos las corrientes de análisis de la recepción crítica, compartimos la base y de ahí en más tenemos en cuenta una cantidad de características que forman parte de la matriz bastante complicada que juega entre la estructura de medios y las personas en su rol de receptores. Pero entendemos que participar no es solamente ser interpelado desde una programación. Así que como ustedes verán, a través de las prácticas comunicacionales actuales, estamos bastantes limitados en este sentido. Sigo entonces, me queda participación. Estamos pensando participación como una acción activa y orgánica de personas o representantes de distintos sectores políticos, culturales o sociales en espacios autónomos de comunicación social. La verdad que es un lío organizar esto de la participación, hay que dar muchas explicaciones. Ahora esto lo puede dar solamente el Estado. ¿Qué difícil, no? La visión que tenemos es que sí, por supuesto, el Estado debería garantizar instancias y parámetros para la participación, lo cual no significa que suceda. Y en este problema de la participación interviene un factor básico que es la crisis de representación. La crisis de representación no es un problema argentino, muy probablemente esto sucede en todas las esferas políticas contemporáneas. Los ciudadanos en ese rol son representados, estén o no de acuerdo, o tal vez no le interesa demasiado, tienen sus representantes pero descreen de su legitimidad. En los prácticos hacíamos la prueba de que levanten la mano quiénes de ustedes piensan que están 6 participando de alguna organización religiosa, política, social o cultural. En la década del '70 parecía vergonzante no participar en la dinámica de la vida política, social. Hoy por hoy está más asumido en la mayoría esto de no participar. No sentimos compulsión "por". En realidad, pensamos qué complicado que es, ¿no? Mirá todas las cosas que tengo para hacer que para colmo me exigen participar en algo. Entonces pensamos que "alguien" u "otro" se tiene que hacer cargo de los problemas públicos. Discúlpeme que hable así pero es para bajarlo un poco a la realidad de todos los días. Uno prepara un piloto sobre un programa universitario, pero si uno no cuenta con los anunciantes para sustentar el programa no sale al aire. El anunciante determina lo que se ve. O sea, que para resolver una cuestión de participación debemos discutir el problema del financiamiento, que determina las producciones de acuerdo a cómo vendamos al mercado determinadas audiencias. Hablamos muchísimo de invertir en educación, salud, etc, pero no invertimos en audiovisual sino que el que lo hace es el anunciante. Ahora, cuando vamos a participación, ¿qué podemos ver en la televisión abierta?. Que no hay grupos sociales o corporaciones no comerciales, o sectores que logren tener espacios autónomos de difusión masiva. En general, la cuestión se reduce a televisión Estatal vs. televisión privada. No tenemos internalizado un concepto de radiodifusión pública. Los sindicatos, los partidos políticos, los movimientos sociales, no hay muchos grupos con visibilidad y una doctrina expresada en producción y difusión audiovisual. Para pensar en alternativas, sostenemos la veta de lo público no gubernamental. En realidad a la hora de pensar hay muchas formas asociativas que pueden dar cuenta en muchos países. Todo esto tiene que ver con el proyecto político y de comunicación de instituciones hoy muy denostadas en Argentina. Entonces, a la hora de pensar en proyectos de radiodifusión siempre va a surgir que el acceso publicitario puede ser un condicionante. Retomando participación en la producción. Esto es "señores de radio Nacional: yo quiero tener como ciudadano un espacio en la radio". "Mire -me contestan- hay millones de ciudadanos, por qué a vos sí, y tu compañera no". "Porque en realidad yo hago un programa de interés general y tengo los anunciantes" respondo. "¿Tu compañera también tiene derecho?". Se acuerdan de Lita de Lazzari, ella tenía un programa en ATC de la época menemista, tenía un programa de la "Liga de Amas de Casa de la Argentina". ¿Esto es participación activa y orgánica?. Estoy diciendo un ejemplo tramposo porque realmente no sé si la Liga de Amas de Casa era representativa, lo que todos sabemos es que Lita de Lazzari estaba ahí porque era amigota de los que estaban en el poder. Esto impugna reglas claras de participación. Recuerdo un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: APDH contra Radio Nacional Bahía Blanca. Qué le demandaron a Radio Nacional: "¿por qué me levantaron el programa?". Y el Estado dijo "¿por qué no te lo puedo levantar?". El Estado es el encargado de dar los espacios en sus emisoras de acuerdo a su criterio. La APDH lo que reclamaba era su espacio por ser una organización social y la justiciase lo negó. Porque en el derecho administrativo no hay una figura que contemple que los grupos sociales relevantes- después veremos qué se considera como relevante- tengan participación. No existe derecho de antena en la Argentina. 7 Claro que para que todos tengamos alguna posibilidad de emitir mensajes y de difundirlos en un medio de comunicación tiene que existir un algún tipo de reglas que favorezcan ciertos equilibrios sociales, especialmente para que los que disponen de menos recursos. Entonces, tendría que existir un tipo de figura que garantice esta forma de participación, además de lo que vemos más fácilmente que sucede en el INCAA con un cine independiente, lo que llamamos cine de autor, los reconocidos por el Instituto. No aparece tan claro cómo el Estado subsidia a comunidades sin recursos a efectos de generar producción audiovisual en TV o radio. Porque requiere de recursos para "los fierros", para las cámaras, etc. Miren ahora que estamos en época de elecciones el Estado garantiza un minuto para los políticos, fíjense la deferencia de estética entre los partidos desconocidos cuyos candidatos están sentados con un escritorio delante, o ponen un placa de dudosa estética. Mientras que los grandes partidos cuentan con spot publicitarios mucho mejor producidos. Otra restricción para la participación: ustedes saben que para obtener una licencia hay que presentarse a concurso y el que presenta una mejor propuesta se supone que es el que gana. En la práctica, el Estado nacional convierte las licencias por 15 años, en muchos años más debido a las prorrogas que se van otorgando. Además, no existe un control en las licencias, una licencia que se otorgó en concesión a una persona o empresa puede subconcesionarse: hoy en día yo ya no sé en manos de quién esta la FM Del Plata. La FM de la AM 1630, se han ido cambiando o tercerizando los verdaderos operadores de esa licencia. Bueno vamos rápido a participación en la programación, el tema de decisiones en la grilla. Acá esto es muy difícil pensarlo sino es en el sentido público. No podríamos cuestionar, dentro de las reglas del mercado, cómo debe decidir su programación Telefé, canal 13 o América. Pero quisiera saber quién decide en canal 7. El jefe de programación, pero ¿quién lo controla? Supuestamente todos lo mantenemos pagando los impuestos. Claro que juntarnos todos a decidir la programación del canal es más que complejo y un tanto problemático. No aparece la cuestión de por o menos armar un consejo consultivo. Lo ideal sería que la ley ya lo previera. Es decir, que en el Comfer tendría que haber una lógica de que un grupo de personas decidan sobre la grilla de programación: no tenemos la práctica social que genere la presión para que eso se cumpla. Ustedes me van a decir que esto se decide políticamente. Pero debería existir un organismo colegiado. Hoy por hoy la toma de decisiones sobre las políticas de comunicación depende de personas nombradas directamente por el Presidente. La última concepción de participación: intervenir en la toma de decisiones sobre el conjunto de las políticas de comunicación. Aparece como más abstracto. Las representaciones sectoriales tiene muy poca visibilidad. De hecho muchos discuten el papel de las asambleas y que lo que se decidía allí poco importó en términos de reformas institucionales, pero por lo menos es un lugar público de debate político sobre la cuestión. El Estado debería proponer el debate, impulsado por una cantidad de fuerzas políticas y sociales que pugnan por la agenda de cuestiones sobre esta área sensible. 8
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