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● En cuanto al poder político, sus prejuicios contra la radio eran de índole censurante y fiscalista. Estos temores fueron resolviéndose a través de instrucciones, decretos, resoluciones de fuerte tono censurador con relación a los contenidos. En 1931, se fijó gravámenes a la radiodifusión: “derechos anuales de inspección, contralor y estadística”. De pronto, el Estado vio en la radio una fuente interesante de ingresos. El discurso critico dice que la radio, en su entrada a los hogares, tiene un gran poder de sugestión, por eso el Estado debe mantener la alerta sobre ella, como en Inglaterra.