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92 PrinciPios básicos esta ética puritana ha evolucionado en una ética del trabajo secularizada, que da un alto valor al esfuerzo individual y supone que, en tanto que el trabajo duro lleva y debe llevar al éxito, flojear debe ser castigado.84 No obstante, existen muchos problemas al usar el esfuerzo como base para la distribu- ción.85 Primero, para compensar el esfuerzo de una persona sin referirse a si produce algo que tenga valor con ese esfuerzo es compensar la incompetencia y la ineficiencia. Segundo, si se recompensa a la gente sólo por sus esfuerzos y se ignoran sus habilidades y la produc- tividad relativa, entonces las personas con talento y altamente productivas tendrán poco incentivo para invertir su talento y productividad en producir bienes para la sociedad. El resultado sería una declinación en el bienestar social. Una segunda tradición importante sostiene que las contribuciones deben medirse en términos de productividad. A mayor cantidad de productos con los que contribuye una persona, más debe recibir. (Producto aquí debe interpretarse de modo que incluye servicios prestados, capital invertido, bienes manufacturados y cualquier tipo de trabajo literario, científico o estético).86 Un problema crucial con esta segunda propuesta es que se ignoran las necesidades de una persona. Tal vez los discapacitados, enfermos, sin capacitación y los inmaduros no tengan la posibilidad de producir algo que valga la pena; si se recompensa a la gente por su productividad, las necesidades de lo grupos en desventaja no serán sa- tisfechas. El problema principal con esta segunda propuesta es la dificultad para dar una medida objetiva para el valor de la producción de una persona, en especial en campos como ciencias, artes, entretenimiento, educación, teología y cuidado de la salud. ¿Quién querrá que el precio de sus productos dependa de las estimaciones subjetivas de alguien más? Para manejar esta última dificultad, algunos autores han sugerido una tercera versión preponderante del principio de contribución: argumentan que el valor del producto de una persona debe determinarse por las fuerzas del mercado de oferta y demanda.87 El valor de un producto dependería no de su valor intrínseco, sino del grado en el que es rela- tivamente escaso y de qué tan deseable es para los compradores. En otras palabras, el valor de la contribución de una persona es igual al precio en que se vende esa contribución en un mercado competitivo. Entonces las personas merecen recibir ese valor de mercado por su producto. Por desgracia, este método de medir el valor del producto de una persona todavía ignora las necesidades de la gente. Más aún, para muchas personas, los precios de mercado son un método injusto de evaluar el valor del producto de una persona precisa- mente porque los mercados ignoran los valores intrínsecos de las cosas. Los mercados, por ejemplo, recompensan a los artistas más que a los doctores. Además, los mercados con fre- cuencia recompensan a una persona que, por azar, termina con algo (como una herencia) que es escaso y que la gente quiere. Se nota a leguas que esto parece el punto más alto de la injusticia. Justicia basada en necesidades y habilidades: Socialismo Puesto que existen tal vez tantos tipos de socialismo como socialistas, es un poco inexacto hablar de “la” posición socialista en la justicia distributiva. De cualquier manera, el dicta- men propuesto primero por Louis Blanc (1811-1882), y luego por Karl Marx (1818-1883) y Nikolai Lenin (1870-1924), por tradición es el representante de la perspectiva socialista sobre la distribución: “De cada uno de acuerdo con su habilidad, para cada uno de acuerdo con sus necesidades”.88 El principio socialista, entonces, se expresa como sigue: Las cargas de trabajo deben distribuirse de acuerdo con las habilidades de las personas, y los beneficios deben distribuirse de acuerdo con las necesidades de las personas. Este principio socialista se basa primero en la idea de que las personas desarrollan su potencial humano ejercitando sus habilidades en el trabajo productivo.89 Como el ética del trabajo Punto de vista que valora el esfuerzo individual y cree que el trabajo duro conduce y debe conducir al éxito. productividad cantidad que produce una persona. Vela�squez 02.indd 92 24/5/06 08:40:02 Gab.Ost Highlight PrinciPios éticos en los negocios 93 desarrollo del pleno potencial es un valor, el trabajo debe distribuirse de manera tal que una persona pueda ser tan productiva como sea posible, y esto implica distribuir el trabajo según su habilidad. Segundo, los beneficios producidos a través del trabajo deben usarse para promover la felicidad de los seres humanos. Esto significa distribuirlos de modo que se cumplan las necesidades biológicas y de salud, y luego usar lo que queda para satisfacer otras necesidades no básicas. Quizá lo esencial de la perspectiva socialista es la noción de que las sociedades deben ser comunidades en las que los beneficios y las cargas se dis- tribuyan según el modelo de la familia. Al igual que los miembros de una familia están dispuestos a mantenerla, y apoyan a sus miembros necesitados, también los miembros de una sociedad contribuyen con sus habilidades a ella tomando sus cargas, mientras que se permite a los necesitados compartir sus beneficios. Como sugiere el ejemplo de la familia, el principio de distribución de acuerdo con la necesidad y la habilidad se usa en grupos pequeños igual que en sociedades más grandes. En atletismo, por ejemplo, los miembros de un equipo distribuyen las cargas según las ne- cesidades de cada uno. El principio de necesidad y habilidad, sin embargo, es el principio que tiende a ser menos reconocido en los negocios. En ocasiones los administradores citan el principio cuando asignan las actividades más difíciles entre los miembros de un grupo de trabajo a quienes son más fuertes y capaces, pero con frecuencia se desdicen cuando estos trabajadores se quejan de que se les asignan cargas más pesadas sin compensaciones mayores. Los administradores también suelen citar el principio cuando hacen concesiones especiales a trabajadores que parecen tener necesidades especiales. (De hecho, ésta fue una consideración clave cuando el Congreso estadounidense aprobó la Ley para los Ciudada- nos con Discapacidades). Sin embargo, rara vez lo hacen y reciben críticas por mostrar favoritismo cuando sí llegan a hacerlo. De cualquier manera, hay algo que decir en favor del principio socialista: Sin duda deben tomarse en cuenta las necesidades y las habilidades al determinar cómo distribuir los beneficios y las cargas entre los miembros de un grupo o sociedad. La mayoría de las personas, por ejemplo, estarán de acuerdo en que debemos hacer una contribución mayor a las vidas de los trabajadores de las minas de algodón con el mal del pulmón café, que tienen necesidades mayores en sus vidas que las personas sanas que tienen todo lo necesario. Muchas personas también estarán de acuerdo en que los individuos deben emplearse en tareas en las que son capaces, y esto significa asignar a las habilidades de una persona el trabajo adecuado. Se supone que las pruebas vocacionales en la prepara- toria y la universidad ayudan a los estudiantes a encontrar las carreras que se ajustan a sus habilidades. No obstante, el principio socialista también ha sido criticado. Primero, los oponentes señalan que, con el principio socialista, no habría una relación entre la cantidad de esfuerzo que hace un trabajador y la remuneración que recibe (porque la remuneración depende de las necesidades y no del esfuerzo). En consecuencia, los oponentes concluyen que, los trabajadores no tienen un incentivo para hacer un mejor esfuerzo sabiendo que recibirán lo mismo sin importar si trabajan duro. El resultado, se alega, será una economía estan- cada con una productividad decreciente (pero ésta es una afirmación que no parece estar apoyada por los hechos).90 Elfundamento de esta crítica es una objeción más profunda, a saber, que no es realista pensar que la sociedad completa puede modelarse con base en las relaciones familiares. La naturaleza humana en esencia es egoísta y competitiva, sostienen los críticos del socialismo, y por ello, fuera de la familia no están motivadas por la voluntad fraternal de compartir y ayudar que es característica de las familias. Los socialistas suelen responder a este cargo diciendo que la sociedad moderna enseña a los seres humanos a adquirir los vicios del egoísmo y la competitividad y las instituciones económicas inculcan y promueven este comportamiento, pero las personas no tienen estos vicios por naturaleza. Por naturaleza, los seres humanos nacen dentro de la familia donde, por instinto, valoran la ayuda entre ellos. Si estas actitudes instintivas y “naturales” continúan desarrollándose, las personas seguirán valorando la ayuda incluso fuera de la familia y adquirirán las virtudes de Vela�squez 02.indd 93 24/5/06 08:40:02
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