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eL sistema de negocios: gobierno, mercados y comercio internacionaL 139 obstante, esta teoría de la naturaleza humana, dicen los críticos, es falsa a todas luces. En primer término, porque los seres humanos, por lo regular, muestran preocupación por el bien de otros y restringen su interés personal en beneficio de otros. Aun cuando compra- mos y vendemos en los mercados, las restricciones de honestidad y equidad afectan nues- tra conducta. Segundo, aseguran los críticos, no es necesariamente “racional” el hecho de seguir la regla “dar tan poco como sea posible a cambio de lo más que se pueda obtener”. En numerosas ocasiones, todos los individuos están en mejor posición cuando muestran preocupación por los demás, y entonces es racional manifestar esa preocupación. Tercero, los críticos afirman que si los seres humanos muchas veces se comportan como “hom- bres económicos racionales”, no es porque ese comportamiento sea natural, sino porque la amplia adopción de las relaciones del mercado competitivo fuerza a los seres humanos a relacionarse como “hombres económicos racionales”. El sistema de mercado de una so- ciedad hace a los humanos egoístas y este egoísmo generalizado hace que piensen que el motivo de las ganancias es “natural”.41 Son las instituciones del capitalismo las que engen- dran egoísmo, materialismo y competitividad. De hecho, los seres humanos nacen con una tendencia natural a mostrar preocupación por otros miembros de su especie (como sus familias). De hecho, un defecto moral importante de una sociedad construida alrededor de mercados competitivos es que en el seno de tales sociedades esta tendencia benevolente na- tural hacia la virtud se sustituye de forma gradual por el interés personal hacia el vicio. En resumen, esas sociedades son defectuosas desde el punto de vista moral porque promueven un carácter moralmente malo. En cuanto al argumento de von Mises y Hayek —de que quienes planean no pueden asignar recursos de manera eficiente— los ejemplos de los franceses, holandeses y suecos han demostrado que la planeación dentro de algunos sectores de la economía no es tan imposible como imaginaron esos analistas.42 Más aún, el argumento de Mises y Hayek recibió respuesta en términos teóricos por parte del economista socialista Oskar Lange, quien demostró que un “consejo de planeación central” podría asignar bienes con eficien- cia en una economía sin tener que conocer todo acerca de los consumidores y productores y sin hacer cálculos elaborados imposibles.43 Todo lo que se necesita es que los planeadores centrales reciban informes de las dimensiones de los inventarios de los productores y que determinen los precios de los bienes en concordancia. Los inventarios de superávit indican que es necesario bajar los precios, mientras que los faltantes de inventario indican que los precios deberían elevarse. Al fijar los precios de todos los bienes de esta manera, el con- sejo central de planeación creará un flujo eficiente de recursos en toda la economía. Debe reconocerse, sin embargo, que el tipo de planeación a gran escala que se ha intentado en algunas naciones comunistas —en particular en la ex Unión Soviética— dio como resul- tado un fracaso también a gran escala. La planeación es posible siempre que sea sólo un componente dentro de una economía donde la mayor parte de los intercambios se basen en las fuerzas del mercado. La crítica keynesiana La crítica de mayor influencia a los argumentos clásicos de Adam Smith provino de John Maynard Keynes (1888-1946), un economista inglés.44 Smith suponía que sin ayuda del gobierno, el juego automático de las fuerzas del mercado aseguraría el empleo completo de todos los recursos económicos, incluida la mano de obra. Si algunos recursos no se utilizan, entonces sus costos bajan y esto induce a los empresarios a ampliar su producción usando estos recursos de menor costo. La compra de tales recursos, a la vez, crea los ingresos que permiten a las personas comprar los productos elaborados con ellos. Así se emplean todos los recursos disponibles y la demanda siempre crece para absorber la oferta de bienes elaborados a partir de ellos (una relación que ahora se llama ley de Say). No obstante, desde Keynes, los economistas han argumentado que, sin las intervenciones del gobierno, es probable que la demanda de bienes no sea suficientemente alta para absorber la oferta. El resultado es el desempleo y la caída en una depresión económica. Repaso breve 3.4 Críticas al argumento de Smith • Se apoya en suposiciones no realistas • Falsa suposición de que el fabricante paga todos los costos relevantes • Falsa suposición de que los seres humanos sólo están motivados por el deseo de obtener ganancias para sí mismos • Cierto grado de planeación económica es posible y deseable • Keynes afirma que el gobierno tiene la posibi- lidad de intervenir en el desempleo ley de Say En una economía se usan todos los recursos disponibles y la demanda siempre se expande para absorber la oferta de bienes elabora- dos a partir de ellos. Vela�squez 03.indd 139 24/5/06 08:41:19 140 El mERcAdo y los nEgocios Keynes argumentó que la demanda total de bienes y servicios es la suma de la de- manda de tres sectores de la economía: familiar, de negocios y gubernamental.45 La de- manda agregada de estos tres sectores tal vez sea menor que la cantidad agregada de bienes y servicios suministrados por la economía a un nivel pleno de empleo. Esta falta de equilibrio entre la demanda agregada y la oferta agregada ocurre cuando las familias prefieren ahorrar parte de su ingreso en valores, en lugar de gastarlo en bienes y servicios. Cuando, como consecuencia, la demanda agregada es menor que la oferta agregada, el resultado es una contracción de la oferta. Los negocios se dan cuenta de que no están vendiendo todos sus bienes, de manera que frenan la producción y con esto reducen el empleo. Conforme la producción se reduce, disminuyen los ingresos de las familias, pero la cantidad de familias que están dispuestas a ahorrar disminuye con mayor rapidez. Con el tiempo, la economía llega a un punto de equilibrio estable en el que la demanda de nuevo se iguala a la oferta, pero donde hay un desempleo generalizado de mano de obra y otros recursos. El gobierno, según Keynes, tiene la posibilidad de influir en la propensión a ahorrar, que disminuye la demanda agregada y genera desempleo. El gobierno es capaz de prevenir el exceso de ahorro a través de su influencia en las tasas de interés, y de influir en estas úl- timas regulando la oferta de dinero: cuánto más alta sea la oferta de dinero, menores serán las tasas de interés a las que se presta. Segundo, el gobierno tiene influencia directa sobre la cantidad de dinero que la casa de moneda tiene disponible al elevar o bajar los impuestos. Tercero, el gasto de gobierno permite cerrar cualquier disparidad entre la demanda agre- gada y la oferta agregada al compensar la reducción en la demanda de familias y negocios (lo que, incidentalmente, provoca inflación). Así, en oposición a las afirmaciones de Smith, la intervención del gobierno en la eco- nomía es un instrumento necesario para maximizar la utilidad de la sociedad. Los merca- dos libres, por sí solos, no siempre son los medios más eficientes para coordinar el uso de los recursos de una sociedad. El gasto de gobierno y las políticas fiscales sirven para crear la demanda necesaria para disminuir el desempleo. Estos puntos de vista fueron el núcleo de la economía keynesiana. No obstante, los puntos de vista de Keynes han enfrentado tiempos difíciles. Du- rante la década de 1970, Estados Unidos (y otros países occidentales) experimentaron de manera simultánea inflación y desempleo, fenómeno llamado estanflación. El análisis estándar de Keynes lleva a creer que estos dos fenómenos no ocurren juntos: un mayor gasto del gobierno, aunque inflacionario, aumenta la demanda y con ello alivia el desem- pleo. Sinembargo, en la década de los 70, el remedio estándar de Keynes para el desem- pleo (mayor gasto del gobierno) tuvo el efecto esperado de crear inflación pero no redujo el desempleo. Se han ofrecido varios diagnósticos para el fracaso aparente de la economía de Ke- ynes para manejar los problemas gemelos de la inflación y el desempleo persistente, en particular en los 70.46 Notables entres éstos son los nuevos enfoques keynesianos de la llamada escuela post-keynesiana.47 Por ejemplo, John Hicks, un entusiasta keynesiano y un “post-keynesiano”, ha sugerido que en muchas industrias actuales los precios y sa- larios ya no están determinados por las fuerza del mercado competitivo como supuso Keynes. En vez de ello, se establecen por acuerdos convencionales entre productores y sindicatos.48 El efecto final de estas convenciones de fijación de precios es una inflación continua frente a un desempleo continuo. Sin considerar por ahora si el análisis de Hicks es correcto, una floreciente escuela post-keynesiana ha desarrollado nuevos enfoques a la teoría de Keynes que pretenden dar cuenta de los problemas de estanflación. Las teorías post-keynesianas, como las de Hicks, conservan la afirmación clave de Keynes de que el desempleo se reduce si se aumenta la demanda agregada (“principio de demanda efec- tiva”) mediante el gasto público. A diferencia de Keynes, Hicks y otros post-keynesianos toman más en serio la naturaleza oligopólica de la mayoría de las industrias modernas y los mercados de trabajo sindicalizados, al igual que el papel que tienen las convenciones sociales y los acuerdos en estos mercados de oligopolios donde los fuertes sindicatos y las demanda agregada según John maynard Keynes, la suma de la de- manda de tres sectores de la economía: familiar, de negocios y gubernamental. economía keynesiana la teoría de John maynard Keynes de que los mer- cados libres, por sí solos, no necesariamente son el medio más eficiente para coordinar el uso de recur- sos de una sociedad. escuela post-keynesia- na Economistas que han buscado desafiar y modifi- car la economía de Keynes. Vela�squez 03.indd 140 24/5/06 08:41:20
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