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Etica En Los Negocios-páginas-121

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la ética y El Entorno natural 251
centradas en el río. Había pocas escuelas, ningún servicio de 
salud, y poca infraestructura como carreteras pavimentadas, 
edificios públicos, electricidad, etcétera. La mortalidad infan-
til era alta y la esperanza de vida corta. Los ecologistas llaman 
a la isla un “tesoro botánico” porque sus inmaculadas selvas, 
montañas, ríos y arrecifes de coral son el hogar de multitud de 
plantas, animales, aves e insectos raros. Los peces abundaban 
en sus ríos, que sirven como vías de agua para las canoas de los 
nativos que cultivaban en los bancos fluviales.
En 1976, el gobierno de Papúa Nueva Guinea aprobó el 
la ley del acuerdo de minería de Ok Tedi, que definía las obli-
gaciones y derechos relacionados con el desarrollo de la Mina 
Ok Tedi. En 1980, el gobierno oficialmente otorgó el permiso 
para la formación del grupo que se convirtió en Ok Tedi Mi-
ning Limited Company (otml), una sociedad conjunta esta-
blecida para desarrollar la mina Ok Tedi. La mina usaría las 
técnicas convencionales de minería a cielo abierto para extraer 
cerca de 30 millones de toneladas anuales de mineral de cobre 
y 55 millones de toneladas de roca de desperdicio. La ley de 
minería aprobada en 1976 requería que la Ok Tedi Mining 
Limited Company usara los controles ambientales conven-
cionales para minimizar el daño al ambiente, incluyendo una 
instalación de almacenamiento detrás de la presa que se usaría 
para contener el 80% de los desechos y basura producidos por 
la mina. Los desechos son arenas finas que quedan después de 
triturar el mineral extraído. La construcción de los almacenes 
comenzó en 1983, un año antes de que la mina comenzara sus 
operaciones. Sin embargo, en 1984, un gran derrumbe des-
truyó los cimientos del muro de contención del almacén. La 
Ok Tedi Mining Limited Company propuso al gobierno que 
le permitiera operar temporalmente sin el almacén ya que, de 
otra forma, la mina no podría abrir a tiempo. El gobierno de 
Papúa Nueva Guinea estuvo de acuerdo y aprobó la licencia 
temporal, que permitía a la mina comenzar la operación sin 
una instalación para almacenar los desechos.
En 1984, la mina comenzó a operar y a descargar su roca 
de desperdicio y desechos al río Ok Tedi. El mineral no sólo 
contenía cobre sino también cantidades significativa de oro y 
plata. bhp entonces encargó un estudio del área donde se iban 
a construir las instalaciones de almacenamiento y descubrió 
que tal vez el muro de contención construido cerca también 
se derrumbaría. El área era propensa a derrumbes, temblores 
frecuentes de magnitud 7.0 en la escala de Richter, y fuertes 
lluvias durante el año. La compañía informó esto al gobierno, 
que acordó en 1986 aprobar el “octavo acuerdo complemen-
tario” que otorgaba permiso a la compañía de diferir la cons-
trucción de un almacén de desperdicio permanente; esta licen-
cia se renovó en 1988 y nunca se revocó. Toda el agua, rocas y 
desechos producidos por la operación minera se tiraban direc-
tamente al río Ok Tedi y hacia el Fly.
Los efectos sobre las selvas cercanas a los ríos eran evi-
dentes para fines de los 80 cuando los niveles de sedimento de 
los ríos pasaron al cuádruplo de su nivel natural de 100 partes 
por millón a 450-500 partes por millón. En muchos lugares, 
el sedimento y las rocas elevaron el nivel de la cuenca del río 
hasta 5-6 metros, aumentando la frecuencia de las inundacio-
nes. Con el paso de los años, las lluvias e inundaciones arras-
traron el sedimento a las selvas cercanas. El sedimento en el 
suelo selvático se estancó y redujo el nivel de oxígeno en el 
suelo, dejando sin alimento a las raíces de los árboles y la vege-
tación, y matándolos gradualmente (un efecto llamado muerte 
lenta). El área de selva que moría se extendió de 18 kilómetros 
cuadrados en 1992 a 480 kilómetros cuadrados en 2000, y se 
predijo que con el tiempo aumentaría hasta 1,278 o 2,725 ki-
lómetros cuadrados.
Como las operaciones mineras extraían sólo el 80% del 
cobre, el resto fluía al río, donde se elevaron los niveles de 
cobre disuelto, algunas veces hasta exceder 0.02 miligramos 
por litro. Los peces en los ríos disminuyeron en un 90%, 
como resultado del aumento en los niveles de cobre o de la 
sedimentación, o como consecuencia de una disminución de 
las fuentes de alimento.
Los sedimentos y lodo depositados con las inundaciones 
arruinaron las cosechas de los aldeanos (principalmente de la 
tribu Yonggom) que vivían en las riberas de los ríos. Cada vez 
fue más difícil navegar en canoa porque los elevados niveles de 
la cuenca creaban bajos donde las canoas encallaban y rápidos 
en otras áreas donde el agua pasaba por canales angostos y 
rocosos. La pesca despareció al disminuir el número de peces. 
Varias especies únicas de peces y organismos acuáticos desapa-
recieron de las corrientes de los ríos. Las nuevas carreteras y 
el dinero que fluía de la mina introdujeron los supermercados 
y una economía monetaria en un lugar donde antes existía una 
economía sencilla de trueque. Los aldeanos cambiaron sus 
vestimentas sencillas por la ropa occidental.
La mina trajo consigo otros cambios en Papúa Nueva 
Guinea, muchos de ellos benéficos. Desde que la mina co-
menzó a operar, contribuyó con cerca de $155 millones al 
año por concepto de regalías e impuestos para el gobierno 
nacional. Entre 1985 y 2000, la mina había producido 9.2 
millones de toneladas de cobre, 228 toneladas de oro y 382 
toneladas de plata. La producción de cobre, oro y plata de 
la mina significó cerca del 18% de las exportaciones del país 
y constituía el 10% de su producto interno bruto. La mitad 
de los ingresos del gobierno por la Provincia Occidental (la 
provincia donde estaba la mina) provenían de la actividad 
minera. Además, la mina empleaba a 2,000 trabajadores di-
rectamente y a otros 1,000 que trabajaban para los contratis-
tas que daban apoyo a la mina, y, de manera indirecta, a otros 
cuantos miles que suministraban bienes y servicios a los 
mineros y sus familias. Los programas de capacitación de la 
mina Ok Tedi se consideraban ejemplares y muchos emplea-
dos anteriores habían encontrado otras compañías interesa-
das en sus habilidades adquiridas. La mina había financiado 
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252 Los nEgocios y sus inTERcAmbios ExTERnos: EcoLogíA y consumidoREs
varios proyectos de salud y, como resultado, la mortalidad 
infantil en el área se redujo del 27 a casi el 2%, mientras que 
la esperanza de vida subió de cerca de 30 años a más de 50. 
La incidencia de malaria en los niños del área disminuyó del 
70% a menos del 15%, y en los adultos del 35% a menos de 
6%. La mina también había establecido un Fideicomiso del 
Río Fly para asegurar que los residentes de las riberas del 
río recibieran algunos beneficios económicos de la mina. La 
compañía contribuía con cerca de $3 millones anuales para el 
fideicomiso, que desarrolló el área construyendo 133 centros 
comunitarios, 40 salones de clase, 2 bibliotecas escolares, 400 
plantas solares y bombas, 600 tanques de agua, 23 centros de 
mujeres y 15 clínicas. De hecho, la mina se había convertido 
en el principal agente social en las áreas de los ríos Ok Tedi y 
Fly, al brindar servicios sociales de salud, educación, progra-
mas de capacitación, desarrollo de infraestructura y desarro-
llo de negocios locales.
En 1989, varios propietarios de tierras en el área con-
taminada de los ríos comenzaron a solicitar al gobierno que 
tomara medidas para evitar la descarga de desechos al río y 
les proporcionara alguna compensación por sus pérdidas. En 
1992, más de 30,000 de ellos se unieron y demandaron a bhp, 
el dueño principal no gubernamental de la mina. Después de 
muchos litigios, el caso se arregló fuera de las cortes el 12 de 
junio de 1996 cuando bhp acordó dar a los propietarios un 
total de $500 millones: $90 millones se pagarían en efectivo 
a las 30,000 personas que vivían en las riberas de los ríos Ok 
Tedi y Fly; $35 millones se pagarían a loshabitantes del área 
baja del río Ok Tedi, la zona más devastada por la mina, y 
el 10% de acciones de la mina, valuadas en $375 millones, 
pasarían al gobierno de Papúa Nueva Guinea en un fondo 
para la población de la Provincia Occidental, donde estaban 
la mina y los ríos. Además, bhp acordó poner en marcha un 
plan de contención de desechos después de realizar un es-
tudio de 2 años que encargó para evaluar la practicidad de 
una instalación de contención y recomendar un plan para la 
mina bhp.
El estudio para examinar los aspectos de ingeniería, am-
bientales, sociales y de riesgo del manejo de la mina y sus de-
sechos inició en 1996. Como parte del estudio, se inició una 
operación de dragado en 1998 en la sección del río Ok Tedi 
para ver si esto podía mitigar los efectos de la acumulación de 
sedimentos.
El 4 de junio de 1999, varios meses después de la fecha de 
entrega, Ok Tedi Mining Limited anunció que había recibido 
un anteproyecto del estudio de los aspectos ambientales y so-
ciales de la operación de la mina. El informe se entregó a Paul 
Anderson en las oficinas de bhp. El estudio había encontrado 
que el impacto ambiental de la mina, lo mismo que el área 
afectada por la contaminación, era significativamente mayor 
que lo indicado por estudios anteriores que había contratado 
la empresa. Además, el estudio encontró que incluso si la mina 
cerrara de inmediato, los sedimentos ya depositados en el río 
continuarían matando la selva cercana durante quizá 40 años. 
Durante un periodo comprendido entre los siguientes 10 y 15 
años, la muerte lenta se extendería del río Ok Tedi a las selvas 
río abajo del Fly. El estudio había examinado cuatro opciones 
posibles:
1. Continuar operando la mina y continuar dra-
gando la parte baja del río Ok Tedi.
2. Continuar operando la mina y dragando, y 
además construir una nueva instalación de alma-
cenamiento de desechos futuros.
3. Continuar operando la mina sin hacer nada más.
4. Cerrar la mina inmediatamente.
Ninguna de las cuatro opciones ofrecía una buena solución 
para los impactos ambientales de la mina.
El estudio encontró que el dragado actual bajaría los ni-
veles arenosos en el río Ok Tedi, y que las inundaciones dis-
minuirían. Pero el sedimento seguiría acumulándose río abajo 
por el dragado y éste no detendría de manera significativa la 
degradación de las selvas. Además, el dragado absorbía fondos 
(véase la siguiente tabla) que podrían invertirse en salud, edu-
cación o capacitación de los trabajadores.
La construcción de una nueva instalación de almacena-
miento suponía gastos elevados (véase la tabla) y crearía pro-
blemas sociales porque la cantidad de terreno requerido des-
truiría toda el área de una de las tribus. Además, la instalación 
podía derrumbarse, lo que provocaría todavía más daños, y los 
desechos almacenados generarían ácidos que en sí constituían 
una amenaza ambiental.
Seguir operando la mina sin hacer nada más significaba 
seguir dañando el ambiente. Si la mina operaba hasta su pro-
grama original de 2010, se crearían de 200 a 300 toneladas 
adicionales de desechos y rocas que se añadirían a los sedi-
mentos que ya se habían depositado en los ríos. Esto prolon-
garía mucho el de por sí ya largo periodo de recuperación.
Cerrar la mina de inmediato limitaría el daño ambiental 
que la operación continua creaba y acortaría el tiempo que ne-
cesitaría el río para recuperarse. Pero el cierre inmediato de la 
mina sería un golpe económico y social para las comunidades 
locales, de la provincia y el país. El estudio predecía que si la 
mina cerraba de inmediato, los trabajadores que habían mi-
grado al área de la mina sufrirían la falta de abastecimiento 
de comida que resultaría de cazar de más y de los aumentos 
en los precios de los alimentos en las tiendas. La enorme po-
blación alrededor de la mina quizá no se rendiría sino hasta 
que el hambre y la mala nutrición terminaran por correrlos. El 
gobierno vería disminuir sus exportaciones casi en un 20%, el 
producto interno bruto bajaría un 10% y sus ingresos por im-
puestos bajarían más de 100 millones de dólares. El gobierno 
de la Provincia Occidental perdería la mitad de sus ingresos, 
que provenían de la mina, y esto degradaría sus servicios de 
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