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Etica En Los Negocios-páginas-123

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la ética y El Entorno natural 255
beneficios, incluyendo empleos, aumento en los ingresos por 
impuestos y un auge en la economía local. El gobierno del es-
tado de Wyoming también apoyó la actividad, ya que el 60% 
del presupuesto del estado se basa en regalías que recibe el 
estado por las operaciones relacionadas con el carbón, gas y 
petróleo.
Los pozos de Questar en la meseta tenían un promedio 
de 4,000 metros de profundidad y un costo de $2.8 a $3.6 mi-
llones cada uno, dependiendo de la cantidad de ruptura que 
se requería.1 Perforar un pozo suele requerir limpiar y nivelar 
un “bloque” de entre 2 y 4 acres (entre 8 mil y 16 mil metros 
cuadrados) de terreno para apoyar el equipo de perforación 
y de otro tipo. En cada bloque se perforan uno o dos pozos. 
Los caminos de acceso tenían que llegar al bloque, y el pozo 
tenía que estar conectado a una red de tuberías que sacaban 
el gas de los pozos y lo llevaban a donde podía almacenarse y 
distribuirse. Cada pozo producía desechos líquidos que tenían 
que almacenarse en tanques en el bloque y periódicamente se 
sacaban en carros tanque.
No obstante, la blm impuso varias restricciones a las ope-
raciones de Questar en la meseta. Grandes áreas de la meseta 
eran el hábitat de venados, antílopes, urogallos y otras espe-
cies, y la blm impuso reglas de perforación que estaban dise-
ñadas para proteger a las especies silvestres que vivían en la 
meseta. Importante entre ellas era el urogallo.
El urogallo es un ave colorida que hoy sobrevive sólo 
en sitios dispersos en 11 estados de eua. El urogallo, que vive 
en elevaciones de 1,200 a 2,800 metros y que depende de la 
planta cada vez más rara llamada salvia para comer y para 
ocultarse de los depredadores, es extremadamente sensible a 
la actividad humana. Las casas, los postes de teléfonos o las 
bardas pueden atraer a halcones y cuervos que atacan los nidos 
de urogallos. Se estima que hace 200 años las aves —conoci-
das por su distintivo baile de “pavoneo” para aparearse— se 
contaban en cerca de 2 millones y eran comunes en todo el 
oeste de Estados Unidos. Para la década de 1970, su número 
había disminuido a 400,000. Un estudio que terminó en junio 
de 2004 la Western Association of Fish and Wildlife Agencies 
concluyó que apenas quedaban entre 140,000 y 250,000 ejem-
plares y agregó: “No somos optimistas en cuanto al futuro”. 
Se culpó por la drástica disminución en el número de ejempla-
res de esta especie a la destrucción del 50% de la salvia donde 
el urogallo hace nidos y que constituye el terreno para apa-
rearse; la destrucción de la salvia, a la vez, se debía al pastado 
del ganado, la construcción de nuevas casas, los incendios y 
los terrenos en expansión que se otorgaban para perforación y 
otras actividades mineras. Los biólogos creen que si no se pro-
tege el hábitat de la salvia, el número de urogallos se reducirá 
tanto para 2050 que nunca se recuperará. De acuerdo con Par 
Deibert, un biólogo del Servicio de pesca y vida silvestre de 
Estados Unidos, los urogallos “necesitan grandes extensiones 
con salvia sana” y cualquier cosa que destruya esas extensiones 
como carreteras, tuberías o casas, les afecta.2
Con el fin de proteger a los urogallos, cuyo última pobla-
ción robusta había anidado por miles de años en los campos de 
salvia ideales de la meseta, la blm determinó que los caminos de 
Questar y otras estructuras debían localizarse a un kilómetro y 
medio o más de los terrenos de reproducción del urogallo, y al 
menos a 3 kilómetros de las áreas donde anida en la temporada 
de reproducción. Algunos estudios, sin embargo, concluyeron 
que esas protecciones no eran suficientes para detener la dis-
minución de la población de urogallos. Conforme los pozos 
proliferaban en el área, cada vez se apoderaban de más tierra 
en la que los urogallos anidaban y buscaban comida y pertur-
baban a las sensibles aves. Los conservacionistas dicen que la 
blm debió aumentar el amortiguador de 400 metros alrededor 
de los terrenos de las aves a por lo menos 3 kilómetros.
En mayo de 2004, el Servicio de pesca y vida silvestre 
anunció que comenzaría el proceso de estudiar si el urogallo 
debe clasificarse como una especie en peligro de extinción, lo 
que lo pondría bajo la protección de ley de especies en peligro, 
algo que los conservacionistas han apremiado al Servicio de 
pesca y vida silvestre a hacer desde 2000. Questar y otras com-
pañías de gas, petróleo y minería se opusieron firmemente a que 
el urogallo estuviera entre las especies en peligro porque una 
vez que ocurre esto, grandes áreas de terrenos federales que-
dan fuera de la posibilidad de perforación, minería y desarrollo. 
Como el 80% de Wyoming se considera hábitat del urogallo, 
incluyendo gran parte de la meseta de Pinedale, los planes de 
perforación de Questar se verían muy comprometidos.
Questar y otras compañías formaron una coalición, lla-
mada Partnership for the West, para ejercer presión en la ad-
ministración de Bush para mantener el urogallo fuera de la lista 
de especies en peligro. Encabezada por Jim Sims, ex director 
de comunicación para la Energy Task Force del presidente 
George W. Bush, la coalición estableció un sitio en Internet 
que llamaba a los miembros para presionar a “los jugadores 
clave en Washington” y para “desatar la oposición popular, lo 
que daría cierta cobertura al liderazgo político en el Departa-
mento del Interior y en toda la administración”. La coalición 
también sugirió “financiar estudios científicos” diseñados para 
mostrar que el urogallo no estaba en peligro. De acuerdo con 
Sims, el intento de clasificar el urogallo como una especie en 
peligro estaba encabezado por “extremistas ambientalistas que 
habían coincidido en el oeste de Estados Unidos en un es-
fuerzo por detener prácticamente todo el crecimiento y desa-
rrollo económico. Quieren restringir los negocios y la indus-
tria en todos los casos. Quieren poner límites para todos en las 
tierras del Oeste”.3 Dru Bower, vicepresidente de Petroleum 
Association of Wyoming, afirmó: “Las listas [de especies en 
peligro] no son buenas para la industria del petróleo y gas, de 
manera que si podemos hacer algo para evitar que una espe-
cie llegue a la lista será bueno para la industria. Si el urogallo 
entra a la lista, esto tendrá un efecto drástico en el desarrollo 
del petróleo y el gas en el estado de Wyoming”.4
El urogallo no era la única especie afectada por las ope-
raciones de perforación de Questar. Los campos de gas en los 
que Questar tenía derecho a perforar eran un área de 12 ki-
lómetros de largo y casi 5 kilómetros de ancho, localizada en 
la parte norte de la meseta. Esta propiedad estaba en medio 
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256 Los nEgocios y sus inTERcAmbios ExTERnos: EcoLogíA y consumidoREs
de los campos de invierno frecuentados por venados, alces y 
antílopes, algunos de los cuales migran al área de la meseta 
desde lugares tan lejanos como Grand Teton National Park 
a unos 270 kilómetros al norte. Los estudios de migraciones 
realizados entre 1998 y 2001 revelaron que las manadas de 
antílope americano hacían una de las migraciones más largas 
entre los animales grandes de Norteamérica. El área alrededor 
de Pinedale está en uno de los corredores frecuentados por 
miles de venados y antílopes cada otoño cuando viajan al sur a 
sus tierras de invierno en la meseta y la cuenca del río Green. 
El tráfico de la carretera 191 que cruza algunos corredores 
migratorios algunas veces debe detenerse para dejar que las 
manadas de antílopes pasen.5 Los ambientalistas temen que si 
los animales no pueden llegar a sus praderas de invierno o si 
éstas se vuelven inhospitalarias, las grandes manadas se daña-
rán o morirán.
Por desgracia, las operaciones de perforación generan 
mucho ruido y requieren el movimiento constante de mu-
chos camiones y otras máquinas grandes, las cuales tienen un 
impacto severo en los animales durante el invierno cuando 
ya están tensos físicamente y son vulnerablesa causa de su 
alimentación baja en calorías. Algunos estudios han sugerido 
que incluso la mera presencia humana perturba a los animales 
y los llevaba a evitar un área. En consecuencia, la bml requería 
que Questar cesara todas las operaciones de perforación en 
la meseta cada invierno desde el 15 de noviembre y hasta el 
1° de mayo. De hecho, para proteger a los animales, la bml 
prohibía a todas las personas, ya fuera a pie o en auto, que en-
traran al área durante el invierno. Sin embargo, la bml hacía 
una excepción con los camiones y el personal de Questar que 
debían continuar sacando los desechos líquidos de los pozos 
ya perforados y que seguían operando en invierno (la mora-
toria de invierno prohibía sólo las operaciones de perforación 
pero permitía que los pozos siguieran bombeando gas todo 
el año).
Verse forzados a suspender la perforación en los meses 
de invierno era en extremo frustrante y costoso para Questar. 
Tenía que despedir a las brigadas de perforación al comenzar 
el invierno y contratar nuevas brigadas y capacitarlas cada pri-
mavera. Cada otoño la compañía tenía que empacar varias to-
neladas de equipo, perforadoras y camiones y moverlos fuera 
de la meseta. A causa de la interrupción estacional en su pro-
grama de perforación, el desarrollo completo de sus campos 
petroleros estaba proyectado para 18 años, mucho más de lo 
que hubieran querido.
En 2004, Questar entregó una propuesta a la bml. Plan-
teaba invertir en un nuevo tipo de perforadora que permitía 
cavar hasta 16 pozos en un solo bloque, en lugar de 1 o 2, 
como era habitual hasta entonces. La nueva tecnología (lla-
mada perforación direccional) dirigía el barreno en el subsuelo 
con un ángulo que salía del bloque, de manera que al colocar 
los pozos en el perímetro del bloque —como tentáculos de 
un pulpo— era posible barrenar varios pozos ramificándolos 
desde un solo bloque. Esto minimizaba la tierra ocupada por 
los pozos: mientras que la perforación tradicional requería 16 
bloques separados de 2 a 4 acres para tener 16 pozos, la nueva 
tecnología de “perforación direccional” permitía que un solo 
bloque tuviera 16 pozos. La tecnología también reducía el 
número de caminos necesarios y tuberías de distribución ya 
que un solo acceso y una tubería podían dar servicio al mismo 
número de pozos que los que requerían 16 caminos diferentes 
y 16 tuberías. Questar también propuso que en lugar de aca-
rrear los desechos líquidos fuera de los pozos en operación con 
carros tanque ruidosos, la compañía construiría un segundo 
sistema de tuberías que bombearía los desechos líquidos de 
manera automática. Estas innovaciones, señaló Questar, redu-
cirían sustancialmente el impacto dañino que tenían la perfo-
ración y el bombeo en la vida silvestre de la meseta. Usando la 
nueva tecnología para los 400 pozos adicionales que la compa-
ñía planeaba perforar requeriría 61 bloques en lugar de 150 y 
los bloques ocuparían 533 acres (2.1 kilómetros cuadrados) en 
lugar de 1,474 (5.9 kilómetros cuadrados).
La nueva perforación direccional agregaba alrededor de 
$500,000 al costo de cada pozo y requería invertir en varios 
equipos de perforación. El costo adicional para los 400 pozos 
planeados daría un total de $185 millones. Sin embargo, Ques-
tar observó que “la compañía anticipa que podrá justificar el 
costo extra si puede perforar y completar todos los pozos de 
un bloque en una operación continua” que continúe en el in-
vierno.6 Si se permitía a la compañía perforar continuamente, 
podría terminar todos los pozos en 9 años en lugar de 18, casi 
duplicando sus ingresos del proyecto en esos 9 años. Esta ace-
leración en sus ingresos iba de la mano con otros ahorros re-
sultado de tener 16 pozos en cada bloque, lo que le permitiría 
justificar los costos adicionales de la perforación direccional. 
En resumen, la compañía podría invertir en la nueva tecnolo-
gía que reducía el impacto en la vida silvestre si se le permitía 
perforar en los meses de invierno.
Aunque los ambientalistas recibieron bien la disposición 
de la compañía para invertir en la perforación direccional, se 
opusieron con firmeza a permitirle operar en la meseta du-
rante el invierno cuando los venados y antílopes estaban ahí 
buscando comida y luchando por sobrevivir. La Green River 
Valley Coalition, una coalición de grupos ambientalistas, 
emitió una declaración que afirmaba: “Se debe dar reconoci-
miento a la compañía por usar la perforación direccional, pero 
las mejoras tecnológicas no deben significar el sacrificio de 
importantes salvaguardas para la herencia de la vida silvestre 
en Wyoming”. Para permitir a la compañía que pruebe la fac-
tibilidad de la perforación direccional y estudiar sus efectos en 
las manadas de venados que vienen en invierno, la Oficina de 
administración de la tierra, la bml, permitió a Questar perfo-
rar pozos en un solo bloque en el invierno de 2002 a 2003 y 
de nuevo en el invierno de 2003 a 2004. El estudio de 5 años 
continuará hasta 2007, y Questar espera que se le permita la 
perforación ilimitada en la meseta durante el invierno hasta 
entonces. En un informe preliminar del estudio, la bml dijo 
que “no había datos concluyentes que indicaran efectos ad-
versos cuantificables en los venados” por la perforación. No 
obstante, la coalición ambientalista demandó a la bml por no 
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adherirse a sus propias reglas al permitir a Questar y otras 
compañías perforar en las praderas de los venados durante el 
invierno y por no realizar un análisis del impacto potencial 
antes de otorgar los permisos, como lo requiere la ley de polí-
tica ambiental nacional. Hasta el momento de escribir esto, la 
demanda no se ha resuelto.
Preguntas
1. ¿Cuáles son los problemas sistémicos, corporativos e indi-
viduales que genera este caso?
2. ¿Cómo se debería evaluar la vida silvestre, como la del 
urogallo o los venados, y cómo debe equilibrarse ese valor 
contra los intereses económicos de una compañía como 
Questar?
3. A la luz de la dependencia económica de Estados Unidos 
del petróleo y a la luz del impacto ambiental de las ope-
raciones de perforación de Questar, ¿la compañía está 
moralmente obligada a suspender sus operaciones de 
perforación en la meseta de Pinedale? Explique su res-
puesta.
4. ¿Qué debería Questar hacer de manera diferente, si es 
que debe hacer algo?
5. Desde su punto de vista, ¿los grupos de interés ambien-
talista identificados en este caso se comportaron ética-
mente?
Notas
1. Peggy Williams, “The Pinedale Anticline”, Oil and Gas Investor, 
diciembre de 2001, pp.2-5.
2. Tom Kenworthy, “Battle Brewing Over Sage Grouse Protec-
tion”, USA Today, 13 de julio, 2004, p. 2a; Todd Wilkinson, “Sage 
Grouse of Western Plains Seen as Next ‘Spotted Owl’”, Christian 
Science Monitor, 25 de junio, 2004, p.1.
3. Julie Cart, “Bird’s Fate Tied to Future of Drilling”, Los Angeles 
Times, 10 de junio, 2004, p.11.
4. Ibid.
5. Rebecca Huntington, “Cowboy Enterprise: Wildlife Find Less 
Room in Energy Boom”, Associated Press State and Local Wire, 2 de 
diciembre, 2003.
6. Questar, “The Pinedale Anticline: A Story of Responsible Deve-
lopment of a Major Natural Gas Resource”, propuesta disponible 
en el sitio Web de Questar.
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