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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (24)

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Importancia de las utopías y de las ideologías confusas y 
racionalistas en la fase inicial de los procesos históricos de for­
mación de las voluntades colectivas. Las utopías, el racionalismo 
abstracto, tienen la misma importancia que las viejas concepcio­
nes del mundo históricamente elaboradas por la acumulación de 
experiencias sucesivas. Lo que importa es la critica que los pri­
meros representantes de la nueva fase histórka dirigen a dicho 
complejo idcoló~ico; a través de e,sta critica se da un pmc~so 
de distinción y de camhio en la importancia relativa que posemn 
Jos elementos de las vicias ideologías. Aquello que era secundario, 
subordinado o a un accesorio, pasa a ser principal, se transforma 
en el núcleo de un nuevo complejo ideológico y doctrinario y la 
vieja voluntad colectiva se disgrega en sus elementos contradic­
torios puesto que se desarrollan socialmente aquellos elementos 
subordinados. 
Luego ele la formación del régimen ele los partidos, fase his­
tórica ligada a la estandarización de graneles masas de la pobla­
dón (comunicaciones, periódicos, grandes ciudades, cte.) los pro­
·cesos molecuhr<'S aclvknen m{.s rápidamente que en el pasado. 
CuestÍÓil del "lwml>re co1Pcfivo" o del "conformismo social". Tarea 
educativa y formativa del Estado que tiene siempre el fin de 
crear nuevos v más dcvndns tipos de civilización, de adecuar 
la "c:ivilizació~" y la moralidad de las más vastas masas popu­
lares a las necesidades dd continuo desarrollo del aparato eco­
nómico de producción y, por ende, de elaborar también Hsicamente 
los nuevos tipos de h11manicbd. ;Pero de qnó manC'm logrará 
cada individuo incorporarse al hombre colectivo y en qué sentido 
deberá ser dirigida la presión educativa sobre los individuos si 
se quiere obtener su consentimiento y sn cobhomci<'>n, haciendo 
qnc la ncc~sidud y la coerción se transformen en "líhc1tud"? El 
problema del "derecho", cuyo concepto dcbení ser extenc;id~, com­
prendiendo también aquellas netividadcs que hoy cstan mvolu­
cruclas en la fórmnb de "jurídicamente indiferente" • y que son 
del dominio de la sociedad civil, la cnal opera sin "sanciones~ Y 
sin "oblie:aciones" taxativas, mas no por ello dcia de ejercer una 
presión ~olectiva y ele obtener resultados objetivos en la forma-
o Actos p::tra los cm1les la )ey no prevé sanciones. (N. del T.) 
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cwn de las costumbres, las maneras de pensar y de obrar, la 
moralidad, etcétera. 
Concepto político de la llamada "revolución permanente':, 
nacida antes de 1848 como expresión científicamente elaborada de 
las experiencias jacobinas desde 1789 hasta Thermidor. La fórmula 
es propia ele un período histórico en el que no existían los gran­
des partidos políticos de masa ni los grandes sindicatos econó­
micos y la sociedad estaba aún, en muchos aspectos, en un estado 
de fluidez: mayor retraso en el campo y monopolio casi com­
pleto de la eficiencia política-estatal en pocas ciudades o directa­
mente en una sola (París para Francia); aparato estatal relati­
vamente poco desarrollado y mayor autonomía de la sociedad civil 
respeeto ele la actividad estatal: sistema determinado de las fuerzas 
militares y cld armamento nacional; mayor autonomía de las eco­
nomías nacionales frente a las relaciones económicas del mercado 
mundial, etc. En el período posterior al año 1870, con la expansión 
colonial europea, cambian todos estos elementos, las relaciones 
internas de organización del Estado y las internacionales se tor­
nan mús complejas y sólidas y la fórmula cuarentiochcsca de la 
"revolución pc•mancnte" es sometida a una rcelaboraci6n, encon­
trando la ciencia politka su superación en la fórmula de "hege­
monía civil". En el arte político ocurre lo mismo que en <'1 arte 
militar: ]a gucna de 'movitnícnto se convierte cada vez rnás en 
guerra, en la medida en que la prepara minuciosa y técnicamente 
en tiempos de paz. Las estructuras macizas de las democracias 
modernas, considerrtdns yn scu como organizaciones estatales o 
bien como complejo de asociaciones operantes en la viua civil. 
representan en el dominio del arte polltico lo mismo que las "trin­
cheras" y las fortificaciones permanentes del frente en la guerra 
de posición: tornan sólo "parcial" el elemento del movimiento 
que antes constituía "todo" en la guerra, etc. 
Ln cuestión se plantea en los Estados modernos y no c11 los 
países atrasados, ni en las colonias, donde aún tienen vigencia las 
formas que en los primeros han sido superados convirtiéndose en 
anacrónicas. El problema del valor de las ideologías (tal como 
se deriva de la polémica Malagoui-Croce) " -con las observa­
ciones de Croce sobre el "mito" soreliano, que se pueden utiliz.ar 
30 Vt:ase Cml·(·. Cma:ersa~foni ctiticll~. serie IV. Bari, 1932, pp. 143--16, 
(N. del E.¡ 
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contra la "pasión"-· debe igualmente ser estudiado en un tratado 
de ciencia política. 
Fase económico-corporativa del Estado. En la ciencia poHtica, 
Guicciardini representa un paso atrás con respecto a Maquiavelo. 
Y este es el único significado del mayor "pesimismo" de Guiceiardi­
ni, _quien retoma a un pensamiento político puramente italiano 
mientras Maquiavelo se había elevado a un pensamiento europeo. 
No se comprende a Maquiavclo si no se tiene en cuenta que supera 
la cll:periencia italiana en la mq1eriencia europea (internacional 
en aquella época). Su "voluntad" sería utópica sin la experiencia 
europea. La misma concepción de la "naturaleza humana" se vuelve 
por este hecho diferente en los dos. En la "naturaleza humana" 
de Maquiavelo está comprendido el "hombre europeo", y este hom· 
bre, tanto en Francia como en España. ha superado efectivamente 
la fase feudal disgregada con la monarquía absoluta. No es, por 
consiguiente, la "naturaleza humana" la que se opone a que en 
Italia surja una monarquía absoluta unitaria, sino condiciones 
transitorias que la voluntad puede superar. Maquiavelo es "pesi· 
mista" (o mejor dicbo "realist~") al considerar a' los hombres y 
los móviles de su obra; Guicciardini no es pesimista, sino escép· 
tico y sórdido. Paolo Treves 31 comete mucbos errores en sus juicios 
sobre Guicciardiní y Maquiavelo; no distingue bien "política" de 
"diplomacia" y precisamente en esta falta de distinción reside fa 
causa de sus apreciaciones erróneas Eri efecto, en la política el 
elemento volitivo tiene una importancia mucho mayor que en L~ 
diplomacia. La diplomacia sanciona y tiende a conservar las situa· 
eiones creadas por el empuje de las políticas estatales; es creadora 
sólo en un sentido metafórico o filosófico convencional (toda la 
actividad humana es creadora). Las relaciones internacionales 
mantienen un equilibrio de fuerzas en el cual todo particular 
elemento estatal puede influir muy débilmente. Florencia podia 
influir reforzándose a sí misma, por ejemplo, pero este refuerzo, 
aunque hubiese mejorado su posición en el equilibrio italiano y 
europeo, no podía, por cierto, ser considerado como decisivo para 
trastrocar el conjunto del equilibrio mismo. Por ello el diplomático, 
31 Cfr. ll t'ealismo politico di Francesco Guícciarclini, en Nu01Ja RiLJ-ista 
Stortcu, noviembre-diciembre de 1930. 
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por el mismo hábito profesional, es llevado al escepticismo y a la 
sordidez conservadora. 
En las relaciones internas de un Estado la situación es incom­
parablemente más favorable a la iniciativa central, a una volun­
tad de comando, tal como la entendía Maquiavelo. El juicio de De 
Sanctis sobre Guicciardini es mucho más realista de lo que cree 
Treves. Hay que plantear la pregunta de por qué De Sanctis estaba 
mejor preparado que Treves para formular este juicio, histórica 
Y cientifieamente más exacto. De Sanctis participó en un momento 
creador de la historia política italiana, un momento en el cual la 
eficacia de la voluntad popular, dirigida a suscitar fuerzas nuevas 
Y originales y no sólo a especular sobre las tradicionales, concebidas 
ésta: ?omo iml?osibilitadas ele desarrollo y de reorganización (es· 
cept~CISmo poh~icoguicciardinista, había mostrado toda su po· 
tenciahdad no solo en el arte de fundar un Estado desde el interior 
sino también en el de dominar las relaciones internacionales des~ 
brozando los métodos profesionales y rutinarios de la diplomacia 
(con Cavour). La atmósfera cultural era propicia para una con­
cepción más comprensivamente realista de la ciencia v del arte 
político. Pero aun sin esta atmósfera ¿era posible para De Sanctis 
comprender a Maquiavelo? La atmósfera dada por el momento 
~istórico enriquece los ensayos de De Sanctis con un pathos sen· 
h~enta~ ~ue torna más simpático y apasionante el argumento, 
mas arhsbcamente expresiva y cautivante la exposición científiC'a, 
pero el contenido lógico de la ciencia política podría haber sido 
p~nsado aun_ ,en los períodos de peor reacción. ¿No es quizás la 
misma reacc10n un acto constructivo de voluntad? ·Y no es un 
acto voluntario la conservación? ¿Por qué entonces se~ía "utópica" 
la voluntad de Maquiavelo y revolucionaria y no utópica la volun· 
ta? de quienes quieren conservar lo existente e impedir el surgí· 
miento Y la organización de fuerzas nuevas que turbarían y subver· 
tirían el equilibrio "tradicional? La cíencia política abstrae el ele­
mento "voluntad" y no tiene en cuenta el fin al cual se aplica 
una voluntad determinada. El atributo de "utópico" no es propio 
de la voluntad política en general, sino de las voluntades parti­
culares que no saben ligar el medio al fin y por lo tanto no son 
tampoco voluntades, sino veleidades, sueños, deseos. 
El escepticismo de Guiccíardini (no pesírnismo de la inteli­
gencia, que puede estar unido con un optimismo de la voluntad en 
los políticos realistas activos) tiene diversos orígenes: 1) el hábito 
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