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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (44)

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·una parte se dirigió a Oriente al servicio del basileus del Imperio 
Bizantino Andrónico. La otra parte fue enrolada por Roberto 
de Anjou para la guerra contra los gibelinos toscanos. Como los 
almogávares llevaban capas negras, mientras que los florentinos, en 
procesión o en "ca bailada" vestían camisa blanca con cruces o con 
lirios, habría nacido de aquí, según Gino Masi, la denominación 
de blancos y negros. Cierto es que, cuando los angevinos dejaron 
Florencia, muchos almogávares quedaron a sueldo de la comuna, 
renovando de año en aíio su "conducta". 
La "compañia de mercenarios" nace así como un medio para 
determinar una mptura del equilibrio en la relación de las fuerzas 
políticas a favor de la parte más rica de la burguesía y en per­
juicio de los gibelinos y de las clases bajas. 
Sobre el desarrollo de la técnica militar. El rasgo más caracte­
rístico y significativo del estadio actual de 11. técnica militar y por 
ende también de la dirección de las investi"'aciones científicas en 
o ' 
cuanto están ligadas al desarrollo de la técnica milítar (o tienden 
a este fin), debe ser buscado en lo siguiente: en el hecho de que 
la técnica militar en algunos de sus aspectos tiende a volve"c in­
dependiente del conjunto de lo técnica general y a eonvertírse en 
una actividad aparte, antónorna. 
Hasta la guerra mundi;,l, la tecnica militar era una simple 
aplicación especializada de la técnica general y por lo tanto la 
potencia militar de un Estado o de un grupo de Estados (aliados 
para integrarse recéprocamente) podía ser calculada con exactitud 
casi matemática sobre la base de la potencia económica (industrial, 
agrícola, financiera, técnico-cultural). De la guerra mundial en 
adelante, este cálculo ya no es posible, al menos con igual exac­
titud o aproximación y esto constituye la más fonnidable incógnita 
de la actual situación político· militar. Como punto de referencia 
basta mencionar algunos elementos: el submarino, el avión de 
bombardeo, los gases y medios químicos y bacteriológicos aplica­
dos a la guerra. Colocando la cuestión en sus ténninos límites, 
por el absurdo, se puede dc·cir que Andorra puede producir medios 
bélicos en gas y bacterias como para exterminar a toda Francia. 
Esta sí tuacíón de la técnica militar es uno de los elementos que 
más "silenciosamente" operan en la transformación del arte polí-
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tico que condujo al pasaje, también en la política, de la guerra de 
movimiento a la guerra de posición y de asedio. 
U na máxima del mariscal C'..a viglia: "La experiencia de la mecá­
nica aplicada de que la fuerza se agota alejándose del centro de 
producción es dominante en el arte de la guerra. El ataque se 
agota avanzando; por ello la victoria debe ser buscada lo más 
posible en la proximidad del punto de partida''." Máxima similar 
en Clauscwitz. Pero el mismo Caviglia señala que las fuerzas de 
choque deben ser ayudadas por las tropas de maniobra: las fuerzas 
de choque tienden a detenerse luego de obtenida la "victoria" 
inmediata en el objetivo de romper el frente adversario. Una ac­
ción estratégica con fines no territoriales sino decisivos y orgánicos 
puede ser desarrollada en dos momentos: con la ruptura del frente 
adversario y con una maniobra sucesiva, operaciones ambas asig­
nadas a tropas distintas. 
La máxima, aplicada al arte político, debe ser adaptada a las 
diversas condiciones; pero queda firme la consideración de aue 
entre el punto de partida y el objetivo es necesaria la existen-;,ia 
de una gradación orgánica, es decir de una serie de objetivos 
parciales. 
Sentencias tradicionales que corresponden al sentido común 
de las masas de hombres; "Lo> generales -dice Jenofontc- deben 
adelantarse a los demás no en la suntuosidad de la mesa y en los 
placeres, sino en la capacidad y en las fatigas". "Difícilmente se 
puede inducir a los soldados a sufrir las penurias y las privaciones 
que derivan de la ignorancia o de la culpa de su comandante; 
pero cuando son producto dE' la necesidad, cada uno está dis­
puesto a sufrirlas." "Atreverse con el propio peligro es valor, con 
el de los demás es arrogancia" ( Pietro Col!etta). 
Diferencias entre atrevimiento o intrepidez y coraje; el pri­
mero es instintivo e impulsivo; el coraje, en cambio, es adquirido 
con la educación y a través de- los hábitos. La larga pennauencia 
en trinchera requiere «coraje", es decir perseverancia en la intri­
pidcz, que puede ser dada por el terror (certeza de morir si no 
se pennanecc allí) o por la convicción de hacer algo necesario 
(coraje). 
H: Le tre battaglie del Piar.;e, p. 244. 
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La.s "contradicciones" del historicismo y sus expresiones literarias 
(ironín, sarcasmo). Véase las publicaciones de Adriano Tilgher 
contra el historicismo. De un artículo de Bonaventura Tecchi ("Il 
demiurgo di' Burzio", Italia Letteraria, 20 de octubre de 1929) 
son extraídas algunas ·ideas de Filippo Burzio que parecen mos­
trar una cierta profundidad (si se hace abstracción del lenguaje 
forzado y de las construcciones de tendencia paradójico-literaria) 
en el estudio de las contradicciones "psicológicas", que nacen en 
el terreno del historicismo idealista, pero también en el del his­
toricismo integral. 
Es preciso meditar sobre la afirmación: "estar por encima de 
las pasiones y los sentimientos, atm probándolos", de la que pue­
den sacarse numerosas consecuencias. El nudo de las cuestiones 
que surgen a propósito del historicismo y que Tilgher no logra 
desentrañar está justamente en la comprobación de que "se puede 
ser al mismo tiempo crítico y hombre de acción, de manera que 
un aspecto no sólo no debilite al otro, sino que por el contrario 
lo convalide". Tilgher escinde muy superficial y mecánicamente los 
dos términos de la personalidad humana (dado que no existe ni 
existió jamás el hombre puramente crítico y el hombre puramente 
pasional), cuando se trata por el contrario de detem1inar cómo se 
combinan estos dos términos en los distintos períodos históricos, 
tanto en los individuos cOmo en los estratos sociales (aspecto de 
la cuestión de la función social de los intelectuales), haciendo 
prevalecer (aparentemente) un aspecto o el otro (se habla de 
épocas de crítica, de épocas de acción, etc.). !\!as no parece que 
ni siquiera el mismo Croce haya analizado a fondo el problema 
en los escritos donde quiso determinar el concepto de "política­
pasión". Si el acto político concreto, como dice Croce, se realiza 
en la persona del jefe políticc, es preciso observar que la carac­
terística del jefe como tal no es por cierto la pasión, sino el cálculo 
frío, preciso, objetivamente casi impersonal, de las fuerzas en lu­
cha y de sus relaciones (y tanto más esto vale sí se trata de política 
en su forma más decisiva y determinante: la guerra o cualquier 
otra forma de lucha armada)- El jefe suscita y dirige las pasiones, 
pero él mismo no es "inmune'' a ellas o las domina para desenca· 
denarias mejor, refrenarlas en el momento dado, disciplinarlas, etc. 
Debe conocerlas, como elemento objetivo de hecho, como fuerza, 
más que "sentirlas" inmediatamente. Aunque sea con "gran sim· 
patía" debe conocerlas y comprenderlas (y entonces la pasión 
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asume una forma superior, r¡m• es preciso analizar, a partir de las 
ideas de Burzio). 
Según el escrito de Tcccbi parece que Bur.áo utilíza con fre­
cuencia el elemento "ironía" como característica (o una de las 
características) de la posición referida o condensada en la afir­
mación "estar por encima de las pasiones y los sentimientos aun 
probándolos". Parece evidente que la actitud "irónica" no puede 
ser la del jefe político o mílit<~r en relación con las pasiones y sen­
timientos de los partidarios y dirigidos. La "ironía" puede ser 
ju•ta como actitud de cada intelectual individual, es decir sin rc.s­
ponsabilidad inmediata aunque sea en la constmcción de un mundo 
cultural o para indicar el distanciamiento del artista del contenido 
sentimental de su crcaciún ( quo puede ~sc!ltir"mas no "condivi­
dir", o puede condivídir pero do una forma intelectualmente más 
refinada). Pero en el caso ele la ,rcción histórica, el elemento 
"ironíá' sólo sería literario o intelectualista e indicaría una forma 
de separación vinculada sobre> todo al escepticismo de dilettante, 
debido en mayor o menor medida a las desilusiones, al cansancio, 
al "superhombrismo". 
Por el contrario, en el caso de la acción histórico-política, el 
elemento estilístico adecuado, la actitud característica ele la sepa­
ración-comprensión, es el "sarcasmo" y, aun bajo una forma deter­
minada, el "sarcasmo apasionado". En los fundadores de la filosofía 
de la praxis se encuentra la expresión más alta, ética y estética­
mente, del sarcasmo apasionado. Otras formas. Frente a las creen­
cias e ilusiones populares (creencia en la justicia, la igualdad y 
la fraternidad, es decir, en los elementos ideológicos difundidos 
por las tendencias democráticas derivadas de la Revolución fran­
cesa) existe un sarcasmo apasionadamente "positivo", creador, 
progresista. Se comprende que no se quiere escarnecer el senti­
miento más íntimo de aquellas ilusiones y creencias, sino su forma 
inmediata, ligada a nn determinado mundo "caduco", al tufo de 
cadáver que rezuma a través de los afeites humanitarios de los 
profesionales de los "principios inmortales". Porque existe también 
un sarcasmo de "derecha", que raramente es apasionado, pero que 
síempre es "negativo", escéptico y destructivo no sólo de la "for­
ma" contingente, sino del contenido ''humano" de aquellos senti­
mientos y creencias. (Y a propósito del atributo "humano" se pue­
de ver en algunos libros, pero especialmente en La sagrada fa-
lS.S

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