Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
·una parte se dirigió a Oriente al servicio del basileus del Imperio Bizantino Andrónico. La otra parte fue enrolada por Roberto de Anjou para la guerra contra los gibelinos toscanos. Como los almogávares llevaban capas negras, mientras que los florentinos, en procesión o en "ca bailada" vestían camisa blanca con cruces o con lirios, habría nacido de aquí, según Gino Masi, la denominación de blancos y negros. Cierto es que, cuando los angevinos dejaron Florencia, muchos almogávares quedaron a sueldo de la comuna, renovando de año en aíio su "conducta". La "compañia de mercenarios" nace así como un medio para determinar una mptura del equilibrio en la relación de las fuerzas políticas a favor de la parte más rica de la burguesía y en per juicio de los gibelinos y de las clases bajas. Sobre el desarrollo de la técnica militar. El rasgo más caracte rístico y significativo del estadio actual de 11. técnica militar y por ende también de la dirección de las investi"'aciones científicas en o ' cuanto están ligadas al desarrollo de la técnica milítar (o tienden a este fin), debe ser buscado en lo siguiente: en el hecho de que la técnica militar en algunos de sus aspectos tiende a volve"c in dependiente del conjunto de lo técnica general y a eonvertírse en una actividad aparte, antónorna. Hasta la guerra mundi;,l, la tecnica militar era una simple aplicación especializada de la técnica general y por lo tanto la potencia militar de un Estado o de un grupo de Estados (aliados para integrarse recéprocamente) podía ser calculada con exactitud casi matemática sobre la base de la potencia económica (industrial, agrícola, financiera, técnico-cultural). De la guerra mundial en adelante, este cálculo ya no es posible, al menos con igual exac titud o aproximación y esto constituye la más fonnidable incógnita de la actual situación político· militar. Como punto de referencia basta mencionar algunos elementos: el submarino, el avión de bombardeo, los gases y medios químicos y bacteriológicos aplica dos a la guerra. Colocando la cuestión en sus ténninos límites, por el absurdo, se puede dc·cir que Andorra puede producir medios bélicos en gas y bacterias como para exterminar a toda Francia. Esta sí tuacíón de la técnica militar es uno de los elementos que más "silenciosamente" operan en la transformación del arte polí- 182 1 1 tico que condujo al pasaje, también en la política, de la guerra de movimiento a la guerra de posición y de asedio. U na máxima del mariscal C'..a viglia: "La experiencia de la mecá nica aplicada de que la fuerza se agota alejándose del centro de producción es dominante en el arte de la guerra. El ataque se agota avanzando; por ello la victoria debe ser buscada lo más posible en la proximidad del punto de partida''." Máxima similar en Clauscwitz. Pero el mismo Caviglia señala que las fuerzas de choque deben ser ayudadas por las tropas de maniobra: las fuerzas de choque tienden a detenerse luego de obtenida la "victoria" inmediata en el objetivo de romper el frente adversario. Una ac ción estratégica con fines no territoriales sino decisivos y orgánicos puede ser desarrollada en dos momentos: con la ruptura del frente adversario y con una maniobra sucesiva, operaciones ambas asig nadas a tropas distintas. La máxima, aplicada al arte político, debe ser adaptada a las diversas condiciones; pero queda firme la consideración de aue entre el punto de partida y el objetivo es necesaria la existen-;,ia de una gradación orgánica, es decir de una serie de objetivos parciales. Sentencias tradicionales que corresponden al sentido común de las masas de hombres; "Lo> generales -dice Jenofontc- deben adelantarse a los demás no en la suntuosidad de la mesa y en los placeres, sino en la capacidad y en las fatigas". "Difícilmente se puede inducir a los soldados a sufrir las penurias y las privaciones que derivan de la ignorancia o de la culpa de su comandante; pero cuando son producto dE' la necesidad, cada uno está dis puesto a sufrirlas." "Atreverse con el propio peligro es valor, con el de los demás es arrogancia" ( Pietro Col!etta). Diferencias entre atrevimiento o intrepidez y coraje; el pri mero es instintivo e impulsivo; el coraje, en cambio, es adquirido con la educación y a través de- los hábitos. La larga pennauencia en trinchera requiere «coraje", es decir perseverancia en la intri pidcz, que puede ser dada por el terror (certeza de morir si no se pennanecc allí) o por la convicción de hacer algo necesario (coraje). H: Le tre battaglie del Piar.;e, p. 244. 183 La.s "contradicciones" del historicismo y sus expresiones literarias (ironín, sarcasmo). Véase las publicaciones de Adriano Tilgher contra el historicismo. De un artículo de Bonaventura Tecchi ("Il demiurgo di' Burzio", Italia Letteraria, 20 de octubre de 1929) son extraídas algunas ·ideas de Filippo Burzio que parecen mos trar una cierta profundidad (si se hace abstracción del lenguaje forzado y de las construcciones de tendencia paradójico-literaria) en el estudio de las contradicciones "psicológicas", que nacen en el terreno del historicismo idealista, pero también en el del his toricismo integral. Es preciso meditar sobre la afirmación: "estar por encima de las pasiones y los sentimientos, atm probándolos", de la que pue den sacarse numerosas consecuencias. El nudo de las cuestiones que surgen a propósito del historicismo y que Tilgher no logra desentrañar está justamente en la comprobación de que "se puede ser al mismo tiempo crítico y hombre de acción, de manera que un aspecto no sólo no debilite al otro, sino que por el contrario lo convalide". Tilgher escinde muy superficial y mecánicamente los dos términos de la personalidad humana (dado que no existe ni existió jamás el hombre puramente crítico y el hombre puramente pasional), cuando se trata por el contrario de detem1inar cómo se combinan estos dos términos en los distintos períodos históricos, tanto en los individuos cOmo en los estratos sociales (aspecto de la cuestión de la función social de los intelectuales), haciendo prevalecer (aparentemente) un aspecto o el otro (se habla de épocas de crítica, de épocas de acción, etc.). !\!as no parece que ni siquiera el mismo Croce haya analizado a fondo el problema en los escritos donde quiso determinar el concepto de "política pasión". Si el acto político concreto, como dice Croce, se realiza en la persona del jefe políticc, es preciso observar que la carac terística del jefe como tal no es por cierto la pasión, sino el cálculo frío, preciso, objetivamente casi impersonal, de las fuerzas en lu cha y de sus relaciones (y tanto más esto vale sí se trata de política en su forma más decisiva y determinante: la guerra o cualquier otra forma de lucha armada)- El jefe suscita y dirige las pasiones, pero él mismo no es "inmune'' a ellas o las domina para desenca· denarias mejor, refrenarlas en el momento dado, disciplinarlas, etc. Debe conocerlas, como elemento objetivo de hecho, como fuerza, más que "sentirlas" inmediatamente. Aunque sea con "gran sim· patía" debe conocerlas y comprenderlas (y entonces la pasión 184 j l 1 1 asume una forma superior, r¡m• es preciso analizar, a partir de las ideas de Burzio). Según el escrito de Tcccbi parece que Bur.áo utilíza con fre cuencia el elemento "ironía" como característica (o una de las características) de la posición referida o condensada en la afir mación "estar por encima de las pasiones y los sentimientos aun probándolos". Parece evidente que la actitud "irónica" no puede ser la del jefe político o mílit<~r en relación con las pasiones y sen timientos de los partidarios y dirigidos. La "ironía" puede ser ju•ta como actitud de cada intelectual individual, es decir sin rc.s ponsabilidad inmediata aunque sea en la constmcción de un mundo cultural o para indicar el distanciamiento del artista del contenido sentimental de su crcaciún ( quo puede ~sc!ltir"mas no "condivi dir", o puede condivídir pero do una forma intelectualmente más refinada). Pero en el caso ele la ,rcción histórica, el elemento "ironíá' sólo sería literario o intelectualista e indicaría una forma de separación vinculada sobre> todo al escepticismo de dilettante, debido en mayor o menor medida a las desilusiones, al cansancio, al "superhombrismo". Por el contrario, en el caso de la acción histórico-política, el elemento estilístico adecuado, la actitud característica ele la sepa ración-comprensión, es el "sarcasmo" y, aun bajo una forma deter minada, el "sarcasmo apasionado". En los fundadores de la filosofía de la praxis se encuentra la expresión más alta, ética y estética mente, del sarcasmo apasionado. Otras formas. Frente a las creen cias e ilusiones populares (creencia en la justicia, la igualdad y la fraternidad, es decir, en los elementos ideológicos difundidos por las tendencias democráticas derivadas de la Revolución fran cesa) existe un sarcasmo apasionadamente "positivo", creador, progresista. Se comprende que no se quiere escarnecer el senti miento más íntimo de aquellas ilusiones y creencias, sino su forma inmediata, ligada a nn determinado mundo "caduco", al tufo de cadáver que rezuma a través de los afeites humanitarios de los profesionales de los "principios inmortales". Porque existe también un sarcasmo de "derecha", que raramente es apasionado, pero que síempre es "negativo", escéptico y destructivo no sólo de la "for ma" contingente, sino del contenido ''humano" de aquellos senti mientos y creencias. (Y a propósito del atributo "humano" se pue de ver en algunos libros, pero especialmente en La sagrada fa- lS.S
Compartir