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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (72)

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que podría ocunir como consecuencia de una prolongada crisis de 
desocupación. 
A la cuestión del alcohol está ligada la cuestión sexual. El 
abuso y la irregularidad de las funciones sexuales es, después del 
alcoholismo, el enemigo más peligroso de las energías nerviosas y 
( 
es una observación corriente que el trabajo "obsesionante" provoca 
1 
depravaciones alcohólicas y sexuales. Las tentativas realizadas por 
Ford de intervenir, mediante un cuerpo de inspectores, en la vida 
privada de sus dependientes y controlar cómo gastaban su salario 
y cómo vivían, es un indicio de estas tendencias todavía "priva-
'"L 
das" o latentes que pueden transformarse, en cierto momento, en 
ideología estatal, injertándose en el puritanismo tradicional, vale 
decir, presentándose como un renacimiento de la moral de los pio-
ncros, (k! "v<>rdadero" amC'ricanismo, etC'. El hecho más notable 
del fenúmcno-nortcamcricano en relación con estas manifestacio­
nes <·s el dístm1ciamiento que se ha fo1mado y que S<' irá acentuan­
do cada n·z m;Ís <'ntrc la moralidad-costumbre de los trabajadores 
y la d<' los otros estratos d<' la población. ' 
El prohibicionismo ha dado ya un ejemplo de tal separación .. 
¿Quién consumía el alcohol introducido de contra bando en los Es­
tados Unidos? El alcohol se había convertido en una mercancía de 
gran lujo y ni aun los más altos salarios podían permitir su con­
sumo a los más amplios estratos de las masas trabajadoras. Quien 
trabaja por un salarío, con un horario fijo, no tiene tiempo de dedi­
carse a la búsqueda del alcohol, de dedicarse al deporte, de eludir 
las leyes. La misma observación se puede hacer respecto de la 
scmalidad. La "caza de la mujer" dvmanda demasiados loisirs; en 
el obrero de nuevo tipo se repetirá, de otra manera, lo que ocurre 
en los villorrios campesinos. La relativa estabilidad de las uniones 
sexuales campesinas está ligada estrechamente al sistema de tra­
hajo dd campo. El campesino que regresa a su casa por la tarde 
luego de una larga y fatigante jornada de trabajo, desea la Vene­
ren• facilcm parabilemr¡ue (le la que habla Homcio; q no está dis­
puesto a ronronear en torno a las mujeres de fortuna; ama a su 
mujer, segura, intachable, que no cometerá adulterios y que no 
reclamará la comedia de la seducción y del estupro para ser po­
seída. Parece que así la función sexual se mecaniza, pero en reali­
dad se trata del nacimiento d<' una nn<'va forma de unión sexual 
0 
Venerem facilem parabílemque: el amor fácil está siempre a rní alcance. 
Cita del J10ota latino llorado {S<Ítims, Libro Il, versículo 119) (N. del T.) 
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sin los colores "deslumbrantes" del oropel romántico propio del 
pequeño burgués y del bohémien desocupado. Aparece claramen­
te que el nuevo industrialismo desea la monogamia, quiere que el 
hombre-trabajador no disipe sus energías nerviosas en la búsqueda 
desordenada y excitante de la satisfacción sexual ocasional. El 
obrero que va al trabajo después de una noche de ~excesos» no 
es un buen trabajador, la exaltación pasional no puede marchar de 
acuerdo con los movimientos cronometrados de los gestos produc­
tivos ligados a los más perfectos automatismos. Este complejo de 
compresiones y coerciones directas e indirectas ejercidas sobre la 
masa obtendrá indudablemente resultados y surgirá una nueva for­
ma de unión sexual de .la cual la monogamia y la estabilidad rel,¡¡­
tiva deben, según parece, ser los elementos característicos y funda­
mentales. 
Sería interesante conocer los resultados estadísticos de los fe­
nómenos de desviaciones de las costumbres sexuales oficialmente 
preconizados en los Estados Unidos, analizados por grupos socia­
les: se verificará que por lo general los divorcios son particular­
mente numerosos en las clases altas. Esta separación entre la mora­
lidad de las cla,cs trabajadoras y la de elementos cada vez más 
numerosos de las clases dirigentes, en los Estados Unidos, parece 
ser uno de los fPnómenos más interesantes y ricos en eonsí'Cuencias. 
Hasta hace poco tiempo el norteamericano era un pueblo de tra­
bajadores: la "vomeióu laboriosa" era un elemento inherente no 
sólo a la clase obrera, sino también una <.maliciad <·specífica de 
las clases dirigentes. El hecho de que un millonario continua'" 
prácticamente trabajando hasta que la enfermedad o la vejez lo 
obligasen al reposo y que su actividad ocupase un número elevado 
de hora' en su jornada, constituye un fenómeno típicamente norte­
americano, y una nortcamericanada de lo más extravagante para 
el europeo medio. Se ha subrayado precedentemente que esta di· 
ferencia entre norteamericanos y europeos está dada por la ausen· 
cia de "tradiciones" en los Estados Unidos, en la medida en qno 
tradición significa igualmente residuo pasivo de todas las formas 
sociales superadas por la historia. En los Estados Unidos en cambio 
es reciente todavía la "tradición'' de los pioneros, es decir, de fuer­
tes individualidades cuya "vocación laboriosa» había alcanzado la 
mayor intensidad y vigor, de h9mbrcs (!Ue directamente, y no por 
el trámite de un ejército de esclavos y de siervos, entraban en enér­
gico contacto con las fuerzas naturales pnru dominnrlas y explotar­
las victoriosamente. Son estos residuos pasivos los t1uc en Europa 
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resisten al americanismo ("representan, dicen ellos, la calidad, 
"etc.") porque comprenden instintivamente que las nuevas formas 
-de producción y de trabajo los barrerían implacablemente. Pero 
:si es verdad que en Europa, en este caso, las antiguallas aún no 
·enterradas serían definitivamente destruidas, ¿qué comienza a pro­
ducirse en los mismos Estados Urúdos? El fenómeno del distancia· 
miento de la moralidad arriba mencionada muestra que se están 
creando márgenes de pasividad social cada vez más amplios. Pare­
ce que las mujeres cumplen un papel dorrúnante en este fenómeno. 
El hombre-industrial continúa trabajando aunque sea millonario, 
pero su esposa y sus hijas se transforman cada vez más en "mamÍ· 
feros de lujo". Los concursos de belleza, los concursos para selec­
cionar actrices de cine (recordar las 30.000 muchachas italianas que 
en 1926 enviaron su fotografía en traje de baño a la Fox), el teatro, 
etc., seleccionando la belleza femenina mundial y poniéndola en 
concurs~, sus~tando una mentalidad de prostitución; es la "trata de 
~cas legah7.ada por las clases altas. Las mujeres, ociosas, via­
¡an, atraviesan continuamente el océano para venir a Europa, esca­
pan al prohibicionismo patrio y contraen "matrimonios~ estaciona· 
les (recordar que a los capitanes de marina de los Estados Unidos 
se les retiró la facultad de celebrar matrimonios a bordo porque 
muchas parejas se casaban al partir de Europa y se divorciaban 
antes del desembarco en América) : es la prostitución real que se 
desborda, apenas oculta bajo frágiles formalidades jurídicas. 
Estos fenómenos propios de las clases altas tornarán más difí­
cil la coerción sobre las masas trabajadoras para conformadas a las 
necesidades de la nueva industria; en todo caso determinan una 
fractura psicológica y aceleran la cristalización y la saturación de 
los grupos sociales, tomando evidente su transformación en castas . ' como ocumó en Europa. 
Taylor y el americani.mw. Eugerúo Giovanetti ha escrito en el 
Pegaso de mayo de 1929 un artículo sobre "Federico Taylor e 
ramericanismo", en el que afirma: "La energía literaria, abstracta, 
nutrida de retórica generali7.ante, ya no está en condiciones de en­
tender la energía técnica, cada vez más individual y aguda, tejido 
originalísimo de voluntad singular y de educación especializada. 
La literatura energética mantiene todavía su imagen demasiado có­
moda del Prometeo desencadenado. El héroe de la civilización téc-
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nica n~ es un desencadenado; es un silencioso que sabe arrastrar 
por los cielos su férrea cadena. No es un ignorante que se divie.rte, 
es un estudioso en el mejor sentido de la palabra, porque studiUm 
significaba 'punta viva'. Mientras la civilización técnicao mecarú­
cista, como quieren llamarla, elabora en silencio este tipo de héroe 
mordaz, el culto literario de la energía no crea más que un bellaco 
en las nubes, un afanoso soñador". 
Es notable que no se haya tratado de aplicar al americanis· 
mo la fórmula de Gentile sobre "la filosofía que no se enuncia 
en fórmulas, pero que se afirma en la acción"; todo lo cual es signi­
ficativo e instrnctivo, ya que si la fórmula tiene algún valor es jus­
tamente el americanismo quien puede reivindicarlo. En cambio, 
cuando se habla del americanismo se encuentra que es ~meca· 
nicista", grosero, brutal, es decir, "pura acción" y se le contrapone 
la tradición, etc. Pero esta tradición, ¿por qué no es tomada tam· 
bién como base filosófica, como la filosofía enunciada en fórmulas 
por aquellos movimientos para los cuales la filosofía se afirma en la 
acción"? Esta contradicción puede explicar muchas cosas: por 
ejemplo, la diferencia entre la acción real, que modifica esencial­
mente tanto al hombre como a la realidad externa (vale decir la 
cultura real), como es el americanismo, y el gladiadorismo _necio 
que se autoproclama acción y modifica sól<: el ~ocabulan~, no 
las cosas, el gesto externo y no el hombre mtenor. La pnmera 
está creando un porvenir que es intrínseco a su actividad objetiva 
y que se prefiere silenciar. El segundo sólo crea fantoches perfec· 
donados, recortados sobre un figurón retóricamente prefijado y que 
caerán en el vacío a penas se corten los hilos externos que le dan 
una apariencia de movimiento y de vida. 
Cantidad y calidad. En el mundo de la producción estos térmi· 
nos no sí<Tnifican otra cosa que "buen mercado" y"alto precio" res· 
pectivam~ntc, vale decir, satisfacción o no de las necesidades _el~­
mentalcs de las clases populares y tcndcnciCl a elevar o a depnm1r 
su tenor de vida. Todo el resto no es mús que un folletín, del cual 
Gurrliclmo Ferrero ha escrito el primer capítulo. En una empresa­
nación gue tiene disponible mucha mano de obra y pocas materias 
primas (lo que es discutible ya que cada nación-empresa se "crea" 
sus propias materias primas) ·¡a palabra "calidad" significa sólo la 
voluntad de emplear mucho tmbajo sobr>~ poca materia, pcrfeccio-
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