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L A N U E V A « T E O L O G IA P O L IT IC A » D E J U A N B A U T IS T A M ETZ P R E C E D E N T E S H ISTO R IC O S Y F U N D A M E N T O S TEOLOGICOS « Las palabras y los conceptos, afirma E. F e il', tienen su propia historia ». Nosotros creemos que tienen no sólo su propia historia, sino también « su propio destino » 2. Así, ante la exigencia de una « teología p o lítica» creada por Metz, ha habido quien víctim a de recuerdos pasados se ha escandalizado. Se vió en esta exigencia un fantasma de « catolicismo político » 3, de « predicación política » en la corte prusiana o de « la herejía germano-cristiana». Su predece sor podría ser la « teología política » de C. S chm itt4. Tal vez por el recuerdo de tal precedente se ha considerado la « nueva exigencia » como un intento teológico « superado » e « inadaptado » 5. La historia de la palabra ahogó el destino a una nueva perspectiva porque la palabra tenía su h istoria6. Por otra parte, ha habido a quien la palabra « política » ha abier to esperanzas de un futuro mejor. Son quienes leyendo la historia 1 E. F e i l , Von der « politischen Theologie » zur « Theologie der Revolution »? en Diskussion zur « Theologie der R evo lu tion ». Mainz-München, 1969, 117. 2 J. M o l t m a n n , Critica teológica della religione política, en Úna nuova teo logía política, Cittadella Editrice, Assisi, 1971, 9. 3 D a v is A n d r ea s S eeber , Was w ill die « politische Theologie? », en Diskussion zur « politischen Theologie», Mainz-München, 1969, 26. 4 C. S c h m i t t , Politische Theologie, Vier K apitel zur Lehre von der Souve ränität, München-Leipzig, 1922.5 H. M a ier , Politische Theologie?, en Stim m en der Zeit, 94, 1969, 74. 6 H. M a ier , Politische Theologie? Einwände eines Laien, en Diskusion zur « politischen Theologie», Mainz-München, 1969, 4-5: « Fragen wir zunächst, in wieweit der geschichtsbeladene Begriff der politischen Theologie überhaupt fähig ist, den Gedanken und die Forderung auszudrücken, m it denen die Metzsche « Theologie der W elt» den Christen konfrontieren will: nämlich die Forder ung nach einer entprivatisierten, öffentlichen Gestalt der Glaubensverkündi gung und -realisierung und die Forderung nach einer institutionalisierten, aus dem « eschatologischen Vorbehalt» des Christentums erfliessenden kirchlichen Gessellsschaftskritik. Man kann dabei vom tradierten Begriff der politischen Theologie nicht völlig absehen. Das hiesse die historische Schwerkraft von Begriffen verkennen. Gewiss lehnt Metz eben diese Bindung des Begriffs in die Geschichte ab; er verlang, die Rede von den Politischen Theologie so zu Ephemerides Carmeliticae 26 (1975/1) 46-103 LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 4 7 del pasado en el espejo de El Vicario de R. Hochhuths, de Resisten cia y Sum isión de D. Bonhoffer, con el recuerdo de una iglesia neu tral frente a una política conciliadora de la « no-política », se pre guntan a sí m ism os si es posible un « no compromiso político » 7. Sabemos que el significado de una palabra, que se desarrolla a través de una larga y rica vicisitud transformativa, no siempre viene comprendido perfectamente, pues el contexto histórico cambia im poniendo continuamente « una reflexión orignal ». Por eso la historia del concepto enriquece al m ism o concepto. Ya que no sólo descu bre otras posibles acepciones sino también los peligros en los que se puede incurrir. Por eso, separándonos de la opinión de Moltmann, para quien la problemática de la « teología política » « se encuentra en un nivel de culpas perdonadas y sobre el fundamento sólido de om isiones inconscientes » 8, queremos examinar la historia del con cepto con fidelidad y sin prejuicios. I . - H is t o r ia d e l c o n c e p t o d e « t e o l o g ía p o l ít ic a » A. - Raíces históricas de la « teología política » El concepto de teología aparece ya en P latón9, quien con tal término entiende « m itos, leyendas e historias de los dioses » 10. Sin embargo, purificando el concepto, el mismo Platón criti cará tal teología asignándole la m isión de una educación política, liberándola de todo lo que en, ella había de escandoloso. La teología, seguirá siendo, ciertamente, el camino del « Mito » al « Logos » dirá Platón. Pero de un « L ogos» que tiene la m isión de descubrir la « Verdad »u. Aristóteles, oponiendo a los filósofos jónicos de la naturaleza, a quienes llama « fís ic o s», los poetas Esíodo y Homero, los llama verstehen wie er sie gebrauche und im Gebrauch zu erläutern suche. Doch hier beginnt bereits die Problematik: zur Neuformulierung eines überlieferten Be griffs reichen persönlichdeziosionistische Festlegungen nicht aus —zumal dann nicht, wenn es sich, zu minsdest auf den ersten Blick, um eine völlige Umwertung des bisherigen Inhalts zu handeln scheint ». 7 Cfr. B. V a n O n n a -M . S tr a nk o w sjki, K ritischer Katholizism us. Argumente gegen die Kirchen-Gesellschaft, München, 1969, Slss. 8 J. M o l t m a n n , Critica teologica della religione politica, en Una unova teo logia politica, Cittadella Editrice, Assisi, 1971, 10. 9 P l a t o n , República, I I , 3 7 9 a . 10 J o h a n n e s H ir sc h be rg e r , Geschichte der Philosophie, Herder, Freiburg, 1949. u H e i n r i c h F r ie s , Demitizzazione e verità teologica, e n Orizzonti attuali della teologia, Ed. Paoline, Roma, 1966, 339. 4 8 ÂNIANO ALVAREZ « theo logoi» o « theologésantes » 12. Este concepto lo aplicará tam bién a la consideración filosófico-metafísica del ente en su « s e r », o la « philosophia prima »: « theologiké philosophia », o simplemente « epistéme » 13 El « teólogo » aristotélico tiene una m isión precisa y concreta: « ser anunciador de Dios »; y la « teología », que es el discurso re ligioso sobre los dioses, se concretiza en el « hablar de los dioses en el culto » 14. La Estoa, heredera de la tradición platónico-aristotélica, subdi vide la teología en tres secciones: — m ítica (poética), que es la teología de los poetas y fábulas de los dioses; la Mitología. — física (filosófica), la teología de los filósofos, la de la « natura deo- rum », de la « physis », del verdadero ser. — política, « no es otra cosa que el culto público y oficial del Esta do; toca a la guarda de las fiestas y ceremonias que el calendario prescribe. Nada tiene que ver esta « teología » con lo verdadero y lo falso ya que procede sólo por motivos político administra tivos » 15. Especialistas de la talla de Dahlmann y Feil afirman que Varrón concede solamente al tercer « genus theologiae » o « teología política » la tarea de realizar un verdadero estudio sobre la esencia de los dioses, identificando el dios de los filósofos con el Júpiter de los ro manos y con el único Dios que los hebreos adoran « sin imágenes »16. Y ello, porque la « teología natural » resultaba demasiado elevada para el pueblo 17. Las razones, pues, que motivaron la supremacía de la « teología 12 A r ist o t e l e s , M etephysica, A. 98-3b-29; B. 1000 a. 9. 13 A r ist o t e l e s , M etaphysica, E . 1026 a; K. 1064 b. 3. 14 Cfr. G. E b e l i n g , Theologie I . Begritfsgeschichtlich, e n R. G. G., VI, 1962, 754-769; También A. M a d re , Theologiegeschichte, e n Lexikon Theologie und Kirche, 71-75; P. B a t i f f o l , Theologia, theologi, e n E. Th. L, 5, 1928, 205-220; W. J a e g e r , Die Theologie der frühen Grich-Denker, 1953; J . B . M e t z , Theologie, e n Lexikon Theologie und Kirche 62-61', Y. Ma C o n g a r , Théologie, e n Dictionaire Théologique Catolique, XV, 341-502; W. L ü t g e r , Reich G ottes und W eltgeschichte, G ü t e r s l o h , 1928. 15 J o h a n n e s H ir sc h be rg e r , H istoria de la filosofía, I , Herder, Barcelona, 1963, 103; el principal exponente de esta « teo log ía» es M. T. V arron de cuyas Anti- quitates rerum divinarum et humanarum, saca S. A g u s t í n s u s principales ar gumentos. A este respecto cfr. H . Da h l m a n n , Marcus Terentius Varro, Stuttgart, 1935, 1234ss; También M. P o h l e n z , Stoa und Stoiker. Die Gründer Panaitios Po- seidonios, Zürich, 1950, 212ss; G. E b e l in g , Theologie I. Begriffsgeschichtlich, en R. G. G., V I , 1962; H. G. F r it z s c h e , Strukturtypen der Theologie, Götingen, 1961. 16 Cfr. H. D a h lm a n n , o . c ., 1235; E. F e i l , o . c ., 114. 17 Cfr. M. P o h l e n z , o . c., 212. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. M EÏZ 4 9 p o lítica», al contacto con el mundo romano, sobre la « teología natural-filosófica-griega » hay qde colocarlas en das « razones de esta do », sobre todo a partir de Quinto / E scévola18. En ello hemos de ver el intento de representar las diversas ex presiones con las que podemos referim os a los dioses. De ahí que sea doblemente importante el cambio de acento que realizaron los romanos dando supremacía, dentro de la teología, a la « teología política » 19. Como consecuencia de este cambio de orientación en el encuen tro de las culturas griega y romana, el principio originalmente doctri nal se irá perfilando y concretizando en dos orientaciones diferentes entre sí. Así se hará un uso político de la teología que como reverso de la medalla tendrá una « teología de la política » 20. Sabemos que la fe cristiana aceptó definitivamente el término « teología » en los ss. IV-V, como consecuencia de los esfuerzos rea lizados por Justino, Clemente Alejandrino, y Orígenes, entre o tro s21. Sin embargo, ese mismo término sufrirá una evolución. De la « ratio sive sermo de divinitate22 patrística, la escolástica la transformará en « scientia fidei » 23, fundamentando científicamente sus bases al querer gozar de autonomía en Jas Universidades. Así consolidará su reflexión en forma de « quaestio » sirviéndose del método dia léctico24. Y Así, la definición de la teología se va perfilando en un doble aspecto y sentido: — am plio: « conocimiento reflejo de la fe, que siempre posee una determinada estructura conceptual, por simple que sea » 25. — estr ic to : « reflexión sistem ática sobre las verdades de la fe y sobre su proyección en la vida », que sólo ha tenido amplio de sarrollo en el seno del cristianism o26. La política, o « la actividad humana configuradora de la con 18 Cfr. M. P o h l e n z , o. c., 212; I d ., Die Stoa. Geschichte einer geistigen Be wegung, I, Götingen, 1964, 198; C. S c h m i t t , o.e., 42ss. 19 Cfr. J. H e s s e n , Griechische oder biblische Theologie, München, 1962. 20 Cfr. H. B a r io n , Weltgeschichtliche M achtform? Eine Studie zur politischen Theologie des II. Vatikanischen Konzils, en Epirrosis. Festgabe für Carl Schm itt, Berlin, 1968, 98ss. 21 J . R a t z in g e r , Volk und Haus G ottes in Augustinus Lehre von der Kirche, München, 1954. 22 S a n A g u s t i n , De civitate Dei, VIII, I. 23 Cfr. P. G l o r ie u x , Répertoire des M aîtres en Théologie de Paris au X IIIe siècle, Paris, 1933; Y. Ma C ongar , Breve histoire de la théologie, en La Foi et la Théologie, Tournai, 1962, 207-272. 24 Cfr. J. D e G h e l l in c k , « Pagina » et « Sacra pagina ». Histoire d'un m ot et transform ation de l’object prim itivem ent désigné, en Mélangés A. Pelzer, Louvain, 1947, 23-59. 23 J o sé A. L l in a r e s , Teologia politica, en La Ciencia Tomista, 312, 1970, 370. 26 J o s é A. L l i n a r e s , o . c., 370. 50 ANIANO ALVAREZ vivencia, que adquiere su máxima plenitud en el Estado o Sociedad p erfecta » 27, lleva en sí la tendencia, originalmente humana, a justi ficar sus propias concepciones con ideas religiosas28. La « polis » griega, « Civitas » romana y « communitas » o « Reg- n u m » del Medio-evo escolástico29, dado su carácter del todo par ticular, incluso trascendente de la vida terrena-política, se ve ante la exigencia de reforzar con el prestigio de lo « divino » sus pruebas opcionales. Y ello precisamente como el intento de representación de las diferentes expresiones con las cuales los hombres pueden referirse a los dioses o a su mundo concerniente30. Ya que en cual quier comunidad política tanto los fieles como los « iereus » tienen la obligación de saber qué dioses es conveniente admitir y con qué clase de culto y sacrificios hay que venerarlos31. Moltmann afirma que « en la antigüedad dioses y estados eran inseparables: no puede existir un estado sin dioses, como tampoco puede existir una divinidad sin estado » 32. Y, partiendo de la base de que la « polis », « civitas »... son ya en sí m ism os conceptos re ligiosos afirma que « el fin más alto del estado es el de reconocer los dioses de la patria y venerarlos »; ya que « así estarán seguros el bienestar y la paz del país, y los ciudadanos se sentirán unidos por el vínculo de la religión común »33. Por ello, para los antiguos el ejercicio público de la religión asume el aspecto de primera obligación cívica, junto a una cierta libertad en los asuntos religiosos privados y domésticos. Así, para ser reos del « crimen laesae religionis » no es suficiente el rechazar teóricamente la religión del estado, es necesario el recha zarla prácticamente no observando los actos del culto religioso, im puestos por el estado. No importa, pues, si quien ofendía a las divinidades era « ateo » o « adorase otras d ivin idades»; « la impiedad pública y práctica respecto a las divinidades de estado, era razón súficiente para ser condenado por « ateo » 34. Y en este ambiente y con estas exigencias, los primeros cristianos, antes que adorar a la divinidad del Imperio preferían morir, condenados por « ateos » 35. San Justino justificará 27 J o s e A. L l i n a r e s , o . c ., 370. 28 S a n A g u s t i n , De civitate Dei, VI, 2-7; VII, 23. 29 Cfr. G regorio R. D e Y u r r e , Filosofia social, Vitoria, 1966, 211. 30 S a n A g u s t i n , De civitate Dei, VII, 23. 31 S a n A g u s t i n , De civitate Dei, V I , 5 . 32 J. M o l t m a n n , Critica teologica della religione politica, en Una nuova teo- logia politica, Cittadella Editrice, Assisi, 1971, 23. 33 J . M o l t m a n n , o . c ., 2 3 . 34 Cfr. E. W. B öckenförder , Säkularization und. Utopie. Erbracher Studien, en Festschrift für E rnst Forthoff, 1967, 91ss. 35 Cfr. B r u n o B a u e r , Christus und die Caesaren, Mainz, 1877. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA» DE J. B. METZ 51 su decisión declarándose « ateo », respecto a los dioses del pueblo rom ano36. Con Teodosio el Grande la religión de estado será la religión católica37, y así las sinagogas judías serán consideradas como « sa crilegas » y todas las religiones no cristianas serán consideradas for mas diferentes de ateísm o38. Así en la « cristianización » de Europa el cristianismo tendrá el honor único y exclusivo de ser la religión de estado. Lo cual llevó a « religionizar » el estado... y a « politizar » la religión39. B. - El Cristianismo, religión de estado Una de las preocupaciones de los primeros filósofos cristianos fue la de compaginar el m onoteísm o bíblico con el monoteísm o fi- losófico-aristotélico40. Ello les llevó, en la realidad, a convertir el « m onoteísmo » m etafísico en un « monarquismo » 41. Ya que, dado que se da una sola divinidad, solamente se puede dar un « reino m undano» del único Dios. Así la estructura monárquica brotaba en la totalidad: « un Dios — un Logos — un Kosmos ». La relación de la divinidad con la unidad de toda la realidad existente convierte la divinidad en un « símbolo » donde poder en contrar la unidad de la realidad existente. De esta concepción mo- noteística « teológicamente » no hay más que un paso a la concep ción « im perialística», en la política, del único Em perador42. Por ello los apologetas cristianos, en sus polémicas contra los dioses de la religión política del imperio Romano multiforme, plu ralista y religiosamente tolerante, trataban de hacer ver que la única religión capaz de fundamentar el Imperio, de cara al futuro, era la religión católica. El pueblodel único Dios, compuesto de personas « ex omni lin- gua... et populo et natione » (Apoc. 5, 9-10) unido para formar la Iglesia necesariamente debe estar por encima del politeísmo. Por 36 S a n J u s t i n o , Apología, I , 6 , 13. 32 C ip r ia n o C a m arero , Cristianism o y las religiones no cristianas en los apo logetas del s. IV. - Thesis ad Lauream mecanografiada, Roma, 1971, 47. 38 C ip r ia n o C a m a r er o , o. c., 4 8 . 35 Cfr. J .T r o st , Handbuch der A ltertum swissenschaft, V, 4, Münster, 1958. Especialmente el Cap. XII que titula Die Loyalitätsreligion der Kaiserzeit. 40 Cfr. R affaele F a r iñ a , L’im pero e l ’Im peratore cristiano in Eusebio di Ce sárea, Pas-Verlag-Zürich, 1966, 113-123. 41 Cfr. C arl S c h m i t t , Politische Theologie II, Berlin, 1970, 57ss; E. P e t er so n , Göttliche Monarchie, en Was is t Theologie?, 1925, 557. 42 Cfr. J. F u e y o , Die Idee der Auctoritas: genesis und Entwicklung, en Epir- rosis, 1968, 226-227. 52 ANIANO ALVAREZ eso, la concepción de la unidad de Dios y de universal unidad de la Iglesia impone una correspondiente unidad política: al único rey sobre la tierra corresponde el único Dios, único rey del cielo, único « Nomos » o « Logos » rea l43. Ello llevó a unir el « Reino de P az» proclamado por Cristo con la idea de la « Paz Romana » que explicaba la divinidad de Au gusto, el unir el momento histórico de su reinado con la venida his tórica de C risto44. Así, de ser el primero de los romanos pasó a ser « el señor de las naciones », poniendo fin a la m ultiplicidad45. Por eso al unir el « Reino de Paz » de Cristo con la « Paz Romana » estaba pidiendo a la Iglesia cristiana el abandonar su particularismo. La « Paz R om ana» estaba abierta a todo el mundo y el cristia nismo estaba también llamado a ser la religión de la unidad de este estado universal46. Y cuando bajo Teodosio la religión católica se convirtió en la religión universal del estado, de la tesis de que la religión romana es indispensable para el imperio y así el no profesarla es declararse contraria a é l 47 se sacaría la justificación de la universalidad y obli gatoriedad del cristianism o48. Ya que el cristianismo, una vez reci bida del estado la libertad más absoluta, se convertirá en la religión preferida, hasta el punto de ser declarada la religión oficial del Im perio, constituyéndose el Imperio en una « preparación» para el anuncio del mensaje cristiano49. Por otra parte, la concepción cristiana, fuertemente enraizada, de que la paz universal solamente podría asegurarse bajo el gobierno de un único emperador, correspondiendo a la « m onarquía» 50 de « E. P et e r so n , Der M onotheismus als politisches Problem, en Theologische Traktate, München, 1951, 91. 44 « Monarch ist für das römische Imperium der Imperator, Caesar, Prin ceps und Augustus » , C a r l S c h m i t t , o . c . , 57. También R a f f a e l e F a r iñ a , o . c „ 141-143. 45 C arl S c h m i t t , Ein Volk, Ein Gott, o. c., 59 . 46 E. P e t e r s o n , o . c . , 146. « « Imperatores praeceperunt eos qui romanam religionem non colunt de- bere romanas caeremonias recognoscere » citado por A. V o n H arnack , Der Vor w urf des Atheism us in den drei ersten Jahrhunderten. Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur, XXVIII, 4, 1905, 10. « C fr . C ip r ia n o C a m a r e r o , o . c ., 301-345. 49 Cfr. B er n a r d in o L lorca, Historia de la Iglesia, I. B. A . C., Madrid, 1950, 371-372 . so 9 . P e t e r s o n , Göttliche Monarchie, en W a s ist Theologie, München, 1925, 557ss; también C ip r ia n o C a m a r e r o , quien en su tesis dedica el tercer capítulo al problema del « Com portam iento práctico frente a las religiones ». En él ana liza la posibilidad de una convivencia de religiones en igualidad de derechos, basada en el derecho natural a la libertad religiosa. Pero llega a la conclusión de que el paganismo es inferior al cristianismo, basado especialmente en la argumentación de Eusebio, Arnobio y Firmino Materno. La influencia de esta LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 53 Dios sobre el cosmos, favoreció una política de los emperadores poco favorable, a veces, al mismo cristianism o51. Así vemos el gran interés de la política post-constantiniana por las corrientes doctrinales que resultaban del m onoteísm o metafísico. Vemos cómo la autoridad imperial apoya la expansión del arria- n ism o52; favorece al máximo la celebración del Concilio de Nicea (325) para obtener la paz religiosa y consiguientemente civil del Im p erio53; y utiliza la visión escatólogica de Cristo, como Pantokrator o emperador ecuménico, para afianzar la resistencia del Imperio contra los bárbaros paganos54. C. - San Agustín y la teología política Hem os dejado señalado en la Introducción cómo la teología debe servirse de los conceptos y del ambiente cultural en el que se en cuentran los hombres, a quienes dirige su m ensaje salvífico. Por eso una de las dimensiones de la realidad divina debe enmarcarse en el ambiente socio-político de la vida del hombre. El « dad al César, lo que es del César y a Dios lo que es de Dios » (Mt. 22, 21), puso en evidencia al cristianismo post-constantiniano la urgencia prácti ca de esta exigencia evangélica. Los Padres, influenciados aún fuertemente por la mentalidad griega, veían sea el Estado sea la Autoridad y la ley com o una exigen cia primaria de la naturaleza hum ana55; por eso retienen obligato ria la sum isión a la autoridad ya que a su vez, es un precepto del Apóstol: « Omnis potestas a Deo e s t » (Rom. 13, 1). Sin embargo, verán también, a su vez, en el aspecto represivo de las instituciones una consecuencia del pecado original56. El representante más típico es, ciertamente, San Agustín. El trata de presentar a los problemas planteados por el imperio una mentalidad se dejó sentir en la marcha política del Imperio. De ahí que se dedujesen también las razones políticas en la concepción cristiana del impeño. Surgieron las acusaciones contra el paganesimo y más tarde la explosión de intransigencia. Cfr. pp. 301-334. 51 Cfr. C a rl S c h m i t t , Eusebius als der P ro totyp politischer Theologie, en Politische Theologie, II, Berlin, 1970, 69-88. B e r n a r d in o L lorca, H istoria de la Iglesia Católica, I, B. A. C., Madrid, 1950, 420-422. 53 B e r n a r d in o L lo r c a , o . c ., 398-402 . 54 E. P e t e r so n , M onotheismus als politisches Problem, München, 1951, 26-62. 55 Cfr. a este respecto M a n l io S i m o n e t t i , La letteratura cristiana antica greca e latina, Sansoni, Milano, 1969. 56 S a n A g u s t í n , De civitate Dei, XIX, 14-15; cfr. también M a n l io S i m o n e t t i , Seguaci e avversari di Agostino, o. c., 379-388. 54 ANIANO ALVAREZ respuesta cristiana57. Así en la exposición que hace de la teología de Varrón58 unirá la teología m ítica a la teología política, ya que ex presiones cultuales y mitos estatales están unidas, para contraponer las a la teología natural. Ello, porque los apologistas cristianos no so lamente habían aceptado las diferentes « teologías » de la « polis », sino que incluso hábían « politizado la teología natural, como teo logía del « ekuméne » 59. San Agustín, con ello, entra también en polémica con la teología del paganism o60. De ahí que San Agustín critique y ataque fuerte m ente a la « sic d icta» teología p olítica61. Pues si bien San Agustín admite en cierto sentido la relación estado-« dios », la rechaza to talmente cuando esa relación se convierte en un interés político; es decir, del estado. Ya que con ello el estado intentaba la identi ficación de los ciudadanos con sus dioses. O mejor, intentaba el ser aceptado por los ciudadanos a través de la aceptación obligatoria de los dioses que el estado proponía a la veneración. De ahí que San Agustín piensa que la « Paz de Dios » 62 la más digna de todas, incluso de la política, nola puede garantizar ningún « César », sino solamente Cristoa . Pero Cristo es sencillamente « escándalo » y « locura » para la razón. De ahí que el Cristianismo tenga que to mar una actitud verdaderamente « cr ítica» ante toda concepción de la paz, sea política, tecnocrática o revolucionaria64. Y así pode mos comprender la respuesta que San Agustín da a la pregunta 57 O . G ig o n , La cultura clásica y el cristianismo, M a d r id , 1970 , 170-200; M a n l io S i m o n e t t i , Agostino, o. c., 36 0-37 8 ; S a n A g u s t í n , De civitate Dei, III, 30 . 58 « Tres theologia quas Graeci dicunt myticem, physicem, politicem, La tine autem dici possunt fabulosa, naturalis, civilis . S a n A g u s t í n , De civitate Dei, VI, 12; también en el VI, 5. 57 H. X. A r i u i l l i e r e , L’Agustinism e politique. Essai sur la form ation des theories politiques du Moyen-Age, Paris, 1934; H. V o n C a m p e n h a u s e n , Augustin und der Fall von Rom, en Universitas, 2, 1947, 257-268; L. D i e z d e l C o r r a l , De historia y política, Madrid, 1956, 203-234; H. E ib l , Augustinus, vom Götterreich zum G ottestaat, Freiburg, 1951, 280ss; P. F o n t P u i g , Ideario político de San Agustín, en Augustinus, 5, 1960, 163-174. 60 M a n l io S i m o n e t t i , Agostino, o. c., 360-378; J. I. A lcorta E c h ev a r r ia , El « ordo amoris » y la « aversio a Deo » en la dialéctica de las dos ciudades, e n Ciudad de Dios, 167, 1956, 125-150. « M a n l io S i m o n e t t i , Agostino, en o. c., 360-378; N. H. B a y n e s , The political ideas of St. Augustine’s De C ivitate Dei, London, 1963, 18ss; S a n A g u s t í n , Epist. 138, 2, en PL 33, 532: « La Iglesia fomenta y favorece, indirecta, pero eficazmente, la pax romana ». 82 S a n A g u s t í n , De civitate Dei, X IX , 13: « P a x c o e l e s t i s c i v i t a t i s o r d i n a t i s s i m o e t c o n c o r d i s s i m a s o c i e t a s f r u e n d i D e o e t i n v i c e m i n D e o »; Ibid., X IX , 20 ; C. C ary- E la e s , Peace in the « City of God », e n La Ciudad de Dios, 167, 1955 , 41 7 -4 3 0 ; F . C ayré , La Philosophie de la paix, les conditions de la paix dans la cité humaine d ’aprés Saint Augustin, e n L'Année Théologique, 6 , 1945 , 148-173. 83 S a n A g u s t í n , De civitate Dei, XXII, 6; XXI, 1, II, 21. 84 E. I v a n k a , Römische Ideologie in der Civitas Dei, e n Augustinus Magister, 1955, 411-507. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 55 ¿ cuál es el estado perfecto que realiza la justicia ? « Aquel que está regulado por la ley de Cristo, bajo la orientación natural de la Iglesia » 65. Sin embargo, el problema esencial y que, tal vez, ha quedado sin solución, en la opinión de E. Feil, es para San Agustín el de la « relación entre fe y mundo, entre Iglesia y mundo, entre Iglesia y E stad o» 66. Y será precisamente este problema el que absorverá las reflexiones teológicas de la edad moderna, acentuando la impor tancia de la teología natural », como negación de la « teología po lítica » 67. D. - La « teología n a tu ra l» y la « teología po lítica » La « época m oderna» se caracteriza, entre otras cosas, por un retorno al E stoicism o68. Este hecho, de por sí sin importancia, re presenta para la « teología política » el venir a ocupar un segundo puesto, siendo sustituida por la nueva preocupación de una « teolo gía n atu ral» 69. Este nuevo florecer de la « teología n atu ral», supe rando la concepción Varrón-Ciceroniana de « la comprensión del ser bajo la categoría de naturaleza», pondrá su acento sobre la distinción entre « lumen naturae » y el « lumen gratiae » 70. Este interés por la « teología natural » 71 no era puramente filo sófico y teorético, como en el estoicismo, en quien se inspiraba; sino que llevaba escondido el interés de una crítica y de una actitud « anticonformista » ante « la teología política », cuyo « locus classi- cus » continuaba siendo Varrón72. 65 A n t o n io T r u y a l y S ier r a . El Derecho y el Estado en S. Agustín, M a d r id , 1944, 97; c f r . S . C otta, La città politica di S an t’Agostino, M i l a n o , 1960; F . E . C r a n z , De civitate Dei XV, 2 and Augustine's ideas of thè Cristian society, e n Spéculum, 3 5 , 1950 , 2 1 5 -2 2 5 ; I d ., De civitate Dei e t l’idée augustinienne de la société chré tienne, e n Revue des É tudes Augustiniénnes, 3 , 1957 , 12-27. 66 E. F e i l , Dalla teologia politica alla teologia della Rivoluzione, en D ibattito sulla teologia della Rivoluzione, Queriniana, Brescia, 1971, 118. A este mismo respecto cfr. E. P e t e r s o n , o . c ., 49. 67 Cfr. E. F e i l , o . c., 119. 68 Cfr. H. A lbert , Plädoyer für kritischen Rationalismus, München, 1971; P a u l H azard , La crise de la coscience européenne, Paris, 1935, 121-242; W. O el- m ü l l e r , Problem i del moderno processo della libertà e dell’Illuminismo, en Una nuova teologia politica, Assisi 1971, 112-188. 69 A. H u m b e r t , Les origines de la théologie moderne. Paris, 1911; W. K a sp e r , Renouveau de la m éthode théologique, Paris 1968; C l a u d e G e f R e , La dimension hermeneutique de la Théologie, en Nouvel Age de la Théologie, Paris, 1972, 62ss. 70 R. S c h a a r s c h m id t , Raimundus Sabieunde, Leipzig, 1905, 415-421. 71 P edro D esco q s, Praelectiones Theologiae naturalis, t . 2 , P a r i s , 1935. 72 E. F e i l , o . c . , 119-120. 5 6 ANIANO ALVAREZ Para Moltmann resulta claro, ya que constata el hecho de que « cuanto más las confesiones cristianas (del tiempo moderno) se convierten en religiones políticas, tanto más eficazmente florece en el Humanismo la preocupación de la religión natural y de la « teo logía n atu ral» siendo críticamente empleada contra las religiones políticas de las varias naciones en lucha entre sí » 73. La apreciación de Moltmann tiene una demostración histórica. Pues la « teología n atu ral», que venía respaldada por el « slogan » regio, « cuius regio huius et religio », dejará de constituir el punto desde donde arranca la historia, dando origen a la Revelación, para convertirse en la meta final a la cual debe llegar la misma historia, Por eso, la « teología n atu ral» se presentará com o la esperanza de que Dios, con la pura fe racional, sea « todo en todos » y así, « nin guno deba enseñar a los demás » 74. La finalidad que se perseguía resultaba evidente: la creación de una teología capaz de superar las incertidumbres de una « teología política », que seguía teniendo sus efectos prácticos. Y así se hará lo posible para encontrar una solución sea de las guerras de reli gión, sea de la mentalidad de tener que luchar contra los incrédulos, ateos, o pertenecientes a otra religión75. Ello llevó a una crítica reigiosa desde el punto de vista « cosmo- político » representando la « negación » de las religiones y confesio nes políticas, y dando carta de ciudadanía a la « politización » de la « religión del hombre » 76, superando lo que sería más tarde para Rousseau la « religión del ciudadano » 77. Con ello los Humanistas no intentaban solamente la « felicidad ind ividual», « privada » 78. Esta era el presupuesto del ideal al que se aspiraba: « la felicidad pública » 79. Y esta felicidad pública estaba 73 J. M o l t m a n n , Critica teologica della religione politica, en XJna nuova teo logia politica, Assisi, 1971, 32; También cfr. M. R e d in g , Der politische Atheismus, Stiria, Graz, 1958; J. F r ie d r ic h H eer , Europäische Geistesgeschichte, Zürich, 1953. 74 J. M o l t m a n n , o . c ., 34; También cfr. G. T h i l s , Orientations de la théolo- gie, Löwen, 1958. 73 E . F e i l , o . c., 12; M . R e d in g , o . c ., 89 . 73 F r ie d r ic h E n g e l s , Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen deutschen Philosophie, en Karl Marx und Friedrich Engels Ausgewälte Schrif ten, t. II, Berlin. 1953; E l is a b e t h C a n z , E ritis sicut Deus, Hamburg,1852, 15; M. C arro ug es , La m ystique du surchemm e, Paris, 1948. 77 Cfr. J. J. R o u s s e a u , Contrai Social, IV, 8; H. M a ier , Revolution und Kirche, Freiburg, 1965, 138.78 K. M a rx , Phänomenologie des Geistes, Ed. Hoffmeister, 148-149; H egel, Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, t. I, Stuttgart, 1940, 135. 79 Cfr. J. J. R o u s s e a u , Contrai Social, I, 4; A r en dt , Über die Revolution, München, 1963, 163, que además cita la frase, en italiano, de T. J e f f e r s o n : « Nes suno può essere chiamato felice se non prende parte anche alla felicità pub blica. Nessuno può essere chiamato libero se non ha l ’esperienza delle pubbliche LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 57 exigiendo dos presupuestos fundamentales; « la universalización de una futura religión de la humanidad » 80 y « la democratización de la vida pública » 81. E. - El nuevo surgir de la « teología política » El grito marxista de « la religión es el opio del pueblo », tiene unos precedente inmediatos. Chr. Wolff, a juicio de I. Fetscher82 pre paró los ánimos con su crítica a la « teología política » 83. Y ello a pesar de que W olff lo que pretendía era la liberación total de las influencias políticas en la « teología natural » 84. Y así la « teología política » que se había visto desplazada por la pujante fuerza de la « teología natural» 85, encontrará su fuerza y actualidad, a partir de la crítica que la « teología natural » le hará. Así M. Diderot y J. L. d'Alembert en su Enciclopedia, como símbolo de la revitalización de la cultura antigua, darán a la « teología polí tica » la importancia y la fuerza que ésta poseyó en la cultura griego- romana 86. Ello servirá para revalorizar y colocar la « teología p o lítica» como « sostén de la paz y del orden ». Y así se afirmará y se procla mará « la superioridad que frente a la teología escolástica posee la otra que nosotros nos tomamos la libertad de llamar política o práctica » 87. Con ello Veuillot se refería a la concepción varroniana de la teo logía política romana, superior a una teología natural helénica. Así la delincación de una teología política, sea terminológicamente, sea liberta. Nessuno puo essere chiamato felice e libero se non partecipa del pub- blico potere ». 80 B. B a u e r , Das Verstandestum und das Individuum , Leipzig, 1446, 53. s i J. M o l t m a n n , o . c ., 35 . 4*2 I . F e t sc h e r , I m utam enti delta critica m arxista alia religione, en Concilium, 4 , 1966 , 143-167; También, R . A r o n , L’Opium des Intellectuels, Paris, 1955 , quien utiliza la idea siguiendo a S i m o n e W e i l , aplicándolo al mismo marxismo. También R e in h a r d A eger, H erkunft und Bedeutung des Schlagwortes: die Religion ist Opium für das Volk, Halle, 1935. 83 « Per impietatem vero theologiam naturalem cum civili confundunt athei, dum theologiam omnem pro figmento politicorum habent » C h r . W o lff , Theo- logia naturalis, Frankfurt- Leipzig, 1936, 2ss. 84 E. F e i l , o . c „ 123-124. ss J. M o l t m a n n , o . c ., 9-50. 86 « ... (théologie) politique ambrasée principalement par le princes, les ma gistrats, les prêtres, et les corps des peuples, comme la science la plus utile et la plus nécessaire pour la sûreté, la tranquillité, et la prospérité », en Encyclopédie XXXIII, Lausanne-Bern, 1781, 423ss. 87 V e u il l o t , apud « Donoso Cortés, en Obras, Ed. D. G. Tejado, Madrid, 1854. IV, 356. 5 8 ANIANO ALVAREZ en el contenido de sus tesis trata de ajustarse al concepto antiguo88. Con ello los tradicionalistas tratarán de consolidar la forma estatal monárquica, y mantener ciertas formas políticas, superadas por el tiempo. Para ello se apoyarán en la Biblia y extenderán también su absoluta autoridad real a las cosas espirituales. Ya que, para ellos, la majestad real seguirá siendo un reflejo de la divina. Esta, a su vez, señalará también el punto culmen del pensamiento pujante y creador de una « teología política » 89. Y ello porque « el abusar del m ensaje cristiano para la justificación de situaciones políticas par ticulares » lleva consigo inevitablemente, una rotura total, como su cedió con San A gustín90. Sin embargo, como en la época anterior, también en esta se dará un período de silencio y reflexión que surgirá con el nuevo empuje de la teología actual, en pro de una repristmación de la « teología política » 91. II. - F u n d a m e n t o s t e o l ó g ic o s Metz, al enfrentarse con los interrogantes más vivos de la fe, trata de darles una solución teológica, no sólo a nivel de conciencias individuales, sino incluyendo en esa urgente interrogación la pro blemática de la « comunidad » en las tareas del mundo, que camina hacia su futuro. Así, Metz, repetirá constantemente que debe concretizarse en una presencia crítica liberadora. Por eso al cris tiano no se le permitirán « indiferencias» de ninguna clase, ya que la presencia cristiana debe ser necesariamente activa, dentro de un mundo concebido como historia en marcha y aún en tensión con respecto a su perfección final. 88 H . B a r io n , Kirche oder Partei? Röm ischer Katholizism us und politische Form, en Der Staat, 4, 1965, 131-176; AA. W ., W eltgeschichtliche M achtform? Eine Studie zur politischen Theologie des II. Vatikanischen Konzils, Berlin, 1968. 89 A. B o y e n s , ökum enische Bewegung und Bekennende Kirche in Deutschland, 1933 bis 1939, München, 1969. 99 E . F e i l , o. c ., 130. 9< En este periodo se pone la atención especialmente en la problemática planteada por C arl S c h m i t t con su Politische Theologie, Berlin, 1922 y E r ic h P e t e r so n , M onotheismus als politisches Problem, München, 1951. Pero la orien tación es muy diferente. B a r io n s sintetizando esta problemática, dice; « Sie ist « politische Theologie », denn sie will ein bestim m tes politisches Modell lehramt- lich vorschreiben; aber deshalb kann sie nicht theologisch legitim, also nicht Theologie sein, denn die Offenbarung enthält keine solchen Modelle. Auch die Anerkennung des römischen Staates des ersten Jahrhunderts war bloss tatsächliche Anerkennung, ebenso wie diejenige aller ändern im Rahmen der Zehn Gebote möglichen Modelle ». H a n s B a r io n s , K ritik der politischen Theolo gie, Stuttgart, 1935, 51. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 5 9 El cristiano no podrá nunca, por ello, huir del mundo ni re nunciar a su presencia en él. Más bien tendrá que tomar una actitud de « no huida del mundo, sino huida con el mundo hacia adelante » 92. Y de esa presencia individual mundana em ana la presencia de la co munidad, de la Iglesia, obligándola a movilizar « la potencia crí tica social » y en cierto sentido « la potencia política » de su fe y la esperanza y amor de esta f e 93. Así, a base del misterio de la Encar nación, Metz trata de justificar el mundo que hoy existe en su m is mísima secularidad. A. - Una realidad: el m undo secularizado La teología en su dimensión histórica ha tenido siempre un objetivo acerca del mundo: ha tratado de com prenderlo94. Y en ese intento de « comprensión del mundo, la teología, hoy, se está dando cuenta de que depende del poder histórico del horizonte cósm ico proyectado en Cristo » 95. Es decir, que el mundo vive del « espíritu de Cristo » (I Cor. 2, 16). Esta constatación lleva a Metz a la con clusión de que el mundo que vive de ese espíritu carece de novedad, ya que su existir es un « tomar todo lo que es Cristo » (Cfr. Jn. 16, 14) de tal modo que en este « espíritu » y en su operar, el acontecimiento 92 J o h a n B a p t is t M e t z , Zur Theologie der Welt, Mainz, 1968, 93: « Die asketische Weltflucht des Christen darf nämlich nie einfach eine Flucht aus der Welt sein; so wäre sie, da der Mensch nie weltlos existiert, am Ende immer nur die trügerische Flucht in eine künstliche Nebenwelt, die de facto m eist nur die religiös bequemere Weltsituation von gestern ist. Nicht Flucht ausder Welt, sondern Flucht m it der Welt nach vorn ». 93 « ... freilich nicht dadurch, dass die christliche Gemeinde selbst erneut zu politischer Flerrschaft drängt, sondern dadurch dass sie aus ihrem christli chen Zukunftsgewissen kritisch-befreiend in jene gesellschaftlich-politische Wirklichkeit hineinspricht in der diese Planungsvorhaben programmiert werden. Das setzt allerdings voraus, dass die christliche Gemeinde in ganz neuer Weise die gesellschaftskritische, gewissermassen politische Potenz ihres Glaubens und dessen Hoffnung und Liebe m obilisiert». J. B. M e t z , o . c . , 143. 94 El m ismo titulo de la obra de Metz es ya significativo. Teologia del mun do quiere: « Behandeln vielmehr die immer neu zu stellende, heute unerlässliche Frage nach dem « w eltlichen» Ausgangs-und Bezugspunkt theologischer Glau bensverantwortung. So aber wurde für mich die Erörterung des Themas « Welt » immer auch zur Frage nach dem Ansatz theologischer Glaubensverantwortung überhaupt». J. B. M e t z , o . C., 7; y un poquito mäs adelante nos dice: « Num ist aber « Welt »--christlich gesehen- immer schon auf den Menschen hin ge wendet, sie ist immer schon Weltbezug, Weltverständnis des Menschen » J. B. M e t z , o . c ., 29 .93 « Darum können wir sagen: das Weltverständnis lebt -ob es sich das sagen kann und will oder nicht- aus der geschichtlichen Macht des in Christus entwor fenen Welthorizontes, lebt aus seinem Geiste, dem « Geist Christi ». J. B. M e t z , o. c., 29. 6 0 ANIANO ALVAREZ de Cristo se objetiva e impone históricamente, se representa desde su horizonte cósm ico: ese horizonte originalmente nuevo e inde- du cib le96. Cristo, pues, según Metz, es el origen de todo, que a la vez se constituye en e l fin de todo. Toda la creación ha sido hecha por El, por m edio de El y en vista de El (San Pablo), de tal manera que El es quien da el significado a la historia (I Cor. 8, 6; Ef. 1, 3-23; Col. 1, 15-20); Hebr. 1, 1-4; Jn. 1, 1-3). Una historia del mundo que engloba en sí toda una continuidad salvífica. Metz, en su intento de comprensión de la realidad del mundo, lo acepta como « la suma de toda la realidad de la creación » w. Así afirma que ese mundo, síntesis de toda la creación, « como tal, es bueno, ya que ha sido creado por medio del Logos » 98. De ahí que el mundo para Metz, sea « el campo en que se manifiesta y actual el Dios que instituye la salvación »; es decir, sea « la m anifes tación de la salvación » ". Sin embargo, la realidad de una historia salvífica en y del mun do, hace que ese mundo se nos manifieste también con el reverso de la medalla; a saber: como « el campo de m anifestación y acción del pecado y de los poderes hostiles a Dios »; es decir, « como la manifestación de la p erd ición » 10°. Para Metz, en este sentido, el mundo es « un mundo que va de mal en peor », es una zona de muerte, es « tinieblas » que separan de Dios y lo ocu ltan 101. Ahora bien, en una dimensión teológica de la historia del mundo, el mundo lleva en sí la huella, estampada existencialmente, de su propia fisonomía, efecto del acto salvífico de Cristo y de las « supe raciones dolorosas, realizadas en seguimiento su y o », « a pesar de que previamente había recibido una impronta tan negativa » 102. 96 « ... der eigentlich nichts schlechthin disparat Neues mehr enthüllt, sondern alles aus dem schöpft, was Christi ist, so dass in diesem Geist und seinem Wirken das Christusereignis sich selbst repräsentiert aus dessen ursprün glich neuem unableitbaren Welthorizont ». J. B. M e t z , o . c . , 29 . 97 « Welt erscheint einmal als der Inbegriff der gesamten Schöpfungswir klichkeit », J. B. M e t z , o . c ., 46. 98 « ... die (die Welt) als solche « gut i s t », durch den Logos geschaffen». J. B. M e t z , o . c ., 46. 99 « ... und zum ändern (begegnet Welt) als Erscheinungs- und Wirkungsfeld des heilstiftenden Gottes, Welt als Manifestation des Heiles ». J. B. M e t z , o . c ., 46. 100 « So begegnet Welt zum einen als Erscheinungs- und Wirkungsfeld der Sünde und der gottfeindlichen Mächte, Welt als Manifestation des U n heils». J . B. M e t z , o . c . , 46. 101 « Zum ändern begegnet Welt als diese Welt, als dieser Äon, und sie ist darin Inbegriff der gottfeindlichen Mächte und Gewalten, die von Anbeginn der Sünde ist sie eine Welt, die im argen liegt, Welt als Todeszone, als von Gott trennende und ihn verbergende Finsternis ». J. B. M e t z , o . c ., 46. i°2 « Sie ist, theologisch gesprochen, jeweils schon existential geprägt durch LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 61 El mundo, pues, según Metz, debe comenzar incesantemente su curso, dentro de una ambivalencia, que caracteriza, como tal, a la historia profana. Y en ese « caminar hacia adelante » el mundo va descubriendo cada vez más profundamente, su originalidad histó rica. Ello le lleva a situarse « cada vez más y cada vez más seriamente bajo la estrella y la ley de su comienzo, que en este caso significa: estar asumido (= acogido) por Dios en Jesu cristo»103. De ahi que la teología no puede no tomar en serio, relegando al olvido, o tal vez, menospreciando, la historia concreta del mundo. Y ello, porque, según Metz, el proceso de la historia del mundo está « asumida » y seguirá estándolo, en el « logos cristiano » constituyen do la totalidad de la historia del mundo. De ahí que, según Metz, « la teología tiene que rastrear y atestiguar ese "desposorio' entre la historia de la salvación y la historia del mundo, aunque tal ' despo sorio ’ esté encubierto y crucificado » 104. El mundo en su manifestación se hace visible, no en su divini dad, sino precisamente en su « no-divinidad » o en su « secularidad » en la cual « únicamente es como Dios le h ab la» 105. Por eso Metz rechaza el hablar de un mundo glorificado « que se transfiere a Dios como el consumado reino de Dios » ,06. Y ello, porque « significaría también la consumación de la propia y permanente realidad del mun do 107, en la cual « Dios actúa de tal suerte que la acepta irrevocable die Tat der ersten Menschen und durch die Heilstat des Menschensohnes und der in seiner Nachfolge gewirkten leidvollen Überholung der so negativ vorge prägten geschichtlichen Gestalt der Welt ». J. B. M e t z , o . c . , 49. 103 « Vorwärtsschreitend gerät die Welt immer tiefer hinein in ihren ge schichtlichen Urprung, stellt sie sich immer mehr und immer ernster unter den Stern und das Gesetz ihres Anfangs, der da heist: « Angenommensein durch Gott in Jesus Christus ». J. B. M e t z , o . c ., 29. 104 « Die Theologie dorf es sich nicht leicht machen, indem sie gliechsam in einem monophysitischen Verständnis der Heilsgeschichte- den Prozes der kon kreten Weltgeschichte vernachlässigt. Dieser ist und bleibt vielmehr angenom men im christlichen Logos; er kann ihm nicht mehr epochal entfallen, und die Theologie hat deshalb diese beständige, wenn auch je verhüllte und gekreu zigte ». J. B. M e t z , o . c . , 13-14. 105 « Die Welt wird nicht etwa in ihrer Göttlichkeit, sondern gerade in ihrer Nicht-Göttlichkeit oder eben (wie anders?) in ihrer Weltlichkeit sichtbar, in der allein Gott sie sich (als das radikal Andere von ihm ) zuspricht und sie in seinem Geiste durchherrscht ». J. B. M e t z , o . c . , 25. 106 « An sich -abstrakt und eschatologisch vollendet gesehen- ist die in ihr Eigenes gesetzte Welt durchhaus denkbar als reine absolut diaphane Erschei nung der Selbstm itteilung Gottes, theologisch: als verklärte, als sich selbst schon in Vollendung Gott sich übereignende Welt, als vollendetes Reich Gottes ». J. B. M e t z , o . c ., 26. 107 « Das alles würde auch die Vollendung der eigenen, bleibenden Wirklich keit der Welt bedeuten, nicht ihr Verschwinden in Gott (so w ie bei dem in seiner bleibenden Menschheit Auferstandenen und Verherrlichten). J. B. M e t z , o. c., 26. 6 2 ANIANO ALVAREZ mente en su Hijo Jesu cristo» 108, pues en El, « Dios ha asumido (aceptado)el mundo en su definitividad escatológica »109. Por eso, si la teología piensa en conformidad con las exigencias de una dimensión histórica de su mensaje, no puede no rechazar « la imputación de que el moderno proceso de secularización es, en su mismo meollo, a-cristiano» no, ya que el aceptarla significaría que « la historia del mundo, palpable en su intrinsicidad histórica, ha seguido un proceso evolutivo por el que ha vuelto a separar la salvación » m. Metz repetirá con fuerza que « la comprensión cristiana de la historia está bajo el signo de la Cruz » 112, una Cruz que está encar nando incesantemente « la señal de la permanente protesta intra- mundana contra Dios » 113. Sin embargo, Metz ve en esa « Cruz protestataria » la presencia activa de Dios, que libera, en el mundo. Pues si « el mundo no hu biera sido aceptado en contradicción y protesta, entonces la Iglesia (que siempre está también en diferencia antagonista con el mundo), no sería tampoco ecclesia ex corde scisso » 114; sin esa « cruz protes tataria » « el mundo sería más bien, no dialécticamente la actua lidad de esa aceptación, y la historia del mundo será la represen tación no-velada de la cercanía de Dios: de una cercanía dispuesta definitivamente » 115. Y es que, para Metz, el mundo posee una característica institu cional tan propia que lo obliga a recorrer su « camino histórico » 108 «Wir unterscheiden in ihm zunächst eine formale und eine inhaltliche Aussage über Gott und Welt. Eine formale Aussage: Gott selbst handelt in geschichtlicher Tat an der Welt; eine inhaltliche: Gott handelt so an der Welt, dass er sie in seinem Sohn unwiderruflich annimmt ». J. B. M e t z , o . c ., 18. 109 « Unter dem Vorbehalt dieser perspektivischen Verkürzung aber lässt sich das Christusereignis in folgendem Grund-Satz formulieren: Gott hat die Welt in endzeitlicher Defmitivität angenommen in seinem Sohn Jesus Christus ». J. B. M e t z , o . c., 18. no « denn eine Theologie, die geschichtlich denkt, kann sich nicht so leicht mit der Unterstellung abfinden, der neutzeitliche Verweltlichungsprozess sei in seinem Kern unchristlich». J. B. M e t z , o . c . , 13. üt « ... und die innergeschichtlich greifbare Welt-Geschichte habe sich deshalb eigentlich wieder epochal von der Heilsgeschichte wegentwickelt ». J. B. M e t z , o. c., 13.nt « ... das christliche Geschichtverständnis steht unter dem Zeichen des Kreuzes ». J. B. M e t z , o . c., 15. io « ... das heisst immer auch unter dem Zeichen des bleibenden inner weltlichen Protestes gegen G o tt». J. B. M e t z , o . c ., 15. 114 « Wäre nämlich Welt nicht in Wiederspruch und Protest angenommen worden, dann wäre auch nicht Kirche -in immer auch antagonistischen Unter schied zur Welt: ecclesia ex corde scisso ». J. B. M e t z , o . c., 18. ns « ... die Welt selbst wäre vielmehr undialektisch die Aktualität dieser Angenommenheit, und ihre Geschichte selbst wäre die unverhüllte Repräsenta tion der endgültig verfügten Nähe Gottes », J. B. M e t z , o . c., 18. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 6 3 hacia la consumación de una « ambivalencia de manifestación his tórica, que hace que el mundo, en su realización como conjunto, no se convierta ya en el ’ opus operatum ’ de la asunción o acepta ción por parte de Dios » 116. « El mundo — dice Metz — se ha hecho secu lar» 117, lo cual obliga a la fe a la constante interrogación sobre esta secularidad. Y la fe se encuentra con que en esa realidad del mundo, objeto de su intorrogación, no existe tan solo « el elemento negativo » de la historia, en una dimensión cristiana, sino, por el contrario, se en cuentra con que en ese mundo existe una « positividad cristiana ». Y así, a la luz de esta realidad, la fe no ve en esa secularidad del mundo « la expresión no - dialéctica de que la aceptación divina del mundo ha sido desechada por este, en medio de protestas, sino que esa secularidad ha de patentizarse como posibilidad de la manifes tación histórica de su « asunción » por parte de Dios. Con ello, Metz quiere poner en claro la realidad de que la se cularidad del mundo no es un destronar intramundanamente a Cristo, sino más bien, el reconocimiento decisivo de su reinado his tórico 1I8. Este reconocer el « reinado de Cristo » en el mundo, lleva a Metz a preguntarse si no será ocasión de caer en « la peligro sa cercanía de un optim ism o secular, que precisamente en aquel que toma radicalmente en serio esa secularidad del mundo, fomen ta un malestar cristiano » u9; o, si por el contrario, la legítima acen tuación de la cristiana « apertura » hacia el mundo, « en la cual el mundo aparece como material inmediato del acto cristiano, toma siempre completamente en serio la secularidad del mundo y sus principios pluralistas » 12°. Para Metz, la radical y original liberación del mundo en aquello que lo constituye como algo propio y característico acontece en la 116 « ... und die Welt in jener Ambivalenz geschichtlicher Erscheinung hält, die die Welt in ihrem Vollzug als ganzem gerade nicht schon als vollendet integriert zum diaphanen « opus operatum dieser Angenommenheit werden lä s s t». J. B. M e t z , o . c . , 27. tu « Die Welt ist heute weltlich geworden ». J. B. M e t z , o . c., 11. ns « ... die Weltlichkeit der Welt soll für uns nicht der undialektische Aus druck dafür sein, dass die göttliche Annahme der Welt von dieser selbst pro testierend verworfen wird, sondern sie soll als Möglichkeit der geschichtlichen Erscheinung ihrer göttlichen Angenommenheit selbst sichtbar w erd en ». J. B. M e t z , o . c ., 16.iw « Die Weltlichkeit der Welt soll sich für uns nicht primär als innerweltiche Entmächtigung Christi im geschichtlich verschärften Widerspruch zu ihm zeigen, sondern als entscheidendes Moment seiner geschichtlichen Herrschaft se lb s t». J. B. M e t z , o . c . , 16. 120 « ... und ob dieses Weltverständnis deshalb nicht in die gefährliche Nähe eines Weltoptimismus gerät, der gerade in dem, der diese Weltlichkeit der Welt radikal ernst nimmt, ein christliches Unbehagen n äh rt». J. B. M e t z , o . c., 13. 64 ANIAÑO a lva rez « asunción» o « aceptación » del mundo por Dios en Jesucristo, o en lo « inamovible de su realidad no-divina » m. Es decir, que « el mundo es instituido universalmente en lo que el mundo manifiesta vivamente ser, por medio de la Encarnación » 122 y en este acontecer, que actúa históricamente, Metz ve la « institución del mundo en su secularida» 123. Así, esa « secularidad del m u n d o» ha surgido no como algo a-cristiano, sino precisamente como algo tan original mente cristiano, que « testifica el poderío intramundano de la « hora de Cristo » en la situación actual de nuestro mundo » 124. Típico del cristianismo es la tensión original y existencial per manente de la economía cristiana de la historia. Por eso mundo se cular, sede de nuestra existencia cristiana, no es otra cosa sino « la expresión, exacerbada a escala planetaria, de aquella ’ contradicción' secular contra lo sagrado contra Dios y contra su Cristo que siem pre se ha previsto en el proyecto cristiano de la historia » 125. De ahí que la dimensión de la teología, « teología política », esté en tomar radicalmente en serio esa secularización « irreversible » del mundo, para ponerlo bajo la ley de Cristo (I Cor. 9, 21); para seguir aceptando en su totalidad, ese « venir a nosotros » de cuanto sucedió en Jesucristo, dándole abiertamente el trono de su poder mundano y así patentizar la presencia de su « espíritu » sobre la faz de toda la tierra, y no solo en el rincón m etafísico de la teología126. La « teología política », por ello, está llamada también a concien ciar históricamente al mundo de su futuridad crística, rompiendo 121 « Doch fragen wir uns auch, ob die durchhaus zu Recht bestehende Be tonung der christlichen « W eltoffenheit», in der die Welt als unmittelbares Material des christlichen Aktes erscheint, immer ganz Ernst machtm it der uni versalen, höchst differenzierten und komplizierten, kaum durchbringbaren und überschaubaren Weltlichkeit der Welt und ihren pluralistischen A nsätzen». J. B . M e t z , o . c . , 13. 122 « Eben in ihrer Annahme durch Gott in Jesus Christus geschiet die ra dikale und ursprüngliche Freisetzung der Welt ins Eigene und Eigentliche, ins Unverstellte ihrer nichtgöttlichen Wirklichkeit J. B. M e t z , o . c ., 31. 123 « Die Welt wird nun universal in das eigensetzt, als was sie durch die Inkarnation verschäft erscheint: in W eltlichkeit». J. B. M e t z , o . c . , 31 .124 « ... sondern er muss gerade als Signum der unter dem Zugriff Gottes erfolgenden Frei- und Einsetzung der Welt in ihre Weltlichkeit gewürdigt wer den ». J. B. M e t z , o . c ., 32 . 125 « Die Weltlichkeit der Welt, wie sie im neuzeitliche Verweltlichungspro zess entstand und in global verschärfter Form uns heute anblickt, ist in ihrem Grunde, freilich nicht in ihrem einzelnen geschichtlichen Ausprägungen, nicht gegen, sondern durch das Christentum entstanden; sie ist ursprünglich ein christliches Ereignis und bezeugt damit die innergeschichtlich waltten Macht der Stunde Christi in unserer Weltsituation ». J. B. M e t z , o . c ., 17 . 126 « ... die Weltliche Welt, in der wir heute stehen, ist schliesslich nicht an deres als der planetarisch verschärfte Ausdruck eines weltlichen « Widerspruchs » zum Heiligen, zu Gott und seinem Christus, der im christlichen Geschichtsent wurf immer vorgesehen ist ». J . B. M e t z , o . c ., 15. LA NUEVÁ « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 6 5 « el velo m ístico que se echa sobre nuestra situación sin Dios » 127. Con ello, la « teología política », que Metz trata de presentar, está poniendo en evidencia la importancia del « elemento cristiano», que impulsa al moderno proceso de secularización del mundo, en el cual « el poder histórico del espíritu cristiano y la secularización misma no aparece como la expresión de la impotencia, o, en el mejor de los casos, de la indiferencia del cristiano ante el mundo » m, sino que patentiza el acontecimiento originalmente cristiano, que « ha tenido que imponerse muchas veces contra la concreta comprensión histórica del mundo, que el cristiano poseía, y que por este motivo, de hecho, tal acontecimiento (la secularización) ha adquirido rasgos anticristianos y secularistas » 129. Y es que la asunción liberadora y definitiva del mundo por parte de Dios » no fue algo abierto a la luz del mundo, sino que quedó « oculta » intramundanamente en la Cruz de su Hijo » 13°. Esta « noche liberadora » continúa en la obje tivación histórica u n iversa l» que el proceso de secularización del mundo realiza en los tiempos modernos. Por ello, la actual « asun ción liberadora » del mundo no estará nunca a disposición nuestra de una manera puramente intramundana o intra-histórica » 1}1, sino que tendrá una manifestación « contradictoria», « protestataria» 127 « Wie steht diese unüberholbare und nicht ernst genug zu nehmende Verweltilichung der Welt noch unter dem «Gesetz Christi» (I Cor 9, 21)? Wie ist heute innergeschichtlich immer noch Advent, Zukunft aus christlicher Herkunft, das Über-uns-Kommen dessen was sich in Jesus Christus begab? Wie ist er selbst noch mächtig als der die Geschichte innerlich durchherrschende Herr, nicht bloss als ihre transzendente Garantie? Ist er nicht durch die Verweltlichung der Welt längst in ihrem Schmollwinkel geraten, aus dem ihn nur noch die metaphysische Akrobatik der Theologie hervorholen kann? Wie ist sein Geist noch ausgegossen über das Antlitz unserer weltilichen Welt? Wie ist das was auf uns immer bedrängender zukommt, noch geschichtlich herkünftig aus der Stunde Christi? Wieso ist alle Geschichtstheologie der Gegenwart nicht nur eine mystische Verschleierung unserer gottlosen Situation? » J. B. M e t z , o . c . , 14. 128 « ... dass eben deswegen auf dem Grunde des neutzeitlichen Verwelt lichungsprozess ein echt christlicher Antrieb widksam ist und dass sich darum in diesem Prozess noch einmal die geschichtliche Macht des christlichen Geistes dokumentiert und die Verweltlichung selbst keineswegs als der Ausdruck für die Ohnmacht oder auch nur die Gleichgültigkeit des Christentums gegenüber der Welt erscheint» . J. B. M e t z , o . c . , 35 . 129 « Man wird wohl die Behauptung wagen dürfen, ja wagen müssen, dass sich die Verweltlichung der Welt als ursprünglich christliches Ereignis vielfach gegen das konkrete geschichtliche Weltverständnis der Christenheit durchset zen m usste und dass sie nicht zuletzt aus disem Grunde faktisch antichristliche säkularistische Züge annahm ». J. B. M e t z , o . c . , 35-36. 130 « Freilich, und dies ist nun nicht länger zu verschweigen: Sowie die freisetzende endgültige Annahme der Welt durch Gott innerweltlich verhüllt blieb im Kreuz des Sohnes » . J. B. M e t z , o . c ., 36 . 131 « ... so wird auch ihre universale geschichtliche Objektivation im Ver weltlichungsprozess der Neuzeit für uns nie rein innerweltlich beziehungsweise innergeschichtlich verfügbar und durchschauber sein » . J. B. M e t z , o . c . , 36 . 6 6 ANIANO ALVAREZ obligándo al mundo a acercarse secularísticamente en su mismo. Y ese « cerrarse a sí mismo », contrario a su origen, agudizará « el su frimiento por él », encerrándolo en « la noche de la Cruz » 132. Y esta posibilidad de que el mundo pueda ser, y sea, de hecho, dos cosas —mundo aceptado y mundo contradictor— se da preci samente por su secularidad, la cual permanece y crece » 133. De ahí que para el cristiano la comprensión de la creaturidad del mundo se halle siempre en el horizonte de la comprensión histórico-salvífica del mundo; ya que, según Metz, « la realidad del mundo como cria tura se mediatiza siempre a través de la realidad de la salvación del mundo » 134. Y es que « el cristianizar el mundo » sólo tiene un significado: hacer de él lo que es, es decir, mundo. Y en este « mundanizar el m u n d o», haciéndole descubrir su original significado, Metz ve la deshuminización del mundo, experi mentada como pérdida de lo numinoso en general » 135; ya que, según Metz, « el cristianizar el mundo » no puede significar que al mundo hay que echarle encima algo no secular, o que está por encima de lo secular, o algo que le ponga un sobrenombre; o como suele decirse con predilección « atraer » al mundo para sacarlo de su se cularidad o introducirlo en una divinidad de destellos numinosos » 136. Más bien, Metz, piensa devolverle su sentido original secular, lleván dole a ser su ser propio y característico. Ello comporta « dejar en libertad las alturas y profundidades casi insospechadas de su ser del mundo, alturas y profundidades que son posibles por la gracia, pero que se han visto ya amenazadas 132 « Immer wird die weltliche Welt der Neuzeit auch als die widerspre chende erscheinen, als die protestierende, die sich gegen ihren Ursprung sä- kularistisch in sich selbst verschliesst, und wir werden, je mehr sich der Vor gang dieser Verweltlichung geschichtlich verschärft, um so mehr an ihr leiden um so tiefer auch in die Nacht des Kreuzes geraten ». J. B. M e t z , o . c . , 36. U3 « Die Möglichkeit, dass die Welt beides -angenommene Und wieder sprechende- sein kann und faktisch auch ist, ist gerade in ihrer Weltlichkeit ge geben, die bleibt und w ä ch st». J. B. M e t z , o. c . , 18.134 « Für das Christentum steht das Verständnis der Kreatürlichkeit der Welt immer schon im Horizont des heilsgeschichtlichen Verständnisses der Welt, die Schöpfungswirklichkeit der Welt ist jeweils schon verm ittelt durch die ge schichtliche Heilswirklichkeit der Welt ». J. B. M e t z , o . c . , 25.135 « Die Entnuminisierung der Welt, wie sie in Hominisierungsprozess immer schärfer sichtbar wird, wird als Verlust der Dimension des Numinosen schlechthin empfunden ». J. B. M e t z , o . c . , 57.136 Denn « Verchristlichung» der Welt darf ja nach allem Gesagtengerade nicht heissen, aus ihr etwas anderes zu machen als eben -Welt darf nicht heis- sen, sie mit etwas Un- oder Uberweltlichen zu Überwerfen oder zu überzeichnen, ihr eine neue Dimension aufzustocken oder sie -wie man gern sagt- « heimzu holen » aus ihrer Weltlichkeit in eine numinos schimmernde G öttlichkeit». J. B. M e t z , o . c ., 44. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA» DE J. B. METZ 6 7 o sacudidas por el p ecad o137. Así, para Metz, el objetivo « cristiano » no sería ni una « adición » ni una « intrusión », sino más bien « una reduplicación de la realidad secular, la cual, concretam ente, es siem pre más, encierra dimensiones más profundas y un ser más original y característico de lo que esa realidad por sí sola puede represen tar » 138. Y el famoso « gratia perficit naturam » aplicado a la « con sagración del mundo » lleva a Metz a afirmar que « la gracia sella al mundo en su secularidad más honda, devuelve al mundo de ma nera insuperable al seno de sí mismo, le concede graciosamente un insospechado ser sí m ism o » 139. Es decir, que podríamos concluir con Metz que la gracia consuma la genuina secularidad del mundo » 14°. B. - El hombre, artífice de su mundo El evento de la Encarnación de Cristo da al mundo un nuevo significado. Y el mundo mismo, ante la « asunción » y « aceptación » por parte de Dios de su propia realidad « pierde su divinidad de destellos numinosos y queda a disposición, más originalmente, de la administración y responsabilidad por parte del hombre, siendo libertado con ello en su propia secularidad » 141. Y es precisamente esta liberación del mundo, contenida ya en la fe cristiana en la creación (Gén) la que ha despertado en el hombre la voluntad absoluta de « dilucidación » del mundo, de explicación e ilustración del mundo » 142 preparando así el camino a la disposi 137 « Wir dürfen deshalb sagen: Die Welt verschristlichen -sie in ihr Eigenes und ihr Eigentum bringen, ihr die kaum entworfenen, kaum geahnten Höhen oder Tiefen ihres Weltseins gewären, die von der Gnade ermöglicht, von der Sünde aber je schon verhängt oder verschüttet sind ». J. B. M e t z , o. c ., 44.138 « £>as Adjektiv « christlich» ist daher -recht verstanden- nicht eigentlich eine Zutat, eine Überfremdung, sondern gleichsam eine Reduplikation der Welt lichen Wirklichkeit, die konkret, (aufgrund der geschichtlichen Heilsinitiative Gottes) immer schon mehr ist, tiefere Dimensionen und ursprünglicheres Eigen sein birgt, als sie sich allein von sich selbst her vergegenwärtigen kann ». J. B. M e t z , o . c ., 44 .139 « ... Sie (die Gnade) versiegelt die Welt in ihre tiefste Weltlichkeit, sie gibt die Welt in unüberbietbarer Weise sich selbst anheim, schenkt ihr ein un geahntes Eigensein ». J. B. M e t z , o . c ., 45. 140 « Die Gnade vollendet die echte Weltlichkeit der W elt». J. B. M e t z , o . c ., 45. ui « Die Welt selbst aber verliert gerade im Licht der Botschaft von der Menschwerdung Gottes ihre numinos schimmernde Göttlichkeit und wird ursprünglicher in die Verwaltung und Verantwortung des Menschen und da m it in ihre eigen Weltlichkeit hinein freigegeben ». J. B. M e t z , o . c ., 61.142 « ... ist es gerade diese im christlichen Schöpfungsglauben selbst an fänglich geschehende Freigabe der Welt in ihre Weltlichkeit die im Menschen den unbedingten Willen zur Welterhellung, zur Weltaufklärung erw eckte...». J. B. M e t z , o. c ., 60. 68 ANIANO ALVAREZ ción del hombre sobre este mundo. O, para decirlo con Metz, a « la hominización del mundo » 143. Esta nueva situación del hombre ante el mundo, coloca a ambos en una nueva relación. Pues el mundo deja de ser un mundo de cosas para convertirse en « el mundo del hombre » 144; y el hombre, que se halla ineludiblemente ante el rostro de su creador, va co giendo el mundo cada vez más en sus manos, convirtiéndolo en la materia de la ciudad creadora, puramente humana. El hombre, por ello, se va convirtiendo a su vez, cada vez más, de « contem plador » del mundo en « plasm ador » del mismo. Así, de esa visión mundana que posee el hombre surge, conse cuentemente, el empeño y el compromiso dentro de ese mundo para transformarlo. De ahí que el hombre de nuestro mundo hominizado y cósmico sienta la responsabilidad de su propia fe, no sólo en orden a su salvación, sino, más bien, en orden a la presentación del rostro del mundo, considerada como « una carga y una tarea » 145. Para el hombre de nuestro mundo hominizado, el mundo ha dejado de ser ese « algo » m ajestuoso que lo abarca todo y en cuyos órdenes establecidos Se encuentra a sí mismo. El hombre se siente responsable de su mundo y trata de poseerlo y modelarlo en sus manos como « material para la humanización histórica del hombre ante Dios y para la donación graciosa de Dios en Jesucristo » 14é. Este mundo, con fuertes resonancias bíblicas, ha dejado de ser el marco y el horizonte « dentro » del cual se desarrolla el drama de la libertad humana » 147, para a su vez, convertirse en un mundo 143 « ... und die damit die um greifend aktive Verfügung des Menschen über diese Welt, ihre Hominisierung vorbereitete». J. B. M e t z , o . c . , 60. 144 « Sie soll hominisierte Welt werden. Sie erscheint als eine Werde-Welt, die durch die von Gott gerufene Freiheit des Menschen, durch deren schuldige Selbstverfallenheit und begnadete Aufschwünge hindurch ihr eigenes Antlitz gewinnt». J. B. M e t z , o . c ., 60; cfr. también Ibid., 20. 145 « Die Situation der hominisierten Welt liegt noch mehr vor als hinter uns. In ihr wird der Mensch immer mehr vom Weltbetrachter zum Weltgestalter; sein Weltanschauung wird zur Weltveränderung. Gerade dadurch aber gewinnt die Haltung des Menschen ein ganz neues, geradezu komisches Gewicht. Und darum ist es heute nicht bloss für das Heil des einzelnen, sondern für das Ant litz unserer Welt entscheidend, ob einer glaubt oder nicht. Die Verantwortung des Glaubens wächst ins Ungemessene. Die Welthominisierung darf nicht den Ideologien überlassen, sie muss als Last und Aufgabe hoffend ergriffen werden ». J. B. M e t z , o . c . , 70-71. 146 « Im Lichte der biblischen Botschaft ist die Welt nicht das hoheitsvoll Umgreifende, in dessen prästabilierte Ordnungen der Mensch eingeschlossen ist, sondern sie ist das dem Menschen Zuhandene, gleichsam das Material seiner geschichtlichen Mensch-Werdung vor Gott und von dessen huldvoller Zuwendung in Jesus Christus ». J. B. M e t z , o . c . , 60 . Mt « Alles Weltsein hat in der biblischen Botschaft eine authropozentrische Spitze: es ist nicht einfach der unantastbare Rahmen und Horizont, in dem sich das Drama der menschlichen Freiheit willen ». J. B. M e t z , o . c ., 60. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 6 9 antropocéntrico, que « e x is te » precisamente para esa libertad del hombre. Sin embargo, esta nueva experiencia del antropocentrismo en el mundo, viene, frecuentemente, « experimentada como oposi ción inmediata al ' teocentrismo cristiano ’ » 14S; e incluso viene « ideo- logizada » como « humanismo sin Dios ». Y es que, hoy día, lo que resplandece y atrae en el hombre y en el mundo no son tanto los « vestigios de Dios » cuanto « los vestigios del hombre » 149. De ahí que la misma obra de la creación divina la vamos viendo e interpretando a la luz de la mediatización de la « obra » del hom bre. Y ello, no ya en cuanto negación de la obra divina sino en cuanto que el hombre se encuentra en su mundo, abandonado a su secularidad, « proyectado» y « transform ado» por él mismo. El hombre en este mundo, se considera a sí mismo como un « demiur go », como un « arquitecto del mundo que da la materia prima de esta naturaleza, crea su propio mundo, el mundo del hombre, el mundo hominizado » 150. Para Metz, esta nueva visión y experiencia del mundo lleva al hombre a romper aquella unidad que le rodeaba en un mundo pre viamente dado, haciéndole experimentarse a sí mismo como « un sujeto oponente yactivo que interviene ahora en esta naturaleza planeando y alterando, para construir con ella el mundo » 151. Ese mundo que, marcado por los « vestigia hominis », será presentado como centro del hombre y fruto de su actividad, dentro de la vi sión cristiana del mundo. Ya que ello no hace más que patentizar la misión que Dios dió al hombre de « relacionarse » y « compren der » al mundo. Así, para Metz, « en la situación del mundo hominizado, que en una suprema e incondicionada inteligencia la fe cristiana ha presupuesto históricamente para sí misma, el hombre avanza de manera incomparable hasta situarse en el centro del mundo. Pero ese « antropocentrismo » no significa un oscurecimiento radical de la experiencia de Dios, sino, de manera suprema y auténtica, una 148 « Die Anthropozentrik der neuen Welterfahrung, in der der Mensch auf eine nie dagewesene, unvergleichliche Weise in die Mitte rückt, wird als un mittelbarer Gegensatz zur christlichen Theozentrik empfunden und zu einem meist escatologischen Humanismus ohne Gott ideologisiert». J. B . M e t z , o . c . , 57. h* « Was uns heute zunächst und unvermittelt aus der Welt entgegenleuchtet, sind nicht die vestigia Dei, die Spuren Gottes, sondern die vestigia hominis ». J. B. M e t z , o . c ., 55. 150 « Der Mensch versteht sich im Verhältnis zur Natur gleichsam als De- miurg, als Weltbaumeister, der aus dem Stoff dieser Natur sich seine Welt schafft, Welt des Menschen, hominisierte Welt ». J. B. M e t z , o . c ., 55. 15t « Der Mensch erfährt sich als ihr gegenüberstehendes, aktives Natur- Subjekt, das nun planend und verändernd in diese Natur eingreift, um aus ihr allererst Welt aufzubauen ». J. B. M e t z , o . c . , 55. 7 0 ANIANO ALVAREZ mayor inmediatez de esa experiencia numinosa » I52. Pues, para Metz, el lugar de convergencia entre la fe y el mundo sólo puede situarse « en el m isterio indisponible del amor de Dios » 123, ya que ese « amor de Dios » al « asumir » el mundo en la encarnación, marcó la dife rencia original entre ambos. Y es que Dios « acoge » y « asume » a « lo otro » como lo que es. Es decir, « otro » en su deidad, en su humanidad, en su secularidad, está patentizando la libertad de su acto creador. Lo cual está obligando al hombre, en su mundo homi- nizado, a entablar una relación con el mundo que « sea la fiel repro ducción, en la fe, del descendimiento de Dios al mundo, de la libe radora asunción (aceptación) del mundo en Jesucristo» 154. Y esta m isión del hombre con relación al mundo radica en el hecho mismo de la Encam ación de Cristo. Al poner este fundamento en la acción co-creadora del hombre, piensa en la realidad salvífica del evento de Cristo. El mundo, en cuanto tal, no fue deificado directamente en la Encamación del Verbo. Dios « asumió » definitivamente el mundo en el hombre; « el hombre y solo el hombre es el lugar en el que Dios ha asumido y aceptado irrevocablemente el mundo y la historia del mundo » 155. Este evento divino, de consecuencias salvíficas, convierte el mundo en « el lugar de trasbordo » entre Dios y el mundo. Por eso el hom bre sentirá sobre sí mismo la responsabilidad de una « alianza » a realizar entre el cielo y la tierra. Ya que él seguirá siendo el « plas m ador » de Dios en la obra del mundo, « asumido » y « liberado » en la Encarnación de Cristo. C - Cristo, fundam ento de la liberación del mundo Para Metz, toda la obra de la creación encuentra su « consisten cia » y su « meta » en Cristo. Así afirma que el acto de la creación no sólo es « propiedad de Dios », « revelación de Dios », sino que « principalmente la creación es celebrada como el acto salvador de >52 « ... doch bedeutet diese Anthropozentrik nicht eine radikale Verdun kelung der Gotteserfahrung, sondern im Letzten und Eigentlichen eine grössere Unmittelbarkeit dieser numinosen Erfahrung». J. B. M e t z , o . c., 71. >53 « Zwar ist die Welt total christlich umgriffen, aber eben nicht in uns und unserer geschichtlichen Glaubenssituation, sondern in Gott und seinem Ja zur Welt; er allein im unverfügbaren Geheimnis seiner Liebe ist der Ort aller echten Konvergenz zwischen Glaube und Welt ». J. B. M e t z , o . c ., 4041. >54 «.... seine Weltverhältnis ist gläubiger Nachvollzug der Deszendenz Gottes in Welt, der freisetzenden Annahme der Welt in Jesus Christus ». J. B. M e t z , o. c., 38. >55 « ... er, und nur er ist der Ort, an dem Gott die Welt und deren Geschichte unwiderruflich angenommen hat »; J. B. M e t z , o . c., 61. LA NUEVA « TEOLOGIA POLITICA » DE J. B. METZ 71 Dios » 156. Y ese « salvar de Dios » lleva en sí la irrupción de una vitalidad interior de toda la creación hacia la acción real en el mun do; acción que, según Metz, « conduce hacia la inversión que pasa del mundo divinizado o numinoso al mundo hom inizado» 157. Este paso está suponiendo una tensión de crisis en la experi mentación del dato religioso y de la vida de fe. El hombre, por mucho tiempo, vió cómo su vida y su experien cia religiosa se desarrollaba dentro del ámbito y del horizonte de una naturaleza con rasgos divinos, que daba a su experiencia reli giosa una intensa visibilidad categorial» 158. Y, al sentir la impo tencia del dominio de esa naturaleza « divinizada», en el hombre daba a su experiencia religiosa « la apariencia casi de una palpable subjetividad d iv ina» 1S9, ya que ante el hombre aparecía, « como algo numinoso que reflejaba el destello sagrado de Dios, como la epifanía o la prolongación de Dios mismo » ,6°. Así la existencia del hombre y su propia comprensión estaba limitada por la existencia y la comprensión del cosmos. El hombre reflejo del cosmos, se comprendía como « micro-cosmos » 161. Hoy, a la luz del evento de Cristo, « la naturaleza ha pasado a ser de algo que abarcaba y envolvía a algo que es atacado; se ha convertido de una naturaleza m ajestuosa en una naturaleza que es som etid a» 162, teniendo, como consecuencia, una existencia humana liberada del reino de una naturaleza, gobernada según leyes incon trolables, que se justificaban como manifestaciones del misterioso reinar de Dios » 163. 156 « Welt erscheint einmal als der Inbegriff der gesamten Schöpfungs wirklichkeit, die als solche gut ist, durch den Logos geschaffen; sie ist Gottes Eigentum, ja selbst Offenbarung Gottes, und sie Wird -vor allem in den Zeugnis sen des Alten Testaments- als Gottes Heilstat gerühm t»; J. B. M e t z , o . c ., 46. ist « Die Erfarung des Menschen als spekulativen Weltsubjekts lebt sich aus ihrer Innerlichkeit in die reale Tat der Weltunternehmung hinaus und führt so jenen Umschlag von der divinisierten oder numinisierten zur hominisierten Welt herbei...; J. B. M e t z , o . c., 53. 158 « in ihr gewann seine religiöse Erfahurung eine starke kategorische Anschaulichkeit... » J. B. M e t z , o . c . , 54. 159 « Die offene Ausgesetztheit des Menschen in eine unbeherrschbare Natur gab dem Ansehen und Verlauf dieser Natur für den Menschen beinahe so etwas wie eine greifbare göttliche Subjektivität » J. B. M e t z , o . c., 53. 160 « Nicht zuletzt dem gläubigen Menschen m usste sie als ein Numinosum erscheinen, das dem heiligen Glanz Gottes widerspiegelt, als Epiphanie oder doch Elongatur Gottes selbst ». J. B. M e t z , o . c ., 53. 161 « Sie war für Menschen die Folie seines S'elbstverständnisses. Er selbst verstand sich als Abbild dieses umgreifenden, in prästabilierten Ordnungen ru henden Naturkosmos, als Mikrokosmos ». J. B. M e t z , o . c., 53. 162 « Diese Natur ist inzwischen von der Umgrefenden zur Angegriffenen, von der Majestätischen zur Unterworfenen geworden, ihre Gesetze sind in un sere Hände geraten... » J. B. M e t z , o . c., 54. 163 « Die Welterfarung des Menschen ist nicht mehr durchstimmt von jenen 7 2 ANIANO ALVAREZ Y en esta conquista de la naturaleza, a partir de la « asunción de Cristo, por el hombre, ve Metz la realidad de la liberación del mundo, ya que en la « asunción
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