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ArchSocOftalHA196929105-151

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C LIN IC A U N I V E R S I T A R I A Y E S C U E L A P R O F E S I O N A L 
DE O F T A L M O L O G I A DE B A R C E L O N A
D i r e c t o r : P r o f . J. C a s a n o v a s 
Arch. Soc. Oftal. H ísp .-A m er. 2Q\ 105-151 (1969).
EXPLORACION DEL CAMPO VISUAL Y ESTUDIO 
SEMIOLOGICO DE SUS ALTERACIONNS, EN LOS 
TUMORES INTRACRANEALES
RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL (*)
POR
F . P A L O M A R - P E T I T
La exploración del campo visual en los tum ores intracraneales, 
¿adquiere cada día mayor importancia.
La divulgación de las técnicas sencillas de exploración del campo 
visual junto al estudio semiológico de sus alteraciones, permite efec­
tu ar precozmente, diagnósticos precisos y orientaciones pronosticas 
de los blastomas endocraneales.
Nuestro objetivo es contribuir a dicha divulgación, aportando los 
modestos estudios e investigaciones realizados con el fin de enrique­
cer la escasísima literatura médica nacional.
I . E x p l o r a c i ó n d e l ca m po v is u a l en n e u r o - o f t a l m o l o g ía
Somos partidarios 'de usar técnicas y aparatos sencillos en la ex­
ploración del campo visual de los enfermos neuro lóg icos; creemos 
necesaria la unificación de las técnicas, con lo que se obtendría mayor 
uniformidad en los resultados y en la valoración estadística.
(*) P rem io E x tra o rd in a r io del Doctorado , F a c u l ta d de M edic ina (U n ivers idad de 
Barce lona) , curso 1 96 2 -63 .
P rem io de tes is d o c to ra le s «C iudad de B arce lona (M edic ina) , 1 9 6 3 ».
P rem io de t e i í s d o c to ra le s «M edical» . S oc iedad O f ta lm o lóg ica H isp a n o -A m er i - 
c a n a , 1 968 .
i oó F . PALOMAR-PETIT
Empleamos la perim etría instrum ental o la no instrumental, se­
gún los casos.
La perim etría debe efectuarse antes de provocar una midriasis 
medicamentosa y del examen del fondo de ojo, para no influir sóbre­
los resultados ; recomendamos realizarla al principio del examen of- 
talm oneurológico, previa comprobación de la agudeza visual. Se ten­
drán en cuenta, las ametropías y el diámetro pupilar (Aubert, 19G0).
Tenemos anotado en una tabla y en minutos, los ángulos que sub­
tienden los índices (cuadro I) más corrientem ente empleados, para 
no repetir isópteras (con un mismo ángulo) en el perím etro, pantalla^ 
de B jerrum o estereocampím etro.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
A) Perimetría instrumental
Campo visual periférico.
Los estudios con el perím etro, los realizamos con un arco de 
330 mm. de radio (perímetro universal de F oerster-L ando lt; perí­
metro autorreg istrador de M ag g io re ; perím etro de doble arco de- 
Palom ar-Collado, etc.) o de 200 mm. (perímetro portátil de Schweig- 
ger).
Los test empleados, varían de 0,25 hasta 80 mm. Recurrimos ini­
cialmente a índices tanto mayores, cuanto menor sea la agudeza visual. 
Utilizamos el abanico de Bouchard, o índices (planos o esféricos), 
montados sobre varillas mates, cuando no se emplea un perímetro 
autorregistrador. En este caso la iluminación se obtiene por reflexión 
de una bombilla esmerilada de 75 w. en portalám paras y cono de 
reflexión construido para este fin.
Procurarem os el máximo confort y relajación del paciente, que' 
perm anecerá cómodamente sentado para evitar respuestas irrefle­
xivas.
Tapam os un ojo, con un oclusor hueco y procurarem os alinear el 
vértice corneal con el punto de fijación (conviene que sea variable: 
según la agudeza visual).
Debe instruirse al paciente que responda concretamente «sí» o1 
«no», para no obtener falsos límites. Cuando no existen alteraciones 
de la conciencia, con lenificación de respuestas, entregam os al su­
jeto un pulsador sonoro.
Con diferentes índices según los casos, perpendicularmente al con­
torno seguimos los diferentes meridianos (somos partidarios de ex­
plorar 12) con movimiento rectilíneo y uniforme (5o de recorrido por 
segundo).
En un sujeto inquieto, evitaremos que siga el test, si lo sorpren­
demos, desplazándolo desde las regiones donde no lo percibe.
Con fijación correcta, se obtienen respuestas más concisas, si 
indica el paciente cuándo desaparece el test.
Obtendrem os mayor exactitud recurriendo a los dos procedim ien­
tos y estableciendo la media aritmética. .
En los escotomas abordaremos los diferentes puntos de sus lí­
mites, sin atravesarlos ; colocando el test perpendicularmente, p o r 
aproximaciones sucesivas.
i o S F. PALOMAR-PETIT
Obtenida la isóptera más periférica, después de descansar dos 
minutos, buscaremos nuevas isópteras para precisar los déficits o en­
contrarlos.
Puede completarse el estudio con isópteras cromáticas. En muchos 
casos no intentaremos dibujar nuevas isópteras, sino presentar una 
de las varillas del abanico de Bouchard a uno y otro lado, de la 
línea media para apreciar las diferencias o desaparición del color.
Para evidenciar la falta de colaboración y exactitud, Kestenbaum 
propuso la «doble perimetría» : se obtiene una isóptera dos veces, 
realizando alguna otra prueba entre ellas ; se trasladan al diagram a y 
se comprueba si coinciden o no. Los espacios entre ellas se rellenan, 
y su anchura en grados, constituye el índice de exactitud perimétrica.
Cuando el paciente presenta una fijación inestable, podemos rea­
lizar la maniobra de Peter : el paciente colocará el extremo del dedo 
índice sobre el punto de fijación indicándosele dirija su mirada en 
esa dirección. Esta m aniobra ha sido muy útil en pacientes con am­
plios escotomas centrales.
Para el examen de defectos mínimos son ventajosas las normas 
recom endadas por Chamlin (1949). Deben emplearse los índices 1/330 
y 1/1000. Si coinciden dos o tres de las normas, es más seguro el 
diagnóstico :
a) Diferencias de nivel (pequeñas diferencias de extensión a uno 
y otro lado de la vertical: 5o en el perím etro ó 2o en la pantalla). 
Para hallarlas se determina la situación de la isóptera a uno y otro 
lado de la vertical.
b) Comparación rápida de diferencias cuantitativas: sólo apre- 
ciables presentando rápidamente el mismo índice a una y otra parte 
del campo visual. Puede realizarse la estimulación simultánea, con 
índices iguales fijados en un m ango único (horquilla).
c) Anchura del campo. Se com para el trazado hallado, con la 
isóptera correspondiente («curvas standard»), o m ejor con la conti- 
tiuación ordinariam ente previsible de la parte de la isóptera que 
queda en el hemicampo opuesto.
Campo visual central.
P o r dentro de los 30°, utilizamos la pantalla de Bjerrum y ase­
guram os la exactitud de resultados con el empleo de ángulos muy 
pequeños, sobre todo cuando las isópteras periféricas son normales -
Procuram os m antener una buena fijación con un apoyafrente
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
y mentón variable de altura, situado sobre una mesa o sobre una co­
lumna con ruedas.
El m ango portaíndices será bastante largo, para no situarse de­
lante de la pantalla. Usam os una quiroteca m angote de paño negro,., 
igual que la pantalla, con lo que nuestro brazo no puede llamar la 
atención del sujeto.
Exploram os los meridianos cada 5 ó 10°, deslizando el test desde 
la periferia al centro y v iceversa; obteniendo la media aritm ética de 
ambas medidas. La velocidad será de 10° en cuatro segundos.
Realizamos el estudio de la mancha ciega, partiendo de su centro 
hacia la parte visible en los diversos meridianos.
Compartimos la opinión de M orax, Blancard y Valty (1960), al 
decir que la pantalla de Bjerrum, por su finura y precisión, es el ins­
trum ento más notable para el estudio del campo visual en oftalmo- 
neurología, pues permite descubrir defectos no detectables ni aun con 
el perím etro u otros procedimientos.
Como métodos de comprobación y ayuda campimétrica, emplea­
mos el de Haitz (fijación binocular), el de Kestenbaum , el de Ams- 
ler (fijación monocular), el test de lectura de Bailliart, el test de las 
«cifras», y en ciertos casos la campimetría binocular de Schlosser.
Mctodo estereoscópicode Haitz.—D entro de ciertos limites cum 
pie con las exigencias de un buen procedimiento binocular. El este­
reoscopio posibilita una separación de las impresiones visuales del ojo 
fijador y las clel examinado. Las tablillas I y I I («campímetro este­
reoscópico»), permiten la exploración con test en movimiento y 
tienen en el lado del ojo a examinar una división en grados (cada 
división representa un grado, cuando la distancia focal es de 190 mi­
límetros). Las tablillas I I I hasta la V II («escotómetro estereoscópi­
co»), están provistas de un test coloreado fijo.
Los índices llevan discos de 2 mm. por un lado y de 1,8 por eí 
otro, de papel coloreado de Heidelberg, colocados en una depresión 
o cráter, para evitar su caída y desgaste.
E sta exploración exige una agudeza visual suficiente del segundo 
ojo, y la existencia de una visión binocular con fusión de imágenes. 
Inscribim os los resultados en los esquemas de Haitz.
Perimetrm por transposición de Kestenbaum.—Se utilizará en casos 
•de ojo único con escotoma central o en escotomas centrales bilate­
I 1 0 F. PALOMAR-PETIT
rales. El sujeto utiliza para la fijación el punto más próximo a la 
fovea (seudofovea). Se realiza el examen trazando en la gráfica la 
isóptera correspondiente. Para determ inar la distancia de la seudo­
fovea, el sujeto m irará el centro del perím etro, desplazando un foco 
luminoso hasta que forme su im agen en el vértice de la córnea com­
probando el ángulo de desplazamiento. Este indica el desplazamiento 
en grados que, sobre el diagram a tendremos que imprimir a la isóp­
tera anteriorm ente trazada.
Test de A m sler .— Sirve para el examen cualitativo de la región 
central (función macular), abarcando un área de 10° a la distancia de 
30 cm. (si se tiene un defecto de refracción o acomodación con la 
corrección adecuada). P ara descubrir escotomas relativos o absolutos, 
empleamos las láminas I, I I y .III. Entregam os al paciente un puntero 
señalizador para indicar los límites de la zona que no ve o está bo­
rrosa (desdibujada).
Se hará prim eram ente la comprobación del ojo que tenga m ejor 
agudeza visual.
Test de lectura de Bailliart; Test de las «cifras».—E n los defectos 
centrales hemianópsicos, se invitará al paciente a que fije una letra 
en medio de una palabra, indicándonos entonces las que no ve, con 
cada ojo por separado.
Con el mismo fin, confeccionamos con Palomar-Collado, la prueba 
de las «cifras» ; empleamos cinco cifras, colocadas en el perím etro, 
procurando que la cifra central coincida con su centro. Tapadas las 
cifras (por ej., 20615), se sitúa al sujeto en el centro de la mentonera 
(prueba prim eram ente b inocu lar); destapando los núm eros, se pregun­
ta los que percibe permaneciendo inmóvil. Repetimos la prueba por 
separado, para com probar si están igualmente afectados.
Campimetría binocular con colores complementarios de ScJilós- 
ser .—Engel (1950), revalorizó el procedimiento de Schlósser (1901). 
Para m antener la fijación empleamos un botón blanco en la pantalla, 
con las gafas bicolor (rojo-verde complementarios), se ve entreverado ; 
o bien rojo o verde, según la dominancia visual.
Empleamos índices rojo y verde, pudiendo presentarlos por se­
parado y colocar primero la gafa con rojo ojo derecho y verde ojo 
izquierdo y luego el revés ; o sin cambiar las gafas procedemos a la 
presentación simultánea.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES I I I
B) Perimetría no instrumental
Sirve como orientación previa, para otros fines, o si la colabo­
ración es escasa como única prueba. Comprende la perim etría por 
confrontación; perim etría de contorno de K estenbaum ; perimetría 
por reflejo p alpeb ral; autoperim etría especular ; perimetría por lo­
calización luminosa y el procedimiento de Thiebaut.
Perimetría por confrontación.—La realizan en la exploración ha­
bitual, los neurólogos y neurociru¡anos ; por perim etría instrum ental 
se comprueban déficits, que no fueron captados. No explora la inte­
gridad del campo visual (la periferia tem poral no queda exp lo rad a); 
resulta más segura la prueba siguiente.
Perimetría de contorno (outline perimetry de Kestenbaum).—Téc­
nica preconizada en nuestro país por Casanovas (1952). Si un sujeto 
norm al mira de frente con un ojo, permaneciendo ocluido el otro, el 
contorno orbitario delimitará el campo visual. Puede improvisarse 
como índice la punta de un lápiz, pluma, dedo, etc., haciendo pro­
gresar a 2 cm. de la superficie cutánea desde la periferia hacia el 
c e n tro ; cuando atraviesa dicho reborde es percibido por el sujeto 
normal. El tener que progresar más o menos, indicará que existe un 
déficit en aquel meridiano. Realizando la exploración en seis meri­
dianos principales, tendremos noción aproximada de la extensión del 
•campo y de los defectos existentes.
Se pueden realizar verdaderas filigranas, al perm itir cambiar los 
índices, la iluminación del ambiente y de aquéllos, de tal forma que 
se descubren los defectos existentes en enfermos neurológicos ; si es 
posible se com probará con la perim etría instrum ental.
P ara hacer una determinación cuantitativa con este método es 
necesaria cierta experiencia y el conocimiento de los límites norm a­
les (polígono de Kestenbaum).
Requiere fam iliarizarse; el realizarla siempre, ayuda a descubrir 
los defectos y a ser más exactos. Podríam os decir que quién no es 
■capaz de obtener buenos resultados con ella, no puede ser un buen 
perim etrista instrumental.
Cuando la cooperación es muy escasa, no nos guiaremos por las 
respuestas del paciente, sino de los movimientos ópticamente in­
I 12 F. PALOMAR-PETIT
ducidos en los diversos meridianos al hacer avanzar el índice (optically 
elicited movement perim etry de Kestenbaum).
Perimetría por reflejo palpebral.—Si la cooperación es aún me­
nor, a veces la única orientación la sum inistra sólo la presencia o 
ausencia del reflejo palpebral a la amenaza, desde los diversos me­
ridianos del campo.
Atitopcrimetiía especular (prueba del espejo).—Como una prueba 
subjetiva más, se nos ocurrió hace tiempo esta prueba mediante el 
empleo del espejo. F ara el estudio de los defectos homónimos (hernia- 
nopsias, cuadrantanopsias) o altitudinales, situamos al sujeto frente 
a un espejo (a unos 16,5 cm.), solicitando que mire a su entrecejo 
(donde colocamos previamente una pequeña señal, que puede ser uno 
de los elementos formes de los Optotipos de C asanovas); de esta 
forma el paciente rige la posición de su mirada. Vigilaremos que no- 
desplace la cabeza, ni la vista del punto de fijación.
Acto seguido p regun ta rem os:
a) Si ve sus dos ojos, parte, o sólo uno de ellos.
b) Si ve toda su cara, o parte de ésta.
Así podremos o b serv ar:
1. En caso de hemianopsia homónima derecha completa, el pa­
ciente ve sólo su ojo izquierdo.
2. En caso de hemianopsia homónima izquierda completa, el pa­
ciente ve sólo su ojo derecho.
3. Si está respetada una pequeña porción o el área macular en 
caso de una hemianopsia homónima, el paciente ve también parte de 
la porción nasal del ojo del lado de la hemianopsia.
4. En caso de cuadrantanopsia homónima superior derecha (o 
izquierda), el paciente ve su ojo izquierdo ( o derecho) y parte infe­
rior de su ojo derecho (o izquierdo).
5. En caso de cuadrantanopsia homónima inferior derecha (o iz­
quierda), el paciente ve su ojo izquierdo (o derecho), y parte superior 
de su ojo derecho (o izquierdo).
0. En caso de hemianopsia altitudinal superior o inferior el pa­
ciente no ve respectivamente la frente, cejas y parte superior de los 
ojos, o bien la parte inferior de la cara, boca, nariz y parte inferior dé­
los ojos.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES >13
Perimetría por localización luminosa.— Cuando la agudeza visual, 
está reducida a la percepción luminosa, debe recurrirse a esta explo­
ración. Puede efectuarse mediante el oftalmoscopio eléctrico, con 
poca iluminación o con un campo luminoso puntifonne (Visuscop).
Procedimiento deThiebaut.—El examen del campo visual debería, 
completarse con la investigación de la hemianopsia relativa, especial­
mente cuando no se ha evidenciado un déficit hemianópsico absoluto. 
Para descubrirla precisa explorar simultáneamente y no sucesivamente 
el campo visual. El paciente dirigirá su mirada a nuestro entrecejo ;. 
introduciremos progresivam ente los dedos índices o las bolas de Mo- 
rax en los campos temporales, advirtiéndole avise cuando vea algo. 
Si existe una hemianopsia relativa, unas veces indica que ve sólo un 
índice y otros dos ; en este último caso es preciso pedirle que aclare 
cuál ve m ejor, e indicar si existe o no, una diferencia. Se tapa el ojo 
que lo ha visto m ejor, y se acercan progresiva y simultáneamente los 
dos índices en ambos hem icam pos; repetimos la misma m aniobra en. 
el otro ojo.
La hemianopsia relativa, tiene el mismo valor semiológico que la 
hemianopsia absoluta. Es más frecuente que la absoluta (Thiebaut, 
Guillaumat y Bregeat, 1947) y su búsqueda es fácil incluso en enfermos 
encamados.
Pueden asociarse déficits absolutos y relativos ; conviene investi­
garla también en las cuadrantanopsias homónimas o heterónimas.
C) Diagramas del campo visual
La representación gráfica del campo visual ha suscitado grandes 
discusiones. No existe un acuerdo definitivo, variando el criterio de 
unos autores a otros ; incluso en una misma obra existen gráficas 
dispares.
En el Congreso Internacional de Amsterdam («X III Concilium 
Ophthalm ologicum , 1929»), Lauber y T raquair propusieron la repre­
sentación de forma fisiológica, pero Peter disintió y abogó por la 
representación tal como sería vista por el observador colocado fren­
te al paciente. En el Congreso Internacional de M adrid («X IV Conci­
lium Ophthalm ologicum , 1933»), M árquez propuso se aceptase la pro­
posición de Peter, pues coincidía con la notación del astigm atism o 
(proposición de Nordenson-M árquez). En el Congreso de Londres-
F . PALOMAR-PETIT
{«X V I Concilium Ophthalm ologicum , 1950»), se aceptaron las reglas 
decididas por la Federación Internacional de Sociedades Oftalm oló­
gicas en 19-33.
Uribe Troncoso (1962), y algunos autores españoles y franceses, 
-aceptaron la inscripción del campo en la posición anatómica (pro­
puesta de Pe'ter), pero la mayoría de autores (Dubois-Poulsen ; Duke- 
Elder ; H uber ; H ugues ; Kestembaum ; Leoz ; Malbran ; Palomar- 
Collado ; Raimondo ; T ra q u a ir; W alsh, etc.) y en general todas las 
publicaciones neurológicas y neuroquirúrgicas, utilizan la representa­
ción fisiológica (propuesta de Lauber y Traquair).
Efectuam os la notación en diagramas, según la representación fi­
siológica, así interpretam os las alteraciones relacionándolas con nos­
otros mismos, con lo cual es más fácil asociarlas a las alteraciones 
del esquema corporal del paciente. Lo que vemos representado en la 
gráfica a la derecha, corresponderá a hem irretinas izquierdas y por 
ende a hemisferio izquierdo, y viceversa. Logram os, como insiste 
Dubois-Poulsen, que todas las gráficas (perimétricas, campimétricas y 
estereocampimétricas) tengan uniformidad, y evitamos confusiones 
como ocurren al emplear la representación anatómica.
Las gráficas están impresas en tinta gris, para que contrasten las 
alteraciones inscritas. Pintamos con tinta china negra las isópteras 
para el blanco y las zonas de anopsia absoluta ; las zonas de anopsia 
relativa en punteado o rayado, según la intensidad y las isópteras 
cromáticas, con tinta china del color correspondiente.
Conviene señalar en los diagram as, las características de los tests 
y la colaboración del paciente (excelente, buena, regular o mediana, 
o escasa).
D) Valoración cuantitativa del campo visual 
y su representación gráfica
Doesschate (1946), influido por la conveniencia de idear un méto­
do, m ediante el cual fuera posible expresar la extensión del campo 
visual en forma de un valor numérico, estudió a fondo los métodos 
de proyección cónica de una esfera, sobre una superficie plana, com­
probando eran inadecuados los existentes para su fin. Ideó y cons­
truyó un mapa perimétrico en proyección azimutal polar equivalente. 
Este mapa hizo posible la determinación de la extensión del campo 
visual mediante métodos planimétricos, expresándola con un número
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES U S
(valoración cuantitativa). Consideró que los planímetros como apara­
tos científicos para estos propósitos, eran demasiado complicados y 
de elevado coste. Cuendet y D ufour (1952, 195á), pusieron en prác­
tica los métodos de apreciación cuantitativa del campo v isu a l; utili­
zaron un planím etro para medir la superficie comprendida en una 
isóptera central o media, directamente sobre el esquema corriente. 
Señalaron que para las isópteras periféricas era necesario emplear 
el esquema de Doesschate.
Aplicamos este método de valoración al estudio oftalmoneuro- 
lógico de las anopsias parciales, valiéndonos del planímetro de com­
pensación fabricado por K. M urbach (figura 1). Realizamos las me-
Fig. 1
F. PALOMAR-PETIT
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES 1 1 7
diciones de la superficie total de cada isóptera (periféricas, medias o 
centrales), o en un hemicampo o un cuadrante, con objeto de tras­
ladar el resultado (que es un número expresado en mm2), a las g rá­
ficas confeccionadas a tal objeto.
Conseguimos una exactitud matemática empleando diagram as del 
campo visual, según la proyección azimutal polar equivalente de 
Doesschate y con los requisitos de Lauber y Traquair (figura 2).
Fig . 3
Este procedimiento tiene gran interés clínico para apreciar las va­
riaciones cuantitativas de las isópteras, en diferentes procesos intra­
craneales. Hemos confeccionado unas gráficas para seguir las varia­
ción cuantitativas, como puede verse en el ejemplo de la figura 3.
n 8 F. PAL0MAR-PET1T
I I . E s t u d i o s e m i o l ó g i c o d e las a l t e r a c io n e s de l cam po v i s u a l .
EN LOS TUMORES INTRACRANEALES
Gowers en el año 1803, ya señaló la importancia del estudio del 
campo visual en los tum ores intracraneales. Posteriorm ente num ero­
sos autores han demostrado con sus observaciones el interés que 
tiene el control y estudio minucioso del campo visual para contribuir 
al diagnóstico y localización de los tum ores intracraneales (W ildbrand 
y Saenger (1900); Peter (1923) ; Traquair (1927) ; M albran (1936) ; 
Barcia (1941); A drogue (1912); Lauber (1011) ; H ugues (1016) ; 
Kestenbaum (1917) ; Chamlin (1018) ; Petrohelos y H enderson (1951); 
Casanovas (1952); Guillaumat y Robin (1952) ; Dubois-Poulsen.
(1952); O ’Rourke y Schlezinger (1955); W alsh (1956, 1057, 1960); 
H uber (1956, 1961); Palomar-Collado (1957) ; Carbajal (1959); 
Guillaumat, M orax y O ffret (1959); Johnson (1959); Leoz (1959) ; 
Otonello y Vassura (1950); Guillaumat (1960); M orax, Blancard y 
Valty (1960) ; Raiinondo (1961); etc., entre los más importantes).
A) Consideraciones generales
Hemianops'm bitemporal.—En su forma pura presenta una línea 
de separación neta entre la mitad tem poral anópsica y la nasal con­
servada, generalm ente sin conservación de la mácula. Causa al en­
fermo menos trastornos subjetivos que la hemianopsia homónima, 
porque el campo visual binocular de superposición constituye una 
zona común en forma de percepción relativa, las dos semilunas tem­
porales de Behr anópsicas, y en la zona macular si ésta se halla 
conservada, persiste una buena agudeza visual y visión estereoscó­
pica, que se hallan muy dificultadas en el resto 'de la zona pericen­
tral (por faltar la suma o adiciones binoculares).
Inicialmente requiere para ser descubierta, un estudio cuantita­
tivo minucioso. La hemianopsia bitemporal absoluta, puede ir prece­
dida de la hemianopsia relativa.
Aun cuando los límites aparezcan normales, po r ejemplo con ín­
dices 10/330 ó 5/330,- empleando los de menor tamaño, puede descu­
brirse un estrechamiento' tem poral, que generalmente afecta un cua­drante ; en la pantalla de Bjerrum , puede constatarse su inicio fran­
co bitemporal.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
Empleando índices coloreados (perimetría cualitativa) se hacen más- 
sensibles las prim eras manifestaciones. No es raro encontrar una he- 
miacromatopsia total, m ientras las isópteras blancas están simple­
mente estrechadas. Conviene estudiar el diferente matiz con que son 
percibidas las m iras coloreadas en ambos lados de la línea vertical, por 
ejemplo una roja es percibida amarilla en un lado y colorada en el 
otro. T raquair lo llama «signo de los cuadrantes»: una mira ro ja 
puede aparecer blanca o gris en el cuadrante más afectado, amarillo 
en otro, anaranjado o rosa pálido en el siguiente, y rojo en el me­
jor conservado.
A veces persiste un islote en el límite de la periferia temporal, 
según Traquair es característico de las compresiones tum orales sobre 
la porción media del qu iasm a; las fibras que corresponden a estos 
islotes discurren en el quiasma algo lateralmente, en la vecindad o 
mezcladas con las fibras directas y escapan de la compresión.
La hemianopsia bitemporal aparece también en lesiones sim ultá­
neas de la parte interna de ambos nervios ópticos ; entonces persiste 
unilateral cierto tiempo antes de hacerse bilateral, y el ojo afectado en 
prim er lugar evoluciona muy pronto hacia las amaurosis.
Un carácter frecuente en estas hemianopsias es su variabilidad ; 
el tum or actuaría 110 directamente sobre la fibra nerviosa sino sobre 
los vasos, produciendo verdaderas zonas de isquemia (Rucker, 1954).
Hemianopsia bínasal.—Es rara, y sólo aparece cuando se afectan 
los dos bordes externos del quiasma o de ambos nervios ópticos (por­
ción intracraneal). Puede causarla 1111 rechazo del quiasma y compre­
sión por los vasos del polígono de Willis que lo rodean, dislocándolo 
y seccionando las fibras a ese nivel.
Tienen tendencia a rebasar la línea niedia vertical en cada lado, 
originando una considerable reducción de la agudeza visual.
lín el campo visual binocular de superposición, queda con percep­
ción relativa la zona común, y si está alterado el haz macular,, exis­
tirá un escotoma central absoluto ; las semilunas temporales quedan 
indemnes. Si es respetado el haz macular, el defecto campnnétrico 
binocular es de menor cuantía que en el caso de hemianopsia bitempo­
ral citado anteriorm ente.
Hemianopsias altitiidinalés.—Todas las fibras superiores o infe­
riores, pueden quedar lesionadas. Ello sólo puede ocurrir si la lesión
F . PALOMAR-PETIT
es de crecimiento rápido, empujando la masa quiasmática en sentido 
opuesto a su situación real. Son más frecuentes las inferiores.
Hemianopsias y cmdrantanopsias homónimas .—Si la interrupción 
de la vía óptica retroquiasm ática es completa, aparece una hemianop- 
sia hom ónim a; si es incompleta, una cuadrantanopsia homónima.
A veces su límite no es vertical, sino ligeram ente ondulado con 
cierta oblicuidad de forma que el hemicampo vidente invade el anóp- 
sico. Como este acabalgamiento existe tanto si la hemianopsia es de­
recha o izquierda, hace suponer la doble representación de esta banda 
del campo visual a nivel del cortex (Dubois-Poulsen).
Se dice que las lesiones de la cintilla producen hemianopsias in­
congruentes y las de. las radiaciones hemianopsias congruentes. No 
sucede siempre a s í ; congruencia e incongruencia, no dependen de 
un modo absoluto de la localización de la lesión, sino del tipo de la 
"lesión causal.
El hecho de la conservación del campo macular, es un problem a 
110 resuelto definitivamente. Según Kestenbaum, la mácula resulta 
siempre total o parcialmente respetada, sólo varía la extensión de la 
separación con el límite del campo ciego. L a falta de congruencia 
de las bandas de acabalgamiento que hemos podido com probar en 
algún caso, tanto en la exploración perim étrica como campimétrica, 
nos hace suponer cierta inestabilidad de la fijación en estos sujetos, 
que explicaría la diversidad de hipótesis emitidas.
El campo visual binocular de superposición queda reducido a una 
mitad izquierda o derecha, según que la hemianopsia homónima sea 
derecha o izquierda, respectivamente.
El sujeto se da a veces cuenta que no ve bien por el lado derecho 
(caso de hemianopsia homónima derecha) y atribuye su defecto úni­
camente a su ojo derecho, y viceversa.
Mediante diversas pruebas clínicas y dispositivos especiales, jun­
to con Palomar-Collado hemos estudiado las condiciones en que 
se realiza la visión de los sujetos con hemianopsia homónima 
(«X X X V Congreso de la Sociedad Oftalm ológica Hispano-America. 
n a , 1957»).
Hemianopsia doble .—L a pérdida completa del campo visual por 
una lesión doble en el trayecto diencéfalocortical constituye la cegue­
ra cortical. En clínica se habla de hemianopsia doble, cuando el cuadro
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES 121
-de ceguera cortical es incompleto, es decir, cuando el paciente todavía 
puede ver, por ser una o ambas hemianopsias incompletas.
Puede persistir una zona central circular de unos 10° o menos 
correspondiente al haz macular. Según Dubois-Poulsen (1952), esta 
zona persistente es ovalada (fusiforme).
Hfimanopsia relativa .—Según TJhiebaut (1945), la hemianopsia 
.absoluta sería el defecto del campo visual encontrado con estímulo 
único y la hemianopsia relativa aquella en la que no existe posibilidad 
de percibir simultáneamente dos estímulos visuales, de igual tamaño, 
forma y luminosidad, puestos en hemicampos diversos (nasal o tem ­
poral, superior o inferior de un ojo o los campos temporales de ambos 
ojos), o en dos cuadrantes (superior o inferior) de un mismo hemi- 
■campo.
Escotomas .—Los escotomas patológicos son espacios ciegos o la­
gunas en el campo visual. Pueden ser relativos o absolutos; mono 
o binoculares.
B) Consideraciones particulares
a ) Tumores intrasellares.
1. Adenomas cromófobos .—Es típica la hemianopsia bitemporal, 
descrita por Cushing, que comienza por los cuadrantes temporales 
superiores, sigue por los temporales inferiores, nasales inferiores y 
finalmente acaba en amaurosis (lesión medial según T raquair). Puede 
iniciarse por una hemiacromatopsia.
En ciertos casos el inicio de la hemianopsia va ligado a la consti­
tución de un escotoma central (form a escotom atosa) en el vértice del 
■cuadrante tem poral superior, que crece hasta encontrarse con la con­
tracción periférica en sector ; parece como si la hemianopsia empe­
zase sim ultáneam ente por la periferia y por el centro (lesión en la ter­
minación del nervio óptico en el quiasma, según T ra q u a ir); constituye 
un indicio de rápido crecimiento, y la extensión del escotoma estaría 
■en razón directa de su agresividad.
Escotom as hemianópsicos temporales centrales, uni o bilaterales 
se observan especialmente si el crecimiento del tum or es rápido (le­
sión posterior del quiasma, según Traquair).
122 F. PALOMAR-PETIT
A veces hay hemianopsia tem poral en un lado y escotomas tem­
porales en el otro. En ocasiones aparece un escotoma central monola- 
teral y una hemianopsia tem poral en el otro ojo. Puede aparecer un. 
déficit campimétrico asimétrico, amaurosis unilateral y hemianopsia. 
tem poral en el lado opuesto. Raram ente se produce hemianopsia ho­
mónima.
Cabe observar un agrandam iento enorme de la mancha ciega 
(Dubois-Poulsen y M agis, 1957), sin papila de estasis ; según R ai- 
mondo (1960) tiene probablemente el significado semiológico de una. 
hemianopsia bitem poral (expresión de un proceso de fondo edematoso- 
primitivo del quiasma).
2 . /{denalijas eosinófilos.—Se presenta una hemianopsia bitem­
poral igual que en los cromófobos, pero la evolución es más lenta.
En las formas atípicas se encuentra una hemianopsia homónima,, 
pero en algunos casos, los campos visuales son normales.
3. Adenomas basófilos. Adenomas mixtos.—E n los adenomas ba- 
sófilos no suelen encontrarse déficits del campo visual. Si existen- 
alteraciones del campo, hay que pensarque se trata de adenomas 
m ix to s ; dichas alteraciones son muy variadas, pudiendo traducirse 
por una hemianopsia bitemporal, iniciada en los cuadrantes supe­
riores.
1)) Tumores supraseUares.
1. Cráneofaringiomas.—Es típica la hemianopsia bitemporal, pero- 
de carácter más irregular en forma (asimetría del defecto) y evolu­
ción (comienza por los cuadrantes inferiores), que la producida por 
los adenomas hipofisarios. El déficit temporal es más acusado en uno 
de los lados. Puede iniciarse por una hemiacromatopsia.
No es raro el escotoma bitem poral hemianópsico, con o sin con­
tracción bitemporal. Como formas atenuadas, se consideran la cua- 
drantanopsia bitem poral inferior o superior, la pérdida del campo tem ­
poral de un ojo coincidiendo con la acrom atopsia temporal del otro 
ojo o con un escotoma central opuesto.
Como formas atípicas se encuentran, el inicio del defecto del 
campo visual por el sector nasal o por el punto de fijac ión ; o bien 
la coexistencia de una ceguera de un ojo con una hemianopsia tem­
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
poral en el otro. Es posible la hemianopsia homónima por afectación- 
de la cintilla óptica (localización posterior del tum or) o bien la he­
mianopsia binasal, por rechazamiento del quiasma y compresión p o r 
ambas carótidas.
A veces queda solamente un cuadrante nasal en un ojo.
Es frecuente el escotoma central unilateral o bilateral.
2 . Colesteatomas suprasellares.—Puede presentarse una hemia­
nopsia bitem poral de evolución atípica.
8. Meningiomas suprasellares.—E n las fases iniciales, con fre­
cuencia se presenta un escotoma central unilateral o bilateral (posible 
confusión con la neuritis retrobulbar) ; más tarde aparece la amau­
rosis de un ojo y la hemianopsia temporal del otro. Además hay la 
posibilidad de que exista una hemianopsia bitemporal que se desarro­
lla a menudo de m anera francamente asimétrica y empieza por los 
cuadrantes inferiores o superiores. Raramente se presenta una he­
mianopsia homónima.
4. Tumores del infundlbulo cerebral y I I I ventrículo.—Se pre­
senta una hemianopsia bitem poral asim étrica; a veces hemianopsia: 
homónima, de forma muy irregular. En algunos casos hemianopsia 
binasal. Raram ente hemianopsia altitudinal y ocasionalmente esco- 
tomas centrales o paracentrales.
La dilatación del I I I ventrículo puede ser debida a la obliteración- 
del acueducto de Silvio por un tum or distante. Si el quiasma es muy 
posterior, el I I I ventrículo dilatado comprime su cara superior y 
origina una hemianopsia b item poral; si es muy anterior, el I I I ven­
trículo se apoya sobre su borde posterior y los defectos son de tipo 
escotom atoso.
5. Tumores del quiasma.—Se señala como característica la amau­
rosis de un ojo y la hemianopsia temporal del otro, pero esto sucede- 
en varios tum ores de esta región.
Las alteraciones del campo visual varían ex trem adam ente: he- 
mianopsiias bitem porales, hemtíanopsias en diagonal, hemianopsias 
altitudinales, hemianopsias homónimas, o simplemente retracciones 
irregulares.
En el caso de defectos hemianópsicos, nunca se presenta la re­
gularidad y simetría que suele observarse en los tum ores hipofisa-
124 F. PALOMAR-PETIT
t í o s ; los trazados campimétricos son muy irregulares. Pueden pre­
sentarse también escotomas centrales y retracciones en sector (casos 
de evolución rápida).
c) Tumores parasellares.
1. Meningiomas olfatorios (tumor pr es ellar).—El tipo anterior 
y medio, raram ente afectan la vía óptica ; el posterior afecta a los 
nervios ópticos y quiasma óptico.
Pueden encontrarse escotoma central, unilateral o bilateral (sin 
alteraciones oftalmoscópicas iniciales y que son diagnosticados de 
neuritis retrobulbar) y déficit nasales. Raram ente aparece una he- 
mianopsia bitemporal (comienza por los cuadrantes inferiores). En 
ocasiones amaurosis de un ojo y hemianopsia tem poral del otro.
2 . Meningiomas del esfenoides.—Pueden iniciarse por un esco­
tom a central absoluto o relativo (que se descubre con índices colo­
reados). Se observa un déficit del campo visual, primero unilateral 
y sobre todo nasal (se puede pensar en un glaucoma un ila tera l); más 
tarde una ’cuadrantanopsia homónima superior (por compresión de 
los fascículos de las radiaciones ópticas, contorneando la pro longa­
ción esfenotem poral del ventrículo lateral) o una hemianopsia hom ó­
nim a (cuando el tum or se dirige hacia el quiasma en su porción pos­
terior). A veces alteraciones irregulares, con tendencia a . la forma­
ción de una hemianopsia binasal.
sd) Tumores frontales.
H ay que tener presente al examinar estos pacientes, la interfe­
rencia del factor psíquico.
Son posibles el escotoma central o cecocentral unilateral o bilateral 
'(diagnóstico erróneo muy frecuente de neuritis retrobulbar) o una 
Tiemianopsia bitem poral (por compresión indirecta del quiasma). En 
los tum ores de la parte posterior del lóbulo frontal, que comprimen 
el lóbulo tem poral, aparece una cuadrantanopsia homónima superior 
{por lesión del fascículo inferior de la cintilla óptica), o más raram ente 
una hemianopsia homónima.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
e) Tumores parietales.
Al principio suele encontrarse una cuadrantoacrom atopsia hom ó­
nima o una hemianopsia re la tiv a ; más tarde una cuadrantanopsia ho­
mónima inferior (debida a la afectación de las fibras diencéfalocor- 
ticales) con tendencia a progresar hacia la hemianopsia hom ónim a; 
la mácula está generalm ente respetada. No existe congruencia abso­
luta ; a veces se observan escotaduras de las isópteras centrales de 
un ojo asociadas a escotaduras de las isópteras periféricas del otro 
acentuadas en el mismo cuadrante homónimo.
Estos defectos se diagnostican con igual facilidad con el perí­
m etro o la pantalla de B jerrum (Smith, 1962).
f) Tumores temporales.
Los tum ores de la punta del lóbulo tem poral, al no afectar la 
vía óptica, no originan modificaciones del campo visual. En los tu ­
mores de la porción inferior del lóbulo aparece una cuadrantanopsia 
homónima superior incongruente. Según Guillot y Casanovas (1950), 
la cuadrantanopsia incongruente, al respetar la visión macular, tradu­
ce la afectación de la parte anterior de las radiaciones ópticas, mien­
tras que la hemianopsia congruente, con integridad macular, de tipo 
occipital, puede reflejar un tum or tem poral posterior.
El defecto es más intenso en el lado del tum or, que corresponde 
al campo nasal afectado, con notable incongruencia.
La desaparición de la semiluna tem poral del lado opuesto a la 
lesión es un signo perimétrico precoz de lesión témporo-parieto-occi- 
pital.
H arring ton (1939), señaló incongruencia en la parte anterior del 
lóbulo tem poral y congruencia en la parte posterior (confirmado por 
A drogue, Guillot y Casanovas).
Smith (1962), señala que los defectos son típicamente incongruen­
tes, y los halla con m ayor facilidad en el perím etro que en la pan­
talla de B jerrum ; afirma que para su diagnóstico resulta útil la isóp- 
tera roja 3/330.
Pueden dar lugar a una hemianopsia relativa (Lhiebaut, 1951). 
Son raros los casos con cuadrantanopsia hom ónima inferior incon­
gruente, así como el escotoma central hemianópsico.
1 2 6 F. PALOMAR-PETIT
.g) Tumores occipitales.
P or afectación de las fibras diencéfalocorticales, se produce una 
hemianopsia homónima con conservación o no del área macular. Los 
■defectos son congruentes.
A veces se observan cuadrantanopsias congruentes (simulan le­
siones parietotem porales), defectos centrales, escotomas hemianópsi- 
■cos o hemianopsias altitudinales.
Si el tum or comprime la cisura calcarina del lado opuesto, el 
déficit se extiende a los hemicampos videntes.
Smith (1962), señala que las lesiones del lóbulo occipital se diag­
nostican con m ayor facilidad con la pantalla de Bjerrum.
h) Tumores de la hoz del cerebro.
Los tum ores situados en el tercio posterior originan una hemia­
nopsia homónima completa con indemnidadmacular.
Más raram ente aparece una hemianopsia homónima incompleta 
o una cuadrantanopsia homónima inferior.
i) Tumores de la región pineal.
Por extensión del tum or hacia la vía óptica (compresión indirec­
ta), puede producirse una hem ianopsia hom ónima o heterónim a’. 
A veces éstas dependen de la hidrocefalia que ocasiona una disten­
sión del I I I ventrículo ; H ughes (1946), señaló que hay que tener en 
cuenta el efecto de la prefijación o postfijación del quiasma, en re­
lación con los vasos de Willis en las hidrocefalias (distensión del 
I I I ventrículo), para explicar los defectos bitemporales o binasales.
j) Tumores del cuerpo calloso, núcleos grises 
centrales y ventrículos laterales.
Los defectos del campo visual deben considerarse como conse­
cuencia a la presión que ejerce el tum or hacia las estructuras vecinas 
del lóbulo frontal y tem poral, o por hidrocefalia y dilatación del 
I I I ventrículo o de los ventrículos laterales.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES 127
Puede presentarse una hemianopsia homónima o defectos heteró- 
mimos.
le) Tumores del ángulo pontocerebeloso.
Pueden presentarse hemianopsias o cuadrantanopsias homónimas 
o bien hemianopsia heterónima (binasal). No son raros los escotomas 
centrales.
1) Tumores de la fosa posterior.
A veces se presentan defectos del campo visual, debidos a pre­
sión indirecta por hidrocefalia del I I I ventrículo que origina una he­
mianopsia binasal, o por compresión indirecta de la cisura calcarina, 
dando lugar a una hemianopsia homónima.
II I . C a s u ís t ic a
De los 63 pacientes con tum or intracraneal, que estudiamos en 
esta tesis, se pudo precisar el campo visual en 62, con una colabora­
ción excelente en 7, buena en 29, regular en 13, y escasa en 13 casos. 
No se pudo precisar el campo visual en un caso por la escasísima 
agudeza visual y el estado psíquico del paciente.
En los 62 campos visuales encontram os lo que puede verse resu­
mido en el cuadro II.
IV . C o n c l u s i o n e s
1 . La exploración y el estudio del campo visual tienen una im­
portancia considerable en el diagnóstico de los tum ores intracranea­
les, algunos de los cuales sólo pueden ser catalogados clínicamente 
por los datos perimétricos.
2. En los exámenes oftalm oneurológicos la exploración del cam­
po visual adquiere un valor extraordinario, ya que las alteraciones 
sistematizadas del mismo, permiten sospechar la localización de un 
tu m o r que, directa o indirectamente, dificulta o interrumpe la con­
ducción en la vía óptica (diagnóstico topográfico).
1 2 8 F . P A L O M A R -P E T IT
CUADRO II
3. El estudio campimétrico junto con el resto de la exploración 
oftalm oneurológica, en ciertas ocasiones y en especial en los tum ores 
de la región quiasmática, perm ite establecer no sólo el diagnóstico' 
topográfico, sino incluso sospechar el etiológico.
4. En los pacientes neurológicos, la atención sostenida y el 
autocontrol incesante a que se ven sometidos en un examen prolon­
gado del campo visual, les hace propensos a la fa tig a ; además, m u-
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES
chas veces es difícil en estos sujetos tal exploración, debido a la in­
tensidad del síndrome de hipertensión endocraneana o a las altera­
ciones psíquicas y afásicas que presentan.
5. Teniendo en cuenta lo expuesto en la anterior conclusión,, 
creemos conveniente el uso de técnicas y aparatos sencillos, que jun­
to a la precisión de sus resultados, sean lo menos penosas posible 
para el pacien te; aconsejamos también practicar la exploración del 
campo visual, al comienzo del examen oftalm oneurológico, previa, 
medición de la agudeza visual.
6. Cuando no sea posible practicar la exploración instrumental,, 
podemos recurrir a la no instrum ental, obteniéndose resultados bas­
tante aproxim ados a los de aquélla, cuando se dominan las técnicas 
apropiadas.
7. El desplazamiento inicial sistematizado (homónimo o heteró- 
nimo) de una o varias isópteras (periféricas o centrales), tiene un 
valor semiológico de capital importancia, que contribuye al diagnós­
tico precoz, antes de que aparezcan los defectos campimétricos to tales.
8. Convendría practicar en todos los enfermos neurológicos la- 
estimulación simultánea de dos sectores homónimos o heterónimos 
del campo visual (procedimiento de iTlhiebaut), para descubrir la he­
mianopsia relativa, que tiene para el diagnóstico topográfico el mismo 
valor que la hemianopsia absoluta.
9. Creemos necesaria la unificación de la representación g rá­
fica del campo visual, y debería aceptarse la forma fisiológica de 
Lauber y T raquair, pues facilitaría la interpretación topográfica y 
no crearía confusiones a los médicos internistas, endocrinólogos, 
pedíatras, neurólogos y neurocirujanos.
10 . Dichas gráficas deberían realizarse en proyección azimutal. 
polar equivalente; pues permite realizar, mediante aparatos de in­
tegración (planímetros), la valoración cuantitativa de las isópteras 
del campo visual, de gran interés clínico para poder apreciar de modo 
muy expresivo sus variaciones en el transcurso del tiempo.
11. También debemos hacer hincapié sobre la im portancia de 
asociar al estudio del campo visual, un examen oftalm oneurológico' 
lo más minucioso posible, incluyendo el estudio de la motilidad ocu­
lar, sin olvidar la exofta lm om etría; agudeza visual; fondo del o jo ; 
tonoscopia (según los caso s); etc., ya que el conjunto de alteraciones 
y form a en que se presentan, pueden contribuir a precisar el diag­
nóstico topográfico y etiológico.
• 130 F. PALOMAR-PETIT
1 2 . N uestra modesta aportación al estudio del campo visual, con­
siste e n :
La tabla de ángulos visuales de los índices.
El oclusor monocular hueco.
El pulsador para la señalización de las respuestas.
La prueba del espejo (autoperim etría especular).
Los diagram as del campo visual.
La introducción en España del método de valoración cuantitativa 
del campo visual de Doesschate-Cuendet-Dufour, mediante el planí- 
m etro fabricado por K. Murbach.
Las gráficas para el estudio evolutivo de las variaciones cuantita­
tivas de las isópteras.
El campo visual binocular de superposición patológico : pruebas 
^para dem ostrar las condiciones en que se realiza la función visual y 
de orientación espacial en ciertos casos de anopsias parciales, princi­
palmente en las hemianopsias.
13. Insistim os en la utilidad de las técnicas preconizadas en nues­
tro país por C asanovas:
— Doble perim etría de Kestenbaum.
— Perim etría por transposición de Kestenbaum.
— Perim etría de contorno de Kestenbaum.
Revalorizamos por su gran utilidad clínica :
— El perím etro de mano de Schweigger.
— La pantalla de Bjerrum.
— El método estereoscópico de Haitz.
— El test de Amsler.
— El test de lectura de Bailliart.
— La cam pim etría binocular con colores complementarios de 
Schloósser.
14. De los 63 tum ores intracraneales cuyo estudio nos fue con­
fiado, sólo en uno no se pudo determinar el campo visual por las con­
diciones del enfermo.
De los 62 casos en que estudiamos el campo, sólo en 12 no pudi­
mos hallar alteraciones. Estas, en cambio, existían en los demás, y 
en muchos pacientes resultaron muy útiles para la m ejor precisión diag­
nóstica.
EXPLORACIÓN DEL CAMPO VISUAL Y SUS ALTERACIONES 1 3 !
S U M M A R Y
Exam ination of visual fields is basic for the diagnosis, both to- 
pographic and ethiologic, of intracraneal tumors. In dealing with 
neurological patients simple methods are advisable, and in certain 
cases non-instrum ental perim etry is the most appropiate. Relative 
hemianopia should be routinely looked for.
On charting the fields, the physiological «equivalent polar azy- 
mutal» method is recommended, because it allows quantitative eva- 
luation.
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