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Textos de Alberto T. Arai arte y filosofía Marta Olivares Correa (COMPILADORA) TOMO II ESTUDIOS E INVESTIGACIONES Textos de arte y filosofía Alberto T. Arai Marta Olivares Correa (COMPILADORA) Textos de arte y filosofía Alberto T. Arai Primera edición Textos de arte y filosofía. Alberto T. Arai. Tomo ii, 2023. Producción: Secretaría de Cultura Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura Yolanda Pérez Sandoval y Tlaoli Ramírez Téllez / Diseño y formación Carlos Martínez Gordillo / Cuidado de la edición Alberto T. Arai, dibujo de Raúl Cacho / Imagen de portada D. R. © 2023 Textos de arte y filosofía. Alberto T. Arai. Tomo ii Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura / Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, colonia Chapultepec Polanco, alcaldía Miguel Hidalgo, C. P. 11560, Ciudad de México. Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura Esta obra está sujeta a una licencia Creative Commons Atribución 2.5 México (CC BY 2.5). Para ver una copia de esta licencia visite: https://creativecommons. org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es. Puede ser utilizada con fines educativos, informativos o culturales siempre que se cite la fuente y se respeten a cabalidad los derechos morales de los autores involucrados. Disponible para su acceso abierto en: https://cenidiap.net/j/es/biblioteca-digital?id=243 isbn: en trámite Hecho en México Índice Introducción 8 w Estimación de la arquitectura 18 w Le Corbusier o la afirmación de una arquitectura 25 w Arquitectura en dos capítulos 34 w La nueva arquitectura y la técnica 47 w Ensayo filosófico sobre la técnica 81 w¿Qué orientaciones fundamentales debe seguir 100 la arquitectura contemporánea en México? w Cómo debe ser el arquitecto contemporáneo 103 w Filosofía de la arquitectura 108 w La raíz humana de la distribución arquitectónica 228 w Introducción al estudio de la arquitectura 281 (selección) w Dos cartas de José Villagrán García 308 w José Villagrán García. Pilar de la arquitectura 318 contemporánea de México w Los problemas de la edificación en el Japón 390 de la posguerra w Caminos para una arquitectura mexicana (cap. I) 406 w Caminos para una arquitectura mexicana (cap. II) 439 w El quinto aniversario de Espacios (editorial). 483 Palabras del arquitecto Alberto T. Arai en la Casa del Arquitecto w La arquitectura de Bonampak. 488 Ensayo de interpretación del arte maya. Viaje a las ruinas de Bonampak MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 8 Introducción E l presente tomo II de Textos de arte y filosofía. Alberto T. Arai recoge los escritos del filósofo-arquitecto mexicano relacionados, sobre todo, con el quehacer arquitectónico, en los que invita al lector a conocer la arquitectura a par- tir de sus elementos y partes que la constituyen, los factores que intervienen en la composición, sin olvidar los aspectos psicológicos, sociales, económicos y estéticos, estos últimos muy importantes, que nos permiten valorarlos mejor. Tam- bién nos dan a conocer la arquitectura funcionalista del siglo xx y sus características, tomando en cuenta las influencias de Walter Gropius, antiguo director de la Bauhaus, y del céle- bre suizo Le Corbusier, reconociendo a este último como un ideólogo por sus propuestas con respecto de la casa-máqui- na, resultado de los entonces nuevos sistemas constructivos y de los cinco postulados que debían formar toda edificación: soporte de pilotes para desligar al edificio del terreno, estruc- tura independiente para permitir grandes claros, planta libre para otorgar flexibilidad interior del espacio, ventanas apaisa- das que proporcionan una mejor iluminación y el uso de la quinta fachada al utilizar la azotea como área de convivencia. También cabe resaltar en estos textos la pionera monografía que escribió acerca de la vida y obra del arquitecto mexicano José Villagrán García, quien fuera su maestro en la Escuela de San Carlos y con el que tuvo el honor de colaborar en su des- pacho durante los años 1944-1945; el artículo es muy ilus- [8] MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 9 trativo porque nos permite conocer las grandes aportaciones teóricas y edilicias creadas para la arquitectura mexicana por tan creativo y trascendente maestro. Sin embargo, el eje central de la selección gira en torno a ¿qué es el arquitecto? y ¿qué es la arquitectura? Acerca de ello, nos dice Arai que el arquitecto debe conocer muy diver- sos aspectos que comprenden tanto los sociales, económicos y técnicos hasta los artísticos. Pero además debe ser crítico, y consciente de los cambios que surgen con el paso de la histo- ria, para así propiciar el advenimiento del Nuevo Urbanismo, la obra más compleja que realiza el arquitecto porque la ciu- dad es reflejo cultural de la sociedad y, al proyectarla, no debe olvidar y estar consciente de que sobre todo está sirviendo a la colectividad, y que para ello requiere de sólidos conoci- mientos acerca de las necesidades y carencias que prevalecían en el país, en esos momentos una nación joven y en vías de consolidación. Asimismo, debía procurar que sus interven- ciones fueran plurales porque las condiciones sociales así lo demandaban, y de preferencia debía ser consecuente con las fuentes populares, regionales y con las tradiciones, y cohe- rentes con la geografía y la historia de México. El arquitecto, como servidor de la comunidad, también debía interesarse en contribuir a una nueva orientación práctica en la realización de edificios, pero, sobre todo, tratar de encontrar su esencia y significado en la arquitectura, para lo que debía basarse en la composición arquitectónica y en sus cualidades artísticas, sin nunca olvidar su adecuado funcionamiento, y el cumpli- miento, en todo lo posible, del programa, ya que la arquitec- tura en ese tiempo era funcionalista y útil, por considerarse MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 10 ser una “especialidad técnico-practica de la cultura artística, encaminada a realizar los edificios que servirán para ser habi- tados por el ser humano”. De manera específica, la arquitec- tura está en íntima relación con la teoría y la práctica, aspec- tos que son los que permiten la habitabilidad de los espacios al condicionar la distribución, la cual viene a ser una técnica cultural y que para serlo necesita los medios constructivos. Es decir, la distribución es la organización, la envolvente, que circunscribe a las personas en la construcción. Mientras que la composición arquitectónica tiene por objeto proyectar edi- ficios que se realizan posteriormente a su concepción, por lo que toma en consideración al ser humano y la distribución. Y es que como el Ser es el aspecto central y, debido a la he- terogeneidad de sus características, se requiere efectuar una síntesis por medio del estudio del programa, que es el que va a permitir concretar los anteproyectos respectivos y necesa- rios, acordes con una comunidad diversa y plural. Pero encontramos que Arai no solo se conforma con lo anterior, pues se adentra en el conocimiento de la teoría de la arquitectura al proponer que, para estudiarla, deben conside- rarse tres aspectos básicos: la filosofía, la crítica y la doctrina, sobreentendiendo que la teoría requiere de la práctica, as- pectos indisolubles y complementarios. Para el autor era muy importante conocer la filosofía de la arquitectura porque se trata de una ciencia particular, es decir, una teoría que re- flexiona sobre los hechos reales de la arquitectura, preocupa- da por precisar lo que constituye el fenómeno arquitectónico, ya que éste corresponde al mundo cultural a pesar de que se origine en un producto natural y útil al constituirseen un MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 11 edificio. Lo cual provoca la necesidad de encontrar su esencia ideal como parte de la concepción del mundo; o sea, para Arai el problema teórico surgía después de que se materializaba el objeto arquitectónico ya que “la teoría de la arquitectura es posterior a la realización, no solo de la obra arquitectónica considerada en una época determinada, sino a todas las que hasta ese momento haya acumulado la historia”. Además, la crítica constituye una teoría particular sobre cada obra, y que toma a ésta como objeto de análisis. Y, por último, la doc- trina, la cual es una posición ya personal o de una escuela, cuyos lineamientos se consideran como los más adecuados para producir obras de máxima calidad. De ahí que existan diferencias entre la filosofía de la arquitectura y la doctrina de la arquitectura; mientras la filosofía nos da claridad acerca del fenómeno nuevo arquitectónico al reflexionar sobre su esencia, y es teoría estricta o fenómeno pasivo, la doctrina, en cambio, es un concepto complejo por su noción esencial de la arquitectura, por sus ideas y porque aporta una nueva orientación práctica acerca de la realización de edificios. En estos escritos, Arai también reflexiona acerca de la his- toria de la arquitectura y nos dice que hasta cierto momento ésta había sido artística (tradicional), pero ahora tiene que estudiar la técnica (arquitectura nueva). La primera estaba regida por los aspectos externos, y daba mucha importancia a lo sensible, a lo tradicional y al espacio, mientras que la segunda tiene preferencia por los aspectos internos, es decir, por lo funcional y útil. Además, otro aspecto interesante de la historia de la arquitectura es que constituye una ciencia lógica diferente a la ciencia natural. En aquella encontramos MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 12 que la humanidad ha preferido en cada época ciertos ele- mentos constitutivos y otros menos esenciales, al grado de que el factor más dominante marca los tipos o estilos de los edificios, lo que constituye la arquitectura característica de tal o cual época. Como consecuencia de la segunda Revolución Industrial o Revolución Técnica, acaecida a mediados del siglo xix y prin- cipios del xx, un grupo variopinto de intelectuales de todo el mundo debatió acerca de la técnica. Como los intelectuales mexicanos no podían estar ajenos a esta discusión, encontra- mos que los primeros arquitectos funcionalistas radicales del país reflexionaron y escribieron acerca de ello. Arai, por ejem- plo, dictó una conferencia en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (lear) en 1937. En ella expuso que estaba consciente de que la técnica era una disciplina en formación, y había que reconocer que era un conjunto de razonamientos mentales y procedimientos prácticos, teniendo dos aspectos: el histórico y el social, de ahí que era necesario conocerla para encontrar su esencia y poder clasificar sus técnicas particulares. Además, de acuerdo con cada momento histórico, había tenido distintas características pero cada vez más demandaba una ma- yor especialización. También Arai, coincidiendo con Oswald Spengler, consideró que ella tenía dos aspectos fundamentales: el proceso del tecnicismo (proceso mental o invención), y la ejecución (operación real o empírico). Además, ahora era ne- cesario diferenciar entre el artesano y el operario, encontrando con el paso del tiempo que el segundo era más especializado y, por lo mismo, requería tomar decisiones al tener que resolver diversos problemas. Y concluyó que la arquitectura actual, la MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 13 de su momento, no podía ser independiente de la técnica, pero había que diferenciar el tecnicismo arquitectónico del ingenie- ril, porque aunque ambos se aplicaban en el funcionalismo, tenían diferencias porque la arquitectura estaba constituida por varias técnicas menores, y por funciones discontinuas muy importantes como son la psicología y la biología. Arai reconocía que las personas no podían ser ajenas a su época, y en efecto, debido al ímpetu y consecuencias de la se- gunda Guerra Mundial, como hijo de padre japonés, tuvo que trasladarse a Chiapas posiblemente para pasar más desaper- cibido durante 1947-1950. No obstante, nunca pudo callar sus inquietudes, y ahí escribió en los diarios locales, impartió conferencias y colaboró en diversas mesas redondas y en al- gunos centros culturales. Pero además se encargó de realizar un diagnóstico acerca de las escuelas de la zona, y participó en el Programa Integral de Escuelas del Estado, correspondien- te al 12° Plan de Construcción de Escuelas (capfce) cuando construyó la Escuela Emilio Rabasa en Cintalapa de Figueroa, y otras en Ixtapa, en San Cristóbal de las Casas, en Tuxtla Gu- tiérrez, en Soyalo, en Mapastepec y en Pijijiapan. En abril y mayo de 1949, comisionado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, se unió a la expedición que fue a Bonampak para recabar información pertinente sobre la ar- quitectura del lugar. Esto le permitió escribir un libro intitu- lado La arquitectura de Bonampak. Ensayo de interpretación del arte maya y Viaje a las ruinas de Bonampak editado póstumamente en 1960 por el mismo instituto; en esas páginas nos intro- duce de manera sistemática a la sociedad, cultura, historia y geografía maya y, de manera específica, a Bonampak. Igual- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 14 mente reivindicó el antiguo sitio por su calidad artística, y sus características como conjunto monumental, por sus elemen- tos escultóricos pero, sobre todo, por sus murales al fresco, y polemizó acerca de que el sitio debía considerarse como una obra clásica perteneciente al Gran Periodo, y no al Periodo Medio. Se encargó de analizar el conjunto urbano y sus pi- rámides, templos y palacios sacerdotales, en relación con sus mitos y aspectos religiosos, cosmogonía y calendario agrícola y como éstos influyeron en su arte y morfología. Gracias a ello encontró que Bonampak tiene unas características distintas a otros centros ceremoniales mayas, aunque no deja de tener cualidades semejantes, y en especial describió el templo que contiene las pinturas murales y estableció su relación entre la escultura y la pintura como arte integral. Por último, expuso el día a día de la expedición, gracias a las cartas enviadas a su esposa, la maestra Emma Prado, quien en esos momentos se encontraba en el entonces Distrito Federal. La posguerra también lo llevó a reflexionar acerca de la reconstrucción de la ciudad de Tokio y cómo fue que la po- blación y sus especialistas en estructuras y construcción ac- tuaron para reconstruir la ciudad devastada por las bombas estadunidenses. Y comenta cómo diversas instituciones de Tokio realizaron varios estudios antisísmicos, y de materiales en los edificios y con pruebas de laboratorio para optimizar las nuevas construcciones, preparándolas para enfrentar po- sibles futuras intervenciones militares. Además, describió las formas en que la población rebasó los programas y proyectos oficiales, y organizadamente pudo paliar la falta de vivienda y edificios especializados. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 15 Sin dejar de estar siempre consciente de la importancia que guarda lo que realizan los pueblos, igualmente se encar- gó de reflexionar en otros artículos acerca de la arquitectura mexicana, y cómo hacer para que se siguiera construyendo un México mejor, por lo que analizó la idea de progreso cul- tural, y la importancia del proceso de nuestra independencia que permitió realizar un programa nacional para un Nuevo Mundo basado en la creación cultural. Al respecto nos dice que “Crear es, pues, la capacidadespiritual del hombre para enriquecer con sus productos originales, con nuevas aporta- ciones, el acervo o tesoro de la cultura universal.” Lo anterior lo veía como posible gracias a las condiciones y característi- cas que encontraba en Estados Unidos y en México, y pen- só que si llegaban a unirse ambas fuerzas, como el aspecto activo-técnico del primero y el aspecto emotivo-activo del segundo, podían ambos pueblos convertirse en baluartes del progreso pues mutuamente se complementaban. Sin embar- go, estaba consciente de que había que tomar en cuenta la importancia de las tradiciones existentes en el país debido al periodo prehispánico, colonial e independiente, y la manera como el primero resultaba fundamental para conocer parte de nuestra esencia, a pesar de que en ocasiones no se reco- nociera e incluso se negara. Pero, afortunadamente, decía que en su momento se estaba revalorando todo ese pasado de las culturas mesoamericanas y su pluralidad y riqueza única, gracias a su heterogeneidad lingüística espiritual y artística plasmada en los maravillosos centros ceremoniales, y fácil de reconocer en sus obras escultóricas inspiradas principalmen- te en la agricultura y la astronomía. A su juicio, y jugando MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 16 con la abstracción, deducía que las cualidades, y caracterís- ticas de los centros ceremoniales prehispánicos y del arte se habían originado e inspirado en la manufactura de la tortilla y en las formas que adopta la masa del maíz, pues eran seme- jantes a las que desarrolló el arte de México. Lo cual lo con- sideró como un origen digno, pues las manos hábiles de los artistas moldearon, como si fuera una masa, la grandeza de la cultura nacional. No obstante, le parecía necesario mirar ha- cia el futuro y amalgamar la tradición pasada con el presente para crear nuevos paradigmas y permitir así el surgimiento de nuevas concepciones urbano-arquitectónicas, deseando el surgimiento de un mundo renovado, es decir, “un mundo inter-regional que sea capaz de superar el cosmopolitismo monótono e indiferenciado, fomentador, por lo mismo, de la cooperación mutua entre las personalidades cristalizadas en los diversos núcleos humanos”. Marta Olivares Correa investigadora del centro nacional de investigación, documentación e información de artes plásticas/inbal A R T E MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 18 Estimación de la arquitectura Letras de México, vol. I, núm. 8, México, D. F., 16 de mayo de 1937, p. 79. L a estimación o valoración de una cosa en general exige que se la considere primero tal y como ella es en verdad, no ficticiamente. Es decir, para estimarla en su total valor, hay que extraer de ella el punto esencial que le da significa- ción y sentido, con exclusión de toda nota accidental y super- flua. Después, cumplida la anterior condición, se puede pasar al juicio positivo o negativo de la cosa, dentro, claro está, de los límites que impone la antedicha y primordial condición. La obra arquitectónica, que es susceptible de estimación por parte de la crítica, igualmente debe ser considerada: par- tiendo del punto de mira esencial, estricto, de lo que es toda obra de arquitectura y, posteriormente, asentando las partes positivas y negativas de la misma. Lo que quiere decir que esta apreciación de los valores propios de la obra debe ser descubierta precisamente en aquellos elementos constituti- vos que la condicionan de una manera esencial, como obra arquitectónica, y no como cualquiera otra cosa. El principio fundamental que rige los distintos lugares desde los cuales es posible una apreciación múltiple de la arquitectura es una [18] MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 19 noción que se descubre en cada uno de esos casos de estima- ción como igual siempre, como idéntica a sí misma, aunque en la realidad en principio aparece a nuestros ojos revestido de una vitalidad especial, o sea que, en un edificio, se muestra transformada aparentemente en virtud de los distintos pa- peles que desempeña en el funcionalismo total de la obra. El principio constante que así se define no es otro que el concepto escueto de esquematismo geométrico, al cual están sujetos, en riguroso orden y justificadamente, los elementos o partes —según el caso— de un edificio. Esta ley de estimación es la misma que la que rige la com- posición arquitectónica. Tanto en ésta como en aquélla, la vi- sión de conjunto es fundamental en un principio, y también lo es, aunque desde otro aspecto y posteriormente, el resto de pormenores o partes elementales de la composición sujetas al plan general. Esta supeditación de lo menor a lo mayor, de lo vario a lo simple, es el orden arquitectónico inherente a la obra; es la jerarquía que, en cada caso concreto, agranda una característica y disminuye otras, y así se definen, por ejemplo, los tipos o géneros de edificios. Y esto es así porque éstos exaltan en cada caso la función predominante, consiguiendo con ella la manera de encerrar la heterogeneidad de partes en un conjunto simple. Esta función elástica que da importancia unas veces a ciertas necesidades de programa y otras veces a otras, es justamente la composición en arquitectura. Ahora bien, este principio, que es esquema geométri- co dominante, origina tres puntos de vista distintos para la estimación de una obra arquitectónica; por tanto, tiene una realidad especial y distinta, aunque conserve su fondo esen- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 20 cial, en cada uno de los puntos de vista estimativos del triple funcionalismo: Primero. Estimación de edifico desde el punto de vista so- cial, esto es, como obra de utilidad particular (finalidad parcial) y como obra de utilidad colectiva (finalidad total). Esta última implica la solución de la finalidad particular, puesto que no representa otra cosa que un hecho en que se hace intervenir al edificio aislado en el engranaje social del urbanismo. A este aspecto de la arquitectura, corresponde una modalidad del principio esencial, que es el esquema de la distribución de las partes del programa social a resolver: supremacía de un ele- mento característico (pabellón de enfermos en un hospital, tipo de alcoba en un hotel, andenes en una estación ferroca- rrilera…) encuadrada dentro de una clara diferencia entre los espacios de estar y los espacios de circulación, atendiendo, asimismo, a la economía de las circulaciones y aprovechando la máxima superficie. Segundo. Estimación del edificio desde el punto de vista económico-constructivo, o sea, como obra estable y dura- dera dentro del precio mínimo (el cálculo de la estabilidad de un edificio tiene dos razones de ser: asegurar el equili- brio mecánico y economizar el material del edificio). A este punto de mira corresponde el esquema de la construcción o estructura del edificio: sencillez y homogeneidad en la com- binación de elementos estructurales —soportes, cubiertas, piezas rígidas— para conseguir una fácil trasmisión de car- gas y disminuir trabajo y precio. Tercero. Estimación de la obra desde el punto de vista emo- tivo o estético, esto es, como obra sujeta a una contemplación MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 21 posible de imaginación, capaz de producir un goce específico. A este punto de vista corresponde el esquema de las formas, “la geometría sensible”. Aquí conviene advertir que la emo- ción estética producida por una obra arquitectónica tiene su raíz en los dos modos de hacer corpóreo, de darle exterioridad a un edificio: por medio de las propias formas materiales del espacio y por medio de la expresión sensible de lo interno —tipo de distribución, tipo de construcción… Pues bien, con estas dos vías de vitalidadexterna en las fachadas se llega al tercer momento de la apreciación estética, el integral, síntesis de los otros dos, en el que las expresiones orgánicas se rela- cionan, supeditándose a ellas, con las formas muertas. O sea, la materialidad formal del edificio se hace transparente y deja ver los órganos vivos del edificio: la dinámica constructiva y la jerarquía de la distribución salen a flote a través de las formas puras del espacio. Entonces es cuando se tiene la funcionali- dad específica de la corporeidad ante el espectador: emoción arquitectónica estricta, independiente de la originada por la decoración teatral, que es forma pura, y de la producida por la escultura, que es forma de expresión natural. Según esta concepción pluralista de la arquitectura se tie- ne que la estimación crítica de un edificio puede llevarse a cabo por distintas personas en uno solo de los puntos de vista anotados: un ingeniero estimaría un rascacielos por su estabilidad y economía; un empresario juzgaría un cine por el número de localidades para el público; un esteta valori- zaría un hangar por la sola forma plástica dada por el con- creto armado… Pero la crítica de arquitectura debe integrar todos esos puntos de vista parciales y hacer con su síntesis MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 22 la teoría, la explicación integral de los edificios. Pero, además de los puntos capitales a donde debe mirar los edificios, a la crítica de arquitectura le interesa la estimación positivo-ne- gativa de las soluciones dadas a esos puntos esenciales. Esta estimación se puede resumir diciendo que el valor positivo, la solución correcta, queda definido por la adecuación, por la correspondencia entre el programa dado en cada uno de los puntos de vista apuntados y la realización del edificio. El valor negativo, por consiguiente, queda definido a la inversa, es decir, por la inadecuación entre el problema y la solución, entre lo que se pide legalmente y lo que se alcanza. De este modo los tres puntos de vista independientes se unifican en función de la obra considerada, pues si bien es verdad que en abstracto esos tres modos estimativos son irreductibles, ya que pueden llevarlos a cabo personas de ideas diferentes, en la crítica concreta de una obra arquitectónica se sintetizan merced a la unidad de ella; los elementos o partes que son considerados en sus distintas funciones (distributiva, cons- tructiva y contemplativa) son, a pesar de los puntos de vista con que son juzgados, los mismos en cada caso: los particu- lares de la obra considerada. Así, pues, al hacerse la crítica concreta de un edificio, la crítica adquiere unidad, dejando lejos de sí, legando a la filosofía pura, la diferencia radical en- tre los puntos de vista estimativos al principio considerados.1 1 Como se ve, ni la teoría ni la crítica de la arquitectura quedan comprendidas dentro de la estética o filosofía del arte. La filosofía y la crítica arquitectónicas trascienden de la estética a una esfera independiente: teoría y crítica de la dis- tribución, de la construcción y de la plástica de los edificios, unidas en un solo cuerpo de ideas. La estética sólo interviene en las ideas de la arquitectura en MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 23 En la arquitectura actual, de estilo funcionalista —esto es, cuyos medios son los estrictamente necesarios para hacer un edificio—,2 el criterio de estimación se facilita más relativa- mente a las arquitecturas pasadas. Los edificios de hoy, aleja- dos del decorativismo falso y de la ornamentación, se puede decir que se identifican con los indispensables elementos de la arquitectura, sin ningún añadido más; por eso es por lo que para su valoración positivo-negativa no hace falta la precríti- ca necesaria para los estilos históricos hasta ahora agotados, en la cual se procede a delimitar previamente el campo de lo esencial con respecto a lo inesencialmente arquitectónico. En los edificios lisos, simples, que están más acá de todo posible amaneramiento y artificio (pues su sencillez no obedece a un capricho, sino a una razón funcional, como lo justifica el sis- tema constructivo y la economía imperante), la arquitectura se nos ofrece purificada. En efecto, desde que empezó el mo- vimiento de arquitectura nueva, como por 1900, los edificios adquieren más personalidad día a día, es decir, la arquitectura se independiza reduciéndose y conformándose con sus pro- pios e insustituibles medios. Esta conciencia de su papel que hoy tiene la arquitectura, viviendo dentro de los límites de la distribución, de la construcción y de la forma extraída de es- tas últimas, hace que la crítica no tenga desviación objetiva posible, de manera que la responsabilidad del juicio estimati- tanto que ésta es capaz de despertar emociones en el espectador, mas no explica toda la arquitectura. 2 En un artículo próximo bosquejaré mi punto de vista sobre las ideas de Le Corbusier, el gran revolucionario de la arquitectura. En síntesis, será un breve estudio sobre el sentido histórico y nuevo de su teoría de la arquitectura. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 24 vo no recae en la obra, en el objeto, sino en la capacidad y pe- netración del crítico. Igual que en la música contemporánea, la arquitectura de nuestro tiempo explora con enorme éxito sus propias posibilidades, sin recurrir a recursos escultóricos ni ornamentales, lo que nos hace poder decir de ella, sin te- mor de caer en la paradoja, algo semejante a lo que dijo Eu- genio D´Ors de la pintura de Velázquez: la arquitectura más reciente, la que en espíritu nos pertenece, es una arquitectura arquitectónica. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 25 Le Corbusier o la afirmación de una arquitectura Letras de México, vol. I, núm. 13, México, D. F., 16 de agosto de 1937, p. 119. L e Corbusier, además de ser un arquitecto que ha edificado un nuevo mundo en la arquitectura de nuestro tiempo, es un ideólogo de ella. Pero ¿en qué medida es un teórico de la arquitectura? Es decir, ¿sus ideas interesan por ellas mis- mas o, por el contrario, nos interesan en función de la obra arquitectónica? Porque hay que distinguir entre lo que sig- nifica el interés por las puras ideas, como las abstractas de la lógica y de la matemática, que nos atraen por sí solas, y el sig- nificado de nuestro interés por una idea práctica, o más bien dicho, por una forma formulada en conceptos, como son casi todos los principios claramente expuestos en la doctrina de la arquitectura de Le Corbusier. O sea, planteando más decidi- damente el problema: ¿es lo mismo la teoría de la arquitec- tura —su filosofía— que una doctrina sobre la arquitectura? La contestación de esta pregunta nos dará como resul- tado la primera determinación precisa para entender el más general sentido de las ideas de este arquitecto que ha [25] MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 26 revolucionado los conceptos de edificar, distribuir y visualizar las construcciones que sirven de refugio al hombre de hoy y, con seguridad, al de mañana. La respuesta nos dará una idea externa —en relación con otras concepciones— de la doc- trina considerada, o lo que es lo mismo: su colocación den- tro del triple mundo en que se puede subdividir el hecho de idear, de teorizar en sentido […] sobre arquitectura: filosofía, crítica y doctrina arquitectónicas.1 Dos son las grandes diferencias que median entre lo que es la teoría filosófica de la arquitectura y lo que hay que en- tender por doctrina de la arquitectura. La primera es de or- den cualitativo: la filosofía o teoría (en sentido estricto y ver- dadero, no vulgar) de la arquitectura nos da la idea clara y precisa del fenómeno arquitectónico, nos da la esencia de la arquitectura—el concepto sin el cual la arquitectura dejaría de ser lo que en realidad es—, y la doctrina arquitectónica, cualquiera que ella sea, nos da un concepto complejo com- puesto por la noción esencial de arquitectura y por las ideas 1 La primera se ocupa en precisar lo que es el fenómeno arquitectónico en gene- ral, en conocer su esencia; la segunda se ocupa en hacer la teoría [...] particular de cada obra, tomando ésta con objeto de análisis, y la tercera es una proposición personal o de escuela de los lineamientos que se consideran más adecuados para producir obras de máxima calidad —cada época, al aspirar al encuentro de nuevos modos de edificación, tiene la convicción de superar los de la inmediata anterior, y para ello modifica el criterio arquitectónico vigente en beneficio de uno nuevo que regirá, desde ese momento, su propio porvenir. Estas tres partes bien diferentes están jerarquizadas entre sí, porque las dos últimas suponen la primera; de manera que la crítica o ideología concreta sobre un edificio y la doc- trina o ideología normativa de la arquitectura, para constituirse deben principiar por tener una noción amplia y esencial de lo que es la arquitectura en general, del mismo modo que un físico sabe previamente, antes de pesar una cosa en kilogramos, lo que es medir en general con relación a una unidad. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 27 que portan una nueva orientación práctica de realización de edificios con relación a la seguida hasta ese momento por la civilización de la época inmediata anterior. Es decir, la filo- sofía o teoría esencial de la arquitectura busca un concepto inmóvil del hecho arquitectónico a través de los tiempos; la doctrina, al contrario, busca un concepto móvil de dicho fe- nómeno, suponiendo, naturalmente, el concepto anterior. La segunda diferencia es de orden cuantitativo. En efec- to, existe una sola filosofía de la arquitectura —la esencia de una cosa no puede ser más que una, que es la que la explica; una cosa no puede tener dos o más conceptos que a ella se refieran a un mismo tiempo— y, en cambio, existen o han existido muchas doctrinas de la arquitectura, como por ejemplo las correspondientes a las formas históricas que dieron por resultado soluciones especiales a los distintos problemas que en la historia se han planteado de la habita- ción humana, y que son especiales no por la finalidad, esto es, por lo humano (concepto válido para toda arquitectura), sino por los medios de realización y por el programa de ne- cesidades a satisfacer. Entonces se tiene esto: frente a una idea precisa e invariable de la arquitectura, se levantan infi- nidad de aspiraciones, diferentes entre sí, aunque suponien- do aquella idea única e invariable, encaminadas a resolver concretamente problemas de época. A la primera podemos llamarle teoría estricta de la arquitectura y a la segunda doc- trina práctica de la misma, útil esta última nada más que para un solo momento arquitectónico. Aun cabe otra tercera diferencia entre el teorizar en abs- tracto y el adoctrinar en concreto sobre arquitectura. Es ésta MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 28 una diferencia de método; el orden en la investigación de las ideas decide la diferencia. Como la teoría es siempre teoría de alguna cosa —no puede teorizarse sobre la nada— ne- cesita forzosamente partir de un fenómeno (en este caso, el fenómeno histórico de la arquitectura) para elevarse después a la idea o esencia de él. Contrariamente, la doctrina, en vez de descubrir leyes a través de hechos, inventa nuevas ideas (prácticas) para resolver tales o cuales asuntos de inmedia- ta experiencia, es decir, no parte de un hecho ya realizado, sino que propone simplemente una iniciativa con el objeto de seguir o modificar el hecho que hasta ese momento ha precedido. O en otras palabras: la teoría toma a la realidad como fenómeno pasivo, concluido, cuando menos para su momentáneo punto de vista del estudio; la doctrina toma a la realidad como fenómeno activo, inconcluso, al que hay que oponerle una solución estable, permanente, cuando menos mientras dure la efectividad de las bases históricas sobre las que se asienta dicha solución. Pero volvamos a Le Corbusier. Confrontemos sus ideas con lo antes dicho y deduzcamos su posición en el mundo de la ideología arquitectónica. Desde luego, sus ideas puede de- cirse que son de combate. Sus ideas son justas; sus ideas son necesarias; pero las ideas de Le Corbusier en lo que tienen de combate sólo valen para nuestra época; no las entende- ríamos en otro tiempo; han sido elaboradas precisamente en vista del conjunto de condiciones históricas contemporáneas (técnicas, materiales, organización social, economía, cultura) a las que debe sujetarse toda correcta ejecución de arquitec- tura. Esto no quiere decir que la doctrina de Le Corbusier MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 29 sea pasajera, sin mérito, que obedezca a una moda arbitraria o cosa por el estilo. Todo lo contrario: los límites existentes entre una época y otra, ya sea en ciencia, en arte, en moral o en política, marcan los momentos más heroicos de algunos cerebros bien dotados. Si se pudiera representar la historia en tal forma que unos puntos elevados simbolizaran los talentos creadores, unidos por un mismo hilo los que pertenecieran a un mismo sector de la cultura, todo sobre un plano en donde estuvieran representados cronológicamente los sucesos so- ciales de más importancia, se vería que en cada hilo, corres- pondiente a un sector cultural, cada punto elevado coincidi- ría con un nuevo capítulo en la historia del respectivo punto de vista de la cultura. Uno de estos puntos es Le Corbusier. La doctrina de la casa-máquina se extenderá hacia el futuro sin tropiezos cuando se haya comprendido que ella es una inyección de poderosa vitalidad para el funcionamiento del cuerpo social, base de la nueva cultura. Desde este punto de vista externo, desde ahora afuera, el conjunto de ideas que hoy esgrime Le Corbusier en pro de una más racional arquitectura, constituye, pues, no una teo- ría ni tampoco una filosofía de la arquitectura, sino una doc- trina práctica, una ideología normativa encaminada a resolver el problema más nuevo de la habitación: el trazo de ciudades bajo la dirección de un plan racional que satisfaga las necesi- dades materiales y del espíritu. Con esto asentado, podemos pasar al otro punto de vista, el interno de esta doctrina en términos generales ya definida. Como es doctrina, en el sen- tido aquí aceptado, tendremos que tocar los principios que definen el porvenir de la arquitectura funcionalista; por tanto, MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 30 habremos de hablar del punto central de ella: la composición. En suma, precisaremos a continuación el cambio que se ha operado en la arquitectura obedeciendo a la nueva premisa: “La decoración está fuera del sistema. La arquitectura se in- tegra, es plena antes de la decoración.” A este cambio radical nosotros le llamamos, concretamente, la revolución funcio- nal en la composición de arquitectura. La anterior concepción al advenimiento de Le Corbusier y Gropius —el otro famoso ideólogo de la nueva arquitectu- ra, por él llamada “funcional”, y realizador de la renombrada “Bauhaus”—, la tradicional concepción de la arquitectura, que tenía sus principios especiales, por supuesto muy dife- rentes a los de hoy, se puede reducir a la idea de unificación material de las partes del edificio, de manera que éste queda constituido en tal forma homogéneo que no es posible sepa- rar, al analizar las funciones arquitectónicas correspondientes, las partes unas de otras. Las partes, como se sabe, son las for- mas materiales, especiales de una época, resultantes del hecho de dar cabidaa las tres funciones más esenciales de un edifi- cio: distributiva, constructiva y contemplativa. Es decir, en la arquitectura que representaba el mundo artificial, el paisaje más cercano, del hombre del siglo xix —la ciudad, la habi- tación—, dados sus sistemas de construcción (piedra, hierro, madera, ladrillo) se elaboraban ciertas formas materiales de modo que resolvieran las necesidades de su tiempo, y esos elementos resultaban ser siempre los mismos para la plurali- dad de funciones. Por eso un muro, por ejemplo, para aquella manera de pensar hoy ya desechada, era a la vez elemento constructivo, soportante, y elemento de distribución y deco- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 31 ración; y así todo. Era una arquitectura en la que se mataban tres pájaros de un tiro: todo estaba ahogado por la limitación del sistema estático. No había, pues, libertad distributiva. Frente a esta idea tradicional de la arquitectura,2 Le Cor- busier opone su doctrina que es el resultado lógico del es- tudio del nuevo método de construcción (concreto armado, hierro, muros de relleno) y del nuevo planteo del problema de la habitación humana de acuerdo con la nueva vida y de acuerdo también con el nuevo ideal: el maquinismo. La nueva arquitectura es heterogénea. Los elementos que forman un edificio de este tipo sirven, cada uno, para una sola función, desempeñan un solo papel. Un muro de distribución, por ejemplo, no soporta la cubierta la mayoría de las veces; sirve para separar y nada más. Un poste de la estructura, igual- mente, sólo soporta; ni es ni puede ser un elemento divisorio en la distribución, como el muro constructivo-divisorio de la 2 Toda la historia de la arquitectura occidental se ha guiado por esa idea de homogeneidad material ante las tres funciones fundamentales. De aquí que sea posible decir, desde un punto de vista más elevado que el usual, que sólo han existido, hasta la fecha, dos grandes estilos arquitectónicos en Occidente: el ho- mogéneo y el heterogéneo. Esta concepción de los estilos —que tiene en cuenta las tres partes de los edificios correspondientes a sus tres funciones, y que es por tanto un criterio arquitectónico completo, no exclusivamente artístico como la idea que de los estilos arquitectónicos muchos tienen—, en lo que se refiere al antiguo —el homogéneo— se podría extender a otras arquitecturas pasadas no occidentales, pero no lo hemos hecho porque hay un momento arquitectónico que ahora sorprende, que hasta hoy se nos ha revelado por su actualidad de concepción. Tal momento es el conjunto de pequeñas casas que constituyen la genuina arquitectura doméstica del Japón. Baste por ahora decir que allí los elementos estructurales del edificio no son los mismos, como lo eran en Europa, que los elementos directos de distribución, sino que ésta se logra por medio de muros ligeros, corredizos, verdaderos bastidores forrados de papel. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 32 tradición, ni es tampoco un elemento de fachada, del exterior, puesto que la fachada queda libre en virtud de que está más salida con respecto al plano de los primeros elementos de estructura. A cada función corresponde un elemento. Pero todo ligado entre sí por la unidad del fin: el programa. Esta nueva visión de lo que debe ser la arquitectura de hoy no siempre se logra realizar en todos los edificios funcionales, especialmente en los chicos, ya que es más apropiado para las grandes construcciones que pide la época. Los edificios colectivos parecen ser los llamados a reemplazar las minús- culas habitaciones del pequeño burgués, que han llegado a nuestros días impidiendo una organización más racional y más general en el urbanismo. Este hecho quiere decir que aquí estamos definiendo lo que de nuevo y revolucionario tiene la nueva escuela, esto es, lo característico, lo específico de la arquitectura de nuestro tiempo. En tesis general, los puntos revolucionarios de la técnica de la composición arquitectónica son cinco: 1. Los postes. 2. La estructura independiente. 3. La distribución libre. 4. La fachada libre y 5. El techo-jardín.3 El edificio sobre postes: con respecto al terreno público de la ciudad o refugio para los niños o autos contra el sol y la lluvia. La estructura inde- pendiente de toda otra función: deja en libertad a la fachada y a la distribución, ya que no son muros los que soportan las cargas, sino son los postes. La distribución libre: la acomoda- ción de estancias y circulaciones no está sujeta a la parte está- tica del edificio; permite la combinación de muros divisorios 3 “Le Corbusier et P. Janneret”, París, 1933, ed. de “L´architecture d´aujourd´hui”. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 33 (no soportantes) al servicio de la distribución exclusivamente; en cada piso puede existir distinta distribución, aunque cir- cunscrita a la estructura. La fachada libre: como no está inte- rrumpida por soportes, ya que vuela hacia el exterior en otro plano que el primero de la estructura (cantilever), las venta- nas o claros en general pueden extenderse ininterrumpida- mente en todo lo largo del muro de fachada o hacer infinidad de combinaciones de acuerdo con el caso. Entonces resulta el aspecto del edificio como una masa que no está pesando, por tanto, la posibilidad de contrastes y relaciones sensibles es completamente nueva (estética de lo frágil). Y, por último, el techo-jardín: con la supresión de las cubiertas inclinadas, los techos horizontales de concreto armado permiten que se les utilice como otro lugar importante de la casa: esparci- miento, aireación y asolamiento absolutos del hombre. En suma: Le Corbusier propone una arquitectura analítica en contra de la tradicional sintética. Análisis es la distinción, dentro de la unidad integral de una obra, de los elementos y partes arquitectónicos de acuerdo con la división de sus res- pectivas funciones. Síntesis es la supeditación de las diversas funciones a la homogeneidad del elemento arquitectónico. La arquitectura de ayer fue una técnica (en lo que tenía de esen- cialmente arquitectónico) con varios objetivos (funciones); la de hoy, por el contrario, es un conjunto de técnicas unificadas en relación con varios objetivos (funciones). El genio de hoy consiste en acoplar racionalmente esas divisiones de principio. Después, un segundo paso: para la sensibilidad, sencillez de la expresión geométrica, que es, frente a la naturaleza irregular, el reconocimiento más claro de la superioridad del hombre. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 34 Arquitectura en dos capítulos Letras de México, vol. I, núm. 25, México, D. F., 1 de marzo de 1938, pp. 236-243. V eamos si es posible llegar a una somera visión de la his- toria general de la arquitectura. Pero, para este objeto, conviene saber en términos concisos qué es la historia, para realizar posteriormente su concepto en el conjunto de la evolución del fenómeno arquitectónico. Un ensayo tan breve, como aspira a ser el presente, exige una precisión rigurosa para la inteligencia de los conceptos, pues de lo contrario lo comprimido de por sí deformaría la perspectiva con que real- mente se nos presentan las cosas que van a ser vistas con ojo de pequeño historiador. Desde luego, la historia no es la reproducción foto-lite- raria de la vida humana acaecida en el tiempo. Si así fuera, no se acabaría de precisar nunca un suceso o un producto históricos, ya que como realidades que son quedarían siem- pre indeterminadas en su conocimiento y, por tanto, no nos sería posible hablar de ellas. Sin el concepto que marcara el límite de cada una de las realidades históricas, sería ininteli- gible el mundo nebuloso de éstas. Este pseudoconocimiento conduciría a la necesidad de emplear una verdadera ciencia [34]MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 35 que pasara por encima de ésa supuesta, ya que en el cono- cimiento hay que distinguir entre lo que es la realidad que va a ser estudiada y la ciencia de dicha realidad. Por esto es absurdo creer que la historia, que es un conocimiento de lo pasado, se identifique, reproduciéndolos, con los hechos mis- mos. Pues entonces la historia es algo más que realidad, es algo más exacto y coherente que el dato y la noticia. Aquí palpamos ya la raíz científica de la historia. En efecto, la cien- cia es la interpretación lógica del hecho real, del fenómeno. La cacería de los sucesos empíricos consiste en atraparlos por medio de una trampa lógica. En este concepto, la historia es una ciencia lógica. Sin embargo, ella guarda una diferencia con la ciencia natural, perteneciendo ambas al mundo de las ciencias de realidades. La diferencia entre ciencia histórica y ciencia natural está —como ya lo había dicho Rickert desde hace más de un cuarto de siglo— en la individualidad y en la generalidad de los conceptos que nos formemos de los fenó- menos históricos y de los naturales respectivamente.1 Como 1 Esto no quiere decir, en modo alguno, que aceptemos a pie juntillas la teoría que de la Historia hace E. Rickert. célebre filósofo de la escuela contemporánea de Baden (Alemania). Para nosotros, todo conocimiento es general en tanto que es lógico; no existe el conocimiento absolutamente individual desde el punto de vista teorético (no empírico). Esto es así porque, aun cuando un conocimiento se refiera exclusivamente a un fenómeno individual, como por ejemplo el cono- cimiento del hecho del descubrimiento de América, ese mismo conocimiento en teoría se convierte en general desde el momento que nos explicaría hipotética- mente todo posible hecho que reuniera las características esenciales del hecho de descubrir América. Cuando alguien se forma la idea de las circunstancias capitales que trajeron por resultado el descubrimiento del Nuevo Mundo, al mismo tiempo y sin percatarse de ello, está pensando en la idea de todo posible descubrimiento astronómico o geográfico que pueda caber dentro de ese molde formal de circunstancias generales. Para esto, no es de objeción la determinación MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 36 esta diferencia está limitada por la idea del conocimiento desde el punto de vista de la experiencia, del material de la ciencia, y por eso para nosotros tal diferencia es unilateral y relativa, aquí preferimos otra más radical teóricamente: el conocimiento del hecho histórico toma en cuenta el sentido del hecho y, en cambio, el conocimiento del hecho natural no puede tomar en cuenta más que el dato fenoménico, pues la naturaleza carece de sentido, que es privilegio de la con- ciencia humana. Según esto, la ciencia de realidades o cono- cimiento empírico se puede dividir en dos ramas: la historia como lógica de sentidos humanos y la ciencia natural como lógica de los fenómenos inconscientes de la experiencia.2 La historia, por consiguiente, se integra con conceptos lógicos sobre los sucesos humanos portadores de sentidos, de valores. En esta coyuntura, el método de la historia no es el erudito, sino el conceptual, que precisa la esencia de tal o cual hecho humano a partir de un material de erudición.3 de lugar y tiempo del suceso, puesto que dentro de tal determinación pueden caber aún infinidad de sucesos pensables más particulares, como son cada uno de los hechos que encadenados vienen a formar el suceso histórico general, y así sucesivamente con cada una de las partes en particular. Si se especifica más la idea, para nada cambia su generalidad, a pesar de que sea menos probable que otro suceso reúna características semejantes, es decir, nadie puede afirmar con fundamento que no podrá ocurrir en el futuro un suceso que pueda llegar a inscribirse dentro de los límites de un determinado conocimiento histórico. 2 Alguien dirá que la Historia no es ciencia, que es un conocimiento indepen- diente. Nosotros le responderemos preguntándole: ¿existe otro conocimiento fundado que no sea el lógico o científico? 3 Si teóricamente (puramente) el conocimiento histórico es general, en cambio el método histórico, como bien dice Rickert, es individualizador, puesto que se aplica a un objeto concreto con el fin de caracterizarlo específicamente; pero este objeto, al ser caracterizado por medio del concepto, automáticamente se ha MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 37 Aquí se ve que el factor tiempo, que antes se creía el único esencial al conocimiento histórico, ahora resulta ser un pre- texto, aunque importante, que sirve para ligar los profundos sentidos de actos y obras de los hombres. Veamos ahora, pues, una idea de orden histórico sobre ar- quitectura con el objeto de entender la trabazón con el con- cepto antes definido de historia, y ver así con entera claridad esta correlación: historia de la arquitectura. Analizando el fe- nómeno arquitectónico en su conjunto, la ciencia histórica descubre en él la siguiente ley de su evolución: los hombres que en las distintas épocas de la historia han hecho obras de arquitectura, han preferido, de acuerdo con cada una de dichas épocas, ciertos elementos constitutivos de la arquitec- tura a otros no menos esenciales. Esta idea reconstructora de la arquitectura histórica es una auténtica ley: rige lógica y unitariamente los diversos sentidos arquitectónicos que en la historia se nos han ofrecido, entendiendo a cada uno de ellos como receptáculo de una característica esencial predominan- te. Las otras características, también esenciales, aparecen con menor relieve, si bien no excluidas, cuando menos sometidas al imperio de la que es exaltada. El factor dominante en la arquitectura de una época, esto es, el preferido por ella, mar- ca el tipo o estilo de concepción de los edificios; por tanto, si han existido varios estilos o maneras de hacer arquitectura en las épocas, de la misma forman tienen que existir para la cien- generalizado porque es impensable un concepto individual. En suma: el método histórico es individualizador en la práctica, pero su producto científico (concep- to) ya es un género. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 38 cia histórica tantos elementos predominantes de arquitectura como estilos o maneras han existido. Es de este modo como se comprende la historia de la arquitectura como siendo una relación explicativa por medio de una ley entre dos elementos que entran en juego: el concepto que ordena científicamen- te, desde un segundo plano mental, la aparente variedad que reviste en un primer plano sensorial todo el fenómeno arqui- tectónico a través de la historia. Para entrar en más detalles de la ley expuesta, hay que en- tender como fundamentales dos porciones en que se puede dividir teóricamente la arquitectura desde un punto de visto histórico: el concepto de arquitectura en sentido estrecho o estricto (lo que la arquitectura es en todo tiempo y lugar) y los varios conceptos de las distintas esferas que en cada época se han agregado a aquel concepto estricto, constitu- yendo la arquitectura característica de tal o cual época (lo que la arquitectura es extra esencialmente). De estas dos por- ciones, la primera de ellas, o sea la formada por el concepto estricto, representa el primer punto del enunciado de la ley. Efectivamente, este concepto riguroso y constante a través de los tiempos es la raíz de la ley histórica de la evolución real de la arquitectura, pues de las distintas partes de que éste se compone, cada época ha tomado preferentemente una y la ha desarrollado dentro de sus posibilidades. De modo que ese concepto permanece íntegro a través de los tiempos con la circunstancia de que al ser sometido a la acciónhistórica de las diversas épocas, una de sus partes es atendida y exaltada; pero como esta unilateral visión no puede por ningún motivo deformar como quisiera la estructura íntima del concepto, MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 39 ya que si eso ocurriese se atentaría a la esencia misma de la arquitectura, a dicho núcleo esencial se le añade una región extra arquitectónica muy especial perfilada de antemano por aquella parte del concepto a que se ha enfocado la atención con preferencia. Es decir, con motivo de la estimación tenida por una época a una de las partes integrantes del concep- to riguroso de arquitectura, nace un mundo nuevo de na- turaleza variable que viene a ser el desarrollo extra esencial de la porción medular preferida por un momento histórico determinado. Este concepto extra esencial, aunque también arquitectónico, es el segundo punto del enunciado de la ley. De donde resulta que las distintas preferencias de cada uno de los momentos históricos van cristalizando en diversas combinaciones entre los dos puntos enunciadores de la ley histórica de la arquitectura: el primero de los puntos siempre permanece constante y, en cambio, el segundo varía según el aspecto escogido de entre los dos que forman el primero de dichos puntos. Veamos el primer punto de la ley. ¿Qué es en sentido es- tricto la arquitectura? ¿Cuál es el concepto esencial del fe- nómeno arquitectónico? La arquitectura —refiérase a un edificio o a una ciudad— en sentido restringido es el recin- to cristalizado en determinada forma según la función del nombre que en él se va a albergar y según la función de los elementos correlativos al hombre: aire, luz, calor, muebles, máquinas, vehículos, etc. Ahora bien, en este concepto ho- mogéneo abstractivamente es posible distinguir, dentro de su estructura íntima, dos direcciones paralelas e inseparables, a saber: la parte espacial y la parte final de la arquitectura. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 40 O sea: toda obra de arquitectura se concreta en una forma constructiva y apunta a una finalidad utilitaria. A estas dos partes esenciales de la arquitectura se les puede llamar respec- tivamente arquitectura externa y arquitectura interna, por la razón de que la primera se define a partir del espacio sensible y la segunda con motivo de un factor que el hombre añade a la materia, que es el valor de utilidad. Una arquitectura mues- tra su parte externa en cuanto se la considera corporalmente, y muestra su parte interna en cuanto se considera su especial modo de ser útil. Como todo edificio es espacial, la corpo- reidad arquitectónica es externa; como no todos los edificios tienen la misma utilidad, sino que para saberla es necesario indagar su sentido humano, su personal destino, la utilidad arquitectónica es interna. En suma: ambos elementos existen inseparables en la arquitectura, pero son de por sí distintos. Teniendo ya definida la esencia de la arquitectura, vea- mos cómo unas épocas han atendido a uno de los dos planos componentes del ángulo diedro de la arquitectura y otras al otro. Según dijimos, del número de partes que constituyen la estructura íntima de toda arquitectura (su concepto riguroso) depende el número de modalidades históricas de ella, puesto que las épocas prefieren, sin excluir a la otra, una de las partes de esa estructura general. Por tanto, si hemos visto hasta aquí que son dos las moléculas de la arquitectura estricta, hemos de concluir asentando que también son dos las modalidades primarias de la arquitectura histórica. Es decir, una modali- dad ha preferido ver lo que de externo tiene la arquitectura y, por el contrario, la otra ha preferido ver lo que de interno ella tiene. Pues bien, como no es posible desechar la parte no pre- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 41 ferida, dado que las dos son indispensables para que se realce la arquitectura, una […] otra época ha tenido que echar mano de nuevos elementos, característicos y por consiguiente ex- tra arquitectónicos, para indicar con ellos la exaltación de la parte esencial escogida. Estos elementos extra esenciales casi son de la misma naturaleza del factor medular preferido por la época; semejanza fundada en el deseo de opacar en cier- ta manera al otro. Por eso, según el presente mecanismo, la historia general de la arquitectura, tomada en su aspecto más sintético, pero a la vez más amplio, hasta la fecha ha sido una historia que se ha desarrollado en dos capítulos. Estos dos capítulos de la arquitectura corresponden a las dos modali- dades históricas fundamentales: la arquitectura artística y la arquitectura técnica. Para la perspectiva histórica de nuestro tiempo, estas dos modalidades radicales se llaman: arquitec- tura tradicional y arquitectura nueva. Después de este rodeo teórico, entremos de frente al mun- do de los hechos. Se trata aquí de una revisión práctica de la teoría. Una vez definida la estructura esencial de la arquitec- tura en sentido riguroso, para ir con orden fijémonos prime- ramente en el factor arquitectónico esencial que es tomado como punto de partida por la época de la arquitectura tradi- cional con el objeto de acoplarle un factor extra arquitectóni- co o inesencial, que es el que da la peculiar característica a la tendencia. El punto común de partida de toda modalidad ar- quitectónica es el concepto estricto de arquitectura ya enun- ciado en sus dos puntos fundamentales; igualmente, de él parte la arquitectura artística o tradicional. ¿Cuál de los dos factores del núcleo esencial sirve de base a esta arquitectura? MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 42 ¿Y qué es ese factor a diferencia de su contrario? A la épo- ca de los arquitectos artistas, contrariamente a como lo hará más tarde la época de los arquitectos técnicos, encamina su preferencia hacia el elemento arquitectónico externo sobre el interno. Con esto se quiere decir que el elemento especial de los edificios, en tanto que determina una forma corpórea, es tomado en sí mismo aisladamente casi como si fuera un fin, dejando en segundo término cualquier otro que no sea el sensible. Que en la arquitectura artística existen realmente los dos ingredientes esenciales, es algo indiscutible; pero de que se da más importancia al factor tridimensional del espa- cio, es algo también indudable. Esta manera de dar impor- tancia al punto de vista corporal no consiste, como se dijo, en desarrollarlo dentro de su esencia arquitectónica desprecian- do a su contrario, sino que consiste cabalmente en crear un mundo que está más allá de la estricta arquitectura y que a él exclusivamente se refiere. Entonces se tienen que al concepto de arquitectura se le ha añadido un apéndice. Este apéndice incrustado en el costado volumétrico de la arquitectura tradi- cional es de orden corpóreo-sentimental, es el arte. Una época que llevó esta tendencia histórica a un grado superlativo es el Renacimiento, cuyas últimas y fatigosas con- secuencias acabaron agonizando en el siglo xix. Dejando a un lado las primeras intenciones de puridad clásica propias de Brunelleschi Alberti y Michelozzo, el resto de las obras arquitectónicas del Renacimiento, con Miguel Ángel a la cabeza, denotan un franco impulso hacia el decorativismo, hacia el “[…]”. Pilastras, columnas, frontales exentos de fun- ción constructiva. Exceso en elementos ornamentales, que MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 43 culmina con estilo churrigueresco en España e Hispanoamé- rica. Amaneramiento de plantas y fachadas para encontrar efectos dramáticos en el espacio. Expresividad profunda. ¿Cómo se explica, pues, esta aparente traición a la sereni- dad físico-geométrica de la arquitectura? Decir que esta ten- dencia no esarquitectura es decir algo sin fundamento. Si la apariencia del edificio nos engaña dándonos un aspecto más sentimental que gravitante, es porque estamos considerando la arquitectura desde un punto de mira que es extra arqui- tectónico. Si uno de estos edificios es edificio, aun cuando su apariencia sensible le oculte, será arquitectura. Su disfraz ar- tístico pertenece a un territorio inesencial; es un factor com- plementario que en una época —tal vez la más grande que ha habido— convivió con el concepto estricto de arquitectura. Por el lado opuesto a esta tendencia tradicional, es al si- glo xx al que le cabe el honor de haber dado al mundo las raíces del segundo gran capítulo de la historia general de la arquitectura. Antes de esto, se creía que las partes en que se dividía la historia de la arquitectura eran las correspondientes a los llamados estilos artísticos, a nosotros siempre nos llamó la atención, extrañándonos sobre manera, la opinión de los autores clásicos consistente en incluir a la arquitectura por su esencia dentro de las bellas artes. Quien tenga un poco de curiosidad teorética, le basta saber que lo artístico, exis- tiendo aislado o agregado a la edificación, no tiene que ver directamente a modo de fundamento con la distribución y la construcción técnicas, para percatarse de la disociación real entre el factor arquitectónico propiamente dicho y la esfera artística extra esencial, de época. La arquitectura nueva es MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 44 una arquitectura en todo su rigor, pues presenta en todo mo- mento el síntoma que indica la existencia del núcleo esencial formado por los dos elementos: el espacial y el final, el exter- no y el interno. De este núcleo ha partido, pero en él no se ha quedado; la nueva arquitectura también es histórica y, por ende, es libre también de fugar su atención a un nuevo mun- do extra arquitectónico. Parte de la preferencia del sentido interno del edificio, o sea, de la función, de la utilidad. De ahí que se le llame arquitectura funcionalista. Pero no conforme con lo que los edificios sirvan sin más, como puede servir de albergue al hombre la cueva o la choza, hecha a mano de un territorio que no había sido anteriormente explorado por las demás arquitecturas. Ese nuevo mundo de posibilidades descubiertas, por ser el característico de nuestro tiempo, es de naturaleza extraesencial. Tal es la técnica. Es ésta la per- sonificación material de un fin ideal del hombre civilizado: el valor de utilidad. Por esta razón, la forma corporal de la ar- quitectura contemporánea no se explica por sí misma, como objeto de pura contemplación, sino que para justificarla es necesario recurrir a la híper utilidad que llamamos técnica. Es cierto que técnica ha existido tanto en la arquitectura tradicional como en la nueva; sin embargo, existen diferen- cias profundas entre el tecnicismo antiguo (que en arquitec- tura se identifica con el tradicional que llega hasta el siglo xix) y el moderno (que en arquitectura surge en el siglo xx con Gropius y Le Corbusier y se dirige con paso seguro ha- cia el porvenir).4 La técnica aludida en este segundo capítulo 4 En el texto, próximo a publicarse, de la conferencia del autor “La nueva ar- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 45 de la arquitectura se refiere al procedimiento efectivo sobre bases científicas, no a un mero hacer o usar las cosas sir- viéndose del sentido común. Por tanto, aun cuando el factor técnico se haya añadido magistralmente a la distribución y a la construcción, como quien toma con la mano el mango de un instrumento, haciéndolas más útiles, haciéndolas rendir más energía de utilidad con respecto a las otras tendencias, la nueva arquitectura no puede dejar de ser corpórea, ya que el hecho de estar en el espacio no es condición pasajera de época, sino que es uno de los caracteres esenciales de toda arquitectura. Que la nueva arquitectura no juegue con el es- pacio tectónico, como lo hizo la tradicional embriagándose en el fin de él mismo, eso no quiere decir que no sea espacial: la nueva arquitectura ocupará las tres dimensiones reales del espacio, en una forma o en otra, quiéranlo o no las épocas.5 En resumida conclusión, hemos arribado a la idea de que la realidad de la arquitectura es un punto de vista que se sitúa fuera del alcance del arte y de la técnica aislados. El concepto de arquitectura es autónomo, independiente; pero puede va- lerse para existir, según las circunstancias históricas, de aque- llos dos mundos extra arquitectónicos —el arte y la técnica— quitectura y la técnica”, se hace referencia a una diferencia esencial entre estos dos temas. En el libro en preparación que llevará el mismo título que la aludida conferencia, estas diferencias han sido estudiadas con mayor rigor y precisión. 5 A raíz de este punto es cómo nos podemos explicar la polémica, ya clásica en la actualidad, entre los arquitectos defensores de lo artístico en la arquitectura nueva y los arquitectos negadores de tal principio. Sin embargo, por encima de tal polémica, podemos estar seguros de lo que sigue: sea la nueva arquitectura un arte o no, por encima de esta consideración se coloca un factor más decisivo para nuestro tiempo: el elemento técnico. MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 46 para cumplir su misión. Estos elementos extra esenciales no se identifican con cualquiera que no sea arquitectónico, sino que no siendo permanentes en el curso de la evolución ar- quitectónica, pueden entrar en juego con el núcleo esencial de dicha evolución; son inesenciales en la medida que no son estrictamente arquitectónicos; pero tampoco son algo ajeno a la arquitectura. Son, simplemente, las posibilidades limítrofes de la arquitectura histórica. 29 de septiembre de 1937 MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 47 La nueva arquitectura y la técnica México, dapp, 1938. E n la actualidad1 estamos ya sin duda sobre la pista de una nueva arquitectura. Estudiarla en su perfil más ge- neral es tarea necesaria, pero insegura si ese estudio no va respaldado por otro más amplio: la consideración teórica sobre la técnica. En la historia de la arquitectura, por prime- ra vez en nuestro siglo la técnica rigurosa y evolucionada ha tomado su lugar en las últimas manifestaciones arquitectó- nicas. Por eso podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la arquitectura que hoy se desenvuelve con firme paso es el segundo gran capítulo de la historia general de la arqui- tectura. Estos dos capítulos son la arquitectura artística y la arquitectura técnica. Ahora bien, tener un conocimiento de la arquitectura pasada, o de la presente, basado únicamente en los hechos históricos es mera erudición, de la cual no se obtendrá mucho provecho. El hecho sin su interpretación no es nada. La interpretación, además, debe elevarse sobre 1 El presente escrito es el texto de la conferencia dada por el autor en el local de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, l.e.a.r., el día 10 de noviembre de 1937. Su contenido lo forma un panorama, más bien que una síntesis, del libro en preparación que llevará el mismo título que el de esta conferencia. [47] MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 48 un método que le dé fundamento científico. Si aspiramos a algo más serio que un catálogo de biblioteca, debemos bus- car puntos esenciales de amplitud tal que con ellos podamos reconstruir los criterios arquitectónicos nuevos y tradicio- nales. Por esta razón, la pequeña porción de ideas que voy a poner a la vista de ustedes puede ser que peque de excesiva pretensión teorética, pero en ella hay por lo menos algo que, a mi modo de ver, es más radical y útil al conocimiento que una versión erudita de viejosy nuevos monumentos. Es por ello por lo que en el curso de lo que voy a decir corra para- lelamente a él una constante preocupación por la concien- cia de lo que está más allá de los hechos de arquitectura: el modesto esfuerzo de penetración racional para alcanzar los criterios últimos de la nueva arquitectura. O sea: el análisis intelectual que parte en busca de las ideas fundamentales de la actual arquitectura, atravesando de parte a parte el mundo de los hechos con objeto de llegar al fondo mismo de ellos, es el sentido que quisiera lograr en este ensayo. Estudiar los fenómenos arquitectónicos teóricamente, o sea, lógicamen- te, es algo sin disputa más decisivo y fecundo que el estudio histórico de ellos. Esta misión de inquirir el sentido íntimo de los hechos, pasando por encima de sus variaciones pequeñas por medio del análisis intelectual, seguramente no se habrá logrado con plenitud en este breve ensayo, pero en él se verá que cuando menos existe una viva intención. Las ideas que a continua- ción vienen constituyen una aventura lógica sobre el último cataclismo acaecido en el cimiento más hondo de la arqui- tectura. Por eso me interesa, más que dar una visión escolar e MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 49 histórica, hacer patente la necesidad de un deber: tener con- ciencia profunda de la nueva realidad de la arquitectura. Del manojo tan vario de temas que en torno a la nueva arquitectura nos salen al paso procuraré ir entresacando con lógica pinza aquellos que nos aporten la continuidad sencilla y clara de un hilo, a la vez fundamental, con el cual ir atan- do nudos sucesivos durante la travesía breve de este ensayo. Principiaré por definir con rapidez la técnica desde tres pun- tos de vista importantes: lo que ella es estrictamente, lo que ella es como sujeto que actúa dentro del escenario de la rea- lidad histórico-social y lo que cada técnica es en relación con las demás, para pasar inmediatamente a la caracterización de la nueva arquitectura como una de las ramas más evolucio- nadas de la técnica moderna, y terminar con una mirada pe- queñísima sobre la posibilidad de una doctrina nacional de arquitectura. ••• ¿Qué es una técnica en sentido estricto? Dentro de sus pro- pios límites, una técnica es un procedimiento que se compo- ne de dos momentos sucesivos, que son: el tecnicismo y la ejecución. El tecnicismo —tomando la palabra en su signi- ficación científica, no gramatical— es el método intelectual que planea una operación que se ha de efectuar posterior- mente en el mundo de los hechos. Ejecución es la realización de lo pensado técnicamente, cuya característica consiste en tener que apegarse lo más posible al plan premeditado, lo que trae como consecuencia una porción de realidad cons- MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 50 tituida por un margen de error que queda mediando entre la exactitud de lo pensado y la probabilidad de lo realizado. El tecnicismo de un ingeniero, por ejemplo, es el conjunto de pensamientos basados en principios científicos que él ne- cesita para la invención de puentes, máquinas, etcétera. La ejecución correspondiente es la manera que tienen los opera- rios de realizar un puente o una máquina apegándose lo más posible al proyecto del ingeniero; en términos particulares, es lo que se llama comúnmente mano de obra. Pues bien, esta distinción entre tecnicismo y ejecución solo ha podido apa- recer clara hasta la época moderna cuando la técnica hubo de sobrepasar los límites estrechos de la artesanía, por lo que se hizo necesaria la división entre ingeniero y operario; tipos éstos que durante muchos siglos estuvieron confundidos en la persona del artesano. Un segundo punto de vista que debe tener en cuenta la teo- ría general de la técnica es el que se refiere a los escenarios histórico y social en donde una técnica se inscribe y en donde localiza el curso de su temporal desarrollo. Cada técnica ha na- cido y se ha desarrollado por etapas en la historia; este desa- rrollo cronológico va marcando directamente una cosa, como son las diferencias entre dichas etapas, y a la vez va marcando indirectamente otra cosa, como es el elemento que se conser- va a través de todas las variaciones y que hace que a todas las modalidades diferentes de una técnica se las pueda unificar en el todo de la técnica considerada. La técnica del lanzamiento de proyectiles ha dejado una huella en la historia en la que se pueden distinguir varias etapas: la del lanzamiento de la piedra con la mano, la del lanzamiento de la piedra con la honda, la del MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 51 lanzamiento de la lanza con la mano, la del lanzamiento de la flecha con el arco, la del lanzamiento de la bala con la pólvora, la del lanzamiento de la bomba aérea por medio de la gravedad, etcétera. Todas estas técnicas, a pesar de su diversidad, obede- cen, no obstante, a una única voluntad: la de lanzar un proyec- til con objeto de dañar a los demás. Por otra parte, cuando una sociedad está bastante avan- zada y, por consiguiente, su pensamiento técnico también lo está, se organiza el trabajo con relación a múltiples fines, con lo que queda organizado a su vez el trabajo técnico y, por ende, las técnicas entre sí. En este momento de la historia es cuando entra el factor social a darle un nuevo cariz a la técnica, pues antes de ese momento hubieron de existir téc- nicas individuales, como por ejemplo lo que de técnica tenía la artesanía del hombre de la edad media. De la socialización de las técnicas se desprende el tercer punto de vista que debe completar el marco programático de una teoría general de la técnica, a saber: la relación que media entre una técnica y las demás que existen en una sociedad. Esta relación es una relación dialéctica, como en seguida va- mos a ver. Teniendo ya fijada en la mente la idea de organización social de las técnicas, hay que saber cuál es la forma de ar- ticularse que tienen ellas entre sí, es decir, cuál es el tipo de vinculación según el cual las diversas técnicas existentes en determinada sociedad constituyen una estructura homogé- nea. Además de la liga que tienen todas ellas por la semejanza de sus respectivos fines sociales, los utilitarios, tienen además otra forma de relacionarse entre sí que es igual a la que existe MARTA OLIVARES CORREA (COMP.) • TEXTOS DE ARTE Y FILOSOFÍA. ALBERTO T. ARAI • TOMO II 52 entre los objetos generales y los objetos particulares, la cual consiste en que éstos —los particulares— están limitados por aquéllos, pero al mismo tiempo los objetos particulares pue- den convertirse, merced a un cambio en la manera de consi- derarlos, en objetos generales que determinen el área de otros nuevos objetos particulares, y así sucesivamente. O lo que es igual: los objetos generales se pueden convertir dialécti- camente en objetos particulares y a la inversa, según sea la manera que se adopte para su conocimiento. Aquí se ve claramente, de algo que sea objeto general y de algo que lo sea particular, que ambos casos están impli- cando la relatividad de esos dos términos con respecto a la manera de considerarlos, como puede verse sin dificultad en el siguiente ejemplo: la técnica del piloto es particular con re- lación a la administración del campo de aviación; pero, consi- derada desde otro punto de vista más restringido, es al mismo tiempo general con respecto a las técnicas especiales de los mecánicos constructores del avión. Por esta razón, el con- cepto de técnica es dialéctico, es móvil, dentro de la superfi- cie utilitaria de una sociedad. Técnica es, por tanto, en este sentido elástico, la serie de procedimientos que se necesitan para hacer alguna cosa, los cuales socialmente se están cons- tituyendo unos a otros, de modo que varias técnicas distintas constituyen una más amplia,