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¿Un mar de plástico? 
Por Max Montilla 
 
El titulo parece una novela de fantasía, de esas que escribían 
Cristopher Paolini, Edgar Allan Poe, Stephen King o John 
Crowley. 
 
Pero y aquí está el bendito pero como dice el director de la 
página en que escribo este artículo, lamento decirles que no, es 
la triste realidad que estamos viviendo, ya que según se calcula 
a los océanos entran entre uno a cinco billones de bolsas 
plásticas y ya tenemos un referente del marzo pasado cuando 
todos vimos como una ballena quedó varada en las costas de 
Filipinas con 88 libras de plásticos en su estómago. 
 
Y no solo son los plásticos en su forma compacta, sino que 
existen los microplásticos los cuales se pueden descomponer 
en pequeños pedazos (de menos de 5 milímetros) que podrían 
liberar sustancias químicas tóxicas que entran en el tejido de los 
peces y, de paso, nos causan daño también a nosotros. 
 
Afortunadamente, los gobiernos, incluidos los de América Latina 
y el Caribe, están abriendo los ojos ante este problema. En 
agosto del año pasado el Congreso de Chile aprobó por 
unanimidad, con el apoyo del 95% de los votantes, una ley que 
prohíbe las bolsas plásticas de compras. Durante los dos años 
anteriores, Antigua y Barbuda también prohibió las bolsas 
plásticas de compras, y Colombia impuso un impuesto a las 
bolsas plásticas grandes, reduciendo su consumo en un 35% en 
el lapso de un año. 
La conservación de la biodiversidad es fundamental en América 
Latina y el Caribe, dado que la región posee más del 50% de la 
biodiversidad mundial y el 24% de su pesca. 
 
En Costa Rica, que fue escenario de impactantes imágenes 
virales de una tortuga de mar con una pajilla clavada en la nariz, 
el gobierno se comprometió a prohibir todos los plásticos 
desechables, incluyendo las pajillas y las bolsas plásticas de 
compras antes de 2021. 
 
El gobierno ecuatoriano prohibió las bolsas plásticas, las pajillas 
y la espuma de poliestireno en las Islas Galápagos el año pasado. 
Perú prohibió los plásticos desechables en todas sus áreas 
naturales y protegidas culturalmente. 
 
Pero no todo está perdido para la humanidad hace casi un año, 
Boyan Slat, Campeón de la Tierra de ONU Medio Ambiente, y su 
equipo “The Ocean Cleanup” lanzaron desde la bahía de San 
Francisco el tan esperado y revolucionario sistema de limpieza 
de basura marina, que espera recoger parte de los 1.8 billones 
de piezas de desechos marinos de plástico que se estima flotan 
en el área. 
 
Slat es un inventor holandés autodidacta, reveló un ingenioso 
dispositivo que consta de un flotador de 600 metros, conectado 
a un material sintético. En la visión de Slat, el dispositivo debería 
girar con las corrientes oceánicas y atrapar el plástico en su 
interior. 
 
 
Los desechos recogidos serían transportados hasta la orilla para 
ser reciclados debidamente, ofreciendo una solución, 
aparentemente sencilla, al problema de los desechos plásticos 
en alta mar. El invento de Slat fue recibido con inmenso 
entusiasmo tanto en el sector de inversionistas como a nivel 
popular. 
 
Sin embargo, la “panacea” duró poco y es que el Gran Parche de 
Basura del Pacífico, un remolino de unos 1,8 billones de trozos 
de plástico situado entre Hawái y California, se rompió antes de 
Año Nuevo, atenuando las esperanzas de encontrar solución a la 
contaminación de los desechos plásticos. 
 
Las prohibiciones solo pueden funcionar si existen mecanismos 
enérgicos de supervisión y ejecución, incluyendo multas 
cuantiosas para garantizar que las empresas adopten las 
medidas en serio. 
 
Los impuestos deben planificarse cuidadosamente para 
garantizar que los precios se fijen a un nivel lo suficientemente 
alto para desalentar el uso. Y, luego está la cuestión de qué 
hacer con la multitud de artículos plásticos esenciales, como los 
que se utilizan en hospitales y en la producción de alimentos. 
 
Claro que la efectividad de las prohibiciones y gravámenes 
depende de su aplicación. 
 
 
 
Estamos asfixiando a nuestro planeta. Debemos replantearnos 
nuestro uso de plásticos en todos los frentes. Ya es hora de que 
encontremos una manera financiera y tecnológicamente viable 
de abrirnos camino entre un mar de plástico. 
 
Nos leemos en otro artículo, feliz fin de semana para todos/as.