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1 2 Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo alguno. Es una traducción hecha por fans y para fans. Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo. No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en tu blog o foro. 3 Sinopsis a esposa de Dante “El Jefe” Cavallaro murió hace cuatro años. A punto de convertirse en el jefe más joven en la historia de la mafia de Chicago, Dante necesita una nueva esposa y Valentina fue elegida para el papel. Valentina también perdió a su esposo, pero su primer matrimonio siempre había sido un espectáculo. Cuando tenía dieciocho años, accedió a casarse con Antonio con el fin de ocultar la verdad: que él era gay y amaba a un extraño. Incluso después de su muerte, ella mantuvo su secreto, no sólo para preservar el honor de un hombre muerto, sino también para protegerse. Pero ahora que está a punto de casarse con Dante, su castillo de mentiras amenaza con desmoronarse. Dante sólo tiene treinta y seis años pero ya es temido y respetado en la familia, y es conocido por conseguir siempre lo que quiere. Valentina está aterrorizada por la noche de bodas que puede revelar su secreto, pero sus preocupaciones resultan infundadas cuando Dante muestra su lado frío. Pronto su miedo se sustituye por confusión e indignación. Valentina está cansada de ser ignorada. Está decidida a obtener la atención y el deseo de Dante, incluso si no puede conseguir su corazón que todavía pertenece a su difunta esposa. Born in Blood Mafia Chronicles #2 L 4 Prólogo Traducido por M.Arte Corregido por LizC o me des la espalda. Mírame. Creo que al menos merezco ese pequeño decoro, Dante. La tensión irradiaba de él cuando se dio la vuelta para enfrentarme. No se acercó más pero me estaba mirando. Por una vez, no pretendió que era invisible. Sus ojos azules vagaron por mi cuerpo expuesto. Mis pezones se endurecieron con el aire frío de su oficina pero no cerré mi bata de seda, a pesar de la abrumadora necesidad de cubrirme del frío escrutinio de Dante. Su mirada se detuvo en el vértice de mis muslos por un instante ligeramente más largo que en el resto de mi cuerpo y una pequeña ráfaga de esperanza me llenó. —¿Soy tu esposa? Sus cejas rubias se fruncieron. —Por supuesto que lo eres. —Hubo un atisbo de algo que no pude identificar en su voz. —Entonces reclama tus derechos, Dante. Hazme tuya. No se movió, pero sus ojos se deslizaron hasta mis pezones duros. Su mirada era casi algo físico, como un toque fantasma en mi piel desnuda. No iba a mendigar. Sabía que casi lo tenía. Quería tener sexo esta noche. —También tengo necesidades. ¿Preferirías que encuentre a un amante que te libere de la carga de tocarme? —No estaba segura de poder llevarlo a cabo. No, sabía que no podía llevarlo a cabo, pero este acto de provocación era mi última opción. Si Dante no reaccionaba a eso, entonces no sabría qué más hacer. —No —dijo bruscamente, algo enojado y posesivo rompiendo a través de su máscara perfecta. Apretó los labios, su mandíbula trabada y caminó hacia mí. Me estremecí con necesidad y emoción cuando se detuvo frente a mí. No me alcanzó pero me pareció detectar el indicio de deseo en sus ojos. No fue mucho, pero lo —N 5 suficiente para alentarme. Crucé la distancia restante entre nosotros y envolví mis dedos sobre sus fuertes hombros, presionando mi cuerpo desnudo contra él. El material áspero de su traje de negocios se frotó deliciosamente contra mis pezones sensibles y dejé escapar un pequeño gemido. La presión entre mis piernas era casi insoportable. Los ojos de Dante resplandecieron a medida que bajaba la mirada hacia mí. Me rodeó lentamente con un brazo y descansó la palma de su mano contra mi espalda baja. La dulzura del triunfo me inundó. Dante ahora no me estaba ignorando. 6 Uno Traducido por Leo Corregido por LizC or supuesto había sabido que pasaría. Mi padre había dejado claro su punto de vista en cuanto mi esposo Antonio había sido enterrado. Era demasiado joven como para quedarme soltera. Pero no había esperado que mi padre encuentre un nuevo esposo para mí tan rápido, y definitivamente, no había esperado que mi nuevo esposo sea Dante “El Jefe” Cavallaro. El funeral de Antonio había ocurrido hace tan sólo nueve meses atrás, lo cual hacía que mi nuevo compromiso se balancee al borde de lo inapropiado. Madre era usualmente de las primeras en abalanzarse sobre cualquiera que cometiera una metedura de pata social y sin embargo, no podía ver nada malo en el hecho de que hoy, a menos de un año de despedirme de Antonio, iba a conocer a mi siguiente esposo. Nunca había amado a Antonio como una mujer amaba a un hombre, incluso si lo creí por un tiempo, y nuestro matrimonio nunca había sido real, pero había esperado tener más tiempo antes de ser forzada a otra unión, especialmente porque ni siquiera pude escoger por mí misma en esta ocasión. —Eres tan afortunada que Dante Cavallaro accediera a casarse contigo. Sorprendió a muchos que decidiera tomar a una mujer que ya ha estado casada. Después de todo, pudo haber escogido de toda una línea de jóvenes entusiastas — dijo mi madre mientras cepillaba mi cabello castaño oscuro. No pretendía lastimar mis sentimientos; sólo comentaba lo obvio. Sabía que era verdad. Todos lo sabían. Un hombre en la posición de Dante no tenía que conformarse con las sobras de otro, un hombre inferior. Eso es lo que probablemente la mayoría de la gente pensaba, y aun así se suponía que iba a casarme con él. Yo, que ni siquiera quería casarme con alguien tan poderoso y ruin como Dante Cavallaro. Yo, que deseaba quedarme sola, aunque sólo fuera para proteger el secreto de Antonio. ¿Cómo se suponía que iba a mantener la mentira? Dante era conocido como un hombre que siempre sabía cuándo alguien mentía. P 7 —Será el Jefe de la Organización en dos meses, y cuando te cases con él serás la mujer más influyente de Chicago y del Medio Oeste. Y si mantienes tu buena amistad con Aria, también tendrás conexiones con Nueva York. Como siempre mi madre estaba un paso adelante, ya planeando el dominio del mundo, mientras yo todavía estaba intentando entender el hecho de que tenía que casarme con “El Jefe”. Esto era demasiado peligroso. No era una mala mentirosa. En los años de mi matrimonio con Antonio había mejorado continuamente mis habilidades, pero había una gran diferencia entre mentirle al mundo exterior y mentirle a tu esposo. La ira contra Antonio resurgió como hacía tan seguido en estos últimos meses. Me había forzado a esta situación. Mamá retrocedió, admirando su trabajo. Mi cabello oscuro caía en suaves rizos brillantes sobre mis hombros y espalda. Me puse de pie. Para la ocasión, había escogido una falda lápiz de color crema y una blusa ciruela que estaba metida dentro de la pretina, así como unos modestos zapatos negros. Era una de las mujeres más altas de la Organización con uno setenta y seis de altura y naturalmente mi madre se preocupaba que a Dante le desagradara que usara tacones altos. No me molesté en señalar que aun así Dante seguía siendo al menos trece centímetros más alto que yo; no habría sido más alta que él incluso con tacones altos. Y de todas maneras, ésta no era la primera vez que me veía. Nos habíamos visto un par de veces en algunos eventos de la mafia e incluso habíamos compartido un breve baile en la boda de Aria hace tres meses en agosto. Pero nunca habíamos intercambiado más que las esperadas cortesías y definitivamente nunca tuve la impresión de que Dante estuviera remotamenteinteresado en mí, pero era conocido por ser hermético, así que ¿quién sabía lo que pasaba de verdad por esa cabeza suya? —¿Ha tenido citas desde que su esposa murió? —pregunté. Usualmente ese tipo de chisme se esparcía rápidamente en nuestros círculos, pero quizás los había pasado por alto. Las mujeres mayores de la familia usualmente sabían primero los trapos sucios de los demás. Para ser honesta, chismear era la ocupación principal de la mayoría de ellas. Mamá sonrió tristemente. —No oficialmente. Dicen los rumores que no ha podido dejar atrás a su esposa, pero han pasado más de tres años y ahora que está a punto de volverse el Jefe de la Organización no puede aferrarse al recuerdo de una mujer muerta. Necesita seguir adelante y tener un heredero. —Puso sus manos en mis hombros y me sonrió radiante—. Y tú serás quien le dé un hermoso hijo, corazón. Mi estómago cayó. 8 —Hoy no. Mi madre sacudió la cabeza con una risa. —Pronto. La boda es en dos meses. —Si fuera por mamá y papá, el matrimonio habría sido hace semanas. Probablemente estaban preocupados que Dante pudiera cambiar de opinión respecto a mí. —¡Valentina! ¡Livia! El auto de Dante acaba de llegar. Mamá aplaudió, luego guiñó un ojo. —Vamos a hacer que olvide a su esposa. Esperaba que no dijera algo de tan mal gusto cuando Dante estuviera cerca. La seguí al piso de abajo e intenté poner mi expresión más sofisticada. Papá abrió la puerta. No podía recordar la última vez que en realidad había abierto la puerta. Usualmente dejaba que madre o yo lo hagamos, o nuestra sirvienta, pero incluso yo podía darme cuenta que prácticamente saltaba con entusiasmo. ¿En serio tenía que ser tan obvio que estaba desesperado de casarme de nuevo? Me hizo sentir como el último cachorro de la camada que la tienda de mascotas no podía esperar para deshacerse. El cabello rubio de Dante apareció en el umbral a medida que madre y yo nos deteníamos en medio de nuestro vestíbulo. Estaba nevando afuera y el suave velo de copos de nieve en la cabeza de Dante hizo que su cabello se vea de un tono casi dorado. Entendí por qué algunas personas habían estado frustradas por el matrimonio de Aria con Luca. Dante y ella habrían sido la pareja dorada. Papá abrió más la puerta con una amplia sonrisa. Dante estrechó la mano de mi padre e intercambiaron algunas palabras en voz baja. Mamá prácticamente estaba saltando sobre sus pies a mi lado. Encendió su sonrisa de cien vatios cuando Dante y papá finalmente se dirigieron hacia nosotras. Forcé mis labios en una sonrisa que era mucho menos radiante. Como era tradición, Dante saludó primero a mi madre, con una reverencia y un beso de mano antes de mirarme. Me dio una sonrisa cortante que no llegó hasta sus ojos azules, luego besó mi mano. —Valentina —dijo en su suave voz inexpresiva. Desde un punto de vista únicamente físico, encontraba a Dante mucho más que un poco atractivo. Era alto y ligeramente musculoso, estaba impecablemente vestido en un traje de tres piezas gris oscuro, con una camisa blanca y una corbata azul claro, y tenía el cabello rubio totalmente peinado hacia atrás sin rigidez. Pero 9 todos lo llamaban un antipático, y de nuestros pocos encuentros sabía que tenían razón. —Es maravilloso verte de nuevo —dije con una pequeña inclinación de cabeza. Dante soltó mi mano. —Sí, así es. —Llevó su mirada inexpresiva hacia mi padre—. Me gustaría hablar a solas con Valentina. —No desperdició cortesías como de costumbre. —Por supuesto —dijo papá con entusiasmo, tomando el brazo de mi madre y ya alejándola. Si no hubiera estado casada antes, jamás me habrían dejado sola con un hombre, pero como ya lo había estado pensaban que ya no tenían que proteger mi virtud. Y no podía decirles que Antonio y yo nunca habíamos consumado nuestro matrimonio. No podía decirle a nadie, mucho menos a Dante. Cuando mamá y papá habían desaparecido dentro de la oficina de mi padre, Dante se volteó hacia mí. —Asumo que esto es aceptable para ti. Parecía tan restringido y controlado, como si sus emociones estuvieran embotelladas tan profundamente que, ni siquiera él parecía poder alcanzarlas. Me pregunté cuánto de ello era el resultado de la muerte de su esposa y cuánto era su temperamento natural. —Sí —dije, esperando que no pudiera ver lo nerviosa que estaba. Señalé hacia la puerta a nuestra izquierda—. ¿Te gustaría sentarte para nuestra conversación? Dante asintió y lo guie hacia la sala de estar. Me hundí en el sofá y Dante tomó el sillón frente a mí. Habría pensado que se sentaría a mi lado, pero pareció satisfecho de poner el mayor espacio que fuera aceptable entre nosotros. Además del breve beso en la mano, se aseguró de no tocarme. Probablemente lo encontraba inapropiado mientras no estuviéramos casados. Al menos eso es lo que esperaba. —Asumo que tu padre te dijo que nuestra boda está planificada para el 5 de enero. Busqué un destello de tristeza o anticipación en su voz, pero no hubo nada. Descansé mis manos en mi regazo, juntando los dedos. De esa manera había menos oportunidad de que Dante me notara temblando. —Sí. Me dijo hace algunos días. 10 —Sé que es menos de un año después del funeral de tu esposo, pero mi padre se retira a fines de año y se espera que esté casado cuando tome su lugar. Bajé los ojos a medida que mi pecho se tensaba con emociones enterradas. Antonio no había sido un buen esposo, no había sido ningún tipo de esposo, pero había sido mi amigo y lo había conocido toda mi vida, razón por la cual accedí a casarme con él. Por supuesto, había sido ingenua, no me había dado cuenta lo que realmente significaría casarme con un hombre que no estaba interesado en mí, o en las mujeres de forma general. Había querido ayudarlo. Ser gay no era algo que fuera tolerado en la mafia. Si alguien hubiera averiguado que a Antonio le gustaban los hombres de esa manera, lo habrían matado. Cuando él pidió mi ayuda, había saltado a la oportunidad, había esperado secretamente poder ganármelo. Había pensado que hubiera podido decidir ya no ser gay, había pensado que podríamos haber tenido un matrimonio real en algún punto, pero esa esperanza se destruyó rápidamente. Es por eso que una parte egoísta y desagradable de mí había estado aliviada cuando Antonio había muerto. Había pensado que finalmente era libre para encontrar a un hombre que me amara, o al menos me deseara. Afortunadamente, sólo era una muy pequeña parte, y me sentía culpable cuando sea que la recordaba. Y aun así, quizás esta era mi oportunidad. Quizás mi segundo matrimonio finalmente me daría un esposo que me viera como más que un mal necesario. Dante pareció malentender mi silencio. —Si es demasiado pronto para ti, aún podemos cancelar nuestros arreglos. Mamá me mataría, y probablemente papá sufriría un infarto. —No —dije rápidamente—. Está bien. Me perdí un momento en los recuerdos. —Le di una sonrisa. No la regresó, sólo me contempló con un frío escrutinio. —Muy bien —dijo finalmente—. Me gustaría discutir los preparativos así como el tiempo precedente al evento contigo. Dos meses no es mucho tiempo, pero como esta boda no será grande deberíamos estar bien. Asentí. Parte de mí le entristecía que esta boda fuera un asunto silencioso, pero algo más grande tan rápido después de la muerte de Antonio habría sido de mal gusto, y ya que era el segundo matrimonio tanto para Dante como para mí, habría sido ridículo de mi parte insistir en un festín espléndido. —¿Por qué me elegiste? Estoy segura que había muchas otras opciones viables. —Me había estado preguntando eso todo el tiempo desde que papá me había dicho sobre este acuerdo con Dante. Sabía que era una pregunta que no se suponía preguntara. Mamá habría hecho una rabieta si estuviera presente. 11 La expresión de Dante no cambió. —Por supuesto. Mi padre sugirió a tu prima Gianna,pero no quería a una esposa que apenas tiene la edad. Infortunadamente, la mayoría de las mujeres en sus veintes ya están casadas, y la mayoría de las viudas son mayores que yo o tienen hijos, ambas cosas son inaceptables para un hombre en mi posición como probablemente entenderás. —Asentí. Había tantas reglas de etiqueta cuando se trataba de encontrar a la esposa perfecta, especialmente para un hombre con la posición de Dante, de esto el por qué muchos estuvieron asombrados cuando fui anunciada como su futura esposa. Dante había pisado muchos dedos con esa decisión—. Por lo tanto, fuiste la única opción lógica. Por supuesto, eres bastante joven, pero eso no puede cambiarse. Me quedé en silencio por un momento, atónita por su razonamiento sin emociones. No era tan ingenua como solía ser, pero había esperado que al menos parte de la razón por la que Dante me había elegido era porque estaba atraído a mí, me encontraba bonita, o al menos hasta cierto punto fascinante, pero esta fría explicación destruyó esa diminuta esperanza. —Tengo veintitrés —dije con una voz sorprendentemente tranquila. Quizás la indiferencia de Dante se me había pegado. Si era así, pronto sería conocida como la reina de hielo—. Eso no es joven en los estándares del matrimonio. —Doce años más joven que yo. Es más de lo que me hubiera gustado. —Su esposa fallecida sólo había sido dos años más joven que él y habían estado casados por casi doce años antes de que ella muriera de cáncer. Aun así, su manera de decirlo lo hizo sonar como si lo hubiera obligado a casarse conmigo. La mayoría de los hombres en nuestro mundo tenían amantes jóvenes una vez que sus esposas envejecían, y aun así Dante estaba descontento que fuera demasiado joven. —Entonces, quizás deberías buscar a otra esposa. No te pedí que te cases conmigo. —En cuanto las palabras salieron, me puse una mano en la boca, luego miré a Dante a los ojos. No se veía enojado, no se veía nada. Su rostro estaba como siempre. Estoico y sin emociones—. Lo siento. Eso fue muy grosero. No debí haber dicho eso. Dante sacudió la cabeza. Ni un cabello se movió de su lugar. No había ni siquiera una partícula en sus pantalones, a pesar del clima nevado de noviembre. —Está bien. No pretendí ofenderte. Deseé que no sonara tan apático, pero no había nada que pudiera hacer al respecto, al menos no hasta que estuviésemos casados. 12 —No me ofendiste. Lo siento. No debí haberte hablado así. —Regresemos al tema. Hay algunas cosas más que necesitamos discutir y desafortunadamente tengo una reunión programada para esta noche y un vuelo mañana temprano. —Irás a Nueva York para el compromiso de Matteo y Gianna. —Mi familia no había recibido una invitación. Como pasó con la fiesta de compromiso de Aria, sólo la familia más cercana y los respectivos jefes de la mafia de Nueva York y Chicago habían sido invitados. En realidad, estaba aliviada. Habría sido mi primer evento social después que mi compromiso con Dante se hubiera hecho público. Me habrían seguido los chismes y las miradas curiosas. Un rastro de sorpresa apareció en sus ojos, pero luego desapareció. —Sí, así es. —Metió una mano en el bolsillo de su saco y sacó una pequeña caja de terciopelo. La acepté y la abrí. Un anillo de compromiso de diamantes estaba dentro. Tan sólo hace unas pocas semanas, me había quitado el anillo de bodas y de compromiso que Antonio me había dado. Nunca significaron mucho de cualquier manera. —Espero que te guste el diseño. —Sí, gracias. —Después de un momento de vacilación, tomé el anillo y lo puse en mi dedo. Dante no había dado ninguna indicación que quisiera hacerlo por mí. Mi mirada fue hacia su mano derecha y mi estómago dio un vuelco. Todavía usaba su antiguo anillo de bodas. Otro extraño estallido de decepción me llenó. Si lo usaba después de todo este tiempo, aún debe seguir enamorado de su esposa muerta, ¿o era una cuestión simple de hábito? Notó mi mirada y por primera vez su máscara estoica cayó, pero fue tan rápido que no estaba segura si lo había visto de verdad. No me dio una explicación o una disculpa, pero no había esperado una de un hombre como él. —Tu padre solicita que hagamos una salida social antes de la boda. Como todos accedimos que una fiesta de compromiso es innecesaria… —Nunca me habían preguntado, pero ni siquiera estaba sorprendida—. Sugiero que atendamos la fiesta anual de Navidad de la familia Scuderi. Desde que podía recordar, mi familia había estado en la casa Scuderi el primer domingo de adviento. —Suena como una idea razonable. Dante me dio una sonrisa fría. 13 —Entonces es un hecho. Le haré saber a tu padre cuándo pasaré por ti. —Puedes decirme a mí. Tengo un teléfono y soy capaz de manejarlo. Dante me contempló. Hubo un destello de algo parecido a diversión en su cara por un segundo. —Por supuesto. Si eso es lo que prefieres. —Sacó su teléfono del bolsillo—. ¿Cuál es tu número? Necesité un momento para suprimir un estallido de risa impropio de una señorita antes de poder dárselo. Cuando terminó de escribir, se metió el teléfono en su saco, luego se levantó sin otra palabra. También me levanté y tomé mi tiempo en quitar las arrugas inexistentes en mi falda para enmascarar mi molestia detrás de una cortesía ensayada. —Gracias por tu tiempo —dijo formalmente. Realmente esperaba que se soltara después de nuestra boda. No siempre era tan restringido. Había escuchado historias de cómo había establecido su posición como el heredero del título de su padre y lo eficiente que era cuando se trataba de enemigos y traidores. Había algo feroz y oscuro detrás de su apariencia de príncipe de hielo. —De nada. —Caminé hacia la puerta, pero Dante me ganó y la abrió por mí. Le di un rápido gracias antes de salir al vestíbulo—. Iré por mis padres para que puedan despedirse. —En realidad, me gustaría hablar con tu padre en privado antes de irme. Era inútil intentar conseguir información de su expresión, así que no me molesté. En su lugar, di zancadas hasta el final del pasillo y toqué la puerta de la oficina de mi padre. Las voces dentro murieron al instante y un momento después, mi padre abrió la puerta. Mamá estaba parada detrás de él. Por la mirada en su cara, pude darme cuenta que estaba ansiosa por bombardearme con preguntas, pero Dante estaba cerca de mí. —A Dante le gustaría hablar contigo —dije, luego volteé hacia Dante—. Hasta la fiesta de Navidad. —Consideré rozar mis labios contra sus mejillas, pero descarté inmediatamente esa idea. En su lugar, incliné la cabeza con una sonrisa antes de alejarme. Los tacones de mamá resonaron detrás de mí, luego llegó a mi lado. Enlazó nuestros brazos. —¿Cómo fue? Dante no se veía muy complacido. ¿Hiciste algo que lo ofendiera? 14 Le di una mirada. —Por supuesto que no. La cara de Dante está congelada en una sola expresión. —Shh. —Mamá miró detrás de nosotras—. ¿Qué tal si te escucha? No pensé que le importara. Mamá observó mi cara. —Deberías estar feliz, Valentina. Te ganas la lotería de los esposos, y estoy segura que hay un amante apasionado detrás del exterior frío de Dante. —Mamá, por favor. —Había sufrido dos conversaciones sobre sexo con mi madre hasta ahora: la primera, en la que intentó decirme sobre los pájaros y las abejas cuando tenía quince y ya bien enterada sobre las mecánicas del sexo. Incluso las chicas de escuelas católicas se enteraban de esa información en algún punto. Y la segunda, poco después de mi boda con Antonio. No pensé que sobreviviera a una tercera. Pero esperaba que tuviera razón. Gracias al desinterés de Antonio por las mujeres, nunca había tenido la oportunidad de disfrutar de un amante apasionado, o ningún amante en realidad. Estaba más que lista para deshacerme de mi virginidad, incluso si eso implicaba el riesgo de que Dante averiguara que mi primer matrimonio habíasido una farsa; pero cruzaría ese puente cuando llegara. 15 Dos Traducido por Anna Ancalimë Corregido por LizC ante me recogió a quince para las seis, como prometió. Ni un minuto más ni un menos. No había esperado otra cosa. Mis padres ya se habían ido unos cuantos minutos antes. Como el futuro jefe de la Organización, Dante no podía llegar muy temprano a la fiesta. Vestía otro traje azul marino de tres piezas con rayas azul claro y una corbata combinada. Me congelé por un momento cuando lo vi. Mi vestido también era azul marino. La gente pensaría que lo habíamos hecho a propósito, pero ahora no había nada que pudiera hacer. Había seguido una estricta dieta desintoxicante por tres días para entrar en el ajustado vestido con espalda descubierta; no iba a vestir otra cosa. A pesar de la larga falda lápiz que llegaba a mis pantorrillas, la abertura hasta mi muslo me permitió bajar las escaleras sin mucho problema. Los ojos de Dante hicieron una rápida evaluación. —Te ves hermosa, Valentina. —Estaba siendo educado. No había ninguna señal que en realidad me encontrara atractiva. —Gracias. —Sonreí y me adelanté. Tocó mi espalda baja para guiarme hacia el Porsche negro estacionado en la vereda y me tensé cuando su palma hizo contacto con la piel desnuda. No estaba segura pero creí oírlo soltar el aire bruscamente, y pensar que se podría sentir afectado por mí, junto con la sensación de su toque, envió un estremecimiento de placer por mi columna. Plantó su mano ligeramente en mi espalda y no dio más indicación de que lo hubiera sorprendido con mi desnudez parcial mientras me guiaba hacia el asiento del pasajero y abrió la puerta para mí. Me deslicé en ella, casi vertiginosa por el triunfo de haber obtenido una reacción del hombre de hielo. Una vez que nos casáramos, intentaría conseguirlas más seguido. D 16 Los otros invitados ya habían llegado cuando nos estacionamos frente a la mansión Scuderi. Podríamos haber caminado, si no fuera por los diez centímetros de nieve, los riesgos de seguridad y mis tacones. Dante no se había molestado charlar casualmente durante nuestro viaje. De todos modos, su mente parecía estar muy lejos. Cuando Dante puso su mano en mi espalda descubierta esta vez, no hubo reacción exteriorizada. Ludevica Scuderi abrió la puerta para nosotros. Su esposo Rocco, el actual Consigliere del padre de Dante, se elevaba detrás de ella con las manos sobre sus hombros. Ambos sonrieron ampliamente cuando nos invitaron a pasar al recibidor agradablemente cálido. Un árbol de navidad de casi tres metros decorado con ornamentos rojos y plateados dominaba el espacio. —Nos complace que hayan podido llegar —dijo Ludevica cálidamente. Rocco estrechó la mano de Dante. —Debo felicitarte por tu excelente gusto. Tu futura esposa se ve increíble, Dante. Era obvio que se estaban esforzando por ser amables. Aunque era deseable que un nuevo Capo mantenga al Consigliere de su predecesor, no era una tradición, así que Dante podía nominar un nuevo Consigliere cuando se hiciera cargo después de su padre. Dante inclinó la cabeza y volvió su mano a mi espalda. —En efecto lo es —dijo con simpleza, mientras todo lo que yo podía hacer era sonreír. Ludevica atrapó mis manos. —Nos alegramos cuando nos enteramos que Dante te había escogido. Después de todo lo que has pasado, es justo que el destino te compense. No estaba segura qué responder a eso. Tal vez estaba siendo sincera. Era difícil de decir. Después de todo, habían intentado originalmente casar a Gianna con Dante. —Gracias. Es muy amable de su parte. —Vamos adentro. La fiesta no es en el recibidor —dijo Rocco, haciéndonos señas para que nos adelantemos hacia la sala de estar. Risas y voces venían desde adentro. 17 —Aria está muy emocionada de verte de nuevo —dijo Ludevica mientras entrábamos a la sala de estar. No tuve tiempo de expresar mi sorpresa por la presencia de Aria, porque al momento en que nos vio la multitud, la gente se arremolinó alrededor de nosotros para felicitarnos por nuestro compromiso y la boda próxima. Mientras estrechaba manos, escaneé la habitación. Aria estaba parada en el otro extremo del amplio salón, junto a otro árbol de navidad enorme y un no menos enorme esposo Luca quien tenía una posesiva mano en su cintura. No vi por ninguna parte a Gianna y su prometido Matteo. Si los chismes de mi madre eran ciertos, los Scuderi estaban preocupados que su hija del medio pudiera hacer una escena. Dante movió su pulgar por mi espalda, sorprendiéndome. Mis ojos cayeron inmediato en él, luego en la pareja frente a nosotros, a quien había ignorado por completo por mirar. Les di mi sonrisa más brillante y atraje a Bibiana en un abrazo. —¿Cómo estás? —susurré. Ella me apretó brevemente, luego se retiró y forzó una sonrisa. Esa era la mejor respuesta que conseguiría en presencia de otras personas. Su esposo Tommaso, que era treinta años mayor que ella, calvo y con sobrepeso, besó mi mano, lo que habría estado bien excepto por la mirada en sus ojos. Suspicaz era la mejor palabra para describirlo. Los dedos de Dante en mi espalda se tensaron y me arriesgué a mirarlo, pero su expresión era la máscara distante de siempre. Fijó sus ojos en Tommaso y el hombre se retiró con Bibiana rápidamente. Un mesero llevando una bandeja de bebidas se detuvo junto a nosotros y Dante agarró una copa de champaña para mí y un escocés para él. Ahora que la arremetida de buenos deseos había terminado finalmente, Luca y Aria cruzaron el salón hasta nosotros. La actitud de Dante cambió ligeramente como un tigre que acaba de oler a otro depredador en su territorio. En lugar de tensarse, se relajó como para mostrar que no estaba preocupado, pero sus ojos eran alertas y calculadores. Luca y Dante estrecharon las manos, ambos con aquellas irritantes sonrisas de tiburón en sus rostros. Ignorándolos, le sonreí a Aria, honestamente alegre de verla otra vez. Habían pasado meses. Se veía mucho más relajada que en su boda. —Te ves fantástica —le dije a medida que la abrazaba. Estaba vistiendo un vestido rojo oscuro que resaltaban su cabello rubio y su piel pálida hermosamente. No era sorprendente que Luca no pudiera dejar de mirarla. —También tú —dijo ella mientras retrocedía—. ¿Puedo ver la espalda? Me di la vuelta para ella. 18 —Guau. ¿No se ve increíble? Esa pregunta estaba dirigida a Luca y dio lugar a una incómoda pausa en la que la tensión subió hasta el cielo. Dante envolvió su brazo en mi cintura, sus ojos fríos en Luca, quien tomó la mano de Aria, la besó y dijo en voz baja: —Sólo tengo ojos para ti. Aria me lanzó una sonrisa avergonzada. —Necesito buscar a Gianna, pero me encantaría hablar contigo después. —Está bien —dije, contenta cuando ella y Luca se alejaron. De todos modos, con los hombres cerca, Aria y yo no seríamos capaces de hablar. Me giré hacia Dante. —No te agrada. —No es cuestión de agrado. Es más auto-preservación y una saludable dosis de sospecha. —Ese es el espíritu navideño —dije, sin intentar ocultar mi sarcasmo. De nuevo, un indicio de diversión hizo que las esquinas de la boca de Dante se crispen, luego desapareció. —¿Te gustaría algo de comer? —Definitivamente. —Después de los últimos días de tortuosa dieta, estaba famélica. Cuando avanzamos a través de la multitud, me di cuenta que la actual cabeza de la Organización no estaba presente—. ¿Dónde está tu padre? —No quería robarnos el espectáculo. Ahora que está bien y retirado, prefiere alejarse del ojo público —dijo Dante irónicamente. —Entendible. —Estas funciones sociales eran agotadoras. Tenías que ser muy cuidadoso con lo que decías y hacías, incluso más como cabeza de la Organización. Por las miradas duras que algunas de las mujeres me estaban lanzando, supe que estaba siendo su tema favorito en este momento. Sabía loque estaban diciendo detrás de sus manos: ¿Por qué Dante Cavallaro había escogido una viuda en lugar de una joven e inocente novia? Eché un vistazo a su impasible rostro: los duros ángulos de sus pómulos, el cálculo y la vigilancia en sus ojos, y me encontré deseando una vez más que la respuesta a esa pregunta fuera algo más que lógica pura. 19 El buffet estaba lleno de bocadillos italianos. Tomé una rebanada de panetón para mí, pues estaba desesperadamente necesitada de dulces. Como siempre, me supo a gloria. Lo había preparado unas cuantas veces, pero nunca me había salido tan bien como los de Ludevica Scuderi. —Dante —dijo una agradable voz femenina detrás de nosotros. Dante y yo nos giramos al mismo tiempo. Su hermana Ines, con quien había intercambiado sólo unas cuantas palabras en todos estos años, ya que nos separaban nueve años, estaba parada frente a nosotros. Estaba embarazada, probablemente en su tercer trimestre si mi suposición era correcta. Al otro lado de la habitación, sus mellizos, un niño y una niña, estaban ocupados jugando con Fabiano Scuderi quien tenía la misma edad. Ines tenía el mismo cabello lacio de Dante y se llevaba con la misma fría impasibilidad, pero cuando sus ojos se fijaron en mí, fueron, no necesariamente cálidos, pero amigables—. Y Valentina. Es bueno verte. —Ines —dije con una sonrisa—. Te ves radiante. Ella tocó su vientre. —Gracias. Ha sido un reto encontrar lindos vestidos que me entren con esta barriga. Tal vez puedes ayudarme a comprar uno para tu boda. —Me encantaría. Y si no te importa, me encantaría que me acompañes cuando vaya a buscar un vestido de novia. Sus ojos azules se abrieron por completo. —¿Todavía no tienes uno? Me encogí de hombros. Claro que todavía tenía el de mi boda anterior, pero no pretendía usarlo de nuevo. Eso atraería la mala suerte. —Aún no, pero iré a buscar uno la semana siguiente, ¿si estás libre? —Cuenta conmigo —dijo ella. Sus ojos se habían vuelto mucho más cálidos. Se veía mucho más joven que sus treinta y dos e incluso aunque estaba embarazada, no parecía haber ganado ni un gramo de peso. Me pregunté cómo lo hacía. Tal vez buenos genes. Yo definitivamente no había sido bendecida con ellos. Sin los ocasionales días o semanas de dieta, y ejercicio regular, ganaría peso en un instante. —Maravilloso. —Por la esquina de mi ojo, vi a Dante observándonos con mediano interés. Esperaba que estuviera feliz de que su hermana y yo nos lleváramos bien. Sabía que su fallecida esposa e Ines habían sido amigas. A menudo las había visto riendo juntas en eventos sociales. —¿Dónde está tu esposo? —preguntó él eventualmente. 20 —Oh, Pietro salió a fumar con Rocco Scuderi. No quería molestarte ni a tu futura esposa. Un músculo en la mejilla de Dante saltó. —Puedes ir a buscarlo, si tienes negocios que discutir —dije rápidamente—. Estaré bien por mi cuenta. Probablemente debería ir a hablar con Aria. ¿Tal vez quisiera unírteme, Ines? Ines sacudió la cabeza, con los ojos en sus mellizos que estaban en un ardiente argumento entre ellos. —Necesito detener eso o habrán lágrimas y narices sangrando. —Me lanzó una rápida sonrisa, luego se apresuró a sus niños discutiendo. Dante no se había movido todavía de mi lado. —¿Estás segura? —Sí. Asintió. —Volveré pronto. —Lo vi dirigirse hacia la puerta de la terraza y desaparecer al exterior. Ahora que se había ido, pude ver que muchas de las mujeres habían girado su atención más abiertamente a mí. Tenía que encontrar a Aria o Bibiana rápidamente antes de que una de ellas me atrajera a una incómoda conversación. Deambulé entre los otros invitados, dándoles sólo las más breves sonrisas. Eventualmente, encontré a ambas, Aria y Bibiana, en la recepción en una silenciosa esquina. —Ahí están —dije, sin intentar ocultar mi alivio. —¿Qué pasa? —preguntó Aria con el ceño fruncido. —Siento que todo el mundo está hablando de mí y Dante. Dime si estoy imaginando cosas. Bibiana sacudió la cabeza. —No lo haces. La mayoría de las viudas no son tan afortunadas como tú. —Lo sé, pero aun así. Desearía que no actuaran tan sorprendidas por mi compromiso. —Pasará —dijo Aria, luego hizo una mueca—. Pronto, Gianna estará en el foco de los chismes diarios. 21 —Lo siento. Oí que hubo una escena en la fiesta de compromiso de Gianna. Aria asintió. —Sí, Gianna tiene problemas ocultando su negativa a casarse. —¿Es por eso que Matteo Vitiello no está aquí? —preguntó Bibiana. También me preguntaba eso, pero no quería ser curiosa. —No. Pero desde la muerte de Salvatore Vitiello, Matteo es el segundo a cargo y tiene que quedarse en Nueva York cuando Luca no está allí. —Busqué en su cara alguna señal de la tensión que había oído en su voz, pero había aprendido a ocultar sus emociones. ¿Luca estaba teniendo problemas en Nueva York? Era joven para ser un Capo. Tal vez algunas fuerzas en Nueva York estaban intentando amotinarse. Una vez, Aria podría haberme dicho, pero ahora yo era la prometida del futuro Jefe de la Organización de Chicago, tenía que ser cuidadosa en lo que decía. Tal vez estábamos intentando trabajar juntos, pero Nueva York y Chicago definitivamente no eran amigos. —Eso tiene sentido —dije. Bibiana me miró. Ella también debe haber entendido la tensión en las palabras de Aria. Los ojos azules de Aria se abrieron por completo. —¡Ni siquiera me has mostrado aún tu anillo de compromiso! Levanté la mano. —Es hermoso —dijo Aria. —Lo es. Dante lo escogió para mí. —Mi segundo anillo de compromiso, y la segunda vez que no era un símbolo de amor—. ¿Cuánto tiempo te quedarás en Chicago? ¿Tienes tiempo para ir por un café? —Nos iremos mañana en la mañana. Luca quiere volver a Nueva York. Pero vendremos a tu boda unos cuantos días antes, así que tal vez podríamos salir a tomar un café entonces, ¿a menos que estés muy ocupada? —No, no será una gran celebración, así que tendré tiempo. Dame una llamada cuando sepas más. —Lo haré. —¿Qué hay de ti Bibiana, tienes tiempo para venir mañana? Tampoco hemos tenido oportunidad de hablar en mucho tiempo. Bibiana se mordió el labio. 22 —Creo que puedo. Ahora que eres tan buena como la esposa del Jefe, Tommaso no puede decir no. —Exactamente —dije, antes de girarme hacia Aria—. ¿Dónde está Luca? Aria miró alrededor. —Quería hablar con mis padres sobre la boda de Matteo y Gianna. Está tomando más del que esperaba. ¿Cancelarían el compromiso? Eso sería el chisme del año. No podía imaginar que se arriesguen a ello, sin importar lo indispuesta que estaba Gianna. Dante apareció en el umbral de la sala de estar, sus ojos fijos en mí. —Creo que debo irme —dije. Abracé a Aria y Bibiana antes de caminar hacia Dante. Me detuve frente a él—. ¿Nos vamos? Dante se veía increíblemente tenso. —Sí. Pero si quieres quedarte, puedes irte luego con tus padres. Eso daría lugar a más rumores. No podías aparecer a una fiesta con tu prometido e irte sin él. —No creo que eso sea sabio. El entendimiento cubrió su rostro. —Por supuesto. —¿Está todo bien? —pregunté, de vuelta en al auto. Ahora que estábamos comprometidos, pensé que estaría bien de mi parte preguntarle. Sus dedos alrededor del volante se tensaron. —Los rusos nos están dando más problemas de lo normal, y en realidad no ayuda que Salvatore Vitiello muriera en este momento crítico y que Nueva York tenga que lidiar con un Capo nuevo. 23 Lo miré, sorprendida. Cuando le pregunté, no había esperado una respuesta detallada. A la mayoría de los hombres no les gustaba hablar de negocios con sus esposas, y ni siquiera estaba casada con Dante aún. Los ojos de Dante se dirigieron hacia mí. —Te ves sorprendida. —Lo estoy —admití—. Gracias por darme una respuesta honesta. —Creo que la honestidad es la clave para un matrimonio funcional. —No en los matrimonios que conozco—dije irónica. Dante ladeó la cabeza. —Cierto. —Entonces, ¿no crees que Luca sea un buen Capo? —Es un buen Capo, o lo será cuando se deshaga de sus adversarios. Lo dijo clínicamente. Como si deshacerse no significara matar a otras personas porque fueran molestas o un riesgo al poder de uno. —¿Eso es lo que harás cuando te conviertas en el Jefe de la Organización? —Sí, si es necesario, pero he probado mi reclamación al liderazgo en los últimos años. Soy considerablemente mayor que Luca. Pero aun así el más joven Jefe en la historia de la Organización. La gente también lo pondría a prueba. Dante estacionó frente a la casa de mis padres. Apagó el motor, salió y rodeó la parte delantera del auto antes de abrir mi puerta. Tomé su mano y me paré, dejando nuestros cuerpos tan cerca por un momento que habría sido fácil besarlo. Luego él retrocedió, reestableciendo la distancia apropiada entre nosotros antes de guiarme hacia la puerta. Me giré para encararlo. —Nunca te veo con un guardaespaldas. ¿No es arriesgado salir por tu cuenta? Dante sonrió oscuramente. —Estoy armado, y si alguien quiere tomarme desprevenido, deja que lo intenten. —Eres el mejor disparando en la Organización. —Entre los mejores, sí. 24 —Bien, supongo que entonces puedo sentirme a salvo. —Lo dije como una broma, pero los ojos de Dante se vieron mortalmente serios. —Estás a salvo. Dudé. ¿No intentaría besarme? Nos casaríamos en cuatro semanas. No era como si necesitáramos estar lejos el uno del otro para guardar el decoro. Cuando se hizo claro que Dante no haría el primer movimiento, me adelanté a él y besé su mejilla. No me atreví a mirar su rostro, en su lugar, abrí la puerta, entré y la dejé cerrarse detrás de mí. Esperé unos cuantos instantes antes de espiar por la ventana junto a la puerta. El auto de Dante se alejaba. Me pregunté por qué no había intentado besarme. ¿Era porque aún no estábamos casados? Tal vez él creía que era inapropiado acercarnos físicamente antes de la boda. ¿O tal vez seguía enamorado de su esposa? Ni siquiera había mirado su mano para ver si se había quitado su viejo anillo de bodas. ¿Era por eso que hoy las personas habían hablado sobre mí? 25 Tres Traducido por Anna Ancalimë Corregido por LizC ibiana vino la tarde siguiente, sus ojos rojos por llorar. La hice entrar a la biblioteca y la acomodé en el sofá de cuero. —¿Qué pasó? —Tommaso está molesto porque aún no estoy embarazada. Quiere que vaya a un doctor para ver qué pasa. Ya habían estado casados por casi cuatro años, pero Bibiana había estado tomando anticonceptivos en secreto. —Tal vez no sería malo que te embaraces. Si tienes un bebé, tendrías a alguien a quien amar y que te corresponda. —Envolví un brazo alrededor de ella. Los últimos años viendo a Bibiana más y más deprimida por su matrimonio con Tommaso habían sido desoladores. Deseé que hubiera algo que pudiera hacer por ella. —Tal vez tienes razón. Y tal vez Tommaso no me toque si tengo una gran panza. —Sacudió la cabeza—. No hablemos de esto. Quiero olvidar mis problemas por un instante. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo van los preparativos de la boda? Me encogí de hombros. —Mi madre alquiló un salón en un hotel. Lo único que necesito es comprar un vestido de novia. —¿Comprarás uno blanco de nuevo? —No lo creo. Mi madre no cree que sea apropiado. Tal vez color crema. Eso estaría bien. Bibiana resopló. —Creo que es ridículo que no puedas usar un vestido blanco sólo porque estuviste casada antes. No es como si hubiera sido un matrimonio real. B 26 —Shh —siseé, mis ojos yendo de inmediato hacia la puerta cerrada de la biblioteca. Le había dicho a Bibiana sobre la verdadera naturaleza de mi matrimonio con Antonio tiempo atrás—. Sabes que nadie puede saberlo. —No entiendo por qué estás intentado protegerlo. Está muerto. Y te usó como un medio para un fin. Ahora deberías cuidar de ti. —Me estoy cuidando. Ayudé a Antonio a traicionar la Organización. Ser gay es un crimen, lo sabes. —Es ridículo. —Lo sé, pero la mafia no cambiará pronto, sin importar cuánto lo queramos. —Si no quieres decirle a Dante sobre eso, entonces, ¿qué vas a hacer en tu noche de bodas? ¿No estás preocupada de que se dé cuenta que nunca consumaste tu matrimonio con Antonio? —Tal vez no se dé cuenta. —Si es parecido a mi primera vez, entonces lo hará. —Tommaso te trató horriblemente. No lo querías, así que obviamente sangraste. Todavía sigo furiosa cuando pienso en ello. Bibiana tragó con fuerza. —Lo que está hecho, hecho está. En serio deseo haberme casado con un homosexual. —Rio amargamente. Tomé su mano. —Tal vez tienes suerte y a Tommaso le da un ataque al corazón o los rusos le disparen. —Ni siquiera era una broma. Quería que Bibiana se librara de ese hombre. Bibiana sonrió. —¿Qué tan triste es que de hecho estoy esperando que eso pase? —Por supuesto que lo quieres muerto. Lo entiendo. Todo el mundo lo haría. Escaneó mi rostro. —¿Y qué hay de ti? ¿Quieres dormir con Dante? —Definitivamente. No puedo esperar. —Mis mejillas se calientan, pero era la verdad, y no veía nada de malo en querer tener sexo con mi futuro esposo. Después de todo, Dante era un hombre atractivo. —Entonces tal vez deberías hacer preparaciones para asegurarte que Dante no se dé cuenta que tu primer matrimonio fue un show. 27 —¿Qué? ¿Encontrar un tipo con quién dormir? No engañaré a Dante. Creo que el sexo pertenece al matrimonio. —A pesar de mis mejores intenciones de no tomarme a pecho todo lo que mi madre me enseñó y no dejar que las estrictas palabras de mis profesores católicos anidaran en mi cerebro, no podía imaginarme estando cerca de alguien con quien no estuviera prometida. Bibiana soltó una risa ahogada. —No era a eso a lo que me refería. —Bajó la voz, su piel tornándose roja—. Pensé que podrías usar un vibrador. Por un momento, no supe qué decir. Nunca había considerado algo como eso. —¿Dónde conseguiría un vibrador? No puedo pedirles a los guardaespaldas de mi padre que me lleven a un sex-shop. Mi madre se moriría de la vergüenza si se enterara. —Y yo probablemente moriría de la vergüenza al entrar a dicha tienda. —Desearía poder conseguírtelo, pero si Tommaso se entera, estaría furioso. —Los moretones en los pómulos de Bibiana del anterior arrebato de Tommaso aún no habían desaparecido. —Es probablemente lo mejor. De todas formas, no me agrada la idea de tener sexo con un objeto inanimado. Me las arreglaré. —De todas maneras, Dante probablemente estará demasiado envuelto en sus propias necesidades para notarlo. Los hombres son así. Eso no era mucho consuelo. Esperaba que Dante también se preocupara de mis necesidades. Cuando el 5 de enero, el día de mi boda, finalmente llegó, sentí un cosquilleo de nerviosismo; no sólo por la noche de bodas. Sabía que esta era mi segunda oportunidad de un matrimonio feliz. La mayoría de las personas en nuestro mundo no tenían eso. Vivían sus vidas en uniones miserables hasta que la muerte los separaba. Mientras caminaba por el pasillo en mi vestido de lentejuelas color crema, me sentí más esperanzada de lo que lo había estado en mucho tiempo. Dante se veía sofisticado en su traje negro y chaleco. Sus ojos nunca me dejaron, y cuando mi padre me entregó a él, estaba segura que vi un indicio de aprobación y aprecio en su 28 expresión. Su mano se sintió cálida alrededor de la mía y la pequeña sonrisa que me dio antes que el sacerdote comenzara su sermón me hizo querer pararme de puntillas y besarlo. Mi madre estaba llorando fuertemente en la primera fila. Lucía como si no pudiera estar más feliz, y mi padre estaba prácticamente rebosando de orgullo. Sólo mi hermano Orazio, quien había llegado sólo dos horas atrás desde Cleveland, donde tenía trabajo que hacer para la Organización, lucía como si no pudiera esperarpara irse. Preferí la vista de las sonrisas motivadoras de Bibiana y Aria. Mientras el sacerdote hablaba, seguí lanzando miradas a Dante y lo que vi me destrozó el corazón. A momentos, la angustia cubría su expresión. Ambos habíamos perdido a alguien, pero para Dante la persona había sido el amor de su vida, si los rumores eran ciertos. ¿Podía alguna vez competir con eso? Cuando fue hora de nuestro beso, Dante se inclinó sin dudar y presionó sus cálidos labios contra los míos. Definitivamente no se sentía como un hombre de hielo. Las palabras de mamá aparecieron en mi mente y un estremecimiento de emoción me recorrió. Tal vez no podía hacer que Dante olvide a su primera esposa, y no quería hacerlo, pero podía ayudarlo a seguir adelante. Después de la misa, todos condujimos al hotel para las consecuentes celebraciones. Era el primer instante de privacidad que Dante y yo teníamos como una pareja casada. No sostuvo mi mano a medida que conducía, pero probablemente no era del tipo de hombre que era demasiado íntimo. Lo que más me preocupaba era la tensión en su mandíbula y el acero en sus ojos. —Creo que salió bien, ¿cierto? —dije cuando el silencio se hizo demasiado opresivo. Los ojos de Dante fueron rápidamente a mí. —Sí, el sacerdote hizo un buen trabajo. —Desearía que mi madre no hubiera llorado tanto. Generalmente es mejor para controlarse. Dante sonrió tensamente. —Está feliz por ti. 29 —Lo sé. —Hice una pausa—. ¿Tú estás feliz? —Sabía que era una pregunta arriesgada. Su rostro se cerró visiblemente. —Por supuesto que estoy feliz con esta unión. Esperé por algo más pero el resto del viaje pasó en silencio. No quería empezar nuestro matrimonio con una pelea, así que lo dejé pasar. Cuando salimos del auto y fuimos hacia la entrada, Dante tocó mi espalda. —Te ves muy hermosa, Valentina. —Lo miré, pero su mirada estaba directa al frente. Tal vez se había dado cuenta de lo frío que se había estado comportando en el auto y se sintió culpable. El salón de bailes del hotel estaba hermosamente decorado con rosas rosadas y blancas. Dante mantuvo su mano en mi espalda baja mientras hacíamos nuestro camino hasta la mesa bajo los vítores de nuestros invitados. La mayoría de ellos había llegado antes que nosotros y ya se habían acomodado en sus mesas. Nosotros compartíamos mesa con mis padres y hermano, y los padres de Dante así como su hermana y esposo. No había hablado con los padres de Dante, excepto por unas cuantas ocasiones de charla trivial. Sin embargo, habían sido lo suficientemente agradables. Mi hermano Orazio hizo de cuenta que estaba ocupado con algo en su iPhone, pero sabía que sólo estaba intentado evitar las preguntas de nuestro padre. Aria y Luca, Matteo y Gianna, así como la familia Scuderi ocupaban la mesa a nuestra derecha. Aria me dio una sonrisa antes de volver su mirada vigilante a su hermana y Matteo que parecían al borde de una pelea. Esos dos tendrían un matrimonio infernal. Aunque a Matteo parecía tenerle sin cuidado las miradas asesinas que Gianna le lanzaba. —Se ven hermosos juntos —dijo Ines, atrayendo mi atención a nuestra mesa. Dante me consideró con una expresión indescifrable. Los meseros escogieron ese momento para entrar al salón con platos. Luego de la cena de cuatro platos, fue finalmente hora de nuestro baile. Dante me guio a la pista de baile y me empujó contra su pecho. Le sonreí. Se sentía cálido y fuerte, y era un buen bailarín. Olía perfecto, como cálida brisa de verano y algo muy masculino. No podía esperar a compartir la cama con él, para ver lo que se ocultaba debajo de la tela de su costoso traje. Si hubiéramos estado a solas, habría descansado mi mejilla contra su hombro, pero todo el mundo nos miraba, y dudaba que a Dante le gustara mostrar intimidad en público. 30 Por supuesto a nuestros invitados no les importaba. Pronto empezaron a gritar—: ¡Bacio, bacio! Dante me miró con una ceja levantada. —¿Honramos sus deseos o los ignoramos? —Creo que deberíamos hacer honor a sus deseos. —De verdad, en serio, quería honrar sus deseos. Dante apretó su agarre en mi espalda y presionó firmemente sus labios en los míos. Sus ojos azules estaban fijos en mí y por un instante, estaba segura que vi algo cálido en ellos. Pero entonces los invitados inundaron la pista para unírsenos en el baile y nuestro beso terminó. Poco después, Fiore Cavallaro me pidió bailar y Dante tuvo que bailar con su madre. Sonreí a mi suegro, insegura de cómo actuar alrededor de él. Tenía la misma impasibilidad que Dante. —Mi esposa y yo habíamos esperado que Dante escogiera a alguien que no hubiera estado casada antes. La sonrisa en mi cara se hizo difícil de mantener, pero no quería que la gente se diera cuenta que Fiore había dicho algo que me hirió. —Entiendo —dije silenciosamente. —Pero su razonamiento nos convenció. Dante necesita un heredero pronto y alguien no tan joven podría ser una mejor madre para nuestros nietos. Asentí. Su lógica fría era algo que odiaba con cada gramo de mi ser. No que pudiera decirle eso. —No pretendo sonar cruel, pero este es un matrimonio por conveniencia, y estoy seguro que sabes lo que se espera de ti. —Así es. Y estoy ansiosa de tener hijos con Dante. —Era cierto. Siempre había querido niños. Había considerado incluso la fertilización in-vitro cuando había estado casada con Antonio, pero quería la oportunidad de conocer mejor a Dante antes de intentar embarazarme. Naturalmente, tampoco podía decirle eso a su padre. Mi hermano siguió a Fiore, como se esperaba—. Me alegra que pudieras venir —le dije a medida que elevaba la mirada hacia él. Tenía mis ojos verdes oscuros y el cabello casi negro, pero esas eran las únicas similitudes entre nosotros. Nunca habíamos sido cercanos, aunque no por falta de intentos de mi padre. No estaba segura que eso cambiaría alguna vez. Él resentía a mi padre por mimarme, y a veces, creía que me resentía por haberlo tenido más fácil que él. 31 —No puedo quedarme mucho tiempo —dijo simplemente. Asentí, no habiendo esperado otra cosa. Orazio evitaba a nuestro padre tanto como era posible. Estuve agradecida de que Pietro, el esposo e Ines, me pidiera bailar. Era un hombre tranquilo y no me pisó, así que no me hubiera molestado bailar con él hasta el final de la velada para evitar conversaciones incómodas. Por supuesto, eso habría sido completamente inapropiado. Después de mi baile con Pietro, la hospitalidad dictaba que tenía que bailar con la cabeza de Nueva York. Aunque Aria ahora parecía perfectamente cómoda con Luca, yo definitivamente no lo estaba. Sin embargo, acepté su mano cuando la sostuvo hacia mí. No estaba sonriendo. Sólo había visto ligeros destellos de una sonrisa verdadera cuando miraba a Aria. Dante era alto y musculoso, pero con Luca incluso yo tenía que ladear la cabeza hacia atrás para mantener el contacto visual. Sabía que la gente nos observaba mientras bailábamos. Especialmente la acerada mirada de Dante siguió cada movimiento que hicimos, incluso aunque estaba bailando con Aria. No que Luca se viera mucho más feliz por el hecho de que Dante estuviera abrazando a Aria. Los hombres en nuestro mundo eran posesivos. Los hombres como Dante y Luca eran otra cosa completamente diferente. Cuando una canción terminó y la siguiente comenzó, apenas pude ocultar mi alivio. Luca tenía una expresión conocedora en el rostro. Probablemente estaba acostumbrado a que la gente se sintiera incómoda en su presencia. Mi siguiente pareja de baile era Matteo. No lo conocía muy bien, pero había oído de su temperamento y su habilidad con el cuchillo. —¿Puedo? —preguntó con una reverencia exagerada. Hice una genuflexión de vuelta en broma. —Por supuesto. La sorpresa destelló en sus ojos. Me empujó contra él con una sonrisa de tiburón. Más cerca de lo que Luca se había arriesgado.Más cerca de lo que cualquier hombre se habría arriesgado. —Creo que vi a tu esposo justo ahora crisparse un poco —murmuró—. Supongo que eso es el equivalente a un arrebato emocional para un hombre tan frío como él. Exhalé, intentado aguantar la risa. —No te gusta irte por los arbustos, ¿cierto? Sus ojos oscuros titilaron con pícara alegría. 32 —Oh, no te preocupes, me gusta irme por los arbustos lo suficiente. Estallé en carcajadas. Y no una restringida y femenina risa. Era una risa aguda. —Estoy bastante segura que eso fue inapropiado. Pude sentir unas cuantas cabezas girando en nuestra dirección, pero no pude contenerme. —Tienes razón. Me advirtieron que me comportara alrededor de la esposa del Jefe para no causar una riña entre Nueva York y Chicago —dijo con ligereza. —No te preocupes, no te venderé. Matteo guiñó. —Me temo que es demasiado tarde para eso. —Creo que de nuevo es mi turno —dijo Dante, apareciendo a nuestro lado, su dura mirada fija en Matteo, quien se veía completamente imperturbable. Matteo dio un paso atrás. —Por supuesto. ¿Quién podría mantenerse alejado por mucho tiempo de tal belleza morena? —Se inclinó sobre mi mano y la besó. Me tensé, no por el beso, sino por la mirada en los ojos de Dante. Deslicé mi mano en las suyas rápidamente y las apreté, y de repente Aria estaba a nuestro lado. —Matteo, ahora deberías bailar conmigo. —Lo hizo, y Aria lo alejó inteligentemente de Dante y de mí. —¿Pensé que querías bailar conmigo? —dije en un tono forzadamente casual, mirando el rostro duro de Dante. Sus ojos azules se fijaron en mí. Envolvió su brazo alrededor de mí y comenzó a movernos al ritmo de la música. No estaba segura de cuál había sido la fuente de su ira: los celos o el irrespeto de Matteo. —¿Qué dijo? —preguntó Dante eventualmente. —¿Qué? —¿Qué te hizo reír? Tal vez los celos eran la fuerza más fuerte después de todo. Eso me hizo irracionalmente feliz. —Hizo una broma sobre arbustos. 33 El entendimiento llenó la cara de Dante. —Debería ser más cuidadoso. —La amenaza era obvia. Qué bueno que Matteo y Luca no lo habían oído. —Creo que está un poco tenso por los problemas entre Gianna y él. —Por lo que he oído, siempre ha sido volátil, incluso antes de su compromiso con la chica Scuderi. —No todos son tan controlados como tú —dije enfáticamente. Levantó sus cejas pero no dijo nada en respuesta. Poco después de la medianoche, Dante y yo no excusamos. El hotel nos había ofrecido su más grande suite para la noche, pero Dante prefirió volver a casa y estuve verdaderamente agradecida. Estaba ansiosa de finalmente mudarme a la casa de Dante. Aunque, también estaba preocupada dado que la había compartido con su difunta esposa. Probablemente estaba llena de muchos recuerdos. Bibiana cruzó los dedos a medida que la pasaba, y no pude evitar sonreír. 34 Cuatro Traducido por DariiB Corregido por LizC staba contenta de que fuera el momento de nuestra noche de bodas. Mi primera noche de bodas real. Había esperado demasiado tiempo. De camino a la mansión de Dante en el Goldcoast de Chicago, ninguno de los dos habló. Parecía haberse convertido en una detestable tradición para nosotros. Me entretuve mirando el tráfico por la ventana del pasajero, mientras trataba desesperadamente ocultar mi creciente nerviosismo. ¿Era posible sentir emoción y temor al mismo tiempo? Dante bajó la velocidad a medida que nos acercábamos a la gran mansión marrón claro de tres pisos. Unas puertas de hierro forjado se abrieron cuando Dante presionó un botón en el salpicadero y entramos, luego se dirigió hacia el garaje doble. La mansión de mi familia no estaba muy lejos. Era más pequeña que la casa de Dante, como era de esperar. El subjefe no podía tener una casa más grande que su Capo. Después que Dante hubiera estacionado junto a una Mercedes SUV, salió. Rodeó el auto y me abrió la puerta, me tendió la mano y me ayudó a salir, lo que fue difícil con mi vestido. Su mano era cálida y firme. Siempre me sorprendía no encontrar su piel helada como su persona. Me soltó en cuanto estuve de pie, y casi intenté alcanzar su mano pero me detuve. No quería presionarlo. Quizás sólo podía relajarse tras puertas cerradas. Me condujo por una puerta lateral hacia el vestíbulo de la mansión. El piso y las escaleras eran de madera oscura y una araña de luces emitía un suave resplandor sobre nosotros. Estaba extrañamente silencioso. Sabía que Dante tenía una criada y una cocinera que manejaban la casa por él. —Le di a Zita y Gaby el día libre —dijo bruscamente. ¿Podía leerme tan fácilmente? —Eso es bueno —dije, luego me estremecí por cómo pudo haber sonado. No era como si hubiera pensado que entretendríamos la casa entera con nuestros ruidos E 35 en el dormitorio, pero prefería tener completa privacidad para nuestra primera noche juntos. Dante se dirigió directamente a la escalera, luego se detuvo con una mano en la barandilla para mirarme. Me había detenido a medio vestíbulo pero me apresuré rápidamente hacia él y lo seguí escaleras arriba. Mi estómago se agitó con nervios. Esta era mi segunda noche de bodas, pero era casi tan inexperta como todos esos años atrás, cosa que realmente esperaba que cambiara esta noche. Antonio y yo nos habíamos besado ocasionalmente al inicio de nuestro matrimonio, e incluso había tocado mis pechos por encima de mi camisón de dormir un par de veces, pero cuando entendí que él en realidad no tenía interés, abandonamos esos inútiles intentos de intimidad. Quería ser una verdadera esposa, una verdadera mujer y, a diferencia de Antonio, sabía que Dante era perfectamente capaz de consumar nuestro matrimonio. Pero ese también era mi problema. ¿Qué tal si Dante se daba cuenta que era virgen? ¿Podía escondérselo? Quizás si le pidiera apagar las luces, podía ocultar mi incomodidad o echarle la culpa a los nervios por estar con alguien más además de Antonio. Pero, ¿qué tal si sentía mi himen? ¿Qué le diría entonces? Debí haber usado un vibrador para deshacerme de él, pero mi parte romántica no quería perder mi virginidad con un aparato. Era ridículo. Mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando Dante abrió la puerta del dormitorio principal e hizo un gesto de invitación para que entre. Pasé por delante de él, mi vestido de novia silbando gentilmente con el movimiento. Le dirigí una mirada rápida de paso para evaluar su estado de ánimo, pero como era habitual su expresión era ilegible. La cama tamaño king era de madera negra con sábanas de satén negro. Por un momento me pregunté si él había escogido el negro desde la muerte de su esposa. Y luego un peor pensamiento llegó: ¿era la misma cama que había compartido con su primera esposa? —El baño está por esa puerta —dijo Dante, con un cabeceo hacia una puerta de madera oscura a mi derecha. Vacilé. ¿Quería que me refrescara? Cerró la puerta del dormitorio y empezó a aflojar su corbata. ¿No quería desvestirme? Se dirigió a la ventana y miró hacia fuera, dándome la espalda. Capté la indirecta. Decepcionada, entré al baño de mármol. Era de mármol negro, así que quizás a Dante simplemente le gustaba el negro. Avancé hacia la ventana que daba a la misma dirección que aquella en el dormitorio, preguntándome si Dante veía la misma vista que yo: el lago exuberante, las nubes negras salpicando el cielo azul nocturno, ocultando la luna llena, ¿o estaba más lejos, perdido en sus recuerdos? 36 La idea me hizo sentir incómoda, por lo que me alejé de la ventana y comencé a desvestirme antes de tomar una ducha rápida. Me había depilado las piernas en preparación para la boda como era tradición, así que no necesitaba afeitarme. Después de secarme, me puse el camisón de seda color ciruela que había comprado para la ocasión y cepillé mi cabello. Mi estómago se agitó otra vez connervios y emoción. Me tomé unos momentos para recomponerme, para lucir como la mujer experimentada que se suponía debía ser; luego regresé al dormitorio otra vez. Dante no se había movido de su lugar en la ventana. Me permití un momento para admirarlo en su traje negro. Lucía fuerte y sofisticado, intocable, con las manos en los bolsillos. Un hombre de hielo, frío, sin emociones, controlado. Me aclaré la garganta con nerviosismo y él se volvió hacia mí. Sus fríos ojos azules recorrieron mi cuerpo brevemente pero su expresión no cambió. No hubo ni siquiera un destello de deseo. No hubo nada. Bien podría haber sido tallado en piedra. Antonio por lo menos había elogiado mi belleza en nuestra noche de bodas. Incluso me había dado un beso, había tratado de fingir que podía desearme, pero rápidamente se volvió bastante obvio que el beso no le había hecho nada. Pero ¿qué detenía a Dante? Me desinflé internamente ante su reacción. Sabía que muchos hombres me encontraban agradable a la vista y nunca me habían visto así de ligeramente vestida, pero Dante no parecía estar interesado en mí. Sabía que su esposa no había lucido para nada como yo. Mientras yo era alta y morena, ella había sido pequeña con cabello castaño claro. —Puedes acostarte. Tomaré una ducha —dijo. Su mirada cambió por apenas un momento, pero entonces se fue dando zancadas hacia el baño y cerró la puerta tras él. Tratando de luchar con mi frustración, me acerqué a la cama y me deslicé bajo las mantas. Con Antonio, había sabido que no reaccionaría a mi cuerpo como yo quería, pero había pensado que sería diferente con Dante. Quizás necesitaba un momento para ordenar sus pensamientos. Hoy no pudo haber sido fácil para él. Había amado a su esposa y casarse de nuevo debe haber sido muy duro. Tal vez necesitaba una ducha para prepararse mentalmente para la noche de bodas. La ducha duró un largo tiempo y con el tiempo mis párpados se volvieron pesados. Intenté luchar contra el cansancio, pero en algún punto debo haberme quedado dormida porque desperté sobresaltada cuando la cama se hundió. Mis ojos se precipitaron hacia mi costado, donde Dante se estaba estirando. Su pecho estaba desnudo y no quise nada más que recorrer con mis manos su pecho y estómago firme ligeramente bronceado. Sus ojos fríos se posaron en mí. Era imposible decir lo que estaba pensando. ¿Intentaría tocarme ahora? 37 Me acosté boca arriba, esperando a que haga algo, nerviosa, emocionada y asustada. Tuve que contenerme para evitar hacer el primer movimiento. Eso habría sido demasiado atrevido. —Mañana tengo que levantarme temprano —dijo simplemente y luego apagó la luz y me dio la espalda. Estuve agradecida que la oscuridad ocultara mi sorpresa y decepción. Esperé unos minutos más para que cambie de opinión, para que reclame sus derechos, pero no lo hizo. Se acostó a mi lado tranquilo e inmóvil, con la espalda a unos cuantos centímetros de distancia de mi brazo. Un dolor me invadió y me di vuelta, alejándome de él. A Dante le gustaban las mujeres, entonces, ¿por qué no quería dormir conmigo? ¿Qué tenía de malo que, después de dos noches de bodas, todavía estaba intacta como nieve virgen1? No estaba segura si podía pasar de nuevo por esto. Quería experimentar la lujuria, quería ser deseada. Con Antonio, había sabido que tratar de seducirlo era una batalla perdida desde el principio, pero con Dante tenía que intentarlo al menos. Incluso si aún amaba a su esposa, era un hombre. Tenía deseos y yo era perfectamente capaz de darle lo que necesitaba físicamente, incluso si mantenía sus emociones bajo llave. Escuché su respiración tranquila. Aunque no nos estábamos tocando, podía sentir el calor que irradiaba de él. No era un hombre de hielo. Tenía que haber una manera de romper su máscara. 1 Nieve virgen: hace referencia a las primeras nevadas o a un sector de nieve que no ha sido pisado. 38 Cinco Traducido por DariiB Corregido por LizC ante no estaba en la cama cuando desperté la mañana siguiente. Su lado estaba frío cuando presioné mi palma contra él. Obligándome a controlar mi rabia, me aseguré que la puerta estuviera cerrada antes de deslizar mi mano en mi ropa interior. A lo largo de los años con Antonio, había aprendido a darme placer con mis dedos. Enterré mi cara en la almohada de Dante, inhalando su olor almizclado e imaginé que era él quien me tocaba a medida que me acariciaba hasta un orgasmo. Después, me tumbé boca arriba por un momento, mirando el techo fijamente, con ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Salí de la cama y me dirigí al baño, tomándome mi tiempo para lucir presentable. Elegí un vestido marrón ceñido al cuerpo que terminaba por encima de las rodillas y un lindo cárdigan de cachemira rojo. Incluso si a Dante no le importaba, me sentía más cómoda si ponía un poco de esfuerzo en mi ropa. Dejé la habitación, vacilé y miré hacia abajo por el largo pasillo, preguntándome lo que se escondía detrás de las otras puertas. Tendría que explorar en otro momento. En su lugar, me dirigí hacia la escalera. No estaba segura si me esperaban abajo para el desayuno. No conocía mi nuevo hogar, no conocía a la gente que trabajaba aquí, y lo peor de todo: no conocía al dueño de la casa, mi esposo. Las puertas dobles estaban entreabiertas y me aproximé a ellas, luego permanecí frente a ellas por un momento antes de caminar dentro. Había esperado que Dante ya se hubiera ido y estuve sorprendida cuando lo encontré sentado en la mesa del comedor en la gran sala de estar y comedor a la vez. Al igual que el resto de la casa, el piso era de madera oscura, las paredes de color beige claro, y el mobiliario oscuro e imponente. El periódico ocultaba la cara de Dante, pero lo bajó cuando me escuchó entrar. Mis tacones marrón resonaron en el piso de madera a medida que me acercaba a la mesa lentamente, insegura de cómo actuar a su alrededor. Antonio había sido primero mi amigo, y entonces mi esposo, pero no había nada entre Dante y yo. Éramos extraños. D 39 La mesa estaba puesta para dos personas, pero mi plato no estaba al lado de Dante, sino que había sido colocado en el otro extremo de la mesa. Me quedé mirando la distancia entre Dante y yo, considerando ignorar la organización y sentarme junto a Dante, pero luego perdí el valor y tomé mi asiento al extremo de la mesa. —¿Espero que hayas dormido bien? —pregunto Dante en su voz suave. No había dejado el periódico, todavía aferrado a él, y tuve la sensación que se alzaría como una barrera entre nosotros otra vez pronto. ¿Estaba hablando en serio? —Demasiado bien —dije, incapaz de detener la burla. ¿No se dio cuenta que esperaba un poco más de nuestra primera noche juntos? —Todavía tengo que prepararme para una reunión con Luca. Estará aquí pronto, antes de dirigirse de vuelta a Nueva York esta noche, pero le dije que estarías encantada de hacer compañía a Aria mientras nosotros discutimos de negocios. Dudaba que Aria necesitara de mi compañía. Tenía a su familia aquí. Esta era una forma de mantenerme ocupada, nada más. Si él hubiera querido una esposa más ingenua, quizás debió haber aceptado casarse con alguien más joven. Pero me gustaba Aria y habría sido grosero retirar la invitación, así que sonreí tensamente. —Eso es muy considerado de tu parte. —El sarcasmo teñía mis palabras. Ahora que estábamos casados, sería mucho más difícil mantener la máscara educada. Dante encontró mi mirada, y hubo algo en ellos que me hizo bajar los ojos y agarrar un croissant. No tenía hambre, pero era mejor que no hacer nada. El crujido de papel atrajo mi atención de vuelta al otro extremo de la mesa. Como esperaba, Dante había desaparecido detrás del periódico. ¿Era así cómo quería pasar nuestro matrimonio? Ni siquiera me había mostrado aún la casa.—¿Me darás un recorrido por las instalaciones? Difícilmente puedo alojar a los invitados sin conocer mi camino alrededor de la casa. Dante bajó el periódico otra vez y lo dobló sobre la mesa. Sentí el impulso irracional de rasgarlo en pedazos. —Tienes razón. La emoción brotó en mí, pero se disipó rápidamente por sus siguientes palabras. 40 —¡Gaby! Un momento después una puerta medio oculta detrás de un enorme armario se abrió y una pequeña adolescente entró en la habitación y se dirigió a Dante. —Sí, señor. ¿Cómo pudo ayudarle? Tuve problemas para enmascarar mi sorpresa. Gaby lucía como si fuera a la secundaria. ¿Cómo podía ser la criada en esta casa? —Mi esposa —dijo Dante con un asentimiento en mi dirección. Gaby se volvió hacia mí brevemente con una tímida sonrisa—. Le gustaría tener un recorrido por la casa. Estoy ocupado, así que por favor muéstrale alrededor. Gaby asintió y se dirigió hacia mí. —¿Le gustaría ir ahora? —Su voz fue vacilante, pero pude ver curiosidad en sus ojos. Tragué la última migaja de mi croissant y vertí café en mi taza. —Sí, por favor. Voy a llevar el café conmigo, ¿si eso está bien? Los ojos de Gaby se abrieron por completo y lanzó una mirada hacia Dante, quien había vuelto a leer el periódico. No se veía ocupado para mí. Si tenía tiempo para leer las noticias, ¿por qué no podía mostrarme los alrededores? Pero no causaría una escena frente a Gaby. Dante debe haber sentido a Gaby y a mí observándolo expectantes porque elevó la mirada. —Esta es ahora tu casa, Valentina. Puedes hacer lo que quieras. Así que, él había estado escuchando nuestra conversación. Y me pregunté si lo que decía era realmente el caso. Me hubiera gustado ser más atrevida para así poder probar la teoría. Me volví hacia Gaby y aferré la taza en mis manos. —Entonces, vamos. Ella asintió y me llevó hacia la puerta por la que había entrado antes. —¿Podemos comenzar en la cocina y la sala del personal? —Haz lo que creas que es mejor —dije—. Conoces la casa mejor que yo. Otra vez una tímida sonrisa cruzó por su cara. Detrás de la puerta había un estrecho corredor, el cual llevaba a una gran cocina. Cazuelas colgaban de ganchos sujetos al techo. Todo era de acero inoxidable y eso me recordó más a una cocina industrial que a un lugar donde se preparaban comidas familiares. Una redonda mujer mayor se encontraba junto al horno y comprobaba la temperatura. Dentro lo que lucía como un cordero asado se estaba cocinando. Supuse que ésta era la 41 cocinera, Zita. Ella se dio la vuelta cuando nos oyó entrar y se limpió las manos en un delantal blanco. Su cabello negro tenía franjas grises en él y estaba asegurado con una red para cabello en la cima de su cabeza. Supuse que estaba en sus cincuenta. —Le estoy dando a nuestra señora un recorrido por la casa —dijo Gaby con entusiasmo. Me sorprendió el uso de señora. Eso sonaba como si estuviera empuñando un látigo dominatriz. Quizás Dante estaba cómodo siendo llamado “señor”, pero definitivamente no podía vivir con el “señora”. —Por favor, llámame Valentina —dije rápidamente—. Ambas. —Le sonreí a Zita pero ella no me regresó el gesto. Sus labios estaban fruncidos y me estaba examinando de pies a cabeza con una mirada de desaprobación en su cara. —Hubiera sido un placer conocerla antes de la boda —dijo Zita altivamente. Me obligué a mantener una expresión de calma incluso si no me gustó su tono. No quería empezar con el pie izquierdo con el personal de servicio de la casa. —Dante nunca me invitó, y no pensé que fuera apropiado invitarme a mí misma. Ella resopló. —Nos presentó a la señora Carla antes de la boda. Me puse rígida ante la mención de la primera esposa de Dante, no pude evitarlo. Podía oír el juicio en su voz. Pensaba que valía menos que Carla. Tenía el presentimiento que no me dejaría olvidarlo. No estaba buscando con interés una batalla de voluntades con ella, y definitivamente hoy no tenía la paciencia para ello. Miré alrededor de la concina en su lugar, tratando de pretender que no estaba molesta por su comentario. —Entonces, ¿Carla cocinaba aquí a menudo? Zita me dio una mirada sorprendida. —Por supuesto que no. Era la señora de la casa. No cocinaba o limpiaba. Eso era lo que hacíamos Febe y yo, antes que Gaby ocupara el lugar de Febe. Gaby se movió nerviosamente. Estaba claro que no sabía qué hacer. —Bueno, puedes esperarme en la cocina a menudo. Me encanta cocinar — dije. Zita enderezó los hombros. —No sé si el señor Dante lo permitirá. 42 Tomé un sorbo de mi café, devolviéndole la mirada con firmeza. —Dante me dijo que podía hacer lo que quiera. Apartó la mirada de mí con el ceño fruncido. Sabía que no había terminado todavía. —¿Por qué no me muestras el resto de la casa, Gaby? Tengo que asegurarme de estar lista cuando Aria llegue. Gaby movió su cabeza rápidamente. —Por supuesto, señ… Valentina. Me llevó a la habitación detrás de la cocina. Parecía ser una especie de sala común para el personal. Había dos catres, una pequeña televisión y un sofá. Ni sillas o mesa, pero asumí que el personal usualmente se reunía alrededor de la mesa de madera en la cocina, dado que obviamente no era usada para las comidas de Dante. Había también un pequeño baño con una ducha detrás de una puerta blanca. —¿Es aquí donde Zita y tú pasan su tiempo libre cuando no trabajan? Gaby sacudió su cabeza. —Nos quedamos en la cocina. Esto es principalmente para los guardias, ya que pasan las noches aquí. —¿Dónde están ahora? —No había visto ningún guardia hasta el momento. —Están afuera. Ya sea patrullando los jardines o en la caseta de vigilancia. —¿Hay cámaras de seguridad? —Oh no, el señor Cavallaro no las quiso. Es un hombre muy privado. — Nada sorprendente ahí. Se dirigió hacia la otra puerta—. Por este lado. —Entramos en la parte trasera del vestíbulo. Gaby señaló a las dos puertas en el pasillo—. Esta es la oficina del señor Cavallaro, y esa es la biblioteca. Al señor Cavallaro no le gusta ser molestado cuando está en su oficina. —Se sonrojó—. Por nosotros, quiero decir. Probablemente estará feliz de ser molestado por usted. —Mordió su labio. Toqué su hombro. —Entiendo. Así que, ¿hay otras habitaciones en este piso? —Sólo la sala de estar y el comedor, así como el baño de visitas. Cuando Gaby me guio escaleras arriba, pregunté: —¿Cuántos años tienes? 43 —Tengo diecisiete. —¿No deberías estar yendo todavía a la escuela? —Soné como mi madre, pero la naturaleza tímida de Gaby trajo mi lado maternal a pesar de que sólo era seis años menor que yo. —He estado trabajando para el señor Cavallaro por tres años. Vine a esta casa poco después que su esposa murió. Nunca la conocí pero Zita realmente la extraña, es por eso que fue grosera con usted. Mis ojos se abrieron como platos. —¿Por tres años? Eso es horrible. —Oh, no —dijo Gaby rápidamente—. Estoy agradecida. Sin el señor Cavallaro probablemente estaría muerta, o peor. —Se estremeció, una oscura mirada pasando por sus ojos. Podía decir que ella no quería hablar de eso. Tendría que hablar con Dante sobre ella más tarde. Aceleró su paso y señaló a las puertas de este piso—. Estas son las habitaciones de invitados. Y junto a su dormitorio principal, hay una habitación que puede usar para sus propios fines. El cuarto de niños y dos habitaciones adicionales están en el tercer piso. Mis ojos se posaron en una puerta al final del corredor que Gaby había ignorado. Me dirigí en su dirección. —¿Qué tal esta? Gaby agarró mi brazo antes de que pudiera girar la manija. —Ahí es donde el señor Cavallaro mantiene las cosas de su primera esposa. Tuve problemas manteniendo una expresión seria. —Por supuesto —dije en su lugar. No podía estar bloqueada o Gaby no me habría impedido abrirla. Tendría que volver sola, y averiguar más sobre la mujer que estaba proyectando una inmensa