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02 Bound by duty - Cora Reilly

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3 
Sinopsis 
 
a esposa de Dante “El Jefe” Cavallaro murió hace cuatro años. A punto 
de convertirse en el jefe más joven en la historia de la mafia de 
Chicago, Dante necesita una nueva esposa y Valentina fue elegida para 
el papel. 
Valentina también perdió a su esposo, pero su primer matrimonio siempre 
había sido un espectáculo. Cuando tenía dieciocho años, accedió a casarse con 
Antonio con el fin de ocultar la verdad: que él era gay y amaba a un extraño. Incluso 
después de su muerte, ella mantuvo su secreto, no sólo para preservar el honor de un 
hombre muerto, sino también para protegerse. Pero ahora que está a punto de 
casarse con Dante, su castillo de mentiras amenaza con desmoronarse. Dante sólo 
tiene treinta y seis años pero ya es temido y respetado en la familia, y es conocido 
por conseguir siempre lo que quiere. Valentina está aterrorizada por la noche de 
bodas que puede revelar su secreto, pero sus preocupaciones resultan infundadas 
cuando Dante muestra su lado frío. Pronto su miedo se sustituye por confusión e 
indignación. Valentina está cansada de ser ignorada. Está decidida a obtener la 
atención y el deseo de Dante, incluso si no puede conseguir su corazón que todavía 
pertenece a su difunta esposa. 
 
Born in Blood Mafia Chronicles #2 
 
L 
 
4 
Prólogo 
 
Traducido por M.Arte 
Corregido por LizC 
 
o me des la espalda. Mírame. Creo que al menos merezco ese 
pequeño decoro, Dante. 
La tensión irradiaba de él cuando se dio la vuelta para 
enfrentarme. No se acercó más pero me estaba mirando. Por una vez, no pretendió 
que era invisible. Sus ojos azules vagaron por mi cuerpo expuesto. 
Mis pezones se endurecieron con el aire frío de su oficina pero no cerré mi 
bata de seda, a pesar de la abrumadora necesidad de cubrirme del frío escrutinio de 
Dante. Su mirada se detuvo en el vértice de mis muslos por un instante ligeramente 
más largo que en el resto de mi cuerpo y una pequeña ráfaga de esperanza me llenó. 
—¿Soy tu esposa? 
Sus cejas rubias se fruncieron. 
—Por supuesto que lo eres. —Hubo un atisbo de algo que no pude identificar 
en su voz. 
—Entonces reclama tus derechos, Dante. Hazme tuya. 
No se movió, pero sus ojos se deslizaron hasta mis pezones duros. Su mirada 
era casi algo físico, como un toque fantasma en mi piel desnuda. 
No iba a mendigar. Sabía que casi lo tenía. Quería tener sexo esta noche. 
—También tengo necesidades. ¿Preferirías que encuentre a un amante que te 
libere de la carga de tocarme? —No estaba segura de poder llevarlo a cabo. No, 
sabía que no podía llevarlo a cabo, pero este acto de provocación era mi última 
opción. Si Dante no reaccionaba a eso, entonces no sabría qué más hacer. 
—No —dijo bruscamente, algo enojado y posesivo rompiendo a través de su 
máscara perfecta. Apretó los labios, su mandíbula trabada y caminó hacia mí. Me 
estremecí con necesidad y emoción cuando se detuvo frente a mí. No me alcanzó 
pero me pareció detectar el indicio de deseo en sus ojos. No fue mucho, pero lo 
—N 
 
5 
suficiente para alentarme. Crucé la distancia restante entre nosotros y envolví mis 
dedos sobre sus fuertes hombros, presionando mi cuerpo desnudo contra él. El 
material áspero de su traje de negocios se frotó deliciosamente contra mis pezones 
sensibles y dejé escapar un pequeño gemido. La presión entre mis piernas era casi 
insoportable. Los ojos de Dante resplandecieron a medida que bajaba la mirada 
hacia mí. Me rodeó lentamente con un brazo y descansó la palma de su mano contra 
mi espalda baja. 
La dulzura del triunfo me inundó. Dante ahora no me estaba ignorando. 
 
 
6 
Uno 
 
Traducido por Leo 
Corregido por LizC 
 
or supuesto había sabido que pasaría. Mi padre había dejado claro su 
punto de vista en cuanto mi esposo Antonio había sido enterrado. Era 
demasiado joven como para quedarme soltera. Pero no había esperado 
que mi padre encuentre un nuevo esposo para mí tan rápido, y definitivamente, no 
había esperado que mi nuevo esposo sea Dante “El Jefe” Cavallaro. 
El funeral de Antonio había ocurrido hace tan sólo nueve meses atrás, lo cual 
hacía que mi nuevo compromiso se balancee al borde de lo inapropiado. Madre era 
usualmente de las primeras en abalanzarse sobre cualquiera que cometiera una 
metedura de pata social y sin embargo, no podía ver nada malo en el hecho de que 
hoy, a menos de un año de despedirme de Antonio, iba a conocer a mi siguiente 
esposo. Nunca había amado a Antonio como una mujer amaba a un hombre, incluso 
si lo creí por un tiempo, y nuestro matrimonio nunca había sido real, pero había 
esperado tener más tiempo antes de ser forzada a otra unión, especialmente porque 
ni siquiera pude escoger por mí misma en esta ocasión. 
—Eres tan afortunada que Dante Cavallaro accediera a casarse contigo. 
Sorprendió a muchos que decidiera tomar a una mujer que ya ha estado casada. 
Después de todo, pudo haber escogido de toda una línea de jóvenes entusiastas —
dijo mi madre mientras cepillaba mi cabello castaño oscuro. No pretendía lastimar 
mis sentimientos; sólo comentaba lo obvio. Sabía que era verdad. Todos lo sabían. 
Un hombre en la posición de Dante no tenía que conformarse con las sobras 
de otro, un hombre inferior. Eso es lo que probablemente la mayoría de la gente 
pensaba, y aun así se suponía que iba a casarme con él. Yo, que ni siquiera quería 
casarme con alguien tan poderoso y ruin como Dante Cavallaro. Yo, que deseaba 
quedarme sola, aunque sólo fuera para proteger el secreto de Antonio. ¿Cómo se 
suponía que iba a mantener la mentira? Dante era conocido como un hombre que 
siempre sabía cuándo alguien mentía. 
P 
 
7 
—Será el Jefe de la Organización en dos meses, y cuando te cases con él 
serás la mujer más influyente de Chicago y del Medio Oeste. Y si mantienes tu 
buena amistad con Aria, también tendrás conexiones con Nueva York. 
Como siempre mi madre estaba un paso adelante, ya planeando el dominio 
del mundo, mientras yo todavía estaba intentando entender el hecho de que tenía que 
casarme con “El Jefe”. Esto era demasiado peligroso. No era una mala mentirosa. En 
los años de mi matrimonio con Antonio había mejorado continuamente mis 
habilidades, pero había una gran diferencia entre mentirle al mundo exterior y 
mentirle a tu esposo. La ira contra Antonio resurgió como hacía tan seguido en estos 
últimos meses. Me había forzado a esta situación. 
Mamá retrocedió, admirando su trabajo. Mi cabello oscuro caía en suaves 
rizos brillantes sobre mis hombros y espalda. Me puse de pie. Para la ocasión, había 
escogido una falda lápiz de color crema y una blusa ciruela que estaba metida dentro 
de la pretina, así como unos modestos zapatos negros. Era una de las mujeres más 
altas de la Organización con uno setenta y seis de altura y naturalmente mi madre se 
preocupaba que a Dante le desagradara que usara tacones altos. No me molesté en 
señalar que aun así Dante seguía siendo al menos trece centímetros más alto que yo; 
no habría sido más alta que él incluso con tacones altos. Y de todas maneras, ésta no 
era la primera vez que me veía. Nos habíamos visto un par de veces en algunos 
eventos de la mafia e incluso habíamos compartido un breve baile en la boda de Aria 
hace tres meses en agosto. Pero nunca habíamos intercambiado más que las 
esperadas cortesías y definitivamente nunca tuve la impresión de que Dante 
estuviera remotamenteinteresado en mí, pero era conocido por ser hermético, así 
que ¿quién sabía lo que pasaba de verdad por esa cabeza suya? 
—¿Ha tenido citas desde que su esposa murió? —pregunté. Usualmente ese 
tipo de chisme se esparcía rápidamente en nuestros círculos, pero quizás los había 
pasado por alto. Las mujeres mayores de la familia usualmente sabían primero los 
trapos sucios de los demás. Para ser honesta, chismear era la ocupación principal de 
la mayoría de ellas. 
Mamá sonrió tristemente. 
—No oficialmente. Dicen los rumores que no ha podido dejar atrás a su 
esposa, pero han pasado más de tres años y ahora que está a punto de volverse el 
Jefe de la Organización no puede aferrarse al recuerdo de una mujer muerta. 
Necesita seguir adelante y tener un heredero. —Puso sus manos en mis hombros y 
me sonrió radiante—. Y tú serás quien le dé un hermoso hijo, corazón. 
Mi estómago cayó. 
 
8 
—Hoy no. 
Mi madre sacudió la cabeza con una risa. 
—Pronto. La boda es en dos meses. —Si fuera por mamá y papá, el 
matrimonio habría sido hace semanas. Probablemente estaban preocupados que 
Dante pudiera cambiar de opinión respecto a mí. 
—¡Valentina! ¡Livia! El auto de Dante acaba de llegar. 
Mamá aplaudió, luego guiñó un ojo. 
—Vamos a hacer que olvide a su esposa. 
Esperaba que no dijera algo de tan mal gusto cuando Dante estuviera cerca. 
La seguí al piso de abajo e intenté poner mi expresión más sofisticada. Papá abrió la 
puerta. No podía recordar la última vez que en realidad había abierto la puerta. 
Usualmente dejaba que madre o yo lo hagamos, o nuestra sirvienta, pero incluso yo 
podía darme cuenta que prácticamente saltaba con entusiasmo. ¿En serio tenía que 
ser tan obvio que estaba desesperado de casarme de nuevo? Me hizo sentir como el 
último cachorro de la camada que la tienda de mascotas no podía esperar para 
deshacerse. 
El cabello rubio de Dante apareció en el umbral a medida que madre y yo nos 
deteníamos en medio de nuestro vestíbulo. Estaba nevando afuera y el suave velo de 
copos de nieve en la cabeza de Dante hizo que su cabello se vea de un tono casi 
dorado. Entendí por qué algunas personas habían estado frustradas por el 
matrimonio de Aria con Luca. Dante y ella habrían sido la pareja dorada. 
Papá abrió más la puerta con una amplia sonrisa. Dante estrechó la mano de 
mi padre e intercambiaron algunas palabras en voz baja. Mamá prácticamente estaba 
saltando sobre sus pies a mi lado. Encendió su sonrisa de cien vatios cuando Dante y 
papá finalmente se dirigieron hacia nosotras. Forcé mis labios en una sonrisa que era 
mucho menos radiante. 
Como era tradición, Dante saludó primero a mi madre, con una reverencia y 
un beso de mano antes de mirarme. Me dio una sonrisa cortante que no llegó hasta 
sus ojos azules, luego besó mi mano. 
—Valentina —dijo en su suave voz inexpresiva. 
Desde un punto de vista únicamente físico, encontraba a Dante mucho más 
que un poco atractivo. Era alto y ligeramente musculoso, estaba impecablemente 
vestido en un traje de tres piezas gris oscuro, con una camisa blanca y una corbata 
azul claro, y tenía el cabello rubio totalmente peinado hacia atrás sin rigidez. Pero 
 
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todos lo llamaban un antipático, y de nuestros pocos encuentros sabía que tenían 
razón. 
—Es maravilloso verte de nuevo —dije con una pequeña inclinación de 
cabeza. 
Dante soltó mi mano. 
—Sí, así es. —Llevó su mirada inexpresiva hacia mi padre—. Me gustaría 
hablar a solas con Valentina. —No desperdició cortesías como de costumbre. 
—Por supuesto —dijo papá con entusiasmo, tomando el brazo de mi madre y 
ya alejándola. Si no hubiera estado casada antes, jamás me habrían dejado sola con 
un hombre, pero como ya lo había estado pensaban que ya no tenían que proteger mi 
virtud. Y no podía decirles que Antonio y yo nunca habíamos consumado nuestro 
matrimonio. No podía decirle a nadie, mucho menos a Dante. 
Cuando mamá y papá habían desaparecido dentro de la oficina de mi padre, 
Dante se volteó hacia mí. 
—Asumo que esto es aceptable para ti. 
Parecía tan restringido y controlado, como si sus emociones estuvieran 
embotelladas tan profundamente que, ni siquiera él parecía poder alcanzarlas. Me 
pregunté cuánto de ello era el resultado de la muerte de su esposa y cuánto era su 
temperamento natural. 
—Sí —dije, esperando que no pudiera ver lo nerviosa que estaba. Señalé 
hacia la puerta a nuestra izquierda—. ¿Te gustaría sentarte para nuestra 
conversación? 
Dante asintió y lo guie hacia la sala de estar. Me hundí en el sofá y Dante 
tomó el sillón frente a mí. Habría pensado que se sentaría a mi lado, pero pareció 
satisfecho de poner el mayor espacio que fuera aceptable entre nosotros. Además del 
breve beso en la mano, se aseguró de no tocarme. Probablemente lo encontraba 
inapropiado mientras no estuviéramos casados. Al menos eso es lo que esperaba. 
—Asumo que tu padre te dijo que nuestra boda está planificada para el 5 de 
enero. 
Busqué un destello de tristeza o anticipación en su voz, pero no hubo nada. 
Descansé mis manos en mi regazo, juntando los dedos. De esa manera había menos 
oportunidad de que Dante me notara temblando. 
—Sí. Me dijo hace algunos días. 
 
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—Sé que es menos de un año después del funeral de tu esposo, pero mi padre 
se retira a fines de año y se espera que esté casado cuando tome su lugar. 
Bajé los ojos a medida que mi pecho se tensaba con emociones enterradas. 
Antonio no había sido un buen esposo, no había sido ningún tipo de esposo, pero 
había sido mi amigo y lo había conocido toda mi vida, razón por la cual accedí a 
casarme con él. Por supuesto, había sido ingenua, no me había dado cuenta lo que 
realmente significaría casarme con un hombre que no estaba interesado en mí, o en 
las mujeres de forma general. Había querido ayudarlo. Ser gay no era algo que fuera 
tolerado en la mafia. Si alguien hubiera averiguado que a Antonio le gustaban los 
hombres de esa manera, lo habrían matado. Cuando él pidió mi ayuda, había saltado 
a la oportunidad, había esperado secretamente poder ganármelo. Había pensado que 
hubiera podido decidir ya no ser gay, había pensado que podríamos haber tenido un 
matrimonio real en algún punto, pero esa esperanza se destruyó rápidamente. Es por 
eso que una parte egoísta y desagradable de mí había estado aliviada cuando 
Antonio había muerto. Había pensado que finalmente era libre para encontrar a un 
hombre que me amara, o al menos me deseara. Afortunadamente, sólo era una muy 
pequeña parte, y me sentía culpable cuando sea que la recordaba. Y aun así, quizás 
esta era mi oportunidad. Quizás mi segundo matrimonio finalmente me daría un 
esposo que me viera como más que un mal necesario. 
Dante pareció malentender mi silencio. 
—Si es demasiado pronto para ti, aún podemos cancelar nuestros arreglos. 
Mamá me mataría, y probablemente papá sufriría un infarto. 
—No —dije rápidamente—. Está bien. Me perdí un momento en los 
recuerdos. —Le di una sonrisa. No la regresó, sólo me contempló con un frío 
escrutinio. 
—Muy bien —dijo finalmente—. Me gustaría discutir los preparativos así 
como el tiempo precedente al evento contigo. Dos meses no es mucho tiempo, pero 
como esta boda no será grande deberíamos estar bien. 
Asentí. Parte de mí le entristecía que esta boda fuera un asunto silencioso, 
pero algo más grande tan rápido después de la muerte de Antonio habría sido de mal 
gusto, y ya que era el segundo matrimonio tanto para Dante como para mí, habría 
sido ridículo de mi parte insistir en un festín espléndido. 
—¿Por qué me elegiste? Estoy segura que había muchas otras opciones 
viables. —Me había estado preguntando eso todo el tiempo desde que papá me había 
dicho sobre este acuerdo con Dante. Sabía que era una pregunta que no se suponía 
preguntara. Mamá habría hecho una rabieta si estuviera presente. 
 
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La expresión de Dante no cambió. 
—Por supuesto. Mi padre sugirió a tu prima Gianna,pero no quería a una 
esposa que apenas tiene la edad. Infortunadamente, la mayoría de las mujeres en sus 
veintes ya están casadas, y la mayoría de las viudas son mayores que yo o tienen 
hijos, ambas cosas son inaceptables para un hombre en mi posición como 
probablemente entenderás. —Asentí. Había tantas reglas de etiqueta cuando se 
trataba de encontrar a la esposa perfecta, especialmente para un hombre con la 
posición de Dante, de esto el por qué muchos estuvieron asombrados cuando fui 
anunciada como su futura esposa. Dante había pisado muchos dedos con esa 
decisión—. Por lo tanto, fuiste la única opción lógica. Por supuesto, eres bastante 
joven, pero eso no puede cambiarse. 
Me quedé en silencio por un momento, atónita por su razonamiento sin 
emociones. No era tan ingenua como solía ser, pero había esperado que al menos 
parte de la razón por la que Dante me había elegido era porque estaba atraído a mí, 
me encontraba bonita, o al menos hasta cierto punto fascinante, pero esta fría 
explicación destruyó esa diminuta esperanza. 
—Tengo veintitrés —dije con una voz sorprendentemente tranquila. Quizás 
la indiferencia de Dante se me había pegado. Si era así, pronto sería conocida como 
la reina de hielo—. Eso no es joven en los estándares del matrimonio. 
—Doce años más joven que yo. Es más de lo que me hubiera gustado. —Su 
esposa fallecida sólo había sido dos años más joven que él y habían estado casados 
por casi doce años antes de que ella muriera de cáncer. Aun así, su manera de 
decirlo lo hizo sonar como si lo hubiera obligado a casarse conmigo. La mayoría de 
los hombres en nuestro mundo tenían amantes jóvenes una vez que sus esposas 
envejecían, y aun así Dante estaba descontento que fuera demasiado joven. 
—Entonces, quizás deberías buscar a otra esposa. No te pedí que te cases 
conmigo. —En cuanto las palabras salieron, me puse una mano en la boca, luego 
miré a Dante a los ojos. No se veía enojado, no se veía nada. Su rostro estaba como 
siempre. Estoico y sin emociones—. Lo siento. Eso fue muy grosero. No debí haber 
dicho eso. 
Dante sacudió la cabeza. Ni un cabello se movió de su lugar. No había ni 
siquiera una partícula en sus pantalones, a pesar del clima nevado de noviembre. 
—Está bien. No pretendí ofenderte. 
Deseé que no sonara tan apático, pero no había nada que pudiera hacer al 
respecto, al menos no hasta que estuviésemos casados. 
 
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—No me ofendiste. Lo siento. No debí haberte hablado así. 
—Regresemos al tema. Hay algunas cosas más que necesitamos discutir y 
desafortunadamente tengo una reunión programada para esta noche y un vuelo 
mañana temprano. 
—Irás a Nueva York para el compromiso de Matteo y Gianna. —Mi familia 
no había recibido una invitación. Como pasó con la fiesta de compromiso de Aria, 
sólo la familia más cercana y los respectivos jefes de la mafia de Nueva York y 
Chicago habían sido invitados. En realidad, estaba aliviada. Habría sido mi primer 
evento social después que mi compromiso con Dante se hubiera hecho público. Me 
habrían seguido los chismes y las miradas curiosas. 
Un rastro de sorpresa apareció en sus ojos, pero luego desapareció. 
—Sí, así es. —Metió una mano en el bolsillo de su saco y sacó una pequeña 
caja de terciopelo. La acepté y la abrí. Un anillo de compromiso de diamantes estaba 
dentro. Tan sólo hace unas pocas semanas, me había quitado el anillo de bodas y de 
compromiso que Antonio me había dado. Nunca significaron mucho de cualquier 
manera. 
—Espero que te guste el diseño. 
—Sí, gracias. —Después de un momento de vacilación, tomé el anillo y lo 
puse en mi dedo. Dante no había dado ninguna indicación que quisiera hacerlo por 
mí. Mi mirada fue hacia su mano derecha y mi estómago dio un vuelco. Todavía 
usaba su antiguo anillo de bodas. Otro extraño estallido de decepción me llenó. Si lo 
usaba después de todo este tiempo, aún debe seguir enamorado de su esposa muerta, 
¿o era una cuestión simple de hábito? 
Notó mi mirada y por primera vez su máscara estoica cayó, pero fue tan 
rápido que no estaba segura si lo había visto de verdad. No me dio una explicación o 
una disculpa, pero no había esperado una de un hombre como él. 
—Tu padre solicita que hagamos una salida social antes de la boda. Como 
todos accedimos que una fiesta de compromiso es innecesaria… —Nunca me habían 
preguntado, pero ni siquiera estaba sorprendida—. Sugiero que atendamos la fiesta 
anual de Navidad de la familia Scuderi. 
Desde que podía recordar, mi familia había estado en la casa Scuderi el 
primer domingo de adviento. 
—Suena como una idea razonable. 
Dante me dio una sonrisa fría. 
 
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—Entonces es un hecho. Le haré saber a tu padre cuándo pasaré por ti. 
—Puedes decirme a mí. Tengo un teléfono y soy capaz de manejarlo. 
Dante me contempló. Hubo un destello de algo parecido a diversión en su 
cara por un segundo. 
—Por supuesto. Si eso es lo que prefieres. —Sacó su teléfono del bolsillo—. 
¿Cuál es tu número? 
Necesité un momento para suprimir un estallido de risa impropio de una 
señorita antes de poder dárselo. 
Cuando terminó de escribir, se metió el teléfono en su saco, luego se levantó 
sin otra palabra. También me levanté y tomé mi tiempo en quitar las arrugas 
inexistentes en mi falda para enmascarar mi molestia detrás de una cortesía 
ensayada. 
—Gracias por tu tiempo —dijo formalmente. Realmente esperaba que se 
soltara después de nuestra boda. No siempre era tan restringido. Había escuchado 
historias de cómo había establecido su posición como el heredero del título de su 
padre y lo eficiente que era cuando se trataba de enemigos y traidores. Había algo 
feroz y oscuro detrás de su apariencia de príncipe de hielo. 
—De nada. —Caminé hacia la puerta, pero Dante me ganó y la abrió por mí. 
Le di un rápido gracias antes de salir al vestíbulo—. Iré por mis padres para que 
puedan despedirse. 
—En realidad, me gustaría hablar con tu padre en privado antes de irme. 
Era inútil intentar conseguir información de su expresión, así que no me 
molesté. En su lugar, di zancadas hasta el final del pasillo y toqué la puerta de la 
oficina de mi padre. Las voces dentro murieron al instante y un momento después, 
mi padre abrió la puerta. Mamá estaba parada detrás de él. Por la mirada en su cara, 
pude darme cuenta que estaba ansiosa por bombardearme con preguntas, pero Dante 
estaba cerca de mí. 
—A Dante le gustaría hablar contigo —dije, luego volteé hacia Dante—. 
Hasta la fiesta de Navidad. —Consideré rozar mis labios contra sus mejillas, pero 
descarté inmediatamente esa idea. En su lugar, incliné la cabeza con una sonrisa 
antes de alejarme. Los tacones de mamá resonaron detrás de mí, luego llegó a mi 
lado. Enlazó nuestros brazos. 
—¿Cómo fue? Dante no se veía muy complacido. ¿Hiciste algo que lo 
ofendiera? 
 
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Le di una mirada. 
—Por supuesto que no. La cara de Dante está congelada en una sola 
expresión. 
—Shh. —Mamá miró detrás de nosotras—. ¿Qué tal si te escucha? 
No pensé que le importara. 
Mamá observó mi cara. 
—Deberías estar feliz, Valentina. Te ganas la lotería de los esposos, y estoy 
segura que hay un amante apasionado detrás del exterior frío de Dante. 
—Mamá, por favor. —Había sufrido dos conversaciones sobre sexo con mi 
madre hasta ahora: la primera, en la que intentó decirme sobre los pájaros y las 
abejas cuando tenía quince y ya bien enterada sobre las mecánicas del sexo. Incluso 
las chicas de escuelas católicas se enteraban de esa información en algún punto. Y la 
segunda, poco después de mi boda con Antonio. No pensé que sobreviviera a una 
tercera. 
Pero esperaba que tuviera razón. Gracias al desinterés de Antonio por las 
mujeres, nunca había tenido la oportunidad de disfrutar de un amante apasionado, o 
ningún amante en realidad. Estaba más que lista para deshacerme de mi virginidad, 
incluso si eso implicaba el riesgo de que Dante averiguara que mi primer 
matrimonio habíasido una farsa; pero cruzaría ese puente cuando llegara. 
 
 
15 
Dos 
 
Traducido por Anna Ancalimë 
Corregido por LizC 
 
ante me recogió a quince para las seis, como prometió. Ni un minuto 
más ni un menos. No había esperado otra cosa. Mis padres ya se 
habían ido unos cuantos minutos antes. Como el futuro jefe de la 
Organización, Dante no podía llegar muy temprano a la fiesta. 
Vestía otro traje azul marino de tres piezas con rayas azul claro y una corbata 
combinada. Me congelé por un momento cuando lo vi. Mi vestido también era azul 
marino. La gente pensaría que lo habíamos hecho a propósito, pero ahora no había 
nada que pudiera hacer. Había seguido una estricta dieta desintoxicante por tres días 
para entrar en el ajustado vestido con espalda descubierta; no iba a vestir otra cosa. 
A pesar de la larga falda lápiz que llegaba a mis pantorrillas, la abertura hasta mi 
muslo me permitió bajar las escaleras sin mucho problema. 
Los ojos de Dante hicieron una rápida evaluación. 
—Te ves hermosa, Valentina. —Estaba siendo educado. No había ninguna 
señal que en realidad me encontrara atractiva. 
—Gracias. —Sonreí y me adelanté. Tocó mi espalda baja para guiarme hacia 
el Porsche negro estacionado en la vereda y me tensé cuando su palma hizo contacto 
con la piel desnuda. No estaba segura pero creí oírlo soltar el aire bruscamente, y 
pensar que se podría sentir afectado por mí, junto con la sensación de su toque, 
envió un estremecimiento de placer por mi columna. Plantó su mano ligeramente en 
mi espalda y no dio más indicación de que lo hubiera sorprendido con mi desnudez 
parcial mientras me guiaba hacia el asiento del pasajero y abrió la puerta para mí. 
Me deslicé en ella, casi vertiginosa por el triunfo de haber obtenido una reacción del 
hombre de hielo. Una vez que nos casáramos, intentaría conseguirlas más seguido. 
 
 
 
D 
 
16 
Los otros invitados ya habían llegado cuando nos estacionamos frente a la 
mansión Scuderi. Podríamos haber caminado, si no fuera por los diez centímetros de 
nieve, los riesgos de seguridad y mis tacones. Dante no se había molestado charlar 
casualmente durante nuestro viaje. De todos modos, su mente parecía estar muy 
lejos. Cuando Dante puso su mano en mi espalda descubierta esta vez, no hubo 
reacción exteriorizada. 
Ludevica Scuderi abrió la puerta para nosotros. Su esposo Rocco, el actual 
Consigliere del padre de Dante, se elevaba detrás de ella con las manos sobre sus 
hombros. Ambos sonrieron ampliamente cuando nos invitaron a pasar al recibidor 
agradablemente cálido. Un árbol de navidad de casi tres metros decorado con 
ornamentos rojos y plateados dominaba el espacio. 
—Nos complace que hayan podido llegar —dijo Ludevica cálidamente. 
Rocco estrechó la mano de Dante. 
—Debo felicitarte por tu excelente gusto. Tu futura esposa se ve increíble, 
Dante. 
Era obvio que se estaban esforzando por ser amables. Aunque era deseable 
que un nuevo Capo mantenga al Consigliere de su predecesor, no era una tradición, 
así que Dante podía nominar un nuevo Consigliere cuando se hiciera cargo después 
de su padre. 
Dante inclinó la cabeza y volvió su mano a mi espalda. 
—En efecto lo es —dijo con simpleza, mientras todo lo que yo podía hacer 
era sonreír. 
Ludevica atrapó mis manos. 
—Nos alegramos cuando nos enteramos que Dante te había escogido. 
Después de todo lo que has pasado, es justo que el destino te compense. 
No estaba segura qué responder a eso. Tal vez estaba siendo sincera. Era 
difícil de decir. Después de todo, habían intentado originalmente casar a Gianna con 
Dante. 
—Gracias. Es muy amable de su parte. 
—Vamos adentro. La fiesta no es en el recibidor —dijo Rocco, haciéndonos 
señas para que nos adelantemos hacia la sala de estar. Risas y voces venían desde 
adentro. 
 
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—Aria está muy emocionada de verte de nuevo —dijo Ludevica mientras 
entrábamos a la sala de estar. No tuve tiempo de expresar mi sorpresa por la 
presencia de Aria, porque al momento en que nos vio la multitud, la gente se 
arremolinó alrededor de nosotros para felicitarnos por nuestro compromiso y la boda 
próxima. Mientras estrechaba manos, escaneé la habitación. Aria estaba parada en el 
otro extremo del amplio salón, junto a otro árbol de navidad enorme y un no menos 
enorme esposo Luca quien tenía una posesiva mano en su cintura. No vi por ninguna 
parte a Gianna y su prometido Matteo. Si los chismes de mi madre eran ciertos, los 
Scuderi estaban preocupados que su hija del medio pudiera hacer una escena. 
Dante movió su pulgar por mi espalda, sorprendiéndome. Mis ojos cayeron 
inmediato en él, luego en la pareja frente a nosotros, a quien había ignorado por 
completo por mirar. Les di mi sonrisa más brillante y atraje a Bibiana en un abrazo. 
—¿Cómo estás? —susurré. Ella me apretó brevemente, luego se retiró y forzó 
una sonrisa. Esa era la mejor respuesta que conseguiría en presencia de otras 
personas. 
Su esposo Tommaso, que era treinta años mayor que ella, calvo y con 
sobrepeso, besó mi mano, lo que habría estado bien excepto por la mirada en sus 
ojos. Suspicaz era la mejor palabra para describirlo. Los dedos de Dante en mi 
espalda se tensaron y me arriesgué a mirarlo, pero su expresión era la máscara 
distante de siempre. Fijó sus ojos en Tommaso y el hombre se retiró con Bibiana 
rápidamente. 
Un mesero llevando una bandeja de bebidas se detuvo junto a nosotros y 
Dante agarró una copa de champaña para mí y un escocés para él. Ahora que la 
arremetida de buenos deseos había terminado finalmente, Luca y Aria cruzaron el 
salón hasta nosotros. La actitud de Dante cambió ligeramente como un tigre que 
acaba de oler a otro depredador en su territorio. En lugar de tensarse, se relajó como 
para mostrar que no estaba preocupado, pero sus ojos eran alertas y calculadores. 
Luca y Dante estrecharon las manos, ambos con aquellas irritantes sonrisas 
de tiburón en sus rostros. Ignorándolos, le sonreí a Aria, honestamente alegre de 
verla otra vez. Habían pasado meses. Se veía mucho más relajada que en su boda. 
—Te ves fantástica —le dije a medida que la abrazaba. Estaba vistiendo un 
vestido rojo oscuro que resaltaban su cabello rubio y su piel pálida hermosamente. 
No era sorprendente que Luca no pudiera dejar de mirarla. 
—También tú —dijo ella mientras retrocedía—. ¿Puedo ver la espalda? 
Me di la vuelta para ella. 
 
18 
—Guau. ¿No se ve increíble? 
Esa pregunta estaba dirigida a Luca y dio lugar a una incómoda pausa en la 
que la tensión subió hasta el cielo. Dante envolvió su brazo en mi cintura, sus ojos 
fríos en Luca, quien tomó la mano de Aria, la besó y dijo en voz baja: 
—Sólo tengo ojos para ti. 
Aria me lanzó una sonrisa avergonzada. 
—Necesito buscar a Gianna, pero me encantaría hablar contigo después. 
—Está bien —dije, contenta cuando ella y Luca se alejaron. De todos modos, 
con los hombres cerca, Aria y yo no seríamos capaces de hablar. 
Me giré hacia Dante. 
—No te agrada. 
—No es cuestión de agrado. Es más auto-preservación y una saludable dosis 
de sospecha. 
—Ese es el espíritu navideño —dije, sin intentar ocultar mi sarcasmo. 
De nuevo, un indicio de diversión hizo que las esquinas de la boca de Dante 
se crispen, luego desapareció. 
—¿Te gustaría algo de comer? 
—Definitivamente. —Después de los últimos días de tortuosa dieta, estaba 
famélica. Cuando avanzamos a través de la multitud, me di cuenta que la actual 
cabeza de la Organización no estaba presente—. ¿Dónde está tu padre? 
—No quería robarnos el espectáculo. Ahora que está bien y retirado, prefiere 
alejarse del ojo público —dijo Dante irónicamente. 
—Entendible. —Estas funciones sociales eran agotadoras. Tenías que ser 
muy cuidadoso con lo que decías y hacías, incluso más como cabeza de la 
Organización. Por las miradas duras que algunas de las mujeres me estaban 
lanzando, supe que estaba siendo su tema favorito en este momento. Sabía loque 
estaban diciendo detrás de sus manos: ¿Por qué Dante Cavallaro había escogido una 
viuda en lugar de una joven e inocente novia? 
Eché un vistazo a su impasible rostro: los duros ángulos de sus pómulos, el 
cálculo y la vigilancia en sus ojos, y me encontré deseando una vez más que la 
respuesta a esa pregunta fuera algo más que lógica pura. 
 
19 
El buffet estaba lleno de bocadillos italianos. Tomé una rebanada de panetón 
para mí, pues estaba desesperadamente necesitada de dulces. Como siempre, me 
supo a gloria. Lo había preparado unas cuantas veces, pero nunca me había salido 
tan bien como los de Ludevica Scuderi. 
—Dante —dijo una agradable voz femenina detrás de nosotros. Dante y yo 
nos giramos al mismo tiempo. Su hermana Ines, con quien había intercambiado sólo 
unas cuantas palabras en todos estos años, ya que nos separaban nueve años, estaba 
parada frente a nosotros. Estaba embarazada, probablemente en su tercer trimestre si 
mi suposición era correcta. Al otro lado de la habitación, sus mellizos, un niño y una 
niña, estaban ocupados jugando con Fabiano Scuderi quien tenía la misma edad. 
Ines tenía el mismo cabello lacio de Dante y se llevaba con la misma fría 
impasibilidad, pero cuando sus ojos se fijaron en mí, fueron, no necesariamente 
cálidos, pero amigables—. Y Valentina. Es bueno verte. 
—Ines —dije con una sonrisa—. Te ves radiante. 
Ella tocó su vientre. 
—Gracias. Ha sido un reto encontrar lindos vestidos que me entren con esta 
barriga. Tal vez puedes ayudarme a comprar uno para tu boda. 
—Me encantaría. Y si no te importa, me encantaría que me acompañes 
cuando vaya a buscar un vestido de novia. 
Sus ojos azules se abrieron por completo. 
—¿Todavía no tienes uno? 
Me encogí de hombros. Claro que todavía tenía el de mi boda anterior, pero 
no pretendía usarlo de nuevo. Eso atraería la mala suerte. 
—Aún no, pero iré a buscar uno la semana siguiente, ¿si estás libre? 
—Cuenta conmigo —dijo ella. Sus ojos se habían vuelto mucho más cálidos. 
Se veía mucho más joven que sus treinta y dos e incluso aunque estaba embarazada, 
no parecía haber ganado ni un gramo de peso. Me pregunté cómo lo hacía. Tal vez 
buenos genes. Yo definitivamente no había sido bendecida con ellos. Sin los 
ocasionales días o semanas de dieta, y ejercicio regular, ganaría peso en un instante. 
—Maravilloso. —Por la esquina de mi ojo, vi a Dante observándonos con 
mediano interés. Esperaba que estuviera feliz de que su hermana y yo nos 
lleváramos bien. Sabía que su fallecida esposa e Ines habían sido amigas. A menudo 
las había visto riendo juntas en eventos sociales. 
—¿Dónde está tu esposo? —preguntó él eventualmente. 
 
20 
—Oh, Pietro salió a fumar con Rocco Scuderi. No quería molestarte ni a tu 
futura esposa. 
Un músculo en la mejilla de Dante saltó. 
—Puedes ir a buscarlo, si tienes negocios que discutir —dije rápidamente—. 
Estaré bien por mi cuenta. Probablemente debería ir a hablar con Aria. ¿Tal vez 
quisiera unírteme, Ines? 
Ines sacudió la cabeza, con los ojos en sus mellizos que estaban en un 
ardiente argumento entre ellos. 
—Necesito detener eso o habrán lágrimas y narices sangrando. —Me lanzó 
una rápida sonrisa, luego se apresuró a sus niños discutiendo. 
Dante no se había movido todavía de mi lado. 
—¿Estás segura? 
—Sí. 
Asintió. 
—Volveré pronto. —Lo vi dirigirse hacia la puerta de la terraza y desaparecer 
al exterior. Ahora que se había ido, pude ver que muchas de las mujeres habían 
girado su atención más abiertamente a mí. Tenía que encontrar a Aria o Bibiana 
rápidamente antes de que una de ellas me atrajera a una incómoda conversación. 
Deambulé entre los otros invitados, dándoles sólo las más breves sonrisas. 
Eventualmente, encontré a ambas, Aria y Bibiana, en la recepción en una silenciosa 
esquina. 
—Ahí están —dije, sin intentar ocultar mi alivio. 
—¿Qué pasa? —preguntó Aria con el ceño fruncido. 
—Siento que todo el mundo está hablando de mí y Dante. Dime si estoy 
imaginando cosas. 
Bibiana sacudió la cabeza. 
—No lo haces. La mayoría de las viudas no son tan afortunadas como tú. 
—Lo sé, pero aun así. Desearía que no actuaran tan sorprendidas por mi 
compromiso. 
—Pasará —dijo Aria, luego hizo una mueca—. Pronto, Gianna estará en el 
foco de los chismes diarios. 
 
21 
—Lo siento. Oí que hubo una escena en la fiesta de compromiso de Gianna. 
Aria asintió. 
—Sí, Gianna tiene problemas ocultando su negativa a casarse. 
—¿Es por eso que Matteo Vitiello no está aquí? —preguntó Bibiana. 
También me preguntaba eso, pero no quería ser curiosa. 
—No. Pero desde la muerte de Salvatore Vitiello, Matteo es el segundo a 
cargo y tiene que quedarse en Nueva York cuando Luca no está allí. —Busqué en su 
cara alguna señal de la tensión que había oído en su voz, pero había aprendido a 
ocultar sus emociones. ¿Luca estaba teniendo problemas en Nueva York? Era joven 
para ser un Capo. Tal vez algunas fuerzas en Nueva York estaban intentando 
amotinarse. Una vez, Aria podría haberme dicho, pero ahora yo era la prometida del 
futuro Jefe de la Organización de Chicago, tenía que ser cuidadosa en lo que decía. 
Tal vez estábamos intentando trabajar juntos, pero Nueva York y Chicago 
definitivamente no eran amigos. 
—Eso tiene sentido —dije. Bibiana me miró. Ella también debe haber 
entendido la tensión en las palabras de Aria. 
Los ojos azules de Aria se abrieron por completo. 
—¡Ni siquiera me has mostrado aún tu anillo de compromiso! 
Levanté la mano. 
—Es hermoso —dijo Aria. 
—Lo es. Dante lo escogió para mí. —Mi segundo anillo de compromiso, y la 
segunda vez que no era un símbolo de amor—. ¿Cuánto tiempo te quedarás en 
Chicago? ¿Tienes tiempo para ir por un café? 
—Nos iremos mañana en la mañana. Luca quiere volver a Nueva York. Pero 
vendremos a tu boda unos cuantos días antes, así que tal vez podríamos salir a tomar 
un café entonces, ¿a menos que estés muy ocupada? 
—No, no será una gran celebración, así que tendré tiempo. Dame una llamada 
cuando sepas más. 
—Lo haré. 
—¿Qué hay de ti Bibiana, tienes tiempo para venir mañana? Tampoco hemos 
tenido oportunidad de hablar en mucho tiempo. 
Bibiana se mordió el labio. 
 
22 
—Creo que puedo. Ahora que eres tan buena como la esposa del Jefe, 
Tommaso no puede decir no. 
—Exactamente —dije, antes de girarme hacia Aria—. ¿Dónde está Luca? 
Aria miró alrededor. 
—Quería hablar con mis padres sobre la boda de Matteo y Gianna. Está 
tomando más del que esperaba. 
¿Cancelarían el compromiso? Eso sería el chisme del año. No podía imaginar 
que se arriesguen a ello, sin importar lo indispuesta que estaba Gianna. 
Dante apareció en el umbral de la sala de estar, sus ojos fijos en mí. 
—Creo que debo irme —dije. Abracé a Aria y Bibiana antes de caminar hacia 
Dante. Me detuve frente a él—. ¿Nos vamos? 
Dante se veía increíblemente tenso. 
—Sí. Pero si quieres quedarte, puedes irte luego con tus padres. 
Eso daría lugar a más rumores. No podías aparecer a una fiesta con tu 
prometido e irte sin él. 
—No creo que eso sea sabio. 
El entendimiento cubrió su rostro. 
—Por supuesto. 
 
 
 
—¿Está todo bien? —pregunté, de vuelta en al auto. 
Ahora que estábamos comprometidos, pensé que estaría bien de mi parte 
preguntarle. 
Sus dedos alrededor del volante se tensaron. 
—Los rusos nos están dando más problemas de lo normal, y en realidad no 
ayuda que Salvatore Vitiello muriera en este momento crítico y que Nueva York 
tenga que lidiar con un Capo nuevo. 
 
23 
Lo miré, sorprendida. Cuando le pregunté, no había esperado una respuesta 
detallada. A la mayoría de los hombres no les gustaba hablar de negocios con sus 
esposas, y ni siquiera estaba casada con Dante aún. 
Los ojos de Dante se dirigieron hacia mí. 
—Te ves sorprendida. 
—Lo estoy —admití—. Gracias por darme una respuesta honesta. 
—Creo que la honestidad es la clave para un matrimonio funcional. 
—No en los matrimonios que conozco—dije irónica. 
Dante ladeó la cabeza. 
—Cierto. 
—Entonces, ¿no crees que Luca sea un buen Capo? 
—Es un buen Capo, o lo será cuando se deshaga de sus adversarios. 
Lo dijo clínicamente. Como si deshacerse no significara matar a otras 
personas porque fueran molestas o un riesgo al poder de uno. 
—¿Eso es lo que harás cuando te conviertas en el Jefe de la Organización? 
—Sí, si es necesario, pero he probado mi reclamación al liderazgo en los 
últimos años. Soy considerablemente mayor que Luca. 
Pero aun así el más joven Jefe en la historia de la Organización. La gente 
también lo pondría a prueba. 
Dante estacionó frente a la casa de mis padres. Apagó el motor, salió y rodeó 
la parte delantera del auto antes de abrir mi puerta. Tomé su mano y me paré, 
dejando nuestros cuerpos tan cerca por un momento que habría sido fácil besarlo. 
Luego él retrocedió, reestableciendo la distancia apropiada entre nosotros antes de 
guiarme hacia la puerta. Me giré para encararlo. 
—Nunca te veo con un guardaespaldas. ¿No es arriesgado salir por tu cuenta? 
Dante sonrió oscuramente. 
—Estoy armado, y si alguien quiere tomarme desprevenido, deja que lo 
intenten. 
—Eres el mejor disparando en la Organización. 
—Entre los mejores, sí. 
 
24 
—Bien, supongo que entonces puedo sentirme a salvo. —Lo dije como una 
broma, pero los ojos de Dante se vieron mortalmente serios. 
—Estás a salvo. 
Dudé. ¿No intentaría besarme? Nos casaríamos en cuatro semanas. No era 
como si necesitáramos estar lejos el uno del otro para guardar el decoro. Cuando se 
hizo claro que Dante no haría el primer movimiento, me adelanté a él y besé su 
mejilla. No me atreví a mirar su rostro, en su lugar, abrí la puerta, entré y la dejé 
cerrarse detrás de mí. Esperé unos cuantos instantes antes de espiar por la ventana 
junto a la puerta. El auto de Dante se alejaba. Me pregunté por qué no había 
intentado besarme. ¿Era porque aún no estábamos casados? Tal vez él creía que era 
inapropiado acercarnos físicamente antes de la boda. ¿O tal vez seguía enamorado 
de su esposa? Ni siquiera había mirado su mano para ver si se había quitado su viejo 
anillo de bodas. ¿Era por eso que hoy las personas habían hablado sobre mí? 
 
 
25 
Tres 
 
Traducido por Anna Ancalimë 
Corregido por LizC 
 
ibiana vino la tarde siguiente, sus ojos rojos por llorar. La hice entrar a 
la biblioteca y la acomodé en el sofá de cuero. 
—¿Qué pasó? 
—Tommaso está molesto porque aún no estoy embarazada. Quiere que vaya 
a un doctor para ver qué pasa. 
Ya habían estado casados por casi cuatro años, pero Bibiana había estado 
tomando anticonceptivos en secreto. 
—Tal vez no sería malo que te embaraces. Si tienes un bebé, tendrías a 
alguien a quien amar y que te corresponda. —Envolví un brazo alrededor de ella. 
Los últimos años viendo a Bibiana más y más deprimida por su matrimonio con 
Tommaso habían sido desoladores. Deseé que hubiera algo que pudiera hacer por 
ella. 
—Tal vez tienes razón. Y tal vez Tommaso no me toque si tengo una gran 
panza. —Sacudió la cabeza—. No hablemos de esto. Quiero olvidar mis problemas 
por un instante. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo van los preparativos de la boda? 
Me encogí de hombros. 
—Mi madre alquiló un salón en un hotel. Lo único que necesito es comprar 
un vestido de novia. 
—¿Comprarás uno blanco de nuevo? 
—No lo creo. Mi madre no cree que sea apropiado. Tal vez color crema. Eso 
estaría bien. 
Bibiana resopló. 
—Creo que es ridículo que no puedas usar un vestido blanco sólo porque 
estuviste casada antes. No es como si hubiera sido un matrimonio real. 
B 
 
26 
—Shh —siseé, mis ojos yendo de inmediato hacia la puerta cerrada de la 
biblioteca. Le había dicho a Bibiana sobre la verdadera naturaleza de mi matrimonio 
con Antonio tiempo atrás—. Sabes que nadie puede saberlo. 
—No entiendo por qué estás intentado protegerlo. Está muerto. Y te usó 
como un medio para un fin. Ahora deberías cuidar de ti. 
—Me estoy cuidando. Ayudé a Antonio a traicionar la Organización. Ser gay 
es un crimen, lo sabes. 
—Es ridículo. 
—Lo sé, pero la mafia no cambiará pronto, sin importar cuánto lo queramos. 
—Si no quieres decirle a Dante sobre eso, entonces, ¿qué vas a hacer en tu 
noche de bodas? ¿No estás preocupada de que se dé cuenta que nunca consumaste tu 
matrimonio con Antonio? 
—Tal vez no se dé cuenta. 
—Si es parecido a mi primera vez, entonces lo hará. 
—Tommaso te trató horriblemente. No lo querías, así que obviamente 
sangraste. Todavía sigo furiosa cuando pienso en ello. 
Bibiana tragó con fuerza. 
—Lo que está hecho, hecho está. En serio deseo haberme casado con un 
homosexual. —Rio amargamente. Tomé su mano. 
—Tal vez tienes suerte y a Tommaso le da un ataque al corazón o los rusos le 
disparen. —Ni siquiera era una broma. Quería que Bibiana se librara de ese hombre. 
Bibiana sonrió. 
—¿Qué tan triste es que de hecho estoy esperando que eso pase? 
 —Por supuesto que lo quieres muerto. Lo entiendo. Todo el mundo lo haría. 
Escaneó mi rostro. 
—¿Y qué hay de ti? ¿Quieres dormir con Dante? 
—Definitivamente. No puedo esperar. —Mis mejillas se calientan, pero era la 
verdad, y no veía nada de malo en querer tener sexo con mi futuro esposo. Después 
de todo, Dante era un hombre atractivo. 
—Entonces tal vez deberías hacer preparaciones para asegurarte que Dante no 
se dé cuenta que tu primer matrimonio fue un show. 
 
27 
—¿Qué? ¿Encontrar un tipo con quién dormir? No engañaré a Dante. Creo 
que el sexo pertenece al matrimonio. —A pesar de mis mejores intenciones de no 
tomarme a pecho todo lo que mi madre me enseñó y no dejar que las estrictas 
palabras de mis profesores católicos anidaran en mi cerebro, no podía imaginarme 
estando cerca de alguien con quien no estuviera prometida. 
Bibiana soltó una risa ahogada. 
—No era a eso a lo que me refería. —Bajó la voz, su piel tornándose roja—. 
Pensé que podrías usar un vibrador. 
Por un momento, no supe qué decir. Nunca había considerado algo como eso. 
—¿Dónde conseguiría un vibrador? No puedo pedirles a los guardaespaldas 
de mi padre que me lleven a un sex-shop. Mi madre se moriría de la vergüenza si se 
enterara. —Y yo probablemente moriría de la vergüenza al entrar a dicha tienda. 
—Desearía poder conseguírtelo, pero si Tommaso se entera, estaría furioso. 
—Los moretones en los pómulos de Bibiana del anterior arrebato de Tommaso aún 
no habían desaparecido. 
—Es probablemente lo mejor. De todas formas, no me agrada la idea de tener 
sexo con un objeto inanimado. Me las arreglaré. 
—De todas maneras, Dante probablemente estará demasiado envuelto en sus 
propias necesidades para notarlo. Los hombres son así. 
Eso no era mucho consuelo. Esperaba que Dante también se preocupara de 
mis necesidades. 
 
 
 
Cuando el 5 de enero, el día de mi boda, finalmente llegó, sentí un cosquilleo 
de nerviosismo; no sólo por la noche de bodas. Sabía que esta era mi segunda 
oportunidad de un matrimonio feliz. La mayoría de las personas en nuestro mundo 
no tenían eso. Vivían sus vidas en uniones miserables hasta que la muerte los 
separaba. 
Mientras caminaba por el pasillo en mi vestido de lentejuelas color crema, me 
sentí más esperanzada de lo que lo había estado en mucho tiempo. Dante se veía 
sofisticado en su traje negro y chaleco. Sus ojos nunca me dejaron, y cuando mi 
padre me entregó a él, estaba segura que vi un indicio de aprobación y aprecio en su 
 
28 
expresión. Su mano se sintió cálida alrededor de la mía y la pequeña sonrisa que me 
dio antes que el sacerdote comenzara su sermón me hizo querer pararme de puntillas 
y besarlo. 
Mi madre estaba llorando fuertemente en la primera fila. Lucía como si no 
pudiera estar más feliz, y mi padre estaba prácticamente rebosando de orgullo. Sólo 
mi hermano Orazio, quien había llegado sólo dos horas atrás desde Cleveland, donde 
tenía trabajo que hacer para la Organización, lucía como si no pudiera esperarpara 
irse. Preferí la vista de las sonrisas motivadoras de Bibiana y Aria. Mientras el 
sacerdote hablaba, seguí lanzando miradas a Dante y lo que vi me destrozó el 
corazón. A momentos, la angustia cubría su expresión. Ambos habíamos perdido a 
alguien, pero para Dante la persona había sido el amor de su vida, si los rumores 
eran ciertos. ¿Podía alguna vez competir con eso? 
Cuando fue hora de nuestro beso, Dante se inclinó sin dudar y presionó sus 
cálidos labios contra los míos. Definitivamente no se sentía como un hombre de 
hielo. Las palabras de mamá aparecieron en mi mente y un estremecimiento de 
emoción me recorrió. Tal vez no podía hacer que Dante olvide a su primera esposa, 
y no quería hacerlo, pero podía ayudarlo a seguir adelante. 
 
 
 
Después de la misa, todos condujimos al hotel para las consecuentes 
celebraciones. Era el primer instante de privacidad que Dante y yo teníamos como 
una pareja casada. No sostuvo mi mano a medida que conducía, pero probablemente 
no era del tipo de hombre que era demasiado íntimo. Lo que más me preocupaba era 
la tensión en su mandíbula y el acero en sus ojos. 
—Creo que salió bien, ¿cierto? —dije cuando el silencio se hizo demasiado 
opresivo. 
Los ojos de Dante fueron rápidamente a mí. 
—Sí, el sacerdote hizo un buen trabajo. 
—Desearía que mi madre no hubiera llorado tanto. Generalmente es mejor 
para controlarse. 
Dante sonrió tensamente. 
—Está feliz por ti. 
 
29 
—Lo sé. —Hice una pausa—. ¿Tú estás feliz? —Sabía que era una pregunta 
arriesgada. 
Su rostro se cerró visiblemente. 
—Por supuesto que estoy feliz con esta unión. 
Esperé por algo más pero el resto del viaje pasó en silencio. No quería 
empezar nuestro matrimonio con una pelea, así que lo dejé pasar. 
Cuando salimos del auto y fuimos hacia la entrada, Dante tocó mi espalda. 
—Te ves muy hermosa, Valentina. —Lo miré, pero su mirada estaba directa 
al frente. Tal vez se había dado cuenta de lo frío que se había estado comportando en 
el auto y se sintió culpable. 
El salón de bailes del hotel estaba hermosamente decorado con rosas rosadas 
y blancas. Dante mantuvo su mano en mi espalda baja mientras hacíamos nuestro 
camino hasta la mesa bajo los vítores de nuestros invitados. La mayoría de ellos 
había llegado antes que nosotros y ya se habían acomodado en sus mesas. Nosotros 
compartíamos mesa con mis padres y hermano, y los padres de Dante así como su 
hermana y esposo. No había hablado con los padres de Dante, excepto por unas 
cuantas ocasiones de charla trivial. Sin embargo, habían sido lo suficientemente 
agradables. Mi hermano Orazio hizo de cuenta que estaba ocupado con algo en su 
iPhone, pero sabía que sólo estaba intentado evitar las preguntas de nuestro padre. 
Aria y Luca, Matteo y Gianna, así como la familia Scuderi ocupaban la mesa 
a nuestra derecha. Aria me dio una sonrisa antes de volver su mirada vigilante a su 
hermana y Matteo que parecían al borde de una pelea. Esos dos tendrían un 
matrimonio infernal. Aunque a Matteo parecía tenerle sin cuidado las miradas 
asesinas que Gianna le lanzaba. 
—Se ven hermosos juntos —dijo Ines, atrayendo mi atención a nuestra mesa. 
Dante me consideró con una expresión indescifrable. 
Los meseros escogieron ese momento para entrar al salón con platos. 
Luego de la cena de cuatro platos, fue finalmente hora de nuestro baile. Dante 
me guio a la pista de baile y me empujó contra su pecho. Le sonreí. Se sentía cálido 
y fuerte, y era un buen bailarín. Olía perfecto, como cálida brisa de verano y algo 
muy masculino. No podía esperar a compartir la cama con él, para ver lo que se 
ocultaba debajo de la tela de su costoso traje. Si hubiéramos estado a solas, habría 
descansado mi mejilla contra su hombro, pero todo el mundo nos miraba, y dudaba 
que a Dante le gustara mostrar intimidad en público. 
 
30 
Por supuesto a nuestros invitados no les importaba. Pronto empezaron a 
gritar—: ¡Bacio, bacio! 
Dante me miró con una ceja levantada. 
—¿Honramos sus deseos o los ignoramos? 
—Creo que deberíamos hacer honor a sus deseos. —De verdad, en serio, 
quería honrar sus deseos. 
Dante apretó su agarre en mi espalda y presionó firmemente sus labios en los 
míos. Sus ojos azules estaban fijos en mí y por un instante, estaba segura que vi algo 
cálido en ellos. Pero entonces los invitados inundaron la pista para unírsenos en el 
baile y nuestro beso terminó. Poco después, Fiore Cavallaro me pidió bailar y Dante 
tuvo que bailar con su madre. Sonreí a mi suegro, insegura de cómo actuar alrededor 
de él. Tenía la misma impasibilidad que Dante. 
—Mi esposa y yo habíamos esperado que Dante escogiera a alguien que no 
hubiera estado casada antes. 
La sonrisa en mi cara se hizo difícil de mantener, pero no quería que la gente 
se diera cuenta que Fiore había dicho algo que me hirió. 
—Entiendo —dije silenciosamente. 
—Pero su razonamiento nos convenció. Dante necesita un heredero pronto y 
alguien no tan joven podría ser una mejor madre para nuestros nietos. 
Asentí. Su lógica fría era algo que odiaba con cada gramo de mi ser. No que 
pudiera decirle eso. 
—No pretendo sonar cruel, pero este es un matrimonio por conveniencia, y 
estoy seguro que sabes lo que se espera de ti. 
—Así es. Y estoy ansiosa de tener hijos con Dante. —Era cierto. Siempre 
había querido niños. Había considerado incluso la fertilización in-vitro cuando había 
estado casada con Antonio, pero quería la oportunidad de conocer mejor a Dante 
antes de intentar embarazarme. Naturalmente, tampoco podía decirle eso a su padre. 
Mi hermano siguió a Fiore, como se esperaba—. Me alegra que pudieras venir —le 
dije a medida que elevaba la mirada hacia él. Tenía mis ojos verdes oscuros y el 
cabello casi negro, pero esas eran las únicas similitudes entre nosotros. Nunca 
habíamos sido cercanos, aunque no por falta de intentos de mi padre. No estaba 
segura que eso cambiaría alguna vez. Él resentía a mi padre por mimarme, y a veces, 
creía que me resentía por haberlo tenido más fácil que él. 
 
31 
—No puedo quedarme mucho tiempo —dijo simplemente. Asentí, no 
habiendo esperado otra cosa. Orazio evitaba a nuestro padre tanto como era posible. 
Estuve agradecida de que Pietro, el esposo e Ines, me pidiera bailar. Era un 
hombre tranquilo y no me pisó, así que no me hubiera molestado bailar con él hasta 
el final de la velada para evitar conversaciones incómodas. Por supuesto, eso habría 
sido completamente inapropiado. Después de mi baile con Pietro, la hospitalidad 
dictaba que tenía que bailar con la cabeza de Nueva York. Aunque Aria ahora 
parecía perfectamente cómoda con Luca, yo definitivamente no lo estaba. Sin 
embargo, acepté su mano cuando la sostuvo hacia mí. No estaba sonriendo. Sólo 
había visto ligeros destellos de una sonrisa verdadera cuando miraba a Aria. Dante 
era alto y musculoso, pero con Luca incluso yo tenía que ladear la cabeza hacia atrás 
para mantener el contacto visual. Sabía que la gente nos observaba mientras 
bailábamos. Especialmente la acerada mirada de Dante siguió cada movimiento que 
hicimos, incluso aunque estaba bailando con Aria. No que Luca se viera mucho más 
feliz por el hecho de que Dante estuviera abrazando a Aria. Los hombres en nuestro 
mundo eran posesivos. Los hombres como Dante y Luca eran otra cosa 
completamente diferente. 
Cuando una canción terminó y la siguiente comenzó, apenas pude ocultar mi 
alivio. Luca tenía una expresión conocedora en el rostro. Probablemente estaba 
acostumbrado a que la gente se sintiera incómoda en su presencia. Mi siguiente 
pareja de baile era Matteo. No lo conocía muy bien, pero había oído de su 
temperamento y su habilidad con el cuchillo. 
—¿Puedo? —preguntó con una reverencia exagerada. 
Hice una genuflexión de vuelta en broma. 
—Por supuesto. 
La sorpresa destelló en sus ojos. Me empujó contra él con una sonrisa de 
tiburón. Más cerca de lo que Luca se había arriesgado.Más cerca de lo que 
cualquier hombre se habría arriesgado. 
—Creo que vi a tu esposo justo ahora crisparse un poco —murmuró—. 
Supongo que eso es el equivalente a un arrebato emocional para un hombre tan frío 
como él. 
Exhalé, intentado aguantar la risa. 
—No te gusta irte por los arbustos, ¿cierto? 
Sus ojos oscuros titilaron con pícara alegría. 
 
32 
—Oh, no te preocupes, me gusta irme por los arbustos lo suficiente. 
Estallé en carcajadas. Y no una restringida y femenina risa. Era una risa 
aguda. 
—Estoy bastante segura que eso fue inapropiado. 
Pude sentir unas cuantas cabezas girando en nuestra dirección, pero no pude 
contenerme. 
—Tienes razón. Me advirtieron que me comportara alrededor de la esposa del 
Jefe para no causar una riña entre Nueva York y Chicago —dijo con ligereza. 
—No te preocupes, no te venderé. 
Matteo guiñó. 
—Me temo que es demasiado tarde para eso. 
—Creo que de nuevo es mi turno —dijo Dante, apareciendo a nuestro lado, 
su dura mirada fija en Matteo, quien se veía completamente imperturbable. 
Matteo dio un paso atrás. 
—Por supuesto. ¿Quién podría mantenerse alejado por mucho tiempo de tal 
belleza morena? —Se inclinó sobre mi mano y la besó. Me tensé, no por el beso, 
sino por la mirada en los ojos de Dante. Deslicé mi mano en las suyas rápidamente y 
las apreté, y de repente Aria estaba a nuestro lado. 
—Matteo, ahora deberías bailar conmigo. —Lo hizo, y Aria lo alejó 
inteligentemente de Dante y de mí. 
—¿Pensé que querías bailar conmigo? —dije en un tono forzadamente casual, 
mirando el rostro duro de Dante. 
Sus ojos azules se fijaron en mí. Envolvió su brazo alrededor de mí y 
comenzó a movernos al ritmo de la música. No estaba segura de cuál había sido la 
fuente de su ira: los celos o el irrespeto de Matteo. 
—¿Qué dijo? —preguntó Dante eventualmente. 
—¿Qué? 
—¿Qué te hizo reír? 
Tal vez los celos eran la fuerza más fuerte después de todo. Eso me hizo 
irracionalmente feliz. 
—Hizo una broma sobre arbustos. 
 
33 
El entendimiento llenó la cara de Dante. 
—Debería ser más cuidadoso. —La amenaza era obvia. Qué bueno que 
Matteo y Luca no lo habían oído. 
—Creo que está un poco tenso por los problemas entre Gianna y él. 
—Por lo que he oído, siempre ha sido volátil, incluso antes de su compromiso 
con la chica Scuderi. 
—No todos son tan controlados como tú —dije enfáticamente. 
Levantó sus cejas pero no dijo nada en respuesta. 
 
 
 
Poco después de la medianoche, Dante y yo no excusamos. El hotel nos había 
ofrecido su más grande suite para la noche, pero Dante prefirió volver a casa y 
estuve verdaderamente agradecida. Estaba ansiosa de finalmente mudarme a la casa 
de Dante. Aunque, también estaba preocupada dado que la había compartido con su 
difunta esposa. Probablemente estaba llena de muchos recuerdos. Bibiana cruzó los 
dedos a medida que la pasaba, y no pude evitar sonreír. 
 
 
34 
Cuatro 
 
Traducido por DariiB 
Corregido por LizC 
 
staba contenta de que fuera el momento de nuestra noche de bodas. Mi 
primera noche de bodas real. Había esperado demasiado tiempo. 
De camino a la mansión de Dante en el Goldcoast de Chicago, ninguno 
de los dos habló. Parecía haberse convertido en una detestable tradición para 
nosotros. Me entretuve mirando el tráfico por la ventana del pasajero, mientras 
trataba desesperadamente ocultar mi creciente nerviosismo. ¿Era posible sentir 
emoción y temor al mismo tiempo? 
Dante bajó la velocidad a medida que nos acercábamos a la gran mansión 
marrón claro de tres pisos. Unas puertas de hierro forjado se abrieron cuando Dante 
presionó un botón en el salpicadero y entramos, luego se dirigió hacia el garaje 
doble. La mansión de mi familia no estaba muy lejos. Era más pequeña que la casa 
de Dante, como era de esperar. El subjefe no podía tener una casa más grande que su 
Capo. 
Después que Dante hubiera estacionado junto a una Mercedes SUV, salió. 
Rodeó el auto y me abrió la puerta, me tendió la mano y me ayudó a salir, lo que fue 
difícil con mi vestido. Su mano era cálida y firme. Siempre me sorprendía no 
encontrar su piel helada como su persona. Me soltó en cuanto estuve de pie, y casi 
intenté alcanzar su mano pero me detuve. No quería presionarlo. Quizás sólo podía 
relajarse tras puertas cerradas. 
Me condujo por una puerta lateral hacia el vestíbulo de la mansión. El piso y 
las escaleras eran de madera oscura y una araña de luces emitía un suave resplandor 
sobre nosotros. Estaba extrañamente silencioso. Sabía que Dante tenía una criada y 
una cocinera que manejaban la casa por él. 
—Le di a Zita y Gaby el día libre —dijo bruscamente. ¿Podía leerme tan 
fácilmente? 
—Eso es bueno —dije, luego me estremecí por cómo pudo haber sonado. No 
era como si hubiera pensado que entretendríamos la casa entera con nuestros ruidos 
E 
 
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en el dormitorio, pero prefería tener completa privacidad para nuestra primera noche 
juntos. 
Dante se dirigió directamente a la escalera, luego se detuvo con una mano en 
la barandilla para mirarme. Me había detenido a medio vestíbulo pero me apresuré 
rápidamente hacia él y lo seguí escaleras arriba. Mi estómago se agitó con nervios. 
Esta era mi segunda noche de bodas, pero era casi tan inexperta como todos 
esos años atrás, cosa que realmente esperaba que cambiara esta noche. Antonio y yo 
nos habíamos besado ocasionalmente al inicio de nuestro matrimonio, e incluso 
había tocado mis pechos por encima de mi camisón de dormir un par de veces, pero 
cuando entendí que él en realidad no tenía interés, abandonamos esos inútiles 
intentos de intimidad. 
Quería ser una verdadera esposa, una verdadera mujer y, a diferencia de 
Antonio, sabía que Dante era perfectamente capaz de consumar nuestro matrimonio. 
Pero ese también era mi problema. ¿Qué tal si Dante se daba cuenta que era virgen? 
¿Podía escondérselo? Quizás si le pidiera apagar las luces, podía ocultar mi 
incomodidad o echarle la culpa a los nervios por estar con alguien más además de 
Antonio. Pero, ¿qué tal si sentía mi himen? ¿Qué le diría entonces? Debí haber 
usado un vibrador para deshacerme de él, pero mi parte romántica no quería perder 
mi virginidad con un aparato. Era ridículo. 
Mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando Dante abrió la puerta del 
dormitorio principal e hizo un gesto de invitación para que entre. Pasé por delante de 
él, mi vestido de novia silbando gentilmente con el movimiento. Le dirigí una 
mirada rápida de paso para evaluar su estado de ánimo, pero como era habitual su 
expresión era ilegible. La cama tamaño king era de madera negra con sábanas de 
satén negro. Por un momento me pregunté si él había escogido el negro desde la 
muerte de su esposa. Y luego un peor pensamiento llegó: ¿era la misma cama que 
había compartido con su primera esposa? 
—El baño está por esa puerta —dijo Dante, con un cabeceo hacia una puerta 
de madera oscura a mi derecha. 
Vacilé. ¿Quería que me refrescara? Cerró la puerta del dormitorio y empezó a 
aflojar su corbata. ¿No quería desvestirme? Se dirigió a la ventana y miró hacia 
fuera, dándome la espalda. Capté la indirecta. Decepcionada, entré al baño de 
mármol. Era de mármol negro, así que quizás a Dante simplemente le gustaba el 
negro. Avancé hacia la ventana que daba a la misma dirección que aquella en el 
dormitorio, preguntándome si Dante veía la misma vista que yo: el lago exuberante, 
las nubes negras salpicando el cielo azul nocturno, ocultando la luna llena, ¿o estaba 
más lejos, perdido en sus recuerdos? 
 
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La idea me hizo sentir incómoda, por lo que me alejé de la ventana y 
comencé a desvestirme antes de tomar una ducha rápida. Me había depilado las 
piernas en preparación para la boda como era tradición, así que no necesitaba 
afeitarme. Después de secarme, me puse el camisón de seda color ciruela que había 
comprado para la ocasión y cepillé mi cabello. Mi estómago se agitó otra vez connervios y emoción. Me tomé unos momentos para recomponerme, para lucir como la 
mujer experimentada que se suponía debía ser; luego regresé al dormitorio otra vez. 
Dante no se había movido de su lugar en la ventana. Me permití un momento para 
admirarlo en su traje negro. Lucía fuerte y sofisticado, intocable, con las manos en 
los bolsillos. Un hombre de hielo, frío, sin emociones, controlado. 
Me aclaré la garganta con nerviosismo y él se volvió hacia mí. Sus fríos ojos 
azules recorrieron mi cuerpo brevemente pero su expresión no cambió. No hubo ni 
siquiera un destello de deseo. No hubo nada. Bien podría haber sido tallado en 
piedra. Antonio por lo menos había elogiado mi belleza en nuestra noche de bodas. 
Incluso me había dado un beso, había tratado de fingir que podía desearme, pero 
rápidamente se volvió bastante obvio que el beso no le había hecho nada. 
Pero ¿qué detenía a Dante? Me desinflé internamente ante su reacción. Sabía 
que muchos hombres me encontraban agradable a la vista y nunca me habían visto 
así de ligeramente vestida, pero Dante no parecía estar interesado en mí. Sabía que 
su esposa no había lucido para nada como yo. Mientras yo era alta y morena, ella 
había sido pequeña con cabello castaño claro. 
—Puedes acostarte. Tomaré una ducha —dijo. Su mirada cambió por apenas 
un momento, pero entonces se fue dando zancadas hacia el baño y cerró la puerta 
tras él. 
Tratando de luchar con mi frustración, me acerqué a la cama y me deslicé 
bajo las mantas. Con Antonio, había sabido que no reaccionaría a mi cuerpo como 
yo quería, pero había pensado que sería diferente con Dante. Quizás necesitaba un 
momento para ordenar sus pensamientos. Hoy no pudo haber sido fácil para él. 
Había amado a su esposa y casarse de nuevo debe haber sido muy duro. Tal vez 
necesitaba una ducha para prepararse mentalmente para la noche de bodas. 
La ducha duró un largo tiempo y con el tiempo mis párpados se volvieron 
pesados. Intenté luchar contra el cansancio, pero en algún punto debo haberme 
quedado dormida porque desperté sobresaltada cuando la cama se hundió. Mis ojos 
se precipitaron hacia mi costado, donde Dante se estaba estirando. Su pecho estaba 
desnudo y no quise nada más que recorrer con mis manos su pecho y estómago 
firme ligeramente bronceado. Sus ojos fríos se posaron en mí. Era imposible decir lo 
que estaba pensando. ¿Intentaría tocarme ahora? 
 
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Me acosté boca arriba, esperando a que haga algo, nerviosa, emocionada y 
asustada. Tuve que contenerme para evitar hacer el primer movimiento. Eso habría 
sido demasiado atrevido. 
—Mañana tengo que levantarme temprano —dijo simplemente y luego apagó 
la luz y me dio la espalda. Estuve agradecida que la oscuridad ocultara mi sorpresa y 
decepción. Esperé unos minutos más para que cambie de opinión, para que reclame 
sus derechos, pero no lo hizo. Se acostó a mi lado tranquilo e inmóvil, con la espalda 
a unos cuantos centímetros de distancia de mi brazo. 
Un dolor me invadió y me di vuelta, alejándome de él. A Dante le gustaban 
las mujeres, entonces, ¿por qué no quería dormir conmigo? ¿Qué tenía de malo que, 
después de dos noches de bodas, todavía estaba intacta como nieve virgen1? No 
estaba segura si podía pasar de nuevo por esto. Quería experimentar la lujuria, 
quería ser deseada. Con Antonio, había sabido que tratar de seducirlo era una batalla 
perdida desde el principio, pero con Dante tenía que intentarlo al menos. Incluso si 
aún amaba a su esposa, era un hombre. Tenía deseos y yo era perfectamente capaz 
de darle lo que necesitaba físicamente, incluso si mantenía sus emociones bajo llave. 
Escuché su respiración tranquila. Aunque no nos estábamos tocando, podía 
sentir el calor que irradiaba de él. No era un hombre de hielo. Tenía que haber una 
manera de romper su máscara. 
 
 
1 Nieve virgen: hace referencia a las primeras nevadas o a un sector de nieve que no ha sido pisado. 
 
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Cinco 
 
Traducido por DariiB 
Corregido por LizC 
 
ante no estaba en la cama cuando desperté la mañana siguiente. Su 
lado estaba frío cuando presioné mi palma contra él. Obligándome a 
controlar mi rabia, me aseguré que la puerta estuviera cerrada antes de 
deslizar mi mano en mi ropa interior. A lo largo de los años con Antonio, había 
aprendido a darme placer con mis dedos. Enterré mi cara en la almohada de Dante, 
inhalando su olor almizclado e imaginé que era él quien me tocaba a medida que me 
acariciaba hasta un orgasmo. Después, me tumbé boca arriba por un momento, 
mirando el techo fijamente, con ganas de llorar y reír al mismo tiempo. 
Salí de la cama y me dirigí al baño, tomándome mi tiempo para lucir 
presentable. Elegí un vestido marrón ceñido al cuerpo que terminaba por encima de 
las rodillas y un lindo cárdigan de cachemira rojo. Incluso si a Dante no le 
importaba, me sentía más cómoda si ponía un poco de esfuerzo en mi ropa. Dejé la 
habitación, vacilé y miré hacia abajo por el largo pasillo, preguntándome lo que se 
escondía detrás de las otras puertas. Tendría que explorar en otro momento. En su 
lugar, me dirigí hacia la escalera. No estaba segura si me esperaban abajo para el 
desayuno. No conocía mi nuevo hogar, no conocía a la gente que trabajaba aquí, y lo 
peor de todo: no conocía al dueño de la casa, mi esposo. 
Las puertas dobles estaban entreabiertas y me aproximé a ellas, luego 
permanecí frente a ellas por un momento antes de caminar dentro. Había esperado 
que Dante ya se hubiera ido y estuve sorprendida cuando lo encontré sentado en la 
mesa del comedor en la gran sala de estar y comedor a la vez. Al igual que el resto 
de la casa, el piso era de madera oscura, las paredes de color beige claro, y el 
mobiliario oscuro e imponente. 
El periódico ocultaba la cara de Dante, pero lo bajó cuando me escuchó 
entrar. Mis tacones marrón resonaron en el piso de madera a medida que me 
acercaba a la mesa lentamente, insegura de cómo actuar a su alrededor. Antonio 
había sido primero mi amigo, y entonces mi esposo, pero no había nada entre Dante 
y yo. Éramos extraños. 
D 
 
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La mesa estaba puesta para dos personas, pero mi plato no estaba al lado de 
Dante, sino que había sido colocado en el otro extremo de la mesa. Me quedé 
mirando la distancia entre Dante y yo, considerando ignorar la organización y 
sentarme junto a Dante, pero luego perdí el valor y tomé mi asiento al extremo de la 
mesa. 
—¿Espero que hayas dormido bien? —pregunto Dante en su voz suave. No 
había dejado el periódico, todavía aferrado a él, y tuve la sensación que se alzaría 
como una barrera entre nosotros otra vez pronto. 
¿Estaba hablando en serio? 
—Demasiado bien —dije, incapaz de detener la burla. ¿No se dio cuenta que 
esperaba un poco más de nuestra primera noche juntos? 
—Todavía tengo que prepararme para una reunión con Luca. Estará aquí 
pronto, antes de dirigirse de vuelta a Nueva York esta noche, pero le dije que 
estarías encantada de hacer compañía a Aria mientras nosotros discutimos de 
negocios. 
Dudaba que Aria necesitara de mi compañía. Tenía a su familia aquí. Esta era 
una forma de mantenerme ocupada, nada más. Si él hubiera querido una esposa más 
ingenua, quizás debió haber aceptado casarse con alguien más joven. Pero me 
gustaba Aria y habría sido grosero retirar la invitación, así que sonreí tensamente. 
—Eso es muy considerado de tu parte. —El sarcasmo teñía mis palabras. 
Ahora que estábamos casados, sería mucho más difícil mantener la máscara 
educada. 
Dante encontró mi mirada, y hubo algo en ellos que me hizo bajar los ojos y 
agarrar un croissant. No tenía hambre, pero era mejor que no hacer nada. El crujido 
de papel atrajo mi atención de vuelta al otro extremo de la mesa. Como esperaba, 
Dante había desaparecido detrás del periódico. ¿Era así cómo quería pasar nuestro 
matrimonio? Ni siquiera me había mostrado aún la casa.—¿Me darás un recorrido por las instalaciones? Difícilmente puedo alojar a 
los invitados sin conocer mi camino alrededor de la casa. 
Dante bajó el periódico otra vez y lo dobló sobre la mesa. Sentí el impulso 
irracional de rasgarlo en pedazos. 
—Tienes razón. 
La emoción brotó en mí, pero se disipó rápidamente por sus siguientes 
palabras. 
 
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—¡Gaby! 
Un momento después una puerta medio oculta detrás de un enorme armario 
se abrió y una pequeña adolescente entró en la habitación y se dirigió a Dante. 
—Sí, señor. ¿Cómo pudo ayudarle? 
Tuve problemas para enmascarar mi sorpresa. Gaby lucía como si fuera a la 
secundaria. ¿Cómo podía ser la criada en esta casa? 
—Mi esposa —dijo Dante con un asentimiento en mi dirección. Gaby se 
volvió hacia mí brevemente con una tímida sonrisa—. Le gustaría tener un recorrido 
por la casa. Estoy ocupado, así que por favor muéstrale alrededor. 
Gaby asintió y se dirigió hacia mí. 
—¿Le gustaría ir ahora? —Su voz fue vacilante, pero pude ver curiosidad en 
sus ojos. Tragué la última migaja de mi croissant y vertí café en mi taza. 
—Sí, por favor. Voy a llevar el café conmigo, ¿si eso está bien? 
Los ojos de Gaby se abrieron por completo y lanzó una mirada hacia Dante, 
quien había vuelto a leer el periódico. No se veía ocupado para mí. Si tenía tiempo 
para leer las noticias, ¿por qué no podía mostrarme los alrededores? Pero no causaría 
una escena frente a Gaby. Dante debe haber sentido a Gaby y a mí observándolo 
expectantes porque elevó la mirada. 
—Esta es ahora tu casa, Valentina. Puedes hacer lo que quieras. 
Así que, él había estado escuchando nuestra conversación. Y me pregunté si 
lo que decía era realmente el caso. Me hubiera gustado ser más atrevida para así 
poder probar la teoría. Me volví hacia Gaby y aferré la taza en mis manos. 
—Entonces, vamos. 
Ella asintió y me llevó hacia la puerta por la que había entrado antes. 
—¿Podemos comenzar en la cocina y la sala del personal? 
—Haz lo que creas que es mejor —dije—. Conoces la casa mejor que yo. 
Otra vez una tímida sonrisa cruzó por su cara. Detrás de la puerta había un 
estrecho corredor, el cual llevaba a una gran cocina. Cazuelas colgaban de ganchos 
sujetos al techo. Todo era de acero inoxidable y eso me recordó más a una cocina 
industrial que a un lugar donde se preparaban comidas familiares. Una redonda 
mujer mayor se encontraba junto al horno y comprobaba la temperatura. Dentro lo 
que lucía como un cordero asado se estaba cocinando. Supuse que ésta era la 
 
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cocinera, Zita. Ella se dio la vuelta cuando nos oyó entrar y se limpió las manos en 
un delantal blanco. Su cabello negro tenía franjas grises en él y estaba asegurado con 
una red para cabello en la cima de su cabeza. Supuse que estaba en sus cincuenta. 
—Le estoy dando a nuestra señora un recorrido por la casa —dijo Gaby con 
entusiasmo. Me sorprendió el uso de señora. Eso sonaba como si estuviera 
empuñando un látigo dominatriz. Quizás Dante estaba cómodo siendo llamado 
“señor”, pero definitivamente no podía vivir con el “señora”. 
—Por favor, llámame Valentina —dije rápidamente—. Ambas. —Le sonreí a 
Zita pero ella no me regresó el gesto. Sus labios estaban fruncidos y me estaba 
examinando de pies a cabeza con una mirada de desaprobación en su cara. 
—Hubiera sido un placer conocerla antes de la boda —dijo Zita altivamente. 
Me obligué a mantener una expresión de calma incluso si no me gustó su 
tono. No quería empezar con el pie izquierdo con el personal de servicio de la casa. 
—Dante nunca me invitó, y no pensé que fuera apropiado invitarme a mí 
misma. 
Ella resopló. 
—Nos presentó a la señora Carla antes de la boda. 
Me puse rígida ante la mención de la primera esposa de Dante, no pude 
evitarlo. Podía oír el juicio en su voz. Pensaba que valía menos que Carla. Tenía el 
presentimiento que no me dejaría olvidarlo. No estaba buscando con interés una 
batalla de voluntades con ella, y definitivamente hoy no tenía la paciencia para ello. 
Miré alrededor de la concina en su lugar, tratando de pretender que no estaba 
molesta por su comentario. 
—Entonces, ¿Carla cocinaba aquí a menudo? 
Zita me dio una mirada sorprendida. 
—Por supuesto que no. Era la señora de la casa. No cocinaba o limpiaba. Eso 
era lo que hacíamos Febe y yo, antes que Gaby ocupara el lugar de Febe. 
Gaby se movió nerviosamente. Estaba claro que no sabía qué hacer. 
—Bueno, puedes esperarme en la cocina a menudo. Me encanta cocinar —
dije. 
Zita enderezó los hombros. 
—No sé si el señor Dante lo permitirá. 
 
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Tomé un sorbo de mi café, devolviéndole la mirada con firmeza. 
—Dante me dijo que podía hacer lo que quiera. 
Apartó la mirada de mí con el ceño fruncido. Sabía que no había terminado 
todavía. 
—¿Por qué no me muestras el resto de la casa, Gaby? Tengo que asegurarme 
de estar lista cuando Aria llegue. 
Gaby movió su cabeza rápidamente. 
—Por supuesto, señ… Valentina. 
Me llevó a la habitación detrás de la cocina. Parecía ser una especie de sala 
común para el personal. Había dos catres, una pequeña televisión y un sofá. Ni sillas 
o mesa, pero asumí que el personal usualmente se reunía alrededor de la mesa de 
madera en la cocina, dado que obviamente no era usada para las comidas de Dante. 
Había también un pequeño baño con una ducha detrás de una puerta blanca. 
—¿Es aquí donde Zita y tú pasan su tiempo libre cuando no trabajan? 
Gaby sacudió su cabeza. 
—Nos quedamos en la cocina. Esto es principalmente para los guardias, ya 
que pasan las noches aquí. 
—¿Dónde están ahora? —No había visto ningún guardia hasta el momento. 
—Están afuera. Ya sea patrullando los jardines o en la caseta de vigilancia. 
—¿Hay cámaras de seguridad? 
—Oh no, el señor Cavallaro no las quiso. Es un hombre muy privado. —
Nada sorprendente ahí. Se dirigió hacia la otra puerta—. Por este lado. —Entramos 
en la parte trasera del vestíbulo. Gaby señaló a las dos puertas en el pasillo—. Esta 
es la oficina del señor Cavallaro, y esa es la biblioteca. Al señor Cavallaro no le 
gusta ser molestado cuando está en su oficina. —Se sonrojó—. Por nosotros, quiero 
decir. Probablemente estará feliz de ser molestado por usted. —Mordió su labio. 
Toqué su hombro. 
—Entiendo. Así que, ¿hay otras habitaciones en este piso? 
—Sólo la sala de estar y el comedor, así como el baño de visitas. 
Cuando Gaby me guio escaleras arriba, pregunté: 
—¿Cuántos años tienes? 
 
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—Tengo diecisiete. 
—¿No deberías estar yendo todavía a la escuela? —Soné como mi madre, 
pero la naturaleza tímida de Gaby trajo mi lado maternal a pesar de que sólo era seis 
años menor que yo. 
—He estado trabajando para el señor Cavallaro por tres años. Vine a esta casa 
poco después que su esposa murió. Nunca la conocí pero Zita realmente la extraña, 
es por eso que fue grosera con usted. 
Mis ojos se abrieron como platos. 
—¿Por tres años? Eso es horrible. 
—Oh, no —dijo Gaby rápidamente—. Estoy agradecida. Sin el señor 
Cavallaro probablemente estaría muerta, o peor. —Se estremeció, una oscura mirada 
pasando por sus ojos. Podía decir que ella no quería hablar de eso. Tendría que 
hablar con Dante sobre ella más tarde. Aceleró su paso y señaló a las puertas de este 
piso—. Estas son las habitaciones de invitados. Y junto a su dormitorio principal, 
hay una habitación que puede usar para sus propios fines. El cuarto de niños y dos 
habitaciones adicionales están en el tercer piso. 
Mis ojos se posaron en una puerta al final del corredor que Gaby había 
ignorado. Me dirigí en su dirección. 
—¿Qué tal esta? 
Gaby agarró mi brazo antes de que pudiera girar la manija. 
—Ahí es donde el señor Cavallaro mantiene las cosas de su primera esposa. 
Tuve problemas manteniendo una expresión seria. 
—Por supuesto —dije en su lugar. No podía estar bloqueada o Gaby no me 
habría impedido abrirla. Tendría que volver sola, y averiguar más sobre la mujer que 
estaba proyectando una inmensa