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El tercero es que los dos grupos evolucionarán en direcciones opuestas: si un grupo desarrolla picos más grandes, el otro grupo desarrollará picos ...

El tercero es que los dos grupos evolucionarán en direcciones opuestas: si un grupo desarrolla picos más grandes, el otro grupo desarrollará picos más pequeños. Los modelos de ruptura de simetría indican que un paso clave en la especiación simpátrica es el comienzo de la inestabilidad, exactamente como en los modelos teóricos de juegos discutidos con anterioridad. A medida que el entorno o el tamaño de la población cambia, el estado de especie única puede dejar de ser estable, de modo que esa pequeña perturbación aleatoria puede provocar grandes cambios. Como un palo que se está doblando a causa de fuerzas cada vez más fuertes, algo de repente hace que el palo se parta en dos. ¿Por qué? Porque el estado «estar en dos partes» es estable, mientras que un palo con un exceso de tensión no lo es. Una población de organismos es estable si pequeños cambios en la forma o el comportamiento tienden a desvanecerse; es inestable si crecen de manera explosiva. La teoría muestra que cambios graduales en el entorno o la presión de la población puede, de repente, provocar un cambio de un estado estable a uno inestable. Hay dos fuerzas principales que actúan sobre las poblaciones. El flujo genético a través de los cruces tiende a mantenerlas unidas como una única especie. La selección natural, por el contrario, tiene dos caras. A veces mantiene a las especies juntas, porque colectivamente se adaptan mejor a su entorno si todas usan la misma estrategia. Pero a veces puede hacer de palanca para que se separen, porque varias estrategias de supervivencia distintas pueden explotar el entorno de manera más eficaz que una sola. En el segundo caso, el destino de los organismos depende de qué fuerza gane. Si el flujo genético gana, obtenemos una especie. Si la selección natural contra una estrategia uniforme gana, obtenemos dos. Un entorno cambiante puede modificar el equilibrio de estas fuerzas con resultados drásticos. Los modelos matemáticos específicos, como los que construyeron los Kondrashov o Dieckmann y Doebeli, sustentan esta idea. Proporcionan una variedad de mecanismos biológicos que pueden hacer inestable el estado de especie única y provocar que la simetría se rompa. Intuitivamente, podemos entender la característica común de dichos modelos en términos biológicos sencillos y proponer una interpretación genética. Imagina, por ejemplo, una especie de pinzones con el pico de un tamaño medio, todos se alimentan de semillas de la misma planta. Nominalmente son todos idénticos, esto es, cualquier diferencia es superficial y no altera realmente el comportamiento del grupo. La población se expande hasta que se ve limitada por el suministro de esas semillas en particular. En esta especie, habrá un rango de variación genética, por ejemplo en el tamaño del pico. Si el tamaño preferido por la selección natural es el de un tamaño medio, entonces el flujo genético vence a la perturbación en el entorno y los pinzones permanecen como una especie. El tamaño de la población se adapta bien al suministro de comida y nada cambia demasiado. Pero ahora supongamos que un cambio de clima, por ejemplo, reduce el suministro de alimento. Ahora hay ventajas en tener picos que no son del tamaño medio y son más adecuados para otros tipos de semillas. Una especie puede pensarse como un grupo en un espacio fenotípico, de modo que se dispersa y no es tan solo un único punto en ese espacio. De modo que algunos pájaros tendrán picos ligeramente más grandes que la media y otros picos ligeramente más pequeños. Esto es inevitable: la media está en el medio. frecuencia de lo que lo hacen con miembros de otro grupo. De manera que el gran misterio es la división inicial, que no necesita ser especialmente grande o dramática. En un momento posterior cualquiera de estos grupos podría dividirse de nuevo, a medida que los cambios continuos en el entorno cambian la disponibilidad de los recursos. Una cascada de dichas divisiones lleva a lo que los biólogos llaman «radiación adaptativa», donde muchas nuevas especies surgen de una especie ancestral durante un período relativamente corto. Por el momento, este tipo de modelos está en su infancia. Su principal contribución es mostrar que la especiación simpátrica es razonable y natural, y centrar la atención en el papel de la inestabilidad como un mecanismo para la diversificación de las especies. Con más realismo biológico, la naturaleza de estas inestabilidades puede entenderse mejor. Mientras tanto, la aproximación por ruptura de simetría arroja una nueva luz sobre la especiación. Un palo se rompe porque las fuerzas a gran escala que actúan sobre él son inconsistentes con su integridad estructural. Precisamente cómo se rompe depende de detalles muy pequeños sobre qué fibra dio paso y cómo las consecuencias se siguieron, aunque si no pasase de un modo, debería pasar de otro. Cualesquiera que sean los detalles, el palo se rompe. De manera similar, las especies divergen debido a una pérdida inevitable de estabilidad. La secuencia real de los sucesos, qué gen lo provoca y en qué orden, es menos importante que el contexto en el que se dan estos eventos. Un palo con mucha tensión se debe romper. Un grupo de organismos con un exceso de tensión debe o morir o separarse en especies. ¿Hay alguna prueba para este tipo de escenario? No directamente, porque la escala del tiempo para la evolución de nuevas especies es demasiado grande. Pero parece haber vestigios de casos de especiación pasados que concuerdan mucho con el escenario de ruptura de la simetría. Un caso particularmente instructivo e históricamente importante, que muestra características consistentes con varios modelos matemáticos de especiación simpátrica, tiene que ver con lo que ahora llamamos los pinzones de Darwin, en las Islas Galápagos. Las Islas Galápagos forman un archipiélago, un grupo de islas en el Océano Pacífico. Están situadas en el Ecuador, a 1.000 kilómetros al oeste de la costa de Ecuador. El nombre hace referencia a las grandes tortugas que se pueden encontrar en la isla y que se conocen como galápagos. Había un cuarto de millón de ellas cuando las islas se descubrieron en 1535, hoy el número es de alrededor de

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