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La compra de voluntades, en la desinformación o como arma política. Uno de los principales exponentes de estos imaginarios y de los peligros que en...

La compra de voluntades, en la desinformación o como arma política. Uno de los principales exponentes de estos imaginarios y de los peligros que engendran por la dimensión que pueden alcanzar lo ejemplarizamos en el proyecto de N-Vidia de falsos rostros. A partir de la gestión de datos que circulan por la red, con una tecnología de big data, que consiguen crear imágenes de personas que no existen. Cruzando, a través de un algoritmo, datos de diferentes personas y rasgos faciales, presentan toda una muestra de retratos que, en realidad, no son de nadie. Combinan aspectos de múltiples personas generando una especie de replicante ficticio cercano a la ciencia ficción, todo ello, a partir de las posibilidades de un software de creación digital. Como señala Barthes: “la fotografía puede mentir sobre el sentido de la cosa, siendo tendenciosa por naturaleza, pero jamás podrá mentir sobre su existencia (…) toda fotografía es un certificado de presencia” (Barthes, 2007: 151). En este tipo de representaciones, las imágenes mienten sobre su existencia, además de hacerlo sobre el sentido de la cosa, sin embargo, y a su vez, se confunden con ella a través de su apariencia. Al encontrar en estos retratos la familiaridad con el modelo nos seduce, no tenemos ninguna sensación de fraude. Sin embargo, esas imágenes carecen de la certificación de corresponder a un referente concreto. Prescinden de esa legalidad, de su autenticidad como fotografías. Se encuentran en el lado de los iconos, y no de los índices. Su relación se vincula con el dibujo, con la pintura, no importa que sea digital. Puesto que lo mostrado no es lo real literal, no hay una inmediatez del fogonazo, sino que se debe al artificio de un programa informático. Estas impresiones de realidad se camuflan entre las auténticas fotografías, induciendo al error de creer en ellas. Estas representaciones cuestionan varios aspectos fundamentales: primero, el uso fraudulento de identidades privadas obtenidas a través de los perfiles de redes sociales con tecnología de big data. En segundo lugar, la creación, a partir de esos mismos perfiles, de nuevas identidades que se filtran en las redes. No son auténticas fotografías, por tanto, no pertenecen a ninguna persona y son filtradas como si lo fuesen en internet. Este imaginario fake cuestiona lo pretendidamente dado. La tendencia a creer que lo fotográfico es real, mucho más cuando se presenta en blanco y negro, por esa relación de causalidad entre la cosa y su representación, hace que el espectador se vea sorprendido por la propia imagen. La visualización, explicación y análisis de este imaginario señala las posibilidades de las imágenes desde su apariencia. La imitación de pretender ser auténticas fotografías, sustrayendo su verdadera génesis, su existencia. La causalidad entre el objeto real y la huella luminosa que certifica el esto ha sido barthesiano, se diluye a través de la circulación en los mundos digitales. Conocidos casos de personajes públicos en actitudes indecorosas relacionadas con la pornografía fueron los primeros casos de deepfakes en la política y la cultura. También la suplantación de discursos, como sucedió con Barak Obama, fueron destacados de los medios de comunicación. Sin embargo, la Inteligencia Artificial ha dado un paso más durante 2022 cuando apareció Volodímir Zelenski en un video que pidiendo a los soldados deponer las armas en la defensa de Ucrania, el diario Periodismo.com relataba el 21 de marzo así la noticia: Estos días apareció en las redes un vídeo en el que Volodímir Zelenski pedía a las tropas ucranianas que depusieran las armas. Afirmaba que había decidido devolver Donbas a Rusia y que los esfuerzos de Ucrania en la guerra fracasaron. Era falso. El clip también se publicó en Telegram y en la red social rusa VKontakte. El canal de televisión Ucrania 24 dijo que los piratas informáticos habían hackeado el ticker de su informativo, insertando un resumen de la noticia falsa en el cronograma de una emisión. Minutos después de que el canal de televisión difundiera el hackeo, el propio Zelensky publicó un vídeo en Facebook en el que negaba haber pedido a los ucranianos que se rindieran y calificaba la falsedad de «provocación infantil». Nathaniel Gleicher, responsable de la política de seguridad de Meta, propietaria de Facebook, tuiteó que la compañía había eliminado el clip original de deepfake por violar su política contra los medios manipulados engañosos. Twitter y YouTube también lo bajaron (Periodismo.com 2022). La vertiente negativa de estos imaginarios está en el componente desinformacional que poseen. El cuestionamiento de lo que aparece en las redes debe ser constante para los usuarios, pues se debate la diferencia entre verdad y verosimilitud. Haciéndose buena la máxima de lo que aparece es verdadero. Durante 2019, un proyecto llevado a cabo por dos artistas británicos, Bill Posters y Daniel Howe, en colaboración con Canny AI, una compañía publicitaria israelí, presentaba a Mark Zuckerberg pronunciando un discurso que nunca dijo. Mediante inteligencia artificial, las imágenes reales de Zuckerberg se han modificado para cuadrar los labios con el texto que lee un actor. En una entrevista al Washington Post los artistas revelaron que el proyecto pertenece a una instalación que pudo verse en el Festival de Documentales Sheffield DOC/FEST. Los artistas británicos tienen más vídeos realizados por esta tecnología de otras figuras populares como Morgan Freeman, Donald Trump o Kim Kardashian. El deepfake del propietario de Facebook llegó semanas más tarde de que se publicará en esa red social un vídeo de Nancy Pelosi, portavoz en el congreso estadounidense del Partido Demócrata, donde se había manipulado mediante tecnología de inteligencia artificial su imagen, para que pareciese que se encontraba en estado de embriaguez. La red social de Facebook se ha visto envuelta en una campaña de críticas por negarse a borrar los videos falsos de Nancy Pelosi y Mark Zuckerberg, defendiéndose con el argumento de que en su política empresarial no se estipula que la información que los usuarios publican deba ser veraz ni real. Algo que debe hacer estar más alertas todavía de los contenidos que pueblan las distintas redes. Por tanto, algo curioso es que estas redes sociales, tan alarmadas por un comentario escrito o por mostrar según qué imágenes, parecen impasibles ante la manifestación de discursos falsos que atentan contra la integridad de los representados. Una doble vara de medida que no tiene, por el momento, cortapisas legales, al encontrarse todo este tipo de tergiversaciones de la realidad fuera de una legislación que las trate, puesto que corresponden al mundo de la ficción, del entretenimiento, pero, a su vez, también al de la suplantación. Si las falsificaciones y sus falsificadores de obras de arte han sido perseguidos durante toda la historia, ¿por qué asumir en la contemporaneidad que estos nuevos falsificadores gocen de prestigio? 5. LO EDUCATIVO A TRAVÉS DE LO FAKE Y SU DIMENSIÓN ÉTICA A la luz de lo expuesto en el presente artículo, estos imaginarios se diluyen bajo el umbral de lo real, entrando a formar parte de lo que se ha definido con los conceptos de pantallismo y pantallización (Caeiro, 2022) de la sociedad. Estos surgen al calor de las nuevas tecnologías y al amparo de la sociedad del espectáculo. En esa creciente proliferación de imágenes que salen a nuestro encuentro, principalmente a través de las pantallas, encontramos la necesidad de alfabetizar en una discriminación perceptiva que haga reflexionar de manera crítica a nuestro alumnado para una comprensión de lo que conforma nuestro propio régimen escópico, tan importante en la actualidad. Si trasladamos esto mismo a la infancia, la iconosfera, concepto acuñado por Gilbert Cohen-Seat (1967), debe, desde la escuela, tratar de presentar esas oportunidades de las que hablaba Freire (1997) para que la propia educación no caiga en una concepción bancaria en tanto que donación, sino en la búsqueda de la identidad propia, de la creación de oportunidades y un desarrollo en términos de pensamiento crítico que haga permanecer alertas a cuantos quieran aprender. Se considera que estas cuestiones son importantes a tratar por la propia educación artística pues, todo lo que tiene que ver con el mirar, debe ser abordado desde la responsabilidad y desde el cuestionamiento. Aguirre señala que es interesante desenmascarar las formas en las que lo político se hace cuerpo a través delo estético (Aguirre,

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BOOK-2023-003
197 pag.

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