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La-importancia-de-la-relacion-terapeutapaciente-desde-el-enfoque-humanista

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
 
 
LA IMPORTANCIA DE LA RELACIÓN 
TERAPEUTA-PACIENTE 
DESDE EL ENFOQUE HUMANISTA 
 
 
T E S I N A 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADA EN PSICOLOGÍA 
P R E S E N T A: 
CAROLINA ALICIA LÓPEZ GONZÁLEZ 
 
 
DIRECTORA DE LA TESINA: 
MTRA. GUADALUPE BEATRIZ SANTAELLA HIDALGO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
México, D.F. Enero 
2008 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
 
A Dios, gracias por la paz que das a mi alma, por la alegría, por el cariño que mis seres 
queridos me han brindado. Gracias por esos ojos que con ternura y compasión me 
miraron; gracias por las manos oportunas que me levantaron; gracias por esos labios 
cuyas sonrisas y palabras me alentaron; por esos oídos que me escucharon; por esos 
corazones que amistad, cariño y amor me brindaron. Gracias señor por el éxito que me 
permitiste alcanzar. Gracias señor por la vida, por la salud que has permitido en 
mí…Gracias señor… por el regalo de tu amor. 
 
 
A mi Madre adorada, Alicia González Bello que por su gran amor, sensibilidad, 
entusiasmo,entereza y su valor para enfrentar la vida , me han enseñado a gozar la vida 
a disfrutarla al maximo, ha pesar de las adversidades, a seguir adelante, valorando lo 
mucho que se tiene. 
 
 
A mis hermanos, en especial a mi manis Miguel quien con su amor incondicional 
siempre ha estado presente en mi vida, apoyandome, animandome, dandome lecciones 
de vida, una gran seguridad y mushisimooo cariño. 
 
 
A mis sobrinos y cuñada, Ma. Elena, Román Eduardo, Miguel Alonso, Diego 
Hernando quienes siempre me han brindado su cariño, su alegría , su apoyo y sobre 
todo por su sentido del humor, que nos llevan a esos momentos de carcajadas que 
iliminan mi vida. 
 
 
A la Dra. Jessica Larrondo Argonza, que a través de su profesionalismo, de la fe y 
la confianza me dio otra visión de la vida, con la cual he podido culminar este 
proceso, que me da tanta satisfacción y además tuve la oportunidad de disfrutar de lo 
cálido, afable y simpatico de su trato. 
 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México. A los Directivos y Profesores de 
la Facultad de Psicología. Quienes estan comprometidos a forjar a excelente 
profesionistas y personas integras para vivir en un mundo mejor. 
 
 
A la Maestra Guadalupe Santaella Hidalgo quien me dirigió con un gran 
profesionalismo y con una calidad humana extraordinaria, la cual me motivo a 
continuar a pesar de la adversidad. Gracias por su comprensión, tolerancia, entusiasmo 
y por ser la clave para realizar este anhelo. Mi reconocimiento y agradecimiento 
eterno. 
 
 
 
 
 
 
 
A mis sinodales, Lic. Leticia Bustos de la Tijera, Lic. Aida Araceli Mendoza 
Ibarrola, Mtra. Alma Mireia Lopez-Arce Coria,Lic. Damariz Garcia 
Carranza. Gracias por su gran profesionalismo, su comprensión y su valiosa 
contribución para el desarrollo de este trabajo. 
 
 
A la D.E.C. Gracias por desarrollar estos programas, que nos beneficia a tantos 
egresados, dandonos la oportunidad de concluir un ciclo importante; que nos impulsa a 
superarnos cada día más y emprender otros proyectos. 
 
 
A Juan Manuel, Vanessa, Aurora y Laura Mata, Gracias por recorrer palmo a 
palmo el camino conmigo en los momentos difíciles, por compartir esa energía de los 
jovenes, por su apoyo incondicional, por su profesionalismo, por esas vocesitas que 
me decian al oido (por teléfono) ¿ Qué paso, en que vas? las cuales no saben como me 
animaron a seguir. Gracias por esas sesiones de motivación, que a parte de motivarnos, 
nos dieron la oportunidad de conformar un grupo de trabajo especial. 
 
 
A mis compañeras de titulación, Adriana, Sandra, Thelma, Carmen, Angelina, 
Carmina, Clara Eugenia, Rocio, Cinthya. Gracias por su compañía ,su cariño y ese 
apoyo que impidio que el barco se fuera a pique, por ese jalón para sacarlo a flote y 
que todas llegaramos a puerto. 
 
 
A mis queridos amigos y amigas del alma, Bart, Lety, Marthita, Rocio, Natalia, 
Adrian, Manolo, Leo, Isa, Carmen, Bety. Gracias por su confianza, comprensión, 
aceptación, cariño, aliento y presencia. Gracias por compartir esta vida tan 
maravillosa. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
 
 
CAPÍTULO I. 
 
ANTECEDENTES DEL MODELO HUMANÍSTA - EXISTENCIAL 
 
 
CAPÍTULO II. 
 
ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA (ROGERS, CARL) 
Conceptos básicos 
Características del terapeuta 
Relación Terapéutica 
Proceso terapéutico 
 
 
CAPÍTULO III. 
ENFOQUE DE LA GESTALT (PERLS, FRITZ) 
Conceptos básicos 
Características del terapeuta 
Relación Terapéutica 
Proceso terapéutico 
 
 
CAPÍTULO IV. 
ENFOQUE DE ANÁLISIS SOCIAL HUMANÍSTICO (FROMM, ERICH) 
Conceptos básicos 
Características del terapeuta 
Relación Terapéutica 
Proceso terapéutico 
 
 
 
CAPÍTULO V. 
ANÁLISIS DE CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS DE LOS ENFOQUES. 
 
 
 
CONCLUSIONES. 
 
 
 
RESUMEN 
 
 
El presente trabajo es una investigación bibliográfica del tema: 
La Relación Terapeuta-Paciente ; en la cual se hace énfasis en 
la actitud del terapeuta como factor de cambio en el proceso terapéutico 
desde el enfoque Humanista-Existencial. 
 
Se revisaron tres enfoques: 
El Enfoque Centrado en la Persona. (Rogers, Carl.) 
El Enfoque de la Gestalt. (Perls, Fritz) 
El Enfoque Análisis Social Humanístico. (Fromm, Erich) 
 
Se analizaron estos autores por considerarlos los más representativos y 
por sus grandes contribuciones a la Psicoterapia Humanísta-Existencial. 
 
Los tres autores comparten la idea de que lo fundamental es el valor de 
la actitud psicoterapéutica hacia el paciente para un autentico proceso 
terapéutico. 
 
Cada vez más, terapeutas de diversos enfoques destaca la contribución de 
la relación terapéutica, su importancia, influencia y contribución al 
cambio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
 
La comunicación es fundamental en todas las formas de psicoterapia, la relación que 
se establece entre el terapeuta y el paciente, es única , irrepetible, persigue un 
autentico proceso terapéutico centrado en el cambio; que se diferencia de una mera 
relación diagnóstico y/o tratamiento medico de una enfermedad. En donde se 
establecen sitios distantes entre ambas partes; el experto- el especialista - el enfermo, 
el que sabe y el que desconoce. 
 
En esencia la relación terapeuta-paciente, es una transacción, un sistema de interacción 
recíproca, tanto intelectual como emocional, que incorpora lo que le terapeuta y el 
paciente piensan, sienten, hacen y reciben el uno del otro. 
 
La relación terapeuta-paciente se caracteriza como una alianza terapéutica puesto que 
es un compromiso de colaboración basado en sentimientos de confianza, de fe y de 
esperanza; relación humana, que más que una cuestión de tiempo, es cuestión de 
actitud. 
 
La contribución de la relación terapéutica ha sido destacada cada vez más por 
terapeutas de opiniones muy diversas. También la investigación sistemática ha 
destacado su importancia, influencia y contribución al cambio. 
 
Varios autores han sido particularmente críticos con la noción de que el cambio 
psicológico significativo puede resultar sólo de la interpretación y han argumentadoa 
favor del énfasis en la influencia de la relación terapéutica per se, para lograr el 
cambio. En el seno de un vínculo que permite reestructurar las interacciones previas. 
 
La eficacia de la influencia del terapeuta depende de la autenticidad de sus 
motivaciones y su fe en el procedimiento, mientras que por parte del paciente 
intervienen sus expectativas y confianza. 
 
 
En la formación del terapeuta se enfatiza el desarrollo de las habilidades de escucha, 
comprensión e interpretación de lo que comunica el paciente, pero de igual 
significación deben ser desarrollados en el terapeuta los aspectos para una adecuada 
actitud. 
 
El objetivo de esta investigación es hacer una revisión bibliográfica acerca de la 
actitud del terapeuta en la relación terapeuta-paciente como factor de cambio en el 
proceso terapéutico desde el Enfoque Humanístico. 
 
Los autores presentados en esta investigación son representativos por sus grandes 
contribuciones a la psicoterapia Humanística-Existencial: 
 
Por tanto, en el capitulo I se describe los Antecedentes Generales del Modelo 
Humanístico-Existencial. 
 
 
El capitulo II revisa el Enfoque Centrado en la Persona de Rogers, Carl, antecedentes 
y conceptos básicos; entre el organismo como un todo, el sí mismo (self), El yo, el sí 
mismo (self) ideal, la experiencia, conciencia, congruencia e incongruencia, desarrollo 
de la personalidad, necesidades de consideración positiva incondicional , 
autoconsideración, autorrealización. Características del terapeuta, Relación 
terapéutica y Proceso terapéutico. 
 
 
En el capitulo III hace referencia al Enfoque de la Gestalt de Perls Fritz, antecedentes 
y los conceptos básicos derivados: el organismo como un todo, la experiencia, el 
campo psicofísico, figura- fondo, necesidades biológicas (de sobrevivir) y emotivas 
(de crecimiento), la energía de las emociones, énfasis en el aquí y ahora, importancia 
del cómo sobre el porqué se reprime, importancia del darse cuenta (conciencia), 
mecanismos neuróticos: introyección, proyección, confluencia y retroflexión. 
Características del terapeuta, Relación terapéutica y Proceso terapéutico. 
 
 
En el capitulo IV presente el Análisis Social Humanístico de Fromm, Erich, así 
como sus antecedentes y conceptos esenciales: lo que significa ser humano, el yo 
como el todo organizado, la individuación, conciencia, dicotomías existenciales y 
dicotomías históricas, orientaciones “tener” y “ser”, necesidades básicas: relación, 
trascendencia, arraigo, sentido de identidad y estructura que oriente y vincule, carácter 
social, tipos de carácter: receptivo, explotador, acumulativo, mercantil y productivo, 
ética humanista, ética autoritaria, Características del terapeuta, Relación terapéutica y 
Proceso terapéutico. 
 
En el capítulo V se presenta un cuadro de convergencias y divergencias, la discusión y 
análisis del mismo. 
 
Se realiza la presente investigación con la finalidad de ofrecer una visión más 
completa e integrada sobre la importancia de las características del terapeuta en el 
proceso de cambio; privilegiando las características idóneas del terapeuta y las 
condiciones del encuentro terapéutico bajo el enfoque humanístico-existencia. 
 
Existen otros procesos terapéuticos, sin embargo, para lo fines de esta investigación se 
ha elegido este enfoque humanístico-existencial, por que, se considera que es el más 
adecuado para propiciar este tipo de relación, ya que sus fundamentos se centran en 
que el tipo de encuentro que se establece entre terapeuta-paciente es de condición 
humanista, la de no haber nada humano que le sea ajeno. La relación terapéutica es de 
persona a persona.No ve al paciente como un objeto, o como persona 
fundamentalmente distinta. Busca la unidad de la persona, en vez de la división entre 
sujeto contra objeto. Enfatiza el aspecto positivo en lugar del negativo. La 
comprensión y el amor son inseparables. Su empatía tiene la condición de una gran 
capacidad de amar. Y el aspecto más brillante de la humanidad es destacado en su 
concepto de la persona autorrealizada. 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I 
 
ANTECEDENTES 
DEL 
MODELO HUMANÍSTICO-EXISTENCIAL. 
 
Bajo el nombre de humanístico-existencial se ha denominado, especialmente en el área 
de influencia norteamericana, tanto a los enfoques que provienen de la tradición 
fenomenológica-existencial europea, como al fenómeno americano de la psicología 
humanística. 
Se trata de un movimiento como reacción al reduccionismo académico, y en de 
defensa de los valores integrales del hombre. Sobre cuáles son estos valores y la forma 
de llevarlos, existen diferencias notables, pero se puede detectar un énfasis común por 
la autorrealización y el desarrollo del potencial humano. 
Se le considera una tercera fuerza frente al Conductismo y al Psicoanálisis. En la 
actualidad, debe ser reconocido como un conjunto de procedimientos terapéuticos, en 
su mayor parte desligados de las principales corrientes académicas. (Feixas y 
Miro,1993). 
Se reconoce que las raíces del existencialismo y la fenomenología se derivan desde 
Sócrates, San Agustín, Pascal y Descartes, como precursores del moderno 
existencialismo. En el occidente surgió a partir de la obra de Sören Kierkegaard (1813-
1855) y de Friedrich Nietzsche (1844-1900). 
En la época contemporánea lo representan Karl Jaspers, Martin Heidegger y Jean Paul 
Sastre,entre otros. 
Uno de los aspectos del pensamiento existencialista es el hincapié puesto en la 
experiencia vital individual y directa, más que en una dependencia en experiencias 
mediadas como la proporcionada por libros, periódicos, revistas y, en la época 
moderna, la radio y la televisión. 
Otro aspecto que subrayan es el de la experiencia subjetiva de la verdad como criterio 
suficiente de tal verdad. Para los existencialistas, la prueba externa no es un rasgo 
esencial que deba ser poseído por lo que es verdad. 
Un punto más del existencialismo dice que en una sociedad de producción masiva y 
sumamente tecnológica, surgida poco más o menos en el último siglo, cuando el 
hincapié cae en la comunicación masiva, en la propaganda y en la conformidad, el 
individuo está perdido. 
 
Karl Jaspers, como Barrett (1958) concibe “ el significado histórico de la filosofía 
existencialista como una lucha por despertar en el individuo las posibilidades de una 
auténtica y genuina vida, frente al gran movimiento moderno hacia una sociedad de 
masas estandarizada”. Kierkegaard delineó los rasgos principales de la estructura de 
la existencia humana, al decir que el hombre no es un ser hecho a pedido. Agrega que 
el hombre se convertirá en lo que él mismo se haga, y en nada más. Y que se construye 
mediante sus elecciones, pues tiene la libertad de hacer elecciones vitales, sobre todo 
la libertad de escoger entre una forma de existir auténtica y una no auténtica . La 
existencia no auténtica es la forma del hombre que vive bajo la tiranía del Populacho ( 
la multitud, la colectividad anónima). Y la existencia auténtica como la modalidad en 
que el hombre asume la responsabilidad de su propia existencia, un hombre debe sufrir 
la prueba de la desesperación y de la “ansiedad existencial” , es decir, la ansiedad del 
hombre que se enfrenta a los límites de su existencia con sus implicaciones totales: 
muerte y nada. Esto es lo que Kierkegaard llama “enfermedad de la muerte” (Cofer y 
Appley,1990). 
La corriente fenomenológica halla sus orígenes más inmediatos en el pensamiento de 
Franz Bretano, por su énfasis en la experiencia, en el carácter activo de la psique, y en 
la naturaleza intencional de todo acto psíquico. 
Bretano influyó en el que se considera principal representante de la fenomenología, 
Edmundo Husserl (1859-1938), para quien la experiencia inmediata del acto de 
conocimiento es que puede revelar la naturaleza de las cosas. Para ello hay que tomarlo que se conoce como la epoché , o actitud fenomenológica, es decir, la observación 
pura del fenómeno sin prejuicios ni creencias apriorísticas. 
La epoché es una operación mental en la que el sujeto pone el mundo en paréntesis , 
excluye de su mente cualquier juicio de valor sobre el fenómeno, así como cualquier 
afirmación sobre sus causas o trasfondo. 
Desde esta perspectiva cada persona vive un mundo singular, un universo de 
significaciones constituidas por su conciencia, y se trata de comprender este mundo y 
su significado. (Feixas y Miro, 1993). 
Husserl insistió en que debe adquirirse la experiencia según ésta llega, para conocerla, 
sin análisis, sin interpretaciones, ni cosas por el estilo. 
 
Por ejemplo, para conocer el mundo debe observarse lo que hay en la experiencia, no 
influido por teorías de la realidad, y observar esto o aquello, o en esta o esa forma. Es 
fundamental para la comprensión del mundo (y, en su forma existencialista, el mundo 
interno) abrirse a la experiencia directa y describir tal experiencia de formas 
esencialmente no sofisticadas.(Cofer y Appley,1990) 
Martin Heidegger (1889-1976) fue el discípulo de Husserl que más influyó en el 
desarrollo del modelo humanístico-existencial. Se preocupó por temas existenciales, 
como el significado de la vida, la muerte, la ansiedad existencial. Estos problemas ya 
habían sido estudiados por otros, en especial por Sören Kierkegaard (Feixas y Miro, 
1993). 
El existencialismo es un movimiento en la filosofía y la psicología contemporánea que 
surgió en forma natural en diferentes partes de Europa. El existencialismo y el 
psicoanálisis surgieron de la misma situación cultural. 
Ambos buscan entender la ansiedad, desesperación y enajenación que las personas 
sienten por sí mismas y por la sociedad. Durante la última mitad del siglo XIX hubo 
una tendencia deshumanizadora clara, al darle prioridad a la máquina sobre la persona, 
pensando en los individuos sólo en términos del sistema industrial para el que 
trabajaban. Esta segmentación en la cultura tuvo una contraparte psicológica en la 
represión extrema dentro del individuo. Fue la gran habilidad de Freud la que habló 
del problema de la represión y ayudó a curarlo. 
Kierkegaard, Nietzsche y otros precursores de la perspectiva existencialista previeron 
que las fuerzas de la desintegración estaban destruyendo en forma gradual la vida 
emocional y espiritual interna de las personas y conduciendo a la desesperación y 
enajenación del yo y de la sociedad. 
El nombre existencialismo proviene del latín exsistere , que significa “sobresalir” o 
“surgir”, el existencialismo se centra en el ser humano, en la forma en que está 
surgiendo y transformándose. 
La filosofía occidental ha buscado por tradición la esencia del ser, los principios y 
leyes inmutables que se cree gobiernan la existencia. Para Sastre su máxima “La 
existencia precede a la esencia” significa que el ser humano no viene con un ser a 
desarrollar, sino que tiene que encontrarlo por sí mismo. La comprensión y análisis de 
este proyecto, que se materializa y se va modificando en las múltiples decisiones de la 
persona a lo largo de su vida, es el objeto del análisis existencial sartreano.(Feixas y 
Miro, 1993). 
Los existencialistas buscan desarrollar una ciencia empírica que atienda el conjunto 
del conocimiento de lo que significa ser humano. Como tal, busca la unidad de la 
persona antes que cualquier división entre sujeto contra objeto, cuerpo contra mente, 
naturaleza contra crianza, o cualquier otra dimensión conceptual. Se pregunta lo que 
significa ser y existir bajo estas condiciones psicológicas, culturales e históricas 
particulares. 
Muchos psicólogos creen que a menos que sean objetivos, las emociones y prejuicios 
se interpondrán entre ellos y los hechos, siendo un obstáculo para los procesos de 
razonamiento. Sin embargo, en ocasiones, la objetividad impide el entendimiento. 
Algunas verdades, tales como entender lo que significa ser, son descubiertas no con 
objetividad, sino con un involucramiento personal intenso. La actitud existencialista 
resiste con fuerza la tendencia a tratar a la persona como un objeto. Mencionan que el 
conocimiento humano es en última instancia interpersonal. El conocimiento no sólo es 
objetivo (de un objeto externo) o subjetivo (del yo) sino también interpersonal, al 
surgir del encuentro de seres humanos entre sí. Entender a través del encuentro es tan 
real como comprender por medio de la objetividad. Consideran a los individuos como 
seres con opciones libres que son responsables de sus acciones. Cada uno de nosotros 
se labra su propio destino. Sugieren que no hay verdad ni realidad con excepción de 
aquella en la que participamos. El existencialismo enfatiza la existencia en lugar de la 
esencia. (Engler,1996). 
 
La Formación del Movimiento Humanista. 
La psicología humanista nació como fenómeno < genuinamente americano> entre sus 
antecedentes podemos citar el funcionalismo de James y Dewey, con su visión del ser 
humano como ser activo, volitivo y social; y al conductismo intencional de 
McDougall. 
Y la influencia propia del psicoanálisis tal como llegó a Norteamérica, a través de los 
neopsicoanalistas, Karen Horney, Erich Fromm y otros. Pero, en particular, parece ser 
que Alfred Adler ejerció una importante influencia al menos en el pensamiento de 
Maslow.(Feixas y Miro, 1993). 
 
El análisis histórico revela que la psicología humanista no tuvo un fundador único (De 
Carvalho,1991). Abraham Maslow ha sido considerado como el padre espiritual de 
esta corriente. 
Maslow fue un escritor persuasivo, describió a la psicología humanista como una 
“Tercera Fuerza” en la psicología estadounidense. Criticó a los psicoanalistas y al 
conductismo radical por sus concepciones limitadas de la naturaleza humana, 
concibiéndola como una máquina. Maslow ofreció su perspectiva como un 
complemento, más que como una alternativa, a estas otras dos fuerzas. No rechazó las 
contribuciones que habían hecho los psicoanalistas y los conductistas, pero creía que la 
denominación de la naturaleza humana necesitaba complementarse. 
Maslow enfatizaba el aspecto positivo de la naturaleza humana en lugar del negativo. 
El aspecto más brillante de la humanidad es destacado en su concepto de la persona 
autorrealizada. 
El individuo avanza hacia la maduración, felicidad y satisfacción, y no solo en la 
simple restauración del equilibrio o en evitar la frustración. (Engler, 1996). 
Sin embargo, el antecedente más claro de la psicología humanista es la escuela de la 
Gestalt, principalmente a través de Kart Goldstein, quien trajo de Europa la influencia 
de Brentano reflejada en los guestaltistas. En su obra el organismo, expresa su 
concepción del organismo humano como totalidad y de su tendencia a la 
autorrealización, como fuerza impulsiva que pone al organismo en acción. De esta 
influencia surge en la psicología humanista la noción del ser humano como ser dotado 
de un potencial humano inherente que debe ser realizado o actualizado. En la década 
de los treinta se puede ver el movimiento humanista con las obras de Gordon Allport 
(1937) y Henry Murray (1938), y su concepción de las necesidades humanas, que 
suponen una confrontación con el conductismo. 
En la década de los cuarenta aparecen las primeras aportaciones terapéuticas (Rogers, 
1942) y las primeras propuestas de Maslow sobre la motivación. 
Pero es hasta la década de los cincuentas cuando estas tendencias cobran fuerza. Roges 
publica su Psicoterapia centrada en el cliente (1951) y Maslow su obra Motivación y 
personalidad (1954). 
En 1961 dos hechos marcan el nacimiento de la psicología humanista: 
 La constitución de la American Association of Humanistic Psychology (AAHP) y 
 la publicación del Journal of Humanistic Psychology. 
 
 
También representa un notable valor la Conferencia de OldSaybrock, a la que 
asistieron Allpor, Murria, Murphy y Nelly, además de Rogers, Maslow y Rollo May. 
En todos ellos se da un clima de insatisfacción tanto hacia la psicología académica, 
como hacia su alternativa, el psicoanálisis. 
 
Los principios básicos de los Modelos Humanístico-existenciales con los que se 
constituyó la AAHP, son la concepción psicológica del ser humano centrada en torno a 
cuatro aspectos claves: 
 
1. Autonomía e interdependencia social. Capacidad para dirigir el desarrollo 
propio, tomando decisiones y aceptando responsabilidades. 
 2. Autorrealización. Tendencia inherente al organismo que lo impulsa hacia el 
crecimiento y la diferenciación. 
 3. Búsqueda de sentido. Se sostiene que el hombre no sólo se mueve por 
motivaciones materiales, sino también por principios axiológicos, tales como la 
libertad, la justicia y la dignidad, que suponen el intento de trascender la propia 
existencia. 
 4. Concepción global del ser humano. El ser humano se considera como una 
Gestalt, un conjunto integral en el que sentimiento, pensamiento y acción forman un 
todo orgánico. 
En los años sesenta el movimiento de la psicología humanista creció de forma notable 
por el clima inconformista y de reivindicación de los valores humanos y naturales que 
impero en la época. (Feixas y Miro 1993). 
 
El psiquiatra existencialista suizo Binswanger quien trabajó y estudió con Bleuler y 
Jung en Zurich, y amigo personal de Freud durante toda su vida. Sin embargo, pronto 
abandonó el marco psicoanalítico, que consideraba reduccionista, para adoptar un 
marco fenomenológico que, influido por la obra de M. Heidegger, fue evolucionando 
hacia posiciones existenciales. Comentó, para que una persona sea ella misma por 
completo es decir, para que se realice o actualice verdaderamente como ser humano 
debe “enfrentar su destino cara a cara”. el hecho de que la vida humana esté 
determinada por fuerzas y condiciones sólo es una de las dos caras de la verdad. 
 
El otro lado es que los propios seres humanos “determinan esas fuerzas de su destino” 
(citado en May, 1961). De ese modo, en la aproximación fenomenológica y 
existencialista, las personas son vistas como seres cuya actualización requiere mucho 
más que la simple satisfacción de las necesidades biológicas y de los instintos sexuales 
y agresivos. 
 
Los existencialistas proponen que el ser humano es, en forma inevitable, el constructor 
de su propio destino y, de manera más específica, que cada persona es: 
 Un agente elector, incapaz de evitar la toma de decisiones a lo largo de su vida. 
 Un agente libre, que establece libremente sus objetivos en la vida. 
 Un agente responsable, que se hace cargo personalmente de sus propias decisiones 
en la vida. 
La existencia del ser humano en la vida está dada, pero su esencia es lo que cada ser 
hace de ella, de qué tan significativa y responsablemente la construya. Para encontrar 
valores que satisfagan, para guiar las vidas de una manera coherente, para dar 
significado a la vida, objetivos que forman parte de la lucha existencial y que 
demandan “valor de ser”, se necesita valor para romper la conformidad ciega a los 
valores de grupo y luchar por la autosatisfacción mediante la búsqueda de una mayor 
autodefinición y autenticidad. 
Para comprender el significado de ser también es necesario mantenerse de manera 
constante en contacto con la consciencia del no ser, del enajenamiento, de la nada y, 
en última instancia, de lo inevitable de la muerte, que es el destino ineludible de todo 
ser vivo. La consciencia de ese destino inevitable y lo que ello implica producen una 
ansiedad existencial. El antídoto contra esta ansiedad es enfrentar la vida y vivirla de 
una manera responsable, significativa y con valor y consciencia de la potencialidad 
humana de tomar opciones y crecer. (Mischel W, 1990) 
El más importante de todos los pensadores humanistas de los siglos XVIII y XIX fue 
quizá Johann Wolfgang von Goethe, la idea de él, es que el hombre encierra, no sólo 
su individualidad, sino también la humanidad entera, con todas sus potencialidades, 
aunque por las limitaciones de su existencia sólo puede realizar parte de ellas. Para 
Goethe, el fin de la vida es desarrollarse por la individualidad hacia la universalidad. 
Sólo desarrollando plenamente su individualidad puede el hombre experimentar su 
propia humanidad, lo cual quiere decir la humanidad de todos. Según esta filosofía, se 
siente uno con todo precisamente porque ha llegado a ser plenamente él mismo. 
Tal vez la expresión más importante del humanismo del siglo XVIII en el siglo XIX se 
halla en el pensamiento socialista de diversos tipos y quizá, en el pensamiento de 
Marx. 
 
 
 
La meta de Marx para el hombre era, como la de Spinoza, como la de Goethe, el 
hombre independiente, el hombre libre: “ Un ser sólo se considera independiente en 
cuanto es dueño de sí y sólo es dueño de sí en cuanto se debe a sí mismo su 
existencia”. 
El hombre se apropia su esencia universal de forma universal, es decir, como hombre 
total. Este concepto de hombre total viene desde el Renacimiento, pasando por 
Leibniz, Spinoza y Goethe, hasta Marx. “Cada una de sus relaciones humanas con el 
mundo (ver, oír, oler, gustar, sentir, pensar, observar, percibir, desea, actuar, amar), 
todos los órganos de su individualidad son la apropiación de la realidad humana. 
Hay otra afirmación de Marx, muy característica de todo pensamiento humanista , que 
se refiere al ser activo del hombre frente al ser pasivo, detallándolo en el caso del 
amor. Para Marx, como para Spinoza, la cuestión no es ser amados, sino de nuestra 
capacidad de amar y de la cualidad del amor como una cualidad activa. Si mediante 
una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu 
amor es impotente, una desgracia. 
En el contexto de hoy, Fromm subraya que la esencia del hombre no es una sustancia, 
que no es que el hombre sea bueno o el hombre sea malo, sino que hay una esencia 
que permanece invariable en la historia. La esencia del hombre es una conjunción o, 
como dice Heidegger, una locatividad fundamental. Esta locatividad es una situación 
de dicotomía existencial, un estado de conflicto entre el hombre como animal que vive 
dentro de la naturaleza y el hombre como lo único de la naturaleza que tiene 
conciencia de sí; por consiguiente, puede tener conciencia de su apartamiento, 
desamparo y fragilidad; y que, por tanto, debe hallar nuevas vías de unión con la 
naturaleza y con sus semejantes. 
 
El hombre nace, individual e históricamente, y al darse cuenta de su apartamiento del 
mundo se volvería loco si no encontrase un medio de vencer este apartamiento y 
recobrar la unión. Evitar y superar la plena experiencia del apartamiento y lograr una 
nueva unión, es la pasión más fuerte del hombre. 
La misión teórica de desarrollar la idea o conocimiento de lo que es la esencia del 
hombre sólo llegará a tener importancia en el momento, o para quienes, vuelva a estar 
viva la experiencia de la unión del hombre. 
La experiencia del humanismo es, como dijo Terencio, la de que < nada humano me es 
ajeno>. Que yo tengo dentro de mí toda la humanidad: se da la paradoja de que no 
obstante no haya dos individuos iguales, a la vez; todos compartimos la misma 
sustancia, la misma cualidad. No hay nada que se dé sólo en ese hombre. Todo se da 
también en mí. Yo soy criminal, y yo soy santo. Yo soy el hombre que vivió hace cien 
mil años y yo soy el hombre que vivirá dentro de cien mil años. 
Y esto tiene una relación muy significativa , con el fenómeno de lo inconciente. Freud 
no fue el primero que lo descubrió, pero fue el primero que lo examinó de modo 
plenamente sistemático. Sin embargo, su concepto de lo inconsciente seguía siendo 
muy limitado. 
¿ Qué es en realidad lo consciente? Nuestroconsciente está compuesto por todas las 
experiencias humanas que cada sociedad nuestra nos permite conocer. Solemos 
enterarnos de aquello que el lenguaje, la lógica o las prohibiciones sociales nos 
permiten conocer. Hay un filtro social, y únicamente las experiencias que lo atraviesan 
son las cosas de las cuales nos enteramos, y ésas son nuestro consciente. 
 Y ¿ qué es nuestro inconsciente? Nuestro inconsciente es la humanidad, es el hombre 
universal. 
Nuestro inconsciente es todo lo humano, lo bueno y lo malo, todo lo que hay en los 
demás, menos ese pequeño sector de lo consciente que representa la experiencia, el 
pensamiento y el sentimiento de la cultura a la que pertenecemos. 
La gran importancia de estar en relación con nuestro inconsciente es, no la de 
descubrir nuestros deseos incestuosos, esto, aquello, o lo de más allá (lo que a veces 
puede no carecer de importancia). 
La gran importancia del descubrimiento freudiano de la posibilidad de relacionarnos 
con nuestro inconsciente es precisamente que, estando en relación con nuestro 
inconsciente, estamos en relación con la humanidad; porque nos relacionamos con el 
hombre total que hay en nuestro interior y, ya no hay nada que nos sea ajeno. Ya se 
deja de juzgar a los demás, en el sentido de considerarnos superiores a ellos. Estando 
en relación con nuestro inconsciente, nos experimentamos a nosotros mismos como 
experimentamos a cualquier otro. 
Esa idea de toda la humanidad que llevamos dentro: esa misma idea se realiza, se 
manifiesta, se encarna y vivifica al vencer ese apartamiento interior nuestro, por el que 
sólo somos conscientes de lo que se expresa en nuestra cultura y entrar en relación con 
todo lo que compartimos con la humanidad entera. ( Fromm,1998) 
Los psicólogos humanísticos y existenciales han intentado formular teorías de la 
naturaleza humana que se basan en atributos humanos y problemas de existencia 
característicos ocasionados por la condición de ser humanos. Han rechazado los 
modelos típicos usados por los psicólogos que representan a los seres humanos en 
términos mecánicos o biológicos. 
 
Los psicólogos humanistas se muestran favorablemente dispuestos al papel penetrante 
de las fuerzas sociales y culturales que forman el comportamiento humano, pero 
previenen contraponer demasiado énfasis en tales determinaciones del 
comportamiento. 
 
Los psicólogos humanistas y existenciales han incluido en sus teorías la idea del yo 
como un agente libre. Sostienen que pueden controlar nuestros propios destinos, si las 
condiciones no son demasiado restrictivas. también contemplan a los seres humanos 
como poseedores de la capacidad de examinarse y producir cambios inducidos por 
ellos mismos. 
Podemos criticar, vigilar y evaluar racionalmente nuestro propio comportamiento. 
También podemos anticipar las consecuencias del comportamiento actual a largo 
plazo. 
Mucha gente en realidad no funciona a estos niveles, pero el hecho de que pueden, en 
las condiciones adecuadas, constituye un gran reto para los científicos del 
comportamiento. 
Suprimir cualquiera de los ingredientes que los teóricos humanistas existenciales 
proponen, según insisten, y los resultados serán algo menos que un ser humano o, 
ciertamente, menos que un ser humano completamente funcional. 
Su punto de vista de la anormalidad es también mucho más amplia, porque comprende 
todo aquello que no sea ideal. Las deficiencias de los atributos humanos son la causa 
de los trastornos del comportamiento. 
Los Humanísticos-Existencialistas, comparativamente con lo que otros modelos 
postulan, pintan a los seres humanos con un potencial mucho mayor para vivir 
efectivamente.(Di Carpio,1989). 
 
 
 
CAPÍTULO II 
 
ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA 
ROGERS,CARLS 
 
 
Conceptos básicos. 
 
Una premisa fundamental de la teoría de Rogers es la suposición de que la gente 
utiliza su experiencia para definirse a sí misma. Los fundamentos principales, 
establecen un marco de referencia mediante el cual las personas pueden idear y 
modificar la opinión que tienen de sí mismas.( Fadiman, Frager 2001). 
Roger fue influenciado por el movimiento filosófico fenomenología , sostenía que 
cada individuo existe en el centro de un campo fenoménico. La palabra fenómeno 
proviene del griego phainomenon, que significa “lo que aparece o se muestra a sí 
mismo”. En la filosofía, la fenomenología busca describir los datos, o lo específico, de 
la experiencia inmediata. 
En la psicología, la fenomenología ha llegado a significar el estudio de la conciencia y 
la percepción humana. Los especialistas en fenomenología enfatizan que lo que es 
importante no es objeto o el evento por si mismo, sino la forma en que lo percibe y 
entiende el individuo 
El campo fenoménico se refiere a la suma total de experiencias. Consiste en todo lo 
que es disponible en forma potencial para la conciencia en cualquier momento 
específico. El organismo, o la persona en su conjunto, responde al campo fenoménico. 
Aquí el énfasis de Rogers está puesto en la percepción de la realidad por parte del 
individuo. Las percepciones compartidas en forma común por los demás en nuestra 
cultura son las correctas. Sin embargo, la realidad en esencia es una cuestión muy 
personal. La percepción del individuo, más que la realidad en sí, es más importante, 
por ejemplo un niño se queja de que su padre es autoritario y dictatorial, un observador 
imparcial podría concluir que el padre es abierto y democrático. 
 
Rogers señalaría que lo que el padre sea en realidad carece de significado; lo que es 
importante es cómo el niño percibe a su padre. De esto se deriva que el mejor punto de 
vista para entender a un individuo es el del propio sujeto. 
Para Rogers el individuo es el único que puede conocer por completo su campo de 
experiencia. 
Reconoció que no siempre es fácil entender la conducta desde el marco de referencia 
interno de otra persona, se esta limitado a la percepción consciente y comunicación de 
experiencias del individuo. 
No obstante, un entendimiento empático de las experiencias de una persona es útil 
para entenderla y por consiguiente para comprender los procesos de la personalidad. 
(Engler,1996). 
Una premisa fundamental de la teoría de Rogers es la suposición de que la gente 
utiliza su experiencia para definirse a sí misma. Cada individuo tiene un campo de 
experiencia único; este campo de experiencia o “campo fenomenológico” contiene 
“todo lo que ocurre en la envoltura del organismo en un momento dado, el cual esta 
potencialmente disponible para el conocimiento”. incluye los sucesos, las 
percepciones, las sensaciones y los impactos que la persona no conoce, pero que 
podría conocer si se concentrara en ellos. Es un mundo personal y privado que puede 
corresponder o no a la realidad objetiva y observada. 
Para Rogers los individuos tienen la capacidad de experiencia y de saber cuáles son 
sus propios desajustes. Uno puede experimentar las incongruencias entre el concepto 
de uno mismo y las experiencias reales. Plantea un movimiento natural que va del 
conflicto hacia la resolución. Considera el ajuste no como un estado estático, sino 
como un proceso por el cual, el nuevo aprendizaje y las nuevas experiencias, se 
asimilan con precisión. 
Estas tendencias hacia la salud se favorecen por una relación interpersonal en la cual 
un miembro está suficientemente libre de incongruencia para estar en contacto con su 
propio centro de autocorrección.( Feixas, Miro 1993). 
Rogers no destaca los constructos estructurales, dedica su atención a los cambios y al 
desarrollo de la personalidad. De importancia fundamental y considerados la base de 
su teoría; son el organismo y el sí mismo. 
 
El organismo. 
 
Desde el punto de vista psicológico, es el centro de cualquier experiencia que incluya 
todo aquello que ocurre internamente en el organismo y está en potenciaabierto a la 
conciencia en un determinado momento. Esta totalidad experiencial constituye el 
campo fenoménico, que es el marco de referencia individual, conocido sólo por la 
persona. 
“No se puede conocer sino por medio de inferencias empáticas y, por lo tanto, nunca 
es posible un conocimiento perfecto” (Rogers,1959). 
 
El modo como el individuo se comporta depende del campo fenoménico (la realidad 
subjetiva) y no de condiciones estimulantes (la realidad externa). Es de advertir que el 
campo fenoménico no es idéntico al de la conciencia. “Esta es la simbolización de 
parte de nuestra experiencia” (Rogers,1959). Así, el campo fenoménico se compone 
de experiencias conscientes (simbolizadas) e inconscientes (no simbolizadas). No 
obstante, el organismo puede discriminar y reaccionar ante una experiencia no 
simbolizada. 
 
Es posible que la experiencia no se represente de un modo correcto y el sujeto se 
desempeñará inadecuadamente. Todos tendemos a confrontar nuestras experiencias 
simbolizadas con el mundo tal como es. Esta verificación de la realidad le proporciona 
un confiable conocimiento del mundo que le permite conducirse con realismo. Sin 
embargo, algunas percepciones son incorrectamente verificadas o no lo son del todo; 
esas experiencias pueden inducir al individuo a asumir una conducta carente de 
realismo y obrar en su propio detrimento. 
 
Aunque Rogers no se ocupa especialmente del tema de la “verdadera realidad” , es 
obvio 
que toda persona debe tener, en alguna medida, la noción de un criterio, impersonal o 
externo, de realidad; de lo contrario, no podría confrontar el cuado interno con el 
cuadro “objetivo” de la realidad. 
 
El sí mismo. 
 
Una parte del campo fenoménico poco a poco se va diferenciando y se convierte en el 
sí mismo o autoconcepto de denota la Gestalt conceptual, organizada y coherente, 
compuesta de percepciones características del “yo” o del “mí” y las percepciones de 
las relaciones del “yo” o del “mí” con otros y con diversos aspectos de la vida, junto 
con los valores vinculados a esas percepciones. Hablamos de una Gestalt fluida y 
cambiante, un proceso que en cualquier momento determinado se torna en una entidad 
específica. (Rogers,1959) 
Además del sí mismo tal como es (la estructura del sí mismo), existe un sí mismo ideal 
que representa lo que la persona desearía ser. (Calvin S. Hall, Gardner Lindzey 1974). 
 
El yo. 
 
De la interacción del organismo y el ambiente, y en particular de la que se tiene con 
otros que son significativos, emerge en forma gradual una estructura del yo, o un 
concepto de “quien soy”(1951). Conforme los niños interactúan con su ambiente en el 
proceso de realización, adquieren ideas acerca de sí mismos, de su mundo y de su 
relación con éste. Experimentan cosas que les gustan y disgustan y situaciones que 
pueden o no pueden controlar. Aquellas experiencias que parecen aumentar el yo son 
valuadas e incorporadas en la imagen de sí mismos; aquellas experiencias que parecen 
amenazar al yo son negadas y son consideradas ajenas a éste. El autoconcepto es una 
porción del campo fenoménico que se ha diferenciado en forma gradual. 
 
 Está compuesto de aquellas percepciones y valores conscientes de “mí” o “yo”, 
algunas de las cuales son resultado de la propia valoración por parte del organismo de 
sus experiencias, y en algunos casos han sido introyectadas o tomadas de otros 
individuos que son importantes para la persona. Debido a que le autoconcepto surge en 
parte a través de los demás, ocurre en algún grado disociación o el alejamiento, y 
como resultado la tendencia realizadora puede ser alterada en conductas que no 
conducen a la realización El autoconcepto es un objeto de percepción. Es la imagen 
que el individuo percibe de sí mismo. 
 
Por tanto, se distingue entre el organismo o el yo real en el proceso de realización y el 
yo como es percibido o conceptualizado. El “yo” que forma el individuo puede ser una 
variación de la experiencia real de su organismo debido a que incluye valores que son 
tomados de otras personas en lugar de las experiencias reales del organismo. 
 
Las experiencias que ocurren en la vida son simbolizadas, ignoradas, negadas o 
distorsionadas. Si una de éstas es simbolizada, es aceptada en la conciencia, percibida 
y organizada en una relación con el yo. Se seleccionan de entre las muchas 
experiencias personales aquellas que se adaptan con nuestro concepto del yo. 
Las experiencias son negadas o distorsionadas si parecen ser inconsistentes con la 
estructura del yo. Las mujeres jóvenes a las que se hace creer que la agresión no es 
femenina pueden negar o distorsionar sus sentimientos naturales de enojo y encontrar 
difícil ser asertivas debido a que buscan comportarse en formas que son femeninas. 
 
Del mismo, modo los hombres niegan o distorsionan con frecuencia los sentimientos 
naturales de ser tiernos debido a que los consideran inconsistentes con ser masculinos. 
La conciencia del individuo depende en gran medida del autoconcepto. Se tiende a 
considerar esas percepciones como ajenas. Las experiencias ocurren en la realidad y el 
organismo reacciona ante éstas pero no son simbolizadas o reconocidas por el yo 
consciente.(Engler,1996). 
 
 
Como consecuencia de la tendencia a la diferenciación, que constituye un aspecto de 
la tendencia actualizante, una parte de la experiencia del individuo se diferencia y se 
simboliza en la conciencia. Esta parte simbolizada corresponde a una conciencia de 
ser, de actuar como individuo, y puede descfribirse como experiencia del yo. 
A consecuencia de la interacción entre el organismo y el medio, la conciencia de ser y 
de actuar como individuo aumenta y se organiza gradualmente para formar el concepto 
del yo que, como objeto de la percepción, forma parte del campo experiencial.( 
Roger,1985). 
 
El sí mismo (self). 
 
Dentro del campo de la experiencia está el sí mismo (self), el cual no constituye una 
entidad estable e invariable, pero que, al observarlo en un momento dado, parece que 
lo fuera. Rogers concluyó que “ nosotros no estamos manejando una entidad de 
incremento leve, de aprendizaje gradual que el producto era claramente una gestalt, 
una configuración en la cual, la modificación de un aspecto de menor importancia 
podría alterar completamente el patrón total”. El sí mismo (self) es una gestalt 
coherente y organizada que se encuentra en un continuo proceso de formación y 
reformación a medida que las situaciones cambian. 
 
 
Rogers utiliza el término para referirse al progreso constante de reconocimiento. Es 
esta diferencia, este énfasis en el cambio y la flexibilidad, lo que sirve de base a su 
teoría y a su tesis de que la gente es capaz de crecer, cambiar y desarrollarse en forma 
personal. El sí mismo (self) o el concepto de uno mismo, es la visión que una persona 
tiene de sí misma y que se basa en experiencias pasadas, hechos presentes y 
expectativas futuras.(Fadiman, Frager 2001). 
 
El concepto de sí-mismo, o la estrucura del sí mismo como objeto percibido en el 
campo fenoménico, puede considerarse como una configuración organizada de 
percepciones del sí-mismo, admisible para la conciencia. Está integrado por elementos 
tales como las percepciones de las propias características y capacidades; los preceptos 
y conceptos de sí mismo en relación con los demás y el ambiente; las cualidades 
valiosas que se perciben y se asocian con expereincias y con objetos; y los objetivos e 
ideales que se perciben con valencias positivas o negativas. (Rogers,1981). 
 
El sí mismo (self) ideal. 
 
El sí mismo ideal es “el auto concepto que más le gustaría tener a un individuo y sobre 
el cual sitúa el más alto valor para sí mismo” Rogers (1959). Al igual que el sí mismo, 
el sí mismo ideal constituye una estructura versátil, cambiante, constantemente 
sometida a nuevas definiciones. 
El gradoen que difieren entre si es un buen indicador de incomodidad, desagrado y 
dificultades neuróticas. Aceptarnos como realmente somos y no como quisiéramos ser 
es señal de salud mental. La aceptación no significa conformidad o renuncia a uno 
mismo; es una manera de estar más cerca de la realidad de nuestro estado real. La 
imagen del sí mismo ideal, hasta donde es distinta de la conducta y los valores reales 
de la persona, constituye un obstáculo para el desarrollo personal. (Fadiman, Frager 
2001). 
 
Congruencia e incongruencia. 
 
La congruencia se define como el grado de exactitud entre la experiencia de la 
comunicación y el conocimiento. Se relaciona con las discrepancias entre la 
experiencia y el conocimiento. 
Un alto grado de congruencia significa que la comunicación (lo que uno expresa), la 
experiencia (lo que ocurre en el campo de uno) y el conocimiento (lo que se observa) 
son todos semejantes. 
La congruencia está bien descrita por un budista zen en las palabras: “Cuando tengo 
hambre; cuando estoy cansado, me siento; cuando tengo sueño duermo”. 
 
La incongruencia se presenta cuando hay diferencias entre el conocimiento, la 
experiencia y la comunicación de la experiencia. Esta se define como algo más que 
una incapacidad de percibir con exactitud o como una inhabilidad para comunicarse 
con precisión. Cuando la incongruencia se presenta entre el conocimiento y la 
experiencia se denomina represión. 
 
Cuando la incongruencia constituye una discrepancia entre el conocimiento y la 
comunicación, el individuo no expresa lo que realmente siente, piensa o experimenta. 
La persona no es capaz de expresar sus emociones y percepciones reales ya sea por 
temor o bien debido a viejos hábitos de simulación que son difíciles de dominar. 
Existe también la posibilidad de que la persona tenga dificultades para entender lo que 
los demás piden. 
La incongruencia puede presentarse en forma de tensión, ansiedad, o en circunstancias 
extremas, como una confusión. La discrepancia entre la realidad externa y lo que 
experimenta subjetivamente ha llegado a tal punto, que ya no es capaz de funcionar. 
 
La mayor parte de la psicoterapia actúa sobre este síntoma de congruencia y ayuda a la 
gente a darse cuenta de sus acciones, pensamientos y actitudes, pues los afectan a 
ellos mismos y a los demás. 
Existe un aspecto fundamental de la naturaleza humana que inclina a la persona hacia 
una mayor congruencia y un funcionamiento realista. Este apremio no es exclusivo de 
los seres humanos, sino que forma parte del proceso de todas cosas vivas. “Es un 
empeño evidente en toda vida orgánica y humana --- expandirse, extenderse, llegar a 
tener autonomía, desarrollarse, madurar ----, es la tendencia a expresar y activar 
todas las capacidades del organismo o al sí mismo(self)” Rogers (1961). Rogers 
sugiere que, en cada uno de nosotros existe un impulso innato a volvernos tan 
competentes y capaces como podamos serlo biológicamente. 
Así como una semilla tiene dentro de sí la fuerza para llegar a ser árbol, así también 
una persona es impulsada a transformarse en una persona total, completa y 
autorealizada.(Fadiman, Frager 2001). Existe un estado de congruencia cuando las 
experiencias simbolizadas de una persona reflejan todas las experiencias reales del 
organismo. Cuando estas vivencias simbolizadas no representan todas las reales, o si 
son negadas o distorsionadas, hay una falta de correspondencia entre el yo como es 
percibido y el yo real. 
Cuando un individuo niega o distorsiona experiencias sensoriales y viscerales 
significativas surgen ciertas tensiones básicas. Cuando el auto concepto es congruente 
con las experiencias del organismo, la persona está libre de la tensión interna y 
adaptada desde le punto de vista psicológico. 
Rogers dejó claro que no proponía la expresión libre e irrestricta de todos los impulsos 
y emociones. Parte de la realidad de la experiencia del organismo es que ciertos 
valores sociales y culturales requieren la supresión de ciertas actividades. No obstante, 
el autoconcepto de una persona puede incluir tanto el deseo de comportarse de una 
forma como de conducirse en otras formas más aceptadas por la sociedad. Cuando las 
personas se dan cuenta de sus impulsos y percepciones y las aceptan, incrementan la 
posibilidad de control consciente sobre su expresión. De igual manera, al aceptar todas 
las experiencias, una persona obtiene un mejor autocontrol.(Engler,1996). 
 
Desarrollo de la personalidad. 
 
Si bien el organismo y el sí mismo poseen la tendencia innata a realizarse a sí mismos, 
están también sujetos a fuertes influencias del ambiente y, en especial, del medio 
social, Rogers, en desacuerdo con otros teóricos con bases clínicas como Freud, 
Sullivan y Erikson, no proporciona un cuadro programado de los diferentes estadios 
más importantes por los que una persona atraviesa a lo largo de su vida desde la 
infancia hasta la madurez. (Calvin S. Hall y Gardner Lindzey, 1974). 
En vez de ello, se concentró en la forma en la que las percepciones de otros impiden o 
facilitan la autorrealización. Aunque la tendencia a realizarse sigue determinantes 
genéticos, Rogers señaló que está sujeta influencias ambientales. 
El niño pequeño tiene dos necesidades básicas: la de consideración positiva de los 
demás y la de autoconsideración positiva. La consideración positiva se refiere a ser 
amada y aceptada como es la persona. Los niños pequeños se comportan de tal manera 
que muestran su necesidad intensa de la aceptación y amor de aquellos que los cuidan. 
Experimentarán cambios significativos en su conducta con el propósito de alcanzar la 
consideración positiva. En una situación ideal, la consideración positiva es 
incondicional. Es dada en forma libre a los niños por lo que representan sin importar 
lo que hagan; no es contingente con ninguna conducta específica. Un padre puede 
limitar o reprimir ciertas conductas indeseables de su hijo objetando sólo las acciones 
y no desaprobando al niño o a sus sentimientos. (Engler,1996). 
Si esas apreciaciones fueran todas sólo de signo positivo (lo que Rogers denomina 
respeto incondicional positivo), entonces no existiría separación o incongruencia entre 
el organismo y el sí mismo. 
“Si una persona tuviera que experimentar sólo respeto incondicional positivo, en tal 
caso no desarrollaría ninguna condición de valor, el autorrespeto sería incondicional, 
las necesidades de positivo respeto y autorrespeto no estarían nunca en contradicción 
con la evaluación organística y este sujeto continuaría estando bien ajustado 
psicológicamente y funcionando del todo” Rogers,1959. (Calvin S. Hall y Gardner 
Lindzey, 1974). 
 
La consideración positiva condicional es dada sólo bajo ciertas circunstancias. A los 
niños se les hace entender que sus padres no los amarán a menos que piensen, sientan 
y actúen como ellos lo desean. 
En tales casos, perciben a los padres como personas que imponen condiciones de 
valor, especificando con esto las circunstancias bajo las cuales el niño será aceptado. 
Las condiciones de valores pueden conducir al niño a introyectar valores de otros 
sujetos en lugar de los del yo y provocan una discrepancia entre el autoconcepto y las 
experiencias del organismo. 
 
La autoconsideración positiva se da en forma automática si se ha recibido 
consideración positiva incondicional. Los niños que son aceptados por lo que son 
llegan a percibirse a sí mismos en forma favorable y con aceptación. 
Los autoconceptos inadecuados como los sentimientos de inferioridad o de estupidez 
con frecuencia surgen debido a que una persona no ha recibido una consideración 
positiva adecuada de los demás. 
En el curso del desarrollo, a cualquier experiencia que sea una variación del 
autoconcepto emergente te le niega la entrada al yo debido a que es amenazadora y 
produce ansiedad. Si a los niños se lesenseña que es malo experimentar enojo, pueden 
comenzar a percibir como peligrosa o incorrecta la emoción del enojo en sí en vez de 
sólo ciertas expresiones de enojo. 
 
La distinción primaria hecha por Rogers es entre sentimientos y acciones. Los 
sentimientos simplemente son; ayudan a entender la experiencia. Las acciones pueden 
ser apropiadas o no. Algunas tienen que ser impedidas para poder funcionar en 
sociedad.(Engler,1996) 
 
A medida que el individuo percibe y acepta más experiencias orgánicas en su 
estructura del sí mismo, encuentra que está reemplazando su actual sistema de valores-
basado en gran medida en introyecciones simbolizadas de manera distorsionada -por 
un proceso continuo de evaluación organística. 
 
Dos términos resultan significativos : sistema, que implica algo fijo y estático, y 
proceso, que alude a algo que está ocurriendo. 
Si se quiere un ajuste sano e integrado, es necesario someter a constante evaluación las 
propias experiencias que pueden requerir la introducción de cambios en la estructura 
de valores. 
 
La flexibilidad resulta indispensable para lograr un ajuste apropiado ante las 
cambiantes condiciones de la vida. Rogers examina la posibilidad de que un proceso 
de continua evaluación de las propias experiencias en función puramente personal, 
conduzca a la anarquía social, y sostiene que no existe tal riesgo. 
 
Todos los individuos tienen,“básicamente, las mismas necesidades, incluyendo la de 
ser aceptados por los demás”, y sus valores han de poseer, en consecuencia, “un alto 
grado de comunidad”. 
 
Un importante beneficio social de la aceptación y la asimilación de experiencias no 
simbolizadas es que el sujeto comprende y admite a los demás. Cuando un individuo 
percibe y acepta en un sistema coherente e integrado todas sus experiencias sensoriales 
y viscerales, necesariamente comprende más a los demás y los acepta como personas 
diferenciadas. En consecuencia, sus relaciones sociales experimentarán una mejoría, 
con la consiguiente reducción de conflictos sociales. 
 
En la teoría rogeriana se reconoce el concepto de un organismo que posee muchas 
experiencias de las cuales la persona no es consciente; algunas de éstas no 
simbolizadas se les niega entrada en la conciencia porque no son coherentes con la 
autoimagen. 
 
Rogers ha sido criticado por desconocer el inconsciente cuyo poder para controlar la 
conducta humana ha sido confirmado por los investigadores psicoanalíticos por un 
período superior a las siete décadas. Rogers piensa que no hay necesidad de examinar, 
interpretar y continuar análisis oníricos extensos y complicados o desentrañar capa tras 
capa de estratos psíquicos, porque cada cual se revela en lo que dice de sí. 
 
 
De acuerdo con múltiples pruebas, la conducta es motivada por factores inaccesibles 
para la conciencia y cuanto la persona dice acerca de sí resulta matizado y deformado 
por diversos tipos de defensas y engaños. Es notable que los auto informes carezcan de 
confiabilidad no sólo porque la persona puede intentar engañar a quien lo escucha, 
sino también porque no sabe toda la verdad sobre sí. 
 
La distinción principal entre Rogers y el psicoanálisis estriba en la convicción del 
primero de que se puede prevenir la represión si los padres tienen un respeto 
incondicional y positivo por su hijo; e incluso, una vez que el daño se ha producido, se 
puede corregir más adelante con una intervención terapéutica donde el terapeuta valora 
al cliente: cuando el cliente recibe una consideración positiva incondicional descubre 
eventualmente su verdadero sí mismo, el cual es coherente por completo con la 
experiencia del organismo. 
 
El psicoanálisis objetaría esta consideración, porque no sería suficiente para superar la 
represión del paciente: son necesarios el análisis y la interpretación de lo que el 
paciente piensa y siente y de sus sueños, y asimismo la transferencia, para atravesar 
sus defensas, y volver consciente todo aquello inconsciente; aun en las condiciones 
terapéuticas más favorables, una parte de las propias experiencias permanecen 
inconscientes. (Calvin S. Hall y Gardner Lindzey, 1974). 
 
Características del terapeuta. 
 
La tarea principal de la terapia consiste en establecer una relación verdadera. El 
terapeuta debe establecer con el cliente una relación de calidad, de aceptación y 
entendimiento, éste debe ser auténtico, sincero. 
La actitud del terapeuta es crucial, es el aspecto que más atención ha recibido en el 
enfoque rogersiano. La tarea fundamental del terapeuta, según Rogers, consiste en 
crear las condiciones idóneas para que el cliente pueda crecer y desarrollarse 
 Este objetivo se concreta en cuatro características: 
 
 - El impulso al crecimiento. 
 - Énfasis en lo afectivo más que en lo intelectual. 
 - Importancia del presente. 
 - La relación terapéutica como experiencia de crecimiento en sí misma. 
 
El proceso de integración, objetivo de la psicoterapia, consiste en percibir la 
construcción de un Yo congruente con la experiencia, reducción de los procesos de 
defensa por medio del aumento de la consideración positiva incondicional que el 
sujeto experimenta hacia sí mismo. Para conseguir esto, la actitud del terapeuta es de 
suma importancia. 
Rogers sugirió que el ingrediente terapéutico más importante es la relación de persona 
a persona que se establece entre cliente y terapeuta. En esta relación, lo que resulta 
determinante son las actitudes que toma el terapeuta. (Feixas, Miro 1993). 
Para Rogers, el terapeuta entre más capaz sea de escuchar con agrado lo que sucede 
dentro de él mismo y mientras más capaz sea de estar en la complejidad de sus 
sentimientos, tendrá un grado más alto de congruencia.(Fadiman, Frager 2001). 
Rogers es conocido por el método de psicoterapia que desarrolló, éste es identificado 
originalmente como terapia centrada en el cliente o no directiva y más reciente 
como centrada en la persona. Los primeros escritos de Rogers sobre técnicas 
terapéuticas enfatizaron la idea de que el potencial para una salud mejor estaba en el 
cliente. El papel del terapeuta era en esencia desarrollar el tipo de respuestas reflexivas 
que permitirían florecer al potencial del cliente. Más tarde, Rogers cambió de su 
énfasis en la técnica a la autenticidad del terapeuta y al uso del yo en la terapia. 
Los estudios de Rogers sugieren que hay tres actitudes terapéuticas necesarias y 
suficientes para el cambio. Por necesarias, quiere decir que estas tres actitudes del 
terapeuta son esenciales y deben estar presente. Por suficientes, se refiere a que si el 
cliente está incómodo con su yo presente y percibe estas actitudes, el cambio ocurrirá. 
Rogers no sólo sostiene que estas tres actitudes subyacen a su método de terapia, sino 
también a cualquier relación buena y técnica terapéutica exitosa, y conducen al 
desarrollo de actitudes positivas en el cliente (1961). 
La primera actitud es empatía, la capacidad de experimentar los sentimientos de otra 
persona como si fueran propios, pero sin olvidar que es un supuesto. El terapeuta 
entiende el marco de referencia interno del cliente y lo comunica, en gran medida a 
través de declaraciones que reflejan los sentimientos del cliente.(Engler,1996). 
Significa entrar en el mundo perceptual del cliente y entenderlo tal como éste lo 
entiende. Esta comprensión de la vivencia del cliente fomenta también su integración, 
además de la sensación de sentirse comprendido.(Feixas, Miro 1993). 
La segunda actitud es la aceptación, en la que el terapeuta no plantea ninguna 
condición de valor. La aceptación significa en esencia un reconocimiento sin juicios de 
sí mismo y de la otra persona.(Engler,1996). 
También conocida como Consideración positiva incondicional. se relaciona con el 
planteamiento fenomenológico-existencial, supone una actitud de total respetoy 
aceptación de las vivencias y sentimientos del cliente. 
 Tal aceptación no supone estar de acuerdo o dar un beneplácito, sino entender que 
aquello que expresa el cliente forma parte de su experiencia.(Feixas, Miro 1993). 
 
La tercera actitud es la autenticidad o congruencia, el terapeuta efectivo es auténtico, 
integrado, libre y profundamente consciente de las experiencias dentro de la relación. 
El terapeuta no necesita ser un modelo de salud mental perfecta en todos los aspectos 
de su propia vida, puede tener errores y dificultades en otras situaciones. Pero dentro 
de la relación de terapia, necesita ser congruente, entre lo que dice, hace y 
siente.(Engler,1996). 
Lo más importante en el equipo terapéutico no es su ciencia ni su modo de aplicarla. 
Es su integridad personal. 
 
Rogers no usó ninguna técnica especial, tal como la asociación libre o el análisis de los 
sueños, en su terapia. La dirección de la terapia es determinada por el cliente. El 
cliente determina qué se discutirá cuándo y en qué medida. Si hubiera algún tipo de 
instrucción en la terapia rogeriana, sería: “Hable de cualquier cosa de la que quiera 
habla”. Rogers estaba convencido que sus clientes tenían la capacidad de entender y 
explorar sus problemas y que dada la relación terapéutica apropiada, es decir, una 
actitud de aceptación, avanzarían más hacia una mayor autorrealización. 
 
En la terapia rogeriana, el terapeuta comunica la actitud de aceptación en gran medida 
a través de declaraciones que reflejan los sentimientos del cliente. Se puede entender 
esto si se distinguen entre diferentes clases de respuestas a las comunicaciones 
emocionales. Rogers desarrolló estudios en los que analizó la forma en que se 
comunican las personas en situaciones frente a frente en la vida cotidiana al igual que 
en la terapia. Rogers y Roethlisberger (1952). 
 
Rogers descubrió que la mayor parte de las respuestas se encuentran dentro de una de 
cinco categorías: evaluativa, interpretativa, tranquilizadora, exploradora y reflexiva. 
Cada una de estas respuestas tiende a conducir hacia una consecuencia diferente. 
 
Una respuesta evaluativo coloca un juicio de valor en los pensamientos, sentimientos, 
deseos o conductas de la persona. Nuestra tendencia natural a aprobar, desaprobar, 
juzgar o evaluar los comentarios de otra persona es una barrera primaria para el 
entendimiento en la comunicación, lo cual conduce a menudo a una reacción defensiva 
en el hablante y a una situación en la que cada parte simplemente observa el problema 
desde su propio punto de vista. 
 
Una respuesta interpretativa es un esfuerzo de parte del oyente para comunicar al 
hablante original cuál es el problema en realidad o cómo cree que se siente en realidad 
el hablante respecto a la situación. La interpretación es una técnica que se emplea con 
frecuencia en terapia, bajo supervisión de un especialista entrenado y experto, puede 
ser un valioso para ayudar a desarrollar insight. 
Pero en manos de un aficionado puede ser muy peligroso, ya que puede estar 
equivocada. Por otro lado, si es correcta, debe ser presentada en el momento 
apropiado, sino puede ser rechazada debido a que el hablante no estaba listo para ésta 
y puede provocar que se sienta malinterpretado y reacio a discutir más el asunto. 
Cuando se usa en forma apropiada, con habilidad, empatía e integridad, las 
interpretaciones pueden ser catalizadores potentes para la maduración. 
 
Una respuesta tranquilizadora intenta calmar los sentimientos originales del hablante. 
pueden ser útiles para transmitir aceptación al hablante o para alentar a una persona 
para que intente conductas nuevas que podrían ayudar a resolver un problema. Sin 
embargo, un individuo percibe con frecuencia la tranquilización como un intento por 
minimizar el problema. 
 
Una respuesta exploratoria busca más información. La información adicional puede 
ser muy útil para ayudar al oyente a entender el problema. Pero muy frecuente puede 
ser considerada como una intromisión a la privacía. Rogers recomienda que se evite 
una respuesta exploratoria o que sea presentada de tal froma que el hablante sea libre 
de abandonar el tema, si le es demasiado doloroso. 
 
Una respuesta reflexiva busca captar los sentimientos subyacentes que son expresados 
en la comunicación original. 
Una declaración reflexiva eficaz no tan sólo repite las palabras o pensamientos 
originales del hablante, intenta dirigirse hacia la emoción subyacente que fue 
expresada. Una respuesta reflexiva tiene mayor probabilidad de animar al hablante a 
explicar y explorar más a fondo el problema. Además ayuda al oyente a entender el 
marco de referencia interno de la otra persona. Por estas razones, es probable que sea 
la respuesta más fructífera que se pueda emplear en las fases iniciales de una relación. 
 
Rogers creía que la terapia significativa se relaciona de manera intensa con el 
desarrollo de habilidades interpersonales y de comunicación efectiva.(Engler,1996). 
 
 
En toda psicoterapia, el terapeuta mismo es una parte enormemente importante de la 
ecuación humana. Lo que hace, la actitud que asume, su concepto básico de su rol, 
todo esto influye en la terapia en un alto grado. 
El terapeuta que opera en la terapia centrada en el cliente asume un conjunto coherente 
y cambiante de actitudes profundamente asimiladas en su organización personal, un 
sistema de actitudes que instrumentaliza mendiante técnicas y métodos coherentes. El 
terapeuta que trata de emplear un “método” esta destinado a fracasar, a menos que este 
método concuerde genuinamente con sus propias actitudes. 
El primer punto de importancia aquí es la actitud que tiene el terapeuta hacia la 
dignidad, la significación y mérito de cada persona. La actitud básica debe ser 
genuina, auténtica. 
El terapeuta debe tener una experiencia propia de la terapia; y la vía más directa, por 
supuesto, es que el terapeuta mismo se someta a la terapia. 
La terapia personal lo sensibilizará frente al tipo de actitudes y sentimientos que 
experimenta el cliente, y a sentir empatía en un nivel más profundo y significativo. 
Parece deseable que el terapeuta tenga un amplio conocimiento experiencial del ser 
humano en su marco cultural. Puede obtenerlo, en cierta medida, mediante lecturas o 
cursos de trabajos prácticos sobre antropología cultural o sociología. estos 
conocimientos pueden ser completados por la experienica de vivir o tratar con 
individuos que son el producto de influencias culturales muy diferentes de aquellas 
que han moldeado al terapeuta. Tales experiencias y conocimientos a menudo parecen 
necesarios para posibilitar la comprensión profunda del otro. 
El terapeuta a través de la literatura; que suele permitir acercarse al mundo íntimo de 
otras personas, ampliar su capacidad de lograr una experiencia empática con otros 
individuos. 
También es importante para el terapeuta, tener conocimientos de filosofía, educación o 
religión, en los cuales se estudian los problemas profundos de la existencia. 
Si el conocimiento de la dinámica de la personalidad no es profundo por parte del 
terapeuta, su labor tendrá muy poco valor, será simplemente una cuestión de etiquetas 
y abstracciones que se pueden aplicar a la conducta individual. Una vez más, lo 
importante es el aspecto empático y experiencial. Una mayor sensibilización en sí 
mismo y en los demás, ante conductas neuróticas, el conflicto, la represión y otras 
similares.( Rogers,1981). 
 
 
La relación terapéutica. 
 
Toda relación interpersonal comparte ciertas propiedades con cualquier otra relación 
interpersonal. manifiesta ciertas características fundamentales que forman la estructura 
o armazón y ciertas cualidades afectivas cuya variedad da a la relación su tonalidad 
individual y, con frecuencia, su valor humano. 
La estructura define la relación en términos de su objeto, de su finalidady de los 
papeles que juegan las partes en cuestión. Desde el punto de vista del objeto y de la 
finalidad, las relaciones pueden variar hasta el infinito. Desde el punto de vista de los 
papeles, se pueden clasificar en una serie de categorías como: jerárquica, igualitaria, 
autoritaria, profesional, variable, estable, intermitente, etc. 
La estructura de la relación es fundamentalmente independiente de las cualidades 
afectivas que la acompañan. Así , las relaciones entre padres e hijos, patronos y 
empleados, profesores y alumnos puede estar acompañadas de sentimientos positivos o 
negativos sin que la estructura de la relación quede afectada. Por otra parte, existen 
relaciones como las que se dan entre amigos, cuyo establecimiento y continuación 
dependen por completo de la naturaleza de las cualidades afectivas. Si estas 
cualidades no son sentidas como positivas, la relación deja de existir o pierde su 
significado, por muy adecuada que sea su estructura. 
La relación entre terapeuta y cliente pertenece a esta categoría. Es un tipo de relación 
cuyo significado y efectos están determinados por ciertas cualidades, o 
verdaderamente terapéuticas o simplemente sentidas como agradables y estimulantes. 
La naturaleza de las cualidades o sentimientos que lleva consigo una relación 
determinada, está generalmente afectada y algunas veces determinada por la 
estructura. 
Por ejemplo: 
 En la relación que existe entre un bienhechor y su protegido. Los 
sentimientos que el protegido tiene respecto de su bienhechor son, generalmente (o al 
menos temporalmente) positivos: sentimientos de afecto, de gratitud y de abnegación, 
pudiendo llegar hasta la identificación, la dependencia y la sumisión totales. Sin 
embargo, por la naturaleza de la estructura en la que se inscriben, estos sentimientos 
son susceptibles de ir acompañados de matices negativos angustia, envidia, rebeldía, 
incluso invertirse sustituyendo el amor y la dependencia por odio y resentimiento. 
El efecto de la estructura sobre los sentimientos y, en consecuencia, sobre las 
cualidades de una relación puede ser considerable e incluso sistemático en el sentido 
de que ciertas estructuras tienden a suscitar ciertos sentimientos. 
No basta decir que la relación entre el terapeuta y el cliente tiene que ser buena. Se 
trata de especificar las cualidades de una buena relación. 
En la literatura psicoterapéutica contemporánea, los atributos esenciales de una 
relación terapéutica rogeriana son: comprensión, tolerancia, respeto, aceptación. 
 
1. Comprensión. 
 La condición primordial del diálogo terapéutico es que las dos partes se 
comprendan. En el enfoque rogeriano, “Comprensión” es en un sentido esencialmente 
cognoscitivo, refiriéndose a la aprehensión del sentido de las palabras u otros medios 
de expresión empleados por el cliente. 
 
Comprensión no verbal o fisiognómica. 
 Consiste en captar algo de la experiencia del cliente a partir de indicios físicos: 
expresiones del rostro , de la voz, de la postura del cuerpo. 
 
 
Tipos de comprensión verbal. 
 
 
Comprensión puramente verbal. Su contenido es generalmente claro pero está 
desprovisto de valor explicativo o justificativo. Esta comprensión resulta de datos 
descriptivos cuyo prototipo es la afirmación. La entrevista terapéutica lleva una gran 
parte de este tipo de comunicación que proviene de cualquiera de las dos partes. 
 
 Comprensión lógica. relaciones de causalidad o, al menos, de secuencia lógica. 
Engloba elementos que nos explican, ya sea las circunstancias y acontecimientos 
observables. Constituye la base del control intelectual. 
 
 Comprensión dinámica.(interpretaciones). Comprensión del psiquismo, impulsos, 
tendencias y necesidades inconscientes. Su comprensión es del dominio del terapeuta. 
Este deduce la naturaleza y la interacción de tales fuerzas por medio de las diferentes 
técnicas de investigación del inconsciente. 
 
 Comprensión empática. No interpreta los datos suministrados por el cliente, más 
bien se esfuerza por aprehenderlos tal como el cliente los aprehende o los presenta. 
 
2. Tolerancia. 
 Se refiere a la libertad excepcional concedida al cliente. Que no esta limitada más 
que por las exigencias de la estructura de la situación. La libertad estructurada se 
refiere a toda la libertad compatible con los fines de la terapia y con el respeto a la 
integridad física y moral del terapeuta. 
La tolerancia del rogeriano, no se limita al material tabú. Es incondicional, en el 
sentido de que se extiende a todo lo que el cliente cree oportuno contar, ya se trate de 
confidencias profundas o de cosas aparentemente triviales, incluso de maniobras 
manifiestamente defensivas. 
 
3. Respeto. 
 No cabe duda que todos los terapeutas, de todas las escuelas, respetan a sus 
clientes. Lo que significa en la perspectiva rogeriana, es que el respeto se funda, en el 
hecho de que el cliente es un ser único. Respeto por la estructura única, concreta, de la 
experiencia acumulada y del modo experiencial propios del cliente. 
 
4. Aceptación. 
 la combinación de las actitudes de tolerancia, respeto y comprensión se fusiona con 
el nombre de aceptación. 
 
Este tipo de actitudes presenta enormes posibilidades en relación con el desarrollo de 
la creatividad, de la adaptación y de la autonomía den los individuos.(Kinget 1998). 
 
 
Proceso terapéutico. 
 
Derivado de la teoría de Rogers: Para que se dé el proceso terapéutico, el estado de 
congruencia del terapeuta en la relación es de importancia primordial y debe incluir la 
experiencia de consideración positiva incondicional y de comprensión empática. 
Con respecto al estado de congruencia, es importante señalar que la presencia de esta 
condición puede limitarse a la relación con el cliente. No puede esperarse que el 
terapeuta sea una persona congruente siempre. ( Cueli,1990). 
 
Condiciones del proceso terapéutico. 
 
Para que un proceso terapéutico se produzca es necesario: 
 
1. Que dos personas estén en contacto. 
 
2. Que el cliente, se encuentre en un estado de incongruencia, de vulnerabilidad o de 
angustia. 
 
3. Que el terapeuta, sea congruente en su relación con el cliente. 
 
4. Que el terapeuta experiencie una consideración positiva incondicional hacia el 
cliente. 
 
5. Que el terapeuta experiencie una comprensión empática hacia el marco de 
referencia interno del cliente. 
 
6. Que el cliente perciba, por lo menos en un grado mínimo,consideración positiva 
incondicional del terapeuta hacia él y la comprensión empática que el terapeuta le 
demuestra.( Rogers,1985). 
 
 
Cuando las condiciones enunciadas anteriormente existen y se mantienen, se pone en 
marcha un proceso terapéutico, que presenta las siguientes características: 
 
1. El paciente es cada vez más capaz de expresar sus sentimientos por medios verbales 
y/o motores. 
2. Los sentimientos que expresa se refieren más al yo por oposición al no-yo. 
3. Es capaz cada vez más de establecer una distinción entre los objetos de sus 
sentimientos y percepciones. 
Esa capacidad se aplica a su concepto del yo y a sus experiencias, como al mundo 
exterior, a otras personas y a sus interrelaciones. Es decir la simbolización de sus 
experiencias es mejor. 
 4. Experimenta conscientemente la amenaza de la incongruencia, gracias a la 
consideración positiva incondicional del terapeuta. 
 5. Experimenta con plena conciencia sentimientos que, antes habían sido negados a 
la conciencia o distorsionados conscientemente. 
 6. La imagen del yo se reorganiza para integrar las experiencias que habían sido 
distorsionadas conscientemente. 
 7. Disminuye la capacidad de defensa, a medida que el número de experiencias 
amenazantes disminuye. 
 8. El cliente es capaz de experimentar la consideración positiva incondicional que 
el terapeuta manifiesta. Y también hacia

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