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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA LA IMPORTANCIA DE LA RELACIÓN TERAPEUTA-PACIENTE DESDE EL ENFOQUE HUMANISTA T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: CAROLINA ALICIA LÓPEZ GONZÁLEZ DIRECTORA DE LA TESINA: MTRA. GUADALUPE BEATRIZ SANTAELLA HIDALGO México, D.F. Enero 2008 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A Dios, gracias por la paz que das a mi alma, por la alegría, por el cariño que mis seres queridos me han brindado. Gracias por esos ojos que con ternura y compasión me miraron; gracias por las manos oportunas que me levantaron; gracias por esos labios cuyas sonrisas y palabras me alentaron; por esos oídos que me escucharon; por esos corazones que amistad, cariño y amor me brindaron. Gracias señor por el éxito que me permitiste alcanzar. Gracias señor por la vida, por la salud que has permitido en mí…Gracias señor… por el regalo de tu amor. A mi Madre adorada, Alicia González Bello que por su gran amor, sensibilidad, entusiasmo,entereza y su valor para enfrentar la vida , me han enseñado a gozar la vida a disfrutarla al maximo, ha pesar de las adversidades, a seguir adelante, valorando lo mucho que se tiene. A mis hermanos, en especial a mi manis Miguel quien con su amor incondicional siempre ha estado presente en mi vida, apoyandome, animandome, dandome lecciones de vida, una gran seguridad y mushisimooo cariño. A mis sobrinos y cuñada, Ma. Elena, Román Eduardo, Miguel Alonso, Diego Hernando quienes siempre me han brindado su cariño, su alegría , su apoyo y sobre todo por su sentido del humor, que nos llevan a esos momentos de carcajadas que iliminan mi vida. A la Dra. Jessica Larrondo Argonza, que a través de su profesionalismo, de la fe y la confianza me dio otra visión de la vida, con la cual he podido culminar este proceso, que me da tanta satisfacción y además tuve la oportunidad de disfrutar de lo cálido, afable y simpatico de su trato. A la Universidad Nacional Autónoma de México. A los Directivos y Profesores de la Facultad de Psicología. Quienes estan comprometidos a forjar a excelente profesionistas y personas integras para vivir en un mundo mejor. A la Maestra Guadalupe Santaella Hidalgo quien me dirigió con un gran profesionalismo y con una calidad humana extraordinaria, la cual me motivo a continuar a pesar de la adversidad. Gracias por su comprensión, tolerancia, entusiasmo y por ser la clave para realizar este anhelo. Mi reconocimiento y agradecimiento eterno. A mis sinodales, Lic. Leticia Bustos de la Tijera, Lic. Aida Araceli Mendoza Ibarrola, Mtra. Alma Mireia Lopez-Arce Coria,Lic. Damariz Garcia Carranza. Gracias por su gran profesionalismo, su comprensión y su valiosa contribución para el desarrollo de este trabajo. A la D.E.C. Gracias por desarrollar estos programas, que nos beneficia a tantos egresados, dandonos la oportunidad de concluir un ciclo importante; que nos impulsa a superarnos cada día más y emprender otros proyectos. A Juan Manuel, Vanessa, Aurora y Laura Mata, Gracias por recorrer palmo a palmo el camino conmigo en los momentos difíciles, por compartir esa energía de los jovenes, por su apoyo incondicional, por su profesionalismo, por esas vocesitas que me decian al oido (por teléfono) ¿ Qué paso, en que vas? las cuales no saben como me animaron a seguir. Gracias por esas sesiones de motivación, que a parte de motivarnos, nos dieron la oportunidad de conformar un grupo de trabajo especial. A mis compañeras de titulación, Adriana, Sandra, Thelma, Carmen, Angelina, Carmina, Clara Eugenia, Rocio, Cinthya. Gracias por su compañía ,su cariño y ese apoyo que impidio que el barco se fuera a pique, por ese jalón para sacarlo a flote y que todas llegaramos a puerto. A mis queridos amigos y amigas del alma, Bart, Lety, Marthita, Rocio, Natalia, Adrian, Manolo, Leo, Isa, Carmen, Bety. Gracias por su confianza, comprensión, aceptación, cariño, aliento y presencia. Gracias por compartir esta vida tan maravillosa. INDICE CAPÍTULO I. ANTECEDENTES DEL MODELO HUMANÍSTA - EXISTENCIAL CAPÍTULO II. ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA (ROGERS, CARL) Conceptos básicos Características del terapeuta Relación Terapéutica Proceso terapéutico CAPÍTULO III. ENFOQUE DE LA GESTALT (PERLS, FRITZ) Conceptos básicos Características del terapeuta Relación Terapéutica Proceso terapéutico CAPÍTULO IV. ENFOQUE DE ANÁLISIS SOCIAL HUMANÍSTICO (FROMM, ERICH) Conceptos básicos Características del terapeuta Relación Terapéutica Proceso terapéutico CAPÍTULO V. ANÁLISIS DE CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS DE LOS ENFOQUES. CONCLUSIONES. RESUMEN El presente trabajo es una investigación bibliográfica del tema: La Relación Terapeuta-Paciente ; en la cual se hace énfasis en la actitud del terapeuta como factor de cambio en el proceso terapéutico desde el enfoque Humanista-Existencial. Se revisaron tres enfoques: El Enfoque Centrado en la Persona. (Rogers, Carl.) El Enfoque de la Gestalt. (Perls, Fritz) El Enfoque Análisis Social Humanístico. (Fromm, Erich) Se analizaron estos autores por considerarlos los más representativos y por sus grandes contribuciones a la Psicoterapia Humanísta-Existencial. Los tres autores comparten la idea de que lo fundamental es el valor de la actitud psicoterapéutica hacia el paciente para un autentico proceso terapéutico. Cada vez más, terapeutas de diversos enfoques destaca la contribución de la relación terapéutica, su importancia, influencia y contribución al cambio. INTRODUCCIÓN La comunicación es fundamental en todas las formas de psicoterapia, la relación que se establece entre el terapeuta y el paciente, es única , irrepetible, persigue un autentico proceso terapéutico centrado en el cambio; que se diferencia de una mera relación diagnóstico y/o tratamiento medico de una enfermedad. En donde se establecen sitios distantes entre ambas partes; el experto- el especialista - el enfermo, el que sabe y el que desconoce. En esencia la relación terapeuta-paciente, es una transacción, un sistema de interacción recíproca, tanto intelectual como emocional, que incorpora lo que le terapeuta y el paciente piensan, sienten, hacen y reciben el uno del otro. La relación terapeuta-paciente se caracteriza como una alianza terapéutica puesto que es un compromiso de colaboración basado en sentimientos de confianza, de fe y de esperanza; relación humana, que más que una cuestión de tiempo, es cuestión de actitud. La contribución de la relación terapéutica ha sido destacada cada vez más por terapeutas de opiniones muy diversas. También la investigación sistemática ha destacado su importancia, influencia y contribución al cambio. Varios autores han sido particularmente críticos con la noción de que el cambio psicológico significativo puede resultar sólo de la interpretación y han argumentadoa favor del énfasis en la influencia de la relación terapéutica per se, para lograr el cambio. En el seno de un vínculo que permite reestructurar las interacciones previas. La eficacia de la influencia del terapeuta depende de la autenticidad de sus motivaciones y su fe en el procedimiento, mientras que por parte del paciente intervienen sus expectativas y confianza. En la formación del terapeuta se enfatiza el desarrollo de las habilidades de escucha, comprensión e interpretación de lo que comunica el paciente, pero de igual significación deben ser desarrollados en el terapeuta los aspectos para una adecuada actitud. El objetivo de esta investigación es hacer una revisión bibliográfica acerca de la actitud del terapeuta en la relación terapeuta-paciente como factor de cambio en el proceso terapéutico desde el Enfoque Humanístico. Los autores presentados en esta investigación son representativos por sus grandes contribuciones a la psicoterapia Humanística-Existencial: Por tanto, en el capitulo I se describe los Antecedentes Generales del Modelo Humanístico-Existencial. El capitulo II revisa el Enfoque Centrado en la Persona de Rogers, Carl, antecedentes y conceptos básicos; entre el organismo como un todo, el sí mismo (self), El yo, el sí mismo (self) ideal, la experiencia, conciencia, congruencia e incongruencia, desarrollo de la personalidad, necesidades de consideración positiva incondicional , autoconsideración, autorrealización. Características del terapeuta, Relación terapéutica y Proceso terapéutico. En el capitulo III hace referencia al Enfoque de la Gestalt de Perls Fritz, antecedentes y los conceptos básicos derivados: el organismo como un todo, la experiencia, el campo psicofísico, figura- fondo, necesidades biológicas (de sobrevivir) y emotivas (de crecimiento), la energía de las emociones, énfasis en el aquí y ahora, importancia del cómo sobre el porqué se reprime, importancia del darse cuenta (conciencia), mecanismos neuróticos: introyección, proyección, confluencia y retroflexión. Características del terapeuta, Relación terapéutica y Proceso terapéutico. En el capitulo IV presente el Análisis Social Humanístico de Fromm, Erich, así como sus antecedentes y conceptos esenciales: lo que significa ser humano, el yo como el todo organizado, la individuación, conciencia, dicotomías existenciales y dicotomías históricas, orientaciones “tener” y “ser”, necesidades básicas: relación, trascendencia, arraigo, sentido de identidad y estructura que oriente y vincule, carácter social, tipos de carácter: receptivo, explotador, acumulativo, mercantil y productivo, ética humanista, ética autoritaria, Características del terapeuta, Relación terapéutica y Proceso terapéutico. En el capítulo V se presenta un cuadro de convergencias y divergencias, la discusión y análisis del mismo. Se realiza la presente investigación con la finalidad de ofrecer una visión más completa e integrada sobre la importancia de las características del terapeuta en el proceso de cambio; privilegiando las características idóneas del terapeuta y las condiciones del encuentro terapéutico bajo el enfoque humanístico-existencia. Existen otros procesos terapéuticos, sin embargo, para lo fines de esta investigación se ha elegido este enfoque humanístico-existencial, por que, se considera que es el más adecuado para propiciar este tipo de relación, ya que sus fundamentos se centran en que el tipo de encuentro que se establece entre terapeuta-paciente es de condición humanista, la de no haber nada humano que le sea ajeno. La relación terapéutica es de persona a persona.No ve al paciente como un objeto, o como persona fundamentalmente distinta. Busca la unidad de la persona, en vez de la división entre sujeto contra objeto. Enfatiza el aspecto positivo en lugar del negativo. La comprensión y el amor son inseparables. Su empatía tiene la condición de una gran capacidad de amar. Y el aspecto más brillante de la humanidad es destacado en su concepto de la persona autorrealizada. CAPÍTULO I ANTECEDENTES DEL MODELO HUMANÍSTICO-EXISTENCIAL. Bajo el nombre de humanístico-existencial se ha denominado, especialmente en el área de influencia norteamericana, tanto a los enfoques que provienen de la tradición fenomenológica-existencial europea, como al fenómeno americano de la psicología humanística. Se trata de un movimiento como reacción al reduccionismo académico, y en de defensa de los valores integrales del hombre. Sobre cuáles son estos valores y la forma de llevarlos, existen diferencias notables, pero se puede detectar un énfasis común por la autorrealización y el desarrollo del potencial humano. Se le considera una tercera fuerza frente al Conductismo y al Psicoanálisis. En la actualidad, debe ser reconocido como un conjunto de procedimientos terapéuticos, en su mayor parte desligados de las principales corrientes académicas. (Feixas y Miro,1993). Se reconoce que las raíces del existencialismo y la fenomenología se derivan desde Sócrates, San Agustín, Pascal y Descartes, como precursores del moderno existencialismo. En el occidente surgió a partir de la obra de Sören Kierkegaard (1813- 1855) y de Friedrich Nietzsche (1844-1900). En la época contemporánea lo representan Karl Jaspers, Martin Heidegger y Jean Paul Sastre,entre otros. Uno de los aspectos del pensamiento existencialista es el hincapié puesto en la experiencia vital individual y directa, más que en una dependencia en experiencias mediadas como la proporcionada por libros, periódicos, revistas y, en la época moderna, la radio y la televisión. Otro aspecto que subrayan es el de la experiencia subjetiva de la verdad como criterio suficiente de tal verdad. Para los existencialistas, la prueba externa no es un rasgo esencial que deba ser poseído por lo que es verdad. Un punto más del existencialismo dice que en una sociedad de producción masiva y sumamente tecnológica, surgida poco más o menos en el último siglo, cuando el hincapié cae en la comunicación masiva, en la propaganda y en la conformidad, el individuo está perdido. Karl Jaspers, como Barrett (1958) concibe “ el significado histórico de la filosofía existencialista como una lucha por despertar en el individuo las posibilidades de una auténtica y genuina vida, frente al gran movimiento moderno hacia una sociedad de masas estandarizada”. Kierkegaard delineó los rasgos principales de la estructura de la existencia humana, al decir que el hombre no es un ser hecho a pedido. Agrega que el hombre se convertirá en lo que él mismo se haga, y en nada más. Y que se construye mediante sus elecciones, pues tiene la libertad de hacer elecciones vitales, sobre todo la libertad de escoger entre una forma de existir auténtica y una no auténtica . La existencia no auténtica es la forma del hombre que vive bajo la tiranía del Populacho ( la multitud, la colectividad anónima). Y la existencia auténtica como la modalidad en que el hombre asume la responsabilidad de su propia existencia, un hombre debe sufrir la prueba de la desesperación y de la “ansiedad existencial” , es decir, la ansiedad del hombre que se enfrenta a los límites de su existencia con sus implicaciones totales: muerte y nada. Esto es lo que Kierkegaard llama “enfermedad de la muerte” (Cofer y Appley,1990). La corriente fenomenológica halla sus orígenes más inmediatos en el pensamiento de Franz Bretano, por su énfasis en la experiencia, en el carácter activo de la psique, y en la naturaleza intencional de todo acto psíquico. Bretano influyó en el que se considera principal representante de la fenomenología, Edmundo Husserl (1859-1938), para quien la experiencia inmediata del acto de conocimiento es que puede revelar la naturaleza de las cosas. Para ello hay que tomarlo que se conoce como la epoché , o actitud fenomenológica, es decir, la observación pura del fenómeno sin prejuicios ni creencias apriorísticas. La epoché es una operación mental en la que el sujeto pone el mundo en paréntesis , excluye de su mente cualquier juicio de valor sobre el fenómeno, así como cualquier afirmación sobre sus causas o trasfondo. Desde esta perspectiva cada persona vive un mundo singular, un universo de significaciones constituidas por su conciencia, y se trata de comprender este mundo y su significado. (Feixas y Miro, 1993). Husserl insistió en que debe adquirirse la experiencia según ésta llega, para conocerla, sin análisis, sin interpretaciones, ni cosas por el estilo. Por ejemplo, para conocer el mundo debe observarse lo que hay en la experiencia, no influido por teorías de la realidad, y observar esto o aquello, o en esta o esa forma. Es fundamental para la comprensión del mundo (y, en su forma existencialista, el mundo interno) abrirse a la experiencia directa y describir tal experiencia de formas esencialmente no sofisticadas.(Cofer y Appley,1990) Martin Heidegger (1889-1976) fue el discípulo de Husserl que más influyó en el desarrollo del modelo humanístico-existencial. Se preocupó por temas existenciales, como el significado de la vida, la muerte, la ansiedad existencial. Estos problemas ya habían sido estudiados por otros, en especial por Sören Kierkegaard (Feixas y Miro, 1993). El existencialismo es un movimiento en la filosofía y la psicología contemporánea que surgió en forma natural en diferentes partes de Europa. El existencialismo y el psicoanálisis surgieron de la misma situación cultural. Ambos buscan entender la ansiedad, desesperación y enajenación que las personas sienten por sí mismas y por la sociedad. Durante la última mitad del siglo XIX hubo una tendencia deshumanizadora clara, al darle prioridad a la máquina sobre la persona, pensando en los individuos sólo en términos del sistema industrial para el que trabajaban. Esta segmentación en la cultura tuvo una contraparte psicológica en la represión extrema dentro del individuo. Fue la gran habilidad de Freud la que habló del problema de la represión y ayudó a curarlo. Kierkegaard, Nietzsche y otros precursores de la perspectiva existencialista previeron que las fuerzas de la desintegración estaban destruyendo en forma gradual la vida emocional y espiritual interna de las personas y conduciendo a la desesperación y enajenación del yo y de la sociedad. El nombre existencialismo proviene del latín exsistere , que significa “sobresalir” o “surgir”, el existencialismo se centra en el ser humano, en la forma en que está surgiendo y transformándose. La filosofía occidental ha buscado por tradición la esencia del ser, los principios y leyes inmutables que se cree gobiernan la existencia. Para Sastre su máxima “La existencia precede a la esencia” significa que el ser humano no viene con un ser a desarrollar, sino que tiene que encontrarlo por sí mismo. La comprensión y análisis de este proyecto, que se materializa y se va modificando en las múltiples decisiones de la persona a lo largo de su vida, es el objeto del análisis existencial sartreano.(Feixas y Miro, 1993). Los existencialistas buscan desarrollar una ciencia empírica que atienda el conjunto del conocimiento de lo que significa ser humano. Como tal, busca la unidad de la persona antes que cualquier división entre sujeto contra objeto, cuerpo contra mente, naturaleza contra crianza, o cualquier otra dimensión conceptual. Se pregunta lo que significa ser y existir bajo estas condiciones psicológicas, culturales e históricas particulares. Muchos psicólogos creen que a menos que sean objetivos, las emociones y prejuicios se interpondrán entre ellos y los hechos, siendo un obstáculo para los procesos de razonamiento. Sin embargo, en ocasiones, la objetividad impide el entendimiento. Algunas verdades, tales como entender lo que significa ser, son descubiertas no con objetividad, sino con un involucramiento personal intenso. La actitud existencialista resiste con fuerza la tendencia a tratar a la persona como un objeto. Mencionan que el conocimiento humano es en última instancia interpersonal. El conocimiento no sólo es objetivo (de un objeto externo) o subjetivo (del yo) sino también interpersonal, al surgir del encuentro de seres humanos entre sí. Entender a través del encuentro es tan real como comprender por medio de la objetividad. Consideran a los individuos como seres con opciones libres que son responsables de sus acciones. Cada uno de nosotros se labra su propio destino. Sugieren que no hay verdad ni realidad con excepción de aquella en la que participamos. El existencialismo enfatiza la existencia en lugar de la esencia. (Engler,1996). La Formación del Movimiento Humanista. La psicología humanista nació como fenómeno < genuinamente americano> entre sus antecedentes podemos citar el funcionalismo de James y Dewey, con su visión del ser humano como ser activo, volitivo y social; y al conductismo intencional de McDougall. Y la influencia propia del psicoanálisis tal como llegó a Norteamérica, a través de los neopsicoanalistas, Karen Horney, Erich Fromm y otros. Pero, en particular, parece ser que Alfred Adler ejerció una importante influencia al menos en el pensamiento de Maslow.(Feixas y Miro, 1993). El análisis histórico revela que la psicología humanista no tuvo un fundador único (De Carvalho,1991). Abraham Maslow ha sido considerado como el padre espiritual de esta corriente. Maslow fue un escritor persuasivo, describió a la psicología humanista como una “Tercera Fuerza” en la psicología estadounidense. Criticó a los psicoanalistas y al conductismo radical por sus concepciones limitadas de la naturaleza humana, concibiéndola como una máquina. Maslow ofreció su perspectiva como un complemento, más que como una alternativa, a estas otras dos fuerzas. No rechazó las contribuciones que habían hecho los psicoanalistas y los conductistas, pero creía que la denominación de la naturaleza humana necesitaba complementarse. Maslow enfatizaba el aspecto positivo de la naturaleza humana en lugar del negativo. El aspecto más brillante de la humanidad es destacado en su concepto de la persona autorrealizada. El individuo avanza hacia la maduración, felicidad y satisfacción, y no solo en la simple restauración del equilibrio o en evitar la frustración. (Engler, 1996). Sin embargo, el antecedente más claro de la psicología humanista es la escuela de la Gestalt, principalmente a través de Kart Goldstein, quien trajo de Europa la influencia de Brentano reflejada en los guestaltistas. En su obra el organismo, expresa su concepción del organismo humano como totalidad y de su tendencia a la autorrealización, como fuerza impulsiva que pone al organismo en acción. De esta influencia surge en la psicología humanista la noción del ser humano como ser dotado de un potencial humano inherente que debe ser realizado o actualizado. En la década de los treinta se puede ver el movimiento humanista con las obras de Gordon Allport (1937) y Henry Murray (1938), y su concepción de las necesidades humanas, que suponen una confrontación con el conductismo. En la década de los cuarenta aparecen las primeras aportaciones terapéuticas (Rogers, 1942) y las primeras propuestas de Maslow sobre la motivación. Pero es hasta la década de los cincuentas cuando estas tendencias cobran fuerza. Roges publica su Psicoterapia centrada en el cliente (1951) y Maslow su obra Motivación y personalidad (1954). En 1961 dos hechos marcan el nacimiento de la psicología humanista: La constitución de la American Association of Humanistic Psychology (AAHP) y la publicación del Journal of Humanistic Psychology. También representa un notable valor la Conferencia de OldSaybrock, a la que asistieron Allpor, Murria, Murphy y Nelly, además de Rogers, Maslow y Rollo May. En todos ellos se da un clima de insatisfacción tanto hacia la psicología académica, como hacia su alternativa, el psicoanálisis. Los principios básicos de los Modelos Humanístico-existenciales con los que se constituyó la AAHP, son la concepción psicológica del ser humano centrada en torno a cuatro aspectos claves: 1. Autonomía e interdependencia social. Capacidad para dirigir el desarrollo propio, tomando decisiones y aceptando responsabilidades. 2. Autorrealización. Tendencia inherente al organismo que lo impulsa hacia el crecimiento y la diferenciación. 3. Búsqueda de sentido. Se sostiene que el hombre no sólo se mueve por motivaciones materiales, sino también por principios axiológicos, tales como la libertad, la justicia y la dignidad, que suponen el intento de trascender la propia existencia. 4. Concepción global del ser humano. El ser humano se considera como una Gestalt, un conjunto integral en el que sentimiento, pensamiento y acción forman un todo orgánico. En los años sesenta el movimiento de la psicología humanista creció de forma notable por el clima inconformista y de reivindicación de los valores humanos y naturales que impero en la época. (Feixas y Miro 1993). El psiquiatra existencialista suizo Binswanger quien trabajó y estudió con Bleuler y Jung en Zurich, y amigo personal de Freud durante toda su vida. Sin embargo, pronto abandonó el marco psicoanalítico, que consideraba reduccionista, para adoptar un marco fenomenológico que, influido por la obra de M. Heidegger, fue evolucionando hacia posiciones existenciales. Comentó, para que una persona sea ella misma por completo es decir, para que se realice o actualice verdaderamente como ser humano debe “enfrentar su destino cara a cara”. el hecho de que la vida humana esté determinada por fuerzas y condiciones sólo es una de las dos caras de la verdad. El otro lado es que los propios seres humanos “determinan esas fuerzas de su destino” (citado en May, 1961). De ese modo, en la aproximación fenomenológica y existencialista, las personas son vistas como seres cuya actualización requiere mucho más que la simple satisfacción de las necesidades biológicas y de los instintos sexuales y agresivos. Los existencialistas proponen que el ser humano es, en forma inevitable, el constructor de su propio destino y, de manera más específica, que cada persona es: Un agente elector, incapaz de evitar la toma de decisiones a lo largo de su vida. Un agente libre, que establece libremente sus objetivos en la vida. Un agente responsable, que se hace cargo personalmente de sus propias decisiones en la vida. La existencia del ser humano en la vida está dada, pero su esencia es lo que cada ser hace de ella, de qué tan significativa y responsablemente la construya. Para encontrar valores que satisfagan, para guiar las vidas de una manera coherente, para dar significado a la vida, objetivos que forman parte de la lucha existencial y que demandan “valor de ser”, se necesita valor para romper la conformidad ciega a los valores de grupo y luchar por la autosatisfacción mediante la búsqueda de una mayor autodefinición y autenticidad. Para comprender el significado de ser también es necesario mantenerse de manera constante en contacto con la consciencia del no ser, del enajenamiento, de la nada y, en última instancia, de lo inevitable de la muerte, que es el destino ineludible de todo ser vivo. La consciencia de ese destino inevitable y lo que ello implica producen una ansiedad existencial. El antídoto contra esta ansiedad es enfrentar la vida y vivirla de una manera responsable, significativa y con valor y consciencia de la potencialidad humana de tomar opciones y crecer. (Mischel W, 1990) El más importante de todos los pensadores humanistas de los siglos XVIII y XIX fue quizá Johann Wolfgang von Goethe, la idea de él, es que el hombre encierra, no sólo su individualidad, sino también la humanidad entera, con todas sus potencialidades, aunque por las limitaciones de su existencia sólo puede realizar parte de ellas. Para Goethe, el fin de la vida es desarrollarse por la individualidad hacia la universalidad. Sólo desarrollando plenamente su individualidad puede el hombre experimentar su propia humanidad, lo cual quiere decir la humanidad de todos. Según esta filosofía, se siente uno con todo precisamente porque ha llegado a ser plenamente él mismo. Tal vez la expresión más importante del humanismo del siglo XVIII en el siglo XIX se halla en el pensamiento socialista de diversos tipos y quizá, en el pensamiento de Marx. La meta de Marx para el hombre era, como la de Spinoza, como la de Goethe, el hombre independiente, el hombre libre: “ Un ser sólo se considera independiente en cuanto es dueño de sí y sólo es dueño de sí en cuanto se debe a sí mismo su existencia”. El hombre se apropia su esencia universal de forma universal, es decir, como hombre total. Este concepto de hombre total viene desde el Renacimiento, pasando por Leibniz, Spinoza y Goethe, hasta Marx. “Cada una de sus relaciones humanas con el mundo (ver, oír, oler, gustar, sentir, pensar, observar, percibir, desea, actuar, amar), todos los órganos de su individualidad son la apropiación de la realidad humana. Hay otra afirmación de Marx, muy característica de todo pensamiento humanista , que se refiere al ser activo del hombre frente al ser pasivo, detallándolo en el caso del amor. Para Marx, como para Spinoza, la cuestión no es ser amados, sino de nuestra capacidad de amar y de la cualidad del amor como una cualidad activa. Si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia. En el contexto de hoy, Fromm subraya que la esencia del hombre no es una sustancia, que no es que el hombre sea bueno o el hombre sea malo, sino que hay una esencia que permanece invariable en la historia. La esencia del hombre es una conjunción o, como dice Heidegger, una locatividad fundamental. Esta locatividad es una situación de dicotomía existencial, un estado de conflicto entre el hombre como animal que vive dentro de la naturaleza y el hombre como lo único de la naturaleza que tiene conciencia de sí; por consiguiente, puede tener conciencia de su apartamiento, desamparo y fragilidad; y que, por tanto, debe hallar nuevas vías de unión con la naturaleza y con sus semejantes. El hombre nace, individual e históricamente, y al darse cuenta de su apartamiento del mundo se volvería loco si no encontrase un medio de vencer este apartamiento y recobrar la unión. Evitar y superar la plena experiencia del apartamiento y lograr una nueva unión, es la pasión más fuerte del hombre. La misión teórica de desarrollar la idea o conocimiento de lo que es la esencia del hombre sólo llegará a tener importancia en el momento, o para quienes, vuelva a estar viva la experiencia de la unión del hombre. La experiencia del humanismo es, como dijo Terencio, la de que < nada humano me es ajeno>. Que yo tengo dentro de mí toda la humanidad: se da la paradoja de que no obstante no haya dos individuos iguales, a la vez; todos compartimos la misma sustancia, la misma cualidad. No hay nada que se dé sólo en ese hombre. Todo se da también en mí. Yo soy criminal, y yo soy santo. Yo soy el hombre que vivió hace cien mil años y yo soy el hombre que vivirá dentro de cien mil años. Y esto tiene una relación muy significativa , con el fenómeno de lo inconciente. Freud no fue el primero que lo descubrió, pero fue el primero que lo examinó de modo plenamente sistemático. Sin embargo, su concepto de lo inconsciente seguía siendo muy limitado. ¿ Qué es en realidad lo consciente? Nuestroconsciente está compuesto por todas las experiencias humanas que cada sociedad nuestra nos permite conocer. Solemos enterarnos de aquello que el lenguaje, la lógica o las prohibiciones sociales nos permiten conocer. Hay un filtro social, y únicamente las experiencias que lo atraviesan son las cosas de las cuales nos enteramos, y ésas son nuestro consciente. Y ¿ qué es nuestro inconsciente? Nuestro inconsciente es la humanidad, es el hombre universal. Nuestro inconsciente es todo lo humano, lo bueno y lo malo, todo lo que hay en los demás, menos ese pequeño sector de lo consciente que representa la experiencia, el pensamiento y el sentimiento de la cultura a la que pertenecemos. La gran importancia de estar en relación con nuestro inconsciente es, no la de descubrir nuestros deseos incestuosos, esto, aquello, o lo de más allá (lo que a veces puede no carecer de importancia). La gran importancia del descubrimiento freudiano de la posibilidad de relacionarnos con nuestro inconsciente es precisamente que, estando en relación con nuestro inconsciente, estamos en relación con la humanidad; porque nos relacionamos con el hombre total que hay en nuestro interior y, ya no hay nada que nos sea ajeno. Ya se deja de juzgar a los demás, en el sentido de considerarnos superiores a ellos. Estando en relación con nuestro inconsciente, nos experimentamos a nosotros mismos como experimentamos a cualquier otro. Esa idea de toda la humanidad que llevamos dentro: esa misma idea se realiza, se manifiesta, se encarna y vivifica al vencer ese apartamiento interior nuestro, por el que sólo somos conscientes de lo que se expresa en nuestra cultura y entrar en relación con todo lo que compartimos con la humanidad entera. ( Fromm,1998) Los psicólogos humanísticos y existenciales han intentado formular teorías de la naturaleza humana que se basan en atributos humanos y problemas de existencia característicos ocasionados por la condición de ser humanos. Han rechazado los modelos típicos usados por los psicólogos que representan a los seres humanos en términos mecánicos o biológicos. Los psicólogos humanistas se muestran favorablemente dispuestos al papel penetrante de las fuerzas sociales y culturales que forman el comportamiento humano, pero previenen contraponer demasiado énfasis en tales determinaciones del comportamiento. Los psicólogos humanistas y existenciales han incluido en sus teorías la idea del yo como un agente libre. Sostienen que pueden controlar nuestros propios destinos, si las condiciones no son demasiado restrictivas. también contemplan a los seres humanos como poseedores de la capacidad de examinarse y producir cambios inducidos por ellos mismos. Podemos criticar, vigilar y evaluar racionalmente nuestro propio comportamiento. También podemos anticipar las consecuencias del comportamiento actual a largo plazo. Mucha gente en realidad no funciona a estos niveles, pero el hecho de que pueden, en las condiciones adecuadas, constituye un gran reto para los científicos del comportamiento. Suprimir cualquiera de los ingredientes que los teóricos humanistas existenciales proponen, según insisten, y los resultados serán algo menos que un ser humano o, ciertamente, menos que un ser humano completamente funcional. Su punto de vista de la anormalidad es también mucho más amplia, porque comprende todo aquello que no sea ideal. Las deficiencias de los atributos humanos son la causa de los trastornos del comportamiento. Los Humanísticos-Existencialistas, comparativamente con lo que otros modelos postulan, pintan a los seres humanos con un potencial mucho mayor para vivir efectivamente.(Di Carpio,1989). CAPÍTULO II ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA ROGERS,CARLS Conceptos básicos. Una premisa fundamental de la teoría de Rogers es la suposición de que la gente utiliza su experiencia para definirse a sí misma. Los fundamentos principales, establecen un marco de referencia mediante el cual las personas pueden idear y modificar la opinión que tienen de sí mismas.( Fadiman, Frager 2001). Roger fue influenciado por el movimiento filosófico fenomenología , sostenía que cada individuo existe en el centro de un campo fenoménico. La palabra fenómeno proviene del griego phainomenon, que significa “lo que aparece o se muestra a sí mismo”. En la filosofía, la fenomenología busca describir los datos, o lo específico, de la experiencia inmediata. En la psicología, la fenomenología ha llegado a significar el estudio de la conciencia y la percepción humana. Los especialistas en fenomenología enfatizan que lo que es importante no es objeto o el evento por si mismo, sino la forma en que lo percibe y entiende el individuo El campo fenoménico se refiere a la suma total de experiencias. Consiste en todo lo que es disponible en forma potencial para la conciencia en cualquier momento específico. El organismo, o la persona en su conjunto, responde al campo fenoménico. Aquí el énfasis de Rogers está puesto en la percepción de la realidad por parte del individuo. Las percepciones compartidas en forma común por los demás en nuestra cultura son las correctas. Sin embargo, la realidad en esencia es una cuestión muy personal. La percepción del individuo, más que la realidad en sí, es más importante, por ejemplo un niño se queja de que su padre es autoritario y dictatorial, un observador imparcial podría concluir que el padre es abierto y democrático. Rogers señalaría que lo que el padre sea en realidad carece de significado; lo que es importante es cómo el niño percibe a su padre. De esto se deriva que el mejor punto de vista para entender a un individuo es el del propio sujeto. Para Rogers el individuo es el único que puede conocer por completo su campo de experiencia. Reconoció que no siempre es fácil entender la conducta desde el marco de referencia interno de otra persona, se esta limitado a la percepción consciente y comunicación de experiencias del individuo. No obstante, un entendimiento empático de las experiencias de una persona es útil para entenderla y por consiguiente para comprender los procesos de la personalidad. (Engler,1996). Una premisa fundamental de la teoría de Rogers es la suposición de que la gente utiliza su experiencia para definirse a sí misma. Cada individuo tiene un campo de experiencia único; este campo de experiencia o “campo fenomenológico” contiene “todo lo que ocurre en la envoltura del organismo en un momento dado, el cual esta potencialmente disponible para el conocimiento”. incluye los sucesos, las percepciones, las sensaciones y los impactos que la persona no conoce, pero que podría conocer si se concentrara en ellos. Es un mundo personal y privado que puede corresponder o no a la realidad objetiva y observada. Para Rogers los individuos tienen la capacidad de experiencia y de saber cuáles son sus propios desajustes. Uno puede experimentar las incongruencias entre el concepto de uno mismo y las experiencias reales. Plantea un movimiento natural que va del conflicto hacia la resolución. Considera el ajuste no como un estado estático, sino como un proceso por el cual, el nuevo aprendizaje y las nuevas experiencias, se asimilan con precisión. Estas tendencias hacia la salud se favorecen por una relación interpersonal en la cual un miembro está suficientemente libre de incongruencia para estar en contacto con su propio centro de autocorrección.( Feixas, Miro 1993). Rogers no destaca los constructos estructurales, dedica su atención a los cambios y al desarrollo de la personalidad. De importancia fundamental y considerados la base de su teoría; son el organismo y el sí mismo. El organismo. Desde el punto de vista psicológico, es el centro de cualquier experiencia que incluya todo aquello que ocurre internamente en el organismo y está en potenciaabierto a la conciencia en un determinado momento. Esta totalidad experiencial constituye el campo fenoménico, que es el marco de referencia individual, conocido sólo por la persona. “No se puede conocer sino por medio de inferencias empáticas y, por lo tanto, nunca es posible un conocimiento perfecto” (Rogers,1959). El modo como el individuo se comporta depende del campo fenoménico (la realidad subjetiva) y no de condiciones estimulantes (la realidad externa). Es de advertir que el campo fenoménico no es idéntico al de la conciencia. “Esta es la simbolización de parte de nuestra experiencia” (Rogers,1959). Así, el campo fenoménico se compone de experiencias conscientes (simbolizadas) e inconscientes (no simbolizadas). No obstante, el organismo puede discriminar y reaccionar ante una experiencia no simbolizada. Es posible que la experiencia no se represente de un modo correcto y el sujeto se desempeñará inadecuadamente. Todos tendemos a confrontar nuestras experiencias simbolizadas con el mundo tal como es. Esta verificación de la realidad le proporciona un confiable conocimiento del mundo que le permite conducirse con realismo. Sin embargo, algunas percepciones son incorrectamente verificadas o no lo son del todo; esas experiencias pueden inducir al individuo a asumir una conducta carente de realismo y obrar en su propio detrimento. Aunque Rogers no se ocupa especialmente del tema de la “verdadera realidad” , es obvio que toda persona debe tener, en alguna medida, la noción de un criterio, impersonal o externo, de realidad; de lo contrario, no podría confrontar el cuado interno con el cuadro “objetivo” de la realidad. El sí mismo. Una parte del campo fenoménico poco a poco se va diferenciando y se convierte en el sí mismo o autoconcepto de denota la Gestalt conceptual, organizada y coherente, compuesta de percepciones características del “yo” o del “mí” y las percepciones de las relaciones del “yo” o del “mí” con otros y con diversos aspectos de la vida, junto con los valores vinculados a esas percepciones. Hablamos de una Gestalt fluida y cambiante, un proceso que en cualquier momento determinado se torna en una entidad específica. (Rogers,1959) Además del sí mismo tal como es (la estructura del sí mismo), existe un sí mismo ideal que representa lo que la persona desearía ser. (Calvin S. Hall, Gardner Lindzey 1974). El yo. De la interacción del organismo y el ambiente, y en particular de la que se tiene con otros que son significativos, emerge en forma gradual una estructura del yo, o un concepto de “quien soy”(1951). Conforme los niños interactúan con su ambiente en el proceso de realización, adquieren ideas acerca de sí mismos, de su mundo y de su relación con éste. Experimentan cosas que les gustan y disgustan y situaciones que pueden o no pueden controlar. Aquellas experiencias que parecen aumentar el yo son valuadas e incorporadas en la imagen de sí mismos; aquellas experiencias que parecen amenazar al yo son negadas y son consideradas ajenas a éste. El autoconcepto es una porción del campo fenoménico que se ha diferenciado en forma gradual. Está compuesto de aquellas percepciones y valores conscientes de “mí” o “yo”, algunas de las cuales son resultado de la propia valoración por parte del organismo de sus experiencias, y en algunos casos han sido introyectadas o tomadas de otros individuos que son importantes para la persona. Debido a que le autoconcepto surge en parte a través de los demás, ocurre en algún grado disociación o el alejamiento, y como resultado la tendencia realizadora puede ser alterada en conductas que no conducen a la realización El autoconcepto es un objeto de percepción. Es la imagen que el individuo percibe de sí mismo. Por tanto, se distingue entre el organismo o el yo real en el proceso de realización y el yo como es percibido o conceptualizado. El “yo” que forma el individuo puede ser una variación de la experiencia real de su organismo debido a que incluye valores que son tomados de otras personas en lugar de las experiencias reales del organismo. Las experiencias que ocurren en la vida son simbolizadas, ignoradas, negadas o distorsionadas. Si una de éstas es simbolizada, es aceptada en la conciencia, percibida y organizada en una relación con el yo. Se seleccionan de entre las muchas experiencias personales aquellas que se adaptan con nuestro concepto del yo. Las experiencias son negadas o distorsionadas si parecen ser inconsistentes con la estructura del yo. Las mujeres jóvenes a las que se hace creer que la agresión no es femenina pueden negar o distorsionar sus sentimientos naturales de enojo y encontrar difícil ser asertivas debido a que buscan comportarse en formas que son femeninas. Del mismo, modo los hombres niegan o distorsionan con frecuencia los sentimientos naturales de ser tiernos debido a que los consideran inconsistentes con ser masculinos. La conciencia del individuo depende en gran medida del autoconcepto. Se tiende a considerar esas percepciones como ajenas. Las experiencias ocurren en la realidad y el organismo reacciona ante éstas pero no son simbolizadas o reconocidas por el yo consciente.(Engler,1996). Como consecuencia de la tendencia a la diferenciación, que constituye un aspecto de la tendencia actualizante, una parte de la experiencia del individuo se diferencia y se simboliza en la conciencia. Esta parte simbolizada corresponde a una conciencia de ser, de actuar como individuo, y puede descfribirse como experiencia del yo. A consecuencia de la interacción entre el organismo y el medio, la conciencia de ser y de actuar como individuo aumenta y se organiza gradualmente para formar el concepto del yo que, como objeto de la percepción, forma parte del campo experiencial.( Roger,1985). El sí mismo (self). Dentro del campo de la experiencia está el sí mismo (self), el cual no constituye una entidad estable e invariable, pero que, al observarlo en un momento dado, parece que lo fuera. Rogers concluyó que “ nosotros no estamos manejando una entidad de incremento leve, de aprendizaje gradual que el producto era claramente una gestalt, una configuración en la cual, la modificación de un aspecto de menor importancia podría alterar completamente el patrón total”. El sí mismo (self) es una gestalt coherente y organizada que se encuentra en un continuo proceso de formación y reformación a medida que las situaciones cambian. Rogers utiliza el término para referirse al progreso constante de reconocimiento. Es esta diferencia, este énfasis en el cambio y la flexibilidad, lo que sirve de base a su teoría y a su tesis de que la gente es capaz de crecer, cambiar y desarrollarse en forma personal. El sí mismo (self) o el concepto de uno mismo, es la visión que una persona tiene de sí misma y que se basa en experiencias pasadas, hechos presentes y expectativas futuras.(Fadiman, Frager 2001). El concepto de sí-mismo, o la estrucura del sí mismo como objeto percibido en el campo fenoménico, puede considerarse como una configuración organizada de percepciones del sí-mismo, admisible para la conciencia. Está integrado por elementos tales como las percepciones de las propias características y capacidades; los preceptos y conceptos de sí mismo en relación con los demás y el ambiente; las cualidades valiosas que se perciben y se asocian con expereincias y con objetos; y los objetivos e ideales que se perciben con valencias positivas o negativas. (Rogers,1981). El sí mismo (self) ideal. El sí mismo ideal es “el auto concepto que más le gustaría tener a un individuo y sobre el cual sitúa el más alto valor para sí mismo” Rogers (1959). Al igual que el sí mismo, el sí mismo ideal constituye una estructura versátil, cambiante, constantemente sometida a nuevas definiciones. El gradoen que difieren entre si es un buen indicador de incomodidad, desagrado y dificultades neuróticas. Aceptarnos como realmente somos y no como quisiéramos ser es señal de salud mental. La aceptación no significa conformidad o renuncia a uno mismo; es una manera de estar más cerca de la realidad de nuestro estado real. La imagen del sí mismo ideal, hasta donde es distinta de la conducta y los valores reales de la persona, constituye un obstáculo para el desarrollo personal. (Fadiman, Frager 2001). Congruencia e incongruencia. La congruencia se define como el grado de exactitud entre la experiencia de la comunicación y el conocimiento. Se relaciona con las discrepancias entre la experiencia y el conocimiento. Un alto grado de congruencia significa que la comunicación (lo que uno expresa), la experiencia (lo que ocurre en el campo de uno) y el conocimiento (lo que se observa) son todos semejantes. La congruencia está bien descrita por un budista zen en las palabras: “Cuando tengo hambre; cuando estoy cansado, me siento; cuando tengo sueño duermo”. La incongruencia se presenta cuando hay diferencias entre el conocimiento, la experiencia y la comunicación de la experiencia. Esta se define como algo más que una incapacidad de percibir con exactitud o como una inhabilidad para comunicarse con precisión. Cuando la incongruencia se presenta entre el conocimiento y la experiencia se denomina represión. Cuando la incongruencia constituye una discrepancia entre el conocimiento y la comunicación, el individuo no expresa lo que realmente siente, piensa o experimenta. La persona no es capaz de expresar sus emociones y percepciones reales ya sea por temor o bien debido a viejos hábitos de simulación que son difíciles de dominar. Existe también la posibilidad de que la persona tenga dificultades para entender lo que los demás piden. La incongruencia puede presentarse en forma de tensión, ansiedad, o en circunstancias extremas, como una confusión. La discrepancia entre la realidad externa y lo que experimenta subjetivamente ha llegado a tal punto, que ya no es capaz de funcionar. La mayor parte de la psicoterapia actúa sobre este síntoma de congruencia y ayuda a la gente a darse cuenta de sus acciones, pensamientos y actitudes, pues los afectan a ellos mismos y a los demás. Existe un aspecto fundamental de la naturaleza humana que inclina a la persona hacia una mayor congruencia y un funcionamiento realista. Este apremio no es exclusivo de los seres humanos, sino que forma parte del proceso de todas cosas vivas. “Es un empeño evidente en toda vida orgánica y humana --- expandirse, extenderse, llegar a tener autonomía, desarrollarse, madurar ----, es la tendencia a expresar y activar todas las capacidades del organismo o al sí mismo(self)” Rogers (1961). Rogers sugiere que, en cada uno de nosotros existe un impulso innato a volvernos tan competentes y capaces como podamos serlo biológicamente. Así como una semilla tiene dentro de sí la fuerza para llegar a ser árbol, así también una persona es impulsada a transformarse en una persona total, completa y autorealizada.(Fadiman, Frager 2001). Existe un estado de congruencia cuando las experiencias simbolizadas de una persona reflejan todas las experiencias reales del organismo. Cuando estas vivencias simbolizadas no representan todas las reales, o si son negadas o distorsionadas, hay una falta de correspondencia entre el yo como es percibido y el yo real. Cuando un individuo niega o distorsiona experiencias sensoriales y viscerales significativas surgen ciertas tensiones básicas. Cuando el auto concepto es congruente con las experiencias del organismo, la persona está libre de la tensión interna y adaptada desde le punto de vista psicológico. Rogers dejó claro que no proponía la expresión libre e irrestricta de todos los impulsos y emociones. Parte de la realidad de la experiencia del organismo es que ciertos valores sociales y culturales requieren la supresión de ciertas actividades. No obstante, el autoconcepto de una persona puede incluir tanto el deseo de comportarse de una forma como de conducirse en otras formas más aceptadas por la sociedad. Cuando las personas se dan cuenta de sus impulsos y percepciones y las aceptan, incrementan la posibilidad de control consciente sobre su expresión. De igual manera, al aceptar todas las experiencias, una persona obtiene un mejor autocontrol.(Engler,1996). Desarrollo de la personalidad. Si bien el organismo y el sí mismo poseen la tendencia innata a realizarse a sí mismos, están también sujetos a fuertes influencias del ambiente y, en especial, del medio social, Rogers, en desacuerdo con otros teóricos con bases clínicas como Freud, Sullivan y Erikson, no proporciona un cuadro programado de los diferentes estadios más importantes por los que una persona atraviesa a lo largo de su vida desde la infancia hasta la madurez. (Calvin S. Hall y Gardner Lindzey, 1974). En vez de ello, se concentró en la forma en la que las percepciones de otros impiden o facilitan la autorrealización. Aunque la tendencia a realizarse sigue determinantes genéticos, Rogers señaló que está sujeta influencias ambientales. El niño pequeño tiene dos necesidades básicas: la de consideración positiva de los demás y la de autoconsideración positiva. La consideración positiva se refiere a ser amada y aceptada como es la persona. Los niños pequeños se comportan de tal manera que muestran su necesidad intensa de la aceptación y amor de aquellos que los cuidan. Experimentarán cambios significativos en su conducta con el propósito de alcanzar la consideración positiva. En una situación ideal, la consideración positiva es incondicional. Es dada en forma libre a los niños por lo que representan sin importar lo que hagan; no es contingente con ninguna conducta específica. Un padre puede limitar o reprimir ciertas conductas indeseables de su hijo objetando sólo las acciones y no desaprobando al niño o a sus sentimientos. (Engler,1996). Si esas apreciaciones fueran todas sólo de signo positivo (lo que Rogers denomina respeto incondicional positivo), entonces no existiría separación o incongruencia entre el organismo y el sí mismo. “Si una persona tuviera que experimentar sólo respeto incondicional positivo, en tal caso no desarrollaría ninguna condición de valor, el autorrespeto sería incondicional, las necesidades de positivo respeto y autorrespeto no estarían nunca en contradicción con la evaluación organística y este sujeto continuaría estando bien ajustado psicológicamente y funcionando del todo” Rogers,1959. (Calvin S. Hall y Gardner Lindzey, 1974). La consideración positiva condicional es dada sólo bajo ciertas circunstancias. A los niños se les hace entender que sus padres no los amarán a menos que piensen, sientan y actúen como ellos lo desean. En tales casos, perciben a los padres como personas que imponen condiciones de valor, especificando con esto las circunstancias bajo las cuales el niño será aceptado. Las condiciones de valores pueden conducir al niño a introyectar valores de otros sujetos en lugar de los del yo y provocan una discrepancia entre el autoconcepto y las experiencias del organismo. La autoconsideración positiva se da en forma automática si se ha recibido consideración positiva incondicional. Los niños que son aceptados por lo que son llegan a percibirse a sí mismos en forma favorable y con aceptación. Los autoconceptos inadecuados como los sentimientos de inferioridad o de estupidez con frecuencia surgen debido a que una persona no ha recibido una consideración positiva adecuada de los demás. En el curso del desarrollo, a cualquier experiencia que sea una variación del autoconcepto emergente te le niega la entrada al yo debido a que es amenazadora y produce ansiedad. Si a los niños se lesenseña que es malo experimentar enojo, pueden comenzar a percibir como peligrosa o incorrecta la emoción del enojo en sí en vez de sólo ciertas expresiones de enojo. La distinción primaria hecha por Rogers es entre sentimientos y acciones. Los sentimientos simplemente son; ayudan a entender la experiencia. Las acciones pueden ser apropiadas o no. Algunas tienen que ser impedidas para poder funcionar en sociedad.(Engler,1996) A medida que el individuo percibe y acepta más experiencias orgánicas en su estructura del sí mismo, encuentra que está reemplazando su actual sistema de valores- basado en gran medida en introyecciones simbolizadas de manera distorsionada -por un proceso continuo de evaluación organística. Dos términos resultan significativos : sistema, que implica algo fijo y estático, y proceso, que alude a algo que está ocurriendo. Si se quiere un ajuste sano e integrado, es necesario someter a constante evaluación las propias experiencias que pueden requerir la introducción de cambios en la estructura de valores. La flexibilidad resulta indispensable para lograr un ajuste apropiado ante las cambiantes condiciones de la vida. Rogers examina la posibilidad de que un proceso de continua evaluación de las propias experiencias en función puramente personal, conduzca a la anarquía social, y sostiene que no existe tal riesgo. Todos los individuos tienen,“básicamente, las mismas necesidades, incluyendo la de ser aceptados por los demás”, y sus valores han de poseer, en consecuencia, “un alto grado de comunidad”. Un importante beneficio social de la aceptación y la asimilación de experiencias no simbolizadas es que el sujeto comprende y admite a los demás. Cuando un individuo percibe y acepta en un sistema coherente e integrado todas sus experiencias sensoriales y viscerales, necesariamente comprende más a los demás y los acepta como personas diferenciadas. En consecuencia, sus relaciones sociales experimentarán una mejoría, con la consiguiente reducción de conflictos sociales. En la teoría rogeriana se reconoce el concepto de un organismo que posee muchas experiencias de las cuales la persona no es consciente; algunas de éstas no simbolizadas se les niega entrada en la conciencia porque no son coherentes con la autoimagen. Rogers ha sido criticado por desconocer el inconsciente cuyo poder para controlar la conducta humana ha sido confirmado por los investigadores psicoanalíticos por un período superior a las siete décadas. Rogers piensa que no hay necesidad de examinar, interpretar y continuar análisis oníricos extensos y complicados o desentrañar capa tras capa de estratos psíquicos, porque cada cual se revela en lo que dice de sí. De acuerdo con múltiples pruebas, la conducta es motivada por factores inaccesibles para la conciencia y cuanto la persona dice acerca de sí resulta matizado y deformado por diversos tipos de defensas y engaños. Es notable que los auto informes carezcan de confiabilidad no sólo porque la persona puede intentar engañar a quien lo escucha, sino también porque no sabe toda la verdad sobre sí. La distinción principal entre Rogers y el psicoanálisis estriba en la convicción del primero de que se puede prevenir la represión si los padres tienen un respeto incondicional y positivo por su hijo; e incluso, una vez que el daño se ha producido, se puede corregir más adelante con una intervención terapéutica donde el terapeuta valora al cliente: cuando el cliente recibe una consideración positiva incondicional descubre eventualmente su verdadero sí mismo, el cual es coherente por completo con la experiencia del organismo. El psicoanálisis objetaría esta consideración, porque no sería suficiente para superar la represión del paciente: son necesarios el análisis y la interpretación de lo que el paciente piensa y siente y de sus sueños, y asimismo la transferencia, para atravesar sus defensas, y volver consciente todo aquello inconsciente; aun en las condiciones terapéuticas más favorables, una parte de las propias experiencias permanecen inconscientes. (Calvin S. Hall y Gardner Lindzey, 1974). Características del terapeuta. La tarea principal de la terapia consiste en establecer una relación verdadera. El terapeuta debe establecer con el cliente una relación de calidad, de aceptación y entendimiento, éste debe ser auténtico, sincero. La actitud del terapeuta es crucial, es el aspecto que más atención ha recibido en el enfoque rogersiano. La tarea fundamental del terapeuta, según Rogers, consiste en crear las condiciones idóneas para que el cliente pueda crecer y desarrollarse Este objetivo se concreta en cuatro características: - El impulso al crecimiento. - Énfasis en lo afectivo más que en lo intelectual. - Importancia del presente. - La relación terapéutica como experiencia de crecimiento en sí misma. El proceso de integración, objetivo de la psicoterapia, consiste en percibir la construcción de un Yo congruente con la experiencia, reducción de los procesos de defensa por medio del aumento de la consideración positiva incondicional que el sujeto experimenta hacia sí mismo. Para conseguir esto, la actitud del terapeuta es de suma importancia. Rogers sugirió que el ingrediente terapéutico más importante es la relación de persona a persona que se establece entre cliente y terapeuta. En esta relación, lo que resulta determinante son las actitudes que toma el terapeuta. (Feixas, Miro 1993). Para Rogers, el terapeuta entre más capaz sea de escuchar con agrado lo que sucede dentro de él mismo y mientras más capaz sea de estar en la complejidad de sus sentimientos, tendrá un grado más alto de congruencia.(Fadiman, Frager 2001). Rogers es conocido por el método de psicoterapia que desarrolló, éste es identificado originalmente como terapia centrada en el cliente o no directiva y más reciente como centrada en la persona. Los primeros escritos de Rogers sobre técnicas terapéuticas enfatizaron la idea de que el potencial para una salud mejor estaba en el cliente. El papel del terapeuta era en esencia desarrollar el tipo de respuestas reflexivas que permitirían florecer al potencial del cliente. Más tarde, Rogers cambió de su énfasis en la técnica a la autenticidad del terapeuta y al uso del yo en la terapia. Los estudios de Rogers sugieren que hay tres actitudes terapéuticas necesarias y suficientes para el cambio. Por necesarias, quiere decir que estas tres actitudes del terapeuta son esenciales y deben estar presente. Por suficientes, se refiere a que si el cliente está incómodo con su yo presente y percibe estas actitudes, el cambio ocurrirá. Rogers no sólo sostiene que estas tres actitudes subyacen a su método de terapia, sino también a cualquier relación buena y técnica terapéutica exitosa, y conducen al desarrollo de actitudes positivas en el cliente (1961). La primera actitud es empatía, la capacidad de experimentar los sentimientos de otra persona como si fueran propios, pero sin olvidar que es un supuesto. El terapeuta entiende el marco de referencia interno del cliente y lo comunica, en gran medida a través de declaraciones que reflejan los sentimientos del cliente.(Engler,1996). Significa entrar en el mundo perceptual del cliente y entenderlo tal como éste lo entiende. Esta comprensión de la vivencia del cliente fomenta también su integración, además de la sensación de sentirse comprendido.(Feixas, Miro 1993). La segunda actitud es la aceptación, en la que el terapeuta no plantea ninguna condición de valor. La aceptación significa en esencia un reconocimiento sin juicios de sí mismo y de la otra persona.(Engler,1996). También conocida como Consideración positiva incondicional. se relaciona con el planteamiento fenomenológico-existencial, supone una actitud de total respetoy aceptación de las vivencias y sentimientos del cliente. Tal aceptación no supone estar de acuerdo o dar un beneplácito, sino entender que aquello que expresa el cliente forma parte de su experiencia.(Feixas, Miro 1993). La tercera actitud es la autenticidad o congruencia, el terapeuta efectivo es auténtico, integrado, libre y profundamente consciente de las experiencias dentro de la relación. El terapeuta no necesita ser un modelo de salud mental perfecta en todos los aspectos de su propia vida, puede tener errores y dificultades en otras situaciones. Pero dentro de la relación de terapia, necesita ser congruente, entre lo que dice, hace y siente.(Engler,1996). Lo más importante en el equipo terapéutico no es su ciencia ni su modo de aplicarla. Es su integridad personal. Rogers no usó ninguna técnica especial, tal como la asociación libre o el análisis de los sueños, en su terapia. La dirección de la terapia es determinada por el cliente. El cliente determina qué se discutirá cuándo y en qué medida. Si hubiera algún tipo de instrucción en la terapia rogeriana, sería: “Hable de cualquier cosa de la que quiera habla”. Rogers estaba convencido que sus clientes tenían la capacidad de entender y explorar sus problemas y que dada la relación terapéutica apropiada, es decir, una actitud de aceptación, avanzarían más hacia una mayor autorrealización. En la terapia rogeriana, el terapeuta comunica la actitud de aceptación en gran medida a través de declaraciones que reflejan los sentimientos del cliente. Se puede entender esto si se distinguen entre diferentes clases de respuestas a las comunicaciones emocionales. Rogers desarrolló estudios en los que analizó la forma en que se comunican las personas en situaciones frente a frente en la vida cotidiana al igual que en la terapia. Rogers y Roethlisberger (1952). Rogers descubrió que la mayor parte de las respuestas se encuentran dentro de una de cinco categorías: evaluativa, interpretativa, tranquilizadora, exploradora y reflexiva. Cada una de estas respuestas tiende a conducir hacia una consecuencia diferente. Una respuesta evaluativo coloca un juicio de valor en los pensamientos, sentimientos, deseos o conductas de la persona. Nuestra tendencia natural a aprobar, desaprobar, juzgar o evaluar los comentarios de otra persona es una barrera primaria para el entendimiento en la comunicación, lo cual conduce a menudo a una reacción defensiva en el hablante y a una situación en la que cada parte simplemente observa el problema desde su propio punto de vista. Una respuesta interpretativa es un esfuerzo de parte del oyente para comunicar al hablante original cuál es el problema en realidad o cómo cree que se siente en realidad el hablante respecto a la situación. La interpretación es una técnica que se emplea con frecuencia en terapia, bajo supervisión de un especialista entrenado y experto, puede ser un valioso para ayudar a desarrollar insight. Pero en manos de un aficionado puede ser muy peligroso, ya que puede estar equivocada. Por otro lado, si es correcta, debe ser presentada en el momento apropiado, sino puede ser rechazada debido a que el hablante no estaba listo para ésta y puede provocar que se sienta malinterpretado y reacio a discutir más el asunto. Cuando se usa en forma apropiada, con habilidad, empatía e integridad, las interpretaciones pueden ser catalizadores potentes para la maduración. Una respuesta tranquilizadora intenta calmar los sentimientos originales del hablante. pueden ser útiles para transmitir aceptación al hablante o para alentar a una persona para que intente conductas nuevas que podrían ayudar a resolver un problema. Sin embargo, un individuo percibe con frecuencia la tranquilización como un intento por minimizar el problema. Una respuesta exploratoria busca más información. La información adicional puede ser muy útil para ayudar al oyente a entender el problema. Pero muy frecuente puede ser considerada como una intromisión a la privacía. Rogers recomienda que se evite una respuesta exploratoria o que sea presentada de tal froma que el hablante sea libre de abandonar el tema, si le es demasiado doloroso. Una respuesta reflexiva busca captar los sentimientos subyacentes que son expresados en la comunicación original. Una declaración reflexiva eficaz no tan sólo repite las palabras o pensamientos originales del hablante, intenta dirigirse hacia la emoción subyacente que fue expresada. Una respuesta reflexiva tiene mayor probabilidad de animar al hablante a explicar y explorar más a fondo el problema. Además ayuda al oyente a entender el marco de referencia interno de la otra persona. Por estas razones, es probable que sea la respuesta más fructífera que se pueda emplear en las fases iniciales de una relación. Rogers creía que la terapia significativa se relaciona de manera intensa con el desarrollo de habilidades interpersonales y de comunicación efectiva.(Engler,1996). En toda psicoterapia, el terapeuta mismo es una parte enormemente importante de la ecuación humana. Lo que hace, la actitud que asume, su concepto básico de su rol, todo esto influye en la terapia en un alto grado. El terapeuta que opera en la terapia centrada en el cliente asume un conjunto coherente y cambiante de actitudes profundamente asimiladas en su organización personal, un sistema de actitudes que instrumentaliza mendiante técnicas y métodos coherentes. El terapeuta que trata de emplear un “método” esta destinado a fracasar, a menos que este método concuerde genuinamente con sus propias actitudes. El primer punto de importancia aquí es la actitud que tiene el terapeuta hacia la dignidad, la significación y mérito de cada persona. La actitud básica debe ser genuina, auténtica. El terapeuta debe tener una experiencia propia de la terapia; y la vía más directa, por supuesto, es que el terapeuta mismo se someta a la terapia. La terapia personal lo sensibilizará frente al tipo de actitudes y sentimientos que experimenta el cliente, y a sentir empatía en un nivel más profundo y significativo. Parece deseable que el terapeuta tenga un amplio conocimiento experiencial del ser humano en su marco cultural. Puede obtenerlo, en cierta medida, mediante lecturas o cursos de trabajos prácticos sobre antropología cultural o sociología. estos conocimientos pueden ser completados por la experienica de vivir o tratar con individuos que son el producto de influencias culturales muy diferentes de aquellas que han moldeado al terapeuta. Tales experiencias y conocimientos a menudo parecen necesarios para posibilitar la comprensión profunda del otro. El terapeuta a través de la literatura; que suele permitir acercarse al mundo íntimo de otras personas, ampliar su capacidad de lograr una experiencia empática con otros individuos. También es importante para el terapeuta, tener conocimientos de filosofía, educación o religión, en los cuales se estudian los problemas profundos de la existencia. Si el conocimiento de la dinámica de la personalidad no es profundo por parte del terapeuta, su labor tendrá muy poco valor, será simplemente una cuestión de etiquetas y abstracciones que se pueden aplicar a la conducta individual. Una vez más, lo importante es el aspecto empático y experiencial. Una mayor sensibilización en sí mismo y en los demás, ante conductas neuróticas, el conflicto, la represión y otras similares.( Rogers,1981). La relación terapéutica. Toda relación interpersonal comparte ciertas propiedades con cualquier otra relación interpersonal. manifiesta ciertas características fundamentales que forman la estructura o armazón y ciertas cualidades afectivas cuya variedad da a la relación su tonalidad individual y, con frecuencia, su valor humano. La estructura define la relación en términos de su objeto, de su finalidady de los papeles que juegan las partes en cuestión. Desde el punto de vista del objeto y de la finalidad, las relaciones pueden variar hasta el infinito. Desde el punto de vista de los papeles, se pueden clasificar en una serie de categorías como: jerárquica, igualitaria, autoritaria, profesional, variable, estable, intermitente, etc. La estructura de la relación es fundamentalmente independiente de las cualidades afectivas que la acompañan. Así , las relaciones entre padres e hijos, patronos y empleados, profesores y alumnos puede estar acompañadas de sentimientos positivos o negativos sin que la estructura de la relación quede afectada. Por otra parte, existen relaciones como las que se dan entre amigos, cuyo establecimiento y continuación dependen por completo de la naturaleza de las cualidades afectivas. Si estas cualidades no son sentidas como positivas, la relación deja de existir o pierde su significado, por muy adecuada que sea su estructura. La relación entre terapeuta y cliente pertenece a esta categoría. Es un tipo de relación cuyo significado y efectos están determinados por ciertas cualidades, o verdaderamente terapéuticas o simplemente sentidas como agradables y estimulantes. La naturaleza de las cualidades o sentimientos que lleva consigo una relación determinada, está generalmente afectada y algunas veces determinada por la estructura. Por ejemplo: En la relación que existe entre un bienhechor y su protegido. Los sentimientos que el protegido tiene respecto de su bienhechor son, generalmente (o al menos temporalmente) positivos: sentimientos de afecto, de gratitud y de abnegación, pudiendo llegar hasta la identificación, la dependencia y la sumisión totales. Sin embargo, por la naturaleza de la estructura en la que se inscriben, estos sentimientos son susceptibles de ir acompañados de matices negativos angustia, envidia, rebeldía, incluso invertirse sustituyendo el amor y la dependencia por odio y resentimiento. El efecto de la estructura sobre los sentimientos y, en consecuencia, sobre las cualidades de una relación puede ser considerable e incluso sistemático en el sentido de que ciertas estructuras tienden a suscitar ciertos sentimientos. No basta decir que la relación entre el terapeuta y el cliente tiene que ser buena. Se trata de especificar las cualidades de una buena relación. En la literatura psicoterapéutica contemporánea, los atributos esenciales de una relación terapéutica rogeriana son: comprensión, tolerancia, respeto, aceptación. 1. Comprensión. La condición primordial del diálogo terapéutico es que las dos partes se comprendan. En el enfoque rogeriano, “Comprensión” es en un sentido esencialmente cognoscitivo, refiriéndose a la aprehensión del sentido de las palabras u otros medios de expresión empleados por el cliente. Comprensión no verbal o fisiognómica. Consiste en captar algo de la experiencia del cliente a partir de indicios físicos: expresiones del rostro , de la voz, de la postura del cuerpo. Tipos de comprensión verbal. Comprensión puramente verbal. Su contenido es generalmente claro pero está desprovisto de valor explicativo o justificativo. Esta comprensión resulta de datos descriptivos cuyo prototipo es la afirmación. La entrevista terapéutica lleva una gran parte de este tipo de comunicación que proviene de cualquiera de las dos partes. Comprensión lógica. relaciones de causalidad o, al menos, de secuencia lógica. Engloba elementos que nos explican, ya sea las circunstancias y acontecimientos observables. Constituye la base del control intelectual. Comprensión dinámica.(interpretaciones). Comprensión del psiquismo, impulsos, tendencias y necesidades inconscientes. Su comprensión es del dominio del terapeuta. Este deduce la naturaleza y la interacción de tales fuerzas por medio de las diferentes técnicas de investigación del inconsciente. Comprensión empática. No interpreta los datos suministrados por el cliente, más bien se esfuerza por aprehenderlos tal como el cliente los aprehende o los presenta. 2. Tolerancia. Se refiere a la libertad excepcional concedida al cliente. Que no esta limitada más que por las exigencias de la estructura de la situación. La libertad estructurada se refiere a toda la libertad compatible con los fines de la terapia y con el respeto a la integridad física y moral del terapeuta. La tolerancia del rogeriano, no se limita al material tabú. Es incondicional, en el sentido de que se extiende a todo lo que el cliente cree oportuno contar, ya se trate de confidencias profundas o de cosas aparentemente triviales, incluso de maniobras manifiestamente defensivas. 3. Respeto. No cabe duda que todos los terapeutas, de todas las escuelas, respetan a sus clientes. Lo que significa en la perspectiva rogeriana, es que el respeto se funda, en el hecho de que el cliente es un ser único. Respeto por la estructura única, concreta, de la experiencia acumulada y del modo experiencial propios del cliente. 4. Aceptación. la combinación de las actitudes de tolerancia, respeto y comprensión se fusiona con el nombre de aceptación. Este tipo de actitudes presenta enormes posibilidades en relación con el desarrollo de la creatividad, de la adaptación y de la autonomía den los individuos.(Kinget 1998). Proceso terapéutico. Derivado de la teoría de Rogers: Para que se dé el proceso terapéutico, el estado de congruencia del terapeuta en la relación es de importancia primordial y debe incluir la experiencia de consideración positiva incondicional y de comprensión empática. Con respecto al estado de congruencia, es importante señalar que la presencia de esta condición puede limitarse a la relación con el cliente. No puede esperarse que el terapeuta sea una persona congruente siempre. ( Cueli,1990). Condiciones del proceso terapéutico. Para que un proceso terapéutico se produzca es necesario: 1. Que dos personas estén en contacto. 2. Que el cliente, se encuentre en un estado de incongruencia, de vulnerabilidad o de angustia. 3. Que el terapeuta, sea congruente en su relación con el cliente. 4. Que el terapeuta experiencie una consideración positiva incondicional hacia el cliente. 5. Que el terapeuta experiencie una comprensión empática hacia el marco de referencia interno del cliente. 6. Que el cliente perciba, por lo menos en un grado mínimo,consideración positiva incondicional del terapeuta hacia él y la comprensión empática que el terapeuta le demuestra.( Rogers,1985). Cuando las condiciones enunciadas anteriormente existen y se mantienen, se pone en marcha un proceso terapéutico, que presenta las siguientes características: 1. El paciente es cada vez más capaz de expresar sus sentimientos por medios verbales y/o motores. 2. Los sentimientos que expresa se refieren más al yo por oposición al no-yo. 3. Es capaz cada vez más de establecer una distinción entre los objetos de sus sentimientos y percepciones. Esa capacidad se aplica a su concepto del yo y a sus experiencias, como al mundo exterior, a otras personas y a sus interrelaciones. Es decir la simbolización de sus experiencias es mejor. 4. Experimenta conscientemente la amenaza de la incongruencia, gracias a la consideración positiva incondicional del terapeuta. 5. Experimenta con plena conciencia sentimientos que, antes habían sido negados a la conciencia o distorsionados conscientemente. 6. La imagen del yo se reorganiza para integrar las experiencias que habían sido distorsionadas conscientemente. 7. Disminuye la capacidad de defensa, a medida que el número de experiencias amenazantes disminuye. 8. El cliente es capaz de experimentar la consideración positiva incondicional que el terapeuta manifiesta. Y también hacia
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