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De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. CAPITULO IV Precaución con la velocidad -¡Perdón!, me equivoqué quise decir concertina, no serpentina- dije ruborizado. - Si, si, si. Ya nos dimos cuenta. Tampoco vamos a ponerle un marcapasos, no te preocupes. ¿Hay alguien que está en tu cabeza?- me dijo sonriente, Silvia, mi amiga cardióloga. Aunque lo negué categóricamente, sentí un rubor febril e incandescente en mi rostro. No me creyeron. Convinimos de que al rugbier habría que hacerle una ergometría para ver la FC a la cual aparecía/desaparecia el efecto concertina, y como no tuvo síntomas previamente, el riesgo de desarrollo de arritmias era bajo y su pronóstico favorable. Finalmente, se le indicó control clínico periódico. El ecocardiograma había mostrado hipertrofia ventricular izquierda leve. Les recordé que los indicadores de bajo riesgo eran: pre-excitación intermitente, bloqueo de la vía accesoria con el aumento de la frecuencia (mucho mejor si desaparecía a menos de 90 lpm), pérdida de la patente de pre-excitación con ajamalina, procainamida o disopiramida y… aunque era de poco valor, era alentador que no hubiese tenido episodios de taquicardia paroxística inducidos por el esfuerzo o incluso de forma espontánea. Como era habitual, los primeros viernes de cada mes, los residentes disertaban un tema de cardiología clínica. A los residentes que hacían el primer año de la residencia en cardiología, solían hacerles alguna broma. Ya era un clásico. Pero siempre se tuvo cuidado de que no hubiese daño ni mala intención. El homenajeado/víctima del día empezó –la noche previa no había dormido nada, se lo veía muy cansado-, sus primeros conceptos salían con mucho temor, traspiraba mucho. En eso ingresa la técnica de electrocardiografía, para decirnos que el enfermero Sotomayor tuvo un desmayo y lo habían acostado en una cama de la Unidad Coronaria. De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. Pedrito Sotomayor Ledezma tenía 30 años, había sido operado dos veces por una tetralogía de Fallot. Era compinche como pocos, guitarrero como Falú, contador de cuentos como Landrisina, Tucumano de nacimiento y bueno… para qué seguir. Cuando algún paciente decía que tenía miedo de una cirugía cardiaca, él inmediatamente le mostraba las cicatrices de las toracotomías, no creo que nadie hubiese rechazado una cirugía por miedo luego de escuchar sus argumentos. Él decía haber visto a San Pedro mientras era operado, y no sólo que lo vio , sino que habló y que le sacó una promesa: ver a Atlético Tucumán, campeón invicto de la Primera del Fútbol Argentino. Cuando Atlético ascendió a la primera este año, muchos empezamos a creer que tal charla pudo haber sido real, ahora bueno, faltaba que sea campeón e invicto. -Doctor vaya a atenderlo, será su paciente, lo esperaremos- dijo el jefe a nuestro expositor, seriamente y sin moverse ni un centímetro de su asiento. Todos los demás imitamos su gesto. Nuestro residente salió, sin saber si era mejor continuar la exposición o atender solo a su paciente desmayado. Vuelve en menos de un minuto, estaba angustiado y con una tira de electrocardiograma en su mano. -Doctor, voy a ponerle un marcapaso transitorio urgente, ahora está bien, le hicieron este ECG, -dijo nuestro joven y futuro cardiólogo dirigiéndose al jefe de sala, con un tono de voz que deseaba entre ayuda y aprobación, al tiempo que le entregaba el ECG. No hubo ningún voluntario de entre nosotros que se brindara ayudarlo. Todos movimos la cabeza como estando de acuerdo el diagnóstico clínico- ECG que había planteado. De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. -Bueno doctor, hágalo, es su paciente. Dígales a los enfermeros que le prepare lo necesario-, le ordenó el jefe. Con un gesto me pidió estuviese junto a él. Comprendí su pedido. Cuando estoy por salir veo que llegan unos médicos del Servicio de Clínica médica. Fuimos con el residente de primer año de cardiología a la Unidad Coronaria. En la cama 5 estaba Pedrito, unos 4 ó 5 compañeros enfermeros lo rodeaban. - ¡Pedrito querido! ¿Qué te pasó? ¡No me digas que volviste a ver a San Pedro!-, le dije en tono apesadumbrado. ¡Esta vez no llegué ni a las nubes! El viaje se hizo corto. Es el tercer año consecutivo, el mismo mes de abril que me pasa lo mismo ¿Será que los residentes de primer año me traen mala suerte? ¿Ud. Qué dice?-, ponía una cara de preocupado como para amargar más a nuestro futuro cardiólogo. - Y habrás hecho nuevamente una arritmia grave, como para que te desmayes-. -¿Qué me salió en el ECG, Dr. Manu? Lo del bloqueo de rama derecha, el crecimiento del ventrículo derecho y la dilatación de la aurícula derecha ya lo tengo crónico, lo digo bien así como Ud. me enseño, porque sino Ud. se me enoja. Yo lo miraba y no podía creer lo que estaba pasando, trataba de mantener la compostura. - Síganos Dr. Manuel-, me dijo en voz baja una enfermera al oído. - Prepárese para poner el marcapasos transitorio. Lávese las manos. Las otras chicas van a asistirlo doctor- le dije seriamente al residente. En eso suena mi teléfono. En el otro lado estaba Andrea. Por unos muy pocos minutos se me había ido de la mente, al escuchar su voz sentí que el que habría de requerir el marcapasos transitorio sería yo. Oír su voz era mucho más intenso que un beso juvenil, por más que quiera recordar lo que nos dijimos, no puedo, lo he intentado muchas veces, pocas veces en mi vida pasé por un momento tan sublime. -Anoche pensé todo el tiempo en vos, no podía dormir-, es lo poco que recuerdo de lo que destilaron sus labios. -Escribí esto para vos, Andrea-, saqué de mi bolsillo dos hojas de recetario y con vos entrecortada se lo leí. De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. Quiero quedarme callado y que el eco de mis latidos, lleguen hasta tu pecho y se confundan con los tuyos. Deseo mirar al cielo y que por un milagro divino veamos, cómo una misma nube acarrea mansa nuestros sueños. Voy a mojarme con el agua del mar aquí en mi costa, y que los vientos y las olas transporten hasta tus mares, el calor que mi cuerpo sediento del tuyo sin cesar desea. Que la brisa, el aire y los vientos que mi rostro tocan, te hagan saber la pasión que tus palabras provocan, Y la misma chulupía que estos versos los está leyendo, te los cante al oído y así sepas que te estoy queriendo. El mejor regalo que me hizo fue su silencio, podía escuchar el latido de su corazón. Después de unos segundos y con voz entre cortada me dijo: -Quiero verte esta noche. Pero ahora, no puedo seguir hablándote. ¡No faltes!- y cortó. Me quedé solo e inmensamente acompañado, Sentí que el mundo giraba alrededor mío, mi cuerpo perdió peso, comencé a flotar en el espacio infinito, Eso fue lo que sentí. De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. Agradecí a la vida estar vivo. ¿Cómo podía ella con pocas palabras conseguir esto? Está más allá de la ciencia y del entendimiento. Benedetti decía que era bueno tener a mano Una mujer desnuda en lo oscuro. Yo digo que con sólo pensarla, ya es suficiente. Ellas, Nos hacen de trapo, Nos llenan de gozo, nos muerden, Nos llevan de la mano, Se enojan con nuestro desorden, Nos peinan el pelo todo el tiempo,Revisan nuestros bolsos con disimulo, Nunca se apuran cuando queremos, Van con nosotros por la vida, Las amamos, las cuidamos, las adoramos, Nos aman, nos hacen el amor, Dormimos en sus brazos, Estamos sin defensa, delante de sus besos. - Doctor Manuel, ya estamos listos para la punción- interrumpió mis pensamientos Clara, la enfermera. -Veo que ya lo tiene todo listo doctor ¡Muy bien! El catéter, el generador de marcapasos, el arco en C, el paciente en buena posición. Y hasta la piel desinfectada- elogié al residente. -Doctor residente, lo llama el Jefe-, entra diciendo un estudiante. -Pero, si estoy limpio para el procedimiento… -Doctor, no haga esperar el jefe, vaya,- se lo insinúo. Apenas sale de la sala el residente, se levanta de la cama Pedrito Sotomayor con una inmensa sonrisa, haciendo señas con las manos para que nadie diga nada. Todos nos queríamos morir de la risa. Acomodan por debajo de la sábana un acolchado, como simulando un cuerpo con cabeza y una hoja de papel con algo escrito cerca a lo que sería el cuello, vuelven a poner los campos estériles, como estaba antes, pero sin Pedrito. Regresa nuestro residente. Era como si nadie se hubiese movido. Pero de atrás de todos sale Pedrito diciendo: De: Ignacio Zerimar - Noel J. Ramírez ©. En. La electrocardiografía basada en cuento y poesía. 1ra Ed. Tarixa Libros, Buenos Aires, 2013. -Perdóneme doctor, le hicimos una broma ¡El registro del ECG lo hicimos a 50mm/seg. no a 25 mm/seg como se lo hace habitualmente! Nuestro residente mudó de la rubicundez a la palidez en segundos. Quizás quería entender cómo no se dio cuenta del error cometido, pero ya era tarde. -No se preocupe doctor, quiero que se quede con nosotros. Estoy seguro que será un excelente cardiólogo. Vamos a la cafetería, yo le invito lo que quiera comer- entra diciéndole el jefe, mientras le palmea el hombro.
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