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Tumicoberbcauclteriasosis y otras TUBERCULOSIS PULMONAR La tuberculosis (TB) es una infección transmisible cau- sada por bacterias del complejo Mycobacterium tuber- culosis. La infección pulmonar es la forma más frecuente de presentación y también la causante del contagio de persona a persona. Las formas extrapulmonares son menos frecuentes y difíciles de diagnosticar. EPIDEMIOLOGÍA La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la TB como una “emergencia mundial”, ya que su alta in- cidencia y prevalencia se acompañan de tasas elevadas de mortalidad: se considera que un tercio de la pobla- ción del mundo ha sido infectada por Mycobacterium tuberculosis en algún momento. Cada año se detec- tan entre 8 y 10 millones de casos nuevos y mueren 2 a 3 millones. África y Asia son los continentes con mayor número de casos, seguidos por América Latina, con México en tercer lugar en esta región. En las tres últimas décadas, los casos mundiales se incrementaron por varias razones: epidemia de SIDA, migración, toxi- comanía, cierre de programas de control de TB, falta de recursos económicos en los programas existentes y creciente epidemia de casos resistentes a los trata- mientos, la llamada TB resistente a fármacos (TBRF). Este último fenómeno es de gran magnitud según la OMS: 630 000 casos nuevos por año. Otro trastorno que propicia la TB y hace difícil su control es la diabetes mellitus (DM), un padecimiento con alta prevalencia. La tasa de TB en México es mayor de 15 por 100 000 habitantes. Los estados más afectados son los ubicados en los extremos de la frontera con EUA, las cos- tas del Golfo de México y el Pacífi co, así como la frontera sur con Guatemala y Belice, es decir, en los corredores migratorios. En estos sitios es también donde se ha regis- trado la más elevada prevalencia de TBRF. Es necesario mencionar que la epidemiología real de la TBRF en Méxi- co aún no se conoce bien, ya que este problema no se busca en todos los casos diagnosticados. El problema de TBRF en México se había subestimado por muchos años y sólo hasta fecha reciente se le ha concedido atención. ETIOLOGÍA El complejo Mycobacterium tuberculosis incluye a varias micobacterias capaces de causar TB: M. tuberculosis, M. bovis, M. africanum, M. microti. M. canetti, M pinnipedii y el bacilo de Calmette-Guérin (BCG). Las micobacte- rias que no pertenecen a este grupo se conocen como micobacterias no tuberculosas (MNTB), antes llamadas micobacterias atípicas. En la actualidad, M. tuberculosis causa el mayor nú- mero de casos en seres humanos. Antes de la pasteuri- zación reglamentaria de la leche, al M. bovis, patógeno del ganado bovino, se le atribuían muchos casos en el http://booksmedicos.org Tuberculosis y otras micobacterias 199 hombre. Las micobacterias son bacilos caracterizados por tener una pared celular gruesa rica en lípidos. Re- quieren tinciones especiales para visualizarse, son difí- ciles de cultivar en el laboratorio y su tiempo de replicación es lento. La tinción tradicional es la de Ziehl-Neelsen (ZN), la cual usa una solución a base de alcohol y ácido. Es de ahí de donde surge el término bacilos ácido-alcohol resistentes (BAAR). Otra modali- dad de tinción que ha ganado aceptación en los últi- mos años es la fl uorescencia con auramina-rodamina y microscopia de campo oscuro, más sensible que la ZN pero más costosa. El cultivo convencional ha sido por muchos años el de Lowenstein-Jensen (LJ). Considera- da la norma de oro para el diagnóstico, tiene el incon- veniente de requerir un periodo de incubación hasta de dos meses. Con la fi nalidad de superar este proble- ma se han creado cultivos líquidos que usan medios automatizados, de tal modo que sea posible identifi car el crecimiento de las micobacterias en días o semanas. El más recomendado de éstos es el BACTEC MGIT 960. FISIOPATOGENIA La micobacteria por sí misma no ocasiona daño tisular. No produce enzimas ni toxinas nocivas. Su compleja pared celular genera una reacción inmunitaria intensa, durante la cual los mecanismos defensivos del hués- ped, al tratar de eliminar la micobacteria, lesionan los tejidos donde se encuentra. El tipo de reacción inmu- nitaria es la hiperreactividad celular tardía. De manera inicial hay un fenómeno infl amatorio inespecífi co que evoluciona con lentitud a una reacción muy específi ca que culmina en la formación de granulomas, estructu- ras microscópicas con una capa externa de macrófagos y células de Langerhans, que contienen la infección en su interior, lo cual produce necrosis caseosa en los teji- dos afectados. Si la respuesta inmunitaria no es efecti- va, las micobacterias rompen el granuloma, con lo que se hallan otra vez libres y con la capacidad de despla- zarse a otros sitios, ya sea dentro del pulmón a través de la vía respiratoria (diseminación broncogénica) o por la circulación sanguínea (diseminación hematóge- na). La necrosis del parénquima pulmonar da lugar a la alteración de tabiques alveolares y que lleva a la for- mación de las características cavernas pulmonares si es repetitiva. Al mismo tiempo, el proceso de infl amación crónica genera sustitución del tejido elástico por fi bro- sis, lo cual impide una correcta expansión pulmonar. La forma habitual de contagio es de un enfermo con TB pulmonar a un huésped susceptible. El paciente arroja al medio ambiente micobacterias, sobre todo al toser, pero incluso también al hablar. Las micobacterias se movilizan en gotas microscópicas que pueden que- dar suspendidas en el aire y ser viables por varios días en ausencia de luz ultravioleta o ventilación. Otras per- sonas pueden inhalar estas micobacterias pero, por fortuna, la mayoría no adquiere la infección. Las mico- bacterias tienen que depositarse en los alveolos para poder reproducirse. Cuanto mayor sea el número de micobacterias inhaladas, y entre más repetido sea el suceso, mayor es la posibilidad de contagiarse. Ade- más, hay que considerar la virulencia de la micobacte- ria y las defensas del huésped. La TB no es una infección oportunista, pero las personas con defi ciencias inmu- nitarias son más propensas. Ya en los alveolos, las micobacterias se reproducen y pueden llegar a los vasos linfáticos para pasar de ahí a la sangre y luego alcanzar cualquier parte del orga- nismo. El pulmón es el órgano más afectado y en don- de se anidan con más frecuencia. La inmunidad específi ca requiere cuatro a ocho semanas para acti- varse por completo. En este tiempo, la micobacteria puede multiplicarse y difi cultar su control. Si la res- puesta inmunitaria fue oportuna y adecuada, el foco inicial de infección se contiene. Esta etapa se conoce como primoinfección y es autolimitada en la mayor parte de los casos. En esta etapa pueden ocurrir mani- festaciones extrapulmonares, como la TB ganglionar, pero las más graves y temidas son la meningitis y la TB miliar. Después de la primoinfección, los pacientes pa- san a una fase de latencia que puede durar meses o años. Sólo 10% de los pacientes progresa de la fase de latencia a la siguiente etapa: la reactivación, caracteri- zada por afectación pulmonar. Existen condiciones de riesgo para que una TB latente evolucione a la reactiva- ción. El sida es el factor que implica mayor riesgo para desarrollar TB, si bien la DM, en virtud de su mayor prevalencia, es la comorbilidad relacionada más a me- nudo con TB en México. El consumo de fármacos o compuestos biológicos inmunomoduladores adminis- trados en enfermedades reumatológicas y neoplásicas también favorece la reactivación de la TB. PRESENTACIÓN CLÍNICA DE LA TB PULMONAR Primoinfección En países con elevada prevalencia de TB, como México, los niños y adultos jóvenes son los más afectados por esta forma de TB, caracterizada por afectación extra- pulmonar, pero en la que pueden predominar la lesión http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 15)200 del parénquima pulmonar y los ganglioslinfáticos me- diastínicos. Los síntomas son casi siempre inespecífi cos, auto- limitados, y rara vez puede establecerse el diagnóstico. Un cuadro subagudo de tos irritativa, fi ebre, mialgias, artralgias y malestar se confunde con facilidad con otras infecciones. Por su comportamiento subagudo, la pérdida de peso no es un dato prominente. La exploración física es irrelevante las más de las veces, pero cuando hay obstrucción bronquial debida a compresión linfática se pueden detectar sibilancia unilateral o signos de atelectasia. La radiografía de tórax puede ser normal y mostrar infi ltrados inespecí- fi cos, adenopatía mediastínica, atelectasias y consoli- daciones indistinguibles de una neumonía bacteriana. Es raro encontrar las lesiones cavitadas características de las formas de reactivación. La transmisión de TB durante la primoinfección es inusual. Debido a la vacunación universal contra la TB, la TB meníngea y la TB miliar, formas agresivas de la pri- moinfección, son cada vez más raras, pero aún son muy importantes por su elevada mortalidad. TB latente Después del control de la primoinfección inicia la fase de latencia, en la cual los pacientes son asinto- máticos por defi nición. La radiografía es normal en la mayor parte de los casos, pero algunas veces se pue- de evidenciar una cicatriz de la primoinfección, como un nódulo pulmonar solitario o foco de Ghon (fi gura 15-1). En todos estos pacientes, la evidencia que apo- ya el diagnóstico de TB latente es la huella inmuno- lógica que deja la primoinfección y que se manifi esta por inmunidad celular a antígenos de la TB. La forma tradicional de elucidar esta respuesta se basa en la in- tradermorreacción, conocida por lo regular como PPD (purifi ed protein derivate), sinónimo de tuberculina o prueba de Mantoux (fi gura 15-1). En la actualidad se cuenta además con dos pruebas in vitro llamadas ELIS- POT TB y QuantiFERON TB Gold Test (QFTB). Sólo esta última está disponible en México y, aunque muy sensi- ble y específi ca, tiene el inconveniente de ser costosa. En poblaciones sin factores de riesgo que alteren la inmunidad, 90% de los casos de TB latente permane- ce en esta etapa y sólo 10% progresa a la forma de reactivación. La TB latente tampoco es contagiosa de persona a persona. Reactivación Éste es el último estadio de la TB pulmonar y es la fase en la que se diagnostica casi siempre la mayoría de los casos. En términos epidemiológicos, esta etapa es importante porque es la única en que los pacientes son contagiosos. El cuadro clínico se caracteriza por un curso cróni- co, lento y progresivo, de semanas a meses, en el que hay afección sistémica además de los síntomas respi- ratorios. La pérdida de peso relacionada con hiporexia puede llevar a la caquexia. La fi ebre típica es vesperti- na o nocturna y acompañada de diaforesis profusa, pero no todos los casos manifi estan este patrón. La fi ebre y la pérdida de peso pueden pasar inadvertidas Figura 15―1. TB latente. La radiografía muestra, en la región parahiliar derecha, un nódulo pequeño que corresponde a un foco de Ghon. La fotografía muestra la reacción observada al aplicar PPD. Aunque se generó un gran eritema, la zona de induración correspondía al tamaño de la moneda. http://booksmedicos.org Tuberculosis y otras micobacterias 201 y por lo general preceden a los síntomas respiratorios. La tos es el síntoma más constante en la TB pulmonar. La tos puede ser irritativa de manera inicial, si bien evoluciona a productiva de expectoración mucosa, mucopurulenta o purulenta. Se debe buscar de forma intencionada TB en cualquier paciente con más de dos semanas con tos si no se tiene otra explicación. La he- moptisis es otro de los síntomas característicos de la TB y se debe descartar TB en cualquier paciente con este síntoma. Algunos individuos comienzan con he- moptisis, aunque lo habitual es que se presente du- rante la progresión de la infección y la destrucción pulmonar. El sangrado puede ser mínimo, pero en al- gunos sujetos llega a ser masivo, lo cual constituye una emergencia médica. Aunque es característica de TB, la hemoptisis no siempre se presenta, por lo que su ausencia no debe descartar la posibilidad de TB. Los síntomas mencionados pueden aparecer en conjunto y facilitar la sospecha de TB, pero no es inusual que los individuos presenten síntomas aislados. La ex- ploración física es casi siempre irrelevante. La caquexia ya mencionada puede no estar presente y algunos indi- viduos, como los diabéticos, pueden ser obesos. La TB pulmonar no cursa con adenopatías sistémicas ni visce- romegalias. En la mayoría de los enfermos no se puede integrar ningún síndrome pleuropulmonar y la ausculta- ción puede ser normal. Lo anterior es importante dado que lleva a concluir que una exploración física normal no descarta la TB. Por otro lado, un paciente con tos crónica y sibi- lancias difusas, por ejemplo, orienta el pensamiento hacia un diagnóstico diferente de la TB. DIAGNÓSTICO El diagnóstico de TB empieza con la sospecha clínica: se recomienda descartar TB en cualquier caso con fi ebre de origen desconocido o tos crónica o pérdida de peso inexplicable, ya sea en forma conjunta o monosinto- mática. La hemoptisis debe llevar al clínico de modo directo a la búsqueda de TB. El primer paso es la reali- zación de una telerradiografía de tórax, puesto que la mayoría de los pacientes revela anormalidades radio- lógicas, algunas de ellas muy sugestivas de la infección (fi gura 15-2). Los hallazgos típicos de TB son infi ltrados fi brocavitarios en los lóbulos superiores, unilaterales o bilaterales, en relación con pérdida de volumen. Estas lesiones son efecto de necrosis, destrucción de tabi- ques alveolares y subsecuente cicatrización. La presen- cia de infi ltrados fi brocavitarios obliga a considerar la TB como la causa más probable en el medio de los autores, pero no es patognomónica. Por desgracia, los hallazgos radiológicos son pleomórfi cos y puede en- contrarse casi todo tipo de alteraciones que semejen neoplasias u otras infecciones, lo cual torna confuso el diagnóstico. En personas con inmunidad alterada, como los individuos con sida y diabetes, las manifesta- ciones radiológicas son más variadas con afección de lóbulos inferiores y lesiones bilaterales (fi gura 15-3). La suma de un cuadro clínico característico y ha- llazgos radiológicos típicos de TB incrementa en grado notable la posibilidad diagnóstica, aunque no son sufi - cientes para declarar a un paciente con TB: es necesa- rio demostrar la presencia de la micobacteria, ya sea Figura 15―2. Telerradiografía de tórax de un paciente con TB en la que se observa una gran cavitación en el lóbulo superior derecho. En la topografía del lóbulo medio hay broncograma aéreo y nodulaciones. La baciloscopia fue positiva. Caverna Nodulaciones en lóbulo medio Festón http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 15)202 por visualización directa al microscopio o por su recu- peración en un cultivo. Este último se considera la nor- ma dorada del diagnóstico; no obstante, debido a que no se encuentra disponible con facilidad en la mayor parte de las zonas endémicas de TB, todavía se reco- mienda la baciloscopia, consistente en la búsqueda mi- croscópica de BAAR en el esputo teñido con ZN. La baciloscopia es simple, rápida y económica, pero tiene notables limitaciones. En México, la Norma Ofi cial Mexicana para la Prevención y Control de la TB (NOM- TB) recomienda la baciloscopia seriada directa de tres muestras de esputo de días consecutivos. La técnica directa implica realizar un extendido de la secreción tomada tal y como se expectoró. La sensibilidad diag- nóstica de esta recomendación es de 40 a 70%, es de- cir, que un resultado negativo no descarta la posibilidad de TB. La razón de la baja sensibilidad se relaciona con la limitación del estudio: se requieren por lo menos 10 000 bacterias/mL para poderdetectarse. Si la canti- dad es menor, el sujeto padece TB aunque no puede diagnosticarse mediante baciloscopia. Al paciente que arroja micobacterias en las secreciones respiratorias se lo denomina bacilífero y, según sea la cantidad que emita, se considera como muy bacilífero o poco bacilí- fero. Estos últimos son los de más difícil diagnóstico. Los más bacilíferos son los más contagiosos y los que tienen lesiones cavitadas. Esta información se deriva del informe de la baciloscopia que se efectúa en cru- ces, de + a ++++. A mayor número de cruces, mayor número de BAAR observados. En fecha reciente, la OMS ha recomendado que el análisis de sólo dos muestras pueda ser sufi ciente. En los países desarrolla- dos, la baciloscopia no se efectúa en muestras directas sino en muestras concentradas por centrifugación. Esto incrementa la sensibilidad en los pacientes poco bacilíferos. El recurso de tomar más de tres bacilosco- pias se recomienda sólo cuando no hay otra alternativa diagnóstica. Si se comprende la fi siopatogenia de la TB es posible inferir que tener una baciloscopia positiva es cuestión de tiempo, la enfermedad evoluciona y el pa- ciente llega a ser bacilífero tarde o temprano. Tener una baciloscopia positiva en el medio de los autores debe considerarse como TB, a menos que se demuestre lo contrario. Existen otras causas de BAAR positiva, en especial las MNTB, que no son muy fre- cuentes en México y que sobre todo afectan a grupos particulares de enfermos, como aquéllos con sida. En condiciones ideales, el cultivo debe realizarse en todos los pacientes, pero esto no es posible si no se tiene la infraestructura necesaria. El cultivo es más sen- Figura 15―3. Afectación extensa bilateral en un paciente con sida. En el lado derecho hay colapso parcial del lóbulo superior y una zona de consolidación con incipiente cavitación. También se observan infi ltrados mal defi nidos y una pequeña caverna en el lóbulo inferior. El lóbulo superior izquierdo está ocupado en su totalidad por infi ltrados nodulares, una zona de cavitación y hay engrosamiento pleural. La baciloscopia de esputo fue negativa. En el lavado bronquial creció M. tuberculosis. Colapso parcial de lóbulo superior con área de consolidación Caverna en el lóbulo inferior Engrosamiento pleural Infiltrados nodulares Caverna http://booksmedicos.org Tuberculosis y otras micobacterias 203 sible y específi co que la baciloscopia, aunque requiere más tiempo para su informe, que puede variar de se- manas a meses según sea la técnica usada. En México, debido a que la especifi cidad de la baciloscopia es su- perior a 90%, la principal utilidad de los cultivos son los casos sospechosos no bacilíferos y la detección de TBRF. El tradicional cultivo de LJ se considera aún de elección, si bien ahora se le suma el uso de cultivos automatizados como el BACTEC MGIT 960. En el pa- ciente con sospecha de TB que tiene baciloscopias ne- gativas, si está disponible, se recomienda realizar una broncoscopia para recuperar secreciones o tejido pul- monar en el que se investiga la presencia de BAAR. El hallazgo en las biopsias de granulomas, caseifi cados o no, debe considerarse con TB a menos que se demues- tre otra causa. Los conceptos anteriores pueden resumirse de la siguiente manera: ante la sospecha clínica y radiológi- ca de TB, todos los pacientes deben someterse a una baciloscopia de esputo concentrado y cultivos de cre- cimiento rápido, en condiciones ideales. Si lo anterior no es posible, está indicada la baciloscopia directa. Si la baciloscopia es negativa y la sospecha es alta, se puede solicitar una broncoscopia. Un resultado de BAAR po- sitivo o negativo debe interpretarse en el contexto clí- nico de cada enfermo sin perder de vista que una baciloscopia positiva puede tener otras causas y que una negativa no descarta TB. En los años recientes se ha difundido el uso de una nueva herramienta diagnóstica basada en la biología molecular mediante la reacción en cadena de la poli- merasa (PCR, por sus siglas en inglés). En sus inicios, esta técnica era compleja y costosa. En la actualidad se ha trasformado en un procedimiento muy simplifi cado que no requiere personal especializado y puede reali- zarse fuera de un laboratorio, incluso en un consulto- rio. El único equipo avalado por la OMS para su uso en el campo clínico es el Xpert MTB/RIF de la marca Gen Xpert. La sensibilidad diagnóstica varía de 59 a 100% y la especifi cidad de 95 a 100%. Los resultados se obtie- nen en un par de horas y esta prueba permite, además, la detección de resistencia a rifampicina. El PPD en el estudio de un sujeto activo tiene un papel limitado. Su mayor utilidad se consigue cuando, ante la ausencia de anergia, un resultado negativo hace muy improbable el diagnóstico de TB. Los anti- cuerpos para TB siguen sin encontrar un lugar especí- fi co en el abordaje diagnóstico. A pesar de la diversidad de los recursos diagnósti- cos disponibles en la actualidad, existe un grupo de pacientes de difícil diagnóstico en quienes no es posi- ble identifi car un BAAR. En ellos se puede justifi car el tratamiento empírico; éste, si es exitoso, confi rma en retrospectiva el diagnóstico de TB TRATAMIENTO La TB se trata con esquemas compuestos por cierto número de fármacos administrados por un tiempo pre- determinado. El tratamiento ha evolucionado en gra- do sustancial a medida que se ha entendido cómo se comporta la micobacteria dentro del huésped y cómo funcionan los compuestos. Los tratamientos invasivos y radicales que fueron los de elección en el siglo pa- sado, han quedado en la historia y el manejo actual es por completo médico, salvo en contadas excepciones. Por desgracia no se han desarrollado nuevos antitu- berculosos capaces de sustituir a los que ya tienen más de 50 años. Las fl uoroquinolonas (FQ), y en fecha más reciente la bedaquilina y el delamanid, se han sumado al arsenal terapéutico, pero sólo para administrarse en casos seleccionados. La mala experiencia que dejó la monoterapia con estreptomicina o ácido paraamino- salicílico (PAS), los primeros fármacos disponibles, son todavía la piedra angular en el diseño de un esquema: la monoterapia es inefectiva y dañina en la TB, y siem- pre deben usarse de manera simultánea por lo menos dos compuestos efi caces. Fármacos antituberculosos Debido a su efi cacia se clasifi can en cinco grupos: 1. Isoniacida (INH), rifampicina (RP), etambutol (ETB) y pirazinamida (PZA). 2. Fluroquinolonas (FQ): moxifl oxacina (Mfx) y levo- fl ocaxina (Lfx). 3. Inyectables: amikacina (Ak), kanamicina (Km), ca- preomicina (Cm) y estreptomicina (SM). 4. Cicloserina (Cs), etionamida/protionamida (Eto/ Pto) y ácido paraaminosalicílico (PAS). 5. Otros: linezolid, imipenem/meropenem, claritro- micina, amoxicilina clavulanato, clofazimina, be- daquilina y delamanid. El primer grupo de fármacos incluye a los más bacteri- cidas y esterilizantes. También son menos tóxicos, ba- ratos y de amplia disponibilidad y por tanto son los de elección en los casos nuevos pansensibles en el primer nivel de atención; los médicos que trabajen en este ni- vel deben estar familiarizados con ellos. La dosis están- dar de INH en el adulto es de 300 mg/día. La principal toxicidad es el daño hepático (tipo hepatítico) que ocurre en 3 a 4% de los casos y que es más frecuen- te a mayor edad. La neuritis periférica es otro de sus efectos adversos, pero puede prevenirse con la admi- nistración concomitante de piridoxina. Los diabéticos http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 15)204 y alcohólicos son propensos a este problema. La RP se indica en dosis estándar de 600 mg/día. La hepatotoxi- cidad (colestasis) es su principal inconveniente, aunque es infrecuente. La PZA debe indicarse, si es posible, con base en el peso, 25 a 35 mg/día, pero casi siempre se administra en dosis estándar de 1 600 mg/día. La PZA también es hepatotóxica (dañomixto) y puede ocasio- nar hiperuricemia. El ETB se prescribe en dosis están- dar de 1 200 mg/día. En condiciones ideales, también debe suministrarse en dosis ponderal de 15 a 25 mg/ kg/día. Su toxicidad se relaciona con disminución de la agudeza visual y difi cultad para distinguir el color verde. Se debe disminuir la dosis cuando hay daño re- nal. Los fármacos de los grupos 2 a 5 se recomiendan sólo para casos seleccionados, en particular aquéllos con algún tipo de resistencia, y deben utilizarse sólo bajo recomendaciones específi cas de los comités de resistencia farmacológica. Comportamiento biológico de M. tuberculosis Una vez dentro del huésped, las micobacterias se adap- tan a las condiciones del medio. Sin son muy favorables, se reproducen con rapidez y si son muy adversos tien- den a mantenerse en un estado indefi nido de latencia. Con base en lo anterior se consideran cuatro subgrupos de micobacterias: crecimiento rápido, crecimiento lento, crecimiento intermitente y latente. Las de crecimiento rápido son las más abundantes, viven en las paredes de las cavernas, son las causantes de los contagios y las al- canza con facilidad cualquier fármaco. Las de crecimien- to lento se localizan dentro de los macrófagos. En el interior de los granulomas viven las de creci- miento intermitente. Las bacterias latentes se ubican en tejidos poco vascularizados cicatrizales. Los últimos tres grupos incluyen a la minoría de las micobacterias dentro del huésped, pero son importantes porque son más difíciles de destruir dado que no las elimina con facilidad cualquier compuesto. En el interior del ma- crófago sólo funciona la PZA y dentro del granuloma la RP. El entendimiento de este concepto hizo posible el diseño de los actuales esquemas acortados. Al incluir RP y PZA en el esquema se pudo atacar a estas subpo- blaciones bacilares desde el tratamiento inicial. Con anterioridad debía esperarse a que abandonaran tales nichos para poder exponerse a otros fármacos, para lo cual era necesario administrar tratamientos muy pro- longados. En los tejidos avasculares ningún compuesto llega de forma adecuada. Las bacterias latentes pue- den reactivarse después de la suspensión del trata- miento y producen recaídas. Resistencia a los antituberculosos En la actualidad se padece una epidemia de TBRF en el mundo y en México. La documentación de resistencia se basa en un informe de laboratorio en el que se iden- tifi có que más del 1% de las colonias recuperadas es resistente a un fármaco. En la práctica, todos los casos nuevos de TB albergan a un subgrupo de micobacterias que son resistentes, pero debido a su número tan pe- queño la resistencia no puede documentarse en el la- boratorio y por tanto se etiquetan como pansensibles. Es importante tener este concepto en mente por- que su desconocimiento da lugar a que los pacientes no reciban un tratamiento adecuado. La resistencia en- tre las micobacterias es consecuencia de mutaciones genéticas que ocurren de modo espontáneo durante su reproducción, sin necesidad de exposición a los fár- macos. Mediante modelos matemáticos se ha determi- nado que se requiere un millón de reproducciones (1 x 106) para que nazca una micobacteria con una muta- ción que le confi era resistencia a INH. Se necesitan 100 millones de reproducciones (1 x 108) para desarrollar resistencia a RP. La posibilidad de resistencia simultá- nea a INH y RP existe en 1 x 1014 reproducciones. Un paciente promedio alberga al momento del diagnósti- co 1 x 1010 micobacterias, por lo que es esperable que existan pequeñas cantidades de micobacterias resis- tentes a INH y un número menor de resistentes a RP, pero la gran mayoría será pansensible. Lo anterior ex- plica por qué las monoterapias no son efi caces y que, por el contrario, al aniquilar sólo a las bacterias sensi- bles se facilita la proliferación de cepas resistentes. Al referirse a la resistencia se puede caer en confu- sión por las múltiples defi niciones usadas. En la mono- rresistencia el patógeno muestra resistencia a un solo fármaco, cualquiera que sea. Se emplea el término po- lirresistencia cuando hay resistencia a dos o más com- puestos, siempre y cuando no se incluyan INH y RP de manera simultánea. Si se identifi ca resistencia a los dos mejores fármacos, INH y RP, se utiliza el término de resistencia a múltiples fármacos (RMF), la cual pue- de ser pura, sólo INH y RP o relacionada con otros fár- macos. Una nueva forma de resistencia que se ha detectado es la XDR. Se trata de una RMF en la que hay además resistencia a FQ y alguno de los inyecta- bles, como Ak, Km o Cm. Si sólo es el inyectable o sólo la FQ se conoce como Pre-XDR. La importancia de es- tas defi niciones radica en que se emiten las recomen- daciones terapéuticas con base en ellas. En términos epidemiológicos es importante clasifi car a los casos resistentes como primarios (sin tratamiento previo) o secundarios (con antecedentes de tratamiento). En los primarios se desconoce el patrón de resistencia, mien- http://booksmedicos.org Tuberculosis y otras micobacterias 205 tras que en los secundarios se puede predecir a partir de su historial. Esquemas de tratamiento El número de fármacos y su duración dentro de un es- quema dependen de cuáles se administren. En la ac- tualidad se emplea el término de esquemas acortados para aquellos cuya duración es de seis meses. Al mo- difi car un medicamento dentro de un esquema, en la mayoría de los casos es necesario adecuar el esquema completo, reforzarlo con otros compuestos o prolon- gar su duración, o ambas cosas. La NOM-TB recomienda el tratamiento de los ca- sos nuevos con el TAES PLUS (tratamiento acortado estrictamente supervisado), que utiliza la combinación de los cuatro fármacos del primer grupo (INH, RP, ETB y PZA) con una efectividad de 95% en casos pansensi- bles, si el tratamiento es estrictamente supervisado. En México, el Programa Nacional de TB provee de modo gratuito el compuesto. El esquema dura seis meses: en los dos primeros se administran cuatro com- primidos diarios que contiene los cuatro medicamen- tos (DoTBal PLUS) en la llamada fase intensiva. Las dosis son regulares por día (isoniacida, 300 mg; rifam- picina, 600 mg; pirazinamida, 1 600 mg; y etambutol, 1 200 mg). A partir del tercer mes se avanza a la fase in- termitente de mantenimiento en la que sólo se admi- nistran dos pastillas tres veces por semana (DoTBal-S), que contiene sólo INH (800 mg) y RP (600 mg). La ma- yor parte de los casos nuevos, que tienen tan sólo TB, y sin factores de riesgo para resistencia, puede tratarse con este esquema. Cualquiera otra afección exige una evaluación personalizada para decidir el mejor esque- ma. Se debe tener siempre presente que un esquema inadecuado no sólo no ayuda al enfermo, sino que puede propiciar además la generación de resistencias y su extensión. Se recomienda realizar una valoración integral de cada enfermo para determinar la presencia de enfer- medades coexistentes, en particular, DM, VIH, hepato- patías y nefropatías. Si los estudios de laboratorio son normales al inicio, no es necesario repetirlos de forma sistemática si no hay datos clínicos que lo justifi quen. Lo anterior es aplicable al caso nuevo que recibe DoT- Bal. En los sujetos que reciben otros fármacos de los grupos 2 a 5, la vigilancia de la toxicidad se ajusta se- gún sean los compuestos utilizados. La vigilancia de la evolución de la TB requiere citas mensuales en las que se evalúan los síntomas y las ba- ciloscopias. Aunque la NOM TB recomienda este estu- dio cada mes, para los clínicos la baciloscopia más importante es la del segundo mes. La persistencia de BAAR positivo en este momento es un sólido indicador de la posibilidad de fracaso terapéutico. En este mo- mento deben solicitarse cultivos y sensibilidades si an- tes no se habían indicado. El paciente debe continuar en la fase intensiva del tratamiento y referirse al Comi- té Estatal de Fármaco Resistenciapara su evaluación. La telerradiografía de tórax es un indicador indi- recto de buena evolución, pero puede ser muy útil para identifi car progresión. Se solicita de forma individuali- zada, pero por lo menos al inicio y fi n del tratamiento. Los pacientes con buena evolución pueden consi- derarse curados si al sexto mes las baciloscopias (y el cultivo) son negativas y los individuos están asintomáti- cos. En el paciente que persistió bacilífero al cuarto mes de tratamiento se considera el fracaso, con muy alta po- sibilidad de sufrir TB RMF. Las recaídas se refi eren a los sujetos que después de clasifi carse como curados vuel- ven a experimentar actividad de TB. Los abandonos, de acuerdo con la NOM-TB, son los que dejan su trata- miento por más de 30 días. En la práctica, los patrones de abandono son múltiples y complejos y ello resalta la importancia de la supervisión estricta del tratamiento. Esto obliga a la intervención de un responsable de ob- servar de manera personal la ingestión de todas las pas- tillas y todas las dosis del tratamiento; en la práctica esto se complica cuando el número de pacientes es mayor que el personal que los puede supervisar. Resistencia farmacológica y situaciones especiales No es posible en este apartado revisar de forma ex- haustiva estos temas tan complejos. En términos gene- rales, los pacientes deben referirse a comités o centros de referencia especializados en estos problemas. Los fracasos, abandonos y recaídas deben considerarse como resistentes hasta no demostrar lo contrario. El manejo de los diferentes patrones de resistencia es complejo y representa un reto aun para los expertos. Los individuos que además presentan DM, sida, embarazo y otros padecimientos requieren valoración individualizada y, en ocasiones, tratamiento conjunto de varios especialistas. PREVENCIÓN Vacunación con BCG La vacuna contiene una cepa especial de M. bovis anti- génica, pero de baja virulencia y previene el desarrollo http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 15)206 de una primoinfección después de la exposición. Por desgracia, su efi cacia no es la ideal. Su principal uti- lidad es la prevención de la TB meníngea en un 75%. Para la TB pulmonar su efi cacia es sólo de 50%. La OMS recomienda su uso en países con alta prevalencia de TB, como México, en donde se aplica al momento del nacimiento y en menores de 16 años que no se vacu- naron al nacer. Profi laxis con INH La intención de esta intervención es prevenir la pro- gresión de una TB latente a una de reactivación. Debe recordarse que en la TB latente los enfermos están asintomáticos por defi nición y tienen una telerradio- grafía de tórax sin evidencia de actividad tuberculosa. Se identifi can por un PPD o QFTB positivos. A diferen- cia de la TB activa, en la profi laxis con INH es posi- ble usar monoterapia, ya que la carga bacilar de estos pacientes es muy baja, por lo que no se considera la posibilidad de tener cepas resistentes. El esquema ha- bitual de profi laxis incluye INH (300 mg/día) durante seis a nueve meses. Está indicado en personas con TB latente menores de 34 años y en aquéllos con factores de riesgo para reactivación. El VIH incrementa el riesgo 170 veces y la DM cuatro. Un grupo que en particular se benefi cia de la profi laxis son los convertidos recien- tes: las personas que eran negativos a PPD se tornan positivos en los dos años anteriores a su valoración. Los contactos de un sujeto activo que son positivos a PPD también se consideran aptos para la profi laxis. En situaciones especiales se pueden administrar otro(s) fármaco(s) en vez de la INH. PPD El PPD es un extracto de caldos de M. tuberculosis que contiene múltiples antígenos de la micobacteria. Su aplicación intradérmica no genera inmunidad, sólo activa la memoria del sistema inmunitario en indivi- duos que antes se han expuesto a M. tuberculosis. Su aplicación activa una reacción infl amatoria que tiene dos componentes: el eritema en la superfi cie y la in- duración en la dermis. Para evaluar la prueba se mide la induración genera 72 h después de su aplicación, la cual en términos generales se considera positiva cuando mide 10 mm o más. En pacientes con VIH se considera positiva con 5 mm. La interpretación del sig- nifi cado de la prueba positiva o negativa debe reali- zarse en el contexto clínico de cada caso individual. Un PPD positivo no es diagnóstico de TB por sí solo de la misma manera que un PPD negativo no descarta la enfermedad. La dosis de PPD recomendada es la de 5 UI, pero en algunas regiones se usan preparaciones de menor concentración. Para documentar de manera categórica que un PPD es negativo se debe efectuar un reto inmunológico con una segunda aplicación dos a tres semanas después de la primera. La memoria pue- de atenuarse si la exposición a M. tuberculosis fue muy remota y requiere este reto (booster en inglés) para ha- cerse evidente. Esto es más común en la tercera edad. Las personas vacunadas con BCG pueden desarrollar un PPD positivo debido a la vacunación. Éste no es casi nunca mayor de 15 mm y desaparece alrededor de los 10 años de edad si la vacunación se realizó al naci- miento. El QFTB y el ELISPOT tienen la misma aplica- ción clínica que el PPD. MICOBACTERIAS NO TUBERCULOSAS El término de micobacterias no tuberculosas (MNTB) engloba a un grupo muy numeroso de diferentes mi- cobacterias que se denominaban con anterioridad “mi- cobacterias atípicas”. Casi todas son microorganismos saprofi tos con amplia distribución ambiental que sólo de modo ocasional afectan al pulmón, pero que repre- sentan un gran reto diagnóstico y terapéutico cuando lo hacen. Al ser micobacterias comparten muchas de las características microbiológicas ya descritas para M. tuberculosis. Su aislamiento e identifi cación son com- plicados. Crecen en los medios de cultivo de LJ y MGIT 960, pero se usan sondas genéticas para su tipifi cación. Por lo regular no se someten a pruebas de susceptibi- lidad. A diferencia de M. tuberculosis, las MNTB no se transmiten de un paciente a otro y no son susceptibles a los esquemas terapéuticos de la TB. Se consideran pacientes propensos a infecciones por MNTB aquellos que tienen defi ciencias inmunita- rias o alteraciones estructurales del pulmón. Entre es- tos últimos se incluyen bronquiectasias de cualquier origen, secuelas de TB, neumoconiosis, fi brosis quística y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). La relación con DM también se ha descrito. El diagnóstico empieza tras excluir la presencia de TB, ya que los pa- cientes pueden padecer los mismos síntomas y hallaz- gos radiológicos que hacen confuso el diagnóstico. Se requieren estudios de laboratorio de micobacterias para establecerlo. El diagnóstico clínico necesita, ade- más de síntomas y radiografía consistente (infi ltrados fi brocavitarios, nódulos, bronquiectasias) (fi gura 15-4), cultivos positivos en por lo menos dos muestras de es- puto o en una de lavado alveolar. Las biopsias pulmo- nares con granulomas sustentan el diagnóstico de http://booksmedicos.org Tuberculosis y otras micobacterias 207 invasión dado que las MNTB sólo son colonizadoras en ocasiones, término que se ha vuelto controversial en fecha reciente. La tomografía de alta resolución com- plementa la valoración diagnóstica y determina mejor la extensión de la enfermedad, que puede subestimar- se con la simple telerradiografía de tórax, sobre todo cuando no hay cavitaciones. Una vez que se confi rma el diagnóstico, la decisión de tratar o no se toma en el contexto clínico de cada enfermo. Los tratamientos no son lo efectivo que debieran y pueden ser tóxicos. Des- cribir todas las MNTB supera los alcances de este capí- tulo. Se revisan sólo las más frecuentes como causa de infección pulmonar: complejo Mycobacterium avium (CMA), M. kansassi y M. abscessus. En algunas regiones la prevalencia de las diferentes especies puede variar.El CMA es la MNTB más aislada en infecciones pul- monares en la mayoría de las series publicadas. La in- fección por CMA se relaciona casi siempre con la coexistencia de VIH, en el cual ocasiona por lo general infección sistémica. Un grupo de riesgo que se descri- be sin la presencia de alteraciones inmunitarias es el de mujeres posmenopáusicas con bronquiectasias y de- formidades torácicas, como escoliosis o pectum exca- vatum. El tratamiento de CMA incluye la combinación de un macrólido (claritromicina o azitromicina) con ri- fampicina y etambutol, administrados tres veces por semana. En la enfermedad fi brocavitaria se recomien- da un esquema diario y la adición de amikacina una a tres veces por semana. El tratamiento se prolonga has- ta conseguir un año de cultivos negativos. El trata- miento de M. kansassi es muy parecido al de M. tuberculosis, pero sólo incluye INH, RP y ETB adminis- trados hasta lograr un año de cultivos negativos. Para M. abscessus se recomienda combinar claritromicina con amikacina (+/-) una FQ. La efi cacia de este esque- ma es incierta. En cualquiera de estas tres infecciones, cuando la afección pulmonar es localizada, el trata- miento médico puede complementarse con resección quirúrgica del tejido enfermo. BIBLIOGRAFÍA Bennett JE, Dolin R, Blaser MJ: Mandell, Douglas, and Bennett’s principles and practice of infectious diseases. El- sevier Health Sciences, 2014. Blumberg H, Burman W, Chaisson R et al.: American Tho- racic Society/Centers for Disease Control and Prevention/ Infectious Diseases Society of America: treatment of tu- berculosis. American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine 2003;167(4):603. Bojorquez-Chapela I, Bäcker C, Orejel I et al.: Drug resis- tance in Mexico: results from the National Survey on Drug-Resistant Tuberculosis. The International Journal of Tuberculosis and Lung Disease 2013;17(4):514-9. Figura 15―4. M. abscessus: gran destrucción de ambos lóbulos superiores. Se observan bronquiectasias, cavidades, nódulos y engrosamiento pleural con retracción hacia arriba de ambos bronquios principales. El paciente había sido tratado sin éxito contra TB. http://booksmedicos.org Botón1:
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