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02 Virología Médica Autor Amantes de la vida-137

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recurrentes de varicela, síndromes de reinfección, síndrome de necrosis retinal 
aguda y leucoencefalitis multifocal. 
 En la embarazada, la varicela puede tener un curso agresivo y en el 1-2% 
de ellas el virus se transmite al hijo por vía transplacentaria (varicela congénita). 
Si bien este riesgo es mayor durante el 1er trimestre del embarazo, se han 
descrito casos de infección congénita durante el 2º semestre, e incluso, a partir 
de un herpes zoster materno. Los recién nacidos presentan una erupción a 
veces hemorrágica y duradera, cicatrices en las extremidades o en dermatomas, 
hipoplasia de extremidades inferiores, microcefalia y a nivel ocular, catarata, 
corioretinitis y micro-oftalmia que pueden causar ceguera. Otra situación de 
riesgo es la varicela que se presenta en una embarazada desde 4 días antes 
hasta 2 días después del nacimiento. Como el recién nacido no posee 
anticuerpos maternos protectores, entre los 5 a 10 días después de nacer, 
puede desarrollar una varicela neonatal grave, e incluso, morirse por el daño 
viral a nivel pulmonar y del sistema nervioso central. 
 
En general, el herpes zoster se presenta en mayores de 60 años que 
previamente se infectaron con varicela. En esto influiría la disminución natural de 
la inmunidad celular con la edad; sin embargo, el número de niños con herpes 
zoster es cada vez mayor. En ellos se debieran estudiar posibles cuadros de 
inmunosupresión (ej. leucemia). El herpes zoster se inicia con parestesia, 
prurito o dolor en un dermatoma, 1 a 3 días antes de que se presenten las 
lesiones vesiculosas sobre un fondo eritematoso, de iguales características 
clínicas a las descritas en la varicela, pero circunscritas. Las vesículas se forman 
en 2 a 5 días y en 2 a 3 semanas evolucionan a pústulas y costras. Con 
frecuencia se observa compromiso del nervio trigémino en su rama oftálmica, o 
de T3 o L4. La mayor dificultad del herpes zoster es el manejo de la neuralgia 
post herpética (NPH). 
 
Diagnóstico 
 El diagnóstico de la varicela y del herpes zóster generalmente es clínico. 
En situaciones particulares que requieran de estudio de laboratorio, se puede 
realizar aislamiento viral en cultivo celular del contenido vesicular (el efecto 
citopático se observa a los 7 días y la muestra debe ser reciente), detección de 
antígenos virales mediante IF (generalmente como técnica de confirmación del 
aislamiento viral) o PCR (técnica rápida y muy sensible). La detección de 
anticuerpos específicos (serología) por IF o ELISA es útil para descartar la 
susceptibilidad, por ejemplo, en una embarazada. 
 
Tratamiento y profilaxis. 
 El tratamiento de las infecciones graves por VZV se realiza con aciclovir. 
La Academia Americana de Pediatría establece tratamiento de la varicela en 
mayores de 12 años, en los 2º y 3er contactos intrafamiliares y en 
inmunocomprometidos, por la gravedad asociada a este cuadro. En algunos 
países está disponible la gammaglobulina hiperinmune (VZIG) para el 
tratamiento de pacientes inmunocomprometidos, embarazadas, recién nacidos y

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