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CADENAS MUSCULARES RESPIRACIONES-P CAMPIGNION

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A C U L A R E S Y A R T I C U L A R E S G.D.S . 
Respir-Acciones 
Texto de Philippe Campignion 
Ilustraciones de Godelieve Denys-Struyf y Philippe Campignion 
Prólogo 
La respiración reviste una considerable importancia en el enfoque globalista de i¿> 
terapias manuales. Frangoise Méziéres, los osteópatas y anteriormente a ellos ios 
yogis, comprendieron que la respiración permitía actuar a la vez sobre el cuerpo y la 
mente. 
El tema ha sido abordado muchísimas veces, pero las preguntas que me hacen los 
pacientes y también los alumnos me han hecho pensar que sería útil retomar otra vez 
este tema: "Usted nunca nos pide que respiremos dos veces de la misma manera y yo 
no se bien cómo debo respirar!" 
Ha sido mi esposa quien me hizo tomar conciencia de que en las sesiones colectivas 
de trabajo corporal que dirijo o en los cursos que imparto a los kinesiterapeutas, les 
pedía por ejemplo, espirar durante un esfuerzo de estiramiento, para facilitar la rela-
jación muscular o buscando una relajación general, otras veces les pedía una espira-
ción "inflando el abdomen" o al contrario "hundiendo el abdomen", pero sin especi-
ficar dónde quería llegar con esto. 
Creía sin embargo haber insistido sobre el hecho de que la respiración no se apren-
de, se libera y debe ser automática. 
Cuántas veces lo he repetido a las personas que han practicado el yoga, que no dejan 
de preguntar, cuando se trata de respirar: 
"¿Debo respirar con la parte superior o inferior del tórax o con el abdomen?" 
Me pareció absolutamente necesario hacer una diferenciación entre la respiración 
practicada con una finalidad de ventilación y las utilizadas para otros fines, como 
por ejemplo la relajación muscular o la relajación global. 
Pero además, ante todo, proponer una definición de la respiración fisiológica, es decir 
la respiración sin trabas y los mecanismos inherentes a la misma. 
El contenido de este libro es el resultado de una pasión por la anatomía y de un cami-
no hecho durante casi veinte años en métodos de kinesiterapia global, gracias a las 
enseñanzas de profesoras como Mademoiselle Frangoise Méziéres, que me ha ense-
ñado a observar y Madame Godelieve Denys - Struyf que me ha permitido compren-
der mejor la mecánica humana y particularmente ciertos mecanismos relacionados 
con la respiración que serán tratados en este libro. 
Todo mi reconocimiento a madame Frangoise Blot, consultora en relaciones huma-
nas, porque fue después de sus "cursos de escucha" que mis manos cesaron de agi-
tarse inútilmente y por fin se pusieron a la escucha de los tejidos. 
Nada reemplaza lo vivido, la práctica sobre el terreno nos recuerda que ante la e\-
dencia "la excepción confirma la regla". Esto nos obliga, ante cada uno de nuestros 
pacientes, a un permanente reajuste de datos teóricos y al recurso de la imaginación 
y la creatividad con respecto a las técnicas. 
Me atrevo a esperar que este libro ayudará a quienes como yo piensan que la respi-
ración sin trabas es indispensable para el bienestar global del ser humano. 
Capítulo Primero 
¿CUÁLES SON LOS MÚSCULOS 
QUE NOS PERMITEN 
RESPIRAR? 
E L DIAFRAGMA 
Recuerdo anatómico y puesta en evidencia de las relaciones que solidarizan al dia-
fragma con el contenido abdominal y torácico, como así también con la estructura 
ósea, relacionando la respiración a la estática vertebral. 
Centro 
Fascículos 
musculares 
Fig.l. Diafragma 
vista de frente. 
Fig.2. E l diafragma está constituido por 
un conjunto de músculos digástricos. 
Un músculo digástrico comprende dos porciones 
inusculares unidos por un tendón intermendiario. 
Fig.3. E l centro frénico. 
1. Folíolo anterior. 2. Folíolo izquierdo 3. Folíolo derecho 
Diafragma 
Fig.4. Relaciones aponeuróticas del diafragma. 
La aponeurosis del diafragma está en perfecta condnuidad con 
la del trasverso del abdomen, cuadrado lumbar y psoas ilíaco. 
E L DIAFRAGMA 
Descripción anatómica y relaciones aponeuróticas 
El diafragma está descrito clásicamente como un músculo delgado y plano, sepa-
•ando la cavidad torácica de la cavidad abdominal (septum transversus). 
Tiene forma de cúpula cóncava hacia abajo, cuya base está en relación con el con-
orno inferior de la caja torácica. Esta cúpula es más alta a la derecha que a la izquier-
la, y se eleva en la espiración hasta el 5." arco costal a la derecha y hasta el 6." a la 
zquierda. (Fig.l) 
El diafragma está en relación por debajo con las visceras abdominales y hacia 
irriba con los pulmones y el pericardio, lo que veremos con detalle. 
Su centro es fibroso, mientras que su periferia es muscular y ciertos autores lo 
;onsideran como una serie de músculos digástricos. (Fig.2) 
He tenido la posibilidad de constatar en preparados de disección que la propor-
;ión de fibras musculares con respecto a las de tejido fibroso, es menos importante en 
ndividuos ancianos que en jóvenes. 
Porción tendinosa 
) centro frénico 
Recordemos la disposición particular de las fibras de esta porción tendinosa, en 
brma de trébol, con tres folíolos: uno anterior, uno derecho y uno izquierdo, ligados 
)or dos bandeletas, llamadas bandeleta oblicua y bandeleta arciforme. (Fig.3) 
En la unión del folíolo derecho y el anterior encontramos el orificio de la vena 
ava inferior, que resulta del entrecruzamiento de dos bandeletas. Este orificio fibro-
0 que está situado en pleno centro frénico tiene un diámetro de aproximadamente 2,5 
1 3 cm. 
La vena cava se adhiere a este orificio que no parece ser indeformable. He podi-
lo constatar hasta qué punto la pared de esta vena es delgada e inconsistente en com-
laración con la aorta, que es, al contrario sólida y difícilmente compresible. 
E*orción muscular 
nserciones costales y continuidad aponeurótíca. 
En disección se observa netamente que la aponeurosis que recubre las fibras eos-
ales del diafragma se adhieren en algunos centímetros al contorno inferior y a la cara 
nterna de la caja torácica. La inserción no se limita, como se pensaba, al borde infe-
ior del tórax. 
El fondo de saco entre la pared torácica y la cara superoexterna del diafragma no se 
hace tan profunda, debido a la forma que presenta el diafragma de paracaídas. (Fig. 4) 
Por otra parte, esta aponeurosis está en perfecta continuidad con la del transverso 
del abdomen (que fue ya descrita porTestut). 
Hemos podido verificar la perfecta continuidad entre las aponeurosis: la del dia-
fragma con la del transverso del abdomen, pero además éstas se continúan con la del 
cuadrado lumbar, hasta la cresta ilíaca. (Fig. 4) 
El peritoneo que tapiza el conjunto de la cavidad abdominal a la manera de una 
pleura, se adhiere a estas aponeurosis y refuerza aún más la estrecha relación que 
unen el diafragma, el psoas, el cuadrado lumbar y el transverso del abdomen. 
Notemos de paso que el psoas y el cuadrado lumbar reciben, igual que el diafrag-
ma, inervación del sistema nervioso autónomo a través del nervio vago, y del sistema 
nervioso central a través del nervio frénico. Están regulados a la vez automáticamen-
te y voluntariamente. 
Inserciones esternales y continuidad musculoaponeurótíca. 
La cara endotorácica del esternón está recubierta por el músculo triangular del 
esternón, cuyo nombre latino (transversus toracis), nos hace recordar que en realidad 
se trata de una expansión intratorácica del transverso del abdomen (transversus abdo-
minis). 
Esto parece más evidente porque es fácil constatar que estos dos músculos están 
comprendidos en una misma aponeurosis. 
Hemos tenido la oportunidad de ver estos dos músculos unidos en una reproduc-
ción en cera, que data del siglo XVII I , en el museo de la Spécola, en la Facultad de 
Medicina de Florencia. 
F.D. Netter, en su obra: "Atlas of human anatomy", reproduce esta continuidad, 
pero con menos nitidez. 
Observando esta región, no hemos logrado encontrar con precisión las insercio-
nes óseas del diafragma sobre el esternón. En cambio esta prolongación aponeurótíca 
del transverso hacia el triangularaparece claramente, hasta el punto de dar la impre-
sión de que el diafragma se inserta sobre esta prolongación aponeurótíca. En efecto, 
es fácil desprender el diafragma, pero subsiste sobre la cara endotorácica del esternón 
y del apéndice xifoides gran cantidad de tejido aponeurótico que es difícil diferenciar. 
(Fig. 5) 
Todo esto es para mostrar hasta qué punto 
el diafragma está ligado a sus vecinos y 
particularmente al transverso y al triangular 
del esternón. 
Fig.5. Inserciones esternales del diafragma. 
Centro 
Fig.6. Los pilares del diafragma. 
Inserciones lumbares, costales y uniones aponeuróticas 
En la columna las fibras del diafragma se reagrupan y se entrecruzan para formar 
los pilares del diafragma (Fig. 6): 
- E l pilar derecho desciende más abajo que el izquierdo, se inserta en los cuer-
pos de la segunda y tercera vértebras lumbares, así como en los discos intervertebra-
les L1-L2, L2-L3, L3-L4. Se desdobla en un pilar principal y más lateralmente en un 
pilar accesorio. 
- E l pilar izquierdo se inserta en el cuerpo de L2 así como en los discos L1-L2 y 
L2-L3. Se desdobla igualmente. 
Cada uno de ellos recibe fibras musculares que provienen del lado opuesto y de 
este entrecruzamiento de fibras, en forma de 8 resultan dos orificios: por el orificio 
anterior pasa el esófago y por el otro, contra la columna vertebral, pasa la aorta. 
. A partir de los pilares, el diafragma se inserta igualmente sobre las transversas de 
L1, formado una arcada por donde pasa el psoas (arcada del psoas). 
Uniéndose a la duodécima costilla, forma una segunda arcada por donde pasa el 
cuadrado lumbar (arcada del cuadrado lumbar). 
En fin, existe una última arcada entre la duodécima y la undécima costilla por la 
cual pasan vasos y nervios (arcada de Senac). 
Estas arcadas son fibrosas y aquí una vez más, la relación con las aponeurosis de 
estos músculos es evidente. (Fig. 6) 
Se podría creer que existe una vía de comunicación entre la cavidad torácica y la 
cavidad abdominal, más aún porque corrientemente se describe ausencia de fibras 
musculares por encima de la arcada del cuadrado lumbar (hiatus diafragmático de 
Henle). De hecho no hay que olvidar que la pleura parietal tapiza la cavidad torácica y 
delimita dos cavidades, para recibir una el pulmón derecho y la otra el pulmón 
izquierdo. Los grandes vasos y el esófago son evidentemente extrapleurales. Ocurre 
lo mismo para la cavidad abdominal que está tapizada por el peritoneo. 
Todo esto hace que el tórax y el abdomen sean dos cavidades herméticamente cerra-
das, pues los orificios comunican el interior de los órganos pero no los espacios entre 
los órganos que están realmente "embalados al vacío". Se comprende pues que todo 
movimiento del diafragma tiene una inmediata repercusión sobre las dos cavidades. 
Elemento de separación entre las dos cavidades, el diafragma es una estructura 
central en relación aponeurótica con las estructuras vecinas, es una cúpula que 
recibe e irradia, que se prolonga en las cavidades abdominal y torácica. 
Fig.7. Fascia endotorácica. 
Forma una verdadera columna fibrosa, compartimentada, que se inserta en la columna 
desde C7 a D4 y por delante en el esternón. 
Contiene, el corazón, la tráquea, el esófago y también los grandes vasos del mediastino. 
Aorta Esternón Fascia 
ascendente ¡ endotorácica 
Fig.8. 
Corte horizontal 
del tórax. 
pleura tapiza la pared torácica 
ro también la fascia endotorá-
a y los elementos del medias-
lo posterior que ella contiene 
Aorta torácica Pleura parietal 
Mucosa 
Fibras 
concéntricas 
Fibras 
longitudinales 
Fig.8 bis. 
Pared muscular 
del esófago. 
En el yoga existe un ejercicio llamado 
Udhyana bandha, en el cual el yogui hace 
una verdadera aspiración del contenido abdo-
minal hacia arriba. Para conseguirlo, los 
abdominales deben estar relajados y no inter-
vienen en el ejercicio. 
Uno de mis amigos, practícante de yoga 
posee radiografías del saco pericárdico 
durante el ejercicio y se observa que está 
fuertemente acortado, aplastado sobre si 
mismo. 
Pienso que es, por la contracción de las fibras 
longitudinales del esófago asociada a una 
depresión intratorácica, por lo que el yogui 
consigue elevar la ciípula diafragmática. En 
efecto, el esófago es el único elemento mus-
cular contenido dentro de esta fascia. Posee 
fibras circulares destinadas a la constricción 
de su luz, así como fibras longitudinales que 
pueden hacer disminuir su longitud. 
El esófago se adhiere a la columna vertebral 
a partir de C7, por medio de las bandeletas de 
Charpy, pero además se une hacia arriba \ 
adelante a las estructuras bucales, a la faringe 
que está suspendida a la base del cráneo, par-
ticularmente al esfenoides y al occipital. 
Volveremios más adelante sobre las conse-
cuencias posibles de esta suspensión. 
Segmento declive superior 
Segmento proclive superior 
D8, 
Segmento declive inferior 
L3 
Segmento proclive inferior 
(palanca lumbo-sacro-coxígea) 
Fig.9. División mecánica de la columna vertebral 
como se considera en el método G.D.S. 
2 segmentos proclives y 2 segmentos declives constituyendo las palancas 
articuladas sobre los pivots L3, D8 y C4-C5 (o C7 en algunos casos). 
E L DIAFRAGMA 
Relaciones y uniones con los elementos torácicos 
El corazón reposa sobre el folíolo anterior del centro frénico y está contenido en 
un saco, el saco fibroso pericárdico, que se adhiere fuertemente al diafragma por toda 
su base. 
Este saco está relacionado con las fascias que envuelven los elementos del 
mediastino posterior: la tráquea, el esófago, la vena cava superior y hacia atrás contra 
la columna, la aorta torácica. Esto forma una verdadera columna fibrosa, comparti-
mentada, que se adhiere a la columna vertebral, desde la 7." cervical a la 4." dorsal 
(fig- 7y 10). 
La pleura parietal tapiza la pared torácica y las partes laterales de los cuerpos ver-
tebrales, pero también el saco pericárdico, así como los elementos del mediastino pos-
terior (fig. 8). Esto hace que, a primera vista, una vez hecha la ablación de los pulmo-
nes, esta fascia visceral parezca una separación media que se adhiere ftiertemente por 
detrás a la columna vertebral en C7 y por delante a la cara posterior del esternón. 
Yo esperaba encontrar una diferenciación bastante neta de las adherencias de esta 
fascia, tanto sobre el esternón como sobre la columna vertebral, como lo describió 
Rouviére (los ligamentos esternopericárdicos inferior y superior y vertebropericárdi-
co). 
De hecho, esta última adherencia, tan fuertemente ligada a la superficie retroes-
ternal, así como a la cara anterior y lateral de los cuerpos vertebrales por detrás, apa-
rece únicamente a partir de C7. 
En fin, estando verdaderamente adherido al centro frénico, este saco pericárdico 
está fijado al diafragma y suspendido de la columna vertebral, y particularmente al 
segmento proclive superior de la columna, de D8 a C7. 
Este término de segmento proclive superior de la columna vertebral, corresponde 
a la división mecánica de la misma tal como la vemos en el método G.D.S. (fig. 9): 
1. Dos segmentos llamados "proclives" porque están inclinados hacia arriba y 
adelante: Descritos de abajo a arriba, son: 
a. E l segmento proclive inferior que comprende el sacro y el coxis, L5 y L4. 
Este conjunto constituye la palanca lumbo-sacro-coxígea. 
b. E l segmento proclive superior, una segunda palanca que abarca desde D7 a 
D I y que puede llegar a C4-C5 (cuando el cuello no está bajo la influencia 
del músculo largo del cuello, que lo coloca en rectitud desde C7, esto ocurre 
en ciertas tipologías que definiremos más adelante). 
2. Las dos palancas anteriores se alternan con dos segmentos llamados "decli-
ves", porque están inclinados hacia arriba y hacia atrás. Descritos desde abajo 
hacia arriba son los siguientes: 
a. E l segmento declive inferior, de L2 a D9. 
b. E l segmento declive superior, de C7 o C4 al occipital. 
3. Las vértebras L3, D8, C7 o el disco C4-C5son estructuras "pívot", son char-
nelas entre esas palancas. 
El "segmento proclive superior" (fig. 10), como su nombre indica, está inclinado 
hacia adelante y debe sostener el pericardio y los elementos del mediastino posterior 
que se enganchan de él. Esta carga aumentada por la acción de la gravedad, tendrá 
tendencia a llevar las vértebras en flexión, unas con respecto a las otras. 
Veremos el papel que juegan a este nivel los músculos de la cadena posterior. 
El "segmento declive"(de L2 a D9), está inclinado hacia atrás y soporta el conte-
nido torácico. Su tendencia, bajo la acción de la gravedad, es hacia la "retrolistesis" 
vertebral. Recordemos el rol del diafragma que es mantener esta región en buena 
posición. 
El saco fibroso pericárdico contiene el esófago y más arriba, la tráquea. Estos dos 
elementos continúan solos su trayecto hacia el cuello y alcanzan la faringe. Hemos 
podido verificar que a partir de C7, estos elementos dejan de mantener una relación 
estrecha con la columna, están en realidad suspendidos al maxilar inferior y a la base 
del cráneo ffig. 11). 
Por debajo de C7y en C7, el esófago está amarrado a la aponeurosisprevertebral 
por los tabiques sagitales de Charpy, mientras que más arriba, existe un espacio 
retrofaríngeo, que separa la faringe de la aponeurosis precervical, este espacio no 
está descrito por todos los autores. 
He podido verificar en disección, la existencia de este espacio y la relativa inde-
pendencia, de la cara posterior de la faringe con respecto a la columna cervical y a la 
aponeurosis de los músculos prevertebrales, tal como el largo del cuello. Esto se da 
sin duda para que la deglución no tenga demasiada incidencia sobre la columna cervi-
cal y viceversa. 
La faringe está constituida por músculos que se suspenden a la base del cráneo y 
más exactamente al occipital, por detrás de la esfeno-basilar y más hacia adelante a la 
apófisis pterigoides del esfenoides (fig. 11). Es interesante constatar que realmente no 
hay continuidad de la fascia visceral a nivel cervical, sólo en la aponeurosis preverte-
bral que sirve de amarre al esófago, bajo C7. Aponeuróticamente, el cuello queda 
relativamente libre, mientras que muscularmente, los escalenos suspenden los dos pri-
meros arcos costales a la columna cervical (fig. 12). 
Fascia 
endotoráci 
Diafragma 
Segmento proclive 
superior 
D8 
Segmento declive 
inferior 
Fig.10. 
Influencia torácica sobre la columna. 
El segmento proclive superior sostiene el pericardio 
y los elementos del mediastino posterior al que están enganchados. 
El segmento declive inferior soporta el contenido torácico. 
Espacio 
retro-faríngeo 
Bandeletas de 
Charpy 
Fig. 11. Suspensión de la faringe a la base del cráneo. 
La faringe está constituida por músculos que están suspendidos a la base del cráneo. 
Su cara posterior está separada de la aponeurosis pre-cervical por el espacio retro-faríngeo. 
Fig. 12. Suspensión muscular del tórax 
a la columna cervical. 
Los escalenos suspenden las dos primeras costillas a la columna cervical. 
Los intercostales externos solidarizan las costillas entre si. 
Cavidades pleurales 
.13. Solidaridad entre los pulmones y la caja torácica. 
Como la hoja parietal se adhiere a la pared torácica y la hoja visceral 
a los contornos pulmonares, hay solidaridad entre la parrilla costal 
y los pulmones mantenidos en volumen por la cavidad pleural. 
Estos músculos tienen la misma dirección de fibras que los intercostales ev.e:r:.:< 
que solidarizan todas las costillas entre sí, así pues toda la caja torácica está susper.cicd 
a la columna cervical. Las cúpulas pleurales están también suspendidas al primer ¿r:; 
costal por los ligamentos costopleurales separándose de la aponeurosis pre\ertebraL 
La pleura tapiza las paredes de la caja torácica (fig. 13), así como los órganos del 
mediastino de los cuales toma la forma (pleura parietal). La pleura se refleja para 
recubrir los pulmones y los pedículos pulmonares (pleura visceral). 
Entre las dos cavidades la cavidad pleural es virtual, porque las dos hojas quedan 
pegadas por efecto del vacío que atrae las paredes una contra la otra. 
La hoja parietal, adhiriéndose a la pared torácica y la hoja visceral a los contornos 
pulmonares, producen solidaridad entre la parrilla costal y los pulmones contenidos 
por la cavidad pleural. 
Se entrevé hasta qué punto la respiración va a estar ligada a la estática verte-
bral, de hecho, el diafragma está aponeuróticamente suspendido a la columna 
dorsal y la caja torácica lo está muscularmente a la columna cervical. 
Esta suspensión de los órganos del mediastino y del diafragma por las unio-
nes aponeuróticas, al segmento proclive dorsal hasta C7, es indudablemente 
un enganche muy fuerte y muy importante, porque va a permitir al centro 
frénico tomar punto fijo arriba durante su contracción en el tiempo inspira-
torio. 
Se comprende la importancia que tiene la buena posición del segmento pro-
clive para que este punto fijo sea eficaz. 
Aponeuróticamente, el cuello parece relativamente libre por encima de C7. 
Por el contrario, muscularmente están los escalenos que suspenden los dos 
primeros arcos costales a la columna cervical, los escalenos fonnan una con-
tinuidad con los intercostales externos que solidarizan todas las costillas 
entre sí. 
Notemos que esta unión que, en cierta forma podría "encadenar" el cuello al 
tórax es una unión muscular y forma parte de una cadena que nuestra inter-
vención puede controlar, mientras que una suspensión aponeurótica escapa-
ría a nuestro control. 
Tenemos pues, por medio de estas estructuras musculares, una llave en 
nuestras manos. Una llave por un lado para la salud de nuestra columna 
cervical, y por otro lado para el funcionamiento óptimo del contenido de 
nuestros espacios supra e infra-diafragmáticos. 
E L DIAFRAGMA 
Correspodencias y relaciones con los 
órganos abdominales 
Los órganos abdominales, situados debajo del diafragma, están suspendidos a él 
por el peritoneo interpuesto entre ambos, y algunos de ellos directamente por ciertos 
ligamentos suspensorios, a saber: 
- Las dos hojas del ligamento frenogástrico para el estómago. 
- El ligamento falciforme para el hígado. 
- Los ligamentos frenocólicos derecho e izquierdo que suspenden los ángulos 
cólicos. 
Por otra parte el mesenterio, en el cual está contenido el intestino delgado, está 
suspendido a la columna vertebral, entre los pilares del diafragma. 
No olvidemos que la fascia perirrenal que es extraperitoneal, se adhiere también 
al diafragma. 
En disección, cuando se procede a la ablación del contenido abdominal, para 
abordar el diafragma por su cara inferior, se observa: que el diafragma se mantiene 
en su lugar, conserva su cúpula, aunque no descanse sobre el hígado. Si se le perfora, 
da la impresión de desinflarse y se desolidariza de la cavidad pleural, que, no estando 
al vacío cesa de estirarlo hacia arriba. 
Aspirado hacia arriba, el diafragma tira de los órganos que están suspendidos a 
él. Ciertos autores hablan de "imantación diafragmática". 
La cavidad abdominal está tapizada por el peritoneo parietal al cual está adherida 
también la fascia que recubre la cara inferior del diafragma. Aquí se invagina para for-
mar el peritoneo visceral que recubre los diferentes órganos (fig. 14). 
La cavidad abdominal está pues herméticamente cerrada, y contiene órganos 
huecos. Estos órganos, recubiertos por los rephegues del peritoneo, están como empa-
quetados al vacío, como hemos visto anteriormente para la cavidad torácica. 
El diafragma, situado entre estas dos 
cavidades herméticamente cerradas, 
es pues solidario tanto de una como de otra. 
Peritoneo 
Fig.14. 
Suspensión de los órganos 
abdominales al diafragma. 
Los órganos abdominales situados por debajo del diafragma, 
están suspendidos a él. 
Fig. 15. Acción del diafragma y del psoas sobre 
arco inferior de la columna vertebral (según G.D.S.). 
De la acción rítmica combinadado los músculos diafragma y psoas, 
da por resultado la ensilladura lumbar fisiológica. 
E L DIAFRAGMA 
Su acción sobre 
la estática vertebral 
Volvamos a nivel del segmento declive dorsolurabar (fig. 9), zona donde se inser-
ta el diafragma. Esta zona, debido a su orientación en el espacio y por la acción de ia 
gravedad, corre el riesgo de hundirse, cada una de las vértebras de este segmento 
desde D9 a L2 tienen una tendencia al deslizamiento posterior. En el centro de esta 
zona declive, se encuentra la duodécima vértebra dorsal. 
En una obra sobre biomecánica de la columna vertebral, Littlejhon define DI 2 
como la vértebra que está colocada en un plano de resistencia contra la pérdida de 
los arcos. Pero no dice nada más. 
Para el profesor Delmas D12 es la vértebra diafragmática, aunque este músculo 
no se inserte en ella. 
Si se considera que los pilares del diafragma pueden tener una acción hacia arriba, 
a partir de un punto fijo sobre el centro frénico que está unido a la columna desde C7 
a D4, se puede pensar que el diafragma es lordosante por la tracción que ejerce sobre 
L l , L2 y los doceavos arcos costales, así como indirectamente sobre D12 (fig. 15). 
El diafragma compensa de esta manera las insuficiencias de este segmento, que 
tiene tendencia al deslizamiento posterior y a la pérdida de su arco. Es sobre todo 
durante su contracción en la inspiración, cuando el diafragma endereza activamente 
este segmento vertebral, pero no olvidemos que durante la espiración, el centro fréni-
co remontándose hacia arriba, no abandona completamente su lugar. Se puede decir 
que su acción estática es en cierta forma rítmica. 
En ciertos casos que estudiaremos con detalle en el capítulo que trata de la 
influencia de la tipología sobre la respiración, la tensión del diafragma es permanente 
y marca su huella en la región D12, L l , L2 que aparecen con excesiva lordosis. Mme. 
Méziéres insistía mucho sobre esta huella morfológica que ella llamaba Xordosis 
diafragmática". 
L a tercera vértebra lumbar está bajo control del psoas que la mantiene en el 
vértice de la lordosis lumbar Esta posición avanzada de L3 desplaza la carga del tron-
co hacia adelante con respecto a la pelvis. La línea de gravedad está ligeramente avan-
zada con respecto a las apófisis articulares del segmento lumbar, de manera que el 
peso del tronco esté dirigido sobre las cabezas femorales, según la expresión de 
Littlejhon. 
Se puede pensar entonces, que es la acción combinada del diafragma sobre 
D12 - L l - L2 y del psoas sobre L3 en particular que da por resultado la ensilla-
dura lumbar fisiológica (fig. 15). Esta lordosis es indispensable para la buemm 
fisiología de los discos intervertebrales, los cuales se sabe que tienen una duracioc 
de vida superior cuando son cuneiformes. 
Esta cuneifonnidad ideal, evaluada precisamente entre 11° y 20° porTroisier, 
solamenie e> pcKiWe cuando L3 está en el vértice de la lordosis. 
A nivel lumbar la lordosis es necesaria 
Pero para que esta lordosis se mantenga fisiológica es necesario un antagonista de 
los músculos lordosantes, a fin de jugar el juego sutil de suficiente pero no demasia-
da lordosis. Para ciertos autores, el transverso del abdomen (fig. 16) puede jugar 
este papel. 
Este músculo se inserta por detrás sobre las apófosis transversas lumbares y note-
mos que sus inserciones son fibrosas y muy resistentes. Estas son vecinas de las del 
cuadrado lumbar, de los fascículos del transverso espinosos y de los fascículos acce-
sorios del psoas, que se insertan más anteriormente. 
Se fija sobre la vertiente interna de la cresta ilíaca, antes de alcanzar por delante la 
línea alba. 
Por encima, se inserta en la cara interna de la porción cartilaginosa de los 6 últi-
mos arcos costales. 
Sus fibras horizontales se reúnen por delante en la línea alba, pero notemos que 
en sus tres cuartos superiores, pasan por detrás de los músculos rectos mayores del 
abdomen, cuya aponeurosis refuerza la hoja posterior. 
Por el contrario, en su cuarto inferior, su aponeurosis se prolonga por delante de la 
vaina de los rectos mayores, lo que hace aún más sólida la unión con su homólogo 
contralateral. 
Por intermedio de su aponeurosis profunda (fascias transversalis), el transverso 
envuelve el conjunto de la cavidad abdominal y recubre directamente el peritoneo 
adherido a su aponeurosis. 
Por su contracción, combinada a la del diafragma, el transverso comprime esta 
cavidad y ahí reparte la presión, lo que tiene por efecto empujar la columna verte-
bral hacia atrás. Por este hecho, los pilares del diafragma, no pudiendo llevar más 
la columna hacia adelante participan en su erección. 
En las tipologías que presentan un exceso de lordosis (centradas sobre D12-L1-
L2) bajo la acción del diafragma y de los psoas, no es raro constatar una diástasis de 
rectos mayores en la parte superior del abdomen, sitio donde el transverso contribuye 
a formar la vaina de estos últimos (Fig. 17). 
Pensamos que es el transverso que, en su esfuerzo por limitar la lordosis, tira 
demasiado de sus inserciones. Las inserciones anteriores tienden a separar los rectos 
mayores uno del otro. Esto es frecuente durante el embarazo en mujeres de esta tipo-
logía lordótica. 
Rectos 
Fig. 17. Aponeurosis y acción del trasverso. 
Por su contracci;on, combinada con la del diafragma, comprime la cavidad abdominal y 
reparte la presi;on, lo que tiene por efecto deslordosar empujando la columna hacia atrás. 
Es posible que el transverso no sea el único implicado y que otras acciones mus-
culares participen también en esta deslordosis. 
Observemos ahora ciertas fibras del cuadrado lumbar y los diferentes fascícu-
los del psoas, de perfil (fig. 18). 
Vistos bajo este ángulo, estos músculos parecen constituir verdaderas riendas para 
la columna lumbar. Por otro lado suelen llegar al espasmo cuando la columna está 
bloqueada en actitud antálgica. Por este hecho ciertos autores atribuyen al psoas una 
acción deslordosante. 
Esto se podría pensar de sus fascículos principales que se insertan sobre los discos 
intervertebrales, así como cerca de los cuerpos vertebrales desde D I 2 a L5 (el disco 
L5-S1 queda libre). Es cierto que la forma en que se insertan sobre la columna lum-
bar, hace inevitable la comparación con el largo del cuello en la región cervical. No 
será el psoas el sostén convexitario de la columna lumbar? 
En efecto se puede pensar que estos fascículos pueden cerrar el espacio interver-
tebral por delante y de esta forma deslordosar. Pero de hecho, se insertan mucho más 
lateralmente de lo que se piensa y hemos visto en disección que la dirección de las 
fibras de los fascículos principales del psoas, eran únicamente longitudinales, con 
dirección oblicua hacia abajo y ligeramente hacia adelante. 
Además a este nivel, la columna está fisiológicamente lordosada. Me parece pues 
difícil, aun admitiendo la posibilidad de una acción aislada de estos fascículos, que 
puedan ellos solos llevar la columna lumbar a la deslordosis. 
Los fascículos accesorios que se insertan muy posteriormente sobre los tubércu-
los anteriores de las transversas, no pueden de ninguna manera ser considerados como 
deslordosantes. 
Pienso que una vez más, es difícil atribuir una acción a un músculo aislado, sobre 
todo cuando éste está ínt imamente ligado a sus vecinos, desde un punto de vista apo-
neurótico. El psoas está ligado al transverso del abdomen, que se inserta en el vértice 
de las transversas lumbares y a los fascículos iliolumbares del cuadrado lumbar, que 
se insertan sobre los tubérculos posteriores. 
Como conclusión de este párrafo, pensamos pues, que el transverso del 
abdomen y los fascículos iliolumbares del cuadrado lumbar, contribuyen 
por su acción, a la deslordosis que acompaña la inspiración fisiológica. 
Precisemos, que esta acción se hace posible por la retroversión de la pelvis, 
que acompaña también la fase inspiratoria y de lo que se hablará en el 
próximo capítulo. El huesoilíaco da punto fijo al cuadrado lumbar, para 
tirar las vértebras hacia atrás. 
Los Psoas, puestos en tensión por la posteriorización de la columna lum-
bar, reaccionan como un elástico y retoman su longitud en la espiración, 
volviendo a llevar a L3 al vértice de la lordosis. 
36 
Fig.18. Deslordosis en la inspiración por acción del cuadrado lumbar. 
El hueso ilíaco da punto fijo al cuadrado luinbar para llevar las vértebras 
hacia atrás y deslordosar El psoas, puesto en tensión por el retroceso de la columna 
lumbar, reacciona como un elástico y retomando su longitud, vuelve a llevar 
a L3 al vértice de la lordosis en la espiración. 
37 
CONCLUSIÓN D E L PRIMER CAPÍTULO 
Es interesante notar que el diafragma está en el centro de dos espacios her-
méticamente cerrados, aspirado hacia arriba por el vacío pleural y suspendido 
con los órganos intratorácicos a la columna dorsal alta hasta C7. 
Las visceras abdominales igualmente solidarias del diafragma, se benefician 
de esta suspensión y aspiración hacia arriba. 
E l suelo pelviano, de este modo aspirado, se parece más a un diafragma 
que a un suelo. 
Todo esto va a funcionar bien, a condición de que la estructura ósea que lo 
sostiene cumpla correctamente su función sin aplastarse. Es importante insistir 
en la observación de los puntos de suspensión: 
1. Suspensión por las ligaduras aponeuróticas, al segmento proclive dorsal 
hasta C7. Por encima de C7 el cuello está relativamente libre. 
2. Suspensión muscular a la columna cervical por los escalenos, desde los dos 
primeros arcos costales, en la continuidad de los músculos intercostales. 
Esta l igazón muscular corre el riesgo de encadenar el tórax al cuello y el 
cuello al tórax, pero se trata de una tensión que puede ser controlada puesto que 
es muscular. Nosotros disponemos de una llave para preservar, para equili-
brar las tensiones, controlar la estática dorso-cervical, la suspensión de las 
estructuras intratorácicas y abdominales y el funcionamiento del contenido 
de estos espacios sub y supra-diafragmáticos. L a aspiración de este conte-
nido estará favorecida si la columna cervical está bien erguida y libre. 
Para comprender el mecanismo respiratorio, es indispensable describir con 
precisión el diafragma y en particular todas sus relaciones con el conjunto del 
tronco. E s el actor principal de la respiración. Fuertemente ligado a la está-
tica vertebral, es también uno de sus actores. 
39 
Capítulo Segundo 
¿CÓMO 
RESPIRAMOS? 
La respiración y la estática están indudablemente ligadas. 
El diafragma, actor principal de la respiración, depende de la estática. 
Es también actor en la correcta disposición vertebral. 
41 
Es conveniente proponer una teoría sobre los mecanismos de la respiración ri¿.r_-
ra l , es decir, como medio de ventilación para la oxigenación de los tejidos 
Confrontada a las teorías que circulan en el seno de la enseñanza del yoga en occi-
dente y en kinesiterapia, Godelieve Denys Struyf explica su piuito de vista sobre b 
'respiración natural, la respiración forzada y la respiración reeducativa": El modo res-
piratorio varía según las necesidades del organismo y existen diversas modalidades de 
respiraciones naturales, que es necesario diferenciar de la respiración forzada y de las 
respiraciones reeducativas. 
Seguidamente precisaremos el porqué de ciertos tipos de respiración utilizados 
con fines distintos a la pura venti lación (relajación muscular o global...) pero en lo 
que concierne a esta última, retendré las diversas modalidades de respiración natural 
que son puestas en evidencia y definidas en el contexto de la enseñanza G.D.S. 
La respiración depende de la estática de la columna vertebral, de hecho, no seria 
óptima sin tener en cuenta una buena actitud en bipedestación. El emplazamiento de 
la línea de gravedad juega un papel importante en la definición de las tipologías en el 
método G.D.S. y determina las estáticas favorecidas o desfavorecidas en cuanto a la 
posición vertebral y a las consecuencias respiratorias, de todo esto hablaremos más 
adelante. Precisamente, cada t ipo log ía tiene su modo de organ izac ión de las 
palancas proclives de la columna vertebral y coloca su l ínea de gravedad de 
manera favorable o desfavorable con respecto a la columna vertebral y así pues 
con respecto a la respiración. 
Vamos a empezar por definir el abanico de equilibrios de los cuerpos en el plano 
sagital (fig. 19). 
43 
Según G.D.S. 
1. Actitud pulsada 2. Actitud centrada 3. Actitud retenida 
hacia adelante erigida - rítmica hacia atrás 
Fig.l9. Abanico de equilibrios del cuerpo 
en bipedestación, vista sagital. 
La línea verde es una vertical de referencia (según G.D.S.), que se eleva desde abajo, 
más precisamente desde la parte más posterior del empeine del pie. 
La línea azul corresponde a la línea de gravedad, que es la vertical que baja desde la 
mastoides y que se desplaza según la pulsión del individuo. 
Idealmente ambas están superpuestas y todo desplazamiento de la línea de gravedad 
con respecto a la línea G.D.S. permite apreciar la pulsión del cuerpo. 
44 
ABANICO DE EQUILIBRIOS DE LOS CUERPOS 
EN E L PLANO SAGITAL 
1. Línea de gravedad anterior: la línea de gravedad pasa ampliamente por delan-
te de L3 y del centro de las coxofemorales. La actitud es pulsada hacia adelante, sus-
pendida a un encadenamiento muscular posterior. 
En término de cadenas G.D.S., se trata de una actitud que activa un conjunto de 
músculos posteriores, desde los talones al occipital, perteneciendo a una cadena pos-
terior y mediana (iniciales PM). 
Esta actitud evoca una personalidad cerebral, activa, proyectada hacia el futuro, el 
porvenir, la realización. 
2. Línea de gravedad posterior: pasa por detrás del cuerpo vertebral de L3 y del 
centro de las articulaciones coxofemorales. 
Es una actitud retenida hacia atrás, suspendida a un encadenamiento de músculos 
anteriores y medianos, desde el dedo gordo al m e n t ó n . En t é r m i n o s de cadenas 
G.D.S. se trata de una tipología llamada anteromediana (iniciales AM). 
Evoca una personalidad más "estática"ttmQnáo necesidad de anclaje, de base, de 
apoyo, sobre todo sensible y afectiva. 
3. Línea de gravedad central: están representadas dos actitudes cuyas estructu-
ras se organizan alrededor de una línea de gravedad central que se confunde con la 
vertical de referencia descrita por G.D.S. (fig. 19): esta línea de gra\edad pasa por la 
cara anterior de los cuerpos vertebrales, tangente a L3 y cerca de C4-C5. 
Después de haber tocado L3, cae al aplomo del eje que une los dos centros coxo-
femorales. 
Llega al final a un eje transversal colocado a nivel de la parte más posterior del 
empeine del pie, por delante de los tobillos. 
Una de las dos actitudes está naturalmente erguida sin tensión, ni en encadena-
miento muscular anterior ni en posterior. Está en una situación particular que libera la 
.actividad de los músculos profundos de la columna vertebral y del tórax. Liberados de 
inhibición ligada a la actividad de los grandes músculos superficiales, los pequeños 
fascículos profundos de la columna vertebral, se activan e intervienen en la alineación 
correcta de las piezas vertebrales. 
Estos músculos regulan la inclinación de las palancas proclives y declives y están 
í la \"ez implicados en el proceso respiratorio. Se activan, cuando las tensiones inhibi-
vr ias que fijan las costillas están reducidas. 
45 
E l diafragma figura entre estos músculos y está sometido a las tensiones de 
las cadenas anteriores y posteriores. 
Detrás de esta actitud erguida hacia el cénit que acabamos de mencionar, se perfi-
la una actitud más aplastada. La primera coloca las masas corporales en rectitud más 
cerca de la vertical de gravedad, mientras que la segunda, más rítmica, coloca las tres 
masas corporales en equilibrio estable, de un lado y del otro de esta misma vertical 
central. 
Estas dos actitudes, una erguida hacia arriba, la otra aplastada hacia abajo,for-
man una pareja y corresponden a dos conjuntos musculares que se controlan 
mutuamente (fig. 20): 
- Uno posteroanterior (PA) debe su apelación al hecho de estar constituido por 
músculos de dirección sagital, más numerosos en el tronco posteriormente. 
- E l otro anteroposterior (AP) constituido por músculos que también tienen una 
dirección sagital, pero en este caso más numerosos anteriormente sobre el cuerpo y 
los miembros. 
PA actúa esencialmente en la parte superior de la columna vertebral, con la 
ayuda de los músculos prevertebrales, músculos profundos anteriores de la columna 
cervical y dorsal alta. 
Reduce la lordosis cervical, endereza la palanca proclive superior descrita 
anteriormente y mantiene la columna en rectitud. 
A P corrige la rigidez de esta rectitud con la ayuda de otros músculos anteriores, 
los escalenos que reinstalan la lordosis. 
Es pues la actitud llamada PA-AP la que vamos a estudiar para describir la res-
piración más natural (fig. 21): esta cadena nos lleva a una actitud vertebral cuyas cur-
vas están correctamente ritmadas, pero poco acentuadas. La nuca en particular, es 
característica en esta actitud PA-AP, es larga, prácticamente sin curva, enderezándose 
a partir de C7 en la prolongación de una palanca proclive superior suavemente incl i -
nada hacia adelante. 
Este tipo de cuello ofrece puntos de suspensión elevados, lo que es ideal para las 
aponeurosis profundas y para la inserción de los músculos escalenos que amarran las 
dos primeras costillas al cuello. Por otro lado, la apófisis espinosa de C7, particular-
mente larga, constituye, cuando no está demasiado flexionada hacia adelante una 
palanca particularmente eficaz para soportar la carga suspendida a los cuerpos verte-
brales por delante. 
Para respirar correctamente, en las condiciones de la vida activa, 
es necesario estar correctamente erguido y rítmico. 
Vamos a describir en adelante, los diferentes mecanismos de esta respi rac ión 
natural. 
46 
Actitud "erguida'' 
Son A P 
los músculos 
lordosantes 
Largo 
del cuello 
Escalenos 
Psoas 
Suboccipitales 
(D 
Los músculos 
intrínsecos 
de la columna 
vertebral son PA 
Transversos 
espinosos 
Diafragma 
Transverso 
del 
abdomen '^i 
Actitud "aplastada'' 
Fig. 19. Ritmo de las curvas ligadas a la tensión recíproca 
de los conjuntos musculares PA y AP 
47 
PA: 
Largo del cuello, 
suboccipitales, 
transverso espinoso, 
diafragma, 
y trasverso del abdomen. 
AP: 
Escalenos 
y psoas 
D7 - D8 Chamelas 
D8 - D9 Ínter - arcos 
Arco inferior 
Fig.21. Esquema de la actitud espontánea 
de extensión axial PA ritmada por AP 
Resultado de esta forma de curvas vertebrales: La parte alta de la columna vertebral está 
I en rectitud, mientras que la lordosis está más marcada en la zona dorso-lumbar. 
49 
Recto 
lateral 
Recto 
anterior 
menor 
Recto 
anterior 
mayor 
Fig.22. Los pre-cervicales 
El largo del cuello tapiza lateralmente 
la cara anterior de los cuerpos verte-
brales desde C l a D3. 
Fig.23. Los Músculos de 
la erección vertebral en 
la región cervical 
(según G.D.S.) 
Los pre-cervicales: Largo del cue-
llo, rectos anteriores mayor y 
menor, borran la lordosis cervical y 
orientan la cima del cráneo hacia el 
cénit. Los suboccipitales, recto 
posterior mayor y menor y los obli-
cuos menores, llevan C l y C2 
hacia atrás. Los oblicuos mayores 
hacen avanzar C2 y retroceder C l , 
coaptando la articulación atloidea-
odontoides. 
Recto 
anterior menor 
Recto 
anterior mayor 
Largo 
del cuello 
Recto posterior 
menor 
Recto posterior 
mayor 
Oblicuo 
menor 
Oblicuo 
mayor 
Transverso 
espinoso 
50 
MECANISMO D E L 
AUTO-ENDEREZAMIENTO R E F L E J O 
M Ú S C U L O S D E L A E R E C C I Ó N 
V E R T E B R A L R E F L E J A 
Los precervicales (fig. 22 y 23) borran la lordosis cerical y orientan la cima del 
cráneo al cénit produciendo una ligera flexión de la cabeza. 
Los que practican el yoga buscan conscientemente esta posición, colocando la 
nuca en esta ligera tensión que alarga la columna vertebral. 
Los suboccipitales (fig. 23) son puestos en tensión y son llevados hacia arriba por 
el ascenso del occipital. 
Los rectos posteriores menores y los oblicuos menores toman punto fijo en el 
occipital para posteriorizar la primera cervical con respecto al occipital. 
De la misma manera, los rectos posteriores mayores, llevan C2 hacia arriba, esto 
va a poner en tensión y dar punto fijo a los transversos espinosos que comienzan a 
este nivel. 
Los oblicuos mayores hacen avanzar C2 bajo Cl y posteriorizan Cl sobre C2 lo 
que tiene por efecto alinear C2 bajo Cl y coaptar la articulación atloideo-odontoides. 
Los fascículos musculares del transverso espinoso son verdaderos centinelas de 
las articulaciones vertebrales (fig. 22y 23): experiencias electromiográficas pusieron 
en evidencia que los fascículos musculares profundos de la columna vertebral, que 
pertenecen a la cadena PA-AP, no participan necesariamente en el movimiento de 
extensión de la columna vertebral (arqueamiento posterior), realizado por los múscu-
los paravertebrales más superficiales, curiosamente estos pequeños músculos se acti-
van para frenar una flexión de la columna vertebral. 
Pareciera que todas las capas musculares que cubren posteriormente la columna 
vertebral no son obligatoriamente solidarias y susceptibles de cumplir las mismas 
funciones: cuanto más profundos son los fascículos musculares, estrechamente aso-
ciados al sistema ligamentario de contención articular, más se puede comparar a la de 
un centinela, a la de un ligamento activo que protege la articulación y regula sus posi-
ciones. 
Los músculos de PA están próximos a los ligamentos, cápsulas y aponeurosis, 
G.D.S. los llama en forma imaginaria: "músculos centinelas". 
La acción de los fascículos del transverso espinoso, vistos bajo esta óptica es sus-
ceptible de ser descrita de una manera diferente con respecto a la descripción clásica, 
4|ue los clasifica entre los músculos lordosantes de la columna vertebral. 
51 
Seguidamente vamos a a desarrollar la teoría de Godelieve Denys-Struyf, pero 
antes de entrar en detalles, es necesario realizar un recuerdo anatómico con respecto a 
los diferentes fascículos del transverso espinoso. 
Clásicamente existen dos teorías (fig. 24): 
Winckler describe cuatro fascículos que nacen en una misma apófisis espinosa y 
llegan al vértice de las apófisis transversas de las cuatro vértebras sub-yacentes. 
Por otro lado, distingue los dos fascículos nacidos de la lámina de una vértebra: 
laminar corto y laminar largo, de los dos fascículos nacidos de las espinosas de esa 
misma vértebra: espinoso corto y espinoso largo. 
Trolard describe cuatro fascículos, pero partiendo de una transversa que llegan a 
las láminas y a las espinosas de las cuatro vértebras supra-yacentes. 
Las dos teorías no son tan diferentes como pareciera, es suficiente para compro-
bar esto, disponer todos los fascículos de los transversos espinosos en cada segmento 
de la columna vertebral, procediendo según Winckler de un lado y según Trolard del 
otro. Obtenemos la misma imagen en forma de pino (fig. 25). Parece simplemente que 
Trolard comenzó a disecar desde el sacro, mientras que Winckler comenzó a nivel 
cervical. 
Para terminar con el repaso anatómico, recordemos que los transversos espinosos 
están presentes desde C2 hasta el sacro, donde se sitúan por debajo de la porción apo-
neurótica de la masa común, que sirve de punto de anclaje a los músculos paraverte-
brales más superficiales y laterales. 
Para comprender bien la fisiología de estos músculos, es necesario recordar el 
punto de partida del impulso que recorre el encadenamiento muscular postero-ante-
rior: 
\ E l largo del cuello y los pre-vertebrales posteriorizan la columna cervical y 
producen una ligera anteflexión de la cabeza, esta acción pone en tensión los elemen-
tos musculares situados por detrás de la colunma. 
2. Los suboccipitales son, efectivamente, llevadospor el ascenso del hueso occi-
pital. Fijados de esta manera a sus inserciones superiores, ajustan la posición de C l y 
de C2 por debajo del occipital. 
3. De esta forma, C2 se vuelve punto fijo para los primeros fascículos de los 
transversos espinosos (fig. 26). Puestos en tensión a partir de su inserción superior, 
van a tener una función particular,/M«C/Ó« de asegurar en la mejor posición de ajuste, 
la perfecta coaptación de las articulaciones vertebrales colocadas en extensión axial. 
52 
Laminar 
corto 
Laminar 
largo 
Espinoso 
corto 
Espinoso 
largo 
Lámina 
Apófisis 
espinosa 
Apófisis 
transversas 
Fig.24. Los fascículos del transverso espinoso (según Rouviére) 
Teoría de Wincler: 
Cuatro fascículos a partir 
de la lámina y de la espi-
nosa de una vértebra 
hacia el vértice de las 
transversas de las cuatro 
vértebras subyacentes, a 
veces cinco. 
Teoría de Trolard: 
Cuatro fascículos a partir 
de una transversa hacia 
las espinosas de dos vér-
tebras suprayacentes y 
las láminas de las dos 
siguientes. 
53 
Fig.25. Espigas de los transversos espinosos "in situ" 
Las dos teorías no son tan diferentes como parece, para darse cuenta, basta disponer 
todos los fascículos en todos los niveles vertebrales, procediendo según Winckler de 
un lado y segtín Trólard del otro. Obtenemos la misma imagen en forma de pino. 
55 
Vamos a estudiar esta acción particular de los fascículos de los transversos espi-
nosos en los diferentes segmentos de la columna vertebral: 
- A nivel cervical (fig. 27): las espinosas están sobre la misma horizontal que las 
transversas y estas transversas están orientadas lateralmente y por delante de las lámi-
nas. 
Los fascículos cortos "posteriorizan la vértebra inferior con respecto a la supe-
rior". Si consideramos que esto se reproduce en todos los segmentos subyacentes a 
Cl, podemos comprender que estos fascículos puedan fijar la columna cervical en 
deslordosis. 
Los fascículos largos, que cruzan perpendicularmente las superficies articulares, 
son sobre todo coaptadores. Quiero insistir sobre el hecho de que esta fisiología sólo 
es posible a condición de que los miisculos precedentes les ofrezcan un punto fijo 
superior. 
En el segmento proclive de la columna dorsal (fiig. 28): se trata de la porción de 
columna comprendida entre C7 y D8, que está inclinada hacia adelante. 
Las espinosas de las vértebras dorsales descienden mucho, mientras que las trans-
versas están elevadas y muy por detrás de las láminas. Esto hace cambiar completa-
mente la orientación de los fascículos del transverso espinoso y particularmente del 
laminar corto que invierte su acción con respecto a sus homólogos cervicales (fig. 28 
y 29). 
Los fascículos laminar corto y laminar largo dejan de posteriorizar y al contrario 
hacen avanzar la vértebra de abajo con respecto a la de arriba. 
Cuando la cifosis es importante, por su contracción en cuerda de arco, los trans-
versos espinosos se comportan como verdaderos ligamentos activos, frenando la diso-
ciación de las articulaciones vertebrales posteriores, por deslizamiento hacia adelante 
de la vértebra de arriba sobre la de abajo (fig. 29 b). 
De hecho, en todos los casos se ocupan de mantener las superficies articulares 
"vis a vis" lo que es la verdadera definición de coaptación. 
Cuando hay demasiada decoaptación, es decir, riesgo de entorsis de los ligamen-
tos intervertebrales, los transversos espinosos se contraen en defensa y bloquean dos o 
más vértebras, unas con respecto a las otras. 
Los fascículos espinoso corto y espinoso largo, manteniendo el vértice de la cifo-
sis en una verdadera hamaca (fig. 30), juegan el papel de "sostén convexitario poste-
rior" e intervienen para fi-enar la cifosis extrema. 
En la electromiografía se observa que estos miisculos entran en acción, cada vez 
que la cifosis aumenta. En los sujetos cifóticos, están tensos y son dolorosos. 
56 
Según 
Godelieve 
Denys-Struyf 
Fascículos cortos 
Suboccipitales 
Fascículos Largos 
Fig.26. Los transversos espinosos de perfil en la zona cervical 
Los primeros fascículos de los transversos espinosos entran en juego de la misma 
manera que los suboccipitales que le han dado punto fijo a nivel de C2. 
Desde un punto de vista morfológico, las espinosas de las vértebras cervicales están 
en la misma horizontal que las transversas y éstas están orientadas lateralmente por 
delante de las láminas. 
Nota: Cuando decimos que una vértebra "retrocede o avanza", no se trata de un macro-movimien-
to. ni tampoco de un desplazamiento, sino de una tensión muscular que se ejerce a manera de... 
Decimos que los fascículos cortos del transverso espinoso, a nivel cervical, posteriorizan la vérte-
bra inferior con respecto a la superior en el sentido de una deslordosis. 
Esto se puede traducir de la siguiente forma: La columna cervical ya está en deslordosis por la 
acción de los prevertebrales, ahora, los "centinelas" de las articulares cervicales van a impedir que 
la vértebra retome su posición lordosada. Esto se realiza por la tensión que se ejerce en el sentido 
de una translación hacia atrás de la vértebra concernida. 
Fig.27. Acción de los fascículos cortos 
de los transversos espinosos 
57 
Fig.28. Los fascículos 
cortos del transverso 
espinoso a nivel cervi-
cal y proclive dorsal. 
Desde el punto de vista morfoló-
gico, las espinosas de las vérte-
bras dorsales descienden más 
con respecto a las transversas 
que están elevadas y muy por 
detrás de las láminas. Esto cam-
bia completamente la orienta-
ción de los fascículos del tras-
verso espinoso y más específica-
mente del laminar corto, que 
invierte su acción con respecto a 
sus homólogos cervicales. 
Laminar corto 
Laminar laigo 
Laminar corto 
Fig.29. Acción del lami-
nar corto a nivel procli-
ve dorsal. 
a. A partir de un punto fijo 
superior, hace avanzar la vérte-
bra inferior con respecto a la 
superior. 
b. A este nivel, la gravedad tien-
de a flexionar este segmento y 
lleva la vértebra superior hacia 
adelante con respecto a la de 
abajo, se comporta entonces 
como un verdadero ligamento 
activo frenador de la disociación 
de las articulares posteriores. 
Segmento 
proclive dorsal 
59 
- En el segmento declive de la columna dorsal, es decir, el segmento vertebral 
de D8 a L3, que está inclinado hacia atrás, la orientación de las superficies arti-
culares posteriores, es aquí diferente, y se puede comprender que a este nivel la 
gravedad tendrá tendencia a decoaptar y a llevar las vértebras en deslizamiento 
hacia atrás. 
Los fascículos cortos coaptan (fig. 31) y limitan la "retrolistesis" con la 
ayuda de los pilares del diafragma. 
La electromiografía revela que los fascículos largos intervienen sólo 
para frenar el enrollamiento del tronco. 
-A nivel lumbar, según el Dr. Samuel, no hay laminar corto. 
De todas formas, por la dirección de sus fibras, al no poseer un brazo de palan-
ca suficiente en el plano sagital, dejan de ser deslordosantes como a nivel cervi-
cal, y son únicamente coaptadores, al ser perpendiculares a las superficies arti-
culares (fig. 32). 
A nivel dorsolumbar, parece ser pues, que la lordosis está favorecida, esto 
aclara aún más la idea que hemos desarrollado en la páginas 35 y 37. 
No hay solamente una forma de describir las acciones muscula-
res. La diversidad de las situaciones del cuerpo en movimiento y 
de las actitudes, ciertamente intervienen, pero es sobre todo la 
solidaridad de los músculos, sus interacciones y las influencias 
que sufren las cadenas articulares por los encadenamientos apo-
neuróticos, lo que nos obliga a considerar sus acciones a partir de 
otros puntos de vista. 
60 
Fig.30. Los transversos espi-
nosos a nivel del segmento 
declive dorso-lumbar y a 
nivel lumbar 
A nivel dorsal, los fascículos largos de 
los transversos espinosos intervienen fre-
nando la cifosis en una verdadera hama-
ca y se comportan como un "sostén con-
vexitario" (término atribuido al Dr. 
Samuel). 
A nivel lumbar,según el Dr. Samuel, no 
habría más laminar corto. De todas mane-
ras, por la dirección de sus fibras, los 
transversos espinosos prácticamente no 
tinen ya acción deslordosante en el plano 
sagital. Serían más bien lordosantes. 
Fig.31. Acción de los fascículos cor-
¡ tos del transverso espinoso en el 
I segmento declive dorso-lumbar. 
i 
La orientación de las carillas articulares es dife-
rente con respecto al segmento proclive dorsal. 
Por este hecho, los fascículos cortos del trasverso 
espinoso son de nuevo coaptadores y limitan la 
retrolistesis. 
61 
Según 
WINKLER 
Según 
de TROLARD 
Fig.32. Los transversos espinosos 
a nivel lumbar 
Según el Dr. Samuel, no existen los laminares cortos a nivel lumbar. 
Como las carillas articulares son sagitales, los fascículos del transver-
so espinoso, tienen más, en el plano frontal una acción, de coaptación 
de las articulares. 
63 
Fascia 
endotorácica 
Centro 
frénico 
Transverso 
del abdomen 
Fig.33. 
Erección vertebral refleja 
Músculos centinelas del eje vertical 
La respiración del hombre en bipe-
destación está fuertemente ligada a la 
estática vetebral y a sus posibilidades 
de erección refleja que dependen de 
la cadena postero-anterior. 
En situación de equilibrio estático de 
esta cadena P-A, a semejanza de una 
onda vibratoria que recorre la colum-
na vertebral, se van a suceder varias 
fases desde arriba hacia abajo. 
Pilares 
del diafragma 
64 
Ahora que tenemos a todos los protagonistas en su sitio de actuación. podemo> 
describir este mecanismo (fig. 33): 
J) Todo comienza pues, arriba y adelante, con una ligera flexión de la cabeza 
sobre la columna cervical, bajo la acción de los prevertebrales. 
2) Esto tiene por efecto abrir el espacio sub-occipital y estimular la acción de los 
suboccipitales que, a paitir de un punto fijo superior, inician la posteriorización de Cl 
y C2 bajo el occipital. 
A partir de C2 aparecen los transversos espinosos que, coaptando las articulares 
posteriores, van a favorecer el retroceso de las vértebras subyacentes. Esta acción, 
combinada con la acción de "sostén convexitario" que realiza el largo del cuello en la 
parte anterior, da por resultado la rectitud cervical. 
^ Este impulso se propaga seguidamente hacia abajo, por la oblicuidad de los 
transversos espinosos dorsales que participan en la abolición de las curvas, hasta 
D9-D10. 
(4)A partir de D12, hemos visto que la acción de los trasvesos espinosos es menos 
importante, y cede el lugar a la acción de los agonistas-antagonistas diafragma-psoas 
y transverso del abdomen, que juegan el juego sutil de "suficiente pero no demasia-
da lordosis". 
En efecto, hemos visto que a este nivel varios imperativos priman: 
- D12 debe ser mantenida en buena posición para garantizar los arcos de la 
columna, y es el diafragma el que asegura esta función estática. 
- L3 debe mantenerse horizontal y vértice de la lordosis. y son los psoas los 
encargados de mantenerla en esta posición. 
Es a partir de esta "vigilancia" 
raquídea que vamos a poder 
realizar la inspiración de tipo 
dinámica 
65 
MECANISMO DE 
LA RESPIRACIÓN NATURAL 
Era indispensable describir con precisión el diafragma, como así también sus rela-
ciones con el resto del cuerpo, ya que él es el actor principal de la respiración. 
Aceptadas estas bases, es necesario describir los mecanismos periféricos que van 
a participar en esta acción. 
Como habíamos precisado antes, conviene distinguir: 
- la respiración de tipo adinámica. 
- la respiración de tipo dinámica. 
- la respiración forzada. 
67 
Fig.34. a. 
Respiración adinámica 
"Respirar con el abdomen" 
en posición de reposo es correcto 
N.B. Según un artículo escrito por un 
profesor de yoga: "La respiración al 
derecho y al revés", Claudio Marechal, 
instructor de yoga, confirmó a Mademe 
Struyf que la "respiración al derecho" 
debía ser revisada. 
Según él, en Madras, India, Desikachar 
aseguraba que los antiguos yoguis utili-
zaban la respiración torácica posterior. 
La llamada respiración abdominal es 
una respiración "al revés", impuesta por 
la necesidad de reeducar un organismo 
que "no sabe respirar". 
Fig.34. b. Actitud adinámica 
Esquema de G. Denys-Struyf. 
"Respirar con el abdomen" en posición erecta es 
contrario a la fisiología. 
RESPIRACIÓN 
CVÁMICA 
Es la respiración de reposo, del hombre acostado, sentado con espalda ap>?̂ .ii¿í : 
•ctiatro patas. Este tipo de respiración corresponde a las necesidades mínimas ¿e c^-
groo dada la inactividad del sujeto. "Se respira con el abdomen". Es una respiracüm 
«wf una intervención muscular mínima: 
- Ninguna tensión en el músculo transverso. 
- Ninguna fijación de las primeras costillas. 
- Ninguna fijación dorsal. 
Esta respiración es únicamente diafragmática (Fig.34 a): el diafragma, contra-
yéndose, rechaza la masa visceral y al final de su excursión encuentra una resistencia 
y despliega un poco la base del tórax que aumenta ligeramente su volumen inferior. 
De hecho, la respiración se vuelve de tipo pasiva, normal y suficiente para el esta-
do de reposo y las posiciones del cuerpo no impiden el retorno venoso. 
Sin embargo hay actitudes en bipedestación, sin vigilancia vertebral, actitudes en 
donde la actividad de los músculos profundos de la columna vertebral es deficiente. 
Tomemos el ejemplo de una actitud de tipo AP sin soporte PA (Fig.34 b). La modali-
dad respiratoria adinámica es adoptada por estas tipologías, presentando una actitud 
vertebral aplastada: 
- La pelvis está basculada hacia adelante sobre un recurvatum de 
rodillas. 
- El tórax está posteriorizado y aplastado, lo mismo que el segmento 
dorsal superior. 
- El cuello proyecta la cabeza hacia adelante. 
La columna al no estar suficientemente apuntalada, no puede dar un punto fijo a 
los músculos capaces de elevar las costillas, como los escalenos pero sobre todo al 
diafragma, que requiere su punto fijo sobre la fascia endotorácica. 
El juego de presiones y depresiones entre las cavidades torácica y abdominal es 
insuficiente y por este hecho, la circulación venosa de retorno y la circulación linfáti-
ca se van a encontrar contrariadas. 
"Respirar con el abdomen " es completamente natural en situación de 
reposo pero completamente erróneo cuando el tronco está erguido 
(ver encuadre Fig. 34 ) . 
69 
RESPIRACIÓN F O R Z A D A 
D E T I P O A D I N Á M I C A 
No habiendo soporte vertebral para accionar los supracostales, el sujeto eleva la 
parte superior del tórax con los músculos anteriores (esterocleidomastoideos, pectora-
les menores y otros) lo que genera espasmos y hasta sensaciones de angustia. 
70 
L A RESPIRACIÓN 
DINÁMICA 
Corresponde a la respiración del hombre en estado de vigilancia, es decir de pie 
en actividad. Esto está fuertemente ligado a la estática vertebral y a sus posibilidades 
de erección refleja, que dependen de la actividad de los músculos de la cadena poste-
ro-anterior (PA). 
En situación de equilibrio estático, a manera de una onda vibratoria que recorre la 
columna vertebral, se van a suceder varias fases, de arriba hacia abajo y de atrás 
hacia adelante, correspondiendo a la activación de los diferentes músculos actores de 
la erección refleja, así como de los que van a participar en la puesta en escena de los 
decorados que necesita el diafragma para jugar su papel de actor principal (Fig. 35): 
Inspiración de tipo dinámica 
Vamos a describir de arriba a abajo, todas las acciones musculares. 
(\) Los escalenos a partir del punto fijo superior que les ofrece la columna cer-
vical al posteriorizarse, fijan las dos primeras costillas hacia arriba. Esto tiene por 
efecto garantizar la buena posición del ángulo de Louis y evitar la depresión inspira-
toria paradójica de la parte superior del tórax, que describiremos mas adelante. 
Por otro lado, los escalenos ponen en actividad a los músculos intercostales exter-
nos, cuya dirección de fibras (oblicuas hacia arriba y atrás) es la misma y en las cua-
les se prolongan(Fig. 12). 
Estos ocupan prácticamente todo el espacio intercostal, desde la articulación cos-
totransversa por detrás, a la articulación condrocostal por delante. Protegen la caja 
torácica del aplastamiento por la presión atmosférica. 
Los intercostales medios sólo ocupan la parte anterior de este espacio, los internos 
están presentes lateralmente y tienen una dirección de fibras diferentes (hacia abajo y 
atrás). 
La actividad de los intercostales externos propagándose hacia abajo y adelante 
con el conjunto de la caja torácica, tienen por efecto solidarizar las costillas. 
(D A nivel dorsal, los supracostales se prolongan en los transversos espinosos, 
los cuales tienen la misma dirección de fibras, hacia el borde superior de las costillas 
inferiores (Fig. 36). Se extienden desde las apófisis trasversas de las vértebras de C7 a 
DI 1 al borde superior de las costillas subyacentes, por dentro del ángulo posterior. A 
menudo el primero está fusionado al escaleno posterior. Su talla aumenta gradual-
mente hacia abajo y algunos autores reconocen su acción solamente a partir del tercer 
arco costal. 
71 
Los supracostales, como los escalenos, tienen la misma dirección de fibras que los 
intercostales externos, en los cuales se prolongan, la contracción de estos los activan. 
Los supracostales mantienen en su sitio el brazo menor de la costilla, elevándola. 
E l dorsal largo (Fig. 37) puede así hacer girar el brazo menor sobre si mismo, 
sin subluxarlo hacia abajo, y de esta manera mantener la buena orientación del brazo 
mayor. Recordemos de paso que esta buena orientación del brazo mayor, se acerca 
más a los 45° de inclinación que a la horizontal, como frecuentemente se representa en 
los tratados de anatomía. Podemos perfectamente comprobarlo en nosotros mismos. 
(3)A nivel lumbar, los transversos espinosos transmiten la tensión a las inser-
ciones vertebrales del transverso del abdomen. Esta puesta en activación va a pre-
parar al trasverso del abdomen para responder a la contracción de su antagonista 
directo, el diafragma. Muchos autores le atribuyen el rol de darle punto fijo al centro 
frénico. No soy el único en pensar que es principalmente la fascia endotorácica 
quien da punto fijo al centro frénico (Fig. 35), pero a condición, evidentemente, de 
que la columna cervico-dorsal desde C7 a D4 pueda enderezarse y ofrecerle punto 
fijo superior. Y no es menos cierto que el transverso del abdomen controla la pre-
sión intra-abdominal y la dirige hacia arriba, en la inspiración, lo que contribuye 
al enderezamiento del tronco por un lado, y evita el exceso de presión en la pelvis 
menor por otro lado. 
Este mismo transverso (transversus abdominis) se prolonga en la cara endotoráci-
ca del esternón, en el triangular del esternón (transversus toracis). Estos dos mús-
culos están representados como uno solo, en una reproducción de disección, en cera, 
en el museo de anatomía de la Facultad de Medicina de Florencia. 
A partir del esternón y del apéndice xifoides, el triangular del esternón envía digi-
taciones en estrella, hacia afuera y arriba, hacia los 6°, 5°, 4°, 3° y 2° cartílagos con-
drocostales (Fig. 38) 
El triangular del esternón suspende el esternón al resto de la caja torácica (T), 
pero se puede decir también que limita la elevación excesiva de las costillas con res-
pecto al esternón. 
Veremos que, en los casos donde la tensión es excesiva, este músculo puede blo-
quear considerablemente el juego costal. 
La tonicidad de los rectos mayores del abdomen está ciertamente incriminada 
para mantener el esternón vertical, mientras que el trasverso controla la apertura 
del ángulo de Charpyy también la excesiva elevación del tórax inferior (Fig. 38,(?)), 
este mecanismo va a evitar la disociación estemo-costal durante la inspiración. 
Una vez colocado todo en su sitio, el diafragma va a elevar la parrilla costal de 
esta forma solidarizada. El arco costal, al estar en torsión sobre si mismo, va a per-
mitir al diafragma, aumentar todos los diámetros torácicos a partir de un simple 
movimiento de elevación de la caja torácica. 
72 
Fig.35. Mecanismo 
de la respiración dinámica 
Fase inspiratoria 
Descripción de las acciones musculares 
que participan en la "puesta en escena y 
decorados" que necesita el diafragma para 
ejecutar su rol de actor principal. La onda 
vibratoria que se propaga desde arriba 
hacia abajo (en azul), t ambién se propaga 
dése atrás hacia adelante (en rojo). 
Intercostaie; 
externos 
del abdomen 
73 
Laminar 
corto 
Laminar 
largo 
Espinoso 
corto 
Espinoso 
largo 
Supracostal 
Intercostales 
externos 
Supracostal 
Fig.36. Relación entre 
los transversos espino-
sos, supracostales e 
intercostales externos 
Todos estos múscu los mantienen 
relaciones aponeurót icas eviden-
tes, esto solidariza unos con res-
pecto a otros en su actividad. 
A d e m á s sus fibras tienen la 
misma dirección, lo que favorece 
aún más el paso de la tensión de 
unos a otros. 
Fig.37. Complementaridad 
supracostal- dorsal largo 
en la posición costal. 
Los supracostales mantienen en su 
sitio el brazo menor de la costilla ele-
vándola . E l dorsal largo puede así 
hacer girar el brazo menor sobre si 
mismo, sin subluxarlo hacia abajo y 
de esta forma mantener la buena 
orientación del brazo mayor. 
75 
Fig.38. El triangular del esternón 
y el transverso del abdomen 
El triangular del esternón solidariza el esternón a las costillas y las costi-
llas al esternón. 
El transverso del abdomen controla la apertura del ángulo de Charpy y la 
expansión del contorno torácico inferior. ¿N o part icipará acaso en el fenó-
meno llamado de ampl iac ión torácica? 
Observemos de paso las inserciones del diafragma que, como lo hemos 
precisado anteriormente, están muy ligadas a la de ambos transversos. 
77 
Todo lo que hasta ahora hemos descrito se reproduce en cada contracción inspira-
toria del diafragma y notemos que todos los mtisculos activos en esta "puesta en esce-
na forman parte de un mismo encadenamiento musculo-aponeurótico descrito por 
Madame Struyf bajo el nombre de cadena postero-anterior PA (Fig. 39). 
L a fase espiratoria 
en la respiración de tipo dinámica 
Esta fase corresponde a la relajación de las acciones musculares precitadas, a 
excepción de la vigilancia vertebral, en particular a nivel cervical. 
Es lo que habitualmente se denomina "compliance" torácica, que está, para citar 
a Kapandji, "directamente ligada a la elasticidad de los elementos anatómicos del 
tórax y de los pulmones", que lleva a la caja torácica a su posición de partida, desde la 
relajación de las acciones musculares. 
Para comprender mejor este fenómeno, es conveniente detenerse un instante en 
la fisiología costal: el arco costal está articulado posteriormente con el disco inter-
vertebral y la apófisis transversa de la vértebra inferior (Fig. 37). Está articulado ante-
riormente con el esternón, por intermedio del cartílago costal. 
Las cuatro primeras costillas tienen un cartílago propio, mientras que laS/CÓstillas 
5" a 10"* lo tienen en común. Las dos últimas no están articuladas por de|aiíte. 
En su movimiento gira sobre si misma, a nivel de su inserción discal, mientras que 
toma apoyo sobre la transversa que la sostiene por fuera. 
Si se observa atentamente los arcos costales desde el 4° al 10°, nos daremos cuen-
ta que están torcidos sobre ellos mismos. Cuando se habla de la torsión de un hueso, 
significa que sus dos extremidades están en rotación en sentido opuesto. 
Para hacernos integrar la torsión del arco costal, G.D.S. la compara con el brazo. 
Se puede realizar esta experiencia colocando un brazo delante de nosotros como en 
la figura 40 a: La rotación externa atrás, para ello, llevar activamente la raíz de este 
brazo, hacia abajo y hacia afuera con respecto al cuerpo. 
La rotación es interna por delante, para ello, sin relajar el primer esftierzo de rota-
ción externa proximal, llevar pasivamente con la ayuda de la otra mano, vuestra 
muñecao vuestra mano hacia abajo y hacia dentro. 
Sin relajar la torsión, vais a curvar este brazo, para darle la forma de un arco cos-
tal, como lo muestra la flecha azul en la figura 40 b. 
La rotación que se impone a la extremidad anterior del brazo, parecería ahora más 
una rotación externa, debido a la forma curva adoptada por vuestro brazo, y sin 
embargo sigue siendo interna e inversa de la de su extremidad proximal. 
78 
Fig.39. Encadenamiento muscular postero-anterior 
(Esquema de G. Denys-Struyf) 
Está presente solamente a nivel del tronco y comprende dos grupos de músculos : 
- Los músculos más posteriores, los transversos espinosos, que constituyen el 
grupo de centinelas del eje vertical. 
- Los músculos más anteriores, entre ellos el diafragma, que constituyen el grupo 
de respiratorios y presores. 
79 
Tratad de imaginar que este brazo es realmente una costilla suplementaria de 
forma que acompañe el movimiento de la caja torácica en la inspiración y en la espi-
ración ¿Qué ocurre? 
La inspiración acentiia la rotación interna de la extremidad distal de este arco cos-
tal al mismo tiempo que la externa de su extremidad proximal, la costilla se tuerce 
aún mas sobre si misma en la inspiración. 
El esternón queda vertical en todas las situaciones, tanto en la inspiración como 
en la espiración y de esta forma la octava dorsal es mantenida vértice de la cifosis y 
se opone así a la tonicidad excesiva de los músculos posteriores. 
El esternón es mantenido en buena posición por la tonicidad de los rectos mayores 
del abdomen, mientras que el triangular del esternón los solidariza a los 2° a 6° cartí-
lagos costales (Fig. 38). Se puede considerar que durante la inspiración, las costillas 
ponen en tensión este músculo, por su movimiento de elevación y de rotación interna 
distal. 
Su tonicidad asociada a la elasticidad de los cartílagos costales lleva, a la mane-
ra de un elástico que ha sido estirado, el tórax anterior hacia abajo. 
A excepción de la espiración forzada, el tiempo espiratorio será pasivo. 
80 
Rotación 
extema proximal Rotación 
interna distal 
a. Arco costal - Vista lateral 
Rotación 
extema proximal 
Rotación 
interna distal 
a. Arco costal - Vista posterior 
Fig.40. Torsión del arco costal 
a. El arco costal está torcido sobre él mismo y esta torsión asocia una rotación 
extema proximal a una rotación interna distal (flechas rojas). 
b. Está también incurvado longitudinalmente y hacia adentro (flecha azul). 
81 
L A RESPIRACIÓN FORZADA 
A partir de la respiración dinámica natural, aquí van a intervenir dos conjuntos 
musculares secundarios. 
Hemos visto tres conjuntos musculares de los cuales uno de ellos es doble, con-
juntos que se ponen enjuego para la equilibración del cuerpo en bipedestación en el 
plano anteroposterior. 
Madame Struyf describe igualmente dos grupos musculares que determinan un 
modo de equilibrio observable principalmente en el plano frontal: 
- E l encadenamiento posterolateral, P L está asociado al aumento de la base de 
apoyo (Fig. 41). Todos los músculos del cuerpo que tienen función de abductores, de 
separadores, entran en esta cadena. 
Piernas separadas, base de sustentación amplia, brazos separados, costillas abier-
tas en inspiración, tórax ancho, se trata de una pulsión comportamental que tiende 
hacia la expansión. 
- E l encadenamiento anterolateral A L está asociado al estrechamiento de la 
base de apoyo (Fig. 42). Piernas cerradas, incluso cruzadas, la base dc/áustentación 
está reducida al mínimo. Todos los músculos del cuerpo que tienen función de aduc-
tores, de aproximadores, de cierre, forman parte de esta cadena. 
Brazos juntos cruzados sobre el tórax, costillas descendidas, tórax cerrado en 
espiración, se trata de una actitud comportamental discreta, incluso borrada. 
Cuando las necesidades de oxígeno aumentan, la respiración forzada necesita de 
la intervención de otros músculos, los cuales pertenecen a estas dos cadenas. Estos, 
como acabamos de ver son reclutados a partir de los músculos erectores de la colum-
na vertebral y por intermedio de músculos de enlace (Fig. 43). 
En la inspiración, los músculos de las cadenas PA-AP llaman en sus auxilio a los 
músculos de la cadena PL, en particular al serrato mayor que va a reforzar la eleva-
ción de las costillas. Esto, a condición de que la columna vertebral esté erguida y 
pueda dar punto fijo a los músculos interescapulares para fijar el omóplato, zona de 
inserción superior del serrato mayor. Estos músculos fijadores del omóplato son: 
E l angular que, a partir de sus insecciones vertebrales sobre la apófisis transver-
sa del atlas y los tubérculos posteriores de las transversas de 2", 3", 4", 5" cervicales, 
llegan al ángulo superior del omóplato, tirando de él hacia arriba. Impide que la cavi-
dad glenoidea bascule hacia arriba. 
Los romboides que aproximan el borde espinal del omóplato a la porción infe-
rior del ligamento cervical, a la apófisis espinosa de C7 (romboides menor) y a las 
espinosas de D I a D4 o D5 (romboides mayor). Fijan el omóplato impidiendo que la 
cavidad glenoidea bascule hacia arriba. 
82 
Fig.4l. Encadenamiento postero-lateral 
(según GDS) 
Los músculos de PL separan los miembros 
en rotación extema, la actitud es desplegada. 
83 
Fig.42. Encadenamiento antero-lateral 
(según GDS) 
Los múscu los de A L aproximan los miembros 
en rotación interna, la actitud es replegada. 
85 
El serrato mayor de PL, a partir de su inserción superior en el borde espinal del 
omóplato, alcanza por delante y lateralmente las 9 o 10 primeras costillas. 
Aumenta el diámetro latreral del tórax. 
Debemos también agregar los músculos pectorales menores que, beneficiándose 
de un punto fijo escapular sobre la apófisis coracoides acentúan la elevación de los 
3°, 4°, y 5° arcos costales. 
N.B. Precisemos que la solicitación frecuente de este músculo en la respiración, es 
decir forzada, no es deseable, pues entraña su crispación y determina toda una sinto-
matología específica, con dificultades respiratorias y sensación de angustia. 
Los músculos dorsales largos, de los cuales ya hemos hablado, pueden también 
intervenir gracias a sus inserciones sobre el brazo menor de las costillas, pero a con-
dición de que los supracostales realicen correctamente su rol de antagonistas comple-
mentarios, manteniendo en su sitio el brazo menor (Fig. 37). 
Terminaré la enumeración de los posibles participantes en la inspiración forzada 
pues en el capítulo siguiente veremos que, según la tipología, los músculos recluta-
dos serán diferentes, pero sin que ello sea necesariamente fisiológico. 
En el tiempo espiratorio, cuando es necesaria una intervención muscular para 
acentuar y acelerar la espiración, el músculo trasverso de la cadena PA-AP se vuelve 
más activo e induce al encadenamiento anterolateral AL. 
Esta cadena AL viene en auxilio de PA-AP con ciertos músculos como el serrato 
menor postero-inferior; que a partir de sus inserciones sobre las espinosas de DI 1 a 
L3, puede aumentar el descenso de los 4 últimos arcos costales, cerrando la parte 
inferolateral del tórax. 
Esta acción puede también prolongarse en los oblicuos menores, los rectos 
mayores y sin olvidar el dorsal ancho que, a partir de un punto fijo ilíaco, puede lle-
var hacia abajo, debido a sus inserciones en las 4 últimas costillas. 
Esta lista de músculos que participan en la espiración forzada es incompleta, pues 
existen otros, cuya acción sobre la respiración no es su principal función, pero pueden 
contribuir a esta acción. 
86 
Fig.43. La respiración forzada 
Cuando las necesidades de oxígeno aumentan, otros músculos periféricos son 
reclutados por medio de ciertos músculos de enlace, lo que permite aumentar aún 
más el volumen torácico. 
Estos músculos de enlace están muy ligados, a nivel de sus inserciones vertebra-
les, a los músculos transversos espinosos. 
87 
LA RESPIRACIÓN P O R R E E D U C A R 
La respiración natural refleja, tal

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