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Cardiología en Atención Primaria Prevención y Poblaciones Especiales - Douglas L Mann - 10ma Edición

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Braunwald.	Cardiología	en	atención	primaria
Prevención	y	poblaciones	especiales
DÉCIMA	EDICIÓN
Editores
Douglas	L.	Mann	MD
Lewin	Chair	and	Professor	of	Medicine,	Cell	Biology,	and	Physiology
Chief,	Division	of	Cardiology
Washington	University	School	of	Medicine	in	St.	Louis
Cardiologist-in-Chief
Barnes-Jewish	Hospital
St.	Louis,	Missouri
Douglas	P.	Zipes	MD
Distinguished	Professor
Professor	Emeritus	of	Medicine,	Pharmacology,	and	Toxicology
Director	Emeritus,	Division	of	Cardiology	and	the	Krannert	Institute	of	Cardiology
Indiana	University	School	of	Medicine
Indianapolis,	Indiana
Peter	Libby	MD
Mallinckrodt	Professor	of	Medicine
http://booksmedicos.org/
Harvard	Medical	School
Chief,	Cardiovascular	Medicine	Division
Brigham	and	Women’s	Hospital
Boston,	Massachusetts
Robert	O.	Bonow	MD,	MS
Max	and	Lilly	Goldberg	Distinguished	Professor	of	Cardiology
Vice	Chairman,	Department	of	Medicine
Director,	Center	for	Cardiac	Innovation
Northwestern	University	Feinberg	School	of	Medicine
Chicago,	Illinois
	
Editor	fundador	y	editor	del	contenido	en	línea
Eugene	Braunwald	MD,	MD(Hon),	ScD(Hon),	FRCP
Distinguished	Hersey	Professor	of	Medicine
Harvard	Medical	School
Founding	Chairman,	TIMI	Study	Group
Brigham	and	Women's	Hospital
Boston,	Massachusetts
booksmedicos.org
Índice	de	capítulos
Cubierta
Portada
Página	de	créditos
Dedicatoria
Agradecimientos
Colaboradores
Presentación	a	la	décima	edición	en	lengua	española
Parte	I:	Cardiología	preventiva
1:	Biología	vascular	de	la	ateroesclerosis
Perspectiva	general	y	antecedentes
Estructura	de	la	arteria	normal
Inicio	de	la	ateroesclerosis
Evolución	del	ateroma
Complicaciones	de	la	ateroesclerosis
Casos	especiales	de	arterioesclerosis
2:	Marcadores	de	riesgo	y	prevención	primaria	de	las	enfermedades	cardiovasculares
Replanteamiento	de	los	abordajes	básicos	para	la	prevención	primaria
http://booksmedicos.org/
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¿Qué	funciona	y	en	quién?	Una	alternativa	sencilla	basada	en	la	evidencia	para	la	prevención	de	la	enfermedad
cardiovascular
Fusión	de	la	epidemiología	y	de	las	evidencias	de	estudios	aleatorizados:	¿Por	qué	medir	los	factores	de	riesgo?
Marcadores	de	riesgo	convencionales	y	sus	intervenciones
Marcadores	de	riesgo	no	convencionales	e	intervenciones	asociadas
Exposiciones	ambientales	e	intervenciones	asociadas
3:	Hipertensión	sistémica:	mecanismos	y	diagnóstico
Definición,	prevalencia,	variabilidad	y	determinantes	de	la	hipertensión
Mecanismos	de	la	hipertensión	primaria	(esencial)
Patogenia	de	la	cardiopatía	hipertensiva
Diagnóstico	y	evaluación	inicial	de	la	hipertensión
Hipertensión	suprarrenal	y	de	otras	causas
Perspectivas	futuras
Agradecimientos
4:	Hipertensión	sistémica:	tratamiento
Cambio	del	estilo	de	vida
Fármacos	antihipertensores
Intervenciones	percutáneas	para	tratar	la	presión	arterial
Método	basado	en	la	evidencia	para	el	tratamiento	de	la	presión	arterial	alta
Consideraciones	terapéuticas	especiales
Tratamiento	de	las	crisis	hipertensivas
Método	clínico	práctico	para	la	evaluación	y	el	tratamiento	ambulatorio	de	los	pacientes	hipertensos
Perspectivas	futuras
Agradecimientos
5:	Trastornos	de	las	lipoproteínas	y	enfermedades	cardiovasculares
Sistema	de	transporte	de	lipoproteínas
Trastornos	de	las	lipoproteínas
Tratamiento	farmacológico	del	riesgo	lipídico	(tabla	5-6)
Aproximación	clínica	al	tratamiento	de	los	trastornos	de	las	lipoproteínas
Perspectivas	futuras
6:	Nutrición	y	enfermedades	cardiovasculares	y	metabólicas
Alimentos
Bebidas
Macronutrientes
Micronutrientes
Equilibrio	energético
Patrones	dietéticos
Cambios	de	la	conducta
7:	Rehabilitación	cardíaca	integral	basada	en	el	ejercicio
Perspectiva	histórica
Efectos	de	la	rehabilitación	cardíaca	y	el	ejercicio	físico	sobre	la	morbilidad	y	la	mortalidad	en	los	pacientes	cardíacos
Aspectos	prácticos	de	los	programas	de	rehabilitación	cardíaca
Otros	componentes	de	la	rehabilitación	cardíaca	integral
Cobertura	del	seguro
Retos	actuales	de	la	rehabilitación	cardíaca
Futuro	de	la	rehabilitación	cardíaca
Agradecimientos
8:	Abordajes	integradores	del	tratamiento	de	pacientes	con	enfermedad	cardíaca
Cardiología	integradora:	perspectiva	general
Elementos	del	abordaje	integrador	en	cardiología
Prevención	de	la	arteriopatía	coronaria	(tabla	8-1)
Hipertensión	(tabla	8-2;	v.	capítulos	3	y	4)
Insuficiencia	cardíaca	congestiva	(tabla	8-3)
Arritmias
Cirugía	cardíaca
Conclusiones
Parte	II:	Enfermedades	cardiovasculares	en	poblaciones	especiales
9:	Enfermedades	cardiovasculares	en	adultos	mayores
Demografía	y	epidemiología
Fisiopatología
Tratamiento	farmacológico:	modificaciones	en	pacientes	de	edad	avanzada
Enfermedad	Vascular
Insuficiencia	cardíaca
Arritmias
Enfermedad	valvular
Direcciones	futuras
10:	Enfermedades	cardiovasculares	en	mujeres
Diferencias	sexuales,	de	género	y	genéticas	en	la	enfermedad	cardiovascular
Factores	de	riesgo	cardiovascular	en	mujeres	(v.	también	capítulo	2)
Evaluación	del	riesgo	de	enfermedad	cardiovascular
Cardiopatía	isquémica	en	mujeres
Injertos	de	derivación	arterial	coronaria	y	cirugía	valvular
Enfermedad	arterial	periférica
Insuficiencia	cardíaca
Arritmia	y	muerte	súbita	cardíaca
Prevención	de	la	enfermedad	cardiovascular
Conclusión
Agradecimientos
11:	Embarazo	y	enfermedades	cardiovasculares
Asesoramiento	previo	al	embarazo
Cambios	hemodinámicos
Evaluación
Tratamiento	durante	el	embarazo
Enfermedades	cardiovasculares
Tratamiento	farmacológico	cardiovascular
Anticoncepción
Perspectivas	futuras
12:	Cardiología	del	ejercicio	y	del	deporte
Introducción	y	perspectiva	histórica
Definición	de	términos
Respuesta	cardiovascular	al	ejercicio	y	al	entrenamiento	físico
Efectos	de	la	actividad	física	habitual	en	el	riesgo	cardiovascular	(v.	también	capítulo	2)
Riesgos	cardiovasculares	del	ejercicio
Abordaje	de	los	problemas	clínicos	habituales	en	cardiología	deportiva
Determinación	de	la	idoneidad	de	un	deportista
Asesoramiento	de	deportistas	adultos	con	enfermedad	cardiovascular	ateroesclerótica
Enfermedad	valvular	en	deportistas
«Enzimas	cardíacas»	elevadas	en	deportistas
Posible	fibrosis	miocárdica	en	deportistas
Conclusiones
13:	Anestesia	y	cirugía	extracardíaca	de	los	pacientes	con	cardiopatías
Evaluación	del	riesgo
Valvulopatía	cardíaca
Cardiopatías	congénitas	del	adulto
Arritmias
Decisión	de	efectuar	pruebas	diagnósticas
Pruebas	para	mejorar	la	identificación	y	la	definición	de	las	enfermedades	cardiovasculares
Visión	general	de	la	anestesia	en	los	pacientes	cardíacos	que	se	someten	a	cirugía	extracardíaca
Tratamiento	postoperatorio
Vigilancia	e	implicaciones	de	las	complicaciones	cardíacas	perioperatorias
Estrategias	para	reducir	el	riesgo	cardíaco	asociado	a	la	cirugía	extracardíaca
Índice	de	declaraciones
Índice	alfabético
Página	de	créditos
Edición	en	español	de	las	partes	VI	y	IX	de	la	décima	edición	de	la	obra	original	en	inglés
Braunwald’s	Heart	Disease.	A	Textbook	of	Cardiovascular	Medicine
This	edition	of	parts	VI	and	IX	of	Braunwald’s	Heart	Disease.	A	Textbook	of	Cardiovascular
Medicine	by	Douglas	L.	Mann,	MD,	Douglas	P.	Zipes,	MD,	Peter	Libby,	MD,	Robert	O.	Bonow,	MD,
MS,	and	Eugene	Braunwald,	MD,	MD(Hon),	ScD(Hon),	FRCP,	is	published	by	arrangement	with
Elsevier	Inc.
Copyright	©	2015,	2012,	2008,	2005,	2001,	1997,	1992,	1988,	1984,	1980	by	Saunders,	an	imprint	of
Elsevier	Inc.
Revisión	científica
Luis	Rodríguez	Padial
Jefe	del	Servicio	de	Cardiología
Hospital	Virgen	de	la	Salud.	Toledo
©	2016	Elsevier	España,	S.L.U.
Avda.	Josep	Tarradellas,	20-30,	1.°
08029	Barcelona,	España
Fotocopiar	es	un	delito	(Art.	270	C.P.)
Para	que	existan	libros	es	necesario	el	trabajo	de	un	importante	colectivo	(autores,	traductores,
dibujantes,	correctores,	impresores,	editores...).	El	principal	beneficiario	de	ese	esfuerzo	es	el	lector
que	aprovecha	su	contenido.
Quien	fotocopia	un	libro,	en	las	circunstancias	previstas	por	la	ley,	delinque	y	contribuye	a	la	«no»
existencia	de	nuevas	ediciones.	Además,	a
corto	plazo,	encarece	el	precio	de	las	ya	existentes.
Este	libro	está	legalmente	protegido	por	los	derechos	de	propiedad	intelectual.	Cualquier	uso	fuera
de	los	límites	establecidos	por	la	legislación	vigente,	sin	el	consentimiento	del	editor,	es	ilegal.	Esto
se	aplica	en	particular	a	la	reproducción,	fotocopia,	traducción,	grabación	o	cualquier	otro	sistema
de	recuperación	y	almacenaje	de	información.
ISBN	edición	original	(obra	completa):	978-1-4557-5133-4
ISBN	edición	española	(versión	impresa,	obra	completa):	978-84-9022-914-9
ISBN	edición	española	(Braunwald.	Cardiología	en	atención	primara.	Prevención	y	poblaciones
especiales,	versión	impresa):	978-84-9022-929-3
ISBN	edición	española	(Braunwald.	Cardiología	en	atención	primara.	Prevención	y	poblaciones
especiales,	versión	electrónica):	978-84-9022-974-3
Depósito	legal	(versión	impresa):	B.	20.879-2015
Depósito	legal	(versión	electrónica):	B.	20.880-2015
Impreso	en	España
	Advertencia
La	medicina	es	un	área	en	constante	evolución.	Aunque	deben	seguirse	unas	precauciones	de
seguridad	estándar,	a	medida	que	aumenten	nuestros	conocimientos	gracias	a	la	investigación	básica
y	clínica	habrá	que	introducir	cambios	en	los	tratamientos	y	en	los	fármacos.	En	consecuencia,	se
recomienda	a	los	lectores	que	analicen	los	últimos	datos	aportados	por	los	fabricantes	sobre	cada
fármaco	para	comprobar	las	dosis	recomendadas,	la	vía	y	duración	de	la	administración	y	las
contraindicaciones.	Es	responsabilidad	ineludible	del	médico	determinar	las	dosis	y	el	tratamiento
más	indicados	para	cada	paciente,	en	función	de	su	experiencia	y	del	conocimiento	de	cada	caso
concreto.	Ni	los	editores	ni	los	directores	asumen	responsabilidad	alguna	por	los	daños	que	pudieran
generarse	a	personas	o	propiedades	como	consecuencia	del	contenido	de	esta	obra.
El	Editor
Dedicatoria
A
Laura,	Erica,	Jonathan	y	Stephanie
Joan,	Debra,	Jeffrey	y	David
Beryl,	Oliver	y	Brigitte
Pat,	Rob	y	Sam
Agradecimientos
Es	obvio	que	completar	un	texto	del	tamaño	y	la	complejidad	de	la	obra	Braunwald.	Tratado	de
cardiología	no	es	algo	que	pueda	surgir	de	la	nada.	La	décima	edición	está	en	deuda	con	muchas
personas.	En	primer	lugar	y	sobre	todo,	queremos	agradecer	al	Dr.	Eugene	Braunwald	sus	sabios
consejos	en	todas	las	fases	de	la	planificación,	la	escritura	y	la	edición	de	este	libro.	También	damos
las	gracias	al	personal	de	Elsevier	por	su	increíble	ayuda,	que	permitió	a	los	editores	hacer	mejoras
en	el	contenido	y	el	diseño	visual	del	texto	mientras	se	estaba	compilando.	A	este	respecto,	queremos
dar	las	gracias	a	varios	miembros	de	Elsevier	por	su	paciencia	y	su	ayuda	constantes:	Dolores
Meloni,	editora,	por	su	energía	y	su	entusiasmo	inagotables	por	este	libro;	Anne	Snyder,	editora	de
desarrollo	sénior,	por	todo	su	tiempo,	y	Louise	King,	coordinadora	de	producción,	cuya	atención	a
los	detalles	y	su	flexibilidad	no	tuvieron	medida.
Los	editores	también	estamos	agradecidos	a	los	colegas	de	todo	el	mundo	que	han	ofrecido
indicaciones	perspicaces	para	mejorar	Braunwald.	Tratado	de	cardiología.	Queremos	mencionar
especialmente	a	los	siguientes	doctores,	que	han	hecho	valiosos	comentarios	sobre	múltiples
capítulos:	Shabnam	Madadi,	MD,	Cardiac	Imaging	Center,	Shahid	Rajaei	Heart	Center,	Teherán,	Irán;
Azin	Alizadeh	Asl,	MD,	y	Anita	Sadeghpour,	MD,	Tabriz	University	of	Medical	Sciences	y	Madani
Heart	Hospital,	Tabriz,	Irán;	Leili	Pourafkari,	MD,	Razi	Hospital,	Tabriz,	Irán;	Banasiak	Waldemar,
MD,	Centre	for	Heart	Disease,	Military	Hospital,	Wroclaw,	Polonia;	Carlos	Benjamín	Álvarez,	MD,
PhD,	Sacré	Coeur	Institute,	Buenos	Aires,	Argentina,	y	Elias	B.	Hanna,	MD,	Division	of	Cardiology,
Louisiana	State	University,	New	Orleans,	Louisiana.
Colaboradores
Aaron	Baggish	MD,					Cardiovascular	Performance	Program,	Massachusetts	General	Hospital;
Assistant	Professor	of	Medicine,	Harvard	Medical	School,	Boston,	Massachusetts
Cardiología	del	ejercicio	y	del	deporte
C.	Noel	Bairey	Merz	MD,					Women’s	Guild	Endowed	Chair	in	Women’s	Health,	Director,	Barbra
Streisand	Women’s	Heart	Center,	Director,	Preventive	Cardiac	Center;	Director,	Linda	Joy	Pollin
Women’s	Healthy	Heart	Program;	Professor	of	Medicine,	Cedars-Sinai	Medical	Center,	Los	Angeles,
California
Enfermedades	cardiovasculares	en	mujeres
Joshua	A.	Beckman	MD,					Associate	Professor	of	Medicine,	Harvard	Medical	School;
Cardiovascular	Medicine	Division,	Brigham	and	Women’s	Hospital;	Associate	Medical	Director,
VasCore,	Massachusetts	General	Hospital,	Boston,	Massachusetts
Anestesia	y	cirugía	extracardíaca	de	los	pacientes	con	cardiopatías
Julie	E.	Buring	MD,					Professor	of	Medicine,	Brigham	and	Women’s	Hospital;	Professor	of
Epidemiology,	Harvard	Medical	School;	Harvard	School	of	Public	Health,	Boston,	Massachusetts
Marcadores	de	riesgo	y	prevención	primaria	de	las	enfermedades	cardiovasculares
Stephen	Devries	MD,					Executive	Director,	Gaples	Institute	for	Integrative	Cardiology,	Deerfield,
Illinois;	Associate	Professor	of	Medicine,	Division	of	Cardiology,	Northwestern	University,
Chicago,	Illinois
Abordajes	integradores	del	tratamiento	de	pacientes	con	enfermedad	cardíaca
Lee	A.	Fleisher	MD,					Robert	D.	Dripps	Professor	and	Chair,	Anesthesiology	and	Critical	Care,
Professor	of	Medicine,	Perelman	School	of	Medicine	at	the	University	of	Pennsylvania,	Philadelphia,
Pennsylvania
Anestesia	y	cirugía	extracardíaca	de	los	pacientes	con	cardiopatías
Jacques	Genest	MD,					Professor	of	Medicine,	Cardiology,	McGill	University;	Scientific	Director,
Centre	for	Innovative	Medicine,	McGill	University	Health	Centre,	Montreal,	Quebec,	Canada
Trastornos	de	las	lipoproteínas	y	enfermedades	cardiovasculares
Martha	Gulati	MD,	MS,					Associate	Professor	of	Medicine,	Division	of	Cardiology,	Associate
Professor	of	Clinical	Public	Health,	Division	of	Epidemiology,	Sarah	Ross	Soter	Chair,	Women’s
Cardiovascular	Health,	Section	Director,	Preventive	Cardiology	and	Women’s	Cardiovascular	Health,
The	Ohio	State	University	Wexner	Medical	Center,	Columbus,	Ohio
Enfermedades	cardiovasculares	en	mujeres
Thomas	H.	Lee	MD,					Chief	Medical	Officer,	Press	Ganey,	Boston,	Massachusetts
Directrices:	Embarazo	y	cardiopatía
Peter	Libby	MD,					Mallinckrodt	Professor	of	Medicine,	Harvard	Medical	School;	Chief,
Cardiovascular	Medicine	Division,	Brigham	and	Women’s	Hospital,	Boston,	Massachusetts
Biomarcadores,	proteómica,	metabolómica	y	medicina	personalizada;	Biología	vascular	de	la
ateroesclerosis;	Marcadores	de	riesgo	y	prevención	primaria	de	las	enfermedades	cardiovasculares;
Hipertensión	sistémica:	tratamiento;	Trastornos	de	las	lipoproteínas	y	enfermedades
cardiovasculares;	Enfermedades	arteriales	periféricas
Dariush	Mozaffarian	MD,	PhD,					Co-Director,	Program	in	Cardiovascular	Epidemiology,
Associate	Professor	of	Medicine	and	Epidemiology,	Cardiovascular	Medicine	Division,	Brigham	and
Women’s	Hospital	and	Harvard	Medical	School;	Departments	of	Epidemiology	and	Nutrition,
Harvard	School	of	Public	Health,	Boston,	Massachusetts
Nutrición	y	enfermedades	cardiovasculares	y	metabólicas
Paul	M.	Ridker	MD,	MPH,					Eugene	Braunwald	Professor	of	Medicine,	Harvard	Medical	School;
Division	of	Preventive	Medicine,	Brigham	and	Women’s	Hospital,	Boston,	Massachusetts
Biomarcadores,	proteómica,	metabolómica	y	medicina	personalizada;	Marcadores	de	riesgo	y
prevención	primaria	de	las	enfermedades	cardiovasculares
Janice	B.	Schwartz	MD,					Professor	of	Medicine,	Professor	of	Bioengineering	and	Therapeutic
Sciences,	University	of	California	San	Francisco;	Visiting	Scientist,	Jewish	Home,	San	Francisco,
California
Enfermedades	cardiovasculares	en	adultos	mayores
Paul	D.	Thompson	MD,					Chief	of	Cardiology,	Hartford	Hospital,	Hartford,	Connecticut
Rehabilitación	cardíaca	integral	basada	en	el	ejercicio;	Cardiología	del	ejercicio	y	del	deporte
Ronald	G.	Victor	MD,					Burns	and	Allen	Professor	of	Medicine,	Director,	Hypertension	Center	of
Excellence,	Associate	Director,	Cedars-Sinai	Heart	Institute,	Cedars-Sinai	Medical	Center,	Los
Angeles,	California
Hipertensión
sistémica:	mecanismos	y	diagnóstico;	Hipertensión	sistémica:	tratamiento
Carole	A.	Warnes	MD,	FRCP,					Professor	of	Medicine,	Consultant	in	Cardiovascular	Diseases	and
Internal	Medicine,	Pediatric	Cardiology,	Director	of	Adult	Congenital	Heart	Disease	Clinic,	Mayo
Clinic,	Rochester,	Minnesota
Embarazo	y	enfermedades	cardiovasculares
Douglas	P.	Zipes	MD,					Distinguished	Professor,	Professor	Emeritus	of	Medicine,	Pharmacology,
and	Toxicology,	Director	Emeritus,	Division	of	Cardiology	and	the	Krannert	Institute	of	Cardiology,
Indiana	University	School	of	Medicine,	Indianapolis,	Indiana
Génesis	de	las	arritmias	cardíacas:	aspectos	electrofisiológicos;	Diagnóstico	de	las	arritmias
cardíacas;	Tratamiento	de	las	arritmias	cardíacas;	Marcapasos	y	desfibriladores	automáticos
implantables;	Arritmias	específicas:	diagnóstico	y	tratamiento;	Fibrilación	auricular:
manifestaciones	clínicas,	mecanismos	y	tratamiento;	Hipotensión	y	síncope;	Enfermedades
cardiovasculares	en	adultos	mayores;	Trastornos	neurológicos	y	enfermedades	cardiovasculares
Presentación	a	la	décima	edición	en	lengua
española
La	medicina	cardiovascular	contemporánea	avanza	continuamente	e	incorpora	los	progresos	que	se
producen	en	otras	disciplinas.	La	décima	edición	de	Braunwald.	Tratado	de	cardiología.	Texto	de
medicina	cardiovascular	es	la	versión	más	actualizada	de	esta	obra,	que,	además	de	los	fundamentos
científicos,	los	resultados	de	la	investigación	clínica	y	las	novedades	de	la	práctica	médica	basada	en
la	evidencia,	incluye	las	nuevas	técnicas	y	modalidades	diagnósticas.
En	los	últimos	tiempos,	la	atención	primaria	ha	asumido	nuevos	retos	asistenciales	que	requieren
una	formación	más	exhaustiva.	Este	monográfico	de	Braunwald.	Tratado	de	cardiología.	Texto	de
medicina	cardiovascular,	dirigido	a	los	profesionales	de	la	atención	primaria,	recoge	las	últimas
actualizaciones	en	cardiología	preventiva	y	enfermedades	cardiovasculares	en	poblaciones
especiales,	como	ancianos,	mujeres,	gestantes,	etc.,	junto	con	las	directrices	más	recientes	sobre	el
control	de	las	dislipemias,	el	tratamiento	de	la	hipertensión,	y	las	cardiopatías	en	mujeres
embarazadas.
El	Editor
PARTE	I
Cardiología	preventiva
1:	Biología	vascular	de	la	ateroesclerosis
2:	Marcadores	de	riesgo	y	prevención	primaria	de	las	enfermedades	cardiovasculares
3:	Hipertensión	sistémica:	mecanismos	y	diagnóstico
4:	Hipertensión	sistémica:	tratamiento
5:	Trastornos	de	las	lipoproteínas	y	enfermedades	cardiovasculares
6:	Nutrición	y	enfermedades	cardiovasculares	y	metabólicas
7:	Rehabilitación	cardíaca	integral	basada	en	el	ejercicio
8:	Abordajes	integradores	del	tratamiento	de	pacientes	con	enfermedad	cardíaca
Biología	vascular	de	la	ateroesclerosis
Peter	Libby
Perspectiva	general	y	antecedentes,	1
Estructura	de	la	arteria	normal,	1
Inicio	de	la	ateroesclerosis,	4
Evolución	del	ateroma,	9
Complicaciones	de	la	ateroesclerosis,	11
Casos	especiales	de	arterioesclerosis,	14
Bibliografía,	17
Perspectiva	general	y	antecedentes
El	siglo	xx	fue	testigo	de	una	notable	evolución	de	los	conceptos	relativos	a	la	patogenia	de	la
ateroesclerosis.	Esta	enfermedad	tiene	una	historia	venerable,	que	ya	dejó	trazas	en	las	arterias	de	las
momias	egipcias.1	La	ateroesclerosis	se	convirtió	en	epidémica	a	medida	que	las	poblaciones	fueron
aumentando	su	supervivencia	en	relación	con	la	mortalidad	precoz	asociada	a	enfermedades
infecciosas	y	malnutrición.	El	desarrollo	económico	y	urbanístico	fomenta	determinado	tipo	de	dieta
(p.	ej.,	exceso	de	grasas	saturadas)	y	la	disminución	de	la	actividad	física,	que	pueden	favorecer	la
aterogenia	(v.	capítulos	2	y	5).	Estos	factores	ambientales	se	han	globalizado	en	la	actualidad,	de
modo	que	nos	enfrentamos	a	una	epidemia	de	ateroesclerosis	que	afecta	no	solo	a	los	países
occidentales.
En	la	actualidad,	ya	no	se	considera	a	las	arterias	como	tubos	inanimados.	A	mediados	del	siglo	xix,
Rudolf	Virchow	descubrió	la	participación	de	las	células	en	la	aterogenia.	Debido	a	ello,	surgió	una
agria	controversia	entre	Virchow,	que	consideraba	a	la	ateroesclerosis	como	una	enfermedad
proliferativa,	y	Carl	von	Rokitansky,	para	quien	los	ateromas	derivaban	de	la	cicatrización	y
reabsorción	de	trombos.2	Experimentos	realizados	en	la	primera	parte	del	siglo	xx	utilizaron
modulaciones	dietéticas	para	producir	lesiones	grasas	en	las	arterias	de	conejos	y	terminaron	por
identificar	al	colesterol	como	el	culpable	de	las	lesiones.3	Estas	observaciones,	a	las	que	siguió	la
caracterización	de	las	partículas	lipoproteínicas	humanas	a	mediados	del	siglo	xx,	favorecieron	el
concepto	de	la	acumulación	de	los	lípidos	como	causa	de	la	ateroesclerosis.	De	hecho,	elementos	de
todos	estos	mecanismos	participan	en	la	ateroesclerosis.	En	este	capítulo	se	resumen	las	evidencias
obtenidas	gracias	a	estudios	en	personas,	experimentos	en	animales	y	trabajos	in	vitro	y	se	presenta
de	forma	resumida	la	aterogenia	desde	una	perspectiva	biológica.
Para	el	médico	clínico	resulta	útil	el	conocimiento	detallado	de	la	ateroesclerosis.	El	contacto
diario	con	esta	enfermedad	habitual	induce	a	la	cómoda	creencia	de	que	la	conocemos	mejor	de	lo
que	realmente	lo	hacemos.	Por	ejemplo,	apenas	estamos	empezando	a	comprender	los	motivos	por
los	que	la	ateroesclerosis	afecta	de	manera	preferente	a	determinadas	regiones	del	árbol	arterial	y	las
causas	de	que	sus	manifestaciones	clínicas	ocurran	solo	en	determinados	momentos.	La
ateroesclerosis	puede	afectar	de	manera	difusa	tanto	a	las	arterias	de	gran	calibre	como	a	las	de
mediano	calibre.	Los	estudios	clínicos	de	autopsia	y	de	ecografía	intravascular	demuestran	un
engrosamiento	generalizado	de	la	íntima	en	los	pacientes	con	ateroesclerosis.	Muchas	personas
asintomáticas	tienen	lesiones	en	la	íntima	de	las	arterias	coronarias	o	carótidas,	ya	incluso	en	los
primeros	decenios	de	su	vida.	Al	mismo	tiempo,	la	ateroesclerosis	constriñe	focalmente	algunas
áreas	de	los	vasos	afectados	en	mucha	mayor	medida	que	otras.	Las	bases	biológicas	de	la
predilección	de	determinadas	áreas	para	desarrollar	las	lesiones	ateroescleróticas	está	en	sus
comienzos.
La	ateroesclerosis	también	es	heterogénea	en	el	tiempo	y	es	una	enfermedad	que	produce
manifestaciones	tanto	crónicas	como	agudas.	Pocas	enfermedades	humanas	tienen	un	período	de
«incubación»	más	largo	que	la	ateroesclerosis,	que	en	muchos	estadounidenses	comienza	a	afectar	a
las	arterias	en	la	segunda	o	tercera	décadas	de	sus	vidas	(fig.	1-1).	De	hecho,	muchos
norteamericanos	jóvenes	presentan	un	engrosamiento	anormal	de	la	íntima	de	la	arteria	coronaria;
sin	embargo,	los	síntomas	de	la	ateroesclerosis	aparecen	varias	décadas	después	y	es	típico	que	se
presenten	incluso	de	forma	más	tardía	en	las	mujeres.	A	pesar	de	esta	evolución	temporal	silenciosa	y
del	prolongado	período	de	inactividad	clínica,	es	habitual	que	las	temibles	complicaciones	del
ateroma,	tales	como	el	infarto	de	miocardio,	la	angina	inestable	o	el	accidente	cerebrovascular,
ocurran	de	manera	brusca	y	a	menudo	sin	previo	aviso.
FIGURA	1-1 	Mapas	de	prevalencia	de	estrías	adiposas	y	lesiones	elevadas	en	la	aorta	abdominal:
representación	seudocoloreada	del	análisis	morfométrico	de	los	datos	compuestos	procedentes	del
estudio	Pathobiological	Determinants	of	Atherosclerosis	in	Youth	(PDAY)	obtenidos	en	más	de	2.800
aortas	de	norteamericanos	menores	de	35	años	de	edad	que	fallecieron	por	causas	no	cardíacas.	A.
Obsérvese	la	afectación	precoz	por	estrías	adiposas	de	la	superficie	dorsal	de	la	aorta	abdominal
infrarrenal,	seguidas	por	lesiones	elevadas.	B.	Una	progresión	parecida	de	las	lesiones,	aunque	algo	más
lenta,	afecta	a	la	arteria	coronaria	derecha.	Las	escalas	debajo	de	cada	grupo	muestran	el	código	de
colores.	(Tomado	de	Strong	JP,	Malcolm	GJ,	McMahan	CA,	et	al:	Prevalence	and	extent	of	atherosclerosis	in	adolescents
and	young	adults.	JAMA	281:727,	1999.)
Otro	aspecto	mal	conocido	de	la	aterogenia	es	su	participación	en	el	estrechamiento	o	estenosis	de
algunos	vasos	y	en	la	dilatación	o	en	la	ectasia	de	otros.	Tradicionalmente,
los	cardiólogos	se	han
centrado	en	la	estenosis	de	las	arterias	coronarias,	pero	la	ateroesclerosis	se	manifiesta	también
como	aneurismas,	por	ejemplo,	en	la	aorta.	Incluso	en	la	evolución	natural	de	una	lesión
ateroesclerótica	única	existe	una	fase	de	ectasia,	conocida	como	remodelación	positiva	o	dilatación
compensadora,	que	precede	a	la	formación	de	las	lesiones	estenóticas.	La	actual	biología	vascular
está	empezando	a	arrojar	luz	sobre	algunos	de	estos	aspectos	sorprendentes	de	la	ateroesclerosis.
Estructura	de	la	arteria	normal
Tipos	de	células	presentes	en	una	arteria	normal
Células	endoteliales
La	célula	endotelial	de	la	íntima	arterial	forma	la	superficie	de	contacto	esencial	con	la	sangre.	Las
células	endoteliales	arteriales	tienen	numerosos	mecanismos	altamente	regulados	de	importancia
capital	en	la	homeostasis	vascular	que	a	menudo	se	alteran	en	la	patogenia	de	las	enfermedades
arteriales.	Por	ejemplo,	la	célula	endotelial	forma	una	de	las	únicas	superficies,	naturales	o	sintéticas,
que	pueden	mantener	la	sangre	en	estado	líquido	durante	un	contacto	prolongado	(fig.	1-2).	Esta
notable	compatibilidad	con	la	sangre	se	debe	en	parte	a	la	expresión	de	moléculas	del	proteoglucano
heparano	sulfato	en	la	superficie	de	la	célula	endotelial.	Estas	moléculas,	igual	que	la	heparina,	actúan
como	cofactor	de	la	antitrombina	III	provocando	un	cambio	de	conformación	que	permite	al
inhibidor	unirse	a	la	trombina	e	inactivarla.	La	superficie	de	la	célula	endotelial	contiene	también
trombomodulina	que	se	une	a	las	moléculas	de	trombina	y	puede	tener	propiedades	antitrombóticas
mediante	activación	de	las	proteínas	S	y	C.	Si	comienza	a	formarse	un	trombo,	la	célula	endotelial
normal	tiene	mecanismos	fibrinolíticos	potentes	asociados	a	su	superficie.	La	célula	endotelial	puede
producir	activadores	del	plasminógeno	tisular	y	de	tipo	urocinasa.	Estas	enzimas	–t-PA	y	u-PA,
respectivamente–	catalizan	la	activación	del	plasminógeno	para	formar	plasmita,	una	enzima
fibrinolítica.
FIGURA	1-2 	Equilibrio	trombótico	endotelial.	El	diagrama	muestra	las	funciones	profibrinolíticas
anticoagulantes	de	las	células	endoteliales	(izquierda)	y	determinadas	funciones	procoagulantes	y
antifibrinolíticas	(derecha).
Las	células	endoteliales	tienen	un	origen	común	pero	adquieren	características	específicas	del
lecho	durante	el	desarrollo.	Las	células	endoteliales	que	forman	el	revestimiento	interno	de	todos	los
vasos	sanguíneos	aparecen	durante	la	embriogenia	en	regiones	conocidas	como	islotes	sanguíneos
localizadas	en	la	periferia	del	embrión.	Los	angioblastos,	predecesores	de	las	células	endoteliales,
comparten	este	lugar	con	los	precursores	de	las	células	sanguíneas.	A	pesar	de	esta	procedencia
común,	las	células	presentan	gran	heterogeneidad	durante	el	desarrollo	embriológico	y	posnatal
inicial.	Aunque	las	células	endoteliales	derivan	presumiblemente	de	un	precursor	común,	las	señales
que	reciben	durante	la	formación	de	los	vasos	son	distintas.	Cuando	empiezan	a	formarse	los	vasos
sanguíneos	rudimentarios	los	precursores	endoteliales	interaccionan	con	las	células	vecinas.	Este
intercambio	permite	los	gradientes	espaciales	y	temporales	de	distintos	estímulos	y	sus	receptores
sobre	las	células	endoteliales	responsables	de	esta	heterogeneidad	de	tipos	celulares	en	el	adulto.	La
heterogeneidad	de	la	célula	endotelial	depende	de	estímulos	ambientales	y	de	rasgos	epigenéticos
adquiridos	durante	el	desarrollo.4-6
Las	células	que	forman	los	distintos	compartimentos	de	la	pared	arterial	pueden	originarse	en	la
médula	ósea	durante	la	vida	posnatal	o	tener	un	origen	embriológico	tradicional.	En	concreto,	la
sangre	periférica	contiene	células	precursoras	endoteliales	que	pueden	ayudar	a	reparar	zonas	de
descamación	endotelial.7	Algunos	datos	experimentales	han	puesto	en	duda	la	idea	de	que	las	células
progenitoras	endoteliales	pueblan	las	placas	ateroescleróticas	en	los	roedores.8
Células	musculares	lisas	arteriales
El	segundo	tipo	celular	principal	en	la	pared	arterial	normal,	la	célula	muscular	lisa	(CML),	tiene
numerosas	funciones	importantes	en	la	homeostasis	vascular,	como	diana	terapéutica	y	en	la
patogenia	de	las	cardiopatías.	Estas	células	se	contraen	y	relajan,	y	de	este	modo	controlan	el	flujo
sanguíneo	a	través	de	los	distintos	lechos	arteriales,	por	lo	general	a	nivel	de	las	arteriolas
musculares.	En	las	arterias	de	mayor	calibre	afectadas	por	la	ateroesclerosis,	la	contracción	anormal
la	CML	puede	provocar	vasoespasmo,	una	complicación	de	la	ateroesclerosis	que	puede	empeorar	la
obstrucción	del	flujo	sanguíneo.	Las	CML	sintetizan	la	mayor	parte	de	la	matriz	extracelular	arterial
mixta	que	tiene	una	función	clave	en	la	homeostasis	vascular	así	como	en	la	formación	y
complicación	de	las	lesiones	ateroescleróticas.	Estas	células	también	pueden	migrar	y	proliferar
contribuyendo	a	la	formación	de	lesiones	hiperplásicas	de	la	íntima	como	la	ateroesclerosis	y
reestenosis	o	estenosis	de	endoprótesis	tras	una	intervención	coronaria	percutánea,	o	la	hiperplasia
anastomótica	como	complicación	de	los	injertos	venosos.	La	muerte	de	la	CML	puede	promover	la
desestabilización	de	las	placas	ateromatosas	o	la	remodelación	ectásica	con	formación	de	un
aneurisma.
En	contraste	con	las	células	endoteliales	derivadas	de	un	precursor	común,	las	CML	tienen
diversos	orígenes9	(fig.	1-3).	Después	de	que	las	células	endoteliales	forman	tubos,	el	precursor
rudimentario	de	los	vasos	sanguíneos,	atraen	las	células	que	se	convertirán	en	CML	o	pericitos
(células	similares	al	músculo	liso	asociadas	a	los	microvasos).	En	la	aorta	descendente	y	en	las
arterias	de	la	región	inferior	del	cuerpo,	el	mesodermo	regional	es	el	origen	de	los	precursores	del
músculo	liso.	Las	células	mesodérmicas	en	los	somitas	forman	las	CML	que	revisten	gran	parte	de	la
aorta	distal	y	sus	ramas.	No	obstante,	en	las	arterias	de	la	región	superior	del	cuerpo	las	CML	pueden
derivar	en	realidad	de	una	capa	germinal	completamente	diferente,	el	neuroectodermo.	Antes	del
cierre	del	tubo	neural,	las	células	neuroectodérmicas	migran	y	se	convierten	en	precursoras	de	las
CML	en	la	aorta	ascendente	y	algunas	de	sus	ramas	como	las	arterias	carótidas.	Las	CML	de	las
arterias	coronarias	derivan	del	mesodermo	pero	de	un	modo	especial.	Los	precursores	de	las	CML
de	las	arterias	coronarias	tienen	otro	origen	embriológico,	una	estructura	denominada	órgano
proepicárdico.
FIGURA	1-3 	Diversidad	de	orígenes	embriológicos	de	las	CML	vasculares.	Los	distintos	colores
representan	orígenes	embriológicos	diferentes	de	las	CML,	como	indican	las	imágenes	de	los	recuadros
de	la	parte	lateral	de	la	figura.	La	línea	amarilla	indica	la	contribución	local	y	sistémica	de	los	distintos
orígenes	de	las	células	madre	vasculares.	El	mapa	de	localización	muestra	la	distribución	variada	de	las
CML	procedentes	de	las	diversas	fuentes	en	la	aorta	y	sus	ramas	principales.	Con	algunas	excepciones,
los	límites	exactos	de	las	CML	procedentes	de	cada	fuente	en	las	arterias	mostradas	son	inciertos;	por
tanto,	los	límites	representados	son	aproximados.	En	el	recuadro	de	la	izquierda	etiquetado	Somitas	se
observa	la	estrecha	proximidad	de	la	aorta	dorsal	(ao)	en	desarrollo	con	el	esclerotoma	ventral	(ev)	del
somita	(so).	Los	límites	específicos	de	cada	estirpe	que	se	presentan	pueden	variar	durante	el
crecimiento	y	envejecimiento	de	los	vasos.	CN,	cresta	neural;	tn,	tubo	neural;	VD,	ventrículo	derecho.
(Tomado	de	Majesky	MW:	Developmental	basis	of	vascular	smooth	muscle	diversity.	Arterioscler	Thromb	Vasc	Biol	27:1248,
2007.)
Los	análisis	de	vinculación	indican	que	se	originan	grandes	placas	de	CML	en	las	arterias	como
expansiones	de	unos	pequeños	clones	que	se	establecen	en	ellas	en	fases	precoces	del	desarrollo.9
Una	pequeña	población	de	células	precursoras	puede	residir	en	la	túnica	media	de	las	arterias
normales	que	dan	lugar	a	CML	que	se	acumulan	en	las	arterias	dañadas	o	ateroescleróticas.10,11	La
heterogeneidad	de	las	CML	puede	tener	una	implicación	clínica	directa	en	la	comprensión	de	varias
observaciones
frecuentes,	como	la	tendencia	de	determinadas	arterias	o	regiones	de	las	mismas	a
sufrir	ateroesclerosis	o	el	aumento	de	la	respuesta	frente	a	la	lesión	(p.	ej.,	arteria	coronaria
descendente	anterior	izquierda	proximal)	y	la	degeneración	de	la	media	(p.	ej.,	la	aorta	proximal	en	el
síndrome	de	Marfan).	Las	respuestas	diferenciales	de	las	CML	frente	a	los	reguladores	ayudan	a
explicar	por	qué	las	manifestaciones	clínicas	de	los	defectos	sistémicos	en	la	fibrilina	y	la	elastina	se
localizan	de	forma	típica	en	la	aorta	ascendente.12	La	plasticidad	de	las	CML	puede	llegar	incluso	a
dar	lugar	a	células	con	las	características	y	las	funciones	de	los	fagocitos	mononucleares	en	las
placas	ateroescleróticas.13
Capas	de	la	arteria	normal
Íntima
Un	requisito	indispensable	para	comprender	la	patogenia	de	la	ateroesclerosis	es	el	conocimiento	de
la	estructura	y	biología	de	las	arterias	normales	y	de	los	tipos	celulares	que	las	componen.	Las
arterias	normales	tiene	una	estructura	trilaminar	bien	desarrollada	(fig.	1-4).	La	capa	más	interna,	o
túnica	íntima,	es	delgada	al	nacer,	tanto	en	el	ser	humano	como	en	muchas	otras	especies.	Aunque	a
menudo	se	representa	como	una	capa	única	de	células	endoteliales	adosadas	directamente	a	una
lámina	basal,	la	estructura	de	la	íntima	humana	adulta	es,	de	hecho,	mucho	más	compleja	y
heterogénea.	Las	células	endoteliales	de	la	íntima	arterial	constituyen	la	superficie	de	contacto	crucial
con	la	sangre.	La	monocapa	endotelial	descansa	sobre	una	membrana	basal	con	colágeno	de	tipo	no
fibrilar	como	el	colágeno	de	tipo	IV,	laminita,	fibronectina	y	otras	moléculas	de	la	matriz
extracelular.	Con	el	envejecimiento,	las	arterias	humanas	desarrollan	una	íntima	más	compleja,
provista	de	CML	arteriales	y	formas	fibrilares	de	colágeno	intersticial	(tipos	I	y	III).	Estos
componentes	de	la	matriz	extracelular	de	la	íntima	arterial	son	productos	fabricados	por	las	CML.	La
presencia	de	una	íntima	más	compleja,	conocida	por	los	anatomopatólogos	como	engrosamiento
intimal	difuso,	es	una	característica	habitual	de	la	mayoría	de	las	arterias	humanas	adultas.	Algunas
localizaciones	de	árbol	arterial	tienden	a	desarrollar	íntimas	más	gruesas	que	las	de	otras	regiones,
incluso	en	ausencia	de	ateroesclerosis	(fig.	1-5).	Por	ejemplo,	la	porción	proximal	de	la	arteria
coronaria	descendente	anterior	izquierda	suele	contener	un	cojinete	intimal	de	CML	más	desarrollado
de	lo	habitual	en	las	arterias	típicas.	El	proceso	de	engrosamiento	intimal	difuso	no	es
necesariamente	paralelo	al	de	la	acumulación	de	lípidos	y	puede	observarse	en	personas	sin
afectación	ateromatosa	importante.	La	membrana	elástica	interna	se	une	a	la	parte	más	externa	de	la
túnica	íntima	y	actúa	como	frontera	entre	ella	y	la	túnica	media	subyacente.
FIGURA	1-4 	Estructura	de	las	arterias	normales.	A.	Arteria	elástica.	Obsérvense	las	láminas
concéntricas	de	tejido	elástico	que	forma	«emparedados»	de	capas	sucesivas	de	células	musculares
lisas	(CML).	Cada	nivel	del	árbol	arterial	elástico	tiene	un	número	característico	de	láminas	elásticas.	B.
Arteria	muscular.	Las	CML	están	rodeadas	por	una	matriz	de	colágeno,	pero	carecen	de	los	anillos
concéntricos	de	tejido	elástico	característicos	de	las	arterias	de	mayor	tamaño.
FIGURA	1-5 	Corte	transversal	de	un	cojinete	en	la	íntima	de	la	arteria	carótida	interna	de	un	lactante	de
10	semanas.	Las	zonas	en	las	que	se	forman	cojinetes	en	la	íntima	al	principio	de	la	vida	tienen	tendencia
a	la	formación	de	ateromas	años	más	tarde.	La	barra	corresponde	a	0,5	mm.	(Tomado	de	Weniger	WJ,	Muller
GB,	Reiter	C,	et	al:	Intimal	hyperplasia	of	the	infant	parasellar	carotid	artery:	A	potential	developmental	factor	in	atherosclerosis
and	SIDS.	Circ	Res	85:970,	1999.)
Túnica	media
La	túnica	media	se	halla	bajo	la	íntima	y	la	lámina	elástica	interna.	En	las	arterias	elásticas,	por
ejemplo	en	la	aorta,	contiene	capas	concéntricas	de	CML	bien	desarrolladas,	entretejidas	con	capas	de
matriz	extracelular	rica	en	elastina	(v.	fig.	1-4A).	Parece	que	esta	estructura	está	bien	adaptada	al
almacenamiento	en	las	paredes	de	las	grandes	arterias	de	la	energía	cinética	procedente	de	la	sístole
ventricular	izquierda.	Además,	la	estructura	laminar	contribuye	indudablemente	a	la	integridad
estructural	de	los	troncos	arteriales.	La	media	de	las	arterias	musculares	de	menor	calibre	suele	tener
una	organización	menos	estereotipada	(v.	fig.	1-4B).	Las	CML	de	estas	arterias	de	menor	calibre
suelen	estar	inmersas	en	la	matriz	que	las	rodea,	adoptando	una	disposición	más	continua	que
laminar.	Las	CML	de	las	arterias	normales	rara	vez	proliferan.	De	hecho,	en	circunstancias	normales,
los	porcentajes	tanto	de	división	celular	como	de	muerte	celular	son	muy	bajos.	En	la	arteria	normal
suele	prevalecer	un	estado	de	homeostasis	de	la	matriz	extracelular.	Como	la	matriz	extracelular
nunca	se	acumula	ni	se	atrofia,	los	índices	de	síntesis	y	de	disolución	de	la	matriz	arterial	suelen	estar
equilibrados.	La	lámina	elástica	externa	se	une	por	fuera	a	la	túnica	media,	formando	la	frontera	con
la	capa	adventicial.
Adventicia
En	general,	la	adventicia	de	las	arterias	ha	recibido	poca	atención,	aunque	ha	crecido	el	interés	por	su
posible	participación	en	la	homeostasis	y	la	patología	arteriales.	La	adventicia	contiene	fibras	de
colágeno	dispuestas	de	una	forma	más	laxa	de	la	que	habitualmente	se	observa	en	la	íntima.	En	esta
capa	más	externa	de	la	pared	arterial	se	encuentran	los	vasa	vasorum	y	las	terminaciones	nerviosas.
La	población	celular	de	la	adventicia	es	menor	que	la	de	las	otras	capas	arteriales.	Entre	las	células
presentes	en	esta	capa	destacan	los	fibroblastos	y	los	mastocitos	(v.	fig.	1-4).	Hallazgos	recientes
indican	la	participación	de	los	mastocitos	en	la	formación	del	ateroma	y	del	aneurisma	en	modelos
animales,	aunque	su	importancia	en	el	ser	humano	es	dudosa.14,15
Inicio	de	la	ateroesclerosis
Acumulación	de	lípidos	extracelulares
Los	primeros	pasos	de	la	aterogenia	humana	siguen	siendo	en	gran	medida	objeto	de	conjetura.	Sin
embargo,	la	integración	de	las	observaciones	realizadas	en	tejidos	procedentes	de	personas	jóvenes
con	los	resultados	de	los	estudios	experimentales	sobre	aterogenia	en	animales	proporciona
información	a	este	respecto.	Tras	el	inicio	de	una	dieta	aterogénica,	es	decir,	de	una	dieta	rica	en
colesterol	y	grasas	saturadas,	se	produce	una	acumulación	de	pequeñas	partículas	lipoproteínicas	en
la	íntima	(fig.	1-6,	puntos	1	y	2).	Parece	que	estas	partículas	lipoproteínicas	se	adosan	a	los
proteoglucanos	de	la	íntima	arterial	y	tienden	a	reunirse	en	agregados	(fig.	1-7).	Estudios	cinéticos
detallados	hechos	con	partículas	lipoproteínicas	marcadas	indican	que,	en	el	conejo,	las
localizaciones	de	las	lesiones	iniciales	se	caracterizan	por	un	tiempo	de	residencia	prolongado.	La
unión	de	las	lipoproteínas	a	los	proteoglucanos	de	la	íntima	conlleva	la	captura	y	retención	de	estas
partículas	y	es	la	responsable	de	la	prolongación	de	su	tiempo	de	residencia.	Las	partículas
lipoproteínicas	unidas	a	los	proteoglucanos	son	más	proclives	a	la	oxidación	y	a	otras
modificaciones	químicas,	que	muchos	autores	consideran	implicadas	en	la	patogenia	de	la
ateroesclerosis	inicial	(v.	fig.	1-6,	punto	2).	Otros	estudios	sugieren	una	permeabilidad	aumentada	de
la	capa	única	endotelial	en	los	lugares	de	lesión	con	predilección	por	las	lipoproteínas	de	baja
densidad	(LDL).	Los	factores	que	contribuyen	al	estrés	oxidativo	en	el	ateroma	naciente	son	las
oxidasas	del	dinucleótido	de	nicotinamida	adenina	reducido/fosfato	del	dinucleótido	de	nicotinamida
adenina	(NADH/NADPH)	expresadas	por	las	células	vasculares,	lipooxigenasas	expresadas	por
leucocitos	infiltrantes	o	la	enzima	mieloperoxidasa.
FIGURA	1-6 	Esquema	de	la	evolución	de	la	placa	ateroesclerótica.	1.	Acumulación	de	partículas	de
lipoproteína	en	la	íntima	(esferas	amarillas).	El	color	más	oscuro	representa	la	acumulación	de	estas
lipoproteínas.	Las	modificaciones	consisten	en	oxidación	y	glucación.	2.	El	estrés	oxidativo,	incluidos	los
productos	asociados
a	las	lipoproteínas	modificadas,	puede	inducir	la	elaboración	local	de	citocinas
(esferas	verdes).	3.	A	su	vez,	las	citocinas	pueden	aumentar	la	expresión	de	moléculas	de	adherencia
(botones	azules	sobre	la	superficie	endotelial)	en	los	leucocitos,	favoreciendo	su	fijación,	y	de	moléculas
de	quimiotaxina,	que	dirigen	su	migración	hacia	la	íntima.	4.	Cuando	los	monocitos	de	la	sangre	penetran
en	la	pared	arterial	en	respuesta	a	las	citocinas	quimiotácticas	tales	como	la	proteína	quimiotáctica	de	los
monocitos	1	(MCP-1),	encuentran	incitadores,	como	el	factor	estimulante	de	las	colonias	de	macrófagos,
que	pueden	incrementar	su	expresión	de	receptores	de	antioxidantes.	5.	Los	receptores	de	antioxidantes
intervienen	en	la	captación	de	partículas	de	lipoproteína	modificada	y	fomentan	el	desarrollo	de	las	células
espumosas.	Las	células	espumosas	macrofágicas	son	una	fuente	de	mediadores	tales	como	nuevas
citocinas	y	moléculas	efectoras	como	el	ácido	hipocloroso,	el	anión	superóxido	(O2–)	y	las
metaloproteinasas	de	la	matriz.	6.	Las	células	musculares	lisas	(CML)	migran	desde	la	media	a	la	íntima.
7.	A	continuación,	las	CML	pueden	dividirse	y	elaborar	matriz	extracelular,	favoreciendo	su	acumulación
en	la	placa	ateroesclerótica	en	crecimiento.	De	esta	forma,	la	estría	adiposa	puede	evolucionar	hacia	la
lesión	fibroadiposa.	8.	En	las	últimas	fases	puede	haber	calcificación	(no	se	muestra),	mientras	la	fibrosis
continúa,	acompañada	a	veces	de	la	muerte	de	las	CML	(incluida	la	producida	por	muerte	celular
programada	o	apoptosis),	llevando	a	la	formación	de	una	cápsula	fibrosa	acelular	que	rodea	a	un	núcleo
central	rico	en	lípidos	y	en	el	que	también	puede	haber	células	muertas	o	en	vías	de	necrosis	y	sus
restos.	IL,	interleucina;	LDL,	lipoproteína	de	baja	densidad.
FIGURA	1-7 	Fotografía	con	microscopio	de	barrido	de	una	preparación	grabada	congelada	de	aorta	de
conejo	tras	la	inyección	intravenosa	de	lipoproteína	de	baja	densidad	(LDL)	humana.	Las	partículas
redondeadas	de	LDL	decoran	las	hebras	de	proteoglucanos	que	se	encuentran	en	la	región	subendotelial
de	la	íntima.	Al	unirse	a	las	partículas	de	LDL,	las	moléculas	de	proteoglucanos	pueden	retrasar	su	viaje
por	la	íntima	y	favorecer	su	acumulación.	Parece	que	los	proteoglucanos	asociados	a	LDL	son
especialmente	propensos	a	la	oxidación.	La	acumulación	de	partículas	extracelulares	de	lipoproteínas	es
una	de	las	primeras	modificaciones	morfológicas	que	se	producen	cuando	se	inicia	una	dieta	aterógena
en	los	animales	de	experimentación.	(Tomado	de	Nievelstein	PF,	Fogelman	AM,	Mottino	G,	Frank	JS:	Lipid
accumulation	in	rabbit	aortic	intima	2	hours	after	bolus	infusion	of	low	density	lipoprotein.	A	deep-etch	and	immunolocalization
study	of	ultrarapidly	frozen	tissue.	Arterioscler	Thromb	11:1795,	1991.)
Infiltración	y	retención	leucocítica
Otro	aspecto	clave	de	la	aterogenia	es	la	llegada	y	acumulación	de	leucocitos	(v.	fig.	1-6,	punto	4),
que	se	produce	también	en	las	primeras	fases	de	la	producción	de	la	lesión	(fig.	1-8).	En	general,	las
células	endoteliales	normales	resisten	las	interacciones	de	adherencia	con	los	leucocitos.	Incluso	en
los	tejidos	inflamados,	la	mayor	parte	de	la	llegada	y	tráfico	de	leucocitos	tiene	lugar	en	las	vénulas
poscapilares	y	no	en	las	arterias.	Sin	embargo,	en	una	fase	muy	precoz	tras	el	inicio	de	la
hipercolesterolemia,	los	leucocitos	se	adhieren	al	endotelio	y	se	mueven	entre	las	uniones	de	las
células	endoteliales	o	incluso	penetran	a	través	de	ellas	(transcitosis)	para	entrar	en	la	íntima,	donde
comienzan	a	acumular	lípidos	y	a	convertirse	en	células	espumosas16	(v.	figs.	1-6,	punto	5,	y	1-8).
Además	de	los	monocitos,	los	linfocitos	T	también	tienden	a	acumularse	en	las	lesiones
ateroescleróticas	precoces	humanas	y	animales.	La	adherencia	de	los	monocitos	y	de	los	linfocitos	T
al	endotelio	está	regulada	por	la	expresión	de	determinadas	moléculas	de	adherencia	leucocítica	en	la
superficie	de	las	células	endoteliales.17	Existen	varias	categorías	de	moléculas	de	adherencia
leucocítica.	Entre	los	miembros	de	la	superfamilia	de	inmunoglobulina	se	encuentran	estructuras
tales	como	la	molécula	de	adherencia	celular	vascular	1	(VCAM-1)	o	CD106.	Esta	molécula	de
adherencia	tiene	un	interés	especial	en	el	contexto	de	la	aterogenia	precoz,	pues	interactúa	con	una
integrina	(antígeno	4	muy	tardío	[VLA-4])	que	se	expresa	característicamente	solo	en	las	clases	de
leucocitos	que	se	acumulan	en	el	ateroma	inicial,	los	monocitos	y	los	linfocitos	T.	Además,	estudios
experimentales	demostraron	expresiones	de	VCAM-1	en	las	células	endoteliales	que	revisten	las
lesiones	ateromatosas	muy	precoces.	Otra	molécula	de	adherencia	leucocítica,	miembro	de	la
superfamilia	de	las	inmunoglobulinas,	es	la	molécula	de	adherencia	leucocítica	intercelular	1	(ICAM-
1).	Esta	molécula	es	más	ubicua,	tanto	en	lo	que	se	refiere	a	los	tipos	de	leucocitos	a	los	que	une
como	porque	muestra	una	expresión	amplia	y	constitutiva	en	concentraciones	bajas	en	las	células
endoteliales	de	muchas	regiones	de	la	circulación.
FIGURA	1-8 	Estudio	con	microscopio	electrónico	de	las	interacciones	de	los	leucocitos	en	la	pared
arterial	de	primates	no	humanos	con	hipercolesterolemia.	A	y	B.	Microfotografías	electrónicas	de	barrido
que	muestran	la	adherencia	de	los	fagocitos	mononucleares	al	endotelio	intacto	a	los	12	días	del	inicio	de
una	dieta	hipercolesterolémica	en	monos.	C	y	D.	Microfotografías	electrónicas	de	transmisión.
Obsérvense	las	abundantes	interdigitaciones	y	la	íntima	asociación	del	monocito	con	el	endotelio	en	C.
En	D,	un	monocito	parece	introducirse	entre	dos	células	endoteliales	para	penetrar	en	la	íntima.	(Tomado
de	Faggiotto	A,	Ross	R,	Harker	L:	Studies	of	hypercholesterolemia	in	the	nonhuman	primate.	I.	Changes	that	lead	to	fatty
streak	formation.	Arteriosclerosis	4:323,	1984.)
La	otra	gran	categoría	de	moléculas	de	adherencia	leucocítica	son	las	selectinas.	De	ellas,	el
prototipo	es	la	selectina	E	o	CD26E	(E	de	«endotelial»,	el	tipo	celular	que	expresa	de	manera
selectiva	este	miembro	específico	de	la	familia),	probablemente	no	intervenga	en	la	aterogenia
precoz.	La	selectina	E	atrae	de	forma	preferente	a	los	leucocitos	polimorfonucleares,	estirpe	celular
que	se	encuentra	en	el	ateroma	inicial	(pero	que	es	un	protagonista	evidente	de	la	inflamación	aguda
y	de	las	defensas	del	huésped	contra	los	patógenos	bacterianos).	Las	células	endoteliales	que	revisten
el	ateroma	no	expresan	concentraciones	elevadas	de	esta	molécula	de	adherencia.	Otros	miembros	de
la	familia,	entre	ellos	la	selectina	P	o	CD62P	(P	de	«plaqueta»,	la	fuente	original	de	esta	molécula	de
adherencia),	podrían	ser	más	importantes	para	la	atracción	de	los	leucocitos	hacia	el	ateroma,	ya	que
las	células	endoteliales	que	recubren	el	ateroma	humano	las	expresan.	Las	selectinas	tienen	a
fomentar	la	locomoción	saltatoria	o	de	marginación	de	los	leucocitos	en	el	endotelio.	Las	moléculas
de	adherencia	de	la	clase	inmunoglobulina	tienden	a	fomentar	interacciones	de	adherencia	más
fuertes	y	a	inmovilizar	a	los	leucocitos.	Estudios	realizados	en	ratones	modificados	genéticamente
demostraron	la	participación	de	la	VCAM-1	y	de	la	selectina	P	(tanto	de	la	selectina	P	derivada	de	las
plaquetas	como	la	producida	por	las	células	endoteliales)	en	la	ateroesclerosis	experimental.	Van	en
aumento	los	indicios	a	favor	de	la	acumulación	en	los	ateromas	de	fagocitos	mononucleares	de
distintos	subtipos.16,18-21	Las	consecuencias	funcionales	de	esta	heterogeneidad	de	las	poblaciones	de
macrófagos	en	las	placas	precisan	estudios	adicionales,	sobre	todo	en	el	ser	humano.	En	los	ratones
se	acumula	un	subgrupo	de	monocitos	de	actividad	especialmente	proinflamatoria	en	el	bazo	y	en	la
sangre	periférica	en	respuesta	a	la	hipercolesterolemia,	y	pueblan	mayoritariamente	el	ateroma
naciente.21
Una	vez	adheridos	al	endotelio,	los	leucocitos	deben	recibir	una	señal	para	atravesar	la	monocapa
endotelial	y	penetrar	en	la	pared	arterial	(v.	fig.	1-6,	punto	4).	El	concepto	actual	de	migración
dirigida	de	los	leucocitos
implica	la	acción	de	moléculas	proteínicas	conocidas	como	citocinas
quimioatrayentes	o	quimiocinas.16,22	Dos	de	las	múltiples	quimiocinas	implicadas	en	la	aterogenia
tienen	interés	especial	para	reclutar	a	las	células	mononucleares	características	del	ateroma	inicial.
Una	de	estas	moléculas,	conocida	como	proteína	quimioatrayente	monocítica	1	(MCP-1)	o	CCL2,	se
forma	en	el	endotelio	en	respuesta	a	las	lipoproteínas	oxidadas	y	otros	estímulos.	Las	células	propias
de	la	arteria	normal,	entre	ellas	las	endoteliales	y	las	musculares	lisas,	pueden	producir	esta
quimiocina	cuando	reciben	los	estímulos	de	los	mediadores	de	la	inflamación,	al	igual	que	sucede
con	otros	muchos	tipos	de	células.	La	MCP-1	favorece	de	forma	selectiva	la	migración	dirigida,	o
quimiotaxia,	de	los	monocitos.	La	formación	de	las	lesiones	se	retrasa	y	atenúa	en	los	ratones
propensos	a	desarrollar	ateroesclerosis	que	carecen	de	MCP-1	o	de	su	receptor	CCR2,	y	las	lesiones
ateroescleróticas	de	los	seres	humanos	expresan	mayores	niveles	de	MCP-1	en	comparación	con	los
vasos	no	afectados.	En	los	ratones,	la	díada	CCL2/CCR2	provoca	el	reclutamiento	preferente	de	la
subpoblación	proinflamatoria	de	monocitos.21	La	fractalquina	(CX3CL1)	es	una	quimiocina	única
ligada	a	la	superficie	celular	que	también	contribuye	a	la	aterogenia	y	que	interactúa,	normalmente,
con	la	subpoblación	menos	inflamatoria	de	los	monocitos.23	Otro	grupo	de	citosinas
quimioatrayentes	también	puede	potenciar	la	acumulación	de	los	linfocitos	en	las	placas:	los
ateromas	expresan	un	trío	de	quimiocinas	selectivas	por	los	linfocitos	(IP-10	o	CXCL10,	I-TAC	o
CXCL11	y	MIG	o	CXCL9).	El	interferón	γ,	una	citosina	que	está	presente	en	las	placas	ateromatosas,
induce	los	genes	que	codifican	esta	familia	de	quimioatrayentes	de	los	linfocitos	T.	La	acumulación
de	los	monocitos	en	las	placas	depende	no	solo	de	su	reclutamiento,	sino	también	de	su	retención.24
En	un	trabajo	reciente	se	ha	implicado	la	interacción	de	la	netrina	1	con	su	receptor	UNC5b
(inducidos	ambos	por	la	hipoxia)	a	modo	de	proteína	que	retrasa	la	salida	de	los	macrófagos	de	la
placa.25-27
Focalidad	de	la	formación	de	las	lesiones
La	heterogeneidad	espacial	de	la	ateroesclerosis	ha	sido	difícil	de	explicar	con	métodos	mecánicos.
Las	concentraciones	de	factores	de	riesgo	transportados	por	la	sangre,	por	ejemplo	de	lipoproteínas
que	bañan	el	endotelio	de	todo	el	árbol	vascular,	son	iguales.	Resulta	difícil	comprender	por	qué	una
lesión	producida	por	el	humo	de	un	cigarrillo	produce	un	efecto	local	en	lugar	de	un	efecto	general
en	todas	las	arterias,	sin	embargo,	las	estenosis	secundarias	a	los	ateromas	se	producen	típicamente
de	forma	focal.	Algunos	autores	proponen	un	origen	multicéntrico	de	la	aterogenia	y	sugieren	que
los	ateromas	nacen	de	leiomiomas	de	la	pared	arterial.	La	monotipia	de	distintos	marcadores
moleculares	en	cada	ateroma	concreto,	respalda	esta	hipótesis	monoclonal	de	la	aterogenia.9	Sin
embargo,	la	predilección	por	los	lugares	de	lesión	en	las	partes	proximales	de	las	arterias	después	de
los	puntos	de	ramificación	o	de	las	bifurcaciones	donde	el	flujo	se	divide	sugiere	una	base
hidrodinámica	para	el	desarrollo	de	las	lesiones	iniciales.	Las	arterias	que	no	tienen	muchas	ramas
(p.	ej.,	la	mamaria	interna	o	la	radial)	no	tienden	a	desarrollar	ateroesclerosis.
Existen	dos	conceptos	que	pueden	ayudar	a	comprender	la	manera	en	que	las	alteraciones	locales
del	flujo	podrían	hacer	que	determinadas	localizaciones	tuvieran	predilección	por	las	lesiones.	La
distorsión	local	del	flujo	podría	inducir	alteraciones	que	favorecerían	los	primeros	pasos	de	la
aterogenia.	Otra	posibilidad	es	que	el	flujo	laminar	que	habitualmente	existe	en	los	sitios	que	no
tienden	a	desarrollar	lesiones	iniciales	desencadene	mecanismos	homeostáticos	antiaterógenos
(funciones	arterioprotectoras).28	Las	células	endoteliales	experimentan	el	estrés	de	cizallamiento
laminar	del	flujo	normal	y	del	flujo	alterado	(que,	en	general,	reduce	el	estrés	de	cizallamiento)	en
los	lugares	predispuestos.29	Los	mecanismos	mecanotraductores	que	actúan	para	señalar	la	zona	del
estrés	de	cizallamiento	local	a	las	células	endoteliales	son	muchos.	Por	ejemplo,	estas	células	tienen
cilios	en	su	superficie	luminal	y	receptores	de	adhesión	en	la	membrana	celular	lateral	que	pueden
detectar	la	tensión,	transmitir	fuerzas	hacia	el	citoesqueleto	cortical	y,	quizás,	regular	los	canales
iónicos	o	los	receptores	acoplados	a	proteína	G	que	señalan	los	cambios	de	la	expresión	génica	(fig.
1-9A).29,30	Los	datos	in	vitro	indican	que	el	estrés	de	cizallamiento	laminar	puede	aumentar	la
expresión	de	genes	que	podrían	proteger	frente	a	la	ateroesclerosis,	incluidos	los	que	codifican
formas	de	las	enzimas	superóxido	dismutasa	y	óxido	nítrico	sintasa.28	La	superóxido	dismutasa	puede
reducir	el	estrés	oxidativo	mediante	la	catálisis	de	los	aniones	superóxido	reactivos	y	lesivos.	La
óxido	nítrico	sintasa	de	las	células	endoteliales	induce	la	bien	conocida	sustancia	vasodilatadora
endógena	óxido	nítrico.	Sin	embargo,	además	de	sus	acciones	vasodilatadoras,	el	óxido	nítrico	puede
oponerse	a	la	activación	inflamatoria	de	funciones	endoteliales	tales	como	la	expresión	de	la
molécula	de	adherencia	VCAM-1.	Parece	que	el	óxido	nítrico	ejerce	este	efecto	antiinflamatorio
actuando	sobre	la	expresión	de	genes,	mediante	interferencia	con	el	factor	nuclear	de	regulación	de
la	transcripción	κB	(NF-κB).	El	óxido	nítrico	aumenta	la	producción	de	un	inhibidor	intracelular
(IκBα)	de	este	importante	de	factor	de	transcripción.	El	sistema	NF-κB	regula	numerosos	genes	que,
en	general,	participan	en	las	respuestas	inflamatorias	y,	en	particular,	en	la	aterogenia.
FIGURA	1-9 	Traducción	mecánica	del	estrés	por	cizallamiento	del	endotelio	(ECE).	A.	La	interacción	del
ECE	con	los	sensores	mecánicos	activa	las	cascadas	de	señalización	intracelulares.	B.	Un	ECE	bajo
favorece	la	inflamación,	la	degradación	de	la	matriz	extracelular	y	otras	características	asociadas	a	las
placas	que	provocan	las	complicaciones	trombóticas	de	la	ateroesclerosis.	AP-1,	proteína	1	activadora;
BMP,	proteína	de	morfogenia	ósea;	eNOS,	óxido	nítrico	sintasa	endotelial;	EREC,	elementos	de	respuesta
al	estrés	por	cizallamiento;	ET,	endotelina;	FT,	factor	de	transcripción;	ICAM,	molécula	de	adhesión
intercelular;	IFN,	interferón;	IL,	interleucina;	KLF,	factores	de	tipo	Krüpel;	MAPK,	proteína	cinasas
activadas	por	mitógenos;	MCP,	proteína	quimioatrayente	de	los	monocitos;	MMP,	metaloproteinasas	de
matriz;	NF-κB,	factor	nuclear	κB;	NO,	óxido	nítrico;	PDGF,	factores	de	crecimiento	derivados	de	las
plaquetas;	PECAM-1,	molécula	1	de	adhesión	de	las	plaquetas	a	la	célula	endotelial;	PI3K,	fosfoinosítido	3
cinasa;	PKC,	proteína	cinasa	C;	ROS,	especies	reactivas	de	oxígeno;	SREBP,	proteína	de	unión	al
elemento	regulador	de	esteroles;	TGF-β,	factor	transformador	del	crecimiento	β;	TKR,	receptores	de
tirosina	cinasa;	TNF,	factor	de	necrosis	tumoral;	VCAM,	molécula	de	adhesión	celular	vascular;	VEGF,
factor	de	crecimiento	endotelial	vascular;	VSMC,	célula	muscular	lisa	vascular.	(Modificado	de	Chatzizisis	YS,
Coskun	AU,	Jonas	M,	et	al:	Role	of	endothelial	shear	stress	in	the	natural	history	of	coronary	atherosclerosis	and	vascular
remodeling:	molecular,	cellular,	and	vascular	behavior.	J	Am	Coll	Cardiol	49:2379,	2007;	y	Hahn	C,	Schwartz	MA:
Mechanotransduction	in	vascular	physiology	and	atherogenesis.	Nat	Rev	Mol	Cell	Biol	10:53,	2009.)
Otros	factores	que	se	han	implicado	son	los	de	transcripción,	principalmente	el	factor	2	de	tipo
Krüppel	(KLF2),	ya	que	son	reguladores	importantes	de	las	propiedades	antiinflamatorias	del
endotelio.31	El	KLF2	induce	la	expresión	de	la	óxido	nítrico	sintasa	y	también	inhibe	la	función	del
NF-κB,	al	secuestrar	los	cofactores	necesarios	para	reforzar	su	actividad	de	transcripción.	Con	ello,
se	inhibe	la	expresión	del	casete	de	los	genes	dependientes	del	NF-κB	implicados	en	las	vías
inflamatorias	que	actúan	durante	la	aterogenia	(fig.	1-9B).	Los	ratones	que	presentan	una	alteración
parcial	de
la	señalización	KLF2	tienen	más	ateroesclerosis,32	lo	que	lleva	a	pensar	que	hay
mecanismos	ateroprotectores	que	actúan	de	manera	que	el	endotelio	expresa	tónicamente	una	función
antiinflamatoria	que	actúa	localmente	en	las	condiciones	habituales	de	cizallamiento	laminar	del	flujo
normal.	En	estudios	en	cerdos	intactos	y	en	seres	humanos,	se	demuestra	que	el	estrés	de
cizallamiento	bajo	en	las	arterias	coronarias	se	asocia	al	desarrollo	de	las	características	de	las
placas	relacionadas	con	rotura	y	trombosis.29,33-35
Acumulación	de	lípido	intracelular:	formación	de	células
espumosas
Una	vez	que	los	monocitos	llegan	a	la	íntima	arterial,	pueden	acumular	lípidos	y	convertirse	en
células	espumosas	o	macrófagos	cargados	de	lípidos	(v.	fig.	1-6,	punto	5).	Aunque	casi	todas	las
células	pueden	expresar	el	clásico	receptor	de	la	superficie	celular	para	la	LDL,	este	receptor	no
interviene	en	la	acumulación	de	los	lípidos	de	las	células	espumosas	(v.	capítulo	5).	En	la	clínica,	es
evidente	que	los	pacientes	que	carecen	de	receptores	funcionales	para	la	LDL	(pacientes	homocigotos
con	hipercolesterolemia	familiar)	desarrollan	pese	a	ello	sarcomas	tendinosos	ricos	en	macrófagos
espumosos.	Los	receptores	de	LDL	no	intervienen	en	la	formación	de	las	células	espumosas	porque
están	regulados	de	manera	específica	por	el	colesterol.	Tan	pronto	como	una	célula	acumula	el
colesterol	suficiente,	procedente	de	la	captura	de	LDL,	para	cubrir	sus	necesidades	metabólicas,	un
elegante	mecanismo	de	control	de	la	transcripción	anula	la	expresión	del	receptor	(v.	capítulo	5).
Parece	que,	en	lugar	del	clásico	receptor	de	LDL,	son	varias	las	moléculas	conocidas	como
receptores	limpiadores	que	intervienen	en	la	captación	excesiva	de	lípidos	característica	de	la
formación	de	las	células	espumosas.	Estas	moléculas	de	superficie,	que	pertenecen	a	varias	familias,
se	unen	a	lipoproteínas	modificadas	en	lugar	de	a	lipoproteínas	originales	y	participan	en	su	paso	al
interior	de	las	células.36	Los	ratones	propensos	a	la	ateroesclerosis	con	mutaciones	que	determinan	la
pérdida	del	receptor	A	limpiador	funcional	desarrollan	menos	lesiones	grasas	exuberantes	que	los
que	poseen	moléculas	de	receptor	A	funcionales.	Dado	que	los	receptores	limpiadores	realizan	varias
funciones,	como	el	reconocimiento	de	las	células	apoptósicas	y	las	lipoproteínas	modificadas,
posiblemente	tengan	papeles	complejos	durante	las	distintas	fases	de	la	ateroesclerosis.	Otros
receptores	que	se	unen	a	lipoproteínas	modificadas	y	que	podrían	intervenir	en	la	formación	de	las
células	espumosas	son	CD36	y	macrosialina,	esta	última	con	una	capacidad	de	unión	preferencial
específica	para	la	forma	oxidada	de	la	LDL.	(Para	una	tabla	de	los	receptores	limpiadores,	véase
capítulo	5.)
Una	vez	que	los	macrófagos	han	asentado	su	residencia	en	la	íntima	y	se	convierten	en	células
espumosas,	pueden	replicarse.	El	reclutamiento	de	monocitos	procedentes	de	la	sangre	puebla
inicialmente	la	lesión	naciente	con	fagocitos	mononucleados	en	la	ateroesclerosis	experimental	en
ratones,	pero,	en	la	lesión	establecida,	predomina	la	proliferación	local.37	Los	factores	que
desencadenan	la	división	de	los	macrófagos	en	la	placa	ateroesclerótica	comprenden	factores	de
crecimiento	hematopoyéticos,	como	el	factor	estimulante	de	las	colonias	de	los	macrófagos	(M-
CSF),	el	factor	estimulante	de	las	colonas	de	granulocitos-macrófagos	(GM-CSF)	y	la	interleucina	3.
Estos	comitógenos	y	los	factores	de	supervivencia	de	los	fagocitos	mononucleados	se	encuentran	en
las	lesiones	de	ateromas	naturales	y	experimentales	en	el	ser	humano.	Hasta	este	momento	en	el
desarrollo	del	ateroma	naciente,	la	lesión	consiste,	principalmente,	en	macrófagos	ingurgitados	con
lípidos,	y	las	características	más	complejas,	como	la	fibrosis,	la	trombosis	y	la	calcificación,	no	son
propias	de	la	estría	grasa,	la	lesión	precursora	del	ateroma	complejo.	Según	varias	líneas	de	datos,
estas	estrías	adiposas	pueden	involucionar,	al	menos	hasta	cierto	punto.	La	contribución	relativa	del
descenso	del	reclutamiento,	de	la	muerte	de	las	células	dentro	de	las	lesiones	y	de	la	salida	de	las
células	para	reducir	la	acumulación	de	los	fagocitos	mononucleados	en	los	ateromas	en	condiciones
de	descenso	de	los	lípidos	sigue	siendo	motivo	de	controversia.
Evolución	del	ateroma
Inmunidad	innata	y	adaptativa:	mecanismos	de	la
inflamación	en	la	aterogenia
En	el	último	decenio,	los	datos	básicos	y	clínicos	han	convergido	para	demostrar	también	la
importancia	fundamental	de	la	inflamación	en	la	aterogenia	(v.	también	capítulo	2).38-40	Las	células
espumosas	macrofágicas	reunidas	en	la	pared	arterial	al	principio	del	proceso	no	actúan	solo	como
un	reservorio	para	el	exceso	de	lípidos;	así,	en	la	lesión	ateroesclerótica	establecida,	estas	células
constituyen	una	rica	fuente	de	mediadores	proinflamatorios	tales	como	las	proteínas	del	tipo	de
citocinas	y	quimiocinas,	y	varios	eicosanoides	y	otros	mediadores	lípidos.	En	el	ambiente	de	la	placa
ateroesclerótica,	estas	células	fagocíticas	pueden	elaborar	también	grandes	cantidades	de	especies
oxidantes	del	tipo	del	anión	superóxido	o	el	ácido	hipocloroso.	Este	conjunto	de	mediadores	de	la
inflamación	puede	fomentar	la	respuesta	inflamatoria	en	la	placa	y	contribuir	así	a	la	progresión	de
las	lesiones.	El	término	inmunidad	innata	se	refiere	a	este	tipo	de	amplificación	de	la	respuesta
inflamatoria	que	no	depende	de	una	estimulación	antigénica	(fig.	1-10).
FIGURA	1-10 	Inmunidad	innata	y	adquirida	en	la	ateroesclerosis.	Diagrama	de	las	vías	de	la	inmunidad
innata	(izquierda)	y	adquirida	(derecha)	que	actúan	durante	la	aterogenia.	BAFF,	factor	activador	de	los
linfocitos	B;	IFN-γ,	interferón	γ;	IL,	interleucina;	MΦ,	macrófago;	TGF-β,	factor	transformador	del
crecimiento	β;	Th,	T	colaborador.	(Adaptado	de	Hansson	G,	Libby	P,	Schoenbeck	U,	Yan	ZQ:	Innate	and	adaptive
immunity	in	the	pathogenesis	of	atherosclerosis.	Circ	Res	91:281,	2002.)
Además	de	la	inmunidad	innata,	existen	pruebas	crecientes	de	la	importante	participación	de	la
inmunidad	adaptativa	o	específica	de	antígeno	en	la	formación	de	la	placa.40,41	Además	de	los
fagocitos	mononucleares,	las	células	dendríticas	de	las	lesiones	ateroescleróticas	pueden	presentar
los	antígenos	a	los	linfocitos	T,	que	constituyen	una	minoría	importante	de	la	población	leucocítica
de	estas	lesiones.	Los	antígenos	capaces	de	estimular	esta	respuesta	inmunitaria	adaptativa	serían	las
lipoproteínas	modificadas	u	originales,	las	proteínas	del	golpe	de	calor,	la	β-2	glucoproteína	1b	y	los
agentes	infecciosos.42-44	Las	células	presentadoras	de	antígenos	(macrófagos,	células	dendríticas	o
células	endoteliales)	permiten	una	interacción	entre	el	antígeno	y	los	linfocitos	T	que	se	traduce	en	la
activación	de	estos	últimos.	Los	linfocitos	T	activados	pueden	entonces	secretar	grandes	cantidades
de	citocinas	aptas	para	modular	la	aterogenia.
Los	linfocitos	T	colaboradores	(que	expresan	CD4)	pertenecen	a	dos	categorías	generales.	Las
células	pertenecientes	al	subtipo	1	elaboran	citocinas	proinflamatorias	tales	como	el	interferón	γ,	la
linfotoxina,	el	ligando	CD40	y	el	factor	de	necrosis	tumoral	α.	Este	conjunto	de	citocinas	Th1	puede,
a	su	vez,	activar	a	las	células	de	las	paredes	vasculares	y	orquestar	alteraciones	de	la	biología	de	la
placa	inductoras	de	la	desestabilización	y	del	aumento	de	su	capacidad	trombógena.	Por	otra	parte,
los	linfocitos	T	colaboradores	dirigidos	hacia	la	producción	de	citocinas	Th2	del	tipo	de	la
interleucina	10	(IL-10)	podrían	actuar	como	inhibidores	de	la	inflamación	en	el	contexto	de	la
aterogenia.45	Los	linfocitos	T	citolíticos	(que	contienen	CD8)	pueden	expresar	el	ligando	Fas	y	otros
factores	citotóxicos	estimulantes	de	la	citólisis	y	la	apoptosis	de	células	diana,	entre	ellas	las	CML	y
endoteliales	y	los	macrófagos.	En	la	lesión	ateroesclerótica,	estos	tres	tipos	de	células	pueden	morir,
lo	que	contribuye	a	la	progresión	y	las	complicaciones	de	las	placas.	Los	linfocitos	T	reguladores
(Treg)	pueden	elaborar	factor	transformador	del
crecimiento	β	(TGF-β)	así	como	IL-10.	Los
linfocitos	Treg	tienen	los	marcadores	CD4	y	CD25.	Tanto	el	TFG-β	como	la	IL-10	pueden	tener
efectos	antiinflamatorios.	Varias	preparaciones	experimentales	indican	una	función
antiateroesclerótica	de	los	linfocitos	Treg	in	vivo.41,46	Por	el	momento,	no	se	conoce	por	completo	la
posible	participación	de	los	linfocitos	B	y	de	los	anticuerpos	en	la	ateroesclerosis.	La	inmunidad
humoral	podría	tener	propiedades	tanto	arterioprotectoras	como	aterógenas,	dependiendo	de	las
circunstancias.47	Los	linfocitos	B1	que	producen	anticuerpos	naturales,	muchos	de	los	cuales
reconocen	las	LDL	modificadas	mediante	oxidación,	pueden	proteger	frente	a	la	ateroesclerosis
experimental.	Los	linfocitos	B2	agravan	la	ateroesclerosis	en	ratones	al	favorecer	la	producción	de
citosinas	proinflamatorias.40	Esta	observación	ha	despertado	el	interés	por	la	inmunoterapia	para
mitigar	la	ateroesclerosis.40,48
Migración	y	proliferación	de	las	células	musculares	lisas
En	las	primeras	fases	de	la	iniciación	del	ateroma	intervienen	sobre	todo	la	alteración	de	la	función
endotelial	y	la	atracción	y	acumulación	de	leucocitos,	en	la	evolución	posterior	del	ateroma	hacia
placas	más	complejas	participan	también	las	CML	(v.	fig.	1-6,	puntos	6	y	7).	En	la	túnica	media
arterial	normal,	las	CML	son	bastante	distintas	de	las	que	se	encuentran	en	la	íntima	de	un	ateroma	en
evolución.9-11	Es	probable	que	algunas	CML	lleguen	a	la	íntima	arterial	en	las	primeras	fases	de	la
vida	y	otras	se	acumulan	en	la	fase	avanzada	del	ateroma	tras	ser	reclutadas	desde	la	media
subyacente	a	la	íntima	o	se	originan	en	precursores	de	origen	hematológico.	Los	datos
experimentales	en	ratones	han	dado	paso	al	concepto	del	reclutamiento	de	las	CML	hematógenas	en
las	placas,	y	otros	datos	más	recientes	indican	que	las	células	madre	vasculares	residentes	son	las
precursoras	de	las	CML	de	la	íntima	en	las	arterias	lesionadas	o	ateromatosas.10,11,49,50
El	fenotipo	de	las	CML	de	la	íntima	ateroesclerótica	parece	menos	maduro	que	el	de	las	CML	en
reposo	de	la	capa	media	de	las	arterias	normales.	En	lugar	de	expresar	sobre	todo	las	isoformas	de	la
miosina	muscular	lisa	características	de	las	células	del	adulto,	las	que	se	encuentran	en	la	íntima
tienen	concentraciones	elevadas	de	la	isoforma	embrionaria	de	la	miosina	del	músculo	liso.	Por
tanto,	algunas	CML	de	la	íntima	parecen	recapitular	un	fenotipo	embrionario.	Además,	estas	CML
intimales	presentan	una	morfología	característica,	como	una	mayor	cantidad	de	retículo
endoplásmico	rugoso	y	menos	fibras	contráctiles,	que	las	CML	adultas	normales.
Aunque	en	el	ateroma	humano	maduro	la	replicación	de	las	CML	en	estado	estable	parece	poco
frecuente,	durante	la	historia	natural	de	una	lesión	ateromatosa	determinada	pueden	producirse	brotes
de	replicación.	Por	ejemplo,	como	se	verá	con	detalle	más	adelante,	los	episodios	de	rotura	de	la
placa	con	trombosis	exponen	a	las	CML	a	la	acción	de	potentes	mitógenos,	entre	los	que	se	encuentra
el	factor	de	la	coagulación	trombina.	Así	pues,	el	proceso	de	acumulación	de	CML	durante	la
ateroesclerosis	y	del	crecimiento	de	la	íntima	puede	no	ser	continuo	ni	producirse	de	manera	lineal,
sino	que	más	bien,	a	lo	largo	de	la	evolución	de	un	ateroma	pueden	aparecer	«crisis»	puntuales
durante	las	cuales	ocurren	brotes	de	actividad	de	las	CML	(fig.	1-11).
FIGURA	1-11 	Evolución	temporal	de	la	ateroesclerosis.	Izquierda.	Tradicionalmente,	se	enseñaba	que
el	ateroma	se	formaba	siguiendo	una	evolución	progresiva	inexorable	dependiente	de	la	edad,	como	se
demuestra	en	la	curva	ascendente	continua.	Derecha.	Los	conocimientos	actuales	proponen	un	modelo
diferente,	una	función	escalonada	en	lugar	del	ascenso	monótono	de	la	evolución	de	la	lesión	con	el
tiempo,	como	se	representa	por	la	curva	serpenteante.	Según	este	último	modelo,	a	lo	largo	de	la	historia
vital	de	una	lesión	los	períodos	de	relativa	quietud	están	salpicados	por	«crisis».	Estas	crisis	podrían
seguir	a	episodios	de	rotura	de	la	placa,	con	trombosis	mural	y	cicatrización	que	darían	lugar	a	brotes	de
proliferación	del	músculo	liso	y	de	depósito	de	matriz.	La	hemorragia	en	el	interior	de	la	placa	debida	a	la
rotura	de	un	microvaso	friable	podría	producir	una	situación	similar.	Estos	episodios	pasarían,	en	general,
inadvertidos	en	la	clínica.	Ciertos	acontecimientos	extravasculares,	como	las	infecciones	intercurrentes
con	citocinemia	o	endotoxemia	sistémicas,	despertarían	«ecos»	en	la	pared	arterial,	con	ciclos	de
expresión	de	los	genes	de	las	citocinas	locales	por	los	leucocitos	inflamatorios	«profesionales»
residentes	en	la	lesión.	El	modelo	episódico	de	progresión	de	la	placa	se	adapta	a	los	datos	angiográficos
humanos	mejor	que	el	modelo	tradicional	continuo.
Muerte	de	las	células	musculares	lisas	durante	la	aterogenia
Además	de	la	replicación	de	las	CML,	la	muerte	de	estas	células	puede	contribuir	también	a	las
complicaciones	de	la	placa	ateroesclerótica	(v.	fig.	1-6,	punto	8).51-52	Al	menos	algunas	CML	del
ateroma	humano	avanzado	muestran	una	fragmentación	de	su	ADN	nuclear	característica	de	la
muerte	celular	programada	o	apoptosis.	La	apoptosis	puede	producirse	en	respuesta	a	las	citocinas
inflamatorias	que	se	sabe	existen	en	el	ateroma	en	evolución.	Además	de	las	citocinas	solubles	con
capacidad	para	desencadenar	la	muerte	celular	programada,	podría	haber	una	participación	de	los
linfocitos	T	del	ateroma,	con	eliminación	de	algunas	CML;	más	en	concreto,	algunas	poblaciones	de
linfocitos	T	que	se	sabe	se	acumulan	en	las	placas	pueden	expresar	el	ligando	Fas	en	su	superficie.	El
ligando	Fas	puede	unirse	al	receptor	Fas	de	la	superficie	de	las	CML	y,	en	combinación	con	las
citocinas	proinflamatorias	solubles,	conducir	a	la	muerte	de	la	célula	muscular.51
Por	tanto,	la	acumulación	de	CML	en	las	placas	ateroescleróticas	en	crecimiento	se	debe
probablemente	a	una	lucha	entre	la	replicación	y	la	muerte	celulares.51,52	La	actual	investigación	sobre
la	biología	celular	y	molecular	ha	permitido	identificar	candidatos	que	intervendrían	tanto	en	la
replicación	como	en	la	pérdida	de	CML,	un	concepto	que	procede	de	las	cuidadosas	observaciones
morfológicas	de	Virchow	realizadas	a	mediados	del	siglo	xix.	Refiriéndose	a	las	CML	de	la	íntima,
Virchow	señaló	que	la	aterogenia	inicial	implica	una	«multiplicación	de	sus	núcleos»	pero	también
reconoció	que	las	células	de	las	lesiones	pueden	«acelerar	su	propia	destrucción».
Matriz	extracelular	arterial
La	mayor	parte	del	volumen	de	una	placa	arterioesclerótica	avanzada	corresponde	más	a	la	matriz
extracelular	que	a	las	células	propiamente	dichas.	Por	tanto,	los	componentes	extracelulares	de	la
placa	merecen	consideración.	Las	principales	macromoléculas	de	la	matriz	extracelular	que	se
acumulan	en	el	ateroma	son	colágenos	intersticiales	(tipos	I	y	III)	y	proteoglucanos	tales	como
versicano,	biglucano,	agrecano	y	decorina.	Además,	en	las	placas	ateroescleróticas	también	pueden
acumularse	fibras	de	elastina.	Las	CML	arteriales	producen	estas	moléculas	de	la	matriz	durante	la
enfermedad,	al	igual	que	lo	hacen	durante	el	desarrollo	y	el	mantenimiento	de	la	arteria	normal	(v.
fig.	1-6,	punto	7).	Entre	los	estímulos	para	una	producción	excesiva	de	colágeno	por	parte	de	las
CML	se	encuentran	el	factor	de	crecimiento	derivado	de	plaquetas	(PDGF)	y	TGF-β,	un	elemento	de
los	gránulos	plaquetarios	y	un	producto	de	muchos	tipos	de	células	presentes	en	las	lesiones	como
los	linfocitos	T	reguladores	(Treg).
Como	ya	se	ha	comentado,	como	en	la	acumulación	de	las	CML,	la	secreción	de	la	matriz
extracelular	depende	también	de	un	equilibrio.	En	este	caso,	el	contrapeso	de	la	biosíntesis	de	las
moléculas	de	la	matriz	extracelular	es	la	degradación	catalizada	en	parte	por	enzimas	catabólicas,
principalmente	las	metaloproteinasas	de	matriz	(MMP).	Indudablemente,	la	disolución	de	las
macromoléculas	de	la	matriz	extracelular	contribuye	a	la	migración	de	las	CML	cuando	penetran	en
la	íntima	desde	la	media	a	través	de	la	matriz	extracelular	densa,	atravesando	la	lámina	elástica
interna	rica	en	elastina.
También	es	probable	que	la	disolución	de	la	matriz	extracelular	intervenga	en	la	remodelación
arterial	que	acompaña	al	crecimiento	de	las	lesiones.	Durante	la	primera	parte	de	la	historia	natural
de	una	lesión	ateromatosa,	la	placa	crece	hacia	fuera	en	dirección	contraria	a	la	luz,	en	lugar	de	hacia
dentro,	de	una	forma	que	daría	lugar	a	un	estrechamiento	de	la	luz.	Este	crecimiento	hacia	fuera	de	la
íntima	determina	un	aumento	del	calibre	de	la	totalidad	de	la	arteria	en	su	conjunto.	Es	la	llamada
remodelación	positiva	o	dilatación	compensadora	e	implica	un	recambio	de	las	moléculas	de	la
matriz	extracelular	para	acomodarse	al	crecimiento	circunferencial	de	la	arteria.	La	estenosis	luminal
tiende	a	ocurrir	solo	cuando	el	volumen	de	la	placa	supera	el	40%	del	área	transversal	de	la	arteria.
Angiogenia	en	las	placas
Las	placas	ateroescleróticas	desarrollan	su	propia	microcirculación	al	crecer	por	migración	y
replicación	endotelial.	El	estudio	histológico	usando	los	marcadores	adecuados	para	las	células
endoteliales	pone	de	manifiesto	esta	rica	neovascularización	en	las	placas	en	evolución.	Posiblemente
estos	vasos	se	forman	como	respuesta	a	unos	péptidos	antigénicos	sobreexpresados	en	el	ateroma.
Entre	estos	factores	angiogénicos	destacan	las	formas	de	factor	de	crecimiento	endotelial	vascular
(VEGF)	de	los	factores	de	crecimiento	fibroblásticos,	el	factor	de	crecimiento	placentario	(PIGF)	y
la	oncostatina	M.
Es	probable	que	los	microvasos	de	las	placas	tengan	una	considerable	importancia	funcional.	Por
ejemplo,	los	abundantes	microvasos	de	las	placas	proporcionan	una	superficie	relativamente	grande
para	el	tráfico,	tanto	de	entrada	como	de	salida,	de	los	leucocitos.	En	realidad,	en	la	placa
ateroesclerótica	humana	avanzada,	el	endotelio	microvascular	contiene	moléculas	de	adherencia
selectivas	de	las	células	mononucleares,	tales	como	VCAM-1,	en	mucha	mayor	cantidad	que	el
endotelio	macrovascular	que	recubre	la	placa.	La	microvascularización	de	las	placas	puede	facilitar
también	su	crecimiento,	soslayando	las	limitaciones	a	la	difusión	de	oxígeno	y	nutrientes,	según	un
concepto	análogo	al	de	los	factores	angiógenos	tumorales	y	el	crecimiento	de	las	lesiones
malignas.53	La	administración	de	inhibidores	de	la	angiogenia	a	ratones	con	ateroesclerosis
experimental	limita	la	expansión	de	las	lesiones.	Por	último,	los	microvasos	de	la	placa	podrían	ser
friables	y	propensos	a	la	rotura,	como	sucede	con	los	neovasos	de	la	retina	diabética.	La	hemorragia
y	las	trombosis	in	situ	podrían	fomentar	un	ciclo	local	de	proliferación	de	las	CML	y	acumulación	de
matriz	en	el	área	inmediatamente	adyacente	a	las	roturas	microvasculares	(fig.	1-12).	Esta	situación
ilustra	un	caso	especial	de	las	«crisis»	ya	descritas	de	la	evolución	de	la	placa	ateromatosa	(v.	fig.	1-
11).	El	intento	de	aumentar	la	perfusión	miocárdica	potenciando	el	crecimiento	de	vasos	nuevos
mediante	la	transferencia	de	proteínas	angiógenas	o	de	sus	genes	puede	tener	efectos	adversos	y
fomentar	el	crecimiento	de	las	lesiones	o	las	complicaciones	clínicas	de	los	ateromas	a	través	de
estos	mecanismos.
FIGURA	1-12 	Hemorragia	en	el	interior	de	la	placa	alrededor	de	los	neovasos	del	ateroma.	A	y	B.	Placa
ateroesclerótica	humana	típica	teñida	para	mostrar	el	factor	de	von	Willebrand	(VWF)	(A)	y	el	hierro	con
azul	de	Prusia	(B).	El	VWF	tiñe	las	células	endoteliales	que	revisten	los	canales	y	los	lagos
microvasculares.	Obsérvese	el	VWF	extravasado,	localizado	en	el	mismo	lugar	que	el	depósito	de	hierro,
que	refleja	un	depósito	de	hemosiderina	compatible	con	una	hemorragia	en	el	interior	de	la	placa.	(Tomado
de	Brogi	E,	Winkles	JA,	Underwood	R,	et	al:	Distinct	patterns	of	expression	of	fibroblast	growth	factors	and	their	receptors	in
human	atheroma	and	non-atherosclerotic	arteries:	Association	of	acidic	FGF	with	plaque	microvessels	and	macrophages.	J
Clin	Invest	92:2408,	1993.)
Mineralización	de	la	placa
A	menudo,	a	medida	que	la	placa	evoluciona,	se	forman	en	ella	áreas	de	calcificación.	De	hecho,
Virchow	describió	las	características	morfológicas	de	formación	de	hueso	en	las	placas
ateroescleróticas	en	sus	primeras	descripciones	microscópicas	de	la	ateroesclerosis.	Se	ha
progresado	mucho	en	el	conocimiento	de	la	mineralización	durante	la	evolución	de	las	placas
ateroescleróticas.	Algunas	subpoblaciones	de	CML	podrían	favorecer	la	calcificación	mediante	una
mayor	secreción	de	citocinas	tales	como	las	proteínas	morfogenéticas	óseas,	homólogas	al	TGF-β.54
Las	placas	ateromatosas	también	pueden	contener	proteínas	con	residuos	de	ácido	glutámico
carboxilados	en	posición	γ,	especializadas	en	el	secuestro	de	calcio	y	que,	por	tanto,	fomentan	la
mineralización.	La	calcificación	del	ateroma	comparte	muchos	de	los	mecanismos	implicados	en	la
formación	del	hueso.	Parece	que	el	activador	del	receptor	del	ligando	NF-κB	(RANKL),	un	miembro
de	la	familia	del	factor	de	necrosis	tumoral,	induce	la	formación	de	mineral	por	las	CML	mediante
una	vía	dependiente	de	la	proteína	morfogenética	ósea	4	(BMP-4).	La	osteoprotegerina	puede
antagonizar	la	mineralización	de	la	placa	inhibiendo	la	transmisión	de	señales	por	RANKL.	La
ausencia	genética	de	osteoprotegerina	incrementa	la	calcificación	de	los	ateromas	murinos	y	la
administración	de	osteoprotegerina	exógena	la	limita.54,55	El	factor	de	transcripción	Runx-2	activado
por	los	mediadores	inflamatorios	y	el	estrés	oxidativos,	entre	otros	estímulos,	puede	inducir	la
formación	mineral	por	las	CML,	mediante	la	activación	de	AKT	(p.	ej.,	proteína	cinasa	B).56,57	Los
marcadores	de	inflamación	se	asocian	a	los	focos	de	mineralización	en	los	ateromas	nacientes	en	el
ratón.56	Las	micropartículas	elaboradas	por	los	macrófagos	aportan	nidos	para	la	calcificación	de	la
placa,	aportando	otro	enlace	entre	las	células	inflamatorias	y	la	calcificación	cardiovascular.58
Complicaciones	de	la	ateroesclerosis
Estenosis	arterial	e	implicaciones	clínicas
En	secciones	anteriores	se	expusieron	la	iniciación	y	la	evolución	de	las	placas	ateroescleróticas.	En
general,	estas	fases	del	proceso	ateroesclerótico	duran	muchos	años,	durante	los	cuales	la	persona
afectada	no	suele	tener	síntomas.	Cuando	la	magnitud	de	las	placas	supera	la	capacidad	de	la	arteria
para	remodelarse	hacia	fuera,	comienza	el	estrechamiento	de	las	luces	arteriales.	Durante	la	fase
asintomática	crónica	o	estable	de	la	evolución	de	las	lesiones,	es	probable	que	el	crecimiento	sea
discontinuo,	con	períodos	de	reposo	relativo	salpicados	por	episodios	de	progresión	rápida	(v.	fig.	1-
11).	Los	estudios	angiográficos	humanos	apoyan	este	crecimiento	discontinuo	de	las	estenosis	de	las
arterias	coronarias.	En	último	término,	las	estenosis	pueden	progresar	hasta	alcanzar	un	grado	tal	que
impida	el	flujo	de	la	sangre	a	través	de	la	arteria.	Las	lesiones	causantes	de	estenosis	superiores	a
60%	pueden	provocar	limitaciones	del	flujo	cuando	aumenta	la	demanda.	Este	tipo	de	enfermedad
aterooclusiva	produce	con	frecuencia	angina	de	pecho	estable	crónica	o	claudicación	intermitente
cuando	aumenta	la	demanda.	Por	tanto,	la	fase	sintomática	de	ateroesclerosis	suele	comenzar	muchos
decenios	después	de	que	se	hayan	iniciado	las	lesiones.
No	obstante,	en	muchos	casos	de	infarto	de	miocardio	no	hay	antecedentes	de	angina	estable	previa
que	anuncie	un	ataque	agudo.	Existen	varios	tipos	de	datos	de	imagen	que	indican	que	muchos
infartos	de	miocardio	son	consecuencia	no	de	una	estenosis	de	alto	grado,	sino	de	lesiones	que	no
limitan	el	flujo.	Los	síndromes	coronarios	agudos	son	consecuencia,	a	menudo,	de	trombos	que	se
forman	como	consecuencia	de	la	alteración	de	las	placas,	que	no	produce	una	estenosis	crítica.59
Estas	observaciones	no	implican	que	los	ateromas	pequeños	sean	la	causa	de	la	mayoría	de	los
infartos.	De	hecho,	las	lesiones	responsables	de	los	infartos	agudos	de	miocardio	pueden	ser
realmente	grandes.	Es	posible	que	no	produzcan	un	estrechamiento	crítico	de	la	luz	debido	a	la
dilatación	compensadora.	Como	es	lógico,	las	estenosis	críticas	producen	infartos

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