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- Resumen Final de Lingüística y Discursividad Social-

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LINGÜÍSTICA 
& 
DISCURSIVIDAD SOCIAL 
 
 
2016 
 
Final Regular 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Docente Teórico: Rogieri, Patricia. 
 
Jefe de Trabajos Prácticos: Cisneros, Lorelei. 
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 Saussure, Ferdinand de: “Curso de Lingüística General” 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 CAPÍTULO I - OJEADA A LA HISTORIA DE LA LINGÜÍSTICA 
 
 La ciencia que se ha constituido en torno de los hechos de lengua ha pasado por tres fases 
sucesivas antes de reconocer cuál es su verdadero y único objeto. 
 1°. Gramática: fundado en la lógica y desprovisto de toda visión científica y desinteresada 
de la lengua misma; distingue formas correctas de las formas incorrectas; es una disciplina 
normativa. 
 2°. Filología: se fijan, interpretan y comentan textos; se ocupa de la historia literaria y utiliza 
como método la crítica; se atiene demasiado a la lengua escrita y olvida la lengua viviente. 
 3°. Filología Comparativa o Gramática Comparada: estudia las relaciones entre lenguas; 
aclara una lengua por medio de otra, explica las formas de una por las formas de otra. 
 
 CAPÍTULO III - OBJETO DE LA LINGÜÍSTICA 
 
 Otras ciencias operan con objetos dados de antemano y que se pueden considerar en 
seguida desde diferentes puntos de vista. No es así en la lingüística. Lejos de preceder el 
objeto al punto de vista se diría que es el punto de vista el que crea el objeto, y, además, 
nada nos dice de antemano que una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea 
anterior o superior a las otras. 
 Sea cual sea el punto de vista adoptado, el fenómeno lingüístico presenta perpetuamente 
dos caras que se corresponden. La lengua no se confunde con el lenguaje: la lengua no es 
más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. 
 El lenguaje es multiforme (diferentes abordajes) y heteróclito (irregular); a la vez físico, 
fisiológico y psíquico; pertenece además al dominio individual y al social. 
 El lenguaje articulado, el lenguaje hablado no es el natural al hombre; sino la facultad de 
constituir una lengua, es decir, un sistema de signos distintos que corresponden a ciertas 
ideas. La facultad, natural o no, de articular palabras no se ejerce más que con la ayuda del 
instrumento creado y suministrado por la colectividad. 
 
 
 
 Podemos determinar como es visto aquí, que hay tres instancias esenciales: 
 - Física: ondas sonoras 
 - Fisiológica: fonación y audición 
 - Psíquicas: imágenes verbales y conceptos (correspondiente a la lengua) 
 
 Entre todos los individuos así ligados por el lenguaje se establecerá una especie de 
promedio: todos reproducirán los mismos signos unidos a los mismos conceptos; se genera 
una convención social. Lo que hace que se formen en los sujetos hablantes acuñaciones que 
llegan a ser sensiblemente idénticas en todos es el funcionamiento de las facultades 
receptiva y coordinativa. 
 
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DICOTOMÍA LENGUA / HABLA 
LENGUA HABLA 
ESENCIAL ACCIDENTAL o ACCESORIA 
SOCIAL INDIVIDUAL 
PASIVA: se recibe como producto de otras 
generaciones sin intervención. Se hereda. 
ACTIVA: es una función del sujeto hablante, un 
acto de voluntad e inteligencia. Se ejecuta. 
INVOLUNTARIA. Se impone VOLUNTARIA. Se accede 
HOMOGÉNA – PSÍQUICA HETEROGÉNEA – FÍSICA y FISIOLÓGICA 
 
 Caracteres de la lengua que la vuelven objeto de la lingüística: 
 
 A. Definible - Es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del 
lenguaje. Se la puede localizar en la porción determinada del circuito donde una imagen 
acústica viene a asociarse con un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior 
al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más que en virtud 
de contrato establecido entre los miembros de la comunidad. 
 B. Divisible – Es un objeto que puede estudiarse separadamente. 
 C. Homogénea – Es un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y la 
imagen acústica, y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas. 
 D. Concreta – Los signos lingüísticos no por ser esencialmente psíquicos son abstracciones; 
la escritura puede fijarlos en imágenes convencionales. 
 
PRIMERA PARTE – PRINCIPIOS GENERALES 
 
 CAPÍTULO I - NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO 
 
 Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una 
imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, sino su huella psíquica, la 
representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; es sensorial. 
 El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras: 
 
 
 
 Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Signo  Combinación del concepto y de la imagen acústica. 
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 1º Principio: Arbitrariedad del signo lingüístico 
 
 El lazo que une el significante al significado es arbitrario; podemos decir más simplemente: 
el signo lingüístico es arbitrario. Decimos esto refiriéndonos a que es inmotivado- o con 
raíces inmotivadas -, el significante con relación al significado no guarda en la realidad 
ningún lazo natural. Sin embargo hay signos que pueden estar motivados – los símbolos – 
pero estos se consideran dentro del dominio de la semiología y no están contemplados 
dentro de este principio. 
 
 2º Principio: Carácter lineal del significante 
 
 El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y 
tiene los caracteres que toma del tiempo: representa una extensión, la cual es mensurable 
en una sola dirección; es una línea. 
 Los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos se 
presentan uno tras otro formando una cadena (A-R-B-O-L). 
 
 CAPÍTULO II - INMUTABILIDAD Y MUTABILIDAD DEL SIGNO 
 
 INMUTABILIDAD 
 
 A la masa social no se le consulta, ni el significante elegido por la lengua podría tampoco 
ser reemplazado por otro. Un individuo sería incapaz de modificar en un ápice la elección ya 
hecha, la masa está atada a la lengua tal cual es. El signo lingüístico está fuera del alcance de 
nuestra voluntad. Razones específicas: 
 1 – El carácter arbitrario del signo. Lo arbitrario mismo del signo pone a la lengua al abrigo 
de toda tentativa que pueda modificarla. Pues para que una cosa entre en cuestión es 
necesario que se base en una norma razonable, pero en cuanto a la lengua, sistema de 
signos arbitrarios, esa base falta, y con ella desaparece todo terreno sólido de discusión. 
 2 – La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Los signos 
lingüísticos son innumerables, se hace imposible reemplazarlos totalmente por otros. 
 3 – El carácter demasiado complejo del sistema. Una lengua constituye un sistema, es un 
mecanismo en extremo complejo. 
 4 – La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. La lengua forma 
cuerpo con la vida de la masa social, y la masa aparece ante todo como un factor de 
conservación. 
 
 MUTABILIDAD 
 
 La lengua se transforma sin que los sujetos hablantes puedan transformarla; es intangible 
pero no inalterable. Las otras instituciones humanas –las costumbres, las leyes, etc.- están 
todas fundadas en la relación natural entre las cosas. La lengua, por el contrario, no está 
limitada por nada en la elección de sus medios. Lo arbitrario de sus signos implica 
teóricamente la libertad de establecer cualquier posible relación entre la materia fónica y las 
ideas. 
 La lengua se altera, o mejor, evoluciona, bajo la influencia de todos los agentes que 
puedan alcanzar sea a los sonidos sea a los significados. El tiempo altera todas las cosas; no 
hay razón para que la lengua escape de esta ley universal. 
 La lengua no es libre, porque eltiempo permite a las fuerzas sociales que actúan en ellas 
desarrollar sus efectos, y se llega al principio de continuidad que anula la libertad. Pero la 
continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos 
considerable de las relaciones. 
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 CAPÍTULO IV - EL VALOR LINGÜÍSTICO 
 
 Lengua – sistema de valores puros con dos elementos en juego: ideas y sonidos. Es forma y 
no sustancia. Nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta, sin la ayuda 
de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. 
 La lengua es una serie de subdivisiones contiguas (es forma) marcadas a la vez sobre el 
plano indefinido de las ideas (A) confusas y sobre el de los sonidos (B). 
 
 
 
 
 El papel característico de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria 
entre el pensamiento y el sonido. El pensamiento, caótico por naturaleza, se ve forzado a 
precisarse al descomponerse, se trata de ese hecho en cierta manera misterioso: que el 
“pensamiento-sonido” implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades al constituirse 
entre dos masas amorfas. 
 Palabras – muestras equivalentes de los términos reales de un sistema sincrónico. Los 
principios obtenidos a propósito de las palabras serán válidos para las entidades en general. 
 Valor lingüístico – es un elemento de la significación, no confundir. La propiedad que tiene 
una palabra de representar una idea es sólo un aspecto del valor lingüístico. Resulta de la 
presencia simultánea de términos.1 
 Significación – Es la contraparte de la imagen auditiva; existente por sí misma.2 
 
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El valor de todo término está determinado por lo que lo rodea. 
 
 Cuando se dice que los valores corresponden a conceptos, se sobre entiende que son 
puramente diferenciales, definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente 
por sus relaciones con los otros términos del sistema. Su más exacta característica es la de 
ser lo que los otros no son (Ej.: tibio refiere a lo que no es ni frío ni caliente). 
 Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que 
permiten distinguir una palabra de todas las demás, ellas llevan a la significación. No hay 
imagen vocal que responda mejor que otra a lo que se le encomienda expresar. Arbitraria y 
diferencial es la significación. 
 El significante lingüístico de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido, no por su 
sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separa su imagen acústica de 
todas las demás. 
 Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros; pero lo 
que los caracteriza es el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son 
ante todo entidades opositivas, relativas y negativas. 
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 En la lengua no hay más que diferencias. Una diferencia supone términos positivos entre 
los cuales se establece; pero en la lengua solo hay diferencias sin términos positivos. 
 Decir que en la lengua todo es negativo sólo es verdad en cuanto al sgnte. y al sgdo. 
tomados aparte: en cuanto consideramos al signo en su totalidad, nos hallamos ante una 
cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos 
combinados con una serie de diferencias de ideas, resultando en que los signos acústicos 
sumados al pensamiento engendran un sistema de valores. Aunque el sgnte. y el sgdo. sean 
puramente negativos y diferenciales, su combinación es un hecho positivo. 
 
 CAPÍTULO V - RELACIONES SINTAGMÁTICAS Y RELACIONES ASOCIATIVAS 
 
 En un estado de lengua todo se basa en relaciones. Las diferencias y relaciones entre 
términos se despliegan en dos esferas, cada una generadora de cierto orden de valores. 
 En el discurso las palabras contraen entre sí por su encadenamiento, relaciones fundadas 
en el carácter lineal de la lengua que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la 
vez. Los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla. Estas combinaciones que 
se apoyan en la extensión se pueden llamar sintagmas. 
 El sintagma se compone de dos o más unidades consecutivas (Ej. Releer; contra todos; la 
vida humana; Dios es bueno, si hace buen tiempo, saldremos, etc.). Colocado en un 
sintagma, un término solo adquiere su valor por que se opone al que le precede o al que le 
sigue o a ambos. 
 Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que tienen algo en común se asocian en la 
memoria y se forman grupos en los cuales reinan relaciones diversas. Una palabra, por 
ejemplo hará surgir un montón de otras palabras que tengan algo de común con ellas (Ej. 
Educación, aprendizaje, educativa, enseñanza). Estas coordinaciones distintas de las 
primeras, ya no se basan en la extensión, sucede ésta en el cerebro y forman parte del 
tesoro de la lengua en cada individuo, la llamaremos relaciones asociativas. 
 La conexión sintagmática es en presencia, se apoya en términos presentes en una serie 
efectiva; la conexión asociativa une términos en ausencia, es una serie mnemónica virtual. 
 
 RELACIONES SINTAGMÁTICAS 
 
 La noción de sintagma, no solo se aplica a las palabras, sino también a los grupos de 
palabras. La oración es el tipo del sintagma por excelencia, pero la oración pertenece al 
habla, no a la lengua. 
 El sintagma no pertenece al habla, lo propio del habla es la libertad de combinaciones, hay 
que preguntarse si los sintagmas son igualmente libres. Hay que atribuir a la lengua, no al 
habla todos los tipos de sintagmas construidos sobre formas regulares. 
 
 RELACIONES ASOCIATIVAS 
 
 Los grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los dominios que 
presentan algo de común, captan también la naturaleza de las relaciones que los atan y crea 
con ello tantas series asociativas como relaciones diversas haya. 
 La asociación puede basarse también en la mera analogía de los significados o en la 
comunidad de las imágenes acústicas. Una palabra puede evocar todo lo que sea susceptible 
de estarle asociado. 
 Mientras que un sintagma evoca enseguida la idea de un orden de sucesión y un número 
determinado de elementos, los términos de una familia asociativa no se presentan ni en 
número definido, ni en un orden determinado. Un término dado es como el centro de una 
constelación, el punto donde convergen otros términos coordinados, cuya suma es 
indefinida. 
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 Jakobson, Roman: “Fundamentos del lenguaje” 
 
 CAPÍTULO II - EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE 
 
 Hablar supone seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades 
de un nivel de complejidad más elevado. El acto de hablar requiere para ser eficaz que 
aquellos que intervienen en él utilicen un código común, el cual también limita las posibles 
combinaciones dependiendo del lenguaje de que se trate. 
 Todo signo lingüístico se dispone según dos modos: 
 
 - COMBINACIÓN: todo signo está formado de otros signos constitutivos y/o aparece 
únicamente en combinación con otros signos. Todo agrupamiento efectivo de unidades 
lingüísticas congloba a éstas en una unidad superior dándoles un contexto; combinación y 
contextura son dos caras de la misma operación. 
 
 - SELECCIÓN: la opción entre dos posibilidades implica que se puede sustituir una de ellas 
por la otra, equivalente a la primera bajo un aspecto y diferente de ella bajo otro. De hecho, 
selección y sustitución son dos caras de la misma operación. 
 
 CAPÍTULO V - LOS POLOS METAFÓRICO Y METONÍMICOToda forma de trastorno afásico consiste en una alteración cualquiera, más o menos grave, 
de la facultad de selección y sustitución o de la facultad de combinación y contextura. En el 
primer caso se produce una deterioración de las operaciones metalingüísticas, mientras que 
el segundo perjudica la capacidad del sujeto para mantener la jerarquía de las unidades 
lingüísticas. El primer tipo de afasia suprime la relación de semejanza; el segundo, la de 
contigüidad. La metáfora es ajena al trastorno de la semejanza y la metonimia al de la 
contigüidad. 
 
 Benveniste, Émile: “Problemas de lingüística general I” 
 
PARTE II - LA COMUNICACIÓN 
 
 CAPÍTULO IV - NATURALEZA DEL SIGNO LINGUÍSTICO 
 
 Saussure declara en términos propios que "el signo lingüístico no une una cosa y un 
nombre, sino un concepto y una imagen acústica". Pero asegura acto seguido que la 
naturaleza del signo es arbitraria porque no tiene con el significado "nexo ninguno natural 
en la realidad". Es claro que el razonamiento está falseado por el recurso inconsciente y 
subrepticio a un tercer término, que no estaba comprendido en la definición inicial. Este 
tercer término es la cosa misma, la realidad. 
 Hay así contradicción entre la manera como Saussure define el signo lingüístico y la 
naturaleza fundamental que le atribuye. Arbitrario sólo bajo la mirada impasible de quien se 
limite a verificar desde fuera el vínculo establecido entre una realidad objetiva y un 
comportamiento humano y se condene así a no ver en él más que contingencia. 
 Entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. Los 
dos han sido impresos en mí espíritu; juntos se evocan en toda circunstancia. 
 El significante es la traducción fónica de un concepto, el significado es el correlato mental 
del significante. Esta consubstancialidad asegura la unidad estructural del signo lingüístico. 
 Lo que es arbitrario es que tal signo y no tal otro sea aplicado a tal elemento de la realidad 
y no a otro. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la realidad adecuación completa: el 
signo cubre y rige la realidad; es una realidad. 
 
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 Saussure muestra que puede hablarse de mutabilidad e inmutabilidad del signo: 
inmutabilidad porque siendo arbitrario no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de 
una norma razonable; mutabilidad porque siendo arbitrario siempre es susceptible de 
alternarse. “Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que 
mueven la relación significado/significante. Es una consecuencia de la arbitrariedad del 
signo”. 
 No es entre significado y significante donde la relación al mismo tiempo se modifica y 
permanece inmutable, sino entre el signo y el objeto, es la motivación objetiva de la 
designación sometida a la acción de diversos factores históricos. Lo que Saussure demuestra 
es cierto acerca de la significación, no del signo. 
 El valor es un elemento del signo, si el signo tomado en sí mismo no es arbitrario como se 
cree haber demostrado se sigue que el carácter relativo del valor no puede depender de la 
naturaleza arbitraria del signo. No debe considerarse al valor más que como un atributo de 
la forma no de la sustancia. 
 Desde ese punto de vista hay que decir que los valores son relativos; significa que son 
relativos los unos con respecto a los otros. Ya no se trata del signo aislado, sino de la lengua 
como sistema de signos y nadie ha concebido ni descrito la economía sistemática de la 
lengua con la intensidad de Saussure. 
 Quien dice sistema, dice adecuación y ajuste de las partes en una estructura que 
trasciende y explica sus elementos. Allí todo es necesario y las modificaciones del conjunto y 
del detalle se condicionan recíprocamente. 
 
 La parte de contingencia inherente a la lengua afecta a la denominación en tanto que el 
símbolo fónico de la realidad y en su relación con ella. Pero el signo, elemento primordial del 
sistema lingüístico, encierra un significante y un significado cuyo nexo debe ser reconocido 
como necesario, por ser estos dos componentes consustanciales uno de otro. El carácter 
absoluto del signo lingüístico, así entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los 
valores en constante oposición y forma el principio estructural de la lengua. 
 
 CAPÍTULO VI - CATEGORÍAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORÍAS DE LENGUA 
 
 Benveniste comienza criticando que de la lengua que hablamos hacemos usos 
infinitamente variados, en su diversidad, tienen dos caracteres en común: 
- La realidad de la lengua permanece por regla general inconsciente, tenemos consciencia 
débil y fugaz de las operaciones que realizamos para hablar. 
- Por abstractas o particulares que sean las operaciones que realizamos para hablar reciben 
expresión en la lengua. Podemos decir todo, y decirlo como queramos. 
 De que pensar y hablar son dos actividades distintas por esencia, que se conjugan para la 
necesidad práctica de la comunicación. 
 
 El lenguaje, hablado, es empleado para transportar “lo que queremos decir”. Lo que así 
llamamos es un contenido de pensamiento, como estructura psíquica. Recibe forma en la 
lengua y en la lengua; que es el molde de toda expresión posible, no puede disociarse de ella 
ni trascenderla. 
 
--- La forma lingüística es la condición de realización del pensamiento --- 
 
 Pensamiento y lenguaje son mutuamente necesarios, entre un pensamiento que no puede 
materializarse sino en la lengua y una lengua que no tiene otra función que significar. No son 
simétricos, el pensamiento no es una materia a la que la lengua prestaría forma, puesto que 
en ningún momento puede ser imaginado este “continente” vacío de su “contenido”, ni 
viceversa. 
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 Categorías de lengua de Aristóteles 
 
 Plantea de este modo la totalidad de los predicados que pueden afirmarse del ser, y aspira 
a definir el estatuto lógico de cada uno de ellos. El filósofo formula estas categorías para 
agotar todas las predicciones aplicables a un hombre. Las primeras seis se refieren a formas 
nominales las cuatro siguientes a categorías verbales. Sin ser un predicado él mismo, el “ser” 
es la condición de todos los predicados. 
 La posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad del lenguaje, pues la lengua es 
una estructura informada de significación, y pensar es manejar los signos de la lengua. 
 
PARTE III – ESTRUCTURA Y ANÁLISIS 
 
 CAPÍTULO I - “ESTRUCTURA” EN LINGUÍSTICA 
 
 El principio de la “estructura” como objeto de estudio fue enunciado para reaccionar 
contra la concepción exclusivamente histórica de la lengua; contra una lingüística que 
disociaba la lengua en elementos aislados y se ocupaba de seguir las transformaciones de 
éstos. Saussure insiste en considerar la lengua como un sistema. 
 Sería ilusorio considerar un término sencillamente como la unión de cierto sonido con 
cierto concepto. Definirlo así sería aislarlo del sistema del que forma parte; sería creer que 
se puede comenzar por los términos y construir el sistema haciendo la suma, mientras que, 
por el contrario, hay que partir de la totalidad solidaria para obtener por análisis los 
elementos que encierra. El todo no es igual a la suma de las partes. 
 
 Planteada la lengua como sistema, se trata, pues, de analizar su estructura. Cada sistema, 
formado como está de unidades que se condicionan mutuamente, se distingue de los otros 
sistemas por el arreglo interno de tales unidades, arreglo que constituye su estructura. 
Considerar la lengua (o cada parte de una lengua, fonética, morfología, etc.) como un 
sistema organizado por una estructura por revelar y describir, es adoptar el punto de vista 
"estructuralista". 
 “Estructura, para designar, por oposición a una simple combinación de elementos, un todoformado por fenómenos solidarios, de tal suerte que cada uno depende de los otros y no 
puede ser el que es sino en y por su relación con ellos”. 
 Esta concepción consiste en considerar los fenómenos no ya como suma de elementos que 
ante todo es cosa de aislar, sino como conjuntos que constituyen unidades autónomas, 
manifiestan una solidaridad interna y poseen leyes propias. La manera de ser de cada 
elemento depende de la estructura del conjunto y de las leyes que lo rigen. 
 Se entiende por lingüística estructural un conjunto de investigaciones sustentadas por una 
hipótesis según la cual es científicamente legítimo describir el lenguaje como, 
esencialmente, una entidad autónoma de dependencias internas, o, en una palabra, una 
estructura. Reduce su objeto a una red de dependencias, considerando los hechos 
lingüísticos en razón el uno del otro. 
 
 El principio fundamental es que la lengua constituye un sistema, cuyas partes todas están 
unidas por una relación de solidaridad y de dependencia. Este sistema organiza unidades -los 
signos articulados- que se diferencian y se delimitan mutuamente. La doctrina estructuralista 
enseña el predominio del sistema sobre los elementos, aspira a deslindar la estructura del 
sistema a través de las relaciones de los elementos, tanto en la cadena hablada como en los 
paradigmas formales, y muestra el carácter orgánico de los cambios a los cuales la lengua 
está sometida. 
 
 
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 CAPÍTULO III - LOS NIVELES DEL ANÁLISIS LINGÜÍSTICO 
 
 El gran cambio en lingüística reside precisamente en que se ha reconocido que el 
lenguaje debería ser descripto como una estructura formal, pero que esta descripción exigía 
previamente el establecimiento de procedimientos y de criterios adecuados y que en suma, 
la realidad del objeto no era separable del método propio para definirlo. 
 El dominio en que estudiaremos la noción de nivel es el de la lengua como sistema 
orgánico de signos lingüísticos. El procedimiento entero del análisis tiende a delimitar los 
elementos a través de las relaciones que los unen. Este análisis consiste en dos operaciones 
que se gobiernan una a otra y de las que dependen todas las demás: 
 1. Segmentación 
 2. Sustitución. 
 Sea cual fuere la extensión del texto es necesario segmentarlo primero en porciones cada 
vez más reducidas hasta los elementos no descomponibles. Paralelamente se identifican 
tales elementos por las sustituciones que admiten. 
 Tal es, en pocas palabras, el método de distribución: consiste en definir cada elemento por 
el conjunto de los alrededores en que se presenta, y por medio de una doble relación, 
relación del elemento con los demás simultáneamente presentes en la misma porción del 
enunciado (relación sintagmática); relación del elemento con los demás elementos 
mutuamente sustituibles (relación paradigmática). 
 
 Segmentación y sustitución no tienen igual amplitud. Se identifican elementos con 
respecto a otros segmentos con los que están en relación de sustituibilidad. Más la 
sustitución puede operar también sobre elementos no segmentables. Si los elementos 
segmentables mínimos se identifican como fonemas, el análisis puede ir más allá y aislar en 
el interior del fonema rasgos distintivos. Pero estos rasgos no son ya segmentables. 
 Se acaba así distinguiendo dos clases de elementos mínimos: los que son a la vez 
segmentables y sustituibles (fonemas) y los que son solamente sustituibles (los rasgos 
distintivos). Por el hecho de no ser segmentables, los rasgos distintivos no pueden constituir 
clases sintagmáticas, pero al ser sustituibles, constituyen clases paradigmáticas. 
 Alcanzamos los dos niveles inferiores del análisis, el de las entidades segmentables 
mínimas, los fonemas, el nivel fonemático y el de los rasgos distintivos, que proponemos 
llamar merismas, el nivel merismático. 
 Definimos empíricamente su relación de acuerdo con su posición mutua, como la de dos 
niveles alanzados sucesivamente, produciendo la combinación de los merismas el fonema, 
descomponiéndose el fonema en merismas. 
 
 El sentido es en efecto la condición fundamental que debe llenar toda unidad de todo nivel 
para obtener estatuto lingüístico. Sólo hay que ver cómo interviene el sentido en nuestros 
procederes y de qué nivel de análisis participa. 
 De éstos análisis se desprende que segmentación y sustitución no pueden aplicarse a 
porciones cualesquiera de la cadena hablada. Nada permitiría definir la distribución de un 
fonema sus latitudes combinatorias del orden sintagmático y paradigmático y así la realidad 
misma de un fonema, de no referirnos siempre a una unidad particular del nivel superior 
que lo contiene. Se ve entonces que este nivel no es algo exterior al análisis, está en el 
análisis, el nivel es un operador. 
 Si el fonema se define, es como constituyente de una unidad más elevada, el morfema. La 
función discriminadora del fonema tiene por fundamento su inclusión en una unidad 
particular que por el hecho de incluir el fonema, participa de un nivel superior. 
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 Una unidad lingüística no será admitida como tal más que si puede identificársela en una 
unidad más elevada. La técnica del análisis distribucional no pone de manifiesto este tipo de 
relación entre niveles diferentes. 
 Del fonema se pasa así al nivel del signo identificándose éste según el caso con una forma 
libre o con una forma conjunta (morfema), podemos clasificar los signos como una sola 
especie, que coincidirá prácticamente con la palabra. 
 La palabra tiene una posición funcional intermedia que se debe a su naturaleza doble. Por 
una parte se descompone en unidades fonemáticas que son de nivel inferior; por otra entra 
a título de unidades significantes y con otras unidades significantes, en una unidad de nivel 
superior, la frase. 
 La frase se realiza en palabras, pero las palabras no son sencillamente los segmentos de 
esta. Una frase constituye un todo que no se reduce a la suma de sus partes; el sentido 
inherente a este todo se halla repartido en el conjunto de sus constituyentes. La palabra es 
un constituyente de la frase, de la que efectúa la significación; pero no aparece 
necesariamente en la frase con el sentido que tiene como unidad autónoma. 
 Con las palabras y con grupos de ellas formamos frases es la verificación empírica del nivel 
ulterior alcanzado en una progresión que parece lineal. 
 
 En virtud de que las entidades lingüísticas son directas, admiten dos especies de relación: 
entre elementos de un mismo nivel o entre elementos de niveles diferentes. Estas relaciones 
deben distinguirse bien, entre los elementos de mismo nivel las relaciones son 
distribucionales; entre los elementos de nivel diferente son integrativas. 
 Cuando se descompone una unidad no se obtienen unidades de nivel inferior sino 
segmentos formales de la unidad en cuestión. Un signo es materialmente función de sus 
elementos constitutivos, pero el solo medio de definir estos elementos como constitutivos 
es identificarlos en el interior de una unidad determinada donde desempeñan una función 
integrativa. Una unidad será reconocida como distintiva a un nivel dado si puede 
identificársela como “parte integrante” de la unidad de nivel superior de la que se torna 
integrante. 
 
 Hay que practicar la operación en sentido inverso y ver si estos constituyentes tienen 
función integrante al nivel superior. La disociación nos entrega la constitución formal; la 
integración nos proporciona unidades significantes. Los caminos del análisis van, en 
direcciones opuestas, al encuentro o de la forma o del sentido en las mismas entidades 
lingüísticas. Definimos lo siguiente: 
- La forma de una unidad lingüística se define como su capacidad de disociarse en 
constituyentes de nivel inferior. 
- El sentido de una unidad lingüísticase define como su capacidad de integrar una unidad 
de nivel superior. 
 
 En la lengua organizada en signos, el sentido de una unidad es el hecho de tener un 
sentido, de ser significante. Lo que equivale a identificarla por su capacidad de llenar una 
"función proposicional". Es la condición necesaria y suficiente para que reconociéramos esta 
unidad como significante. 
 
 Una frase no puede servir de integrante para otro tipo de unidad. Esto proviene ante todo 
del carácter distintivo entre todos, inherente a la frase de ser un predicado. Se sabe que un 
solo signo basta para constituir un predicado. La presencia de un “sujeto” al lado de un 
predicado no es indispensable; el término predicativo de la proposición se basta a sí mismo 
puesto que es en realidad el determinante del "sujeto”. 
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 La “sintaxis” de la proposición no es sino el código gramatical que organiza el arreglo de 
esta. Situaremos la proposición en el nivel categoremático. 
 El nivel fonemático es el del fonema. El predicado es una propiedad fundamental de la 
frase no es una unidad de ella. La frase no es una clase formal que tuviera por unidades 
“frasemas” delimitados y oponibles entre sí. Los tipos de frases que podrían distinguirse se 
reducen todos a uno: la proposición predictiva, y no hay frase fuera de la predicación. 
 El nivel categoremático comprende solamente una forma específica de enunciado 
lingüístico, la proposición constituye una clase de unidad distintiva. De ahí que la proposición 
no pueda ingresar como parte en una totalidad de rango más elevado. No hay nivel 
lingüístico más allá del categoremático. 
 En virtud de no constituir la frase una clase de unidades distintivas como lo son los 
fonemas o los morfemas, se distingue profundamente de las otras entidades lingüísticas. El 
fundamento de tal diferencia es que la frase contiene signos, pero no es signo ella misma. 
 Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) pueden ser contados; su número es 
finito. Las frases no. 
 Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) tienen una distribución a su nivel 
respectivo, un empleo al nivel superior. Las frases no tienen ni distribución ni empleo. 
 Con la frase se sale del dominio de la lengua como sistema de signos y se penetra en otro 
universo: el de la lengua como instrumento de comunicación cuya expresión es el discurso. 
 La frase pertenece al discurso, es la unidad del discurso. Es en el discurso actualizado en 
frases donde la lengua se forma y se configura. Ahí comienza el lenguaje. 
 
 Condito, Vanesa: “El estructuralismo en Lingüística” (Ficha) 
 
 La novedad del punto de vista saussureano fue adquirir conciencia de que el lenguaje en sí 
mismo no incluye ninguna dimensión histórica, que es sincronía y estructura, y que no 
funciona sino en virtud de su naturaleza simbólica. No es tanto la consideración histórica la 
que es por ello condenada, sino cierta manera de ‘atomizar’ la lengua y mecanizar la historia. 
El tiempo no es el factor de la evolución, no es más que el marco. 
 Saussure quería decir que los que hablan del lenguaje y explican hechos lingüísticos no 
tienen una idea cabal del objeto mismo que están analizando. Como Descartes, arrancó de 
una duda radical y advirtió que en el habla humana no hay un objeto definido que se preste 
para la observación y el análisis. 
 En la lingüística pre saussureana todo se remite a la acción del individuo: el lenguaje se 
reduce a la suma de los actos individuales. Saussure logró establecer algo que difiere 
radicalmente de las investigaciones tradicionales: una lingüística estructural, destinada a 
reemplazar, o por lo menos a completar la lingüística puramente asociativa de entonces. 
 El análisis estructural de un campo fenoménico consiste en mostrar que existe un orden (el 
sistema) cuyo principio explicativo se encuentra en la configuración subyacente (la 
estructura) que lo define en su singularidad y su variabilidad. La aportación de Saussure ha 
consistido sobre todo en definir el estatuto de sistema como totalidad, y el de la unidad 
como diferencia. 
 Entendemos por lingüística estructural un conjunto de investigaciones que descansan 
sobre la hipótesis de que es científicamente legítimo describir el lenguaje como si fuera 
esencialmente una entidad autónoma de dependencias internas o, en una palabra, una 
estructura. La lingüística estructural ve en las dependencias, el verdadero objeto de la 
investigación científica. 
 
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 La lingüística estructural estudia el lenguaje para detectar en él la parte esencial, que es, 
según la hipótesis, una entidad autónoma de dependencias internas. Esta parte esencial del 
lenguaje es la lengua; precisamente por esto la lengua constituye el objeto específico de 
nuestra disciplina, y el habla interesa sólo porque entra en el lenguaje del que la lengua 
forma igualmente parte. 
 La lingüística quiere deshacerse de los apoyos que hallaba en marcos ya establecidos o 
disciplinas vecinas. Rechaza toda visión a priori de la lengua para construir sus nociones 
directamente sobre el objeto. Esa actitud debe acabar con la dependencia, consciente o no, 
de la lingüística con la historia por una parte, con la psicología, por otra. Si la ciencia del 
lenguaje tiene que elegirse modelos, será en las disciplinas matemáticas o deductivas que 
racionalizan por completo su objeto reduciéndolo a un conjunto de propiedades objetivas 
provistas de definiciones constantes. Es decir, se tornará más y más formal, al menos en el 
sentido en que el lenguaje consistirá en la totalidad de sus formas observables. 
 La noción positivista del ‘hecho’ lingüístico es sustituida por la de ‘relación’. En lugar de 
considerar cada elemento en sí y buscar la ‘causa’ en un estado más antiguo, se considera 
como parte de un conjunto sincrónico; el atomismo deja sitio al estructuralismo. 
 
 NOCIONES BÁSICAS DE LA LINGÜÍSTICA ESTRUCTURAL 
 
 Se entiende por estructura, particularmente en Europa, la disposición de un todo en partes 
y la solidaridad demostrada entre las partes del todo que se condicionan mutuamente; para 
la mayoría de los lingüistas norteamericanos será la repartición de los elementos tal como se 
verifica, y su capacidad de asociación o de sustitución. 
 De la base a la cúspide, desde los sonidos hasta las formas de expresión más complejas, la 
lengua es una disposición sistemática de partes. Se compone de elementos formales 
articulados en combinaciones variables, según ciertos principios de estructura. 
 La lengua no comprende jamás sino un número de elementos básicos, pero que dichos 
elementos se prestan a gran cantidad de combinaciones. El análisis metódico lleva a 
reconocer que una lengua no se queda más que con una parte pequeña de las 
combinaciones. Es esto ante todo lo que se entiende por estructura: tipos particulares de 
relaciones que articulan las unidades de determinado nivel. 
 
 Un sistema está constituido por una serie de unidades organizadas, de modo que las unas 
dependen de las otras. Estas unidades no son nada aisladamente, sino sólo en el conjunto 
del que forman parte; no son entidades positivas, sino negativas, al ser lo que son por su 
diferencia respecto las demás. Cada una de estas unidades tiene un valor relativo, ya que 
depende del valor de las demás entidades; no pueden ser definidas absolutamente. La 
lengua está, pues, constituida por un sistema de valores. 
 
 Las unidades de la lengua participan de dos planos: sintagmático, cuando se las considera 
en su relación de sucesión material en el seno de la cadena hablada; paradigmático, cuando 
son planteadas en relación de sustitución posible, cada una en su nivel y en su clase formal. 
 
 La descripción de la lengua, como la de cualquier otro objeto científico, ha de ser libre de 
contradicciones,exhaustiva y los más sencilla posible. La lingüística anterior avanzaba de lo 
especial a lo general, ascendía del simple sonido al fonema, de éstos a su categoría, de la 
mera significación especial a la general o fundamental, procedimiento que se suele designar 
como inductivo; es una marcha del componente a la clase, un movimiento sintético, un 
método generalizador. 
 
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 Lo que nos es dado, al tratar de describir la lengua, es el texto, aun no analizado, como 
totalidad no dividida y absoluta. El único procedimiento para buscar en el decurso de este 
texto un sistema de lengua es el análisis, mediante el cual el texto será considerado como 
una clase divisible en elementos, los cuales, considerados a su vez como clases, se dividen de 
nuevo en elementos, y así sucesivamente hasta que la división se agota. Es un movimiento 
que avanza de la clase al elemento, un movimiento analítico y especificativo, lo contrario a la 
inducción: se llama método deductivo. 
 Considerando entonces que la lengua se describe en términos de órdenes, el 
estructuralismo define un método combinatorio, cuyas aproximaciones pueden ser diversas, 
pero que llevan todas a una taxonomía. 
 Trubetzkoy, considerado como el fundador de la fonología estructural formulaba los 
principios fundamentales del método fonológico. Estos principios van a servirnos como 
punto de partida para el análisis epistemológico del análisis estructural. Enuncia cuatro 
operaciones: 
 - 1) De lo consciente a lo inconsciente: “La fonología pasa del el estudio de los fenómenos 
lingüísticos conscientes al de su infraestructura inconsciente”. La estructura no es aparente; 
no es una entidad percibida naturalmente por los sentidos. La razón la concibe a partir de la 
experiencia sensible. 
 - 2) Las relaciones entre los términos: el método estructural, según Trubetzkoy “se niega a 
tratar los términos como entidades independientes tomando por el contrario como base de 
su análisis las relaciones entre los términos”. Según este principio metodológico, el análisis 
estructural se ‘desentiende’ de la noción de sustancia. 
 - 3) Sistema y estructura: “la fonología actual no se reduce a declarar que los fonemas son 
siempre miembros de un sistema; la fonología muestra sistemas fonológicos concretos y 
pone en evidencia su estructura”. 
 - 4) El razonamiento estructural: el método estructural implica en realidad una serie de 
operaciones intelectuales en la que se ejerce no solo la inducción y la deducción, sino 
también la analogía; persiguiendo el descubrimiento de leyes generales. 
 
 Toda descripción científica presupone que el objeto de la descripción sea concebido como 
una estructura (en consecuencia, analizando según un método estructural que permite 
reconocer vínculos entre las partes que lo constituyen) o como formando parte de una 
estructura (por tanto, sintetizando con otros objetos con los que contrae vínculos que hacen 
posible establecer y reconocer un objeto más extenso del que esos objetos, con el objeto 
considerado, son partes). Un aserto científico debe ser siempre una afirmación de 
relaciones, sin implicar un conocimiento o análisis de las relaciones mismas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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REGULACIÓN BIOLÓGICA 
 
 Chomsky, Noam: “El conocimiento del lenguaje” 
 
 A diferencia de lo establecido por Saussure – que el lenguaje es un fenómeno social, es 
decir, una facultad de las comunidades hablantes – Chomsky da cuenta de factores 
biológicos y genéticos que se enfocan en el lenguaje y que sólo es atributo de los humanos. 
 Ubica a la lingüística dentro de las ciencias naturales cerca del estudio de la biología; utiliza 
la idealización y la abstracción propias de las ciencias físicas; emplea un método hipotético 
deductivo. Podemos situar al autor dentro de la corriente cognitiva. 
 Por el método empleado nunca formula un enunciado final de su investigación, sino que lo 
que lleva a cabo es su Programa de Investigación de la Gramática Generativa Chomskyana 
(PIGCC). Podemos situar claramente tres estadíos dentro del programa: 
 - 1980 Principios y Parámetros 
 - 1990 Minimalismo 
 - 2000 Biolingüismo 
 
 Se ha definido a la Gramática General como una ciencia deductiva referente a los 
principios inmutables y generales de la lengua escrita o hablada; que es previa a cualquier 
lengua porque sus principios son idénticos a los de la misma razón humana en sus 
operaciones intelectuales. Por eso, la ciencia del lenguaje no se diferenciaría en absoluto de 
la ciencia del pensamiento. 
 Lo planteado por el autor, la Gramática Generativa (GG), se limita a ciertos elementos del 
panorama general, su punto de vista es el de la psicología del individuo. Le interesan los 
aspectos de la forma y el significado que están determinados por la facultad lingüística, que 
se concibe como un componente particular de la mente humana. 
 
 El estudio de la GG representó un desplazamiento importante del objeto en el enfoque 
de los problemas lingüísticos. El desplazamiento fue de la conducta o los productos de la 
conducta a los estados de la mente/cerebro que entran dentro de la conducta. Resulta ser al 
conocimiento del lenguaje: su naturaleza, orígenes y uso. Así, tres preguntas guían el PIGGC: 
 
i. ¿Qué es lo que constituye el conocimiento del lenguaje? 
 
ii. ¿Cómo se adquiere el conocimiento del lenguaje? 
 
iii. ¿Cómo se utiliza el conocimiento del lenguaje? 
 
 Las gramáticas tradicionales y estructuralistas no trataron estos puntos, en contraste, la 
GG trata ante todo de la inteligencia del lector, los principios y los procedimientos que le han 
llevado a la obtención de un completo conocimiento de una lengua. 
 
  PRINCIPIOS Y PARÁMETROS 
 
 En este período se postulan, por un lado, principios universales y constantes que dan 
cuenta de las similaridades entre las lenguas, y por otro, parámetros que, aunque también 
universales, tienen un valor que cambia de lengua a lengua, lo que explica las diferencias. 
 La diferencia fundamental de la teoría de P y P con los modelos anteriores es la postulación 
de un diseño modular de la facultad lingüística, donde diferentes operaciones gramaticales 
son encargadas a diferentes sub-módulos de la facultad del lenguaje. 
 Una creencia corriente sobre la adquisición del lenguaje era que es un caso de 
“sobreaprendizaje”, el lenguaje era considerado como un sistema de hábitos. El aprendizaje 
era solo cuestión de entrenamiento para poder asociar palabras con significados. 
 Contraria a esta creencia fuertemente impuesta por el conductismo, el cognitivismo 
supone una facultad humana innata de aprendizaje. 
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 Durante este período la preocupación fundamental del autor se conoce como “Problema 
de Platón” o “Pobreza de estímulos”, que plantea una asimetría entre los datos escasos, 
fragmentarios y asistemáticos provistos por el sistema y el complejo conocimiento 
lingüístico en la persona. 
 Se responde diciendo que todos los seres humanos tenemos un saber indudable acerca del 
lenguaje, una lengua interiorizada que forma parte de las propiedades del cerebro y hace 
posible que adquiramos una lengua natural particular. Esta capacidad es una facultad 
lingüística humana genéticamente determinada y, por ende, innata. Dicha facultad 
lingüística (FL) recibe el nombre de Gramática Universal (GU). 
 
 Facultad Lingüística: instrumento de adquisición del lenguaje; componente innato de la 
mente que permite acceder a una lengua mediante la interacción con la experiencia. Es el 
objeto de la GU. 
 
 Gramática Universal: pretende descubrir los principios y elementos comunes a las 
lenguas humanas conocidas. Es una teoría del estado inicial de la facultad lingüística. 
 
 Deberíamos atenernosal uso común al distinguir claramente entre el conocimiento y la 
habilidad para utilizar ese conocimiento. Al parecer debemos concebir el conocimiento del 
lenguaje como un cierto estado de la mente/cerebro, un elemento relativamente estable en 
los estados mentales transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un estado de una 
facultad diferenciable de la mente –la facultad lingüística– con sus propiedades, estructura y 
organización específicas, un “módulo” de la mente. 
 
 Por el método de investigación empleado en el PIGCC se llevan a cabo varias idealizaciones 
con el fin de abstraer elementos para su estudio: 
 
 - Idealización de la comunidad lingüística: se toma en cuenta una comunidad 
internamente consistente en su práctica lingüística. No existen en el mundo real estas 
comunidades entendidas como colecciones de individuos con la misma conducta lingüística. 
Cada individuo ha adquirido una lengua en el curso de interacciones sociales complejas con 
personas que varían en la forma en que hablan e interpretan lo que oyen y en las 
representaciones internas subyacentes a su utilización. 
 
- Idealización del sujeto: No se trabaja con un objeto construido, social, sino con un objeto 
natural. Sus estudios se basan sobre un hablante-oyente ideal, una comunidad lingüística 
uniforme y tomando como punto de partida la GU. 
 
- Idealización de la facultad lingüística: la propiedad de la mente descrita por la GU es 
característica de la especie, común a todos los seres humanos. Por tanto, se hace 
abstracción de la posible variación de la facultad lingüística en los seres humanos. 
 
 El estudio de la gramática generativa desplazó el foco de atención de la conducta potencial 
o real y sus productos al sistema de conocimiento que subyace al uso y la comprensión del 
lenguaje y, con más profundidad, a la dotación innata que hace posible que los humanos 
obtengan ese conocimiento. El desplazamiento fue del estudio de la lengua-E al estudio de la 
lengua-I. 
 
 Lengua E: lo construido se concibe de forma independiente de las propiedades de la 
mente/cerebro. La lengua es pensada como un emparejamiento de oraciones y significados 
de un rango infinito; como un sistema de sonidos asociado a un sistema de conceptos. 
 
 Lengua I: es un sistema de reglas de alguna clase que asigna a cada expresión una 
estructura, la cual podemos considerar como un conjunto de representaciones. Constituye 
un elemento de la mente de la persona que conoce la lengua, que adquiere el que la 
aprende y que el hablanteoyente utiliza. La GU se construye como una teoría de las lenguas I 
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  MINIMALISMO 
 
 Se consolida una investigación del lenguaje que busca atribuir lo menos posible a la 
información genética (GU) para determinar el desarrollo de la lengua en función de 
principios del “tercer factor”. 
 A través de la historia moderna de la GG, el problema de determinar el carácter de la FL ha 
sido estudiado de “arriba para abajo”: ¿cuánto debe atribuírsele a la GU para explicar la 
adquisición del lenguaje? El PM busca acercarse al problema de “abajo hacia arriba”: ¿cuán 
poco debe atribuírsele a la GU para que pueda seguir explicando la variedad de Lenguas-I 
alcanzables, relacionándolas con los principios del “tercer factor”? 
 Un modo útil de acercarnos al problema es desarrollar la Tesis Minimalista Fuerte (TMF) 
que sostiene que la FL “está perfectamente diseñada”. 
 
 El minimalismo implica un reposicionamiento teórico bastante radical en relación a los 
modelos de lenguaje anteriores que parte de la cuestión de la integración de la FL en el 
sistema global de capacidades mentales. 
 
 Chomsky especula que la Facultad Lingüística es un sistema especializado en el 
almacenamiento y manipulación de datos relacionados con el sonido, el significado y la 
organización estructural de los ítems léxicos. 
 Ahora bien, este módulo debe ser diferenciado de aquellos módulos del cerebro que se 
encargan de la “articulación y percepción” de sonidos, y de aquel de la formulación de 
pensamientos en términos “conceptuales e intencionales”. Así, la FL procesa datos 
encaminados a servir a los sistemas de actuación relacionados con el pensamiento simbólico 
y la activación motriz de los órganos vocales. El sistema articulatorio-perceptual (AP) será el 
“¿cómo decir?”, su forma; y el sistema conceptual-intencional (CI) será el “¿qué decir?”, su 
significado. 
 En la TMF se enuncia que el diseño óptimo de la FL será el que satisfaga las condiciones 
(reglas) impuestas por la interfaz AP y CI respectivamente. Para que una expresión sea 
visible debe estar bien formada de acuerdo a los requerimientos de los sistemas AP y CI. 
 
 De este modo, Chomsky mira el lenguaje desde las interfaces. Esto significa que la manera 
en la que el lenguaje funciona no es ni más ni menos que al solo efecto de satisfacer la TMF, 
la FL se considera directamente dependiente de estos sistemas, lo que significa que se 
integra con otros sistemas al sistema total de capacidades mentales que tenemos en la 
cabeza. 
 
 En este giro desde la centralidad de la GU a la dependencia de sistemas de interfaz, ocurre 
paralelamente el paso de un dualismo (mente/cerebro) a un monismo en el cual solo se 
considera la única unidad física, el cuerpo; dejando de lado las representaciones mentales. 
 
  BIOLINGÜISMO 
 
 Uno de los interrogantes que se plantea el marco biolingüístico es que ciertos principios no 
específicos del lenguaje humano desempeñan un papel determinante en su diseño y 
adquisición. 
 El Biolingüismo estudia el lenguaje natural desde una perspectiva biológica y evolutiva. Si 
se asume que la facultad del lenguaje tiene las mismas propiedades que otros sistemas 
orgánicos, en la búsqueda de estos principios, se puede perfectamente establecer un 
paralelismo entre los factores que se cree que entran en juego en el desarrollo y la evolución 
de los organismos y los implicados en el “crecimiento” del “órgano del lenguaje” en los 
individuos. 
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 Los tres componentes del modelo minimalista de adquisición del lenguaje (la GU, los 
estímulos lingüísticos del entorno y las condiciones externas) se corresponderían, así, con los 
tres factores que intervienen en la evolución de las especies: 
 
a) La información genética (canales del desarrollo predeterminado, mutaciones al azar); 
 
b) La selección natural (la adaptación a presiones ambientales); 
 
c) Restricciones estructurales (leyes regulativas generales de la física o de la química). 
 
 Chomsky aplica el modelo tripartito de la evolución propuesto por la biología moderna al 
estudio de las propiedades de la facultad del lenguaje: 
 
a') El Bagaje Genético (GU); 
 
b') La Experiencia (estímulos lingüísticos del entorno); 
 
c') Principios no específicos de la facultad del lenguaje (condiciones externas). 
 
 Este 3er factor está conformado por los “principios de arquitectura estructural” que son 
principios explicativos relacionados con las “condiciones de interfaz” impuestas sobre el 
sistema cognitivo lingüístico por los sistemas AP y CI con los que interacciona; y por 
“principios de análisis de datos” que afectan a cualquier sistema computacional y son, no 
solo extralingüísticos, como los principios de arquitectura estructural, sino también externas 
al organismo. 
 
 La operación que hace Chomsky en el Biolingüismo es descomponer el contenido que la 
GU tenía en la Teoría de Principios y Parámetros y extraer de este primer factor los 
elementos que puedan explicarse por medio de principios del tercer factor. Sólo con una GU 
infradeterminada se puede ofrecer una explicación plausible de la evolución del lenguaje. 
 
 La GU infraespecificada consistirá, entonces, únicamente en aquellas propiedades que no 
se puedan explicar recurriendo a principiosdel tercer factor y que tuvieron que surgir de 
algún modo, por lo tanto, en el transcurso de la evolución del lenguaje. 
 Una GU minimizada tiene dos componentes: un conjunto de rasgos (o propiedades 
lingüísticas) con el que se forman unidades léxicas y un mecanismo computacional, la 
operación de Ensamble, que combina las piezas léxicas para construir expresiones 
lingüísticas complejas. 
 La operación de Ensamble, en concreto, aplicada de manera recurrente e ilimitada permite 
captar una de las propiedades más definitorias del lenguaje humano: la infinitud discreta, la 
capacidad de producir un número potencialmente infinito de expresiones jerárquicamente 
estructuradas a partir de un número infinito de unidades. La GU está formada ahora, 
esencialmente, por un inventario de rasgos léxicos y por una única operación de Ensamble. 
 Las estructuras del lenguaje en relación de dominación e inserción inmediata habilitan la 
recursión, en donde una lengua puede hacer un uso infinito de recursos léxicos finitos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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PRAGMÁTICA 
 
 Este punto de vista tiene como fundamento tratar al lenguaje como una conducta 
gobernada por reglas, una conducta regulada socialmente. 
 La pragmática es el área de la ciencia de la comunicación que se centra en los signos 
lingüísticos como expresión del actuar; estudia las acciones, el uso del lenguaje. 
 Otro supuesto fundamental del cual parte la pragmática es que, dentro de una 
determinada situación comunicativa, dos interlocutores no sólo formulan frases con una 
adecuada estructura morfosintáctica y/o semántica, sino que cumplen también verdaderos y 
propios “actos”, denominados “actos lingüísticos”. Éstos constituyen la unidad básica del 
estudio de la lingüística pragmática. 
 
 Austin, John L.: “Emisiones realizativas” 
 
 Existen enunciados que tradicionalmente no han sido considerados y que el autor 
propone estudiar. Hasta él, se estudiaban solamente los enunciados declarativos, 
descriptivos y las aserciones (expresiones que dan cuenta de un estado de la cosas); se 
plantea que dedicar el estudio a estos enunciados es caer en la falacia descriptiva, es decir, 
creer que la representación y la comunicación de la información es la única función del 
lenguaje. Se distinguen entonces dos tipos de emisiones: 
 
 • Emisiones descriptivas o constatativas: describen un estado de las cosas, informan sobre 
una realidad preexistente, pueden ser evaluados en términos de verdadero y falso. 
 
 • Emisiones realizativas o performativas: su enunciación equivale a la realización de un 
acto, tienen carácter de acción, instauran una nueva realidad, no informan sobre un hecho 
sino que lo satisfacen. Se clasifican en adecuadas o inadecuadas. 
 Se propone aquí discutir éste último tipo de emisión que gramaticalmente no sería carente 
de sentido, y sin embargo no es verdadera o falsa. Si una persona hace una emisión de este 
tipo, se diría que está haciendo algo en vez de meramente diciendo algo. “Al decir lo que 
digo, realizo efectivamente esa acción”. 
 Ejemplos: en el transcurso de una ceremonia nupcial la frase “Si quiero”; luego de pisarle 
accidentalmente a alguien el pie la frase “lo siento”; sosteniendo una botella de champán en 
la mano la frase “bautizo este barco…”; o diciendo “te apuesto…”. Lo que se necesita en 
tales casos además de decir las palabras es la realización de un acto espiritual interno, del 
cual las palabras serán entonces un registro. 
 
 Estas emisiones sufren de ciertas incapacidades propias y pueden fracasar de maneras 
especiales. Las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria son 
llamadas infortunios. Surgen si se rompen determinadas reglas transparentemente simples: 
 A1) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado que debe incluir la emisión 
de ciertas palabras por parte de ciertas personas y en ciertas condiciones. 
 A2) En un caso dado las personas en circunstancias particulares deben ser las apropiadas 
para recurrir al procedimiento particular que se emplea. 
 B1) El procedimiento se debe llevar a cabo por todos los participantes de forma correcta y; 
 B2) En todos sus pasos. 
 C1) En aquellos casos en que el procedimiento requiere que quienes lo usan tengan ciertos 
pensamientos o está dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente, entonces 
quien participa en él y recurre al procedimiento debe tener en los hechos tales 
pensamientos o sentimientos y conducirse de manera adecuada. 
 C2) Los participantes tienen que comportarse efectivamente así en su oportunidad. 
 
Si alguna de estas reglas no se observa, el acto que se proponía realizar es nulo, sin efecto 
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 Además de la forma estándar de las emisiones realizativas, se encuentra que hay al menos 
otra forma en que el verbo está en la voz pasiva (o reflexiva) y en la segunda o tercera 
persona, no en la primera. Este tipo de caso referido es el de un aviso que reza “Se advierte 
a los pasajeros de que crucen las vías por el puente solamente”, o de un documento que 
dice “Por la presente está usted autorizado” a hacer tal y cual. 
 Cualquier emisión realizativa podría ser reducida a, o desarrollada en, una de estas dos 
formas estándares que comienzan con “Yo…” tal y cual o con “Usted (o él) por la presente…” 
tal y cual. De esta manera se derrumba la previa distinción entre el realizativo y el 
enunciado. 
 Podría hacerse, así, una lista de todos los verbos que pueden aparecer en estas formas 
estándares, y luego clasificar los tipos de actos que pueden realizarse con emisiones 
realizativas. 
 Suponiendo esta tarea realizada, se llamaría a los verbos de la lista verbos realizativos 
explícitos, y a cualquier emisión que se redujese a una u otra de esas formas estándares se la 
llamaría emisión realizativa explícita (enuncian la actividad que llevan a cabo, ej: te ordeno 
que cierres la puerta); distinguiéndose de toda otra emisión realizativa primaria (no llevan la 
indicación del acto que realizan, ej: cierra la puerta). 
 Debe distinguirse entre la función de explicitar qué acto es el que se realiza, y la muy 
diferente cuestión de enunciar qué acto es el que se realiza. 
 Se intenta avanzar con esta clasificación como si hubiese una diferencia totalmente clara 
entre las emisiones realizativas y aquello con lo que contrasta, emisiones constatativas o 
descriptivas (enunciados, informes o descripciones); pero frecuentemente se encuentran 
casos en que no puede estarse completamente seguros de lo que son (insinceridades 
explícitas, sinsentidos, etc.). 
 Después de todo, cuando se enuncia, se describe o se informa algo se realiza un acto que 
es con igual derecho un acto que el acto de ordenar o advertir. 
 
- Todo enunciado es en sí mismo un acto - 
 
 Todo enunciado supone tres actos que se llevan a cabo simultáneamente: 
 1) El acto de decir algo; 
 2) El acto al decir algo; 
 3) El acto por decir algo. 
 
 De esa distinción podemos obtener las dimensiones de todo acto de habla: 
 - Locucionaria: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice; es la 
asociación de determinados sonidos con determinadas representaciones mentales. 
 - Ilocucionaria: es la intención o finalidad concreta del acto de habla. Orden de las 
palabras, énfasis, entonación, puntuación, modo verbal. El contexto clarifica cual es la fuerza 
ilocucionaria de la emisión. 
 - Perlocucionaria: efecto que produce sobre el destinatario. 
 
 Searle, John: “¿Qué es un acto de habla?” 
 
 No intenta como Austin delimitar negativamente los casos de infortunio, sino describir 
positivamente las condiciones de posibilidad de los actos ilocutivos. Determina que realizar 
un acto ilocucionario es tomar parte en una forma de conducta gobernadapor reglas. 
 Se considera a la comunicación como parte de una teoría de la acción. Para esto el acto de 
habla es la emisión de una oración en circunstancias adecuadas y el acto ilocucionario es la 
unidad mínima de la comunicación. Hay una relación entre la fuerza semántica y la fuerza 
ilocutiva. 
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 Se distinguen dos clases de reglas para el uso de expresiones: 
  Reglas constitutivas. Constituyen y regulan una actividad cuya existencia es lógicamente 
dependiente de las reglas. 
  Reglas regulativas. Regulan una actividad preexistente, una actividad cuya existencia es 
lógicamente independiente de la existencia de las reglas. 
 
 La hipótesis subyacente al presente artículo consiste en que la semántica de un lenguaje 
puede ser contemplada como una serie de sistemas de reglas constitutivas, y que los actos 
ilocucionarios son actos realizados de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas. 
 
 Bourdieu, Pierre-Félix: “El lenguaje autorizado: las condiciones 
sociales de la eficacia del discurso ritual” 
 
 Como sociólogo determina que la circulación de la palabra no implica solamente lo 
lingüístico, los intercambios lingüísticos son el intercambio de un poder simbólico que viene 
desde fuera. La eficacia del acto de habla no está en sí mismo, sino en las condiciones 
institucionales de su producción y recepción 
 La performatividad aquí depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los 
grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico. 
 
 Intentar comprender lingüísticamente el poder de las manifestaciones lingüísticas, buscar 
en el lenguaje el principio de la lógica y de la eficacia del lenguaje de institución, equivale a 
olvidar que la autoridad llega al lenguaje desde fuera. Como máximo, el lenguaje se limita a 
representar esa autoridad, la manifiesta, la simboliza en todos los discursos de institución. 
 El poder de las palabras reside en el hecho de que quien las pronuncia no lo hace a título 
personal, ya que es sólo su “portavoz”: el portavoz autorizado sólo puede actuar por las 
palabras sobre otros agentes y, a través de su trabajo, sobre las cosas mismas, en la medida 
en que su palabra concentra el capital simbólico acumulado por el grupo que le ha otorgado 
ese mandato y de cuyo poder está investido. 
 
 La mayor parte de las condiciones necesarias para que un enunciado performativo tenga 
éxito se reducen a la adecuación del locutor al discurso que pronuncia. Los actos de 
autoridad o, lo que viene a ser lo mismo, los actos autorizados, están subordinados a la 
reunión de un conjunto sistemático de las condiciones interdependientes que componen los 
rituales sociales. 
 Así, todos los esfuerzos para hallar el principio de la eficacia simbólica de las diferentes 
formas de argumentación, retórica y estilística en su lógica propiamente lingüística, están 
siempre condenadas al fracaso mientras no establezcan la relación entre las propiedades del 
discurso, las propiedades de quien las pronuncia y las propiedades de la institución que 
autoriza a pronunciarlos. 
 
 La práctica discursiva es una práctica que funciona en un contexto de posiciones sociales 
prefiguradas y que tiene igualmente su sentido en la búsqueda de efectos sociales. El 
modelo de análisis del lenguaje en Bourdieu es la evaluación de todas las consecuencias de 
las estructuras sociales y de las estructuras simbólicas. 
 La performatividad depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los 
grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico. El DSM IV es un documento que 
pretende organizar lingüísticamente el campo de la enfermedad mental, se pretende que 
sea usado en distintos contextos y por distintos profesionales, tiene fines terapéuticos, fines 
ligados a la investigación, a la enseñanza y a la recogida de datos estadísticos. 
 
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ENUNCIACIÓN LINGUÍSTICA 
 
 Benveniste, Émile 
 
 En crítica hacia Austin y su pragmatismo reclama que no es el comportamiento del 
interlocutor o el resultado lo que cuenta, el criterio está en la forma del enunciado. Un 
enunciado performativo no es lo que genera en un individuo, sino lo que es en sí. 
 Describe al lenguaje como una entidad autónoma de dependencias internas, es decir, una 
estructura. La lengua es un sistema organizado. El término estructura se emplea para 
designar por oposición a una simple combinación de elementos. Cada elemento depende de 
lo que los otros no son y por su relación con ellos. 
 Siguiendo esta metodología de análisis no puede definirse al sujeto hablante por sí mismo, 
sino sólo por las relaciones que establece en el sistema. 
 
 “De la subjetividad en el lenguaje” 
 
 El lenguaje como instrumento de comunicación aparece de hecho así empleado, sin duda 
porque los hombres no han dado con medio mejor ni siquiera tan eficaz para comunicarse. 
Podría también pensarse que el lenguaje presenta disposiciones tales que lo tornan apto 
para servir de instrumento; se presta a transmitir lo que le confío y provoca en el 
interlocutor un comportamiento adecuado a cada ocasión (descripción conductista E-R). 
 Pero no hay que confundir lenguaje con discurso. El discurso es lenguaje puesto en acción, 
y necesariamente entre partes. La condición de intersubjetividad es la única que hace 
posible la comunicación lingüística. 
 Hablar de instrumento es oponer hombre y naturaleza. El pico, la flecha y la rueda no están 
en la naturaleza, son fabricaciones; pero el lenguaje está en la naturaleza del hombre, que 
no lo ha fabricado. Nunca llegamos al hombre separado del lenguaje ni jamás lo vemos 
inventarlo. 
 
 Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el sólo lenguaje 
funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de “ego”. 
 La “subjetividad” aquí tratada es la capacidad del locutor de plantearse como “sujeto”. Se 
define como la unidad psíquica que trasciende la totalidad de las experiencias vividas que 
reúne, y que asegura la permanencia de la consciencia. Es “ego” quien dice “ego”. 
Encontramos aquí el fundamento de la “subjetividad”, que se determina por el estatuto 
lingüístico de la “persona”. 
 
 La consciencia de sí no es posible más que si se experimenta por contraste. No empleo yo 
sino dirigiéndome a alguien, que será en mi alocución un tú. El lenguaje no es posible sino 
porque cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo como yo en su discurso. En 
virtud de ello, yo plantea otra persona. 
 La polaridad de las personas, tal es en el lenguaje la condición fundamental. Polaridad no 
significa igualdad ni simetría: “ego” tiene siempre una posición de trascendencia con 
respecto a tú; no obstante, ninguno de los dos términos es concebible sin el otro; son 
complementarios, pero según una oposición “interior/exterior”, y al mismo tiempo son 
reversibles. 
 Los propios términos yo y tú, no han de tomarse como figuras sino como formas 
lingüísticas, que indican la “persona”. Estos pronombres personales se distinguen de todas 
las designaciones que la lengua articula en que no remiten ni a un concepto ni a un 
individuo. 
 
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 El “yo” no denomina, pues, ninguna entidad léxica. “Yo” se refiere al acto de discurso 
individual en que es pronunciado, y cuyo locutor designa. Es un término que no puede ser 
identificado más que en lo que por otro lado hemos llamado instancia de discurso, y que no 
tiene otra referencia que la actual. La realidad a la que remite es la realidad del discurso. Es 
en la instancia de discurso en que yo designa el locutor donde éste se enuncia como 
“sujeto”. 
 El lenguaje está organizado de tal forma que permite a cada locutor apropiarse de la 
lengua entera designándose como “yo”.De los pronombres personales dependen a su vez otras clases de pronombres, que 
comparten el mismo estatuto. Son los indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios, 
adjetivos, que organizan las relaciones espaciales y temporales en torno al “sujeto” tomado 
como punto de referencia: “esto, aquí, ahora”, y sus numerosas correlaciones “eso, ayer, el 
año pasado, mañana”, etc. Tienen por rasgo común definirse solamente por relación a la 
instancia de discurso en que son producidos, es decir bajo la dependencia del yo que en 
aquella se enuncia. 
 
 De una u otra manera, una lengua distingue siempre “tiempos”; sea un pasado y un futuro, 
separados por un presente (tiempo en que se está, tiempo en que se habla). El tiempo 
lingüístico es “sui-referencial” 
 El lenguaje es pues la posibilidad de la subjetividad, por contener siempre las formas 
lingüísticas apropiadas a su expresión. La instancia de discurso es así constitutiva de todas 
las coordenadas que definen al sujeto. 
 
 “Estructura de las relaciones de persona en el verbo” 
 
 El verbo es, con el pronombre, la única especie de palabras que está sometida a la 
categoría de la persona. En todas las lenguas que poseen un verbo, se clasifican las formas 
de la conjugación según su referencia a la persona, la enumeración de las personas 
constituye propiamente la conjugación; y se distinguen tres, en singular, en plural. 
 La categoría de la persona pertenece a las nociones fundamentales y necesarias del verbo. 
Una teoría lingüística de la persona verbal no puede constituirse más que sobre el 
fundamento de la estructura de oposiciones que diferencian las personas. La primera 
persona es “el que habla”; la segunda “al que se dirige uno”; pero la tercera es “el que está 
ausente”. Al contrario de lo que nuestra terminología haría creer, no son homogéneas. 
 La forma llamada de 3ra persona trae consigo por cierto una indicación de enunciado sobre 
alguien o algo, mas no referido a “una persona” específica. La “3ra persona” no es una 
“persona”; es incluso la forma verbal que tiene por función expresar la “no-persona”. 
 
 — Características de la relación “yo-tú”: 
 
 Unicidad específica: el “yo” que enuncia, el “tú” a quien “yo” se dirige son cada vez 
únicos. Pero “él” puede ser una infinidad de sujetos (o ninguno). 
 Inversibilidad: aquel que “yo” define como como “tú” se piensa y puede invertirse a 
“yo”, y “yo” se vuelve un “tú”. Ninguna relación parecida es posible entre una de estas dos 
personas y “él”, puesto que en sí designa específicamente nada y nadie. 
 De su función de forma no-personal, la “3ra persona” extrae esta aptitud de volverse tanto 
una forma de respeto, que hace de un ser mucho más que una persona, como una forma de 
ultraje que puede aniquilarlo en tanto que persona. 
 Se ve ahora en qué consiste la oposición entre las dos primeras personas del verbo y la 
tercera. Se oponen como los miembros de una correlación, que es la correlación de 
personalidad: “yo-tú” posee la marca de persona; “él” está privado de ella. 
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 A la pareja “yo-tú” pertenece una correlación especial, llamada correlación de subjetividad. 
Lo que diferencia “yo” de “tú” es primeramente el hecho de ser, en el caso de “yo”, interior 
al enunciado y exterior a “tú”, pero exterior de una manera que no suprime la realidad 
humana del diálogo; y por segundo “yo” es siempre trascendente en relación con “tú”. 
 Estas cualidades de interioridad y de trascendencia pertenecen en propiedad al “yo” y se 
invierten en “tú”. Se podrá pues definir el “tú” como la persona no subjetiva, frente a la 
persona subjetiva que “yo” representa; y estas dos “personas” se opondrán juntamente a la 
forma de “no persona” (él). 
 
 Es claro que la unicidad y la subjetividad inherentes a “yo” contradicen la posibilidad de 
una pluralización. Si no puede haber varios “yo” concebidos por el “yo” mismo que habla, es 
que “nosotros” es, no ya una multiplicación de objetos idénticos, sino una yunción entre 
“yo”, y “no-yo”, es un “yo” ampliado. 
 El “no-yo” implícito y necesario en “nosotros” es notoriamente susceptible de recibir dos 
contenidos precisos y distintos. “Nosotros” se dice de una manera cuando es “yo+vosotros”, 
y de otra para “yo+ellos”. Son las formas inclusiva y exclusiva. 
 De una manera general, la persona verbal en plural expresa una persona amplificada y 
difusa. 
 La distinción ordinaria de singular y plural debe ser, si no reemplazada, sí cuando menos 
interpretada, en el orden de la persona, por una distinción entre persona estricta (singular) y 
persona amplificada (plural). Únicamente la “3ra persona”, por ser no-persona, admite un 
verdadero plural. 
 
 “La naturaleza de los pronombres” 
 
 Cada instancia de empleo de un nombre se refiere a una noción constante y “objetiva”, 
apta para permanecer virtual o para actualizarse en un objeto singular, y que se mantiene 
siempre idéntica en la representación que despierta. Más las instancias de empleo de “yo” 
no constituyen una clase de referencia, puesto que no hay “objeto” definible como yo al que 
pudieran remitir idénticamente estas instancias. 
 “Yo” no puede ser identificado sino por la instancia de discurso que lo contenga, y sólo por 
ella. Sólo vale en la instancia en que es producido. “Yo” es el “individuo que enuncia la 
presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística yo”. 
 Esta referencia constante y necesaria a la instancia de discurso constituye el rasgo que une 
a yo/tú una serie de “indicadores” participantes. 
 
 Tales son primeramente los demostrativos: este, ese, etc. Hay aquí un rasgo nuevo y 
distintivo de esta serie: es la identificación del objeto por un indicador de ostensión 
concomitante a la instancia de discurso que contiene al indicador de persona. 
 Fuera de esta clase, pero en el mismo plano y asociados a la misma referencia, hallamos 
los adverbios aquí y ahora. Delimitan la instancia espacial y temporal coextensiva y 
contemporánea de la presente instancia de discurso que contiene yo. 
 De modo que lo esencial es la relación entre el indicador (de persona, de tiempo, de lugar, 
de objeto mostrado, etc.) y la “presente” instancia de discurso. 
 
 Es un hecho fundamental el que estas formas “pronominales” no remitan a la “realidad” ni 
a posiciones “objetivas” en el espacio o en el tiempo, sino a la enunciación, cada vez única, 
que las contiene. El lenguaje ha resuelto este problema de la comunicación intersubjetiva 
creando un conjunto de signos “vacíos”, no referenciales por relación a la “realidad”, 
siempre disponibles, y que se vuelven “llenos” no bien un locutor los asume en cada 
instancia de su discurso. Ofrecen el instrumento para la conversión del lenguaje en discurso. 
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 Es identificándose como persona única que pronuncia “yo” como cada uno de los locutores 
se pone sucesivamente como sujeto. Emplean para ello un signo único, pero móvil (“yo”), 
que puede ser asumido por cada locutor, a condición de que no remita cada vez sino a la 
instancia de su propio discurso. 
 Así los indicadores de yo y tú no pueden existir como signos virtuales, no existen sino en 
tanto que son actualizados en la instancia de discurso, donde marcan mediante cada una de 
sus propias instancias el proceso de apropiación por el locutor. 
 Todas las variaciones del paradigma verbal, aspecto, tiempo, género, persona, etc., 
resultan de esta actualización y de esta dependencia respecto a la instancia de discurso, 
notablemente el “tiempo” del verbo, que es siempre relativo a la instancia en que figura la 
forma verbal. 
 
 Hay enunciados de discurso que, a despecho de su naturaleza individual, escapan a la 
condición de persona, o sea que remiten no a ellos mismos, sino a una situación “objetiva”. 
Es el dominio de lo que se denomina

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