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Post-scriptum y Los libros azules (Roger Chartier)[1] doc

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Post-scriptum
El tema de la lectura en voz alta ha suscitado nuevos enfoques y discusiones. La
investigación se basa en tres ideas:
- una lectura silenciosa y visual, como una conquista progresiva de la cultura occidental,
difundidas en el mundo universitario y luego en las aristocracias laicas. No implica la
presencia de oyentes, solo la subvocalización del texto leído habría permitido a entrada en
la cultura de lo escrito.
- una lectura en voz alta como la lectura implícita a la que apunta un gran número de obras
y géneros literarios entre los siglos XVI y XVIII. El lector inscrito en la obra es un
oralizador que lee en voz alta, tal vez para su propio placer, pero más generalmente para un
auditorio que recibe el texto en una escucha
- la lectura en voz alta en las sociedades del Antiguo Régimen como una manera de
cimentar las formas de sociabilidad múltiples. Lo que están en juego son las modalidades
de la articulación en tres lo público y lo privado. La lectura en voz alta es una de las
prácticas constitutivas de las distintas figura de lo privado: por un lado, el hogar doméstico
que se convierte en el lugar privilegiado de la intimidad; por el otro, los grupos de
convivencia que permiten evitar “el aburrimiento de la soledad y el agobio de la multitud”.
La lectura en voz alta se sitúa en el nacimiento de una nueva definición de lo público,
comprendido como la esfera crítica donde la opinión pública puede constituirse frente a la
autoridad del Estado.
Una primer discusión trata sobre la validez de la primera constatación que sirve de base a la
tesis de una conquista lenta y progresiva de la lectura silenciosa a expensas de la lectura
necesariamente oralizada. ¿La lectura sólo con la vista era tan excepcional en la antigüedad
como lo afirman los trabajos clásicos? Se sostenían tres ideas:
- que los textos literarios latinos y griegos fueron escritos para una lectura en voz alta
- que su lectura era muy silenciosa es muy rara, y solo se da si el lector es muy dotado de
tal competencia que se ve obligado a apartarse de la práctica ordinaria
- que la lectura normal de los textos no literarios es una lectura oralizada puesto que la
mayoría no sabe leer de otra forma.
La competencia y la práctica de la lectura en silencio están extendidas en la Antigüedad
griega y romana de lo que se cree y ello nos lleva a interrogarnos sobre los posibles
retrocesos de la lectura visual a fines de la Edad Media, cuando en varios lugares no
coincide la lengua escrita con la lengua hablada. Esta constatación no invalida aquella de
las composiciones literarias como destinadas normalmente a una lectura pública.
El indicio de oralidad nos informa sobre la intervención de la voz humana en su
publicación y a partir de entonces existe la atestación de la memoria de un cierto número de
individuos.
El uso del par oir/leer o escuchar/ver para designar dos formas de relacionarse con el texto,
dos formas posibles de su actualización. En la época del libro impreso, nos enviaría a la vez
a la división de los alfabetos que son potenciales lectores y los analfabetos.
Dos modos de composición que dividen los textos y fragmentan las intrigas de manera tal
de hacerlos compatibles con las exigencias propias de las lecturas orales, mayormente
discontinuas y cuyo auditorio puede variar. La lectura en voz alta, como una forma de
aprehensión de un texto literario, no se borra con el desarrollo de la cultura de lo impreso.
La historia de las maneras de leer no avanza al mismo tiempo que la historia del libro y sus
rupturas no pueden deducirse de las transformaciones que la afectan. Se pensó que el
advenimiento de la “print cultur” implicaba una revolución radical de las prácticas
culturales. La reflexión llevada a la lectura en voz alta sirve para ponernos en guardia
contra una simplificación d este tipo, señalando que todos los géneros que suponen la
oralización, al reunir las situaciones donde leer no es un acto de intimidad individual y
silenciosa.
La lectura silenciosa es considerada como si invistiera al lector, cautivado o capturado por
lo que lee, al punto de olvidar la distinción entre el mundo que es el suyo y el perteneciente
a los libros. Con la lectura realizada sólo con la vista, la del lector de la novela y coloquio,
se conquistará mejor la imaginación, se asegurará mejor la identificación con la obra y
podrá creerse lo increíble (los perros que hablan.) Se evidencian las propiedades específicas
de la lectura oralizada, desmienten la ilusión de realidad a la que apuntaba el texto.
Mantener una separación entre el lector y la ficción exige otros dispositivos textuales.
El tema de la lectura en voz alta se encuentra en medio de varias historias: la de las obras y
de los géneros, la de los modos de circulación de lo escrito, la de las formas de sociabilidad
y de intimidad.
Los Libros Azules
Entre las lecturas campesinas tienen su lugar los títulos de la Biblioteca Azul, inventada por
los Oudet en Troyes en el siglo XVII y que hace circular por el reino libros de saldo,
impresos en cantidad y vendidos por medio de la venta ambulante. Su apogeo fue la época
de Luís XIV y aquella donde los amigos de Gregorio constatan su éxito. Aumenta el
número de editores de Troyes especializados en el género como también el repertorio de los
textos incluidos en los libros.
En Inglaterra y España se multiplican también los libros de gran circulación, destinados a
un público popular. Se venden a un precio irrisorio y se los imprime en cientos de miles. No
es una originalidad europea
El cuerpo azul
Los textos editados a buen precio y con tapa azul por los impresores de Troyes no fueron
escritos para ese fin editorial. La práctica de los Oudet es la de sacar de los textos ya
editados aquellos que parecen más convenientes para el gran público al que aspiran,
aquellos que les parecen compatibles con las capacidades de su clientela. La diversidad
extrema del repertorio de Troyes que incursiona en todos los géneros, períodos y literaturas.
Surge la separación entre la escritura del texto y su forma editorial: cada uno de los textos
de los que se apodera la Biblioteca Azul apunta a un lector implícito que no necesariamente
concuerda con el comprador con el que sueñan los impresores de Troyes. El repertorio de
los libritos de Troyes no es popular en sí mismo puesto que está compuesto de textos de
orígenes diversos y cada uno apunta a una lectura, a un público en particular.
Del total de ejemplares en depósito, los libros de religión constituyen el 42%, ficción el
28% y las obras de aprendizaje el 26.8%. la Biblioteca Azul fue un poderoso auxiliar de la
Reforma Católica. Los editores de Troyes imprimieron en masa y a mejor precio que sus
competidores, todo un material devoto que no es específico de ellos pero que alimenta la
piedad de la mayoría en una Francia que la Reforma Católica transformó en estado de
cristiandad.
Los textos eruditos
Los grandes equilibrios del hábeas troyano debe acompañarse de una genealogía de los
textos que lo componen. Esta se remonta a un texto de la tradición erudita, vale para toda
una parte de la literatura de devoción y de ejercicio impresa en Troyes y que retoma los
títulos de éxito de la Reforma Católica. La misma enseñanza es válida para los textos de
ficción.
Los cuentos de hadas publicados por los impresores de Troyes son textos eruditos, salidos
de medios aristocráticos y preciosos en el mayor momento de entusiasmo para el género,
proponen a los lectores populares textos eruditos, utilizados por la cultura femenina de los
salones y la Corte.
Los libros prácticos de la Biblioteca Azul son ediciones en una nueva forma y para un
público mayor, textos primero editados en forma clásica para la clientela corriente de los
libreros parisinos o provincianos.
Los impresores de Troyes sacan entonces su material del repertorio de libros disponibles
para todas las rúbricas de su catálogo. Hay mucha diferencia entre la primera publicación
de un texto y su entrada en la Biblioteca Azul, el repertorio de la librería de la ventaambulante está dedicado por entero a textos antiguos dados al pueblo por ser rechazados
por los ciudadanos importantes. Los editores de Troyes están ávidos de novedades y se
apoderan de los títulos de moda una vez expirado el privilegio de su primer editor. No
puede definirse su política editorial por la calificación social de los textos que editan, ni
tampoco por el género o la intención de éstos, ya que pertenecen a todos los registros de
elaboración erudita. La edición de Troyes se parece a las otras ediciones provinciales y que
los impresos de Champaña de contentan con reproducir éstos o aquellos texto caídos en el
dominio público.
Los sellos editores
Los textos puestos en la Biblioteca Azul no fue dejado al azar. Todos son elegidos porque
parecen poder ser comprados por un gran número de público. De aquí surge la preferencia
que se le da a las historias, novelas o cuentos que obedecen a ciertas estructuras narrativas,
discontinuas y repetitivas a la vez, que yuxtaponen los fragmentos, emplean varias veces
los mismos motivos, ignoran las intrigas farragosas que necesitan una memorización exacta
de los hechos o de los personajes. Se emplea de manera implícita la idea que tienen de las
competencias culturales. Se constituyen la unidad de la biblioteca de venta ambulante y las
relaciones de los textos entre sí.
El trabajo operado sobre los textos por los impresos de Champaña apunta a reforzar a todo
aquello que los puede unir. Por cierto, no se da en todos los casos y algunos textos no
sufren alguna modificación al ingresar en la fórmula azul. Los editores de Troyes
reacomodan los textos que eligieron imprimir y esto en función de los lectores que desean o
piensan alcanzar. Su intervención es de tres órdenes. En primer lugar, tiende a remodelar la
presentación misma del texto al multiplicar los capítulos, lo que hace menos densa la
distribución del texto sobre la página. Los libros azules no son los únicos en unidades más
pequeñas en los siglos XVII y XVIII, pero allí se acentúa. Se nota la inscripción en el libro
de aquello que los editores piensan es su lecturas, que no es virtuosa, ni continua pero que
toma el libro y lo deja.
Segunda intervención: una estrategia de la reducción y la simplificación. En su mayoría, las
ediciones de Troyes acortan el texto que reproducen y lo hacen de dos maneras. La primera
consiste en podar el texto, en abreviar ciertos episodios y realizar a veces cortes severos.
Amputan relatos juzgados superfluos, descripciones de las propiedades sociales o de los
estados psicológicos de los personajes, considerados inútiles para el desarrollo de la acción.
Estrechamiento de las frases, depuradas de sus relativas o incisas, supresión de adverbios o
adjetivos.
La reescritura reductora de los textos obedece a otras exigencias, son serias pero no fueron
hechas al azar. Obedecen a dos lógicas. En primer lugar, se trata de quitarle al texto todos
los rasgos de la cultura de “lo bajo”, las alusiones a las funciones naturales, las evocaciones
de las actividades sexuales. Luego se trata de censurar todas las referencias a la religión y
de depurar el relato todo aquello que parece blasfematorio. Su propósito es doble: moralizar
los textos que lo necesitan y dividir el texto original, aunque los cortes hacen a los textos
más difíciles de comprender.
Una fórmula editorial
En el caso de repertorio azul, aquello que es contemporáneo al lector, no es el texto, mas o
menos antiguo, sino la forma impresa en la cual se da a leer. Por otro lado, lo que es
popular no son tampoco los textos, que pertenecen a todos los tipos de la literatura erudita
sino los objetos tipográficos que los llevan, escogidos con la doble exigencia de un menor
precio y de una lectura que no sea forzosamente hábil y competente. Los libros de la
biblioteca azul de un título a otro varían mucho en longitud que puede llegar a ser bastante
considerable.
Es variable en ellos la parte de la imagen, contienen una imagen en la carilla del título
consagrada a la identidad editorial, ello explicita el título transformado en imagen, símbolo,
codificada y fija. En la última página, la imagen tiene otra función pues permite fijar y
cristalizar aquello que fue una lectura entrecortada e interrumpida, proporciona el recuerdo
y la moraleja.
El libro Azul se distingue por su aspecto físico: está encuadernado, cubierto de papel (por
lo general azul). También se distingue por el precio
Lectores y lecturas
Su público parece más que nada ciudadano y no clasificable de manera inmediata como
exclusivamente popular. Van tomando importancia en ciudades lorenesas, donde sirven de
aprendizaje de la lectura y el apoyo de prácticas culturales múltiples.
Es seguro que los libros azules entre 1660 y 1780, los textos de la Biblioteca Azul se hayan
ido convirtiendo en un elemento de esta cultura campesina, supersticiosa y rutinaria, que
denunciarán las elites revolucionarias. Lecturas de rústicos, los libros azules quedan
descalificados para las elites que condenan sus textos como carentes de clase y desprecian
su forma descuidada. El repertorio azul no sólo está constituido por antiguas novelas
pasadas de moda y desacreditadas sino también por numerosas textos que sólo esperan para
pasar de las ediciones comunes a las azules la duración del privilegio de su primer editor.
La lectura que suponen o favorecen estos textos no es aquella de las ediciones eruditas y en
su adquisición o posesión se invierten adhesiones que no se agotan con su lectura
descifrada.

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