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108 PrinciPios básicos incluyen a muchas más personas. Tercero, me pregunto si las lesiones reales que recaen en la persona cuyos derechos se violaron (o quien recibe una injusticia) serán menores. Por ejemplo, suponga que puedo asegurar que mis empleados no sufrirán vergüenza, chantaje o restricción de su libertad como resultado de que yo averigüe información acerca de sus vidas privadas (mi intención es destruir toda esa información). Cuarto, me pregunto si la ruptura potencial de una relación de confianza como riesgo de la investigación es más o menos importante que el robo de los recursos para salvar vidas. Supongamos, por ejem- plo, que el daño potencial que inflingirá la investigación en las relaciones de confianza de los empleados no es grande. Entonces, parecería que mi invasión de la privacidad de los empleados se justifica. Así, existen criterios simples capaces de guiar nuestro pensamiento cuando parece que, en cierta situación, las consideraciones utilitarias son suficientemente importantes para invalidar los derechos en conflicto, los estándares de justicia o las demandas del cuidado. Habría criterios similares para determinar si, en cierta situación, las consideraciones de justicia deben tener más peso que los derechos individuales, o cuándo las demandas del cui- dado son más o menos significativas que los requerimientos de justicia. Pero estos criterios siguen siendo simples e intuitivos. Están en las orillas de la luz que vierte la ética sobre el razonamiento moral. 2.6 Una alternativa para los principios morales: Ética de la virtud Ivan F. Boesky, nacido en una familia modesta, se mudó a la ciudad de Nueva York al no obtener trabajo como abogado joven en las empresas más importantes de Detroit. Para mediados de la década de 1980, el tenaz trabajador Boesky había acumulado una fortuna personal de más de 400 millones de dólares y era director ejecutivo de una gran compañía de servicios. Era famoso en los círculos financieros por su extraordinaria habilidad en el ar- bitraje, el arte de detectar diferencias en los precios en que se vendían los valores financie- ros en los distintos mercados del mundo y obtener ganancias al comprar acciones a precio bajo y venderlas en donde el precio era alto. Como miembro prominente de la sociedad de Nueva York, Boesky disfrutaba una reputación de filántropo generoso.125 No obstante, el 18 de diciembre de 1987, Boesky fue sentenciado a tres años en prisión y pagó una multa de 100 millones por lucrar en forma ilegal con información interna. De acuerdo con los registros de la corte, Boesky pagó a David Levine, un amigo que traba- jaba en una empresa dedicada a fusiones y adquisiciones, por proporcionarle información acerca de las compañías que estaban a punto de ser compradas por otra (usualmente una corporación) por mucho más del precio actual de sus acciones en el mercado. Confiando en la información de este empleado y antes de que fuera público, Boesky compraba las acciones de la compañía en el mercado de valores, de hecho compraba las acciones a accio- nistas que no estaban conscientes de que sus compañías serían compradas por mucho más del precio actual del mercado. Cuando se anunciaba la compra de la compañía, el precio de la acción subía y Boesky vendía sus acciones con una ganancia muy atractiva. Aunque com- prar y vender acciones con base en información de un empleado es legal en muchos países (como Italia, Suiza, Hong Kong) y muchos economistas argumentan que los beneficios económicos de la práctica (tiende a hacer que los precios de las acciones de una compañía reflejen el verdadero valor de la empresa) son mayores que los daños (tiende a desanimar a los externos de la participación en el mercado de valores), de todas maneras la práctica es ilegal en Estados Unidos. ¿Que llevó a un hombre, que ya tenía cientos de millones de dólares y todo lo que la mayoría de las personas desean o necesitan, a estar tan obsesionado con ganar dinero como para deliberadamente quebrantar la ley? Gran parte de la respuesta, se asegura, está en su carácter. Se cita a un antiguo amigo como sigue, “Tal vez es avaro más allá de la más Vela�squez 02.indd 108 24/5/06 08:40:08 PrinciPios éticos en los negocios 109 descabellada imaginación de mortales como usted y yo”.126 Boesky describió en una oca- sión su obsesión de acumular cada vez más dinero como “una enfermedad que tengo en la cara y ante la cual estoy indefenso”.127 Otros dijeron de él que: Él está impulsado por el trabajo, es fanático y está sujeto a severos cambios de humor. Los amigos íntimos del señor Boesky, dicen, vacilaba entre “gritar, ser rudo y agresivo, y hablar melosa, agradable y cortésmente”. También era malé- volo en su búsqueda de información. “Cuando alguien tenía una noticia especial se volvía loco”. Cuando se refería al dinero y tratos de negocios era implacable y seguía su meta con un propósito sin desviaciones. [...] Aunque su primer amor era el dinero, anhelaba ser respetado y tener un estatus que en general se negaba a los nuevo ricos.128 La historia de la caída de Ivan Boesky es la historia de un hombre embargado por la avaricia. Lo sobresaliente en esta historia son las descripciones de su carácter moral, el carácter de un hombre llevado por su “amor” obsesivo al dinero. Describen a Boesky como “avaro”, “enfermo”, “agresivo”, “malvado” y “cruel”. Como lo que decía de sí mismo no era congruente con sus tratos secretos, algunos decían que “le faltaba integridad” y otros que era “hipócrita” y “deshonesto”. Todas estas descripciones eran juicios acerca del ca- rácter moral del hombre, no juicios de la moralidad de sus acciones. De hecho, aunque es claro que utilizar información de empleados es ilegal, lo que ocurre es que la práctica es legal en muchos países, y que muchos economistas la apoyen sugiere que no es inherente- mente inmoral. Como lo aclara la historia de Boesky, evaluamos la moralidad del carácter de una per- sona al igual que sus acciones. Todos los enfoques de la ética que se han examinado hasta ahora se centran en la acción como la clave del asunto e ignoran el carácter del agente que lleva a cabo la acción. El utilitarismo, por ejemplo, no dice que las “acciones son correctas en la proporción en que tienden a promover la felicidad”, y la ética kantiana indica que “nunca debo aceptar una acción excepto de modo tal que también pueda desear que mi máxima se convierta en una ley universal”. Sin embargo, el aspecto central que emerge en el caso de Boesky, y en muchos casos similares de hombres y mujeres de negocios, no es lo incorrecto de sus acciones sino la naturaleza fallida de su carácter. Muchos éticos han criticado la suposición de que las acciones son el punto fundamen- tal de la ética. La ética, argumentan, debe ver no sólo los tipos de acciones que un agente debe realizar sino poner atención al tipo de persona que debe ser un agente. Un enfoque “basado en el agente” centrado en lo que uno debe ser, al contrario de un enfoque “basado en la acción” que se centra en lo que uno debe hacer, verá con cuidado el carácter moral de una persona incluyendo, en particular, si ese carácter moral exhibe virtudes o vicios. Un enfoque más adecuado para la ética, de acuerdo con estos éticos, sería tomar las virtudes (como honestidad, valor, moderación, integridad, compasión, control personal) y los vicios (como deshonestidad, crueldad, avaricia, falta de integridad, cobardía) como los puntos de inicio básicos para el razonamiento ético. Aunque la ética de la virtud ve los aspectos morales desde una perspectiva muy dife- rente que la ética basada en la acción, no se deduce que las conclusiones de la ética de la virtud difieran radicalmente de las conclusiones de la ética basada en la acción. Como se observa, existen virtudes que se correlacionan con el utilitarismo (por ejemplo, la virtud de la benevolencia), virtudes que se correlacionan con los derechos (como la virtud del respeto), y virtudescorrelacionadas con la justicia y el cuidado. Entonces, las virtudes no deben verse como una quinta alternativa a la utilidad, los derechos, la justicia y el cuidado. Más bien, las virtudes ofrecen una perspectiva que investiga lo mismo que los cuatro enfoques pero desde un ángulo totalmente diferente. Lo que hacen los principios de utilidad, derechos, justicia y cuidado desde el punto de vista de evaluaciones de las acciones, también lo hace la ética de la virtud desde la perspectiva de evaluación del carácter. 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