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Etica En Los Negocios-páginas-55

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incluyen a muchas más personas. Tercero, me pregunto si las lesiones reales que recaen en 
la persona cuyos derechos se violaron (o quien recibe una injusticia) serán menores. Por 
ejemplo, suponga que puedo asegurar que mis empleados no sufrirán vergüenza, chantaje 
o restricción de su libertad como resultado de que yo averigüe información acerca de sus 
vidas privadas (mi intención es destruir toda esa información). Cuarto, me pregunto si la 
ruptura potencial de una relación de confianza como riesgo de la investigación es más o 
menos importante que el robo de los recursos para salvar vidas. Supongamos, por ejem-
plo, que el daño potencial que inflingirá la investigación en las relaciones de confianza de 
los empleados no es grande. Entonces, parecería que mi invasión de la privacidad de los 
empleados se justifica.
Así, existen criterios simples capaces de guiar nuestro pensamiento cuando parece que, 
en cierta situación, las consideraciones utilitarias son suficientemente importantes para 
invalidar los derechos en conflicto, los estándares de justicia o las demandas del cuidado. 
Habría criterios similares para determinar si, en cierta situación, las consideraciones de 
justicia deben tener más peso que los derechos individuales, o cuándo las demandas del cui-
dado son más o menos significativas que los requerimientos de justicia. Pero estos criterios 
siguen siendo simples e intuitivos. Están en las orillas de la luz que vierte la ética sobre el 
razonamiento moral.
2.6 Una alternativa para los principios morales: 
Ética de la virtud
Ivan F. Boesky, nacido en una familia modesta, se mudó a la ciudad de Nueva York al no 
obtener trabajo como abogado joven en las empresas más importantes de Detroit. Para 
mediados de la década de 1980, el tenaz trabajador Boesky había acumulado una fortuna 
personal de más de 400 millones de dólares y era director ejecutivo de una gran compañía 
de servicios. Era famoso en los círculos financieros por su extraordinaria habilidad en el ar-
bitraje, el arte de detectar diferencias en los precios en que se vendían los valores financie-
ros en los distintos mercados del mundo y obtener ganancias al comprar acciones a precio 
bajo y venderlas en donde el precio era alto. Como miembro prominente de la sociedad de 
Nueva York, Boesky disfrutaba una reputación de filántropo generoso.125
 No obstante, el 18 de diciembre de 1987, Boesky fue sentenciado a tres años en 
prisión y pagó una multa de 100 millones por lucrar en forma ilegal con información interna. 
De acuerdo con los registros de la corte, Boesky pagó a David Levine, un amigo que traba-
jaba en una empresa dedicada a fusiones y adquisiciones, por proporcionarle información 
acerca de las compañías que estaban a punto de ser compradas por otra (usualmente una 
corporación) por mucho más del precio actual de sus acciones en el mercado. Confiando 
en la información de este empleado y antes de que fuera público, Boesky compraba las 
acciones de la compañía en el mercado de valores, de hecho compraba las acciones a accio-
nistas que no estaban conscientes de que sus compañías serían compradas por mucho más 
del precio actual del mercado. Cuando se anunciaba la compra de la compañía, el precio de 
la acción subía y Boesky vendía sus acciones con una ganancia muy atractiva. Aunque com-
prar y vender acciones con base en información de un empleado es legal en muchos países 
(como Italia, Suiza, Hong Kong) y muchos economistas argumentan que los beneficios 
económicos de la práctica (tiende a hacer que los precios de las acciones de una compañía 
reflejen el verdadero valor de la empresa) son mayores que los daños (tiende a desanimar a 
los externos de la participación en el mercado de valores), de todas maneras la práctica es 
ilegal en Estados Unidos.
¿Que llevó a un hombre, que ya tenía cientos de millones de dólares y todo lo que 
la mayoría de las personas desean o necesitan, a estar tan obsesionado con ganar dinero 
como para deliberadamente quebrantar la ley? Gran parte de la respuesta, se asegura, está 
en su carácter. Se cita a un antiguo amigo como sigue, “Tal vez es avaro más allá de la más 
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descabellada imaginación de mortales como usted y yo”.126 Boesky describió en una oca-
sión su obsesión de acumular cada vez más dinero como “una enfermedad que tengo en la 
cara y ante la cual estoy indefenso”.127 Otros dijeron de él que:
Él está impulsado por el trabajo, es fanático y está sujeto a severos cambios de 
humor. Los amigos íntimos del señor Boesky, dicen, vacilaba entre “gritar, ser 
rudo y agresivo, y hablar melosa, agradable y cortésmente”. También era malé-
volo en su búsqueda de información. “Cuando alguien tenía una noticia especial 
se volvía loco”. Cuando se refería al dinero y tratos de negocios era implacable y 
seguía su meta con un propósito sin desviaciones. [...] Aunque su primer amor era 
el dinero, anhelaba ser respetado y tener un estatus que en general se negaba a los 
nuevo ricos.128
La historia de la caída de Ivan Boesky es la historia de un hombre embargado por la 
avaricia. Lo sobresaliente en esta historia son las descripciones de su carácter moral, el 
carácter de un hombre llevado por su “amor” obsesivo al dinero. Describen a Boesky como 
“avaro”, “enfermo”, “agresivo”, “malvado” y “cruel”. Como lo que decía de sí mismo no 
era congruente con sus tratos secretos, algunos decían que “le faltaba integridad” y otros 
que era “hipócrita” y “deshonesto”. Todas estas descripciones eran juicios acerca del ca-
rácter moral del hombre, no juicios de la moralidad de sus acciones. De hecho, aunque es 
claro que utilizar información de empleados es ilegal, lo que ocurre es que la práctica es 
legal en muchos países, y que muchos economistas la apoyen sugiere que no es inherente-
mente inmoral.
Como lo aclara la historia de Boesky, evaluamos la moralidad del carácter de una per-
sona al igual que sus acciones. Todos los enfoques de la ética que se han examinado hasta 
ahora se centran en la acción como la clave del asunto e ignoran el carácter del agente que 
lleva a cabo la acción. El utilitarismo, por ejemplo, no dice que las “acciones son correctas en 
la proporción en que tienden a promover la felicidad”, y la ética kantiana indica que “nunca 
debo aceptar una acción excepto de modo tal que también pueda desear que mi máxima se 
convierta en una ley universal”. Sin embargo, el aspecto central que emerge en el caso de 
Boesky, y en muchos casos similares de hombres y mujeres de negocios, no es lo incorrecto 
de sus acciones sino la naturaleza fallida de su carácter.
Muchos éticos han criticado la suposición de que las acciones son el punto fundamen-
tal de la ética. La ética, argumentan, debe ver no sólo los tipos de acciones que un agente 
debe realizar sino poner atención al tipo de persona que debe ser un agente. Un enfoque 
“basado en el agente” centrado en lo que uno debe ser, al contrario de un enfoque “basado 
en la acción” que se centra en lo que uno debe hacer, verá con cuidado el carácter moral 
de una persona incluyendo, en particular, si ese carácter moral exhibe virtudes o vicios. Un 
enfoque más adecuado para la ética, de acuerdo con estos éticos, sería tomar las virtudes 
(como honestidad, valor, moderación, integridad, compasión, control personal) y los vicios 
(como deshonestidad, crueldad, avaricia, falta de integridad, cobardía) como los puntos de 
inicio básicos para el razonamiento ético.
Aunque la ética de la virtud ve los aspectos morales desde una perspectiva muy dife-
rente que la ética basada en la acción, no se deduce que las conclusiones de la ética de la 
virtud difieran radicalmente de las conclusiones de la ética basada en la acción. Como se 
observa, existen virtudes que se correlacionan con el utilitarismo (por ejemplo, la virtud 
de la benevolencia), virtudes que se correlacionan con los derechos (como la virtud del 
respeto), y virtudescorrelacionadas con la justicia y el cuidado. Entonces, las virtudes 
no deben verse como una quinta alternativa a la utilidad, los derechos, la justicia y el 
cuidado. Más bien, las virtudes ofrecen una perspectiva que investiga lo mismo que los 
cuatro enfoques pero desde un ángulo totalmente diferente. Lo que hacen los principios 
de utilidad, derechos, justicia y cuidado desde el punto de vista de evaluaciones de las 
acciones, también lo hace la ética de la virtud desde la perspectiva de evaluación del 
carácter.
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