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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (27)

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tendría que hacerse una serie oc distinciones: "Príncipe" podría 
ser un jefe de Estado, un jefe de gobierno, pero también un jefe 
político que quisiese conquistar un Estado o fundar un nuevo 
tipo de Estado: en este sentido "Príncipe" podría traducirse en 
la lengua moderna como "partido político", En la realidad de 
cualquier Estado el "íefe del Estado", o sea el elemento equili­
brador de los diversos intereses en lucha contra el interés domi­
nante, mas no exclusivista en sentido absoluto, es justamente el 
"partido político". Pero a diferencia del derecho constitucional 
tradicional, el partido polítíco no reina ni gobierna jurídicamen­
te; tiene el "poder de hecho", ejerce la función hegemónica y por 
consiguiente cquilibradora de los diversos intereses, en la "socie­
dad civil'', la cual, sin embargo, está tan estrechamente entrela­
zada con la sociedad política que todos los ciudadanos sienten, 
en cambio, que d partido reina y gobierna. Sobre esta realidad 
en continuo rnovimiento no se puede crear un derecho constitu­
cional, del tipo lradicional, sino únicamente un sistema de prin­
cipios que afirmen como fin del Estado su propio fin, su propio 
desaparecer, o sea, la reabsorción de la sociedad política en la 
sociedad civil. 
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Rohcrt Michcls y los partidos políticos 
"Le partí politique -escdbe Michcls- ne saurait étre étymolo­
giquement et logiquement qu' une partie de l' ensemble des citouens, 
organísée sur le terrain de la politique. Le partí "'est done qu'une 
fraction, pars pro toto" (?).'Según Max Weber,> tiene su origen 
en dos tipos de causas: sería especialmente una asociación espon­
tánea de propaganda y agitación que tiende al pode.r para pro­
curar así a sus adherentes activos (militantes) las posibilidades 
morales y materiales para realizar los fines objetivos o ventajas 
personales, o también las dos cosas juntas, La orientación general 
de los partidos políticos consistida por tanto en el Machtstreben, 
personal o impersonal. En el pdmer caso los partidos personales 
se basarían en la protección acordada a los inferiores por un 
hombre poderoso. En la historia (?) de los partidos políticos son 
muy frecuentes los casos de este tipo. En la vieja dieta prusiana 
de l855, que comprendía muchos grupos políticos, todos tenían 
el nombre de sus jefes. El único grupo que se dio un nombre 
verdadero fue uno nacional, el polaco. s La hist01ia del movimien­
to obrero demuestra que los socialistas no despreciaron esta tra-
1 R. 1'-Hchels, Les part:is politíques et la contrainte sociale. 'A!ercure de 
France, 1• de mayo de 1928, pp. 513-535. 
:1 \Virtschaft wul GescUtu.:1taft. Gundriss der Sozial.Okonomik, JII~ 2\1- edic., 
Tübingen, 1925, pp. 167l 639 [trad. cast.: Ecorwmía y sociedad, Fondo de 
Cultura Ecoo6mica], 
3 Cfr, Friedrich Nauman11, .. Die poHtischen Parteienn, Die Hilfe~ Berlín, 
1910, p. 8. 
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díción burguesa. Frecuentemente, los partidos socialistas tienen 
los nombres de sus jefes ("comme pour faire l'aoeu public de 
leur assujettissement complet a ces chefs"). En Alemania, entre 
1863 y 1875, las fracciones socialistas rivales eran los marxistas 
y Jos lassallianos. En Francia, en una época más reciente, las gran­
des corrientes socialistas se dividían en broussistas, allemanistas, 
blanquistas, guesdistas y jaurcsistas. Es verdad que los hombres 
que daban el nombre a Jos diversos movimientos personificaban 
lo más complct,m1ente posible las ideas y las tendencias que ins­
piraban al p¡utido y lo guiaron durante toda su evolución.' Exis­
te quizás alguna analogía entre los partidos políticos y las sectas 
religiosas o las órdenes monásticas. lves Guyot ha observado que 
el individuo perteneciente al partido moderno actúa como los 
frailes del medievo, que adoptaron el nombre de santo Domingo, 
san Benedicto, san Agustín, san Francisco.' He aquí partidos-tipo 
que podrían ser llamados partís de patronage. Cuando el jefe 
ejerce una influencia sobre sus adherentes por cualidades tan 
sorprendentes que parecen sobrenaturales, puede ser llamado 
jefe carismático (carisma = don de Dios, recompensa: cfr. M. 
Weber, op. cit., p. 140). [Esta nota está numerada 4 bis, o sea, 
insertada en las pruebas; no por cierto para la traducción de 
carisma, sino quizás para la cita de Weber. Michcls produjo se~: 
sación en Italia por "su" descubrimiento del "jefe carismático , 
que quizás estaba ya (sería necesario confrontar) en ·wcbcr (se­
ría necesario ver también el libro de Michels sobre Sociología 
política de 1927): ¡ni siquiera menciona que una concepción del 
jefe por gracia de Dios haya existido antes!] Sin embargo, esta 
especie de partido se presenta a veces bajo formas más generales. 
El mismo Lassallc, el fefe de los lassaUianos, oficialmente era 
sólo el presidente por vida de la Allgemeiner Deutscher Arbeiter­
verein. Se complacía en jactarse ante sus fautores de la idolatría 
de que gozaba por parte de las masas delirantes y de las vírge­
nes vestidas de blanco que le cantaban coros y le ofrecían flores. 
Esta fe carism(ttica no era sólo fruto de una psicología exuberante 
y un poco megalómana, sino que correspondía también a una 
concepción teórica. Nosotros debemos -decía a los obreros rena­
nos, exponoendoles sus ideas sobre la organización del partido-, 
~ :t-.Iaurice Charnay~ Les allemanistes, RiviCre, París, 1912, p. 25. 
5 Ives Cuyot, La cmnédie socialisle, Charpentier, París, 1801, p, 111. 
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con todas nuestras voluntades dispersas, forjar un martillo y po­
nerlo en las manos de un hombre cuya intcligencia, carácter y 
adhesión (dévouement) sean una garantía cle que golpeará enér· 
gicamenle.< Era el martillo del dictador. t-lás turde bs masas exi­
gieron al menos un simulacro de democracia y de poder colecti­
vo, se formaron grupos cada ve~ más numerosos ele jdcs que no 
admitían la dictadura de nno solo. Jaures y Be!Jel son dos tipos 
de jefes carismáticos. Bebe!, huérfano ele un suboficial ele Pome­
rania, hablaba altit;amente (?) y era imperativo.' Jaurcs, orador 
extraordinario, sin igual, inflamado, romántico y al mismo tiem­
po realista, trataba de superar las dificultades "poniendo en serie" 
los problemas, para abatirlos a medida que se planteaban.' Los 
dos grandes jefes, amigos y enemigos, tenían en común una fe 
indómita tanto en la eficacia de su acción como en los destinos 
de las legiones de las cuales eran abanderados. Ambos fueron 
deificados: Bebe! aún vivo, Jauri:s después de muerto. 
Mussolini es otro ejemplo de jefe de partido con ul¡c;o de pro­
feta y de creyente. Pero él, además, no es sólo jefe único de un 
gran partido sino también jefe único de un gran Estado. Con él, 
el axioma: "El partido soy yo" ha logrado, en el sentido de la 
responsabilidad y del trabajo asiduo, el máximo desarrollo. 
Esto es históricamente inexacto. Entretanto está prohibida 
la formación de grupos y toda discusión de asamblea, puesto que 
demostraron ser desastrosas. Mussolini se sirve del Estado para 
dominar al partido y sólo en parte se sirve del partido para domi­
nar al Estado. Por otro lado, el llamado "carisma", en el sentido 
utilizado por Michels, coincide siempre en el mundo moderno 
con una fase primitiva de los partidos de masa, fase en que la 
doctrina se presenta a las masas como algo nebuloso y no cohe­
rente, que necesita de un papa infalible para ser interpretada 
y adaptada a las circunstancias. Este fenómeno tanto más fre­
cuente cuanto más el partido que nacé y se forma lo hace no 
sobre la hase de una concepción del mundo unitaria y rica en 
e Cfr. ~1ichc1s. Les pattis politiques> 1914, p .130; no se refiere a la edición 
ita\i¡ma ampliada del año 1924. 
1 Hervé lo llamó el Kaiset Bebcl; cfr. ~Hchels, Bedeutende 'Miinner, Leip .. 
zig) 1921, p. 29. 
a Cfr. Rappoportt }ean ]auu]s, flwmmc~ le penseur~ le socialiste, 2~ ed., 
París, 1916, p. 366. 
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