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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (42)

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eléctrica, en volver a traer los oficios al campo para unirlos, bajo 
nuevas formas y con procedimientos perfeccionados, al trabajo 
propiamente agrícola. En esta obra redentora del artesanado rural, 
Italia se apresta a ser una vez más abanderada y maestra". De 
Michelis incurre en muchas confusiones: l) la reunión de la ciu­
dad con el campo no puede darse sobre la base del artesanado, 
sino únicamente sobre la base de la gran industria racionalizada 
y estandarizada. La utopía «artesanal" se basó en la industria 
textil. Se pensaba que con la posibilidad comprobada de distri­
buir la energía eléctrica a distancia, habría sido posible otorgar 
a la familia campesina el telar mecánico moderno movido por la 
electricidad. Pero en la actualidad, un solo obrero hace accionar 
(me parece) basta 24 telares, lo que plantea nuevos problemas 
de competencia y de ingentes masas de capitales, además de 
problemas generales de organización imposibles de resolver por 
la familia campesina; 2) la utilización industrial del tiempo que 
el campesino debe permanecer desocupado (este es el problema 
fundamental de la agricultura moderna, que pone al campesino 
en condiciones de inferioridad económica frente a la ciudad, que 
"puede trabajar" todo el año) puede ocurrir sólo en una econo­
mía planificada, muy desarrollada, que esté en condiciones de 
ser independiente de las fluctuaciones temporarias de ventas que 
ya se verifican y conducen a las estaciones muertas también en 
la industria; 3) la gran concentración de la industria y la pro­
ducción en serie de piezas intercambiables permiten transportar 
secciones de fábricas al campo, descongestionando la gran ciu· 
dad y tornando más higiénica la vida industrial. No es el artesano 
quien volverá al campo, sino en cambio el obrero más moclf'rno y 
estandarizado. 
Mitos históricos. Estudio de las consignas del tipo de la del 
"tercer Reich" de las corrientes de derechas germánicas, de estos 
mitos históricos, que no son más que una forma concreta y eficaz 
de presentar el mito de la "misión histórica" de un pueblo. 
El punto a estudiar es justamente el siguiente: por qué una 
determinada forma es "concreta y eficaz" o más eficaz que otra. 
En Alemania, la ininterrumpida continuidad (no interrumpida 
por invasiones extranjeras pemmncntes) entre el período medie­
val del Sacro Imperio Romano (primer Reich) y el moderno (de 
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Federico el Grande en 1914) torna comprensible en forma inm<'· 
dinta el concepto de tercer Reich. En Italia, el concepto de terza 
Italia del Risorgimento no podía ser comprendido fácilmente por 
el pueblo por la ausencia de continuidad histórica y la falta dP 
homogeneidad entre la Roma imperial y la papal (en verdad, ni 
aun entre la Roma Republicana y la imperial existía perfecta 
homogeneidad). Esto explica el relativo éxito de la palabra maz­
ziniana de "Italia del pueblo" que tendía a indicar una renova­
ción completa, en sentido democrático, de iniciativa popular, de 
la nueva historia italiana en contraposición al "primado" giober­
tino, que tendía a presentar el pasado como posible continuidad 
ideal con el futuro, es decir, con un determinado programa polí· 
tico presentado como de vasto alcance. Pero Mazzini no pudo lo­
grar que su fórmula mítica se concretase y sus sucesores la dilu­
yeron y la empobrecieron en la retórica libresca. Un precedente 
para Mazzini habría podido ser las comunas medievales, que 
constituyeron una efectiva y radical renovación histórica; pero 
tal precedente fue explotado sobre todo por los federalistas, como 
Cattaneo. 
Centro. Un estudio cuidadoso de los partidos de centro en sen­
tido amplio sería de todos modos educativo. Término exacto. 
extensión del término, cambio histórico del término y de la acep­
ción. Por ejemplo, los jacobinos fueron un partido extremo; hoy 
son típicamente de centro; así los católicos (en su masa); así 
también los socialistas, etc. Creo que un análisis de la función 
de los partidos de centro constituye una parte importante de la 
historia contemporánea. · 
Y no dejarse ilusionar por las palabras o por el pasado. E> 
cierto, por ejemplo, que los "nihilistas" rnsos deben ser conside­
rados como partido de centro y así también los "anarquistas'' 
modernos. La cuestión consiste en saber si, por simbiosis, un par­
tido de centro puede o no servir a un partido "histórico". 
Partidos de centro y partidos "demagógicos" o burgueses­
demagógicos. El estudio de la política alemana y francesa en el 
invierno 1932-.33 ofrece gran cantidad de materiales para esta 
investigación; así, por ejemplo, la contraposición de la política 
exterior a la interna (mientras es siempre la política interna la que 
dicta las decisiones; de un país dcterminado, se entiende. En 
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efecto, es claro que la iniciativa debida a razones internas de un 
pa.ls se transformará en "exterior" para el pafs que sufre )a¡ 
iniciativa). 
La fuerza de los partidos agrarios. U no de los fenómenos carac­
terísticos de la época moderna es el siguiente: en los parlamen· 
tos, o al menos en una serie de ellos, los partidos agrarios tienen 
una fuerza relativa que no corresponde a su función histórica, 
social y económica. Esto es debido al hecho de que en el campo 
se ha mantenido un bloque de todos los elementós de la produc­
ción agraria, bloque dirigido frecuentemente por la parte más 
retardataria de esto's elementos, mientras que en las ciudades y 
en las poblaciones de tipo urbano, ya desde hace algunas gene­
raciones, un bloque similar se ha disuelto y a veces nunca existió 
(ya que no podía existir si no se amplia ha el sufragio electoral). 
Ocurre asi que en países eminentemente industriales, debido a 
la disgregación de los partidos medios, los agrarios tienen la ini­
ciativa "parlamentaria" e imponen conductas políticas "antihist6-
ricas". Hay que analizar por qué ocurre esto y si no son respon­
sables de ello los partidos urbanos y su corporativismo o burdo 
economismo. 
Religión, Estado, Partido, En Mein Kam'{J/, Hitler escribe: "La 
fundación o la destrucción de una religión es un gesto incalcula· 
blemente más ímportante que la fundación o la destrucción de 
un Estado; no digo de un partido ... " Superficial y falto de crí­
tica. Los tres elementos: religión (o concepción del mundo "ac­
tiva"), Estado y partido son indisolubles y en el proceso real 
del desarrollo histórico-político se pasa necesariamente del uno 
al otro. 
En Maquiavelo, en los modos y en el lenguaje de la época, 
se observa la comprensión de esta necesaria homogeneidad e in­
terferencia de los tres elementos. Perder el alma para salvar a la 
patria o al Estado, es un elemento de laicismo absoluto, de con­
cepción del mundo positiva y negativa (contra la religión o 
concepción dominante). En el mundo moderno, un partido es 
tal -integralmente y nó, como ocurre, fracción de un partido más 
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grande- cuando es concebido, organizado y dirigido de manera 
que le permita desarrollarse integralmente y transformarse en un 
Estado (integral y no en un gobierno entendido técnicamente) y 
en una concepción del mundo. El desarrollo del partido en Es­
tado reactúa sobre el partido y le exige una continua reorgani­
zación y desarrollo, así como el desarrollo del partido y del 
Estado en concepción del mundo, es decir, en transformación total 
y molecular (individual) de los modos de pensar y de actuar, 
incide sobre el Estado y sobre el Partido, impulsándolo a reorga­
nizarse continuamente y planteándole nuevos y originales proble­
mas a resolver. Es evidente que tal concepción se ve obstmida en 
su desarrollo práctico por el fanatismo ciego y unilateral de "par­
tido" (en este caso de secta, de fracción de un partido más amplio, 
en cuyo seno se lucha), es decir, por la ausencia tanto de una 
ccncepcíón estatal como de una concepción del mundo que sean 
capaces de crecímiento en cuanto son históricamente necesarios. 
La actual vida política ofrece un amplio testímonio de estasestrecheces y límitaciones mentales que, por otro lado, provocan 
luchas dramáticas en cuanto constituyen el modo en que se ve­
rifica prácticamente el desarrollo histórico. Pero el pasado, y el 
pasado italiano que más interesa desde Maquiavelo en adelante, 
no es menos rico en experiencias ya que toda la historia es tes­
timonio del presente. 
Clll$e media. El;·~lgnificado de la expresión "clase media" varia 
de un país a otro (como varia el concepto de "pueblo~ y de 
"vulgo", en relación con la vanidad de ciertos estratos sociales) y 
por ello da lugar frecuentemente a equívocos muy curiosos (re­
cordar cómo el síndico Frola de Turín firmó un manifiesto en 
inglés con el título de Lord Mayor). 
El término proviene de la literatura política inglesa y ex­
presa la forma particular del desarrollo social inglés. Parece que 
en Inglaterra la burguesía nunca fue concebida como una parte 
integrante del pueblo, sino siempre como una entidad separada 
de éste. En la historia inglesa ocurrió que no fue la burguesía 
quien guió ·al pueblo haciéndose ayudar por él para abatir los 
privilegios feudales, sino la nol?leza (o una fracción de ella), la 
que formó el bloque nacional-popular contra la corona primero 
y contra la burguesía industrial, después. Tradición inglesa de un 
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