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Artrítis reumatoide causas síntomas y tratamientos

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Artrítis 
reumatoide: 
causas, síntomas y 
tratamientos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad 
autoinmune sistémica que se caracteriza 
principalmente por la inflamación y destrucción de las 
articulaciones, afectando la calidad de vida de los 
pacientes que la padecen. En esta revisión se abordan 
diversos aspectos del cuadro clínico, el diagnóstico y 
el manejo terapéutico de la artritis reumatoidea. 
 
 
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune 
y crónica que afecta a las articulaciones, causando 
inflamación, dolor e inmovilización. 
 
Se caracteriza por ser una enfermedad sistémica, lo 
que significa que no solo afecta a las articulaciones 
sino que puede comprometer otros órganos del 
cuerpo, como el corazón, los pulmones y los ojos. 
 
 Aunque no existe una cura para la artritis 
reumatoidea, hay tratamientos que pueden ayudar a 
aliviar los síntomas y a prevenir la progresión de la 
enfermedad. 
 
 
Causas 
 
La causa exacta de la artritis reumatoidea aún no se 
conoce con exactitud. 
 
Sin embargo, se cree que se produce cuando el 
sistema inmune del cuerpo ataca accidentalmente las 
membranas sinoviales, los tejidos que cubren y 
protegen las articulaciones. Esto provoca una 
inflamación que puede dañar la cartílago, el hueso y 
los ligamentos. 
 
 Algunos factores de riesgo conocidos incluyen la 
herencia genética, el sexo (es más común en 
mujeres), la edad (es más frecuente en personas 
mayores de 40 años) y el consumo excesivo de 
alcohol y tabaco. 
 
 
 
 
 
Síntomas 
 
 
Los síntomas de la artritis reumatoidea pueden variar 
en intensidad y gravedad de una persona a otra. Sin 
embargo, algunos de los síntomas más comunes 
incluyen: 
 
 
 
- Dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones, en 
particular en las manos y los pies 
 
- Debilidad y fatiga 
 
 
- Fiebre y pérdida de apetito 
 
- Rápido aumento de peso o pérdida de peso 
 
 
- Sensibilidad en las articulaciones 
 
- Dificultad para dormir debido al dolor 
 
 
 
Aspectos clínicos 
 
 
La AR presenta una serie de manifestaciones clínicas 
que varían ampliamente entre los pacientes. Entre 
ellas, se destacan: 
 
 
 
 
 
 
 
1. Dolor, rigidez y hinchazón articular, 
particularmente en las manos, muñecas y pies. 
 
 
 
2. Fiebre, fatiga y pérdida de peso. 
 
 
 
 
 
3. La afectación cutánea, como nódulos subcutáneos 
y vasculitis. 
 
 
 
4. Afectación de órganos internos como el corazón, 
los pulmones y los ojos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Diagnóstico 
 
 
El diagnóstico de la AR se basa principalmente en una 
evaluación clínica detallada del paciente, que incluye 
la exploración física y la historia clínica. 
 
 Además, se utilizan exámenes de sangre, como la 
prueba de la proteína C reactiva (PCR) y la detección 
de anticuerpos anti-citrulina, que son marcadores de 
inflamación y autoinmunidad, respectivamente. 
 
 También se realizan estudios de imagen, como la 
radiografía y la resonancia magnética, para evaluar la 
gravedad de la enfermedad. 
 
 
 
 
 
 
Tratamientos 
 
 
 
Aunque no existe una cura para la artritis reumatoidea, 
hay varios tratamientos disponibles para aliviar los 
síntomas y prevenir la progresión de la enfermedad. 
Entre ellos se incluyen: 
 
 
 
- Medicamentos antirreumáticos modificadores de 
la enfermedad (DMARDs): Ayudan a frenar la 
progresión de la enfermedad al reducir la 
inflamación y prevenir daños a largo plazo en las 
articulaciones. 
 
- Corticosteroides: Se utilizan para reducir la 
inflamación rápidamente, pero no se recomiendan 
para un uso prolongado debido a sus efectos 
secundarios. 
 
 
- Medicamentos biológicos: Bloquean las proteínas 
y moléculas que causan inflamación en las 
articulaciones. 
 
- Terapia física y ejercicio: Ayudan a mejorar la 
fuerza y la flexibilidad en las articulaciones y a 
reducir el dolor y la rigidez. 
 
 
- Cirugía: En casos graves, se puede recurrir a la 
cirugía para reemplazar o reparar articulaciones 
dañadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
El objetivo principal del manejo terapéutico en la AR es 
aliviar los síntomas, mejorar la calidad de vida y 
prevenir la progresión de la enfermedad y las 
complicaciones a largo plazo. Entre los diferentes 
enfoques terapéuticos se destacan: 
 
 
 
1. Tratamiento farmacológico: se utilizan fármacos 
antirreumáticos modificadores de la enfermedad 
(DMARDs), como el metotrexato y la leflunomida, 
que ayudan a reducir la inflamación y a frenar la 
progresión de la enfermedad. También se utilizan 
corticosteroides y medicamentos biológicos 
dirigidos contra proteínas específicas. 
 
2. Terapia física: incluye ejercicios para fortalecer los 
músculos, mejorar la flexibilidad articular y reducir 
el dolor y la rigidez. 
 
 
3. Educación para la salud: se enseña a los 
pacientes acerca de la enfermedad y las 
estrategias para manejar los síntomas y mejorar 
su calidad de vida. 
 
4. Cirugía: en casos avanzados, se puede recurrir a 
la cirugía para reparar o reemplazar articulaciones 
gravemente dañadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Factores pronósticos 
 
 
 
La progresión y la gravedad de la AR pueden verse 
influenciadas por diversos factores, incluyendo la 
edad, el sexo, la respuesta al tratamiento y la 
presencia de factores de riesgo cardiovascular. 
 
Un diagnóstico precoz y un manejo terapéutico 
adecuado pueden mejorar la evolución de la 
enfermedad y la calidad de vida de los pacientes 
afectados. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Conclusiones 
 
 
 
En conclusión, la artritis reumatoide es una 
enfermedad compleja y multifactorial que requiere un 
enfoque multidisciplinario para su diagnóstico y manejo 
terapéutico. El objetivo principal del tratamiento es 
reducir la inflamación, aliviar los síntomas y prevenir la 
progresión de la enfermedad y las complicaciones a 
largo plazo. 
 
 
 
Los avances en el conocimiento de la fisiopatología de 
la AR y el desarrollo de nuevos tratamientos 
farmacológicos y no farmacológicos han mejorado 
significativamente la evolución de la enfermedad y la 
calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, sigue 
siendo un reto importante identificar a los pacientes en 
las primeras etapas de la enfermedad y brindar un 
tratamiento efectivo y seguro a largo plazo. 
 
La artritis reumatoidea es una enfermedad crónica y 
autoinmune que afecta a las articulaciones y puede 
comprometer otros órganos del cuerpo. Aunque no 
existe una cura, hay tratamientos que pueden ayudar a 
aliviar los síntomas y a prevenir la progresión de la 
enfermedad. 
 
 
 
Por lo tanto, es fundamental que los médicos y otros 
profesionales de la salud trabajen en estrecha 
colaboración para ofrecer una atención integral y 
personalizada a los pacientes con artritis reumatoidea. 
Además, la investigación continua es crucial para 
profundizar en el entendimiento de la enfermedad y 
desarrollar nuevas estrategias terapéuticas que 
mejoren la calidad de vida y la supervivencia de los 
pacientes.

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