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Literatura comparada Enmascarado de oro 
Novela japonesa Edogawa Rampō
Enmascarado de Oro
La trama de esta novela gira en torno a la disputa entre el detective Akechi Kogoro y el villano nombrado como Enmascarado de Oro. Esta obra fue originalmente publicada por entregas, es por ello que la estructura episódica incluye giros argumentales forzados y resoluciones de escapatorias poco creíbles aunque parecen sencillas. Aun así, el enfrentamiento entre los dos personajes principales mantiene la tensión narrativa cada vez que se percibe un enfrentamiento final.
El inicio de la obra se da con el robo de una perla de gran valor por parte de Enmascarado, una perla tan especial que era considerada un orgullo japonés, se encontraba exhibida, en ese lugar. A pesar del desafío que supone la huida, sabiendo que es un espacio público y vigilado en extremo, Rampo resuelve la situación con una salida fantasiosa desde el salón de música, este recurso de salidas poco creíbles se repite a lo largo de la obra.
El relato gana en calidad con la intervención directa de Akechi Kogoro en la investigación. La progresiva implicación del detective aporta dinamismo a la trama. Sobre todo, resulta interesante la confrontación final entre los antagonistas. Adecir verdad, desde la idea desde la conceptualización de la literatura comparada, el personaje principal recuerda a otro personaje literario, Arsène Lupin, Si bien Rampo toma prestado el personaje lo presenta más como un racista y no con la simpatía de Lupin. 
Con habilidad, el villano fue acorralado en una situación de la que aparentemente no hay escape, sin embargo, el autor recurre a recursos que usa frecuentemente, como son el uso de drogas, sedantes y disfraces para no ser reconocido.Si bien tales recursos constituyen un artificio narrativo válido, su sobreexplotación termina por volverse previsible . Edogawa deja escapar la oportunidad de innovar con otros trucos más creativos, como el ingenioso episodio de la habitación.
El segundo encuentro sitúa la acción en la residencia de un importante noble, lo que aporta verosimilitud socio-cultural al relato. Nuevamente, el disfraz desempeña un rol preponderante para explicar parte de la trama. Sin embargo, al igual que en ocasiones anteriores, dicho recurso pudo haber sido renovado.
En este punto, hace su aparición estelar el detective Akechi Kogorō, cuya participación directa infunde dinamismo al relato. Su creciente enfrentamiento personal con Enmascarado de Oro promete desarrollar el conflicto con mayor profundidad. 
En líneas generales, este fragmento pone de manifiesto tanto la habilidad de Edogawa para crear suspense, como su tendencia a la reiteración de determinados recursos expresivos. Un mayor énfasis en la innovación narratológica hubiese enriquecido las potencialidades del texto.
Aun así, Edogawa acorrala -aparentemente sin escapatoria y ciertamente sin forma (obvia) de huir- a su villano, presa fácil para la policía. Y sin embargo logra eludirlos. Aquí ya presenta algunos de los trucos de Enmascarado de Oro, incluyendo el uso de sedantes para que también caigan dormidos los que debían montar guardia, así como disfraces más allá de la simple máscara dorada, permitiéndole pasar desapercibido haciéndose pasar por otros. Todo muy bueno, pero Edogawa recurre a estos trucos en particular con demasiada frecuencia, volviéndose algo perezoso. Es una pena, pues algunos de los otros trucos que inventa resultan ingeniosas (si no necesariamente del todo plausibles) invenciones, notablemente un salón entero en el que tiene lugar un gran enfrentamiento. 
La segunda aparición de Enmascarado de Oro es en la residencia provincial de un Señor Washio, que posee su propio museo de arte allí e invita al nuevo embajador francés Rouzières a visitarlo. El fenómeno "Enmascarado de Oro" mantiene a todo Japón en vilo, y aquí también hay preocupaciones sobre avistamientos suyos, usadas ingeniosamente para explicar una de las tramas. Una vez más, los disfraces juegan un papel importante, también en la huida sensacional (y bastante divertida) de uno de los secuaces de Enmascarado de Oro.
Es en este episodio cuando por fin hace acto de presencia Akechi Kogorō, casi un cuarto de novela después, concentrándose desde entonces en un duelo más personal, con Enmascarado de Oro advirtiéndole que se aparte - "Acata o muere", le escribe en una nota- pero Akechi, por supuesto, siguiendo con la investigación y acercándose cada vez más a Enmascarado de Oro y sus secretos...
De vuelta en Tokio, Akechi es abordado por la ilustre familia Ōtori, donde la hija Fujiko ha tomado un camino erróneo, cayendo en el amor y enredándose con Enmascarado de Oro en "un vínculo curioso entre una bella joven criada con cuidado en buena familia y un misterioso ladrón demoníaco. Un amor dorado terrible". Incluso encerrada por su familia, ella y su amante encuentran la manera de reencontrarse (gracias de nuevo a sedantes y disfraces). Los esfuerzos de Akechi por salvarla se complican dado que ella no desea ser salvada...
Enmascarado de Oro es básicamente un ladrón de arte; su último gran golpe es "un tesoro nacional entre los tesoros nacionales, tan famoso que incluso un escolar de primaria lo conocería". Es en lo que tiene puesta la mira, además de en Fujiko, lo que también ayuda a Akechi a deducir con quién se están enfrentando: se descubre el nombre hacia el final, pero el villano de Edogawa no es otro que la creación del escritor de misterio francés Maurice Leblanc, Arsène Lupin. 
Es una idea ingeniosa, y lo más interesante de la novela, específicamente cómo (re)presenta Edogawa la figura. La historia está ahí - Akechi hace referencia a varias de sus hazañas tal y como Leblanc las cronica- y otro personaje de las novelas de Leblanc también surge en escena, pero Edogawa también destaca el lado menos atractivo de la figura, con Akechi dándose cuenta en un enfrentamiento: "Así que incluso tú tienes los prejuicios de la raza blanca...". En los libros de Leblanc, Lupin es un anti-héroe simpático, pero Edogawa se niega a comprar o reproducir plenamente esa imagen: su Lupin sigue siendo una figura seductora y astuta, y Edogawa reconoce incluso el atractivo romántico de la figura al enamorarse Fujiko de él, pero en último término sigue siendo reprobable. Es un momento fascinante en la literatura japonesa, pues Edogawa también se distancia de la tradición literaria europea (de misterio) que también, en muchos sentidos, ha asumido: el héroe francés del misterio Lupin podría tener cabida en el Japón, pero solo es un forastero objetable, precisamente también por su racismo. En cierto modo, Enmascarado de Oro enfrenta la ficción detectivesca europea familiar (también en Japón) contra los aún nuevos esfuerzos japoneses, afirmando poder jugar a este juego también, pero rechazando implícitamente a Lupin sugiere un nuevo y autónomo rumbo, sí basándose en muchos de los mismos trucos y enfoques pero negándose a ser mera imitación trasplantada. 
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Bibliografía: Blissett, L. Q. De Bolsillo, México. ISBN ‎ 8499081134