A la hora de formular el tratamiento de un paciente con cor pulmonale resulta importante tener presente cuál es la patología de base que dio origen...

A la hora de formular el tratamiento de un paciente con cor pulmonale resulta importante tener presente cuál es la patología de base que dio origen a dicha afección cardiovascular. Conociendo este aspecto se debe indicar el o los fármacos correspondientes orientados a tratarla. Entre los más utilizados se puede mencionar a la prednisolona, droga utilizada en el tratamiento de enfermedades pulmonares crónicas por su efecto antiinflamatorio y antifibrótico. Con respecto al tratamiento de la hipertensión pulmonar resulta ideal la administración de vasodilatadores arteriales con el objetivo de disminuir la poscarga del ventrículo derecho. Si bien pueden utilizarse distintos vasodilatadores, es ideal el uso de sildenafil ya que, a diferencia de otros, actúa solamente sobre la arteria pulmonar, lo cual permite disminuir la poscarga del ventrículo derecho sin provocar hipotensión sistémica. Esta es una droga vasodilatadora arterial que actúa inhibiendo a la fosfodiesterasa V, enzima que se encuentra en gran concentración en la arteria pulmonar. Al disminuir la actividad de dicha enzima, se produce un aumento de gmpc, ya que ella es la encargada de degradarlo. Como consecuencia se genera vasodilatación, debido a que el gmpc relaja al músculo liso arterial. La dosis indicada de esta droga es 0,5-1 mg/kg/12 h vía oral. Si se administra una dosis mayor pierde su selectividad y comienza a actuar también sobre la fosfodiesterasa iii, provocando vasodilatación arterial sistémica. Si existe insuficiencia cardíaca congestiva puede hacerse uso de vasodilatadores mixtos, con el objetivo de disminuir no solo la poscarga sino también la precarga, aumentando la capacidad del lecho venoso para almacenar sangre y disminuir la posibilidad de producción de edema. Uno de los más utilizados es el enalapril. También es útil el uso de diuréticos, siendo la furosemida la droga de primera elección. En casos de edema muy acentuado que se convierte refractario a la furosemida, esta puede combinarse con hidroclorotiazida. El mecanismo de acción, la dosis, las ventajas y desventajas y el motivo que justifica la utilización de estas drogas han sido detallados en el capítulo 2 (apartado «Tratamiento»), correspondiente al tratamiento de pacientes con insuficiencia mitral crónica. En aquellos pacientes con ascitis y/o colecta pleural marcadas, o con derrame pericárdico debe realizarse laparo, toraco o pericardiocentesis respectivamente. (Los conceptos correspondientes a la realización de pericardiocentesis fueron expuestos en el capítulo 12 «Patologías del pericardio», «Tratamiento»). Como se expuso a lo largo de estos capítulos, existen diversas patologías cardíacas, cada una de las cuales conserva características propias en cuanto a prevalencia, fisiopatología, sintomatología clínica, pronóstico y tratamiento, entre otros aspectos. Es esto, quizá, lo que hace de la cardiología una especialidad profunda, maravillosa y apasionante. Es asombroso observar cómo esta especialidad ha crecido de forma significativa a través del tiempo. En la actualidad, los avances logrados nos brindan la posibilidad de llevar a cabo diagnósticos y tratamientos cada vez más precisos. A su vez, esta realidad le confiere un papel preponderante al cardiólogo. Sin embargo, el médico veterinario clínico no debería olvidar jamás la enorme importancia que posee la exploración clínica que él mismo puede llevar a cabo. Por otro lado, si recuerda siempre la posible existencia de cardiopatías, puede sospechar con criterio de afecciones cardiovasculares, lo cual lo conduce a realizar la derivación del paciente al especialista en el momento adecuado. Es por ello que, si bien a lo largo de este libro hemos desarrollado aspectos referidos a modernos métodos complementarios de diagnóstico, debemos tener siempre presente la importancia que reviste en el diagnóstico cardiológico la exploración clínica del paciente, al punto tal que la clínica es soberana a la hora de establecer un diagnóstico y dar un pronóstico de un animal cardiópata. Acerca del autor Andrés Sosa se graduó como médico veterinario en la Universidad Nacional de La Pampa y recibió la medalla de mejor promedio de la facultad. Luego obtuvo un título de posgrado en la Universidad de Buenos Aires como especialista en Cardiología Clínica Veterinaria. Actualmente desarrolla su profesión en el ámbito privado y se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Río Negro.