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01-Pulse-The Pulse Serie-Deborah Bladon - Adriana Palma Ponce

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Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción 
de fans para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al autor, 
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Staff 
Moderación 
Griz 
Traducción 
Mari18 
Wen Hamilton 
Edgli 
LittleKass 
Kmila92 
Rihano 
Marimagda 81 
Esther Maslow 
Alisson 
Corrección 
Celemg 
Liraz 
Griz 
Hanna Marl 
Revisión y Recopilación 
Hanna Marl 
Diseño 
Hanna Marl 
 
 
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Indice 
Sinopsis 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Pulse Part two 
Deborah Bladon
 
 
 
 
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Sinopsis 
Jessica Roth dejó a su novio, se mudó a Nueva York y quiere 
desesperadamente comenzar su nueva vida con una explosión – 
literalmente una alucinante, que esa noche su alma tiemble de pura 
excitación, recordándola teniendo sexo. 
No pensó que su encuentro casual de una vez con el abogado, Nathan 
Moore, en una habitación de hotel se convertiría en el punto de partida 
para su excitante vida, sola y su aventura por la ciudad. 
Una noche se convirtió en dos, en cuatro, y en más - siempre en el 
mismo lugar, siempre al mismo tiempo - sin apellidos, sin datos de carácter 
personal, y sin ningún tipo de complicaciones. 
Lo que Jessica no contaba es que, los límites del mundo de Nathan se 
hacen para ser empujados. 
El la quiere de la manera en que prometió nunca hacerlo. Ella lo quería 
en formas que no puede admitir. 
Cuando sus vidas chocan en última instancia, fuera de las paredes de la 
habitación de hotel, Jessica se ve obligado a enfrentar la verdad sobre el 
único hombre que ha hecho que alguna vez se le aceleraba el pulso y le 
doliera su cuerpo por un placer absoluto. 
 
 
 
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Traducido por Mari18 
Corregido por Griz 
 
 
uedes venir a mi suite en este momento. —La forma 
ocasional en que lanza su mano es casi demasiado 
tentadora para resistir. 
—¿Crees que es así de fácil? —Levanté una ceja. La carrera interior del 
Martini está retirando mis defensas. Quería una aventura de una noche. Es 
por eso que estoy aquí. Es hermoso. Tal vez el hombre más atractivo que he 
visto nunca. Todo lo que tengo que hacer es decirle lo que quiero y puede 
hacerlo una realidad. Sé que puede. Su cuerpo no sólo lo sugiere, lo grita. 
—Sé que lo es. —Se apoya cerca de mí, su aliento trazando un camino 
caliente a través de mi cuello. 
—¿Haces esto mucho? —Es una pregunta capciosa. 
—¿Hacer qué? —Su lengua corre juguetonamente sobre mi barbilla 
antes de rozar sus labios sin esfuerzo a través de los míos. 
—¿Recoger mujeres aquí para encuentros de una noche? —Avanzo un 
toque, con la esperanza de atrapar sus labios con los míos de nuevo, pero 
se aleja. Una pequeña sonrisa hace que sus labios se separen un poco 
—¿Es eso lo que estoy haciendo? —Sus hermosos ojos azules se deslizan 
lentamente sobre mi cuerpo. 
—Lo estás, ¿no es así? —Mi respiración se engancha mientras desliza su 
brazo alrededor de mi cintura y siento su erección instantáneamente. 
—¿Quieres follarme? —susurra las palabras lentamente en mi oído. Me 
estremezco cuando su aliento se desliza a través de mi cuello—. ¿Quieres 
que te lama hasta que grites, una y otra vez? 
Me alejo de nuevo esperando que con la ligera distancia encontraré mi 
aliento. 
—Eso es... —dejo de hablar tan pronto como su mano se mueve hacia 
abajo por mi espalda. 
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—En el momento en que entré y me viste en el bar, te imaginaste estar 
debajo de mí. —Su mano se mueve más, rozando el borde del dobladillo 
de mi vestido—. Sabías que antes de que terminara la noche estarías de 
rodillas deslizando mi polla en tu boca. 
—Quiero eso. —Confieso suavemente. Una noche con un hombre como 
éste era todo lo que quería cuando llegué a Manhattan hace dos 
semanas. Una noche de placer diferente a todo lo que había 
experimentado jamás. Este era el hombre que iba a darme eso. Lo supe 
tan pronto como se dio la vuelta y me miró. 
—Vamos a ir a mi suite ahora. —Hace una pausa y me doy cuenta de 
que está a la espera de mi nombre. 
—Jessica. —Ofrezco. Quiero ser Jessica para él. Soy Jess o Jessie para 
todos los demás. Quiero oír mi verdadero nombre en sus labios mientras 
que está perdido en el placer. 
—Soy Nathan. —Replica. 
—¿Cuántos años tienes? —No sé por qué la pregunta se escapa de mis 
labios. No me importa la edad que tiene. 
—Mayor que tú. —Su mano roza la parte de atrás de mi muslo. 
Sonrío ante su respuesta. 
—¿Cómo sabes que soy lo suficientemente mayor? 
—¿Lo suficientemente mayor? —Ladea una ceja y su cara cambia 
ligeramente. Es aún más devastadoramente guapo de lo que me di 
cuenta. 
—Lo suficientemente mayor, —repito. 
—Los vi pedirte tu tarjeta en la puerta cuando entraste. —Hace un gesto 
detrás de mí hacia la entrada del club—. No te habrían dejado entrar si no 
tuvieras al menos veintiuno. 
Tengo veintitrés pero él no tiene por qué saberlo. No quiere saber. Puedo 
decirlo. Sólo hay una cosa que le importa. 
—¿Vives aquí? Dijiste que tenías una suite. —Me doy cuenta de que 
estoy postergando. Quiero que esto dure. Quiero saborear cada momento 
que este hombre esté presionado contra mí. Quiero beber cada parte de 
él. Puede que nunca consiga otra noche con un hombre así. 
 
 
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Gimo mientras siento su dedo correr perezosamente sobre la seda de mi 
ropa interior. 
—¿Has terminado con las preguntas, Jessica? —Mira directamente a mis 
ojos. 
—Sí. ¿Por qué? —Me estremezco internamente, con la esperanza de que 
mi incesante senderismo no lo haya apagado. 
—Porque realmente necesito follarte. 
Mis ojos se mueven por encima del hombro a donde mi compañera de 
cuarto Rebecca está de pie, con la boca abierta, el Cosmopolitan en su 
mano precariamente cerca de derramarse sobre el piso y los tacones muy 
caros que compró la semana pasada. Le doy un débil pulgar hacia arriba 
detrás de la cabeza de Nathan. Es la señal que acordamos hace una hora 
cuando llegamos al club. No me creía que hablaba en serio cuando le dije 
que esta noche estaba decidida a encontrar a un hermoso desconocido 
que me barrería de mis pies y en su cama. 
—¿Qué estamos esperando entonces? —Escucho las palabras y juro que 
es mi voz diciéndolas. ¿Qué diablos pusieron en ese Martini? Ha robado 
todas mis inhibiciones. 
Sólo asiente con la cabeza en respuesta. La forma en que su cabello 
negro cae sobre su frente al menor movimiento de su cabeza le da un 
encanto juvenil que está completamente fuera de lugar. No hay nada 
sobre él que hable de otra cosa que no sea alto, precioso y por mucho un 
hombre de pies a cabeza. Silenciosamente toma mi mano y lo sigo 
mientras teje su camino a través de la multitud de personas moviéndose sin 
aliento al ritmo pulsante de la música. 
—Este es el club para ir cuando quieres tener sexo. —Las palabras de 
Rebecca de horas antes evocando mi cuerpo mientras sigo a este 
desconocido hacia una experiencia que sé que no voy a olvidar pronto. 
—Por aquí. —Deja caer mi mano y señala hacia el vestíbulo de Aeon. El 
hotel, situado en Times Square, es conocido por ser un lugar turístico. A 
pesar de que ahora soy un residente de la ciudad, todavía me siento 
como un turista encubierto. Trato de no reaccionar mientras estoy 
empapándome en todo el ambiente hermoso que el vestíbulo tiene para 
ofrecer. Me vuelvo para una última mirada fugaz a la entrada al club 
adjunto. Esta es mi oportunidad de abandonar mi plan y volver corriendo 
entre la multitud. 
—Buenastardes, señor. —La suave voz de una mujer llama a través de 
mis pensamientos y veo a Nathan girar hacia el escritorio en el vestíbulo. La 
 
 
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forma en que la pequeña rubia con los ojos azules mira hacia él sugiere 
que hay más de su intercambio que lo primero que salta a la vista. La 
mirada de desprecio que me lanza cimienta mi suposición. Se la está 
follando. Puedo ver la envidia en su rostro. 
El hecho de que no la reconoce abiertamente no se me escapa. 
Cuando siento su mano en la parte baja de mi espalda No puedo evitar 
sentir un subidón interno. Está enfocado y determinado. Por este breve 
momento de su vida, eso es todo para mí. Soy lo que quiere. 
Mientras damos vuelta en la esquina de los ascensores, alguien llama su 
nombre. Esta vez se trata de un hombre. Me quedo en silencio mientras 
Nathan lo saca del alcance de mi oído. Tienen una conversación muy 
animada. Me quedo mirando al hombre con el que estoy a punto de 
compartir la cama o tal vez una mesa o un piso. No puedo creer que esté 
haciendo esto. En un lapso de dos semanas he pasado de estar 
completamente insatisfecha durante la cama con mi ex novio de vuelta 
en Connecticut, a estar al borde de lo que espero será una increíble 
noche de pasión cruda. Es decir, si puede arrancarse de este hombre el 
tiempo suficiente para follarme. 
—Jessica. —Se vuelve, la sonrisa extendiéndose sobre su rostro—. 
¿Vamos? 
—Pensé que te habías olvidado de mí. —Bromeo. Al menos espero estar 
bromeando. 
—¿Tú? —Jala mi mano hacia la suya y con destreza hacia sus labios—. 
Tengo la sensación de que va a ser inolvidable. 
Mi mente me está diciendo que son sólo palabras. Es un experto en esto. 
Probablemente folla a una mujer diferente cada noche y esto es sólo parte 
de su repertorio habitual. 
—¿Al igual que la recepcionista fue inolvidable? —Murmuro. No lo dije lo 
suficientemente fuerte para que lo escuchara ¿o sí? 
—¿La recepcionista? —Su mano está en mi espalda de nuevo mientras 
me guía hacia el ascensor que espera. 
Ofrezco una sonrisa tímida mientras levanto una ceja en respuesta. 
—Vi la forma en que te miró. Ha estado hasta en tu suite. 
—Tal vez. —Se ríe—. No es relevante. Tú lo eres. 
—¿Somos tu tipo? —Echo un vistazo brevemente en el espejo que 
adorna la pared del ascensor. 
 
 
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—¿Qué tipo podría ser ese? —Se inclina y frunce el ceño hacia mí. 
—Rubias, ojos azules, con curvas. —Las palabras salen mucho más fuerte 
de lo que anticipo. ¿Qué diablos está mal conmigo? No le preguntas a 
una aventura de una noche tantas cosas. 
—No tengo un tipo —dice suavemente. 
—Todo el mundo tiene un tipo. —Tomo una respiración profunda—. 
Todos lo hacemos. 
—¿Cuál es tu tipo, Jessica? —El ascensor suena con su llegada al piso 
dieciocho y las puertas se abren. Él no se mueve. 
—Esta noche, eres tú. —Doy un paso hacia él, tirando mi dedo hacia 
abajo por su corbata de seda mientras camino hacia el pasillo poco 
iluminado esperando que me esté siguiendo. 
 
 
 
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Traducido por Wen Hamilton 
Corregido por Griz 
 
uedes hacer esto. Quieres hacer esto. Has deseado esto durante 
tanto tiempo. Reproduzco las palabras una y otra vez en mi mente 
mientras dejaba que me llevara de la mano por el pasillo hacia la 
puerta escondida al final, un poco más allá de la esquina. 
Él me sonrió antes de empujar una tarjeta del bolsillo interno de la 
chaqueta de su traje, deslizándola rápidamente mientras lideraba el 
camino en la oscura habitación. 
—Jessica, —susurró mi nombre suavemente mientras la puerta se 
cerraba tras de mí con un click. Me encanta la forma en la que suena en 
sus labios. Amo sus labios. He estado anhelando otra probada de ellos 
desde que los rozó brevemente sobre los míos en el club. 
Me moví para tomar un paso adelante pero él se movió bruscamente. 
Su brazo saltó a la puerta por encima de mí, el otro descansando en mi 
cintura. Se presionó contra mí y podía sentir lo excitado que estaba. Me 
quería tanto como yo lo quería. 
Dejé caer mi bolso al suelo, necesitando tocarlo. Había sentido, desde el 
primer momento que se giró para verme en el club, que era todo 
músculos. A medida que mis manos se deslizaban sobre su pecho, me 
sorprendía con la definición. Incluso a través de la suave tela de su camisa 
de vestir, podía fácilmente percibir los tonificados músculos de su pecho y 
abdomen. 
Lamió sus labios antes de bajar su cara a la mía. Me puse de puntillas. A 
pesar de los tacones que estoy usando, es mucho más alto que yo. Gruñó 
mientras sus labios cubrían los míos en un lujurioso y profundo beso. Abrí mi 
boca ligeramente queriendo sentir su lengua explorar la mía. La empujó a 
lo largo de mi labio inferior antes de deslizarla sobre la mía. 
Alcé mis manos, agarrando su cabello entre mis dedos, necesitando 
empujarlo incluso más cerca en el beso. Fui recompensada con un 
profundo y gutural gemido. Su mano cayó en mi muslo. Tuve que bajarme 
en mis talones. El mero toque de su mano en mi piel desnuda me hacía 
sentir débil. 
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—No puedo esperar. Necesito escucharte venir ahora, —dijo 
roncamente. 
Gemí mientras sus dedos empujaban la tela de mis bragas a un lado. 
Empujó su dedo índice lentamente a lo largo de mi resbaladiza hendidura. 
—Tan suave. Tan lista. —Sus labios reclamaron los míos de nuevo 
mientras trazaba un círculo alrededor de mi clítoris. Su toque es gentil, pero 
aun hábil. 
Mi mano agarró el frente de la chaqueta de su traje mientras él 
empujaba un dedo lentamente dentro de mí. No pude reprimir un grito de 
placer por la sensación. Sentí su sonrisa a través de nuestros labios antes de 
que el alejara su rostro del mío. 
—Eres tan ansiosa. Tu cuerpo me quiere tanto. —Sus palabras solo 
ayudaron a incitar el deseo que ya circulaba a través de mí. ¿Cómo 
puedo estar ya tan cerca de un orgasmo? 
—Lo acepto, —gemí. No quiero detenerlo. Quiero esto 
desesperadamente. Finalmente voy a saber cómo es estar con un hombre 
que entiende realmente el cuerpo de una mujer. Un hombre que puede 
escuchar mi respiración e instintivamente sabe que es lo que necesita mi 
cuerpo. Este hombre puede hacer eso. Ya lo estaba demostrando. 
—¿Quieres venirte duro verdad? —Su voz insoportablemente sensual. 
Empapada con deseo. Podía sentir su erección presionada contra mí. 
También estaba listo. Una parte de mí solo deseaba que me follara justo 
ahora. La otra parte quería sumergirse en la lujuria de su necesidad para 
llevarme al borde justo ahora, justo dentro de la puerta de su suite. 
—Tan duro. —Estaba tan desesperada por venirme. Sentí mis caderas 
girando involuntariamente bajo su toque. Las empujé hacia la puerta, 
antes de tirar de él más cerca. Mis piernas abriéndose para darle más 
acceso. 
Él gruñó. —No puedo esperar para probar esto. No puedo esperar para 
verte retorcer bajo mi lengua antes de follarte. 
La desvergüenza de sus palabras me empujó más cerca del borde. No 
podía pensar claro. Todo en lo que podía enfocarme era en su mano. Sus 
dedos lentamente deslizándose dentro de mí mientras su pulgar rodeaba 
mi clítoris. 
—Estás tan cerca. Puedo sentirlo. —Su respiración es rápida. También 
estaba tan excitado. Quería que me viniera. Era parte de lo que él 
necesitaba. 
 
 
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Asentí y empujé mi lengua a través de sus labios. Acunó mi rostro con su 
otra mano mientras deslizaba sus labios de nuevo sobre los míos. —Vente 
para mí, Jessica. Muéstrame lo bien que se siente. 
Corrí hacia la orilla y mi clímax es duro e intenso. Me caí hacia adelante 
y agarró mi cintura, empujándome en su cuerpo. La oleada de placer que 
pulsaba a través de mi se acentuó por la sensación de su pecho contra mí, 
su notable esencia y sus labios presionados en mi frente. 
—Yo, —no podía decir nada. No podía respirar. Nunca antes fue así. 
Nunca me había venido tan poderosamente. 
—Solo estamos comenzando. —Se inclinóhacia atrás y corrió sus labios 
sobre mi mejilla—. Voy a hacernos unos tragos y luego voy a decirte 
exactamente lo que haré contigo. 
Me quedé en un aturdido silencio mientras alejaba su cuerpo del mío. Lo 
vi deslizar la chaqueta de sus hombros y tirarla sobre el respaldo de un sofá. 
No me miró mientras se movía cuidadosamente a un mostrador. Derramó 
un líquido ámbar en dos vasos antes de girar y sostener uno hacia mí. 
—¿El baño? —pregunté sin aliento. Tengo que componerme antes de 
meterme a la cama con él. 
Ladeó una perfecta ceja. —Por el pasillo. Primera puerta a la izquierda. 
Asentí en respuesta antes de llegar a recoger mi bolso del suelo. 
—¿Jessica? —Su voz me llamó mientras entraba en el corredor. 
Me giré e instantáneamente empuje mi mano en mi pecho. Él estaba 
deshaciendo los botones de su camisa. A medida que la tela cedía, la 
bronceada piel musculada me atraía. 
—No te tardes. No soy un hombre paciente. 
 
 
 
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Traducido por Edgli 
Corregido por Hanna Marl 
 
e siento en la orilla de la tina, mi talón tocando rítmicamente el 
piso de baldosas. Miro mi teléfono. Ya he estado aquí cinco 
minutos. ¿Por qué no me está respondiendo Rebecca? Necesito 
sus palabras de seguridad de que pudo hacer esto sin hacer una 
completa tonta de mi misma con mi no-mucha-experiencia-en-la-cama. 
Casi golpeo mi teléfono contra un lado de la bañera por la frustración. 
Yo quería esto. Yo fui la que decidió que mi vida en Bloomfield, 
Connecticut ya no era para mí. Ser Jessie Roth, la novia de Josh Redmond 
era muy insatisfactorio. Cuando conocí a Josh durante mi entrenamiento 
para convertirme en paramédico, parecía el típico chico americano que 
quería. Ahora, que lo había dejado y me había mudado a Manhattan, 
todo lo que codiciaba desesperadamente era experimentar la vida. 
Nathan era mi primer paso hacia eso. Una vez que saltara sobre esa 
gigantesca cama tamaño King que vi en la habitación cuando entré, 
tendría la experiencia que tanto anhelaba. Una vez con un hombre que 
me podía hacer sentir cosas que solo he imaginado. Ya había probado 
que sabía cómo hacerme venir tan pronto como entramos a su cuarto. 
Marqué el número de Rebecca y no hay respuesta. Maldigo antes de 
terminar la llamada sin dejar un mensaje de voz. Tengo que hacer esto por 
mí misma. Tengo que encontrar el coraje para solo saltar de cabeza y al 
menos pretender que sé lo que hago. No habría nada de charla para 
animarme por parte de mi mejor amiga. 
Respiré profundamente antes de quitarme el vestido negro que estoy 
usando. Ajusté mi sostén de encaje y bragas negras antes de alisar mi largo 
cabello a mi espalda. Si voy a hacer esto, lo haré con un estallido. Metí mi 
teléfono de nuevo en mis cosas, doblé el vestido y los coloqué en la 
encimera. Era ahora o nunca. Con un último aliento profundo, abrí la 
puerta. 
El leve sonido de música lenta me recibió mientras caminaba por el 
pasillo. Puedo sentir mi corazón martillando en mi pecho. Intento con todas 
mis fuerzas de pasear por el pasillo con alguna semblanza de sensualidad. 
Me doy cuenta rápidamente de que me veo más extraña que excitante 
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así que vuelvo a mi paso y me muevo rápidamente hacia la habitación 
donde dejé a Nathan. 
Mis ojos se disparan alrededor del cuarto cuando no lo veo parado al 
lado del mostrador donde había servido nuestros tragos. El mío aun esta 
allí, sin tocar, el hielo casi derretido. Me muevo más adentro de la 
habitación. No está cerca de la ventana gigante que ofrece una vista 
masiva e ininterrumpida del Times Square. Mientras me volteo para 
caminar hacia la habitación, lo veo. El hombre al que he imaginado 
llevándome a las profundidades del placer con las que solo he 
fantaseado, el hombre que me había hecho venir con solo un par de 
deslices de su mano estaba extendido sobre su espalda en el sofá, 
dormido. 
*** 
—¿Quieres almorzar conmigo hoy? —Hubo una ligera pausa. —Yo invito. 
Sonreí ante la continua insistencia de mi compañera de cuarto de pagar 
absolutamente todo. —No. Prepararé algo y lo llevaré a tu oficina. Tal vez 
esa ensalada de quínoa al curry que tanto alabas. 
—¿En serio? —Sus ojos verdes iluminados ante la sugerencia. —Le dije a 
mi jefa todo sobre eso. Estaba casi babeando. 
Sonreí ante el pensamiento. —Estas exagerando. 
—No lo estoy. —Toma sus llaves de la encimera de la cocina. —
Cassandra actualmente está en búsqueda de un chef privado. Serías 
perfecta para eso. 
—Si hubiera ido a la escuela de cocina sería perfecta para eso —
gruño— Nadie quiere contratar a alguien que no tiene entrenamiento 
formal —recito la frase que he oído docenas de veces en restaurantes 
desde que llegué a la ciudad. Solo tenía mi último par de dólares 
ahorrados y si no encontraba algo pronto, estaría hasta los codos en agua 
sucia como forma de vivir. Cocinar era mi pasión y quería que fuera mi 
carrera, 
—Te mencioné esta mañana. —Rebecca saca una banana de una 
cesta en la encimera. —No puedo esperar para el almuerzo. 
Sonrió ante su entusiasmo. —Estaré allí para el mediodía. 
—Hey, Jess. —Inclina su cabeza a un lado y sé lo que eso significa. Está a 
punto de hablar de sexo. Es un gesto delator y uno que siempre usa 
inconscientemente desde que estábamos en secundaria juntas. 
—Se durmió —murmuré. 
 
 
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—¿Qué? —El estridente tono de su pregunta me obliga a dar un paso 
atrás. 
—Fui al baño y él estaba frito cuando volví. —Sacudo la cabeza. —Fue 
más allá de humillante. 
—¿Así que no pasó nada? —Se sienta en uno de los bancos de madera 
de la cocina. 
—Algo pasó. —Podía simplemente acabar con esto. —Cuando llegamos 
a su habitación, me hizo acabar. 
—¿Así que tuvieron sexo? 
—Me acosté con su dedo. —Me encojo de hombros y muerdo una 
sonrisa. —Fue un maravilloso sexo de dedo. 
Se ríe causando su alta figura temblar. —Al menos siempre tendrás el 
recuerdo del Sr. Dedos. 
Volteo los ojos ante el sobrenombre. —Su nombre es Nathan. No es que 
importe mucho. Chupé mi oportunidad. O mejor dicho, no tuve 
oportunidad de chuparlo. 
—Lo intentaremos de nuevo esta noche. —Su sonrisa es genuina— 
Estaba tan celosa de lo ardiente que era el tipo con el que te habías ido 
que no me quedé mucho tiempo. Tal vez esta noche ambas tengamos 
suerte. 
—Yo no. —Sacudo la cabeza. —Me salgo. El universo me está diciendo 
que no soy del tipo de una noche. 
Sus cejas se alzaron. —Estás equivocada es como nadar en el océano, 
Jess. Cuando saltas al agua al principio está helada y tu cuerpo tiene que 
adaptarse. Dormir con hombres en Manhattan es así. Al principio, te 
preguntas como llegarás a adaptarte a la idea y después una vez que 
estás en la cama con un hombre que puede hacerte venir una y otra vez 
en una noche, nunca querrás parar. 
—Estuve casi en la cama con un hombre así. —Sostuve su mirada. —Fue 
un desastre. No pudo quedarse despierto lo suficiente como para follarme. 
—Es por lo que volveremos al ruedo esta noche. 
—Voy a mantener mi pie firme y mi trasero en mi propia cama. Muchas 
gracias. —Incliné mi cabeza hacia ella mientras se reía y giraba para irse. 
 
 
 
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Traducido por Edgli 
Corregido por Hanna Marl 
 
egalé mi almuerzo —grita Rebecca sobre el alto sonido 
de la música. 
Alzo mis ojos sobre el borde del vaso que había 
presionado contra mis labios. —Trataré de no tomar eso personal. 
—A mi jefa, Cassandra. —Lanza sus ojos alrededor del atestado club sin 
ni una vez dejarlos en mí. —Lo adoró. Quiere conocerte. 
—¿Estás bromeando? —estaba balanceándome en el límite de 
empezar a saltar arriba y abajo ante las noticias pero no estaba segura de 
que el vestido sin tirantes negro que estaba utilizando cooperaría. 
—Mañana a las once. —Hizo una seña tras de mi cabeza. —Llévale algo 
de comer y te contratará. La manera de enamorar a esa mujer es a través 
del estomago. 
Me volteé y me di cuenta de queles hacía gestos a dos hombres que 
nos miraban fijamente. Gruño en voz alta ante el pensamiento de volver a 
nadar en la piscina de relaciones de una noche después de solo haber 
chapoteado en la orilla la noche pasada. 
—Me quedo con el rubio y tú te puedes quedar con el otro. —Ella se 
escabulle y toma mi mano antes de tener la oportunidad de protestar. No 
quiero al otro. No quiero al rubio tampoco. Quiero mi cama y mi almohada 
y una buena noche de sueño. Regresar a este club después de mi 
humillante experiencia en una habitación de hotel, solo a un par de pisos 
por encima de nosotras y hace menos de veinticuatro horas, no es el mejor 
modo en el que me gustaría pasar mi jueves por la noche. 
—Soy Rebecca, esta es Jess —mal articula nuestros nombres antes de 
dejar salir una animada risita. ¿Qué demonios le sucedió durante los diez 
pasos que nos tomó para llegar hasta aquí? ¿De verdad esta fingiendo 
estar borracha? 
—¿Qué coño te pasa? —No veo razón para no señalar su clarísima 
mierda. 
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—Jess no digas malas palabras. —Ella planta su dedo índice en mi boca 
y me guiña un ojo. 
Sacudo la cabeza con completa incredulidad. La miro en blanco 
mientras se mete en una enrevesada historia sobre cómo trabaja como 
modelo de ropa interior. ¿Quien en su sano juicio le creería eso? Por la 
mirada en la cara del rubio, supongo que ya cayó en el cebo, y en el 
sedal. 
—¿Qué haces tú? 
Tomó un interminable momento para que me diera cuenta de que la 
voz masculina que preguntaba era de hecho la del hombre a mi lado. 
Volteé la cabeza y me sorprendo un poco por lo realmente atractivo que 
es. Sus ojos marrones casi coinciden con el tono de su cabello. Es joven, 
quizás incluso de mi edad. 
—Con suerte para el final del día de mañana seré un chef personal. 
—Genial. —Asiente como si estuviera buscando las palabras que 
deberían estar saliendo de su boca. 
—¿Y tú? —ofrezco, durante todo el tiempo mis ojos están pegados a 
Rebecca. Juzgando por la forma en la que sus brazos están envueltos en 
los hombros del rubio, me aventuraría a adivinar que no se iría a casa 
conmigo. 
—¿Qué sobre mi? —Se inclina más cerca y yo me alejo. 
—¿Qué haces para vivir? —enuncio cada silaba. No quiero que piense 
que nada más que una breve conversación va a pasar entre nosotros dos 
esta noche. 
Levanta su mano hacia su oreja y hace gestos. El bajo de la música 
hace que sea mas y mas difícil para mí pensar claramente, menos aun 
oírlo. 
A pesar del hecho de que me siento increíblemente incomoda, me 
inclino más cerca para repetir la pregunta. Su olor, una mezcla de 
cigarrillos y colonia barata asalta mis sentidos de inmediato. Necesito 
alejarme de él, y de este lugar. Regresar fue un error y ahora que Rebecca 
tiene un compañero de cama para la noche, puedo finalmente correr a la 
puerta. 
Su aliento es pesado y caliente en mi cuello mientras susurra en mi oído 
que trabaja como mantenimiento en un edificio en la parte baja de 
Manhattan. 
 
 
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Sonrío y asiento sin importarme una onza como pasa sus días, como 
pasará esta noche. Miro mis manos, estudiando las finas líneas de mis 
palmas mientras él sigue hablando sobre sus planes para el próximo fin de 
semana. Hubo finalmente una pausa en el tono silenciado de su voz. 
Levanté la mirada y está viendo justo detrás de mí. Su radar debe haberse 
trabado en otra mujer. Pequeños milagros sí pasan. Me muevo para dar un 
paso atrás e instantáneamente me percato de una presencia tras de mí. 
Una gran mano se presiona contra mi estomago mientras el sentimiento 
de un gran cuerpo se presiona contra mi espalda. —Jessica. —Su voz tiene 
un tono frustrado. —Aquí estas. 
Me volteo lentamente. No necesito hacerlo. Ya sé quien es solo por el 
olor de su piel. Es él. Se ve incluso más devastadoramente guapo que la 
noche pasada. 
 
 
 
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Corregido por *Celemg* 
 
Hey, dormilón. 
Un leve fruncimiento de ceño tiraba la piel de su frente. 
—¿Vas a presentarme a tu amigo? 
—No —le digo sin inmutarme. No tengo ninguna intención de hablar con 
cualquiera de estos hombres por más de diez segundos, si es posible—. Él 
no es mi amigo. 
Sus intensos ojos azules escanean mi cara antes de saltar de nuevo al 
hombre que está detrás de mí. 
—Necesito un momento. 
—Hombre, ¿ahora? —Oigo la voz suplicante del hombre con el que está 
hablando. Estoy sintiendo una oleada de alivio ante la idea de ser sacada 
de las garras de la conversación que tenía con él. 
—Un minuto, amigo. —Nathan se queda mirándome a la cara mientras 
suelta las palabras hacia él. 
Sonrío ante el sonido de una palabra tan poco frecuente en sus labios. Él 
es la definición de cultura y refinamiento. El traje que lleva puesto esta 
noche es gris a rayas, la camisa blanca debajo con el cuello abierto para 
revelar un toque de ese pecho tonificado, el cual llegué a ver anoche. 
No lo vuelvo a mirar mientras él tira de mi cintura entre la multitud. 
Exploro las masas tratando de encontrar a Rebecca pero el esfuerzo es 
inútil. Apenas puedo caminar a través de la multitud de personas. No había 
manera de que fuera capaz de verla antes de salir de este lugar. 
Me congelo cuando me doy cuenta de que me está tirando hacia la 
entrada del hotel. 
—Espera. 
Sus ojos miran hacia mí. 
—Es más tranquilo allí. 
—No. —Me paro en el borde de la pista de baile—. No voy a volver allí 
contigo. 
—¿Por qué? —Él se inclina, su aliento viaja por mi hombro desnudo. Mis 
pezones se endurecen al instante ante la sensación. 
—No estaba destinado a pasar. —Trato de añadir un acento alegre a mi 
tono, pero es más exultante de lo que pretendía. 
—No tuve la oportunidad de terminar lo que empecé. —Él tira de mí más 
cerca y doy un paso atrás. No lo quiero de nuevo. Anoche fue tan 
humillante. 
— 
 
 
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—Hay decenas de mujeres aquí a las que les encantaría ir arriba 
contigo. —Me doy la vuelta y su mano se queda estable en mi cintura—. 
Mira a esa de allí. Ella estaría sobre ti en un instante. —Asiento con la 
cabeza hacia una morena impresionante que tiene sus ojos fijos en 
Nathan. ¿Quién puede culparla? Él es la definición de belleza. 
—Quiero ir arriba contigo. —Su mano está en mi estómago de nuevo, 
tirando de mí hacia él—. No me doy por vencido tan fácilmente. 
Suspiro ante la sensación de su cuerpo contra el mío. Sólo debo 
tragarme mi orgullo y subir las escaleras. Lo quería a él la noche anterior. 
Nada ha cambiado. Tan pronto como escuché su voz esta noche me 
despertó al instante. 
 —Voy a tenerte. —Aparta el pelo de mi hombro mientras sus labios 
trazan un camino a través de mi piel—. Sube conmigo. Una noche, Jessica. 
Me giro, mi mano serpentea hasta su camisa antes de que la pose en su 
barbilla. 
—Una noche. 
Una sonrisa tira de la comisura de sus labios mientras me toma de la 
mano. Lo sigo en silencio mientras caminamos a través del vestíbulo del 
hotel de nuevo. Cuando la joven lo llama con un saludo, esta vez no 
reacciona. Su mirada se enfoca hacia adelante, con la mano tirando 
suavemente sobre la mía. 
Al momento de que entramos al ascensor, sus labios están en mi boca. 
Me derrito en su abrazo. Él es tan alto, tan fuerte y tan increíblemente 
masculino. Suelto un suave gemido cuando el traza un recorrido a lo largo 
de mi labio inferior con su lengua. 
Me siento privada cuando él acaba el beso mientras el ascensor se 
detiene en el piso dieciocho. Toma mi mano en la suya de nuevo. Hay 
silencio mientras corre a la puerta de su habitación, llave en mano. 
Tomo un último aliento completo antes de que abra la puerta, tirando 
de mí, adentro. 
 
 
 
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Traducido por Kmila92 
Corregido por *Celemg* 
 
 
o tengo tiempo para reaccionar antes de que él me empuje 
contra la puerta de nuevo. Gemí ante el recordatorio de la 
noche anterior. Quiero más. Necesitoalgo más que sus manos 
sobre mí. Lo empujo hacia atrás y gruñe. 
Él me da vueltas hasta que me estoy inclinando contra el respaldo del 
sofá. Con una mano me tira del vestido hacia abajo y mis pechos brincan 
libres. No llevaba un sostén esta noche. No invierto todo mi tiempo en lo 
que llevo o en como luzco. Conseguir a un hombre en la cama anoche 
fue mi objetivo, esta noche era sólo para estar al ala de Rebecca1. 
—Hermosa —susurra mientras baja su cabeza para tomar uno de mis 
pezones en su boca. 
Gimo ante la sensación. Su lengua rodea el capullo hinchado antes de 
que rastrille sus dientes suavemente a través de él. 
Le araño la chaqueta del traje, con ganas de sentir su piel contra la 
mía. Él asiente. Sin ningún esfuerzo la empuja de sus hombros y cae al 
suelo. Antes de que tenga la oportunidad de empezar a trabajar con los 
botones de su camisa, él ha tirado mi vestido hasta el suelo. 
Deja caer mi pecho de su agarre y se mantiene erguido. Lo miro. Veo el 
deseo que siento en sus ojos. Él está en llamas. Me alza en sus brazos y 
camina rápidamente por el pasillo a la amplia cama king size que sólo 
pude vislumbrar desde la puerta la noche anterior. 
—No puedo esperar para follarte. Mírate. —Se mueve rápidamente para 
librarse de su camisa antes de que empiece a desabrocharse el pantalón. 
No puedo dejar de mirar a sus manos. Quiero verlo. Quiero ver cuán 
despierto él está por mi cuerpo. 
Se detiene antes de que él tire de la cremallera de sus pantalones 
abajo. Siento un profundo, fuerte suspiro correr a través de mí. Por favor, no 
te detengas. Por favor. 
Se arrastra sobre la cama a mi lado, sus labios calientes corriendo sobre 
mí. Agarro su cabeza con las manos, guiando su beso. Alcanzo su lengua 
con la mía, juguetonamente tirando de él en mi boca. Quiero esto. Quiero 
agarrar todo lo que pueda de esto. 
 
1 Al ala de Rebecca: Se refiere a compañero/a de ala. Es un amigo/a que te ayuda a 
acercarte a posibles parejas sexuales. 
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Sus labios dejan los míos y trazan un camino ardiente por mi pecho. Él 
saca brevemente mi pezón derecho en su boca, luego el izquierda. Gimo 
ante la sensación de su lengua en mi carne. 
—Tengo que hacerte venir —ronronea. 
Me preparo cuando él saca mis bragas. 
—Por favor —gimoteo. Tengo que venirme pronto. Sólo de pensar en él 
follándome casi me empujó hasta el borde. 
Él pasa su lengua lenta y deliberadamente a lo largo de mi resbaladiza, 
delicada hendidura. 
Casi clamo por la presión de su lengua cuando toca mi clítoris. 
—Eres exquisita —me susurra antes de deslizar la lengua por mis pliegues. 
—Así… —clamo. Esto se siente tan bien. Le agarro la cabeza con ambas 
manos y estoy recompensándolo con un fuerte gemido. 
—Dime —dice mientras saca su aliento a través de mí—. Dime cómo. 
—Mi clítoris —me quejo—. Lámelo. 
Él chasquea la lengua por él y empujo mi espalda desde el colchón. 
Tengo que estar más cerca de él. Tengo que venirme así. 
 —Eso es, nena. —Su aliento en mis sensibles pliegues casi me empuja 
sobre el borde—. Eres tan dulce. Tan buena. 
Sus palabras me empujan más cerca del borde. 
—Lámelo —lo incito—. Hazme venir. 
Se sumerge en mí y me lame tan duro que mis caderas se separan de la 
cama. Nunca me han comido así. Nunca me he venido de un hombre que 
me complace de esta manera. 
Presiono mi cabeza en la almohada mientras caigo en el placer. Dejo 
que mi cuerpo vaya. No puedo controlarlo. Casi grito cuando siento correr 
al clímax a través de mí. El orgasmo es intenso. Me retuerzo debajo de él, 
incapaz de controlar mi propio cuerpo. 
Él descansa su cabeza en mi muslo mientras floto de regreso del trance. 
Paso la mano a lo largo de su frente, persuadiéndolo a que se mueva. 
Quiero tanto a sentirlo dentro de mí. 
—Eso fue increíble —susurra en mi muslo mientras sus labios rozan mi 
piel—. Podría hacerme adicto a ese sabor. 
Floto en las palabras. No me importa lo que él les haya dicho la semana 
pasada o quien estará tirada debajo de él mañana. Quiero esto. Lo 
necesito. Tengo que escuchar que me diga que me quiere. 
—Fóllame —me las arreglo para decir. 
Levanta la cabeza y una sonrisa socarrona tira en la esquina de su boca. 
—Dilo otra vez. 
—Fóllame. —Casi cierro mis ojos al pensar en él sobre mí, su polla dentro 
de mi cuerpo, me lleva de vuelta a borde. 
Se traslada a sus pies y hábilmente empuja sus pantalones y calzoncillos 
boxer al suelo. Lo miro. Él es más impresionante de lo que imaginaba. Su 
cuerpo casi esculpido. Las líneas son todas tan definidas, con los músculos 
 
 
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bien tonificados. Su polla está dura, lista y ansiosa. Paso la lengua por mi 
labio. Lo quiero. Quiero sentirla entre mis labios. Quiero pasar mi lengua por 
su cabeza ancha. Es tan densa, tan grande. 
Él alcanza un condón del cajón de la mesa junto a la cama. Lo miro en 
silencio mientras lo pasa por encima de su polla antes de que esté a mi 
lado en la cama de nuevo. 
—He pensado en ti todo el maldito día. —Él descansa entre mis muslos, 
su polla en su mano—. Cuando me desperté podía oler tu aroma en mi 
mano. Era embriagador. Quería encontrarte. Tuve que encontrarte. 
Necesitaba follarte. 
Me duele el cuerpo por las palabras y la mirada caliente en su rostro. Lo 
quiero demasiado. Sé que es una noche, pero quiero saberlo. Quiero saber 
lo que se siente al ser tomada por él, que mi placer sea dictado por él. 
Empujo mis piernas más separadas mientras mis manos hacen un puño la 
ropa de cama. Preparo mi cuerpo para él. 
—Ahora —le susurro. 
Él gime mientras se inclina hacia adelante, frotando su pene sobre mi 
clítoris. 
Me estremezco ante el contacto. Mis caderas embistiendo hacia arriba 
buscándole. 
—Por favor —casi ruego. 
Se inclina hacia delante hasta que lo eleva sobre mí. Siento la punta de 
él en mi entrada. 
—Dime que pare si es demasiado. 
—No. —Niego con la cabeza de lado a lado—. No. 
—Mierda —gime él en voz alta mientras empuja en mí. 
Suspiro mientras se hunde a sí mismo en mí por completo. Es mucho. 
Sus caderas se muelen en mí y estoy sin aliento con cada intenso 
empuje. Lloriqueo ante las sensaciones. Es todo tan bueno. 
Aprieto mi cuerpo alrededor de él y me dan un profundo gemido gutural 
a cambio. 
—Cristo, Jessica. 
—Duro. Más duro —murmuro entre dientes. Ya estoy cerca de llegar de 
nuevo. Sólo el sentirlo dentro de mí me está empujando a un lugar que 
nunca había sentido antes. 
Él empieza a follarme. Sus golpes son largos y duros. Sus labios 
encuentran los míos y él muerde mi labio inferior antes de pasar la lengua a 
través de ella con ternura. 
Cojo su culo, empujándolo aún más duro, necesitando consumirlo de la 
misma manera que me está consumiendo. 
Él empuja con más fuerza, más profundo, más rápido. Grito del placer. 
No puedo hablar. Todo es demasiado. Esto es lo que es realmente ser 
tomado por un hombre. 
 
 
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Siento un sonido profundo y gutural escapar de mis labios cuando mi 
cuerpo se desliza hacia el borde de un orgasmo. Me besa profundamente 
y respiro en su aliento. Tiro de él contra mí en todos los sentidos ya que 
siento todo el placer que está dando a través de mi cuerpo. Me vengo 
duro. 
Él alcanza mi culo en las manos cuando siento que mi cuerpo se relaja 
de nuevo. Besa mi frente. 
—No he terminado. Podría follar tu dulce cuerpo durante horas. 
Se mueve de nuevo sobre sus talones y tira de mis caderas con él. Él 
sigue estando tan duro, tan rígido dentro de mí. Suspiro cuando me doy 
cuenta de que él va a aliviarme de nuevo. 
Electricidad fluye a través de mí cuando su pulgar toca mi clítoris. Mis 
caderas responden involuntariamente y es toda la invitación que él 
necesita. Tira de mi cuerpo más cerca con una mano mientras se golpea a 
sí mismo con más fuerza contra mí. 
—Joder, estás tan apretada —gruñe—. Un dulce cuerpo pequeño.No puedo controlarme. El calor de sus palabras y el sentimiento de él 
empujando dentro de mí están causando otro orgasmo corriendo hacia 
mí. 
—No puedo. Esto es tan bueno —suspiro—. Joder. Por favor. 
—Tómalo. Es tuyo. —Se bombea a sí mismo dentro de mí, mientras gira su 
pulgar suavemente por mi clítoris. 
—Yo... —Mi voz se pierde cuando mi cabeza es golpeada con un 
intenso orgasmo. Apenas puedo contener un grito. 
—Joder, Jessica. —Él agarra mis caderas tirando de mí contra él—. Bebé 
—Su voz viene de un lugar profundo y distante cuando él echa la cabeza 
hacia atrás, su propio placer surgiendo a través de él. 
 
 
 
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Corregido por *Celemg* 
 
 
uándo puedo follarte de nuevo? —Su dedo índice 
recorre un lento camino a través del hueso de mi 
cadera mientras nos acomodamos de lado 
mirándonos el uno al otro. 
Alcanzo a empujar un mechón de pelo de su cara. 
—Se llama aventura de una noche por una razón. 
Traté de transmitir que no registré el tono juguetón en su expresión. 
—No tiene que ser una aventura de una noche. 
—Tiene que. —Me alejo de su toque. 
—¿Estás involucrada con alguien? —Sus cejas se alzaron con la 
pregunta. 
—No —respondí rápidamente—. ¿Y tú? 
—¿Si no estás con alguien por qué no podemos follar a veces? 
El tono genuino de su voz casi me hizo soltar una risita. Es tan fácil para 
él. Es obvio por la entonación de su voz que tener sexo al azar es una parte 
normal de su vida. 
—Hay bastantes mujeres para follar. —Las palabras salen mucho más 
severas de lo que pensaba—. Quiero decir, estoy asumiéndolo basada en 
el hecho que vives encima de un club en donde follas a mujeres 
regularmente. 
—No vivo aquí. Follo aquí. 
—Exactamente mi punto —me las arreglo para decir—. Tienes un lugar 
designado sólo para follar. No necesitas tener repeticiones. 
Mueve su cuerpo lejos de mí. Podría decirse que lo he ofendido. 
—No tienes que explicarme nada. —Me pongo a mí misma en una 
posición sentada al borde de la cama—. Hemos tenido un montón de 
diversión. No estoy buscando nada más. Vamos a darnos la mano y decir 
adiós. 
—¿Quieres follar conmigo de nuevo? —la pregunta es atrevida, directa 
e inmediatamente siento que me excito por su descaro. 
—¿Quién no querría? —Me muevo hacia atrás—. Eso fue increíble. 
—Por lo tanto, vuelve y tendremos más diversión. 
—Eso es pisar terreno peligroso. —Me levanto y empiezo a recoger mi 
ropa interior. 
—¿Por qué? —Él se acerca al lado de la cama y las empuja al suelo. 
—¿C 
 
 
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—Entonces no es sexo casual, es otra cosa. —Me estremezco. Deseo 
decir un sí débil cuando preguntó si podíamos dormir juntos de nuevo. 
 —No lo es si ambos entendemos las expectativas del otro. 
 —¿Cuáles son tus expectativas? —pregunto a pesar de que estoy 
segura de que no quiero saber las respuestas. 
 —Soy voluble —admite—. Me gusta la variedad. 
Sonrío ante su confesión. Era obvio que cualquier interés que pudiera 
estar mostrando por mí sería fugaz, cuando por primera vez se me acercó 
en el club. 
—No quiero, ni necesito complicaciones. Sólo quiero tener sexo. —Su 
tono es tranquilo y directo. 
—Haces que suene tan fácil. —Me río—. Debes sufrir complicaciones. 
Tienen que haber mujeres que se unen emocionalmente si las follas más de 
una vez. 
—A veces. —Su mirada cae a la cama—. Si eso sucede finalizo las cosas. 
—Utilizas a las mujeres. —Mi voz no suena como yo misma. Sueno 
demasiado recta. 
¿Por qué estoy defendiendo a cualquier otra mujer con la que él haya 
dormido en el pasado? 
Él retrocede ligeramente ante las palabras. 
—¿Te utilicé? 
—No —murmuro—. Yo estaba muy dispuesta. 
—Si vuelves la próxima semana, podrías estar dispuesta de nuevo, 
¿verdad? —Balancea sus largas piernas sobre la cama y se levanta. Mis 
ojos se posan en su ingle. Incluso todavía en un estado semi-duro es muy 
imponente. 
—Si decido volver a dormir contigo, sí, sería porque yo querría. 
—Entonces deja de preocuparte por lo que cualquier otra persona 
sienta o piense. —Saca su bóxer—. Soy muy honesto con cualquier mujer 
con la que follo. Ellas saben que es sólo eso. No hay ataduras. 
—No vamos a apegarnos al otro. —Inclino mi cabeza hacia un lado. 
—Es una relación física. —Sus manos tiran de su cinturón mientras levanta 
sus pantalones—. Si alguno de nosotros siente algo emocional, lo 
terminamos. 
—¿Qué pasa con los otros? —le pregunto. No espero que él me ofrezca 
nada exclusivo. Sólo quiero entender los límites de lo que está 
proponiendo. Sexo con un hombre como éste es todo lo que necesito 
mientras construyo mi vida en Manhattan. Puedo tener mis necesidades 
satisfechas sin tener una cita. 
—Yo no pregunto y tú no preguntas. —Hace un guiño—. No es asunto 
de ninguno. 
—Lo haces sonar tan simple. —Llego a tirar mis talones de nuevo. 
—Lo es. —Él mira su reloj—. Hoy es miércoles. Vuelve aquí el próximo 
miércoles a las diez en punto. Voy a estar aquí esperando por ti. 
 
 
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Aprieto los labios considerando su proposición. 
—¿Sin ataduras? —pregunto suavemente. 
—Sin ataduras. —Él asiente con la cabeza hacia la cama—. Sólo más de 
esto. 
 
 
 
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Traducido por Kmila92 
Corregido por *Celemg* 
 
 
sí que, esencialmente, ustedes dos son compañeros de 
follada —susurra Rebecca desde atrás de su escritorio 
en el cubículo donde pasa sus días trabajando para una 
de las mayores empresas de inversión de la cuidad. 
—Supongo. —Me encojo de hombros—. Realmente no lo he 
catalogado. 
—Y estás bien con él follando a una mujer diferente cada noche de la 
semana. —Ella tira sus labios con sus dientes en una mueca. 
—No voy a pensar en ello —miento. Es en todo lo que he pensado desde 
que salí de la habitación de hotel de Nathan anoche. ¿Estaba realmente 
bien con tener sexo una vez a la semana con un hombre que estaba 
follando a la mayoría de mujeres de Manhattan las otras seis noches? 
—El sexo debe de haber sido fenomenal para que estés de acuerdo con 
eso. —Ella rueda sus ojos—. Yo hubiera tomado lo que tengo y terminado. 
—Ni siquiera he decidido si voy a volver —mentira número dos. Ya 
estaba ansiando su toque de nuevo y la idea de esperar casi una semana 
para sentir su cuerpo en el interior del mío estaba causando abstinencia. 
Tuve que hacerme venir en la ducha esta mañana sólo para encontrar el 
enfoque que necesitaba para este encuentro con Cassandra, la jefa de 
Rebecca. 
—Puedes ir ahora. —Rebecca mira el reloj en la pared sobre su 
escritorio—. Son las once. Ella debe estar lista para ti. 
Saco el plato de macarrones de coco que traje conmigo y llamo 
tentativamente a la puerta del despacho de Cassandra. 
—Adelante. —Ella grita desde detrás de la puerta y yo tomo un acerado 
respiro antes de girar la perilla. Coger este trabajo sería hacer mejor toda 
mi vida en este momento. 
—Hola —le digo humildemente cuando paso a su oficina. Me doy 
cuenta de que no sé si debería llamarla por su nombre de pila o Sra. 
Saunders. Sólo nos hemos visto una vez, muy brevemente, hace unos 
meses, cuando estaba en Nueva York con Josh visitando a Rebecca. 
—Jess. Es muy bueno verte de nuevo. —Ella hace un gesto para que me 
siente en una de las lujosas sillas de cuero frente a su escritorio—. ¿Me has 
traído golosinas? —La sonrisa malvada que atraviesa sus labios hace que 
mi corazón salte. Tal vez Rebecca tenía razón cuando dijo que el camino a 
su corazón era a través de su estómago. Era difícil de imaginar teniendo en 
—A 
 
 
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cuenta que Cassandra era alta, esbelta y podría haber pasado fácilmente 
por una modelo. 
—Macarrones de coco. —Pongo el plato pequeño frente a ella sobre el 
escritorio. 
Coge uno y lo admira antes de hacerlo estallar en su boca. 
—Estás contratada —suspira. 
Pongo mi mano en mi boca. 
—Estás bromeando, ¿verdad? 
—Con la comida nunca bromeo. —Me señala juguetonamente con su 
dedo índice—.Eres una cocinera increíble. Rebecca no puede dejar de 
hablar de cuán genial es tu comida. 
Me río de su cumplido ambiguo. 
—Cocinar es mi pasión. 
—¿No estudias? —Me esperaba la pregunta pero todavía sentía mi 
estómago sacudirse. Este es el momento de la entrevista en el que siempre 
pierdo el trabajo. No puedo perder éste. Ser un chef privado fue sólo el pie 
correcto en la puerta que necesitaba. Con un buen salario podía empezar 
a ahorrar para la escuela culinaria. 
—Tome un camino diferente y luego me di cuenta que no podía 
quedarme fuera de la cocina. —Quiero desesperadamente eludir el tema. 
Sé que soy una gran cocinera. Sé que puedo hacer el trabajo. Sólo 
necesito una oportunidad. 
—¿Qué hacías en Connecticut? —Ella pregunta antes de devorar otro 
macarrón. 
—Era paramédico. 
Su frente se dispara. 
—¿Entonces tienes un entrenamiento médico y puedes cocinar? 
—Lo sé. —Me río—. Es perfecto para aquellas raras ocasiones en donde 
alguien se atraganta en mi cocina. 
—En realidad es perfecto para mi situación. 
—¿Cómo es eso? —Siento que estoy progresando. Esta es la primera vez 
que he estado en una entrevista sobre una posición en la industria cuando 
alguien ha pensado que mi entrenamiento EMT2 era una ventaja. 
—Necesito principalmente un cocinero para mis dos hijos. —Ella hace un 
gesto hacia una foto enmarcada de dos niños pequeños sobre su 
escritorio—. Ellos tienen una niñera, pero ella quema hasta el agua. 
Sonrío. 
—Hervir el agua no es tan fácil como parece. 
 
2EMT: Emergency Medical Technician, (Técnico en Emergencias Medicas), es un 
profesional no médico capacitado específicamente para proporcionar atención médica 
pre-hospitalaria en Urgencias y Emergencias. 
 
 
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—Aparentemente, no. —Termina el último de los macarrones antes de 
continuar—. Quiero a alguien que pueda venir un par de veces al día, 
 cinco días a la semana y prepare las comidas de los niños. 
Ser el chef privado para niños en edad preescolar puede no haber sido 
mi elección más óptima pero pagaría mis cuentas y me permitiría ahorrar 
para mis suelos culinarios. 
—Me encanta cocinar para los niños. —No estoy segura de donde 
vienen esas palabras. Nunca he cocinado para un niño en mi vida. 
—Ocasionalmente puede que te necesite una tarde para preparar una 
cena para mí y cualquier invitado que pueda tener, pero como regla 
general, sólo será la comida para ti, la niñera y los niños. Estarás camino a 
tu casa a las siete cada noche. 
Sólo asiento en respuesta. Estoy tan cerca de obtener esto que casi 
puedo saborearlo. 
—Aquí está la hoja con los detalles que he estado repartiendo a los otros 
candidatos. —Ella mete la mano en el cajón de su escritorio y saca una 
sola hoja de papel blanca—. Salario, beneficios, horas y todo eso está allí. 
Echo un breve vistazo y tengo que reprimir un grito de asombro al 
número devolviéndome la mirada. El salario semanal es más de lo que hice 
en un mes de ser un EMT. 
—¿Cuándo puedes empezar? —Ella sostiene el plato de porcelana 
vacío que traje conmigo en la mano. 
—Esta tarde. —Me empujo sobre mis pies. 
 
 
 
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Traducido por Edgli 
Corregido por Liraz 
 
esús, Jessica. —Suelta un pesado aliento a través de 
dientes apretados mientras su mano jala gentilmente mi 
cabello—. ¿Dónde coño aprendiste cómo chupar pollas? 
Gemí ante las palabras. No había estado en la habitación de hotel de 
Nathan más de diez minutos y ya estoy desnuda, en mis rodillas con su 
pesada y hermosa polla en mi boca. 
—Así. Joder, justo así. —Se reclina contra el sofá, su camisa de vestir aún 
abotonada, sus pantalones colgando abiertos. 
Lo jalé de mi boca antes de pasar mi lengua sobre la corona. Mis manos 
tomándolo desde la raíz, moviéndose arriba y abajo mientras yo chupo 
solo la punta. 
—Cristo, —jadea mientras crece grueso y amplio bajo mi toque. 
Gruño mientras me fuerzo a abrir mi boca incluso más. Ajusto mis rodillas 
en la alfombra sin importarme lo que parezco. Sin importarme que mi 
cuerpo está en completa exhibición. Todo lo que quiero es el premio que 
su cuerpo va a ofrecerme cuando alcance su clímax. 
—Chúpala, bebé. —Toma mi cabello más fuerte, controlando el ritmo. 
Una de mis manos salta hacia el sofá detrás de él por estabilidad. Está 
jodiendo mi boca tan fuerte. Sus caderas moviéndose con un golpe 
estable. Lo succiono más fuerte, jalando más y más de él en mi boca. 
—Eres tan buena. —Las palabras son profundas y pesadas con deseo. 
Levanto la mirada. Sus largas pestañas están revoloteando cerradas, sus 
ojos en blanco. Le estoy dando exactamente lo que me dio la semana 
pasada. Quiero eso. Quiero que sienta eso. 
Alejo mi mano del sofá y sujeto sus pesadas y llenas bolas. Soy 
recompensada con un jalón de cabello. 
—Vas a hacerme venir. —Él arremete más duro en mi boca mientras yo 
bombeo la gruesa vena en mi mano. 
—Sí, —susurro alrededor de su carne. Sí, por favor vente. Acaba para mí. 
—J 
 
 
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—Para, —gime. Su cuerpo tratando de alejarse del mío—. Voy a 
venirme. 
Presiono más fuerte en él, forzando a su pene a estar más profundo en 
mi garganta. Sacudo la cabeza suavemente. No me alejaré. Necesito esto. 
—Joder, —gruñe mientras el primer disparo de calor golpea la parte 
trasera de mi garganta. Jadeo ante la sensación. Me preparo para más. 
Bombea más fuerte mientras llena mi garganta con su deseo. Lucho 
para poder con todo. Es demasiado. Nunca he hecho esto antes. Casi 
jadeo ante la sensación pero no puedo parar. Mi cuerpo no me dejará. 
Estoy tan excitada y necesitada. 
Jala hacia afuera mientras se ablanda un poco en mi boca. Siento sus 
piernas temblar. Su mano está sujetando fuertemente la orilla del sofá. 
Levanto la mirada y él me está observando, una amplia sonrisa 
recubriendo toda su atractiva cara. Le sonrío de vuelta, mi lengua 
lentamente pasando por mis labios. 
—Eso fue… —Su voz se desvanece mientras coloca su mano en su 
pecho—. Eso fue tan intenso. 
Me levanto y presiono mis labios con los suyos. 
—Amé cada segundo de ello, —susurro en su beso. Lo hice. Quiero que 
sepa que fue igual de intenso para mí. Necesito decirle que no puedo 
volver aquí. Que incluso aunque he pasado la última semana absorta en 
mi nuevo trabajo, casi cada segundo mis pensamientos vuelven a él en 
este cuarto de hotel. 
—Necesito saborearte. —Me jala más cerca—. Necesito chupar tu clítoris 
hasta que acabes también. 
—No. —Paso mi dedo por su mandíbula, maravillándome de lo guapo 
que se ve con solo un rastrojo de barba en su rostro. Me pregunto cómo se 
verá en la mañana, después de que ha dormido y está listo para el café. 
Me pregunto lo que será dormir en sus brazos. No. No puedo preguntarme 
nada. 
—Tengo que irme. —Me alzo hacia el vestido rojo que me quitó en el 
segundo que cruce la puerta. 
Toma mi muñeca en su mano. 
—Acabas de llegar. Nos quedan horas. 
—A mí no, —miento. Si me quedan horas. Me podría quedar toda la 
noche si él quisiera. 
 
 
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—¿Por qué estás tan apurada? —Baja la mirada y es como si se diera 
cuenta de que su polla semi-erecta aún cuelga fuera de sus pantalones. 
Se la mete, cierra sus pantalones y me encara de nuevo. 
—Tengo una reunión temprano en la mañana. —Sí la tengo. Con Allie y 
Aaron, los niños a los que les hago huevos revueltos todos los días. 
—¿Qué está pasando? —Coloca un mechón de cabello detrás de mí 
oreja antes de inclinar mi barbilla hacia su mirada. 
—Nada, —suspiro. No puedo decirle que acabamos de compartir la 
experiencia más intensa e íntima que nunca he tenido y que el 
pensamiento de otra mujer de rodillas, haciendo exactamente lo mismo, es 
demasiado para mí. Se a lo que accedí, pero mi corazón aún no se pone 
al día. 
—Me gustaría verte el viernes. —Sus labios rosan los míos suavemente. 
—¿Este viernes? —Mi mente no puede conectar lospuntos. ¿Quiere 
verme de nuevo en dos días? 
—¿Puedes venir el viernes en la noche como a la misma hora? —Se 
inclina para agarrar mi sostén y bragas del suelo. 
—Estaré aquí, —digo sin pensar. 
—Perfecto. —Toca la punta de mi nariz con sus dedos antes de caminar 
hacia el bar para servirse un trago. 
Mientras me pongo la ropa de nuevo, trato de alejar de mi cabeza esa 
permanente voz que me está diciendo que él se está convirtiendo 
rápidamente en alguien necesario para mí. 
 
 
 
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Traducido por Edgli 
Corregido por Liraz 
 
ebecca dijo que dejaste a tu novio cuando te mudaste 
acá. —Cassandra se sirve una taza de café antes de 
encararme. 
—Lo hice. —Me las arreglé con una sonrisa débil mientras metía los 
platos del desayuno de los niños en el lavavajillas—. No estaba 
funcionando. 
—¿Cuánto tiempo estuvieron juntos? —Se alza para tomar una porción 
de piña de la ensalada de frutas que preparé más temprano. 
—Un par de años. —Asiento hacia un tazón—. ¿Quieres que te prepare 
algo de desayuno? 
Ella sacude la cabeza. 
—¿Fue duro? ¿Dejarlo así? 
—Supongo. —Me encojo de hombros—. Aún me preocupo por él. Solo 
no éramos buena pareja. 
—Fue así con mi esposo también. —Se alza por una porción de durazno 
de la ensalada—. Ex esposo, —se corrige. 
—¿Cuándo te divorciaste? —pregunto porque me he preguntado desde 
que empecé por qué nadie habla sobre su ex. 
—Hace dos años. —Inspira un pesado aliento—. Nos enamoramos en la 
universidad y planeamos toda esta elaborada vida juntos. Tuvimos hijos 
rápido. Todo parecía idílico y luego todo se desmoronó. 
—Lo siento, —ofrecí. No sé qué más decir. Puedo simpatizar con Allie y 
Aaron. Mis propios padres se habían divorciado cuando era una bebé. Su 
relación disfuncional había puesto el escenario para muchos años 
incomodos de ser mangoneada de un lado a otro entre sus dos casas y sus 
dos vidas. 
—No lo sientas —masculló—. Solo se desmoronó. Nos enseriamos muy 
jóvenes. 
—R 
 
 
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—Estoy segura de que ha sido duro. —Me las arreglo con una sonrisa 
débil. 
—Lo ha sido. —Se alza a través del mesón de desayuno para tocar mi 
brazo—. No te apresures a nada serio, Jess. Desearía haber explorado más 
cuando tenía tu edad en vez de querer algo muy serio. 
Sus palabras entran en mí. Tal vez tiene razón. Tal vez debo parar de 
querer que lo que tengo con Nathan vaya a algún lado. Tal vez solo 
necesitaba divertirme. 
—Me estoy divirtiendo más ahora, a los treinta y dos, que cuando tenía 
veinte —dice con su barbilla alzada. 
—Me alegro. —Me gusta este lado ligeramente expuesto y vulnerable de 
Cassandra. Rebecca solo me ha dicho historias de lo perra que puede ser 
en el trabajo. 
—Deberíamos salir alguna vez. 
Sus palabras me agarran fuera de base. 
—Podríamos —ofrezco débilmente. 
—¿Becky nunca te dijo que nos conocimos en un club? 
No estoy segura de sí estoy más impresionada por la admisión o por el 
hecho de que llamó a Rebecca por su muy odiado sobrenombre. 
Reprimo una carcajada mordiendo mi labio inferior. 
—No lo hizo. 
—Le diré que planee una noche de chicas para las tres. Será 
divertidísimo. 
*** 
—¿De verdad utilizó la palabra divertidísimo? 
—No solo eso, te llamó Becky. —Me río mientras saco una toalla de la 
canasta de ropa y la doblo. 
—Es como si hablaras de otra Cassandra, no para la que trabajo. 
—La misma de carne y hueso. ¿Por qué no me dijiste que se conocieron 
en un club? —Me extiendo por otra toalla, frunciendo el ceño 
internamente ante el hecho de que Rebecca está sentada justo a mi lado 
y no puede ayudarme a doblar la ropa. 
—No es una gran historia. —Mira sus manos—. Estaba muy borracha. Me 
ayudó a ir al baño. 
 
 
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—¿Cómo eso se traduce en un trabajo para ti? —Le acerco la canasta, 
esperando que entienda la punta. No quiero pasar la próxima media hora 
doblando ropa limpia. 
—Estaba borracha también. —Finalmente se extiende por una pieza de 
ropa—. Le dije que necesitaba un trabajo y me dijo que me contrataría. 
—Tan bizarro. —Me río en voz alta—. Conseguiste tu trabajo soñado 
mientras te emborrachabas hasta las metras y yo tuve que pelear con uñas 
y dientes para tener el privilegio de cocinar macarrones con queso para 
dos niños de cuatro años malcriados. 
—Así es la vida en la gran ciudad. —Me lanza una sonrisa—. ¿Así que 
cuando vamos a salir y pintar de rojo la ciudad? Mañana en la noche me 
sirve. 
—No puedo. —No le doy más detalles. 
—Es viernes por la noche. ¿Tienes una cita? —Se inclina más cerca, 
descansando su barbilla en la esquina de la canasta. 
—No una cita. —Sacudo la cabeza esperando que no me presione para 
más. 
—¿Una follada? ¿Lo veras mañana? 
Asiento silenciosamente. 
—Esta será la última vez. 
—¿Dónde habré oído eso antes? —Se ríe mientras me lanza la ropa en la 
cara. 
 
 
 
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Traducido por rihano 
Corregido por Liraz 
 
No hay manera de que hayas tenido un novio. —El aliento de Nathan 
corre a través de mi piel. 
—Eso suena como un insulto. —Envuelvo mis dedos a través de su pelo 
deseando que reclame mi humedad con su boca. Él ya me ha ayudado a llegar 
al orgasmo con sólo tocarme esta noche, ahora quiero sentir su labios deslizarse 
sobre mí. 
—Me encanta cada parte de ti. —Sus labios se deslizan a través de mi muslo—. 
La forma en que me siento cuando estoy contigo es demasiado buena. Es 
demasiado. 
Siento mi respiración cortarse ante sus palabras. Quiero preguntarle si él quiere 
decir eso. Necesito saber si realmente se siente tan bien cuando está conmigo. 
Los pensamientos derivan en humo mientras empuja mis muslos en la cama, 
extendiéndome más amplia así él puede lamerme más duro. 
Gimo fuertemente ante las sensaciones mientras jalo su pelo. Su lengua se 
desliza sobre mis sensibles pliegues, separándolos antes de que entierre su boca 
profundamente en mi humedad. Arqueo mi espalda ante la intensidad de su 
lengua, de sus labios empujándome. 
—Nathan, —grito y él se queda quieto. 
—Joder. Dilo otra vez. —Me tienta con una suave lamida sobre mi clítoris—. Di 
mi nombre. 
—Nathan, —ronroneo mientras tiro de su cabello—. Nathan, cómeme. 
—Eres demasiado dulce. —Me tienta de nuevo con sólo un golpe suave de su 
lengua—. Voy a follarte y vas a gritar mi nombre. 
Me sacudo ante la promesa de su polla dentro de mí. 
—Hazlo ahora, —lo reto. 
—Dilo. Dime lo que quieres, —gruñe mientras se empuja a sí mismo desde la 
cama para agarrar un condón del cajón. 
— 
 
 
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—Jódeme, Nathan. —Pongo mi mano sobre mi montículo, deleitándome en lo 
mojada que estoy. 
—Tócate a ti misma, —ordena él mientras empuja el condón sobre su dureza—. 
Acaricia ese clítoris para mí. 
Dudo. Nunca me he tocado a mí misma delante de nadie. Encuentro miradas 
con él y veo la orden allí. Él lo quiere. Necesita verme dándome placer. 
—Nathan, —repito su nombre mientras dejo que mis muslos caigan a la cama, 
exponiéndome completamente a mí misma. 
—Jesús, —gime él mientras se arrodilla entre mis piernas, su mano acariciando 
su polla enfundada. 
—Me encanta cuando me follas, —le susurro—. Me encanta cómo me jodes. 
Abro mis párpados y él me está mirando. Sus labios entreabiertos, sus ojos 
vidriosos. 
—Deslízalo dentro. —Me mantengo abierta—. Te deseo tanto. 
Él gruñe en voz alta mientras entra en mí con un movimiento rápido. Mi cuerpo 
se pone rígido ante la sensación y abro mi boca para gritar, pero ningún sonido 
escapa. Es mucho. 
—Dilo. —Un gemido tembloroso cubre las palabras. 
—Nathan, —escupo de nuevo—. Nathan. 
—Tan bueno. —Se empuja en mí, sus brazos a cada lado de mi cabeza. Con 
cada golpe él deja escapar un pequeño gemido. Se ha perdido en la sensación. 
Yo estoy perdida en la sensación de él. 
—Hazme venir, Nathan. —Empujo su nombre lentamente a través de mis 
labios—. Por Favor. 
Él sale de mí tan rápidamente que me quejo ante la pérdida. 
—No, —digo entono lastimero—. No. 
Su cuerpo se desliza hacia abajo del mío y él sostiene mi culo en sus palmas. 
Antes de que pueda reaccionar su boca está en mi hendidura, separando mis 
pliegues, sondeando dentro de mí. Agarro su cabeza con mis manos, empujando 
mi cuerpo hacia su rostro. 
Es crudo e intenso como él me lame con avidez. 
—Di mi nombre, —jadea antes de tirar de mi clítoris hinchado entre sus dientes. 
 
 
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Yo lo grito en voz alta, incapaz de moderar mis emociones. No puedo creer 
que esto pueda sentirse tan bien. No puedo creer que algún hombre pueda 
hacer que me guste tanto. 
Roto mis caderas mientras me restriego contra su cara. Él se queja con cada 
movimiento, lamiendo entusiasmado mi humedad, provocando mi orgasmo 
desde lo profundo de mí. Siento que este se levanta, y dejo escapar un gemido 
gutural mientras siento el placer desgarrar a través de mí, cegándome a todo lo 
demás en la habitación. 
De repente, su cabeza no está allí. Estoy arañando buscando su contacto y 
luego él me está volteando. Estoy sobre mis rodillas. Su caliente y pesada polla 
descansando contra mi nalga. 
—Tengo que follarte, nena. —Él se empuja a sí mismo en mí con un movimiento 
rápido y yo ahogo un grito en la almohada. 
Tira de mi cuerpo hacia arriba como si yo fuera una muñeca de trapo jalando 
mi espalda hacia su pecho, a la vez que presiona mi montículo para acomodar 
su polla en mí. Me estiro hacia atrás, incapaz de sentirlo. 
—Eres lo más dulce. Eres tan buena, —ronronea en mi oído mientras me folla 
con movimientos largos y duros. 
—Por favor, —gimo—. Por Favor. 
Él gruñe en respuesta mientras empuja su cuerpo contra el mío. 
—Jessica, —susurra—. Jessica. 
Cierro mis ojos, tomando sus palabras, su cuerpo y el intenso orgasmo que se 
ha apoderado de cada parte de mí. 
 
 
 
 
 
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Traducido por rihano 
Corregido por Liraz 
¿Qué tipo de libros leíste cuando eras niña? 
Las palabras se sienten tan fuera de lugar. Abro mis ojos para ver 
su cara sonriente mirando hacia mí. Él ya está vestido. El traje caro 
que dejó caer en el suelo en la puerta de la habitación, ahora cubriendo su 
cuerpo una vez más. 
—¿Qué? —Sacudo la cabeza, como para librarme de la naturaleza 
sentimental de las palabras. 
—¿Cuando eras niña, qué libros leíste? 
—Cuentos de hadas, —le susurro—. ¿Por qué? 
—Solo me estaba preguntando. —Se pone de pie de nuevo y tira de su 
corbata gris alrededor de su cuello. Observo mientras hábilmente la ata, sus ojos 
nunca dejando mi cara. 
—¿Vas a casa? —Empujo mi pelo hacia atrás mientras me siento en la cama. 
—Voy. —Él se inclina hacia delante otra vez tocándome en la punta de mi 
nariz—. Tú te vas también. 
—Sí. —Me siento desinflada por alguna razón. Tal vez era porque todo se sentía 
tan absolutamente intensa esta noche, y ahora a sólo unos pocos minutos para la 
una de la mañana, me está obligando a salir de la cama. 
—Puedo conseguirte un taxi, —ofrece. 
Muerdo mi labio para evitar un gran suspiro. Yo no quiero entrar en un taxi. No 
quiero ir a casa. Quiero rasgar ese traje azul marino de su cuerpo y arrastrarme 
encima de él. 
—¿Eres abogado? —Lanzo. 
—¿Si soy qué? —La forma en que su mano se congela en el aire, mientras él 
está poniéndose un gemelo, es la confirmación suficiente para mí. 
—Eres un abogado, —lo digo con una amplia sonrisa. 
— 
 
 
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—¿Qué te hace pensar que soy un abogado? —Él regresa sus ojos abajo a su 
camisa, entrelazando el gemelo circular de oro a través de la tela. 
—¿Tú sabes que dicen acerca de caminar y actuar como un pato? —Me paro 
y de repente me siento increíblemente expuesta. 
Él no responde. Sus ojos se deslizan lentamente sobre mi cuerpo desnudo. 
—Cuac. —Me agacho para recuperar mi ropa interior del piso. 
—¿Cuac? 
Giro mis caderas mientras paso mis piernas a través de la tela de encaje 
blanco. 
—Cuac como en tú eres un abogado. 
—Tal vez tú eres la abogada. —Él se mueve alrededor de la cama, mi sostén 
colgando de sus dedos. 
—Te estás desviando, lo que demuestra más allá de toda duda razonable que 
eres un abogado. 
—Ponte esto o voy a tener que cogerte de nuevo. —Frota la parte delantera 
de sus pantalones. La figura obvia de su erección estirándose contra el material. 
—Abogados. —Le guiño mientras agarro el sujetador de él. 
—Vas a estar aquí la noche del miércoles, ¿verdad? —Sus labios rozan un 
camino a través de mi frente. 
—Voy a estar aquí, —le susurro, sabiendo de que hay muy poco que pudiera 
mantenerme fuera de su cama. 
* * * 
—Vamos a entrevistar hoy a otro para compañero de cuarto. —Rebecca pone 
la ensalada en su plato de la cena—. Yo iba a hacerlo sola porque pensé que 
estarías trabajando. Siempre trabajas los martes. 
—Cassandra llevó a los niños a casa de un amigo para cenar esta noche. —Yo 
me recuesto en mi silla—. Es agradable verla pasar tiempo con ellos. 
Ella asiente. 
—Ese es Bryce. Él es el primer y único entrevistado. 
Tuerzo mi cuello hacia la entrada del restaurante. Un atractivo hombre está de 
pie en la puerta. 
 
 
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—¿Él va a ser nuestro nuevo compañero de cuarto? 
—Mi nuevo compañero de cama con un poco de suerte, —dice, mientras 
agita su mano en el aire en su dirección. 
—¿Desde cuándo estamos consiguiendo a un nuevo compañero de cuarto y 
por qué un chico? —Sé que las preguntas no van a ser respondidas, pero tengo 
que preguntarlas de todos modos. 
—Tú debes ser Bryce. —Ella se levanta y le ofrece un débil abrazo—. Ésta es 
Jess. Ella es mi compañera de cuarto. 
Él asiente y se sienta entre nosotras. 
—Me acabo de mudar aquí. Estaba esperando anotarme en un lugar para vivir 
esta semana. Tu anuncio no decía cuando estaría disponible la habitación. 
¿Aviso? ¿Habitación? Supongo, que la habitación de la que él está hablando 
es la casi habitación extra que hay, y que Rebecca utiliza actualmente para 
albergar todos sus zapatos de diseño y ropa. Me pregunto, brevemente, si mi 
habitación se va a convertir en su armario secundario, si este chico se muda con 
nosotras. Apenas tengo suficiente espacio para mis cosas. 
—Está disponible en este momento. —Sonríe ella alegremente. 
Le lanzo una mirada, e inmediatamente me doy cuenta de que no tengo un 
respaldo. Acabo de darle algo de dinero para el alquiler la semana pasada. Es su 
apartamento. Ella es la que lleva la voz cantante. 
—¿El alquiler incluye todo? —pregunta él. 
—Todo. —Ella desliza su mano en el aire—. Ambas somos muy fáciles para 
convivir. 
Él asiente y yo finalmente me volteó para mirarlo realmente. Su cabello rubio 
está perfectamente peinado. Sus ojos marrones parecen escépticos, pero puedo 
decir que él realmente está considerando la oferta. Mudarse a Manhattan es 
aterrador, y es aún más intimidante si tú no tienes un lugar donde vivir. 
—Me mudé aquí hace tan sólo unas semanas, desde Connecticut, —lanzo—. 
Vivir con Rebecca es genial. 
—Lo tomo. Sólo déjame saber que necesitas de mí. 
 
 
 
 
 
 
 
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Me siento con cierto recelo, esperando a ver lo que Rebecca lanzará como una 
respuesta a ese comentario. Llevo mi mirada a su rostro y ella está blanca como 
un fantasma. Su mano vuela en el aire y apunta a la parte trasera del restaurante. 
—El Sr. Dedos está aquí, —susurra en un tono no tan silencioso. 
 
 
 
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Traducido por Kmila92 
Corregido por Liraz 
 
Dedos? —Bryce no puede ocultar la risa en su voz mientras mira 
más allá de mí. 
Me encojo de hombros mientras sonrío de vuelta. 
—Ella no quiso decir eso. 
—Lo hice. —Salta de su silla—. Voy a conseguir el registro y podremos salir de 
aquí antes que él te note. 
Bryce me lanza una mirada interrogativa pero no respondo. Quiero 
desesperadamente dar vuelta y mirar. Nunca he visto a Nathan fuera el hotel o 
del club. No sé cómo luce a la luz del día, moviéndose en un lugar normal como 
este. 
Estoy inmediatamente conscientede cómo voy vestida. Cada vez que he 
estado con él, me he tomado el tiempo para elegir un vestido, el estilo de mi pelo 
y me aplico al menos un poco de maquillaje. Hoy, sólo estoy vistiendo un suéter 
blanco, vaqueros desteñidos y mi pelo está recogido en una coleta alta. Lo sé, 
de todos los comentarios, he escuchado a lo largo de los años que me parezco a 
una adolescente cuanto estoy con la cara descubierta. 
—Dedos está en movimiento. —Bryce se inclina más a mí—. Supongo que no 
quieres hablar con él. 
Niego con la cabeza ligeramente. Yo no quiero. No quiero que me vea así. Hoy 
sólo soy Jess. No soy la misma Jessica que toma su cuerpo contra el mío. 
—¿Jessica? —Me estremezco cuando escucho su voz a mi lado. 
Mantengo mi cabeza cerca de Bryce con la esperanza de que Nathan piense 
que me ha confundido con su Jessica. 
 —¿Jessica? —repite y siento su mano rozar mi hombro. 
Miro hacia arriba e inmediatamente noto a la pequeña mujer rubia de pie 
junto a él. 
Él me sonríe antes que su frente se arrugue. 
—¿ 
 
 
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—¿Quién es éste? —Hace un gesto hacia Bryce. 
 —Jess y yo vivimos juntos. Soy Bryce. —Extiende una mano delante de mí y se 
siente como una eternidad antes de que Nathan la jale en una firme sacudida. 
Quiero decir que no vivimos juntos. Él no se ha movido aún y eso no me gusta. 
—¿Ustedes viven juntos? —Hay un toque de sorpresa alrededor de los bordes 
de la pregunta. 
—Soy… Yo soy… soy Miércoles —tartamudeo cuando extiendo mi mano a la 
mujer bonita de pie junto a Nathan. 
—miércoles, —ella me repite de vuelta, su mano tocando ligeramente la mía. 
—¿Tú eres Martes? —pregunto antes de darme cuenta de lo que estoy 
diciendo. 
—Soy Ivy, —me corrige—. ¿Tu nombre es Jessica o miércoles? 
Respiro un profundo suspiro. ¿Por qué acabo de llamarme miércoles? ¿Por qué 
tengo que estar en este restaurant, este día? Ahora que lo he visto con otra 
compañera de follada no puedo mirarlo a los ojos. 
—Estamos todos listos. —Rebecca está de vuelta en la mesa, empujando un 
poco de dinero en su bolso—. Estamos todos acomodamos para que podamos 
despegar. 
Silenciosamente le suplico que me saque con ella de la silla. No puedo estar en 
este restaurant un minuto más. 
—Vamos, Jess —ella hace un gesto hacia la puerta—. Tú también Bryce. 
Él se pone de pie y me alcanza para los brazos de la silla de madera para 
empujar a mí arriba. La mano de Nathan se mueve para agarrar mi hombro. 
Me deslizo hacia abajo, dolorosamente consciente de que no voy a salir de 
esta tan fácilmente. 
—Jessica. —Respira a través de mi cuello expuesto cuando él se acerca—. Te 
veré mañana. 
Voy a asentir, pero antes de que pueda pone su mano en mi barbilla, 
inclinando mi rostro hacia él. 
Tengo un breve flash de la imagen de Ivy de pie detrás de él antes de que sus 
labios se deslicen sobre los míos. 
 
 
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Gime en mi boca y yo instintivamente llego mi mano hasta acunar la parte 
posterior de su cabeza. Su lengua empuja mis labios separándolos, luego rodea la 
mía en una danza primitiva. 
Su aliento se traba mientras saco su labio inferior entre los dientes. Me ahogo en 
la sensación de su beso. Todo lo demás en la sala se derrite. 
Él tira un poco hacia atrás, su lengua trazando un camino alrededor de mi 
oreja. Mis ojos se abren cuando lo oigo susurrar en voz muy baja. 
—No lo folles esta noche. Guardarla para mí. 
 
 
 
 
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Traducido por Kmila92 
Corregido por Liraz 
 
no podría argumentar que es territorial. —Aliviada vuelvo de 
nuevo al sofá mientras alcanzo el vaso de líquido ambarino de 
su mano. 
—O uno podría decir que él no podía soportar la idea de la cabeza de ese tipo 
entre tus piernas. —Él levanta el vaso de su mano antes de dar de baja media 
porción del bourbon. 
—¿Qué pasa si estaba durmiendo con él? ¿Y si estábamos saliendo y tú sólo 
me besaste así sin más? —Tomo un pequeño sorbo y retrocedo ante el sabor. 
—Sabía que no eran novios. —Él toma otro fuerte trago. 
—¿Cómo? —Pongo el vaso sobre la mesa delante de mí. Desde la muestra de 
afecto de Nathan anoche en el restaurant me he pasado la mayor parte del día 
bordeando preguntas de Rebecca sobre lo que estaba pasando entre nosotros 
dos. 
—Vi cuando llegó al restaurant. —Vacía el vaso antes de depositarlo, al lado 
del mío—. Tú no reaccionaste en absoluto cuando se sentó. 
Soy inmediatamente consciente de que debe de haber sido testigo que llegue 
a demasiado. 
—¿Cuándo tiempo estuviste por allí? 
—Lo suficiente para verte reír y jugar con tu cola de caballo mientras hablabas. 
—Eso no es justo —le replico—. Deberías haber dicho algo antes. 
 —Estaba ocupado —dice a la ligera. 
—¿Con Ivy? —Lo miro. 
—Ella es una vieja amiga. —Se pone de pie y se mueve a la barra para servirse 
otra copa. 
—Me dijiste que no habría ningún tipo de complicaciones. —Tiro del dobladillo 
de mi vestido—. Anoche fue complicado. 
—U 
 
 
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—Admito que no reaccioné bien. —Toma otro trago de bourbon—. Algo se 
rompió justo cuando dijo que vivían juntos. 
 —No acabas de decir que sabias que no éramos novios. —Salto sobre mis 
pies—. ¿Qué pasa, Nathan? 
Su mano está en mi cintura en un instante. Siento lo excitado que está cuando 
me tira contra él. 
—Cuando dijo que vivían juntos me di cuenta que él podía verte en maneras 
que yo no puedo. ¿Cómo podría él no quererte? 
—Ni siquiera lo conozco. —Llegué a su hotel con la intención de no revelarle 
más de mi vida personal de lo que ya he hecho. Ahora, estaba confesando de la 
forma que no quería hacerlo. 
—Te follo aquí porque es sólo nuestro. No tengo que pensar en tú con nadie 
más. Anoche, cuando lo vi mirándote, cuando le vi inclinarse hacia ti, sentí algo. 
—No puedes decir eso. —Trato de soltarme, pero él sólo aprieta su agarre en 
mí. 
—Es la verdad. —Su voz es tranquila, su tono bajo. Me enfurece aún más. 
—No vas a conseguirlo. —Hago hincapié en las palabras—. Simplemente no. 
—¿Qué no voy a conseguir? —Jala el vaso en la mano izquierda de nuevo a 
sus labios y toma un pequeño sorbo. 
—Si decido salir con un hombre, y vamos a cenar y estoy a punto de ir a casa a 
follar sus sesos fuera, no puedes simplemente bailar el vals y besarme. —Escupo las 
palabras con dureza. 
—Jessica. —Se inclina para colocar el vaso ya vacio en la mesa—. Si alguna 
vez te veo con otro hombre y tengo la sensación de que en algún momento tu 
hermosa boca va a deslizarse sobre su polla, voy a hacer lo que sea para evitar 
que eso ocurra. 
—Estas bromeando, ¿Verdad? —Empujo mis manos en su pecho para ganar 
distancia pero él rodea mi cintura con fuerza. Realmente no entiende cómo de 
jodido es esto. 
 —Lo digo en serio. —La intensidad de sus ojos dice más que sus palabras. 
 —Nathan. Follas a una mujer diferente cada noche en esta habitación. —
Gesticulo a la habitación de lujo donde estamos de pie. 
—No todas las noches. —Él me corrige fulminándome con la mirada. 
 
 
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—Lo que sea. —Empujo contra él de nuevo y su agarre sólo aprieta—. El punto 
es que si yo te viera salir con una mujer que supongo que ibas a dormir esa noche 
no diría una palabra. Yo respeto tu privacidad. 
—Eso nunca sucederá. —Se inclina más cerca, el alcohol en su aliento 
bordeando por delante de mi nariz. 
—Tú no sabes eso. —Me río. Él es tan arrogante. ¿Cómo puedo olvidar eso? 
Tengo que parar esto ahora. No puedo creer que realmente estemos teniendo 
esta conversación. Quizás él no es un abogado después de todo. No son tan 
lerdos, ¿Verdad? 
—No salgo en público con las mujeres que follo. —Él saca cada palabra a 
través de sus dientes y las escupe. 
Empujo contra él con todas mis fuerzas y rompo su agarre. 
—Wow —murmuro cuando puedo buscar mi bolso—. Wow. 
—¿A dónde vas? —Él tira de mi brazo pero yo con dureza de un tirón 
retrocedo. 
—A cualquier otro lugar. —Me muevo hacia el borde del sofá para recoger mi 
bolso. 
—¿Por

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